Boletín de residentes octubre 2016

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Boletín de Residentes OCT /2016

EDITORIAL

Demencia Andrea Muñoz Villegas, Gerontóloga Hábitat

Nuestra editorial, en esta ocasión, se refiere a las Demencias en el adulto mayor, entidad que se presenta con relativa frecuencia y que tiene un significante social, familiar y personal de gran importancia. La demencia es un síndrome caracterizado por una declinación progresiva de la memoria, de las funciones ejecutivas, lenguaje y de otras áreas de la cognición, asociada a síntomas conductuales, que repercuten en el normal desenvolvimiento del individuo en su medio familiar y social. Se calcula que en el mundo hay unos 47,5 millones de personas aquejadas de demencia. Se prevé que el número de estas personas aumentará a 75,6 millones en 2030 y a 135,5 millones en 2050; además, la mayoría de esas personas vivirán en países de ingresos bajos y medianos1.

PREVALENCIA DE DEMENCIA EN AMÉRICA LATINA Y EL CARIBE La prevalencia de síndrome demencial en América Latina y el Caribe es alta, entre 6,0 y 6,5 por cada 100 adultos mayores de 60 años, con un estimado de crecimiento entre el 2001 y el 2040 del 77% en los países del cono sur americano (Argentina y Chile), y de 134% a 146% de incremento en el resto de América Latina, por lo que sobrepasará al de cualquier otra región del mundo2.

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http://www.who.int/mediacentre/factsheets/fs381/es/ Revista Cubana de Salud Pública. 2014. (3):378-387. Demencias y enfermedad de Alzheimer en América Latina y el Caribe


En Colombia se han publicado unos pocos estudios sobre prevalencia de enfermedades neurológicas, incluyendo demencia en personas mayores de 50 años, con cifras entre 1,3 y 5,4%, mientras que un estudio en mayores de 65 años en la ciudad de Neiva (Huila), reportó una prevalencia de 23%.

SITUACIÓN DEMOGRÁFICA EN COLOMBIA El aumento progresivo de la población colombiana, especialmente del grupo de los adultos mayores, representa un desafío para las políticas y los recursos en lo concerniente al desarrollo. En sólo un siglo el país pasó de 4´355.470 personas a un total de 41´468.384 habitantes, de los cuales el 6.3% (2´612.508), es mayor de 65 años; el 54.6% pertenece al sexo femenino y el 45.4% de las personas mayores son hombres. Se concentran en los departamentos de Boyacá, Tolima, Bogotá, Cundinamarca, Caldas, Antioquia, Valle del Cauca, Quindío, Santander, Atlántico y Bolívar. Adicionalmente, el 28.8% se encuentra en las principales ciudades: Bogotá, Medellín, Cali y Barranquilla.3 El envejecimiento poblacional muestra un aumento evidente de la población adulta mayor, mientras la población general incrementa 1.9% promedio anual (en el período 19902003), la población mayor de 80 años crece a una tasa promedio anual de 4%. Es importante destacar que Colombia cuenta actualmente con 4.450 centenarios (personas de 99 y más años), lo cual equivale al 0.011% del total de la población.4

ESTIMULACIÓN COGNITIVA La estimulación cognitiva es un conjunto de acciones destinadas a mantener o mejorar el funcionamiento cognitivo mediante determinados ejercicios; la finalidad de la estimulación

cognitiva es trabajar sobre aquellos ámbitos que están afectados o que se han visto alterados por alguna enfermedad o el paso de los años y sobre aquellos que aun sin estar afectados mediante estas actividades pueden mejorar su funcionamiento. Es por esto que Hábitat desarrolla actividades mediante la estimulación cognitiva que ayuda a mejorar en nuestros residentes las capacidades de atención, cálculo, lenguaje, memoria y orientación; además de estar diseñados según el nivel cognitivo de cada persona y así conservar o enlentecer los cambios cognitivos presentes en la vejez.

