Observador Semanal del 28/06/2012

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El abrazo de la misericordia de Dios al hombre

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“En la oración aprendemos a ver los signos del plan misericordioso de Dios”

Paraguay: ¿quién eres, a dónde vas? PAG. 6

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“Es evidente que siguiendo a la Iglesia nos equivocamos menos” PAG. 7

RESPONSABLES: GUILLERMO LESMES - NATHALIA LEMIR - www.sanrafael.org.py - MAIL: observadorsemanal@sanrafael.org.py - AÑO VII - Nº 364 - JUEVES 28 DE JUNIO DE 2012

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las 6:30 acude los lunes para rezar laudes en la Parroquia San Rafael de Asunción, donde suele compartir un café con sacerdotes de la comunidad de San Carlos Borromeo integrada por Aldo Trento, Paolino Buscaroli y Ferdinando Dell’Amore. En su calidad de médico atendió más de una vez a los pacientes de la Clínica de la Divina Providencia para enfermos terminales que funciona en la parroquia y desde hace tiempo se ha hecho cercano a las obras de San Rafael. Federico Franco Gómez, 49 años, casado y padre de 4 hijos es el nuevo presidente del país. Durante 4 años ha estado ejerciendo la vicepresidencia de la República de manera distante de su compañero de fórmula, el ex obispo Fernando Lugo, con quien rozó desde el primer día debido al acaparamiento del gobierno de los referentes de las minorías de izquierda del Frente Guasu. El 22 de junio pasado, y como él mismo lo dijera en su discurso ante el Parlamento que destituyó por juicio político al anterior presidente, “Dios y el destino quisieron que asuma la presidencia”. A Franco le esperan solo 9 meses de gobierno hasta que se cumpla el plazo de llamado a elecciones generales. El compromiso que asume es grande ya que se encuentran pendientes varios pedidos de una gran masa empobrecida, sin acceso a la salud básica ni a una educación equitativa, así como los reclamos de empresas y obreros que no terminan de despegar debido en gran parte a la corrupción reinante. Hasta este momento varios países vecinos liderados por Hugo Chávez no terminan de admitir la salida de Lugo, quien siempre ha sido afín al llamado socialismo del siglo XXI. La gota que colmó el vaso fue el asesinato de los 18 compatriotas en Curugua-

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El nuevo presidente

y el desafío de pertenecer

ty, entre ellos varios policías emboscados y campesinos invasores de la propiedad del conocido político colorado Blas N. Riquelme. En los enturbiados sucesos tanto Lugo como su Ministro del Interior, Carlos Filizzola, procedieron de manera por lo menos torpe, si no con franca desidia. El país vivió momentos de gran tensión y dolor en los últimos días y la misma Conferencia Episcopal Paraguaya solicitó a Lugo que renunciara para evitar más derramamientos de sangre. No olvidemos que el anterior presidente es nada menos que un ex obispo de la Iglesia Católica a quien se le descubrieron varios hijos engendrados durante su ministerio episcopal y a los cuales tuvo que reconocer en los últimos meses debido a demandas judiciales por paternidad. Ciertamente, con él se comprueba aquello de que no hay diferencia entre

moral privada y pública, y que el desorden y desobediencia a los principios que se dice seguir, siempre tienen sus consecuencias. Los críticos de Federico dicen que hubiera esperado el 2013 para presentar su candidatura a la presidencia, apoyando a Lugo en este momento para terminar el periodo presidencial, pero las circunstancias de inestabilidad antes y durante el breve y contundente juicio político, precipitaron la asunción de Franco a la jefatura de Estado y él ha comprendido su deber en este momento. Además, Federico Franco no es un político improvisado y posee el respaldo de muchos sectores. Varios de sus hermanos también se dedican a la política y han seguido el camino de su padre, Cástulo Franco, médico y caudillo liberal a quien Federico recordó en su primer discurso presidencial.

Antes de jurar como presidente, el doctor Franco fue a la pequeña capilla donde a menudo reza y oró arrodillado ante el Santísimo Sacramento, un gesto de fe que sorprende y conmueve en un momento en que todo el mundo parece tener al poder temporal como el único válido para enfrentar los desafíos del país. No se puede decir que su pertenencia a la Iglesia o sus manifestaciones públicas en favor de la familia y en contra de la ideología de género, sean de por sí suficientes y determinantes a la hora de tomar todas las decisiones políticas, eso está por verse, pero es evidente que su llegada a la presidencia despierta esperanza en los miembros de la Iglesia obedientes a la guía del Papa que veían con mucha preocupación y tristeza el comportamiento de Lugo y sus colaboradores– entre ellos varios sacerdotes

