Aprismo desde la tribuna

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Aprismo desde La Tribuna Pero las actitudes puritanas que in extremis nos convierten en celosos portadores de banderas que nadie en su sano juicio y sin mala fe puede reclamar porque nos excluyen, ahora nos hacen daño. Son disgregantes, se oponen al sentido común y nos dicen que no existe causa alguna para que el nombramiento de algún compañero despierte tantas suspicacias y campañas de cierta prensa que denuncia un inexistente “copamiento partidario” de entidades públicas, que más que una verdad, resulta siendo un excelente titular periodístico, que encubre en cambio, en silencio cómplice, la sempiterna incompetencia de vitalicios funcionarios que se reciclan con un refinado sentido del transfuguismo. Hace bien, entonces, el secretario general del APRA, en defender los espacios a los que tiene derecho el partido y sus cuadros. Hace bien, asimismo, en responderle a la derecha y expresar que será el primero en señalar a los corruptos y denunciar todo tipo de acto doloso producido por algún funcionario público, aprista o no. Pero es, también, el pleno ejercicio de representación el que ejerce al insistir con energía en la necesidad de garantizar el cabal y fiel cumplimiento de cada una de las ofertas electorales por las que votaron los peruanos al elegir al presidente Alan García. Por otro lado, el APRA ha sabido responder con firmeza al despido masivo de trabajadores por el solo “delito” de militar en el APRA. Exige respeto para quienes, desde las trincheras de la sociedad organizada, construyen la institucionalidad democrática militando en un partido. No somos responsables de que todos los demás partidos hayan desaparecido, como tampoco de que exista la necesidad de que nuestros principales cuadros técnicos accedan al manejo de la cosa pública. Nunca más debe suceder que, como en épocas de oprobio que suponíamos superadas, tengamos que esconder nuestra militancia para que no se nos endilgue una ciudadanía de segunda clase. Le he recordado a mi hija, frente a todo esto que hoy comentamos, la importancia de exhibir con orgullo esa militancia hayadelatorreana que llevaron sobre sus hombros y dando la vida, nuestros padres y abuelos. Le he recordado, también, que no somos una horda de fanáticos dispuestos a convertir al estado en un botín, que hay que señalar a los que hacen de la política vil negocio culpable; pero que nuestra gente se ha preparado para construir algo grande y diferente, para cambiar al país, para derrotar al hambre y a la miseria. Le he dicho que no debe callar ante la imprudencia de quienes parecieran en estas horas haber olvidado algo que sucedió hace sólo unos pocos meses: que quien ganó las elecciones fue el Partido Aprista, el partido del pueblo, el partido de los trabajadores. PARA ENTENDER NUESTRA FRATERNIDAD A estas alturas, y aun cuando resulta todavía para algunos estudiosos complicado entender la estructura ideo-política del aprismo y la actitud de sus militantes, el viejo partido de Haya de la Torre se vuelve a movilizar, como siempre, para celebrar un aniversario más del nacimiento de este gran líder continental, cuyo aporte principal fue en un tiempo en que eso era sólo un sueño, una herejía, la llamada cultura de la integración continental, que hasta ese entonces sólo tenía como sustento la poesía de vanguardia. 164


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