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http://www.scielo.org.co/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0120-87482013000300003 Ministerio de la Protección Social, Fundación Saldarriaga Concha. Diagnóstico de los Adultos Mayores en Colombia. Bogotá: mimeo


El envejecimiento, la salud y el funcionamiento Juan Carlos Moreno Saldarriaga, Médico Director de Asistencia y Bienestar Hábitat

La dinámica de la salud en la vejez es compleja. Los elementos que entran en juego se expresan, en última instancia, en las capacidades físicas y mentales y en el funcionamiento de la persona mayor. Con los años, se producen numerosos cambios fisiológicos fundamentales, y aumenta el riesgo de enfermedades crónicas. Después de los 60 años, las grandes cargas de la discapacidad y la muerte sobrevienen debido a la pérdida de audición, visión y movilidad relacionada con la edad y a las enfermedades no transmisibles, como las cardiopatías, los accidentes cerebrovasculares, las enfermedades respiratorias crónicas, el cáncer y la demencia. No se trata de problemas exclusivos de los países de mayores ingresos. De hecho, la carga asociada con estas afecciones en las personas mayores generalmente es mucho mayor en los países de ingresos bajos y medianos. Sin embargo, la presencia de estas afecciones no dice nada sobre el impacto que pueden tener en la vida de una persona mayor (1). En algunas personas mayores, es posible controlar fácilmente la hipertensión arterial con medicamentos, mientras que en otras hacen falta múltiples tratamientos, con efectos secundarios considerables. Del mismo modo, las personas mayores que padecen deficiencias visuales relacionadas con la edad pueden conservar el pleno funcionamiento con la ayuda de lentes, pero sin ellos tal vez sean incapaces de realizar tareas sencillas, como leer o preparar alimentos. Dado que el envejecimiento también se asocia con un mayor riesgo de presentar más de una afección crónica al mismo tiempo (lo que se conoce como multimorbilidad), sería simplista considerar el impacto de cada afección por separado. Por ejemplo, en Alemania, se estima que el 24% de las personas de entre 70 y 85 años presentan cinco enfermedades o más a la vez (2). El impacto de la multimorbilidad en la capacidad, en la utilización de los servicios de salud y en los gastos en salud de una persona mayor a menudo es considerablemente más alto de lo que se esperaría por los efectos sumados de cada afección (3). Además, la dinámica multifacética de la multimorbilidad, las enfermedades y los cambios fisiológicos fundamentales puede derivar en ciertos estados de salud en la vejez que no se captan en las clasificaciones tradicionales de las enfermedades. En algunos casos se trata de trastornos crónicos (por ejemplo, la fragilidad, que puede tener una prevalencia de alrededor del 10% en las personas mayores de 65 años) (4) y, en otros trastornos agudos (por ejemplo, el delirium, que puede ser el resultado de determinantes tan diversos como una infección o los efectos secundarios de la medicación o una cirugía) (5). Estos estados de salud complejos tampoco son estáticos. En una persona mayor, la insuficiencia cardiaca congestiva, por ejemplo, puede tomar distintas trayectorias típicas, y las necesidades de la persona y las de