“con permiso”- adeptos a la Teología de la Liberación y su delirante y reductiva interpretación del evangelio de Cristo. La Iglesia ha sufrido mucho en este tiempo el desprestigio, la persecución y la deslealtad de su hijo pródigo, Fernando Lugo, quien prefirió la política al obispado, aún en contra de las advertencias que se le hicieran al respecto y que tuvieron su más profética expresión en aquella carta abierta en la que 28 laicos católicos de diferentes sectores le vaticinaron las consecuencias negativas que atraerían sus malas decisiones. Justamente, Franco fue uno de los que advirtió sin éxito a Lugo acerca de la necesidad de someterse a la Iglesia en materias de fe y moral. Quienes creemos en la providencia vemos la clara intervención de Dios en este cambio y esperamos que también para el ex obispo Lugo, a quien Federico acompañó en los momentos de su lucha contra el cáncer y para quien pidió la bendición del Papa en una audiencia pública que mantuviera con su santidad el año pasado, sea un momento de conversión y de regreso a la Iglesia que nunca le ha dado la espalda. Al nuevo presidente no le pedimos la famosa coherencia entendida como la perfecta armonía entre lo que se piensa, se dice y se hace, ya que conocemos muy bien de qué barro estamos hechos los seres humanos, y de cómo nos condiciona el pecado original, a pesar de la gracia; pero, eso sí, le recordamos una vez más quién es y a quién pertenece el nuevo presidente del Paraguay con estas palabras contundentes del mismo Cristo: “sin mí no podéis hacer nada bueno”. Encomendamos su corazón y toda su persona a la Virgen Inmaculada de Caacupé para que ella lo ayude a vivir siempre con esta conciencia. Observador Semanal


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El abrazo de la misericordia

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de Dios al hombre

uchos de nuestros pacientes llegan hasta nosotros con el corazón sediento de Cristo, lo testimonian en sus ansias de amar y ser amados, en sus posturas delante del Santísimo, en el camino, a veces lento, que recorren hasta encontrarlo, en su alegría al celebrar la santa misa en sus habitaciones, en el entusiasmo por el rezo del rosario, en sus deseos de salvación y de felicidad. Nuestra Clínica no quiere ser más que el abrazo de la misericordia de Dios al hombre, un abrazo que resucita y devuelve al alma la alegría de vivir. Un abrazo que ama al pobre por lo que es, imagen y semejanza de Dios, un abrazo que lo acerca a Cristo y lo hace amigo de Él, que le permite saborear aquella paz que el mundo no les puede ofrecer. Nuestros enfermos son felices y ¿acaso puede ser más grande que esto, un millón de dólares? Un hombre feliz vale más que tantos millones, por un solo hombre que encuentre a Cristo han dado la vida los santos. Que la experiencia que ellos nos testimonian sea para nosotros una provocación que nos empuje a preguntarnos: “¿Quién es Cristo para mí?”: “Cuando llegué a la Clínica Divina Providencia la falta de paz y la montaña de pecados que me guardaba me ponía tan mal que llegué al punto de

no poder comer más. No podía tragar los medicamentos y menos los alimentos, tan necesarios para sobrellevar la cantidad de remedios indicados en diferentes horas del día por el médico del cuerpo. Yo me daba cuenta que lo que necesitaba imperiosamente era al médico del alma ó del espíritu, hasta que finalmente me confesé y entonces puedo decir por experiencia que la confesión, el perdón, la comunión diaria, son la verdadera medicina que cura el alma”. “Me he encontrado postrado y machacado por los golpes de la vida y los errores que cometí a diario en el pasado y allí en medio de mi angustia pedí, clamé perdón y misericordia al que nunca falta. Llegué a la Casa Divina Providencia, donde me acogen, me higienizan y pasada la noche el milagro es instantáneo .¡Al día siguiente, siguen los dolores pero con un peculiar regalo de dos visitas del Santísimo Sacramento, más tarde recibo la confesión y al fin a mi Amado en cuerpo y alma, la comunión, después de tantos años de haberlo evitado. Una fuerza de amor desbordante, única. ¡Qué gozo es tenerte mi Dulce Jesús!, ya los dolores son menos y el cariño y el cuidado de estos hermanos que dan la vi-

da por el evangelio es más de lo que yo merezco. Y así puedo compartir que existe el perdón, la reconciliación, la verdad, la fuerza del Espíritu Santo que mora día a día en quien ama y vive en Cristo Jesús. Hasta hoy, puedo decir que Cristo es un Dios de vivos y está en todo momento. ¡Te piedad de mí que soy débil y pecador!”. “¡Esta Clínica, ésta casa me salvó! volví a alimentarme, volví a recuperar las fuerzas, gracias a Dios me salvé, gracias al sacerdote con quien me confesé, a todos”. “En el mismo instante que pisé éste lugar sentí un alivio tan grande que toda la carga de pecado que llevaba encima desapareció, todo se esfumó, una cosa de otro mundo. Me sentí llena de vida, de esperanza, con la certeza de que existe un Dios Todopoderoso. Y aquí estoy, como otra persona, encontrando la paz en éste Paraíso, comiendo, hablando todo el día y sonriendo como hace tiempo no lo hacía. Cuando algún día te sientas mal como yo, acordate que Dios existe, que para Él nada es imposible. Confía y verás la respuesta, El sabe lo que hace allá arriba de nosotros. Él cumple todo”.

