Tales 01

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SHANNON DRAKE

BAILE DE MÁSCARAS

—¿Tan terrible es? —preguntó él con suavidad. Ella negó con la cabeza. —Pero es mentira. —No es mentira. Es sólo que no estoy preparado para enfrentarme al mundo. —Pero tú no eres esa máscara —insistió ella. Brian se echó a reír, buscó su boca y la besó de nuevo. —¡Tú siempre tan vehemente! Todos tenemos nuestros secretos. Ella sacudió la cabeza. —Por desgracia, lord Stirling, yo soy un libro abierto. —Con páginas muy profundas. —Ya estás con tus juegos otra vez. —Esto sigue siendo un juego. Un juego mortal —dijo él, poniéndose en pie. Desnuda en medio del montón de su ropa, Camille tuvo la sensación de que todo cuanto había creído en otro tiempo se precipitaba de nuevo sobre ella. ¿Qué estaba haciendo? Se movió para levantarse. Brian se agachó, la tomó en brazos y se puso en pie, apretándola contra su pecho mientras la besaba. —Tengo que irme —dijo Camille, pero él negó con la cabeza—. Pero no puedo quedarme aquí. —¿Por qué no? Camille se apartó un poco. —Eres el conde de Carlyle —dijo. —Ah, pero tú eres la maga que al parecer me ha hechizado —murmuró él. Sosteniéndola en brazos, la condujo a la habitación contigua y la depositó sobre su fresca y enorme cama sin dejar de abrazarla—. No puedes seguir merodeando por el castillo en plena noche —dijo. —No volveré a hacerlo. —Eso ya lo has dicho antes. —¿Lo había prometido alguna vez? —Pareces reacia a hacer promesas. —Las promesas sólo pueden hacerse cuando se piensan cumplir. —Entonces volverías a tu habitación o a velar a tu querido amigo Alex y de pronto sentirías de nuevo la tentación de bajar a las criptas. Camille le acarició la cara, pasando un dedo sobre la larga cicatriz. —Apenas se ve —murmuró. —Lo siento. Al parecer, he defraudado tus expectativas. Ella se quedó mirándolo. —No tenía expectativas —le dijo—. Pero tampoco me gusta que me engañen. —No es a ti a quien pretendía engañar. —No, cuando yo aparecí la farsa ya estaba en marcha —dijo ella, y luego añadió—: Pero esta noche has salvado a Alex, y te lo agradezco. —Lo has salvado tú. Camille negó con la cabeza. —Tú fuiste mucho más útil que yo. - 156 -


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