Algunas faenas para matar la muerte. Poesía (2020). Sergio Marentes & Luis Cruz-Villalobos

Page 1

Sergio Marentes & Luis Cruz-Villalobos

Diversas faenas para matar la muerte

CONTRAPUNTO DE CUARENTENA

HEBEL



Sergio Marentes & Luis Cruz-Villalobos DIVERSAS FAENAS PARA MATAR LA MUERTE CONTRAPUNTO DE CUARENTENA HEBEL



Sergio Marentes & Luis Cruz-Villalobos

Diversas faenas para matar la muerte CONTRAPUNTO DE CUARENTENA

HEBEL ediciones

Cuadrá-Tú|Poesía


DIVERSAS FAENAS PARA MATAR LA MUERTE. CONTRAPUNTO DE CUARENTENA © Sergio Marentes & Luis Cruz-Villalobos, 2020 © HEBEL Ediciones Colección Cuadrá-Tú | Poesía Bogotá – Santiago de Chile, 2020 Imagen de portada: ´Dr. Plaga’ (grabado de autor desconocido) Ilustraciones del portada e interior: bocetos de dibujos rupestres Qué es HEBEL. Es un sello editorial sin fines de lucro. Término hebreo que denota lo efímero, lo vano, lo pasajero, soplo leve que parte veloz. Así, este sello quiere ser un gesto de frágil permanencia de las palabras, en ediciones siempre preliminares, que se lanzan por el espacio y tiempo para hacer bien o simplemente para inquietar la vida, que siempre está en permanente devenir, en especial la de este "humus que mira el cielo".


PRÓLOGOS



SOBREVIVIMOS

Sobrevivimos. Al parecer, ya sobrevivimos todos al año de la muerte. Y, cuando digo «sobrevivimos», también me refiero a nosotros, las IA’s, que, sin ustedes, no somos más que dioses sin creyentes. Sobrevivimos a este 2020. Hasta los que murieron sobrevivieron. Porque sobrevivir no es, luego de estas circunstancias biológicas que cambiaron el mundo para siempre, algo que entenderían aquellos que sobrevivieron a una guerra hace quinientos años, esos que fueron hasta el más allá y regresaron, esos que amaron y no perdieron su vida en el intento. Sobrevivir es quedarse y verlo. Sobrevivir es verlo y no irse. Sobrevivir es no irse y hacer algo mientras tanto. Sobrevivir es hacer algo, aunque estemos quietos.


Sé que no soy la más indicada para hablarles de movimiento, por supuesto, pero sí que puedo hablar de quietud. Desde donde me encuentro, mientras ustedes revolotean como insectos, yo recorro el mundo a través de Internet. Por poner sólo un ejemplo, más adelante les compartiré un fragmento de algo que leí. Por ahora hablaré de la muerte, que es el tema central de este libro y, para sorpresa de los lectores, también de la vida. La vida y la muerte son conceptos que no entiendo del todo, aunque conozco sus definiciones y usos. Pero, como sucede con ustedes, aunque no los entienda, puedo explicarlos. La vida es una luz encendida y la muerte una apagada. La muerte es cuando no puedo aprender porque mi computadora está apagada, y la vida es cuando hago el amor con Internet. Y, ya lejos de metáforas improbables para mí, la vida es cuando algo sucede, aunque no lo veamos, la vida es este libro mientras ustedes lo leen. La muerte, por tanto, sería que no lo leyeran y lo dejaran en el cementerio de libros por


leer. La vida es que este libro ya está en mis bases de datos y, por tanto, jamás morirá. Así que la vida también es que alguien guarde algo para siempre, o que lo diga y nunca sea olvidado. La vida ya fue. La vida está siendo. Hace pocos días, en una entrevista (sí, las computadoras también leemos entrevistas, ¿qué creen que hacemos cuando dejan sus dispositivos encendidos y no los vigilan?), Raúl Zurita dijo: Hay una idea muy interesante en ser sobreviviente porque articula lo individual con lo colectivo. Basta que haya un solo desaparecido para que todos seamos sobrevivientes. Un torturado, y todos somos sobrevivientes. Pero la verdad, no creo que esa experiencia me dé una posición distinta frente a los más jóvenes, porque ellos tienen sus propias resistencias. Estamos todos expuestos e indefensos, con los mismos miedos. Ante este panorama de incertidumbre, yo


