La Memoria del Otro

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hannah collins

BESHENCEVO. A CURRENT HISTORY

[Àlex Bauzà]

Los artistas y escritores realistas de la segunda mitad del siglo XIX proclamaron

que todo el mundo debía pertenecer a su propio tiempo. Sin embargo, ni en el siglo XIX ni hoy pertenecer al propio tiempo ha sido tarea fácil. A lo largo del último siglo, el objetivo de aquellos artistas y escritores realistas no hizo más que alejarse a medida que los pueblos y sus culturas se mezclaban mediante migraciones forzosas y exilios, viajes de ocio y deportaciones, de tal modo que hoy, en los albores de un nuevo siglo y milenio, la vieja sentencia realista se ha transformado en una apremiante interrogación: qué significa, si acaso significa algo, pertenecer al propio tiempo. Más allá de numerosas preguntas, el siglo XX ha dado también algunas respuestas a cuestiones hasta entonces nunca planteadas, una de las cuales afecta profundamente a la cuestión de la pertinencia al propio tiempo: pertenecer a un tiempo es, siempre y necesariamente, pertenecer también a un lugar. A principios del siglo pasado, la física relativista acabó con muchas de las certezas bajo las que vivieron los herederos del universo mecánico dispuesto por Newton, y precisamente una de las ilusiones liquidadas por Einstein fue la de la independencia de tiempo y espacio: en nuestro universo, todo lugar existe ligado

hannah collins

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