Aprismo desde la tribuna

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Aprismo desde La Tribuna ocasión en la cual los mismos que ahora exigen informes y topes, se rasgaron las vestiduras aduciendo que el país se iba a quedar sin recursos si se pedía a las fuentes externas identificar el origen de sus aportes. No debemos olvidar, tampoco, que por la salita del SIN no solo desfilaron políticos corruptos, también lo hicieron empresarios, periodistas, artistas e intelectuales inmorales, que no tuvieron el menor reparo en ponerse al servicio de la dictadura, por mayores o menores montos. Decimos todo esto por una razón. La Ley de Partidos Políticos tiene, como toda obra humana, aciertos y errores. Estos últimos son fruto, en lo esencial, del esfuerzo congresal por diferenciarse de todos aquellos que habían “pecado”, como dijo, en su oportunidad, un antiguo dirigente político. Este brío por evitar toda sombra de posible sospecha hizo que las cosas se llevaran al extremo, motivando una estructura normativa no sólo de muy difícil y compleja implementación, sino además limitante en la obtención de recursos legítimos y, por lo mismo, contraproducente, en la medida que podría tender, como ya se ha sostenido, a informalizar a las organizaciones políticas, en lugar de hacerlas más transparentes. Coincidimos en que los partidos políticos deben registrar, debidamente, todos sus ingresos y egresos y dar cuenta, pública, de los mismos. Por este mismo motivo consideramos que es necesario encontrar fórmulas razonables que no impongan limitaciones inaceptables y procedimientos aberrantes que, en aras a la transparencia, convierten a una repartición pública en una superintendencia de organizaciones políticas, cuya injerencia en su funcionamiento colisiona elementales principios democráticos. Temas de esta trascendencia deben plantearse en su verdadera dimensión. Nuestro padrón, con medio millón de afiliados, demuestra que somos la organización más representativa de la sociedad civil. No podemos aceptar en consecuencia que, en su nombre, nos pretendan cuestionar los interesados integrantes de algunos pequeños colectivos que, utilizando como pretexto fines altruistas, obtienen recursos nacionales y, sobre todo, extranjeros que terminan, en no pocos casos, solventando gastos personales y/o partidarios de sus dirigentes. Reiteramos con orgullo que los apristas no sólo hemos manejado, con honestidad y eficacia, nuestro partido durante más de ochenta años, sino que, además, durante todo este tiempo, hemos impulsado proyectos sociales y cooperativos, habiéndole brindado a nuestra población servicios de alimentación, salud y educación, sin que ningún funcionario público nos haya pretendido enseñar cómo hacerlo. UN DEBATE INAGOTABLE La historia social de América Latina pone en evidencia la importancia del quehacer universitario y su trascendencia como agente del cambio, consecuencia, a su vez, de la inagotable actividad intelectual en su seno y las labores de investigación que se realizan con miras a plantear propuestas de futuro. 77


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