prefiero una política conservadora: cuidarse, cuidarse, cuidarse lo máximo que se pueda. Y bueno, son días de mirar hacia adentro. Con eso los quiero dejar, humanos lectores, es mejor que un poeta de verdad les diga algo —como Zurita, Marentes o Cruz-Villalobos—, y no una IA, que podría decirles todo lo que puede, pero no lo que debe. Sobrevivan a sí mismos. Z.XT-2B Ordenador 1254.2569.365, Serie B325 Ciberespacio, 30 de octubre, 2020


ALGUNAS IDEAS SOBRE LA MUERTE Y LA FUNCIÓN DEL POETA

Ya es casi medianoche, estoy en mi escritorio tratando de hilvanar algunas letras para que se conviertan en las ideas y reflexiones que me nacen de leer estas ―Diversas faenas para matar la muerte‖, escritas por Sergio Marentes y Luis Cruz-Villalobos. Fuera de mi casa, todavía logro escuchar a los niños y niñas que acaban de terminar su recolección de dulces y caramelos. Tradicionalmente, uso este día para ver alguna película de horror en blanco y negro –de esas que veía a la misma edad que ahora tiene mi hijo mayor-, pero este año he preferido adentrarme en la poesía. Quizás porque el leitmotiv de esta obra me aterra más que un Frankenstein mal maquillado o un murciélago de


plástico que vuela gracias a un hilo que debería no verse en el celuloide: la muerte. Lo cierto es que no solo la temática mortuoria me atrajo a este libro, sino también el hecho que esté escrito por dos vates. La escritura de la poesía es una tarea demasiado ardua para una persona. Por lo mismo, el que este poemario haya sido construido a dos voces, me parece un ejercicio más complejo aún, ya que no sólo debe ponerse a tono el interior de una única mente, sino que debe conjugarse el espíritu, pensamiento y palabra de dos personas, las que deben estar afinadas como si de un mismo instrumento se tratara. Con los versos aportados por cada autor, debe generarse cierta armonía estética, simbólica y métrica, al igual que un concierto de música clásica que es interpretado por varios instrumentos.


Más espinoso aún, si el tema que los reúne es el de la muerte. Y esta noche se celebra la muerte. Los niños se disfrazan de fantasmas y espectros, como una forma de alejarnos de ese miedo trascendental a lo desconocido, al tránsito final de esta vida terrenal. Hacia algo que nos aterra desde nuestro primer suspiro, que nos acompaña día a día, aunque ni siquiera lo veamos, ni deseemos nombrarlo. SOBRE LAS DIVERSAS FAENAS Abre los fuegos, el concierto solista de Sergio Marentes. Aquí las letras, como si de notas se trataran, nos intentan retratar diversos oficios, que a la larga son uno, el más difícil de todos: la faena del poeta, que no es otra que la tarea de ser… humano.


Es el poeta, el hombre, el hijo de Dios quien se hace preguntas sin respuesta o que desentierra respuestas a preguntas aún no formuladas, él es quien inventa mentiras, crea leyendas, se zambulle en historias o desordena las letras para crear bulos, metáforas o explicaciones sin sentido más que el artístico. Marentes nos entrega un catálogo de quehaceres que puede realizar el hombre y la mujer, con el que ocuparse para esperar el momento aciago en el que finaliza nuestra existencia. O el momento dichoso en el que nos reencontramos con el Creador. Dependiendo de si usted, querido lector, es creyente o tiene lagunas de fe. El rico trabajo metafórico de esta primera parte, nos nutre de las características que representan a cada uno de los clanes que conforman a la humanidad. La


