Francisco Narváez es digno de admiración porque fue auténtico, vertical a lo largo de su trayectoria artística: desde sus primeros pasos como artista hasta la culminación de su obra. Su capacidad de síntesis, de operar técnicas tradicionales con un sentido moderno, de procesar referencias artísticas que le son contemporáneas a un lenguaje personal y auténtico, hacen de Narváez un artista excepcional.