Places 01

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De Kerea y Sofia para Meca —Bien, lo he intentado —musitó Gabriel como si hablara consigo mismo. Luego, elevando la voz, dijo—: Entonces pagarás mi precio por tu tiara.

Capitulo Doce

—¿Que le dijisteis qué? —MacAllister estrujó entre sus manos el corbatín recién lavado y rígidamente almidonado—. ¡No podéis estar hablando en serio! —Por supuesto que hablo en serio. —Gabriel le arrebató el corbatín, sacudió la cabeza con incredulidad y arrojó a un lado la prenda estropeada. —¿Le dijisteis a la señorita yo—soy— la—duquesa— y—no—lo—olvides que ganaréis la tiara de la reina y se la entregaréis sin haberle dado un solo beso...? Esperad un momento. —MacAllister lo contempló con los ojos entornados—. Apostaría a que aquí ha habido algunos besos. Por parte de ella, claro está. —Me conoces demasiado bien. —Extendiendo la mano, Gabriel esperó a que MacAllister le diese un corbatín en condiciones. —¿Así que ahora vais a utilizar un tiempo precioso, que deberíais dedicar a descansar antes de la partida, para poneros romántico con una duquesa que ya os ha tratado muy mal en el pasado? —Yo no lo expresaría de una manera tan desalentadora, pero... sí. Me parece que eso resume la cuestión —Me gustaría saber qué tiene esa moza para anular vuestro sentido común con sólo chascar los dedos. Siempre ha sido de las que crean problemas y siempre va a crearlos. Pero vos no necesitáis mis problemas. ¡Especialmente ahora, cuando os encontráis tan cerca de echar mano al cuello de Rumbelow y retorcérselo bien retorcido! ¿Problemas? En eso MacAllister tenía razón. Madeline significaba problemas. —Libraos de ella —aconsejó su ayuda de cámara—. Enviadla bien lejos de aquí y poneos romántico con ella en otro momento. Gabriel se puso el corbatín alrededor del cuello y dio inicio al intrincado proceso de anudárselo correctamente.

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