Papiro / Segunda quincena de Febrero 2009 / Año II Num. 23

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PAPIRO

SEGUNDA QUINCENA DE FEBRERO DE 2009

Espionaje político L A U R E A N O N A R A N J O C O B I Á N

En Francia, cuando napoleón, el hijo de Leticia Ramolino, estaba en su apogeo, tenía como jefe de la policía nada menos que al antiguo presidente del club de los jacobinos, al antiguo amigo de Robespierre (y a punto de ser su cuñado), al antiguo seminarista de papujo aspecto y mirada vidriosa: el eterno José Fouche. Fouche era como una serpiente: Puntual, silencioso, eficaz. Más de 2000 agentes vigilaban día y noche todo y a todos, incluyendo al Emperador. El también Duque de Otranto revisaba personalmente toda la información. Cuando “el gran Corso”, hizo una más de sus conocidas rabietas (qué hombre tan grande y tan maleducado dijo alguna vez de él Talleyrand) y destituyó a Fouche, se llevó la sorpresa de su vida: Rovigo, el nuevo jefe, no encontró nada en su oficina. Napoleón montó en cólera. Fouche se había llevado todo. Así era este hombre tenebroso. Espiar ha sido uno más de los oficios más viejos del mundo. Hasta se podría decir que es milenario. En la biblia (Reina-Valera: Casiodoro de Reina y Cipriano de Valera) se relata que cuando Josué, hijo de Nun, llego a los limites de la “tierra prometida” (acuérdense que Moisés había muerto en el monte Nebo a los 120 años) envió a unos espías para que recorrieran las tierras y le trajeran información. Los espías regresaron con noticias fidedignas por lo cual Josué tomó la decisión de avanzar. El libro Sagrado lo relata así: “Josué hijo de Nun envió desde Sitim dos espías secretamente, diciéndoles: Andad, reconoced la tierra, y a Jericó. Y ellos fueron, y entraron en casa de una ramera que se llamaba Rahab, y posaron allí. Y fue dado aviso al rey de Jericó, diciendo: he aquí que hombres de los hijos de Israel, han venido aquí esta noche para espiar la tierra. Entonces el rey envió a decir a Rahab: saca a los hombres que han venido a ti, y han entrado a tu casa; porque han venido para espiar toda la tierra.

Ya no hay calidad. Cualquiera se cree capacitado. Pero los verdaderos Servicios deben servir a la Patria

Pero la mujer había tomado a los dos hombres y los había escondido; y dijo: es verdad que unos hombres vinieron a mí, pero no supe de donde eran. Y cuando se iba a cerrar la puerta, (la puerta de la ciudad), siendo ya oscuro, y no sé a donde han ido; seguidlos aprisa, y los alcanzareis. Mas ella los había hecho subir al terrado, y los había escondido entre los manojos de

lino que tenía (…) antes que ellos se durmiesen, ella subió al terrado, y les dijo: sé que Jehová os ha dado esta tierra; porque el temor de vosotros ha caído sobre nosotros, y todos los moradores del país ya han desmayado por causa de vosotros. Porque hemos oído que Jehová hizo secar las aguas del Mar Rojo delante de vosotros cuando salisteis de Egipto, y lo que habéis hecho a los dos reyes de los amoneos que estaban al otro lado del Jordan, a Sehon y a Og, a los cuales habéis destruido…”

siempre con sensibilidad. Se mantuvo 12 años como director de la Federal de Seguridad y 12 más como subsecretario de seguridad en Gobernación. ¡24 años! ¡Sabia demasiado!

Ya en pleno siglo XX, a fines de la primera mitad, se fundo en los E.U. la agencia de espionaje más importante del Hemisferio. Por esos años fue que se inició en ese “fascinante” oficio un veracruzano fino, elegante, educado, enigmático, macizo, cuerudo y constituido. Un mexicano excepcional. Con trato amable, prudente, diplomático.

Ya no hay calidad. Cualquiera se cree capacitado. Pero los verdaderos Servicios deben servir a la Patria. Por ejemplo, pocos mexicanos saben que uno de los mejores servicios de inteligencia del mundo (aparte del Mossad Israelí) esta en la Marina.

Ese hombre se llamaba Don Fernando Gutiérrez Barrios. Hombre de trato suave y afectuoso (tuve oportunidad de saludarlo varias veces aunque no fui su amigo). Enemigo de la crueldad. Brillante y talentoso. ¡Claro! Su trabajo era servir al Estado, no tomar rompope con las monjas del convento. Su trabajo era delicado y supo cumplir su tarea en momentos difíciles. Tarea a veces ingrata. Todavía existen quienes maldicen su memoria, pero él sólo cumplía con su trabajo

Don Fernando ayudó a Fidel Castro cuando el líder de la victoriosa Revolución Cubana anduvo por México en sus años mozos. Siempre mantuvieron la amistad. De ahí para adelante los servicios de inteligencia se han deteriorado.

La heroica Secretaria de Marina provee al gobierno federal de la mejor información posible; y ahí se van dando el digno Ejército Mexicano y está la Secretaría estratégica. Desde luego también hay espionaje tropical como el que tenia Pechel en la calle Almendros de la colonia Lago Ilusiones para espiar a sus “enemigos” políticos, pero era de baja calidad, aunque se decía que contaba con avanzados sistemas que habían costado al gobierno 12 millones. El sueño de Pechel era ser gobernador, después presidente del PRI nacional y después… ¡iche!


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