Seguro en los brazos de dios john macarthur

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Seguro en los brazos de Dios

Los que cuestionan la inocencia de los bebés en culturas paganas tienden a sustentar la opinión de que los bebés son una «extensión» de las creencias de sus padres y de ese modo, de alguna manera son culpables por los pecados de sus padres. Esto no es lo que nos enseñan las Escrituras. ¿Qué es entonces lo que el Señor quiere decir en Éxodo 20.5, donde afirma: «Yo soy Jehová tu Dios, fuerte, celoso, que visito la maldad de los padres sobre los hijos hasta la tercera y cuarta generación de los que me aborrecen»? También, cuando el Señor estuvo con Moisés en el Monte Sinaí para darle los Diez Mandamientos en tablas de piedra, anunció su llegada diciendo: «¡Jehová! ¡Jehová! fuerte, misericordioso y piadoso; tardo para la ira, y grande en misericordia y verdad; que guarda misericordia a millares, que perdona la iniquidad, la rebelión y el pecado, y que de ningún modo tendrá por inocente al malvado; que visita la iniquidad de los padres sobre los hijos y sobre los hijos de los hijos, hasta la tercera y cuarta generación» (Éxodo 34.6–7; ver también Deuteronomio 5.9 y Jeremías 32.18). ¿No quiere decir eso que a los hijos se les considera culpables por los pecados de sus padres? No. De hecho, Deuteronomio 24.16 dice: «Los padres no morirán por los hijos, ni los hijos por los padres; cada uno morirá por su pecado». El principio que subyace en esa ley se da en Ezequiel 18.20: «El alma que pecare, esa morirá; el hijo no llevará el pecado del padre, ni el padre llevará el pecado del hijo; la justicia del justo será sobre él, y la impiedad del impío será sobre él». Esta es una negación enfática de que a un niño se le considere culpable por los pecados de sus padres. ¿Son contradictorios estos pasajes? No. Ningún hijo lleva la culpa de su padre. Pero los hijos de una generación pecadora son afectados poderosamente por las consecuencias de los pecados de una sociedad. En Éxodo, Dios estaba dando la ley y advirtiendo a los padres de Israel que si no lo adoraban solo a él, y se volvían de 39


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