1 LEYENDA
1 desolado: triste.
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La joroba del dromedario En el principio de los tiempos, cuando el mundo apenas se había estrenado y los animales apenas comenzaban a trabajar para el hombre, había un dromedario que vivía en la mitad de un desolado1 desierto, porque no quería trabajar. Y además él mismo ya era un ser desolador. Así pues, comía ramas secas y espinas y leche de malas hierbas y púas, sumido en la más dolorosa pereza, y cuando alguien le dirigía la palabra, respondía: —No me jorobes... Simplemente: —No me jorobes... Y nada más. Una vez, en la mañana de un lunes, se le acercó el caballo con su silla de montar sobre el lomo y le dijo: —Dromedario, oh dromedario, ven conmigo y trota como hacemos los demás. —No me jorobes —replicó el dromedario.