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os últimos días, los paraguayos, hemos sido testigos de varios acontecimientos en el ámbito político de nuestro país. Todos estos hechos, que son de público conocimiento, han hecho surgir en cada uno de nosotros el deseo de expresarnos y decir lo que sentimos o pensamos en este momento. Las intervenciones de todos, lejos de buscar entender el significado último de la palabra política, van dirigidas a favor o en contra de los últimos acontecimientos. Me es evidente el alto grado de ideologización en el cual estamos sumergidos, todos, derecha, centro e izquierda. Y para darse cuenta de ésto basta solamente mirar los canales de televisión o leer los periódicos. ¿Alguien se preguntó en realidad quién es el sujeto de la política?; ¿Alguien se preguntó en estos días por el bien común? “La política, en cuanto forma más completa de cultura, no puede dejar de tener al hombre como su preocupación fundamental” Es claro, que todos, tanto los políticos como los ciudadanos comunes, hemos olvidado que la política, co-

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“Después de tanto tiempo, volví a decir: “Cristo”. Me hizo llorar mucho, porque fue un encuentro como el de dos amigos que hace años no se ven ó mejor dicho, no se han visto nunca. No fue un “reencuentro” el de nosotros dos, sino un “encuentro” con quien nunca antes me había topado. Encontré la fuerza de mi destino, lo inalcanzable y descubrí que la única condición para encontrarme con Cristo era morir, por eso quisiera decir a todos que no le teman a la muerte, sino más bien a la vida perdi-

da sin Cristo. Pido perdón a la vida por cuanto la he fallado, sé que Cristo me esperaba en ella, más allá de mí”. “Gracias al Sida me encontré con Cristo. Ahora me acepto como soy, antes buscaba siempre ser otra persona distinta de la que soy. Con amor todo florece. Desde que me enfermé me entregué a Dios, esto me cambió totalmente, aquí todos me quieren, todos me apoyan. Estoy muy feliz”. M+

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La Política y el Hombre mo punto central tiene al hombre en su integridad. En las últimas décadas, a causa de este olvido que al poder le conviene, como paraguayos hemos sido víctimas de modelos políticos exportados, que de alguna manera nos han alienado, proponiéndose como respuesta a las exigencias fundamentales que todos, como hombres, tenemos. Esto nos ha llevado a transitar desde el “capitalismo” al “socialismo de siglo XXI”. Ambos modelos, con diferentes enunciados, olvidan por completo al sujeto: el hombre. A este punto nos encontramos con que el poder frente a su impotencia de dar respuestas acordes a la necesidades y exigencias del hombre, se convierte en prepotencia contra el hombre (claramente se puede ver ésto en estos días). “Si el poder mira solo a sus propios

objetivos, necesita entonces tratar de gobernar los deseos del hombre” . Entonces para el poder, o mejor dicho para quienes detentan el poder el problema es asegurarse el manejo de las masas cuyas exigencias estén cada vez más condicionadas. Estas cuestiones han quedado al descubierto durante estos días, esta ausencia de contenido dentro de toda nuestra clase política y de la ciudadanía en general. Una política real, por el contrario de lo que vemos o escuchamos en estos días, es aquella que defiende esta novedad de vida en el presente, el hecho de la centralidad de la persona en la vida social de un país. El Estado, por el contrario a lo que nos proponen, no puede suplir al hombre o a la sociedad sino más bien debe crear las condiciones necesarias, subsidiariamente, para que la sociedad, los ciudadanos, el hombre en su sin-

gularidad pueda desarrollarse. La política tiene una tarea noble e insustituible, por ello aquello que me interesa, como cristiano, es que se vuelva a reconocer y seguir el único método justo; servir al bien común

de los ciudadanos, reconociendo la libertad de cada uno y valorando la responsabilidad de todos. Juan A. Acosta


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La voz de Saruman “…

dijo Gandalf-. Pues bien, yo no he cambiado. Me queda algo pendiente antes de partir: una visita de despedida a Saruman. Peligrosa y probablemente inútil; pero inevitable. Aquéllos de vosotros que lo deseen, pueden venir conmigo...–Yo te acompañaré -dijo Gimli-. Quiero verlo y saber si es cierto que se parece a ti. –¿Y cómo harás para saberlo, Señor Enano? -dijo Gandalf-. Saruman puede mostrarse parecido a mí a tus ojos, si conviene a sus designios... nadie puede saber lo que es capaz de hacer, o de intentar. Una bestia salvaje acorralada siempre es peligrosa. Y Saruman tiene poderes que ni siquiera sospecháis. ¡Cuidaos de su voz!” Así empieza el décimo capítulo del segundo libro de la trilogía del El señor de los anillos, escrita por el católico y creativo Tolkien hace muchas décadas y que, sin embargo, es tan impresionante por su verosimilitud acerca de la lucha entre el bien y el mal en el mundo, que me vino a la mente en estos días en que se escuchan tantos discursos acerca de la realidad que vive el país. Saruman es en la historia un mago de alta categoría, es decir un ser sabio, antiguo y poderoso que, para sorpresa de todos, se entrega al poder oscuro del enemigo y traiciona a Gandalf, el mago leal y amigo de los “pequeños”. Llegados a este punto de la historia, el astuto Saruman está hecho prisionero en una torre y sus bondadosos captores le dan una última oportunidad de reivindicarse. “De improviso otra voz habló, suave y melodioso: el sonido mismo era ya un encantamiento. Quienes escuchaban, incautos,

