SEP-OCT 2012

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Si en Mercurio en cualquier momento se ven las estrellas, la situación en Venus es la contraria. Aunque pudiésemos soportar la terrible presión y temperatura no veríamos nunca nada en el cielo debido a su densa y permanente capa de nubes. Sin embargo no abandonemos del todo el planeta, y si ascendemos por encima de su atmósfera conservando la velocidad de rotación, podríamos ver una circunstancia curiosa: tanto las estrellas como el Sol girarían lentamente de Oeste a Este, ya que Venus gira en sentido opuesto a la Tierra se cree que esto es debido al choque de un planetésimo gigante que le hizo darse la vuelta. La rotación de Venus es lentísima, la Tierra completa 243 rotaciones diarias en el tiempo que tarda Venus en girar una vez con respecto a las estrellas. Además, debido a la densidad de su atmósfera, la temperatura de la superficie de Venus es casi constante desde el ecuador hasta los polos. Se podría pensar que por esta razón los vientos en Venus llevan poca velocidad, pero nada más lejos. Las primeras misiones que se mandaron al planeta ya demostraron que los vientos que se producen a latitudes bajas se mueven más despacio que la rotación del planeta, mientras que los de latitudes más altas superan la velocidad de la superficie, estado conocido como superrotación. Los vientos que se alcanzan en las cimas de las nubes llevan una velocidad de 100 metros por segundo, unas 60 veces la rotación de la superficie.


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