"EL COLOR EN UN OBSERVADOR DE HOJAS ASERRADAS Y BULBOS", compuesto por 40 piezas únicas, nos enseña una extraordinaria belleza que se conecta en nuestro interior con evocaciones de origen incierto pero hondamente arraigadas en nuestra memoria.
Pasa tiempo sin que veamos una obra hermosa. No me refiero a la eficiencia de la ejecución, la habilidad en el uso de los materiales, la originalidad del planteamiento o la astucia para resolver problemas en el ámbito plástico. Con frecuencia aparecen propuestas que destacan por alguna de estas virtudes o, incluso, por todas a la vez. Hablo de una obra tan bella que nos sentimos amarrados a su contemplación. No queremos apartarnos de su destello, quizá porque experimentamos la secreta certeza de que, aún en su sorprendente novedad, estas piezas tienen algo que hemos visto antes, no se sabe dónde, pero hay allí fuerte reminiscencia de visiones que nos han acompañado toda la vida…