Padres y Colegios Nº 130 - septiembre 2018

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PADRES Septiembre de 2018

educar hoy 13 Conclusiones del estudio Diferencias entre padres e hijos. A los padres la tecnología no les es ajena porque conviven con ella; a los niños tampoco. “La diferencia es que para los padres los aparatos son para algo, tienen una función; para los niños no, solo hacen cosas con ellos”..

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Los niños prefieren las tablets -porque les resultan más manejables- y la televisión. Aunque fuera de casa usan más el móvil porque los padres los usan mucho para dejarlos entretenidos. .

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Los niños utilizan los dispositivos de forma autónoma, controlados por las reglas que marcan los padres. Casi ninguno de estos niños tiene móvil propio pero usan los de sus padres. Ningún niño está en redes sociales, como sí sucede en países nórdicos.

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No prefieren la tecnología sobre todas las cosas. Una de las cuestiones en que se insistió en el estudio es que los padres piensan que sus hijos prefieren la tecnología pero los niños reconocen que les encanta pero no siempre es su primera opción. A veces, les resulta más divertido jugar con sus amigos, una pelota o una bicicleta.

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Hay conexión con sus actividades off line. Las pasiones dominantes de los niños moldean su uso de la tecnología. Contrario a la visión extendida según la cual los niños son consumidores pasivos de tecnología, nuestros resultados muestran que sus pasiones (por ejemplo, bailar, cocinar) determinan qué niños eligió hacer con los dispositi-

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vos. – Los niños suelen buscar en Internet contenidos relacionados con actividades que les gusta hacer en el mundo analógico. Por ejemplo, buscan recetas si les gusta cocinar o coreografías si les gusta bailar. ‘La principal preocupación de los padres es si un extraño contacta con sus hijos por Internet. Pero en la mayoría de los casos no se utilizan aplicaciones de control parental ni filtros. “Curiosamente, no apareció el tema de la privacidad de los datos del niño. En cambo, en otros países sí empezó a aparecer el tema en el estudio de 2017 a raíz de casos que saltaron a los medios, donde se había grabado coversaciones familiares con una SmartTv o con juguetes con micrófonos”.

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Muchos padres usan la tecnología pero no quieren que sus hijos lo hagan. “Conocí a una madre que estaba enganchada al CandyCrush y decía que no le dejaba jugar online al niño porque no quería que se acostumbrara como ella”.

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En 2017 apareció queja de los padres hacia las escuelas. “Muchas familias decían que gustaría que el niño aprenda a manejar tecnología de cara a preparase para su futuro, pero se quejan de que en la escuela no se enseña”.

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Gestiones como gestiones el mundo digital de tu hijo, siempre llega el momento en que éste inicia una experiencia individual, que recorrerá solo. Darle herramientas emocionales y tecnológicas le ayudará en el camino.

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Otro punto de vista: fascinados por la tecnología n El Doctor Ignasi de Bofarull, Profesor de Sociología de la Familia y de la Educación de la UIC. Su línea de pensamiento con respecto a este tema se resume en uno de sus tweets: “La llegada del smartphone y las redes sociales acaban con la infancia’. n Considera que los niños está sobreexpuestos a la tecnología. “Con 4 o 5 años son muy capaces de buscar contenidos online pero eso no nos tiene que despistar: el hecho de que puedan no significa que eso sea lo mejor para ellos. Lo que significa es que los niños tienen muchas capacidades pero eso se tiene que dirigir al juego”. n Firme defensor del juego en la calle, Bofarull cita recientes artículos donde pediatras americanos están ya ‘recetando’ o prescri-

biendo juego en edades tempranas. Habla también de la Academia Americana de Pediatría, que marca un límite de uso: nunca darle tecnología a un niño por debajo de los 2 años “porque no le saca partido a las pantallas y no tiene sentido que las use”, dice. n “Hay una gran preocupación porque los padres están soltando el móvil o tablet al niño para que se calle, en vez de jugar o hablar con él. Se le pone una mordaza y se le hace enmudecer colocándole delante un móvil. Esto es serio porque es una forma de limitar el círculo de posibilidades del niño; es como limitarlo a círculos concéntricos de un diámetro de 3 metros, cuando la realidad tiene 5.000”. Advierte que esto puede tener efectos en el niño, concretamente cognitivos (no se conoce

la realidad igual se conoce a través de las pantallas), lingüísticos (no se habla con las pantallas o aplicaciones como Alexa como se habla como con una persona), emocional (privación del afecto y del vínculo de apego con los padres) y psicomotriz (no está tomando las dimensiones a la realidad, no está tropezando y probando el entorno). n Bofarull sentencia: “Se está matando el asombro, se está menoscabando la capacidad e asombrarse ante la realidad real. Los niños muy expuestos a la tencología serán chavales que solo responderá ante motivaciones intrínsecas de pantallas muy atractivas, y no responderá tan bien a necesidades extrínsecas de una realidad más aburrida, más lenta, pero con infinitas posibilidades”.

nMenciona el libro Educar en la realidad de Catherine L’Ecuyer, con quien comparte visión. Y cita su idea de la fascinación. “El niño no está atento al móvil, está fascinado con el móvil. Tiene una motivación extrínseca, no hay ejercicio de atención, la pantalla ya hace el trabajo de atención y el niño se deja llevar por esa fascinación pero no está haciendo progresos cognitivos”. n No ve a Internet como a un enemigo, pero sí cree que la clave para convertirlo en aliado es cedérselo al niño controlando sus tiempos, que pueden ir de la media hora diaria de 3 a 4 años “hasta un máximo de dos horas al día”, recomienda. “El tiempo depende mucho de la capacidad que tienen los padres de movilizar a los hijos con alternativas de ocio.


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