E
l gobierno de Florencia concedió permiso a Leonardo para trasladarse a Milán, a instancias del monarca francés Luis XII, a pesar de que aún no había terminado La Batalla de Anghiari del Palacio Vecchio. Al artista le esperaban múltiples cometidos en Milán, ciudad administrada a la sazón por el gobernador francés Charles d’Amboise. Por desgracia tan sólo se conserva una obra importante de esa época, Santa Ana, la Virgen y el Niño, cuya composición mantenía ocupado a Leonardo desde tiempo atrás. Viajó varias veces a Florencia para solucionar las disputas que mantenía con sus hermanastros acerca de la herencia. Durante esos años Leonardo se dedicó con intensidad a los estudios anatómicos y diseccionó cadáveres en un hospital florentino. Se sentía cada vez más fascinado por los secretos del cuerpo humano y por el misterio de la vida.