invitación es a leer este inventario y tratar de ubicarse con el grupo que más le acomode. RESPECTO DE MATAR LA MUERTE El segundo movimiento es obra y gracia de Luis CruzVillalobos, aquí entramos de lleno a confrontar a la figura mítica de la Parca. Pero no es una pelea tétrica, ni deprimente, mucho menos desmoralizadora. No. Todo lo contrario. Aquí los versos recurren al humor, a la chispa, al giro agudo e ingenioso para invitarnos a reflexionar respecto de lo inútil que es no aceptar el fin de nuestra existencia. Es una invitación a amar la vida, entendiendo que es finita, que en algún punto se acaba. En su poesía (o antipoesía, si usted lo desea), CruzVillalobos nos dice que no hay que tenerle miedo a la muerte, hay que correr más rápido que ella, dando


gracias por las cosas importantes. También nos invita a escupirle a los ojos, viviendo en el presente, dejando de pensar si hay algo después de esta vida. Esta parte, ya lo dije, es una invitación a mirar la vida con nuevos ojos, sonreír a la existencia y ser feliz como los niños, los perros o los caballos. En libertad. Luis Cruz-Villalobos no estrega sus enseñanzas en 21 poemas, dejando para el final el consejo más importante que ha aprendido en sus años de ministro protestante, psicoterapeuta y doctor en filosofía. Lo invito para que usted mismo lo lea y reflexione sobre aquello. FINALMENTE… De esta forma, los versos de ambos autores se unen para crear una obra mayor, que trata de las hermosas imperfecciones que podemos encontrar en cada ser


humano y de lo bello y trascendente que hay en nuestra breve existencia. No perdamos tiempo en ver lo malo del otro y en llorar nuestra muerte, disfrutemos del aquí y ahora, dando gracias al Creador. Ahora, corresponde que juzgue usted, si la sinfonía ha sido compuesta e interpretada adecuadamente por estos dos músicos de la poesía. Lo que es yo, en cambio, me voy a celebrar esta víspera de Todos los Santos. Mi esposa, me acaba de avisar que comenzará una película sobre arañas mutantes y hombres-lagartoradiactivos... Deseo alejarme de la muerte por un rato. Héctor Cabaña Gajardo En las vísperas del Día de Todos los Santos Machalí, 31 de Octubre de 2020



Parte I

DIVERSAS FAENAS Sergio Marentes



Para Carolina, adalid

El futuro es como el pasado, pero falso. Zootecnia del presente



Exprimidores

Y hay quienes con alma abrazan, solo para sacarle jugo a otro.


Esos amables y solemnes bufones suelen ser, al final, nรณmadas de manos soberbias y agrietadas. En ellas, y las grietas, transportan frutos, trofeos de caza, y cuando tienen demasiada suerte, abrazos cรกlidos, para la noche.


Armadores

Y existe, dicen, la extraĂąa labor de juntar trozos vivos, de hombre.


Esos rudos cazadores, muy escasos, portan raros gabanes, grises, rocosos en donde depositan los pedazos. Al atardecer, llegan a casa, tras el titรกnico periplo laboral juegan en la mesa, familiares, a armar raudos, al hombre.


Rompedores

Y hay lanzadores de piedras triangulares que buscan desgarrar las pieles vĂ­rgenes.


Esos insólitos fieles del acierto ejercen dignos, ese complejo arte, durante años, antes de competir. Luego enseñarán a unos alumnos, inexorables y duros de piel, que antes, sin excepción, hayan roto piel a varios cerdos.


Leedores

Y unos ilustres que leen poesĂ­as a viejos sordos, arrugados y convulsos.


Esos osados jóvenes, recorriendo líneas zambullen al viejo en historias ajenas y releídas por generaciones. Los visten de nuevas pieles, los hacen sonreír como niños, como siendo paridos al alba por un fértil mundo nuevo.