sus cuidadores pueden variar de manera predecible según la trayectoria de la enfermedad (6). Al evaluar las necesidades de salud de una persona mayor, no solo es importante tener en cuenta las enfermedades concretas que puede presentar, sino también cómo estas interactúan con el entorno y repercuten en las trayectorias de funcionamiento. Tales evaluaciones funcionales exhaustivas de la salud en la vejez predicen considerablemente mejor la supervivencia y otros resultados que la presencia de enfermedades en particular o incluso el grado de comorbilidad (7). Además, se ha demostrado que los sistemas de salud que tienen en cuenta las necesidades complejas de la vejez y se ocupan de ellas de una manera integrada son más eficaces que los servicios que simplemente reaccionan a las enfermedades específicas por separado (8–10). Los enfoques basados en el funcionamiento también pueden ser útiles para elaborar una respuesta de salud pública al envejecimiento de la población. Sin embargo, el nivel de funcionalidad se determina no solo mediante la evaluación de las capacidades físicas y mentales, sino también por las interacciones que tenemos con los entornos que habitamos a lo largo de la vida (11). Estas influencias del entorno en la salud durante la vejez pueden ser muy diferentes y abarcan, por ejemplo, las políticas generales que nos afectan, la situación económica, las actitudes o normas de la comunidad, las características físicas de los entornos naturales y construidos, las redes sociales a las que podemos recurrir e, incluso, los dispositivos de apoyo que podemos tener a disposición. Se trata de influencias que definen las capacidades físicas y mentales que presentamos en cada momento (por ejemplo, al influir en nuestras opciones y nuestras decisiones relativas a la salud) y determinan, para un determinado nivel de capacidad, si podemos hacer las cosas que queremos (por ejemplo, si queremos ir a algún lugar ¿tenemos transporte a disposición para llegar hasta allí?) (12). Para definir estrategias encaminadas a promover la salud en la edad avanzada, es fundamental comprender la función que desempeñan estos factores contextuales tan diversos. ___________________ (1) Young Y, Frick KD, Phelan EA. Can successful aging and chronic illness coexist in the same individual? A multidimensional concept of successful aging. J Am Med Dir Assoc. 2009 Feb;10(2):87–92.doi: http://dx.doi.org/10.1016/j.jamda.2008.11.003. PMID: 19187875 (2) Saß A-C, Wurm S, Ziese T. [Somatic and Psychological Health]. In: Tesch-Römer C, Böhm K, Ziese T, editors. [Somatic and Psychological Health]. Berlin: Robert Koch-Institut; 2009 (in German). (3) Marengoni A, Angleman S, Melis R, Mangialasche F, Karp A, Garmen A, et al. Aging with multimorbidity: a systematic review of the literature. Ageing Res Rev. 2011 Sep;10(4):430–9.doi: http://dx.doi.org/10.1016/j.arr.2011.03.003 PMID: 21402176 (4) Collard RM, Boter H, Schoevers RA, Oude Voshaar RC. Prevalence of frailty in community-dwelling older persons: a systematic review. J Am Geriatr Soc. 2012 Aug;60(8):1487–92. PMID: 22881367 (5) Fong TG, Tulebaev SR, Inouye SK. Delirium in elderly adults: diagnosis, prevention and treatment. Nat Rev Neurol. 2009, Apr;5(4):210–20. PMID: 19347026 (6) Kheirbek RE, Alemi F, Citron BA, Afaq MA, Wu H, Fletcher RD. Trajectory of illness for patients with congestive heart failure. J Palliat Med. 2013 May;16(5):478–84.doi: http://dx.doi.org/10.1089/jpm.2012.0510 PMID: 23545095 (7) Lordos EF, Herrmann FR, Robine JM, Balahoczky M, Giannelli SV, Gold G, et al. Comparative value of medical diagnosis versus physical functioning in predicting the 6-year survival of 1951 hospitalized old patients. Rejuvenation Res. 2008 Aug;11(4):829–36. PMID: 18729815 (8) Ham C. The ten characteristics of the high-performing chronic care system. Health Econ Policy Law. 2010 Jan;5(Pt 1):71–90. doi: http://dx.doi.org/10.1017/S1744133109990120 PMID: 19732475


(9) Low LF, Yap M, Brodaty H. A systematic review of different models of home and community care services for older persons. BMC Health Serv Res. 2011;11(1): 93.doi: http://dx.doi.org/10.1186/1472-6963-11-93 PMID: 21549010 (10) Eklund K, Wilhelmson K. Outcomes of coordinated and integrated interventions targeting frail elderly people: a systematic review of randomised controlled trials. Health Soc Care Community. 2009 Sep;17(5):447–58.doi: http://dx.doi.org/10.1111/j.1365-2524.2009.00844.x PMID: 19245421 (11) The international classification of functioning. Disability and health. Geneva: World Health Organization; 2001. (12) Beard J, Petitot C. Aging and urbanization: can cities be designed to foster active aging? Public Health Rev. 2011;32(2):427–50.

