Desde principios del siglo XX la escultura inglesa había despertado del letargo académico gracias a artistas de la talla de Jacob Epstein y Henry Moore. En los años que siguen a la Segunda Guerra Mundial, Inglaterra escribe uno de los capítulos mayores de la historia del arte moderno a través de su Escuela de escultura con artistas como Kenneth Armitage, Lynn Chadwick y Reg Buter, estos escultores alcanzan al mismo tiempo un lenguaje radicalmente moderno en su violenta estilización, sus volúmenes elípticos, sus texturas rugosas.
Por su parte, Barbara Hepworth vierte esa misma preocupación humanista en volúmenes abstractos, entre lo geométrico y lo orgánico, en los cuales se mantienen cercanas las referencias a la figura humana.
William Turnbull, trabajó diversos materiales como piedras, madera, acero, bronce fundido e incluso plástico.