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PADRES Marzo de 2016
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En 2015 alrededor de 60 millones de personas vivían lejos de sus hogares de manera forzosa a consecuencia de las guerras, las catástrofes naturales, las hambrunas y la violación sistemática de los derechos humanos.
ADRIÁN CORDELLAT
La mayor crisis de refugiados desde la Segunda Guerra Mundial ha puesto contra las cuerdas el artículo 28 de la Convención sobre los Derechos del Niño, que reconoce el derecho de los niños a la Educación. En Siria, por ejemplo, las tasas de alfabetización han caído de forma estrepitosa desde el 95% que registraba el país antes de la guerra: “Antes casi todos los niños sirios acudían a la escuela. Cuatro años después del inicio del conflicto, más de tres millones de niños no van a la escuela y Siria tiene uno de los índices de asistencia más bajos del mundo. En ciudades como Alepo apenas alcanza el 6%”, explica Susana Hidalgo, responsable de comunicación de Save The Children. La Organización de las Naciones Unidas, que reclamaba en enero a la comunidad internacional 500 millones de dólares para asegurar la escolarización de los niños refugiados sirios en países como Líbano, Turquía, Egipto, Irak y Jordania. Fuera de las fronteras sirias, por su parte, pese“a la falta de fondos para la protección de la infancia y a los escasos recursos que existen en los países de acogida”, como denuncia Save the Children, los niños refugiados cuentan con el apoyo de instituciones y ONGs para no perder el tren educativo. Algo que no siempre se consigue. Un ejemplo esTurquía, cuyo gobierno lanzaba en octubre la señal de alarma. A pesar de haber dobla-
En España no hay todavía una estrategia específica para escolarizar en nuestros colegios a los niños refugiados do hasta 70.000 el número de plazas escolares para sirios y del trabajo de las ONGs, que intentan cubrir el vacío dando asistencia a otros 100.000, cerca de 400.000 niños siguen sin recibir ningún tipo de Educación en un sistema educativo desbordado por la llegada de refugiados. Una situación similar se vive en Líbano, donde tres cuartas partes del casi medio millón de niños sirios están creciendo sin ningún tipo de educación y sin saber leer o escribir. En Beirut, capital de Líbano, precisamente, intenta poner remedio a esta situación el Servicio Jesuita al Refugiado (JRS) y la Fundación
Entreculturas con un programa de aprendizaje acelerado que atiende a medio millar de niños sirios y mediante el que intentan que éstos puedan adaptarse al currículo libanés, más exigente y que, además, se desarrolla en tres lenguas (árabe, francés e inglés). A través de un curso intensivo de seis meses, los niños, niñas y jóvenes se preparan en diversas materias con el objetivo de incrementar su inserción y su permanencia en las escuelas libanesas. “Muchos de los niños que atendemos llevan entre dos y cuatro años sin pisar una escuela”, explica Jacquelyn Pavilon, coordinadora internacional de JRS. La falta de rutinas se traduce en “niños que no saben comportarse en la escuela y que tienen comportamientos muy violentos, especialmente durante el juego”. Proyectos similares a los de JRS son llevados a cabo por otras ONGs como Unrwa, que gestiona 703 escuelas y provee de Educación a casi medio millón de niños en Siria, Líbano, Jordania, Gaza y Cisjordania; o ACNUR, que en su programa Educa a un niño, iniciado en 2012, quiere lograr para 2018 matricular hasta un millón de niños en Educación Primaria en 12 países. El objetivo, como afirman desde ACNUR, es “asegurarse de que las opciones de futuro de los niños refugiados permanezcan intactas, algo para lo que la Educación juega un papel crucial”. No en vano, para los niños, no ir a la escuela durante meses o años significa tener que enfrentar la extrema ansiedad y las tensiones familiares, la discriminación, el trabajo infantil, el matrimonio precoz o la dura vida en barrios pobres y peligrosos. Todo esto tiene un impacto serio y profundo en su salud física y mental. Las estadísticas confirman la vulnerabilidad del colectivo, especialmente en el caso de las niñas: En el campamento jordano de Zaatari, por ejemplo, la tasa de matrimonios precoces ha pasado del 12% en 2011 al 25% en 2013, según datos de Save the Children. INTEGRACIÓN EN ESPAÑA Pese a que en septiembre del pasado año el Ministerio de Educación, Cultura y Deporte, la comunidad educativa y diversos organismos humanitarios comenzaban a definir las estrategias para garantizar la plena integración de los refugiados sirios que llegan a España, lo cierto es que en nuestro país no se están desarrollando por el momento iniciativas específicas para la escolari-
En ciudades como Alepo la asistencia al colegio apenas alcanza el 6%. Se calcula que tras más de cuatro años de
EL DRAMA DE LOS NIÑOS REFUGIADOS SIRIOS
La Educación c herramienta de in zación de estos menores. Así, una vez que pasan los seis meses en los centros de acogida de Cruz Roja, ACCEM o CEAR, los niños son escolarizados en colegios públicos sin formación extraordinaria. Mónica López, responsable de acogida de la Comisión Española de Ayuda al Refugiado (CEAR), explica que, desde el marco del Programa de Acogida a Personas Refugiadas del Ministerio, una de sus funciones es tramitar y gestionar la escolarización de los menores que llegan a sus centros: “Nosotros no tenemos un programa como tal
sino que la escolarización de los niños refugiados es parte de nuestro trabajo. Cuando llega un menor a uno de nuestros centros tenemos en cuenta el marco de la ley, que establece que todos los menores entre 6 y 16 años deben estar escolarizados, y comenzamos a gestionar con las comisiones de escolarización de los colegios el acceso de ese menor para que se haga lo antes posible y de la mejor manera”. La responsable de acogida de CEAR añade que los niños son escolarizados en colegios del sistema público nacional y que, depen-
diendo del centro, éstos pueden disponer de recursos como las aulas de enlace, concebidas para atender a alumnos extranjeros que desconocen la lengua española y a aquellos con graves carencias en conocimientos básicos como consecuencia de su no escolarización en el país de procedencia. En ese sentido, hay que tener en cuenta que muchos de los menores que llegan pueden tener un desfase curricular que los colegios y organizaciones como CEAR intentan minimizar para que alcancen un nivel con el que se puedan desenvolver.