Hábitos clave que influyen en el Envejecimiento Saludable Luisa Fernanda Garcés Garcés, médica Hábitat

La actividad física La actividad física a lo largo de la vida tiene muchos beneficios, entre ellos aumentar la longevidad. Por ejemplo, un análisis combinado reciente de grandes estudios longitudinales reveló que las personas que dedican 150 minutos por semana a realizar actividad física de intensidad moderada presentaban una reducción del 31% de la mortalidad en comparación con las que eran menos activas. El beneficio fue superior en los mayores de 60 años. La actividad física tiene muchos otros beneficios en la vejez. Entre otros, mejora la capacidad física y mental (por ejemplo, al preservar la fuerza muscular y la función cognitiva, reducir la ansiedad y la depresión y mejorar la autoestima); previene y reduce los riesgos de enfermedades (por ejemplo, el riesgo de cardiopatía coronaria, diabetes y accidente cerebrovascular); y mejora la respuesta social (por ejemplo, al facilitar una mayor participación en la comunidad y el mantenimiento de redes sociales y vínculos intergeneracionales). Estos beneficios pueden ser sustanciales. Por ejemplo, algunos estudios transversales y longitudinales señalan una reducción del 50% del riesgo de presentar limitaciones funcionales en quienes hacen actividad física regular y, al menos, de intensidad moderada. Algunos ensayos controlados aleatorizados también indican beneficios similares y el entrenamiento de resistencia progresiva parece tener beneficios independientes. La actividad física también parece preservar, e incluso mejorar, la función cognitiva en las personas sin demencia al reducir el deterioro cognitivo en alrededor de un tercio. Además, la actividad física protege contra algunos de los problemas de salud más importantes en la vejez. La inactividad física puede ser responsable de hasta el 20% del riesgo atribuible poblacional de la demencia, y se ha calculado que cada año podrían evitarse 10 millones de casos nuevos en todo el mundo si los adultos mayores realizaran la actividad física recomendada. Del mismo modo, los accidentes cerebrovasculares provocan una de las mayores cargas de enfermedad en la vejez. La actividad física moderada puede reducir el riesgo entre un 11% y un 15%, mientras que la actividad física vigorosa tiene aún mayores beneficios, al reducir el riesgo entre un 19% y un 22%.


Sin embargo, a pesar de los claros beneficios de la actividad física, la proporción de la población que realiza los niveles recomendados de ejercicio disminuye con la edad. Los datos de la encuesta SAGE y la Encuesta Mundial de Salud de la OMS indican que alrededor de un tercio de las personas de entre 70 y 79 años de edad y la mitad de las personas de 80 años o más no cumplen con las directrices básicas de la OMS sobre la actividad física en la vejez. Sin embargo, dado que la prevalencia de la inactividad varía considerablemente de un país a otro, es probable que los factores culturales y ambientales pasibles de modificación sean algunas de las causas de fondo de estas tendencias. Además, las intervenciones tanto a nivel de los programas como a nivel de la población parecen mejorar los niveles de actividad física. También se ha demostrado la eficacia de las intervenciones para promover la fuerza muscular y la resistencia. Básicamente todos los tipos de ejercicio —aeróbico, de resistencia y neuromotor (equilibrio)— son importantes para las poblaciones de edad avanzada. Sin embargo, es prudente tener en cuenta que los ejercicios de fuerza y equilibrio deben preceder al ejercicio aeróbico. Además, hay nuevas pruebas de que los efectos favorables del entrenamiento de resistencia progresiva no se limitan al aumento de la fuerza muscular y la capacidad física y la reducción del riesgo de caídas, sino que se extienden a la mejora de la función cardiovascular, del metabolismo y la reducción de los factores de riesgo coronario en personas con o sin enfermedades cardiovasculares. No obstante, los beneficios de las actividades físicas aeróbicas, como caminar, que es el principal modo de ejercicio aeróbico en los adultos mayores, no pueden transferirse a la mejora del equilibrio y no tienen ningún efecto en la prevención de las caídas ni un beneficio claro en relación con la fuerza. Por lo tanto, es lógico y posiblemente más seguro recomendar a los adultos mayores con problemas de movilidad que comiencen por aumentar su fuerza y mejorar su equilibrio antes de emprender rutinas aeróbicas.

