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LoS PirineoS

de valle en valle, de costa a costa

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Un recorrido por las muchas posibilidades que ofrece la cordillera: montañas, lagos, nieve, paisajes, golf, playa, gastronomía... la clave está en pararse y disfrutar.

e aprende rápido en los S Pirineos que espacio y tiempo discurren diferentes que en la ciudad y que, si pecas de ambicioso, no disfrutarás. Si crees que puedes hacer cuatro planes, redúcelos a la mitad. Si calculas una velocidad media, será la mitad, pero así disfrutarás más. Vas a parar mucho y aprenderás a ir despacio, seguro, pero disfrutarás de paisajes, actividades y con su buena gente…

Del Pirineo aragonés y del Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido impresionan sus lagos, cascadas, picos y ofrece muchos planes. Aínsa, Fiscal, Broto, Torla son algunos pueblos que recomiendo visitar, y también darse un baño en las gélidas aguas del Ara. El hotel Casa de San Martín, que se esconde tras kilómetros de pista de tierra, es un maravilloso náufrago entre montañas. Las noches de verano, las vistas y el silencio son memorables.

El Balneario de Caldes de Boí, en el Valle de Boí, es ideal para un out of the office veraniego en el Pirineo catalán. Escondido al final del valle y rodeado por montañas que empequeñecen a cualquiera, ofrece muchas actividades pero también calma. El hotel principal es un cuatro estrellas con sabor algo vintage. Los niños lo pasan en grande en su jardín infinito y piscinas exteriores, dando pan a los peces o persiguiendo a los patos del estanque. Tiene un centro termal magnífico para tardes de tormenta pirenaica. En esas tardes, un billar o un buen libro en los salones son buenas alternativas. Son entrañables el patio empedrado, las tiendas de artesanía y productos locales y el Santuario de la Virgen de Caldes. El Parque Nacional de Aigüestortes i Estany Sant Maurici está cerca y desde niño me ha fascinado por sus paisajes increíbles. El lago (Estany) hay que visitarlo sin duda, y también hacer alguna ruta, en bici o a pie, a la vera de sus tortuosos ríos, en verano o en invierno.

San Clemente de Tahull y otras iglesias románicas pirenaicas son de visita obligada. Me gustó mucho Erill la Vall y su impresionante Noche de la Luz. La noche del último jueves de agosto iluminan el pueblo solo con velas. Alucinante, nunca mejor dicho.

Para esquiar, Cerler y Andorra son muy completos y atractivos, aunque

los Pirineos bien merecen una escapada en cualquier época del año. si, además, saltando de valle en valle acabamos en cualquiera de nuestros mares, la experiencia será tan completa como inolvidable.

yo guardo especial cariño al Valle de Arán y todos sus pueblos. En especial a Artíes, que ofrece un maravilloso après ski. Me gusta el Parador por su arquitectura, muy de la zona, pizarra, piedra y madera, habitaciones abuhardilladas; y por el rato en la piscina exterior tras bajar de Baqueira. Anda sobrado Artíes de gastronomía, sofisticada o más funcional, pero rica. Dentro de esta última, y para ir con niños, el Pollo Loco, los pinchos y raciones en Urtau o unas croquetas de cocido en Juantxo son buenas opciones. La Casuca, más sofisticado, ideal para cena en pareja. Para la copita y música buena, La Luna siempre ha sido referencia. En Salardú, Eth Both, y en Viella, también hay amplia oferta.

VoLVeráS…y Lo SabeS…

Los Pirineos son ideales para un menú mar y montaña, con postre en el Mediterráneo, o el Cantábrico. Desde Boí caímos un verano hacia la Costa Brava atravesando los paisajes volcánicos de La Garrotxa y visitando Besalú, Peratallada y también cerca de la costa, Begur, Calella de Palafrugell o Cadaqués y los paisajes que inspiraron a Salvador Dalí. Buena cocina en las masías, y bonitas calas.

Pals y el hotel La Costa lo usamos como campamento base para disfrutar, además, de golf y playa. Si visitamos el Pirineo navarro, la salida natural al mar es el Cantábrico. Sos del Rey Católico, en el Prepirineo aragonés es buen punto de partida. Elegante pueblo medieval con un parador con vistas y tranquilidad extraordinarias. El Valle del Roncal, Burgui e Isaba merecen una visita. Ochagavía y alrededores tienen también encanto. Cerca, la Selva de Irati, espectáculo grandioso en otoño. Roncesvalles, su colegiata y compartir con los peregrinos los inicios del Camino son buena opción ya rumbo a las grandiosas San Sebastián y Bilbao, que merecen capítulo aparte y días para disfrutar. La impresionante costa vasca, Zarautz (pintxos en el restaurante de Arguiñano en terraza junto a la playa), Guetaria (en el puerto la parrilla de Mayflower) y Mundaka son algunos recomendables altos en el camino.

En definitiva, los Pirineos bien merecen una escapada en cualquier época del año. Si, además, saltando de valle en valle acabamos en cualquiera de nuestros mares, la experiencia será tan completa como inolvidable.

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