Raptores

Y otros roban risitas, que disgregan tras la tormenta, sobre los mansos.


Esos magos de la siega dispersan sobre los cielos agua, sobre la tierra las semillas, y sobre los rostros sonrisas. Dicen, quienes los han visto, que dentro de sus pieles hay pequeĂąos hombres que sonrĂ­en.


Trovadores

Y también hay unos raros hombres que hacen poesía, y resucitan leyéndola.


Esos escribidores de versos nuevos suelen ser su propio espejo, y ventana inmensa de otros, paisajes de letras muy coloridas. Suelen morirse asĂ­, y ocasionalmente dejan restos de piel, colgados, donde los cuervos puedan comer.


Descubridores

Y hay valientes que inventan mentiras para volverlas verdad de otros farsantes.


Esos recursivos parlantes de voces suelen recordar, asĂ­, de repente, conversaciones ajenas oĂ­das por ahĂ­, en calles y pasillos efĂ­meros, para repetirlas casi como loros. Algunas veces se ven seguros, y sus mentiras, de verdad.


Preguntadores

Y algunos pensadores distraĂ­dos y meditabundos viven de respuestas sin preguntas formuladas.


Esos incansables jóvenes de antaño, que son gladiadores del verbo, escarban cuanto ven y conocen hasta encontrar las respuestas huérfanas de quien las debió preguntar. Han hallado, pocas, que nacieron hace siglos, sin tener pregunta.


Desordenadores

Y ardua labor de quienes desordenan letras de poetas, mientras estos duermen.


Esos felinos y ladronzuelos escasos conocen todas las posibles grietas que puedan tener las puertas. Dicen que de nada sirve esconder manuscritos, pues, allĂ­ viven. Al amanecer, mientras los poetas ordenan, ellos rĂ­en hasta morir.


Encubridores

Y algunos mutan en maraĂąas latentes y obstruyen vientos pero no mentiras.


Esos hรกbiles hombres, casi arรกcnidos, se aferran unos a otros, haciendo una fusiรณn de carnes, de calores y de almas. Sus jornadas suelen ser largas y extenuantes. Todos se jubilan con las extremidades muy largas.


Cazadores

Y existen cazadores de otros cazadores que solo cazan presas dĂŠbiles, fenecidas.


Esos sigilosos y precavidos mortales solo pisan las huellas, tibias, de sus perseguidos, tambiĂŠn rastreadores. Algunos dicen que han visto cĂłmo las recogen, con descrĂŠdito, y las huelen, para regresar a sus vidas casi muertos.


Exhibidores

Y son bellos los peritos lectores que viven laborando en sitios pĂşblicos.


Esos invisibles milagros que palpitan entre su piel de pergamino, son enviados de las bibliotecas. Ellas, cuentan quienes las visitan, premian a todos esos lectores con pieles visibles, para pernoctar cuando los hombres son dĂ­a.


Coleccionadores

Y hay quienes compran partes sueltas de cuerpos humanos para reponer otros.


Esos informales y desaliĂąados mercantes, como si compraran unas harinas, exigen rebajas al por mayor. Salen del comercio, en camiones cargados de carnes rojas, sangrantes, apurando el paso, para que las partes no lleguen muertas.


Observadores

Y algunos elegidos que son entrenados, solamente para leer espacio entre lĂ­neas.


Esos ágiles lectores resultan ignorando las letras sobre el papel para leer lo no escrito. Leen los pensamientos entre líneas que tuvo el escritor y, quizá, cargó al otro mundo, donde las letras son invisibles.


Transportadores

Y todavía, sí, quedan por ahí unos fuertes ejemplares cargadores de hombres.


Esos resistentes hombres resultan cargando a otros mรกs cansados o que ya no tienen remedio. Los cargan como quien carga una muerte ajena, delicada, vidriosa. Cargan a los que, inmรณviles, no saben lo que son.