aquella voz, rara vez eran capaces de repetir las palabras que habían oído… Sólo recordaban, las más de las veces, que escuchar la voz era un verdadero deleite, que todo cuanto decía parecía sabio y razonable, y les despertaba, en instantánea simpatía, el deseo de parecer sabios también ellos. Si otro tomaba la palabra, parecía, por contraste, torpe y grosero; y si contradecía a la voz, los corazones de los que caían bajo el hechizo se encendían de cólera”. Después de haber intentando asesinar a más de uno y de destruir la unidad del grupo, así como entregarlos al enemigo, Saruman tiene la desfachatez de presentarse como un pobre anciano necesitado de piedad para algunos, así como un poderoso aliado para otros… Cada uno escuchó de él lo que quería oír. Y “nadie, sin un esfuerzo de la voluntad y la inteligencia podía permanecer indiferente, resistirse a las súplicas y las órdenes de aquella voz”. Ahora que muchos amigos me pintan en correos y discursos altivos un panorama de país que yo no recuerdo haber vivido en la época de Lugo, donde dicen que “intentó luchar por lo pobres” y por eso lo sacan de en medio… Es impresionante como son los que deberían estar decepcionados los que no se resignan a la realidad. Independientemente de mi antipatía hacia la clase política que lo juzgó, yo por lo menos no caigo en la trampa de la recategorización mental que intentan hacer sus defensores de muchos hechos como los viajes constantes e innecesarios, los compromisos antinatalistas y progays de los emisarios del ex mandatario ante las Na-

ciones Unidas, su famoso Marco Rector, su cinismo ante las escandalosas denuncias de paternidad irresponsable, las contradicciones permanentes en materia económica, su debilidad y desidia ante la penetración de las ideologías violentas de izquierda en las organizaciones campesinas, su falta de voluntad para realizar la Reforma Agraria, su complicidad con Chávez y los otros exponentes del socialismo trasnochado del siglo XXI, su sumisión a su Superministro que los trataba de inútil, su forma irrespetuosa de despedir a sus colaboradores… tanto es el deseo de creer que terminan creyendo y justificando. Hasta parece cruel señalar siquiera sus equívocos. Por eso me acordé de la voz de Saruman, símbolo de la forma maliciosa y falsa de ejercer el poder mediante la persuasión de la mentira. Parece escrito para este tiempo aquel pasaje en que describe la reacción de la audiencia del timador encarcelado: “Gandalf, pensaban, nunca había exhortado a Théoden con palabras tan justas y tan hermosas. Rudas y viciadas por la soberbia les parecían ahora las prédicas de Gandalf. Y una sombra empezó a oscurecerles los corazones, el temor de un gran peligro: el final de la Marca hundida en el abismo de tinieblas al que Gandalf parecía arrastrarla, mientras Saruman entreabría la puerta de la salvación, por la que entraba ya un rayo de luz”. No por casualidad es el realista y tosco, aunque honrado enano Gimli el que despierta a sus compañeros del hechizo de la voz persuasiva. “Las palabras de este mago no tienen pies ni cabeza -gruñó, a la vez

que echaba mano al mango del hacha-. En la lengua de Orthanc ayuda es sinónimo de ruina y salvación significa asesinato, eso es claro como el agua”, les dijo. No asumir las propias culpas y tergiversar la verdad ante propios y extraños es por lo menos un signo de inmadurez intolerable en un guía social. Dos pasos plantea un consejero de los buenos en este trance de duda: escuchar a la voz de la verdad y recordar, hacer memoria de los hechos dejando de lado el discurso. Lo que sí me queda claro es que todo hombre tiene la posibilidad de volver, de reivindicarse con la verdad. Por eso, habría que recordar también a los que desean un desquite, la actitud del sabio Gandalf quien se echó a reír ante las fantasías de su adversario invitándolo caballerosamente a deponer su actitud: “Saruman, ¡por última vez! ¿Por qué no bajas tú? Isengard ha demostrado ser menos fuerte que en tus deseos y tu imaginación. Lo mismo puede ocurrir con otras

cosas en las que aún confías. ¿No te convendría alejarte de aquí por algún tiempo? ¿Dedicarte a algo distinto, quizá? ¡Piénsalo bien, Saruman! ¿No quieres bajar?” Y la respuesta del traidor es la típica imagen de la desconfianza: “Te oigo perfectamente bien desde aquí. No soy ningún tonto y no confío en ti, Gandalf”. Sabemos que en nuestro escenario político no todos buscan el bien al hacerlo. Y es hasta lógico preguntarse y ahora qué harán los eventuales vencedores con el país y con los derrotados. Ojalá y pudieran responder como el sabio mago descrito por Tolkien con maestría: “No le haré nada. No busco poder. ¿Qué será de él? No lo sé. Me entristece pensar que tantas cosas que alguna vez fueron buenas se pudran ahora en esa torre. Como quiera que sea a nosotros no nos ha ido del todo mal. ¡Extrañas son las vueltas del destino! A menudo el odio se vuelve contra sí mismo”. CCL

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urante la vigilia pascual del pasado mes de abril, el Santo Padre Benedicto XVI dijo: “La oscuridad verdaderamente amenazadora para el hombre es el hecho que él no vea adónde va el mundo y de dónde viene. Adónde va nuestra misma vida. Qué cosa es el bien y qué cosa es el mal. La oscuridad sobre Dios, la oscuridad sobre los valores es la verdadera amenaza para nuestra existencia y para el mundo en general”. El Papa no se interesa de las cuestiones secundarias sino su mirada está totalmente dirigida a dar vida y energía a la raíz del hombre y de la Iglesia, que es Cristo. No se ocupa de asuntos secundarios, aún importantes, sino está toda concentrada sobre la fe como experiencia vital para con el hombre. Al contrario de muchos clérigos que ven la fe sólo como algo interesante por el individuo en su interior y pri-

