Tomás Golding supo como pocos articular un imaginario de propiedades únicas para revelar, no solamente el paisaje sino el clima, el cromatismo de las diferentes atmósferas de nuestras tierras en diferentes horas del día y estaciones del año, sus diversos momentos de percepción, sus caminos y revelaciones.
Se recogen los tres períodos más significativos del artista según los estudios del crítico de arte Carlos Silva: el período de revelación (los años treinta y cuarenta); la confirmación estilística (los años cincuenta y sesenta) y la tendencia hacia la síntesis (los años setenta).