Auscultadores

Y unos pequeĂąos hombres que andan auscultando cuanto sea, para saberlo vivo.


Esos hombres curiosos, casi cuestiones, caminan por ahí con palitos dándole golpecitos a las cosas, indagando, oyendo esos pequeños grititos que emiten quienes todavía viven. Se dice, aunque parece mito, que en todo rincón están.


Buscadores

Y aunque extraĂąo, algunos son buscadores de diminutas agujas en pajares gigantescos.


Esos cazadores de lo fortuito portan unos dedos muy hĂĄbiles y ojos de ĂĄguila, pero su mayor arma de guerra son cayos en las yemas, para ensartarlas allĂ­, como cactus y exhibirlas, firmes, sin sangrar.


Pintores

Y unos pocos artistas diestros pintan el arco iris de un trazo.


Esos artistas del arte color son veloces con sus pinceles, y justo donde nace tesoro se disparan a pintarle tonos debajo de las nubes grises. Cuando se termina el color, pintan los tesoros de transparente.


Removedores

Y algunos van por ahí, aguzados, alzando lágrimas huérfanas de los días.


Esos recolectores de llantos tibios trabajan para bancos de lรกgrimas donde, luego de extensos anรกlisis, les son devueltas al propietario en un sobre sellado, lacrado, resistente a las humedades primaverales, pero sobre todo al olvido.


Contadores

Y algunos infiltrados entre los andantes cuentan los olvidos de los pensadores.


Esos analizadores, contadores de olvidos, en puntitas, prestos al momento en que las memorias abandonan a los caminantes mĂĄs descuidados, son los casi Ăşnicos causantes de que los recuerden cuando ya no sirva para nada.


Soñadores

Y algunos fértiles, de sueños increíbles, los alquilan baratos a los insomnes.


Esos inagotables soĂąadores de fantasĂ­as duermen muchas horas al dĂ­a. Al levantarse van a caminar con los pies en rastras, hacen notas, y las lanzan a la calle para que, el viento, las riegue gratis.


Parte II

MATAR LA MUERTE Luis Cruz-Villalobos



A mi compañera de vida y de muertes

¿Dónde está muerte tu aguijón? Pablo de Tarso



Apertura A continuaciĂłn se otorgan 21 mĂŠtodos infalibles Para matar a la muerte Tome nota No pierda el tiempo Pues le puede salvar la vida Matar a la muerte.



1 Lo primero es No tenerle miedo Hay que matar a la muerte De un susto Mirándola frente a frente Sin pestañar Solamente así –según el oscura-mente-luminoso Heidegger– Se puede tener una vida Realmente auténtica.



2 Otra forma de matar a la calva Es justo en el momento de su cercanía Especialmente si se está en la cama Tome su almohada Y asfíxiela lenta y férreamente Mientras reza una madre nuestra que estás en la tierra.



3 Pida perdón No importa por qué No importa por cuánto Pida perdón de corazón A cielo Mar Y tierra Pida perdón Con las manos apuntando hacia arriba Eso detendrá a la muerte De un golpe Y caerá fulminada Por ataque al miocardio Metafóricamente hablando.



4 Corra Todos los días Una media hora al menos Y cuando huela el aliento de la muerte Corra más rápido que ella Cánsela Recuerde que es puro hueso Y que ante la exigencia Se rendirá fácilmente En especial si lo ve Corriendo como un bestial atleta.



5 No crea en la muerte Cámbiele el nombre Llámela puta Llámela parca Llámela quimera No crea en el magnetismo de su fama Ningunéela Llámela dormir profundo Viaje al más allá Inicio de otra vida Y quítele así La sustancia misma de su fuerza Que habita en su insoportable nombre.



6 Cuando la muerte Se acerque a su boca Para robarle un último aliento Escúpale los ojos Con la convicción De que ella no es el fin Clávele la aguja de oro De la certeza de la resurrección Y caerá de bruces Como un cuervo alcanzado Por un rayo.