La oscuridad en la vida vacidad. Pero para el Papa no es así. Para él la fe tiene que ver con el futuro mismo del hombre y de toda la humanidad. Entonces se comienza a entender el motivo de la proclamación del Año de la Fe. Sólo quien reconoce a Cristo presente en la experiencia de la Iglesia obediente al Santo Padre puede, por gracia, enfrentar la oscuridad de la vida trayendo la luz de la fe. Por eso la primera ayuda que los cristianos pueden dar al mundo, la primera y más importante ayuda que pueden dar los clérigos al mundo, no es de tipo po-

lítico, ni económico, ni social, sino que la fe vuelva a ser una experiencia linda de vida. Una experiencia que tiene la fuerza de iluminar la vida entera, con la certeza que la salvación, el desarrollo y la paz, no vienen de las cosas de este mundo, sino sólo de un corazón hambriento de Cristo que reconoce, por Gracia, que Él está presente en Su Santa Iglesia.. Que le inteligencia de la fe se vuelva inteligencia de la realidad, como el Papa nos va reclamando desde varios años. Por eso lo más conmovedor de los hechos ocurridos el jueves y viernes pasado ha sido la postura

del Presidente Federico Franco que antes de ir al Palacio de los López para tomar el mando del Estado paraguayo se puso de rodilla frente al Santísimo Sacramento. Sólo de hombres que miran a Cristo puede venir algo bueno para todos. Este no mirar más a

Cristo fue el verdadero fracaso de Fernando Lugo. Volver a Cristo, buscar la santidad es lo que pedimos a todos los que, en lo bueno y en lo malo, se ven involucrados en estos hechos acaecidos en los últimos dí as. M.F


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n la Audiencia General del miércoles 20 de junio, el papa, siguiendo su catequesis sobre la oración en las Cartas de san Pablo, centró su meditación en el primer capítulo de la Carta a los Efesios. En su meditación, Benedicto XVI se detuvo en el primer capítulo de la Carta a los Efesios, “que comienza justamente con una oración, que es un himno de bendición, una expresión de gratitud, de alegría”. “En realidad hay razón para dar gracias porque Dios nos hace conocer lo que está oculto: su voluntad con nosotros, para nosotros, ‘el misterio de su voluntad’”, dijo el papa. “Para los creyentes -añadió-, el ‘misterio’ no es tanto lo desconocido, sino sobre todo la voluntad misericordiosa de Dios, su diseño de amor que en Jesucristo se ha revelado plenamente”. “El ‘misterio desconocido’ de Dios se ha revelado, y es que Dios nos ama, y nos ama desde el principio, desde la eternidad”. El papa se detuvo en comentar esta “oración solemne y profunda” en la que el apóstol “agradece y alaba, pero también reflexiona sobre las razones que empujan al hombre a esta alabanza, a este agradecimiento presentando los elementos clave del plan divino y sus etapas”. “En primer lugar tenemos que bendecir a Dios Padre porque -como escribe san Pablo-, Él `nos escogió antes de la creación del mundo para ser santos e inmaculados en su presencia, en el amor´. Lo que nos hace santos y sin mancha es la caridad”. “La vocación a la santidad, es decir, a la comunión con Dios, pertenece al plan eterno de este Dios, un diseño que se extiende en la historia y abarca a todos los hombres y mujeres del mundo, porque es una llamada universal. Dios no excluye a nadie, su plan es solo de amor”, añadió el papa. Subrayó que, en el centro de la ora-

OBSERVADORSEMANAL ción de bendición, “el Apóstol muestra la forma en que se lleva a cabo el plan de salvación del Padre en Cristo, en su Hijo amado. Escribe: ‘En él tenemos por medio de su sangre la redención, el perdón de los delitos, según la riqueza de su gracia’”. “El sacrificio de la cruz de Cristo es el acontecimiento único e irrepetible con el que el Padre ha demostrado brillantemente su amor por nosotros, no solo con palabras, sino en términos concretos”. “La redención no es todavía completa -lo escuchamos-, pero encontrará su plena realización cuando aquellos que Dios ha adquirido sean totalmente salvos. Nosotros todavía estamos en el camino de la redención, cuya realidad esencial se ha dado con la muerte y resurrección de Jesús”. “En la oración constante, en la relación diaria con Dios, aprendemos también nosotros, como san Pablo, a distinguir con más claridad los signos de este diseño y de esta acción: de la belleza del Creador, en la belleza que surge de sus criaturas, como lo canta san Francisco de Asís: “Alabado sea mi Señor, con todas tus criaturas”. Es importante estar atento aún ahora, en el periodo de las vacaciones, a la belleza de la creación y ver revelarse en esta belleza el rostro de Dios”. “Queridos amigos, cuando la oración alimenta nuestra vida espiritual nos volvemos capaces de conservar aquello que san Pablo llama “el misterio de la fe” en una conciencia pura. La oración como una forma de “acostumbrarse” a estar junto a Dios, crea hombres y mujeres animados no por el egoísmo, del deseo de poseer, de la sed de poder, sino de la gratuidad, del deseo de amar, de la sed por servir, es decir, animados por Dios; y solo así se puede llevar luz a la oscuridad del mundo”, concluyó el papa. Después de su meditación en italiano, Benedicto XVI se dirigió en su idioma a cada uno de los grupos lingüísticos. A los presentes de lengua española les dijo: “Hoy nos fijamos en la oración que está al comienzo de la carta de san Pablo a los Efesios. Se trata de un himno de bendición a Dios por todo lo que ha realizado y sigue realizando en la historia de la humanidad. En esta plegaria el apóstol nos lleva a contemplar el designio de amor y la acción de las tres personas de la Santísima Trinidad. En primer lugar, con-

