ACOMPAÑAR Y AGRADECER SANDRA LÁZARO PÉREZ
Educadora Social. Especialista en Violencia de Género y en Orientación Sociolaboral. Mediadora Familiar, Civil y Mercantil.
“Nos vamos ya. Porque la vida, o la muerte ¡qué sé yo! así lo ha decidido. No sin antes daros las gracias por ese trato tan humano en momentos tan complicados. Gracias por el cariño y la paciencia con la que nos habéis tratado. Gracias especiales a esa enfermera de rastas por aquel abrazo en el momento indicado. Gracias también a la doctora Carla por ese trato tan cercano y humano, también a ese doctor con acento andaluz y al doctor Girón por su dureza pero infinita comprensión. Y gracias a todas las auxiliares por cuidarnos y mimarnos (Alicia, nos aprendimos tu nombre no solo para llamarte, sino para, a través de ese mismo nombre, agradeceros a todas). Pero en especial a Pilar, por su trato tan cercano cada turno que pasaba a nuestro lado, por los zumos y las sillas a media noche, por no dejar de preocuparse nunca. Ojalá esta despedida fuese un hasta nunca, pero lamento que nos veremos nuevamente porque esta enfermedad así es. Nos vamos con nuevos aprendizajes para seguir (sobre)viviendo y con la esperanza de que profesionales tan buenos/as como vosotros/as algún día nos acaben curando a todos/as y esto solo sea una etapa de la vida para enseñarnos qué es lo esencial y darnos una nueva oportunidad de vivir. Gracias por haber hecho más llevadera esta etapa. Un abrazo. Una amiga de Estefanía, la niña de la planta.B-320” El 16 de junio de 2018, Jesús falleció. Pero tiempo antes ya había entendido la muerte como parte de la vida. Y aceptó que así fuese. El cáncer le hizo dar un vuelco a su vida y le permitió acercarse más aún a su gente. No se quería ir, no tan pronto, pero tuvo que aceptarlo. Al día siguiente, esa carta, junto con una fotografía de un momento histórico que vivimos en el HUBU, la dejé en la planta 3 del Bloque B. En agradecimiento a todo ese trabajo que realizan. Sí, esa carta “anónima” fui yo, y hoy doy la cara. Y, desde estas líneas, tiempo después, reitero el agradecimiento por todo aquello que vivimos y lo llevadero que nos lo hicisteis. Días antes, durante el proceso de aceptación y despedida, ya había dejado una primera carta a su médica de cabecera del Centro de Salud José Luís Santamaría. Ese día ella no estaba. En recepción la metieron en su cajetín, esperando a que la recogiese. Y decía así:
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“Querida Doctora: Me gustaría empezar así esta carta porque, aun teniendo en cuenta que eres mucho más por encima de ese adjetivo, estoy convencida de que con mucho orgullo manifiestas (permíteme tutearte) que lo eres. Hace unas semanas (o días, en estas situaciones el tiempo es relativo) una buena amiga me hablaba de ti y de la gran labor que hiciste con ella. Ella y su familia están atravesando una complicada situación que tú conoces bien y fuiste tú quién le ofreció luz entre tantos papeles de oncología. Cierto es que no por ello la gravedad de la situación fue menor, pero sí al menos pudo sentir ese apoyo necesario en este momento. Se habla mucho del valor humano de muchas enfermeras, incluso de las auxiliares, y a mí hoy me gustaría agradecerte el valor humano que tú muestras con ese empleo que es tu vocación. Hay enfermedades y situaciones que nos dan miedo, mucho miedo, pero si la vida decide que nos toca experimentarlas, es mejor teniendo médicos y médicas de calidad a nuestro lado. Médicos y médicas que se preocupan por la salud de sus pacientes, pero también por su estado de ánimo y, lo que te hace más admirable, por el de sus familiares. Recuerdo que me contaba lo bien que hablabas de su padre, que, ambas sabemos que bien merecido tiene cualquier adjetivo bueno ese luchador incansable. Recuerdo también que me decía que por fin se sentía comprendida por parte del equipo médico. Recuerdo que para expresar ciertas cosas hacia ti no tenía adjetivos, incluso me resulta gracioso que en ciertos aspectos te comparase conmigo. Recuerdo el cariño con el que hablaba de ti, incluso para explicarme que habías hecho un hueco, con tu reunión de las 9h., para atenderla a ella y a su hermana, además de haber estado al otro lado del teléfono. No quiero entretenerte mucho más, pero me apetecía escribirte estas palabras porque supongo que también a veces para ti es duro, sentirás dudas de si lo estás haciendo bien y tendrás tus malos momentos. Así que simplemente me gustaría darte las gracias porque tú intentarás “justificarte” diciendo que es tu trabajo, pero yo te diré que es tu forma de ser y, eso, dice mucho de ti que en esta familia, y estoy convencida que en muchas otras, van a llevar consigo siempre. Y es que a día de hoy ya sabemos que su luz se apaga, que no hay vuelta atrás, que toca despedirlo, pero si algo ha enseñado toda esta situación es que la vida te regala