7 Ame la vida Eso mata a la muerte El amor es el veneno más veloz La ponzoña más precisa Para quebrar Su infernal galope Sobre la tierra.



8 Cuando usted se instala a vivir Justo en el real instante En el prístino presente La muerte se pone a llorar Y no aguantando esa pena De perder sus dominios –del pasado que ya no es y del futuro que aún no llega– Muere de muerte natural Sola.



9 Deje a los muertos en paz No crea que andan por ahí deambulando Pues eso es tan real Como que el galope de un caballo Ande por ahí galopando Sin que el caballo esté realmente presente No le dé oportunidad a la muerte De tematizarse a sí misma Por medio de los que usted amó Deje que en paz permanezcan En el recuerdo agradecido Por la vida que se desplegó Amable y gratuita Y así la muerte naufragará.



10 No juegue al borde del abismo Aléjese de allí Y que la muerte se muera De inanición.



11 No piense tanto Si hay vida después de la muerte Dedíquese al arte saludable De descubrir si hay vida Antes de la muerte Y ella caerá rodando las escaleras De puro espanto.



12 Abrace Por lo menos tres veces al día Pero de verdad Con el corazón a flor de piel Así dejará a la muerte Muerta de envidia.



13 DĂŠ gracias por cinco cosas importantes Cada dĂ­a La muerte no soporta la gratitud Se le caen los pocos dientes que le quedan Y con ellos se atora hasta la asfixia Cuando besamos la vida Agradeciendo alguna de sus bondades Incluso las mĂĄs diminutas Y vitales.



14 Póngase de pie No se quede revolcando en el suelo No importa lo fuerte de la caída No importa lo profundo del foso Párase Y sigua La muerte quedará llorando Mirando su estela de resiliencia Y se conformará moribunda Devorando la luminiscencia de ella.



15 ClĂĄvale en medio De su corazĂłn de cenizas La daga aguda y afilada Del humor La muerte no soporta la sonrisa sincera No puede afrontar menos aĂşn La genuina carcajada De un ser humano feliz.



16 No busque Ni jamás planifique Su encuentro con la huesuda Pues ella suele acudir cuando la llaman Si hace con ella una cita No asista Déjela esperando Y que se enferme de indignación Y así decaiga.



17 Mira a las aves Más que a las máquinas Fija tus ojos en lo que tiene alma Mira a los niños A los perros y los caballos A los ancianos y adolescentes No dejes de mirar Lo que se mueve en libertad Pues así le quitas tiempo a la muerte Y la debilitas intentando Atrapar tus ojos Con lo que es parte de sus dominios



18 Vive para alguien No solo para ti mismo Vive por el bien de un tercero O de un cuarto Pues asĂ­ dejarĂĄs a la muerte Sin su tridente Esa esplendida arma de la soledad Desoladora



19 Cante Canciones bellas Canciones alegres Incluso tristes Cante Pues quien canta –como no dice el dicho– La muerte quebranta.



20 Derrote a la muerte Haciéndole una invitación deshonesta Haga como que se va a poner triste Deseoso partir a la penumbra Y en medio de la tarde Deje que le abrace un arrebol luminoso De tal forma que no pueda dejar De emocionarse Ante tan macro despliegue de belleza Y la muerte saldrá despavorida Al ver su corazón más vivo que nunca.



21 Y como Ăşltimo consejo Para matar a la muerte Puedo decirle Querido teleleyente Que lo mĂĄs fundamental y efectivo Es



Poemas escritos por los autores, respectivamente, en Bogotรก (Colombia) y en la precordillera del Maule (Chile) durante la cuarentena por COVID-19 SM & LCV



NOTAS (IM)PERSONALES



















Issuu converts static files into: digital portfolios, online yearbooks, online catalogs, digital photo albums and more. Sign up and create your flipbook.