El cuidado de enfermería Catalina Valencia Ospina, jefe de enfermería Hábitat

La enfermería es una profesión de servicio, cuya misión es el cuidado a los seres humanos en sus experiencias de salud y enfermedad; las enfermeras no solo prestan atención directa a pacientes, sino que también coordinan e inciden en el ambiente de todas las personas que los atienden5. El cuidar para el ser humano es una necesidad básica 5

HUAPEN FIGUEROA, Celia. Gestión del cuidado en enfermería. 2008


inherente a la naturaleza humana, cuidar requiere de acciones que respondan a necesidades particulares. El cuidado comprende aspectos afectivos y humanistas relativos a la actitud y compromiso con los usuarios y aspectos instrumentales o técnicos que no pueden separarse de los primeros; el proceso de atención de enfermería se da partiendo de la información del sujeto de cuidado y su entorno, posteriormente se crean los cuidados personalizados, en los cuales hay acciones que son invisibles pero que marcan la diferencia en la calidad de los cuidados, dichas acciones invisibles son las dirigidas a permitir que las personas tengan bienestar físico y emocional, además de acompañarlos en momentos críticos de los procesos o ciclos de la vida en los cuales se encuentren. De esta manera, el cuidado de enfermería se orienta en los distintos ámbitos de la vida y del cuidar humano las situaciones de vida y salud de las personas y en todos los contextos del desarrollo humano en donde el cuidado de la salud es de uno mismo y de las personas dependientes que requieren ayuda profesional. Tomando la teoría de Virginia Henderson la Enfermeria se basa en las necesidades básicas humanas, es decir la función de las enfermeras es atender al individuo ya sea que este se encuentre sano, presente una enfermedad o se encuentre en proceso final de la vida, el cuidado de enfermería se encuentra en todo tipo de actividades que contribuyan con el bienestar de las personas y su familia, por lo tanto son un pilar fundamental de todas las instituciones que brinden atención y busquen el bienestar de la población con la cual se trabaje.

Nutrición en el Adulto Mayor. Parte II Existe una gran variabilidad en las recomendaciones nutricionales en la edad avanzada pues cuanto mayor es la persona, más complejo es determinar sus necesidades y mayores son las dificultades para cubrirlas, dado que los cambios en la capacidad de ingerir, digerir, absorber y utilizar los nutrientes, aumenta progresivamente con el transcurso de los años. El valor nutricional de la dieta que consume una persona o grupo poblacional depende de la mezcla total de los alimentos incluidos en la dieta habitual y también de las necesidades nutricionales de cada persona. Hay que tener en cuenta a medida que envejecemos la cantidad de ciertos nutrientes como: PROTEÍNA: su aporte es indispensable en mantener la masa muscular (carne, pescado, pollo, huevo, frijol, lenteja)


CALCIO: para mantener masa ósea y reducir la osteoporosis (leche, yogurt, queso, vegetales hoja verde) VITAMINA D: indispensable para la absorción del calcio y el fosforo, ayudan al fortalecimiento de los huesos. Se produce en el organismo por la exposición al sol HIERRO: su deficiencia produce anemia, cuyos síntomas son debilidad y fatiga. Son ricas en hierro las carnes rojas, ternera, morcilla, pollo, huevo, sardinas, verduras como acelgas, espinaca, espárragos y frutos secos VITAMINA C: ayuda a la absorción del hierro, se encuentra en los cítricos. Es un antioxidante que ayuda a retardar el deterioro del organismo. FIBRA: mejora el movimiento del tubo digestivo, modera los cambios de azúcar y el colesterol en la sangre. Se encuentra en los granos: avena, linaza, frutas y verduras VITAMINA A: conocida también como retinol tiene como función principal mantener bien los huesos, la piel y los dientes, es esencial para el organismo. Mejorando considerablemente la visión. Contiene vitamina A: los lácteos, huevos, carnes como hígado, verduras amarillas, rojas, zanahoria, calabaza, espinaca, lechuga, brócoli, papaya, melón VITAMINA B12: al igual que las demás vitaminas del complejo B, es muy importante en el metabolismo, además de ayudar a la formación de glóbulos rojos en la sangre. Los alimentos ricos en Vitamina B: vísceras, hígados, carnes en general, huevos y lácteos.