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HAY LEYES QUE AUMENTAN LAS DESIGUALDADES SOCIALES

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“En la oración aprendemos a ver los signos

del plan misericordioso de Dios” Preparado por G.L. templamos al Padre, que nos ha escogido antes de la creación del mundo para ser santos. Más aún, nos ha elegido para ser sus hijos adoptivos en Jesucristo. Se trata de una llamada universal que responde a un designio gratuito y amoroso por parte de Dios. En el centro de esta oración, san Pablo enseña cómo se realiza el plan de salvación a través del Hijo, que nos ha redimido con su sangre. El sacrificio de Cristo en la cruz es el acontecimiento único e irrepetible que nos revela de modo admirable el amor del Padre por nosotros. Al final se encuentra la mención del Espíritu Santo, que

es prenda de nuestra redención y de la gloria futura. Así, la oración nos abre a la contemplación del designio divino de amor y nos ayuda a descubrir con más claridad los signos de este plan: sobre todo en la belleza de la creación, en la vida de los santos y en toda la historia de la salvación, así como en el camino de la Iglesia, que con la palabra y los sacramentos nos introduce en el misterio de Dios”. Concluyó invitando “a todos a alimentar vuestra vida espiritual con una oración constante, para crecer en el amor de Dios y llevar al mundo la luz de su claridad”.

EL NOS ESCOGIO ANTES DE LA CREACION DEL MUNDO El “misterio desconocido” de Dios se ha revelado, y es que Dios nos ama, y nos ama desde el principio, desde la eternidad. Detengámonos un poco sobre esta oración solemne y profunda. “Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo”. San Pablo utiliza el verbo “euloghein”, que normalmente traduce la palabra hebrea “barak”: que es alabar, glorificar, dar gracias a Dios Padre como el origen de los bienes de la salvación, como Aquel que “nos ha bendecido

con toda clase de bendiciones espirituales, en los cielos, en Cristo”. El Apóstol agradece y alaba, pero también reflexiona sobre las razones que empujan al hombre a esta alabanza, a este agradecimiento presentando los elementos clave del plan divino y sus etapas. En primer lugar tenemos que bendecir a Dios Padre porque --como escribe san Pablo--, Él “nos escogió antes de la creación del mundo para ser santos e inmaculados en su presencia, en el amor”. Lo que nos hace

santos y sin mancha es la caridad. Dios nos ha llamado a la existencia, a la santidad. Y esta elección precede incluso a la creación del mundo. Desde siempre hemos estado en su plan, en su mente. Con el profeta Jeremías, podemos decir también nosotros que antes de formarnos en el vientre de nuestra madre, Él ya nos ha conocido; y conociéndonos nos ha amado. La vocación a la santidad, es decir, a la comunión con Dios, pertenece al plan eterno de este Dios, un diseño que se

extiende en la historia y abarca a todos los hombres y mujeres del mundo, porque es una llamada universal. Dios no excluye a nadie, su plan es solo de amor. San Juan Crisóstomo dice: “Dios mismo nos ha hecho santos, por lo que estamos llamados a ser santos. Santo es aquel que vive en la fe”. San Pablo continúa: Dios nos ha predestinado, nos ha elegido para ser “hijos adoptivos por medio de Jesucristo”, a ser incorporados en su Hijo unigénito.

n estos días en que el país atraviesa por una etapa de incertidumbre y comienzos de un nuevo gobierno publicamos unas palabras de Benedicto XVI, las cuales nuestros dirigentes deberían muy bien tener en cuenta. En su discurso del pasado 4 de mayo, pronunciado en francés, la lengua de la diplomacia, el Santo Padre, entre otros conceptos expresó: “El desarrollo de los medios de comunicación ha hecho que nuestro planeta sea, de alguna manera, más pequeño. La constatación del tremendo sufrimiento que la miseria y la pobreza, tanto material como espiritual, causan en todo el mundo llama a una nueva movilización para hacer frente, en la justicia y la solidaridad, a todo lo que amenaza al ser humano, a la sociedad y al medio ambiente”. “El éxodo hacia las grandes ciudades, los conflictos armados, el hambre y las pandemias, que afectan a tantas poblaciones, desatan una pobreza que en nuestros días ha asumido nuevas formas”. “La crisis económica mundial hace que cada vez más familias vivan con precariedad. Y cuando la creación y la multiplicación de las necesidades induce a creer en la posibilidad del disfrute ilimitado y del consumo, la carencia de medios necesarios para lograrlo desemboca en la frustración”. “Cuando la pobreza coexiste con una enorme riqueza, brota la percepción de una injusticia que puede convertirse en fuente de rebelión. Por tanto, es necesario que los Estados garanticen que las leyes no aumentan las desigualdades sociales y que las personas puedan vivir decentemente”. “El desarrollo al que aspiran todas las naciones tiene que concernir a la persona en su integridad y no solamente al factor económico. Experiencias tales como el microcrédito y las iniciativas para crear asociaciones equitativas, demuestran que es posible armonizar los objetivos económicos con los vínculos sociales, la gobernabilidad democrática y el respeto por la naturaleza. También es aconsejable, devolviéndoles la nobleza que se merecen, el fomento del trabajo manual y la promoción de una agricultura que redunde en beneficio de la población local”. “Para fortalecer el factor humano en la realidad socio-política, es necesario prestar atención a otro tipo de miseria: la que se refiere a la pérdida de referencia a los valores espirituales, a Dios. Este vacío hace más difícil el discernimiento entre el bien y el mal y la superación de los intereses personales en favor del bien común. Los Estados tienen el deber de promover su patrimonio cultural y religioso, que contribuye al desarrollo de una nación, y de facilitar el acceso a todos, porque familiarizándose con su historia, cada uno llega a descubrir las raíces de su propia existencia”. “La religión lleva a reconocer al otro como a un hermano en la humanidad. Dar a todos la oportunidad de conocer a Dios, con plena libertad, es ayudarles a forjarse una personalidad fuerte que los capacitará para dar testimonio del bien y de llevarlo a cabo, aunque cueste. Se podrá así construir una sociedad donde la sobriedad y la fraternidad triunfen sobre la miseria, sobre la indiferencia y el egoísmo, sobre la explotación y el derroche y, ante todo, sobre la exclusión”.


