HOGAR PARA CUIDADOS DE LARGA DURACIÓN SANDRA LÁZARO PÉREZ
Educadora Social. Especialista en Violencia de Género y en Orientación Sociolaboral. Mediadora Familiar, Civil y Mercantil. Hace un tiempo leí un artículo que decía lo siguiente: “Verse en una residencia cuando aún quedaban años por delante para sentirse viva, para recorrer el último trayecto en el que creemos que las raíces que echamos al formar una familia serán nuestro cobijo, el abrigo que nos protegerá de la soledad, estaba siendo un trago demasiado duro. Para Lourdes, que tenía tres hijos, las raíces de la vida se habían secado.” Y, disculpad las molestias, pero ya me empiezan a cansar este tipo de artículos, argumentos y puntos de vista. Cansa que se generalice, cansa que se asocie las residencias de personas mayores con la soledad, como si las personas en sus casas no estuviesen solas, o incluso bajo el cuidado de sus familiares no se sintiesen de la misma manera. Permitidme que os diga que en algunas situaciones la mejor opción posible es que las personas mayores vivan en residencias bajo el cuidado diario de especialistas, y que no por eso se las quiera menos, ni tampoco peor. Poco se habla de la carga emocional de las familias como cuidadoras, del cuidado de las cuidadoras (sí, en su gran mayoría nos toca a las mujeres), de la baja formación en la temática de muchas de las cuidadoras, etc. Y si hay personas que en las residencias se sienten solas quizá es porque las familias no las visiten, pero de igual modo que harían si estuviesen en casa, y es que quizá la gente tiene la vida tan ocupada que se olvida de sus mayores, de sus raíces. Durante mucho tiempo socialmente se ha entendido que ingresar a una persona mayor en una residencia significaba abandonarla, pero igual ya es momento de dejar de pensar de esa manera. Y de dejar de pensar que hacerlo signifique querer menos a nuestros mayores, de decir que la residencia los mata, como si la edad y los achaques no tuviesen que ver y fuera de allí fueran a ser inmortales, es momento de terminar con todas esas etiquetas que hacen más mal que bien.
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Así que llegados a este punto, con orgullo digo que una de mis abuelas durante su última etapa de vida vivió y fue cuidada en una residencia rural de personas mayores, junto a mucha de la gente de su infancia, que un día dejó de poder vivir sola, que durante mucho tiempo la vi mucho mejor que cuando cada mes vivía en casa de cada uno de sus hijos e hijas y la desorientación era evidente, que no por ello la quisimos menos, y que quizá el debate debería estar en ver a nuestros mayores como seres invisibles o verlos como personas cargadas de aprendizaje, lecciones de vida y sabiduría, y entonces así se entendería esa soledad que ocurre tanto dentro como fuera de las residencias. Quizá el debate no está entre ‘lo bueno’ y ‘lo malo’, sino entre qué se entiende por cariño, familia y amor y, en definitiva, por cuidado centrado en la persona. A final del mes de abril se publicó para ser sometido a opinión pública el Anteproyecto de Ley reguladora del modelo de atención residencial para cuidados de larga duración en Castilla y León, donde se regula el enfoque ético, la innovación y la calidad en los cuidados, apostando por el modelo de Atención Centrada en la Persona (ACP). Convirtiéndose la Comunidad en la primera autonomía en revisar el modelo de atención residencial tras la crisis sanitaria de la Covid-19. El objetivo último de esta norma es garantizar los derechos de las personas que viven en centros de carácter social públicos y privados, preservando su identidad y su calidad de vida y para ello se sustenta en tres principios fundamentales: asegurar la protección de las personas más vulnerables, abordando su atención desde un enfoque ético; apostar por la modernidad y la innovación; y, regular sobre los cuidados de las personas mayores y realizar cambios en la organización y funcionamiento de los centros. Se pretende trabajar desde un modelo de Atención Integral Centrada en las Personas y abandonar definitivamente el concepto de los centros residenciales como espacio de asistencia sanitaria, definiendo el centro residencial como la vivienda habitual, enten-