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ENTRENAMIENTO & SALUD: Reconsideración del uso del índice de masa muscular.
La primera medición que se toma suele ser el peso, y a partir de esta cifra se calcula el índice de masa corporal (IMC), definido como el peso entre la estatura al cuadrado, y se obtiene un tamiz de estatus nutricional.
El índice de masa corporal es útil, pero nos da poca información acerca de la grasa corporal y su distribución, por lo que una alternativa a utilizar en su lugar puede ser el índice de masa grasa relativa (IMGR), una medida que puede ser incluso más fácil de obtener en el contexto latinoamericano.
La composición corporal se refiere a la distribución de músculo, grasa, agua y otros tejidos que tenemos dentro del cuerpo, y su medición brinda más información respecto a la salud de las personas, comparado con el tamaño corporal, sin embargo, es más difícil obtener este dato.
Existen tres métodos principales para medir la composición corporal: Directos, indirectos y doblemente indirectos.
El método directo se descarta inmediatamente, ya que involucra la disección de cadáveres. Los métodos indirectos, como la tomografía axial computarizada (TAC), resonancia magnética nuclear (RMN), absorciometría dual de rayos X (DXA) y pletismografía, son poco
accesibles y costosos. Los métodos doblemente indirectos fueron validados a partir de los métodos indirectos y presentan un margen de error muy grande. Entre estos se encuentran la impedancia eléctrica y la antropometría.
El índice de masa corporal es el indicador antropométrico más utilizado tanto en la investigación como en la práctica clínica. El sobrepeso y la obesidad diagnosticados a partir de ese indicador se asocian con mayores tasas de mortalidad, siendo sus estimaciones un predictor fuerte de mortalidad por enfermedad cardiovascular.
Sin embargo, solo informa acerca del tamaño corporal y tiende a subestimar la grasa corporal, que es la principal causante de las alteraciones metabólicas de la obesidad.
La circunferencia de la cintura es otro indicador antropométrico, que además brinda información de la distribución de la grasa corporal.
Esto es muy importante, ya que la distribución de la grasa tiene efectos en la salud, por ejemplo, la adiposidad abdominal conlleva inflamación, más riesgo de efectos adversos en la salud y la reducción del volumen cerebral.
En 2018, Woolcot y Bergman propusieron el índice de masa grasa relativa como un nuevo indicador alternativo al índice de masa corporal que considera la circunferencia de cintura, el sexo asignado al nacer y la estatura, y concluyeron que es un mejor estimador de adiposidad, sobre todo para adultos de ascendencia mexicana, europea o africana, además de que existe una fórmula modificada para pacientes pediátricos; adicionalmente, un estudio complementario de un ensayo clínico aleatorizado realizado en Estados Unidos encontró que el índice de masa grasa relativa es un buen estimador de grasa corporal en adultos mayores.
En 2023, Woolcott y Seurig publicaron un estudio retrospectivo para describir las tendencias de obesidad en Estados Unidos; en este, emplearon el índice de masa grasa relativa en lugar del índice de masa corporal y encontraron que la prevalencia de obesidad es mayor cuando se toma en cuenta el primer parámetro.
Los parámetros utilizados para el diagnóstico de la obesidad, según el índice de masa corporal, consideran en su mayoría estudios realizados en población caucásica, por lo que diferentes investigadores han resaltado la necesidad de determinar puntos de corte que tomen en cuenta las diferencias étnicas.
Un estudio en Inglaterra, que consideró los datos de 1.472.819 personas, encontró que el valor del índice de masa corporal que representa un riesgo de diabetes equivalente a 30 kg/m² en personas blancas es diferente en otros grupos étnicos: para personas del sur de Asia es de 23,9 kg/m²; para personas de ascendencia africana es de 28,1 kg/m²; para personas chinas es de 26,9 kg/m², y para personas árabes es de 26,6 kg/m². Esto indica que podría existir un infradiagnóstico de obesidad en países no anglosajones, lo que se traduce en mayor riesgo de complicaciones por falta de tratamiento.
De forma similar, un estudio realizado con población de origen mexicano en Estados Unidos subrayó la relevancia de usar parámetros que consideren las disparidades de sexo para una valoración equitativa del sobrepeso y la obesidad.
Las y los autores examinaron el índice de masa corporal, la circunferencia de cintura y el porcentaje de grasa corporal para comprender mejor el riesgo de sobrepeso y obesidad en relación con el género.
Cuando utilizaron el índice de masa corporal como indicador no detectaron diferencias significativas entre hombres y mujeres, no obstante, al incluir la circunferencia de la cintura, que considera el sexo en sus puntos de corte, sí emergieron disparidades de sexo.
La consideración de la etnicidad y el género es necesaria al evaluar el sobrepeso y la obesidad, ya que el índice de masa corporal tiende a subdiagnosticar estas condiciones en grupos étnicos no anglosajones y en mujeres.
Esto se debe a que el índice de masa corporal no refleja las variaciones en la distribución de grasa que son específicas para ciertos grupos.
En este sentido, Woolcott y Seurig encontraron que la prevalencia de obesidad es mayor en mujeres, adultos mayores y en personas de ascendencia mexicana y africana cuando se toman los puntos de corte del índice de masa grasa relativa como parámetro de diagnóstico, lo que pone sobre la mesa el potencial de este indicador para considerar las diferencias étnicas y de género.