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R E F L E X I O N E S o habíamos airmado la semana pasada: Fernando Lugo no es José P. Guggiari, quien a pesar de haber sido sometido a juicio político, creía en la democracia liberal y representativa y estaba convencido de que al orgullo de ser liberal, sólo lo superaba el honor de ser paraguayo. La ideología no estaba por encima del amor a la patria. Para Fernando Lugo, y a pesar de haber sido removido del cargo y haber él mismo aceptado su remoción, ahora –en giro esperado de su carácter aparente– dice que desacata. En in, la ideología continúa siendo el criterio de su conducta. Y lo es a tal punto que lo ideológico le nubla la vista y turba el entendimiento, que no se da cuenta que su propio abogado defensor airma lo contrario. No podía haber sido menos, la ideología o la construcción que él mismo se hace de la realidad, lo es todo. Los lentes prejuiciosos le iltran, inventan, maquinan y conieren una actitud ambigua, indecisa, de duplicidad, que ha resultado sólo en confrontación y crispación social pues en el fondo, no les interesa verdaderamente el pueblo. De ahí la apelación a sus recursos internacionales de populistas en la misma línea de ilusión, en el contexto del “nuevo constitucionalismo latinoamericano” –donde la constitución sí se moldea y cambia y se modiica para ajustar los deseos hegemónicos del líder salvador–. Su juicio, más allá de la aceleración o tal vez de la desprolijidad de la forma de la acusación en que incurriera, es un hecho político, precisamente, y se encuentra dentro de las atribuciones soberanas del parlamento. Ni más ni menos. La dinámica política no dio para más. Es que la política no es una ciencia natural, exacta y clara, y cuando se mezcla con la norma de la ley, hace que se forme un entresijo al que no se puede pedir la evidencia de un experimento de laboratorio. Es política

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Paraguay: ¿quién eres, a dónde vas?

y el juicio fue político. Pero hay algo más y un algo más humano detrás de esta historia. ¿No será este hecho el que está provocando a Fernando Lugo a repensar su destino y legado? Tal vez es la oportunidad que la historia y Dios le pone en el camino. La historia también nos indica signos en su caótico acontecer, un sentido a cada uno y ello no consiste meramente en una serie de casualidades que ocurren de manera arbitraria. Es que toda vida humana más allá del ruido de las ideologías y el barullo de los que aún desean el chúmbale de la política y la ideología como in en sí misma. Es una oportunidad tal vez de encontrarse con sí mismo y no seguir la auto-justiicación ideológica. Tal vez sea este el momento de la realidad, aquel que el ciego Bartimeo recibiera y que todos llevamos dentro. La voluntad permisiva de Dios en la historia y en la vida de los seres humanos es silenciosa, pero sus signos, a pesar de nuestra distracción, son estridentes. Pero hay más, algo más en todo este hecho, algo más allá de los errores del gobierno o de las ambigüeda-

des del ex-presidente, un algo que se mostró al mundo al presenciar los recovecos y entresijos de pasiones durante el juicio político. Y es la pobreza –por lo limitada y mezquina y avara de talento– del uso del idioma, de la argumentación jurídica y del orden disciplinado para emitir un discurso. Lo legal-constitucional fue, a pesar de su soberanía y derechos, sin con-