Datos desde farmacia Lía Cano Gaviria, Regente de Farmacia Hábitat

En el servicio farmacéutico de Hábitat seguimos los procesos de recepción, almacenamiento y dispensación definidos por la norma (Decreto 2200 de 2005 del Ministerio de la Proteción Social), mediante los cuales se identifican los medicamentos de cada residente, se comprueba que estén vigentes, se verifica el registro del Invima y se almacenan para facilitar su dispensación. El servicio farmacéutico de Hábitat maneja actualmente los medicamentos de 91 residentes, administrando 1.221 dosis diarias que equivalen a 36.630 dosis al mes.


Los medicamentos que administramos provienen de diferentes orígenes, la mayoría de ellos los entregan las diferentes EPS, otros son formulados por médico particular o de medicina prepagada o de póliza de salud y los compra el residente o sus acudientes, en farmacias de la ciudad; otros medicamentos son formulados por un médico de Hábitat y los compramos directamente; y finalmente, otros medicamentos los traen familiares o acudientes de los residentes. En este Boletín incluimos el procedimiento a seguir cuando un médico externo a Hábitat, formula un medicamento; los familiares y acudientes son parte fundamental en el adecuado manejo de los medicamentos de los residentes.

Procedimiento para información y aplicación de órdenes de un médico externo a hábitat En Hábitat, uno de los temas más importantes es la seguridad de nuestros residentes, especialmente en lo relacionado con los medicamentos que ordenan los médicos externos, por los efectos que pueden producir, puesto que el organismo de la persona mayor es muy sensible. En este aspecto, los familiares y las personas que acompañan a los residentes a las citas médicas tienen un papel fundamental en la transmisión de la información dada por el médico tratante, al interior de Hábitat. Mencionemos que todas las decisiones y actos médicos deben quedar registrados en la historia clínica, incluidas las fórmulas médicas, tal como lo dice la Ley 23 de 1981 sobre Ética Médica, y la Resolución 1995 de 1999 sobre Historia Clínica. Las órdenes médicas verbales o por teléfono tienen el riesgo de ser mal entendidas o mal transmitidas. En Hábitat buscamos reducir la “polimedicación” de los residentes tratando de que usen la menor cantidad posible de medicamentos y a las mínimas dosis posibles, con el fin de prevenir la aparición de los efectos secundarios y la interacción medicamentosa que generan riesgos serios como las caídas.


Con el objetivo de administrar correctamente los medicamentos prescritos por los médicos tratantes, seguimos las siguientes indicaciones que aplican, tanto para los familiares como para quienes acompañan a los residentes a sus citas médicas 1. Para iniciar, suspender, terminar o modificar un medicamento o la dosis, es necesario tener una orden médica escrita, ya sea física o a través de medios electrónicos; de esta forma Hábitat garantiza el cumplimiento de lo prescrito por el médico. En algunos casos los médicos de Hábitat necesitarán comunicarse con el médico tratante para precisar algunas cosas relacionadas con el tratamiento. En la historia clínica se registran las conclusiones y recomendaciones de esta conversación. 2. Las fórmulas de medicamentos ordenados por médico externo se deben entregar a la jefe de enfermería para actualizar el listado de medicamentos y generar la orden al servicio farmacéutico. 3. Los médicos de Hábitat, que viven el día-a-día de los residentes y presencian los efectos de los medicamentos, podrán hacer pequeños ajustes en estos, si es posible; consultarán con el médico tratante y podrán sugerir una nueva evaluación con él. Seguir estas indicaciones, facilita el orden, la administración correcta de medicamentos y el bienestar de nuestros residentes.




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