“…la virtud no nace de las riquezas sino que de la misma virtud nacen las riquezas y todos los demás bienes para los hombres, sea en público o en privado...” Platón, La Apología de Sócrates

tenido de calidad. Parlamentarios, y duele mucho decirlo, que no distinguen entre un discurso retórico y uno argumentativo; entre lo que es un silogismo demostrativo o una arenga de barriada populista, y la enorme diicultad en armonizar y conjugar verbos correctamente. Lo irónico del caso es que dichas limitaciones fueron hechas públicas por el propio abogado defensor, Adolfo Ferreiro, el mismo que –en estricta y refrescante lógica republicana, cosa rara en estos días– declara con honestidad intelectual que el juicio, a pesar de todo, fue legal y legitimo. Un parlamento con derechos y soberanía –que duda cabe– pero sin virtud; virtud y sabiduría, sin peso real, menesteroso de seriedad intelectual, demasiado cargado de los vicios que hasta el planteo de una pregunta de fondo, una pregunta que, justamente, se le ha acusado a Fernando Lugo de no saber o querer indicar la respuesta: Paraguay, ¿a dónde quieres ir? Esta es una pregunta de sentido que, el nuevo gobierno y cada uno debería preguntarse: ¿y ahora qué? ¿Cuál es el modelo de país que se quiere? ¿No se-

ría el momento de pensar en la prudencia de un modelo de país en serio? Esta es, digámoslo sin ambigüedades, la forma fundamental de hacer política, la de la prudencia que no es sino otra manera de saber orientarse hacia el futuro, de discernir la historia. Y ese discernimiento pasa y se topa con una realidad que no se puede ocultar y no se debe negar so pena de caer en el mismo problema que se está tratando de superar: el problema de la crisis política y moral en el país, no era solamente Fernando Lugo o sus acólitos, sino la carencia de un sujeto político que asuma la calidad de una república. Pero entonces, hay que decidirse y preguntarse lo que ya habíamos adelantado la semana pasada: ¿Qué sistema de Estado o de Gobierno se desea y, sobre todo, de sociedad republicana se aspira? Me parece que justamente ahí radica la debilidad de nuestra democracia: asume la identidad de ser republicana pero los actores y los que la representan distan sobremanera de fungir lo que sería una educación republicana. Una republica empieza por la calidad de uno mismo, es cosa de todos pero ese todo se inicia con el auto-gobierno, el gobierno de cada uno. Y ahí, ¿quién de nosotros podría alegar que está exento de falta? Una lección, si tuviera que elegir de todo esto, seria inequívoca, una lección como diría un amigo ilosofo, una medida unamuniana y es de que se puede, legal y legítimamente, constitucional y judicialmente vencer y juzgar. Ese es el derecho después de todo. Pero, lo que no se puede hacer mediante la ley y el poder es generar autoridad y sobre todo, autoridad moral que, en última instancia, es lo que hace que una república sea gobernable. Justamente, la autoridad que, lamentablemente, Fernando Lugo la perdió muy pronto. * Mario Ramos-Reyes, Catedrático y Filósofo; Director del Centro de Cultura, Ética y Desarrollo. Para comentarios o preguntas, dirigirse a mramos-reyes@kc.rr.com


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“Es evidente que siguiendo a la Iglesia nos equivocamos menos” La negación de Pedro

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on la intención de comprender los signos de los tiempos en la coyuntura política actual, pero, sin ánimo de “hacer leña del árbol caído”; consideramos oportuno traer a la memoria de nuestros lectores el pronunciamiento que un pequeño grupo de católicos había realizado sobre la candidatura presidencial del entonces, monseñor Fernando Lugo. El comunicado fue difundido por algunos medios de comunicación el martes 1 de abril de 2008 y de aquel texto, extraemos sus dos puntos principales en los que se hace referencia, primero, a la abierta desobediencia a la Iglesia Católica, nada menos que por parte de uno de sus principales pastores con la investidura de obispo; y, segundo, al grupo político que sostenía

dicha candidatura, conformada mayoritariamente por sectores que promueven y deienden una legislación contraria a valores irrenunciables para los cristianos: la vida, desde su concepción hasta la muerte natural; y la familia que ha constituido la base de varias civilizaciones. En aquella carta ya se advertía que, para un católico, “si la situación del país es grave”, no por ello debemos ir en contra de nuestras convicciones. “El in no justiica los medios, la situación material no tiene que arreglarse a costa de los medios, de los valores éticos, morales y religiosos; si así lo hacemos, si no hay ética en nuestros comportamientos, desbarrancaremos al país aún más”. Hoy, tristemente, asistimos a la con-

irmación de estos hechos.

“No hay paz sin justicia…” Sin embargo, como nos enseñó el querido beato Juan Pablo II “no hay paz sin justicia y no hay justicia sin perdón”. Es lo que sostiene uno de los irmantes del maniiesto, el arquitecto Guillermo Fanego, para quien lejos de buscar un revanchismo o triunfalismo ante lo que acontece, lo que nos queda claro a los católicos es que debemos mendigar la gracia de Dios, pues no somos diferentes a ninguno de los que hoy son señalados como responsables de la crisis política que afecta al Paraguay. “Nosotros no somos diferentes a ninguno de ellos. Pero, lo que ha sucedido, nos deja una lección importante y es que, no nos hemos equivocado al

EL TESTIMONIO DE UN GRAN LUCHADOR Finalmente, en estas horas de incertidumbre, bien valen recordar las palabras de un gran ciudadano y sobre todo, iel hijo de la Iglesia como lo fue el Dr. Luis Andrada Nogués, quien en una carta abierta dirigida a Fernando Lugo decía: “Estoy más que convencido que

muchas cosas dirán de mi persona, pues en este país a la falta de razón, oponen la agresión. Pero no me preocupa que digan lo que quieran. No harán mella en mí esos dardos, pues provendrán seguramente de aquellos de mente estrecha, a quienes les importa

un bledo la religión -y menos la Católica-, que se bastardean y revuelven en su “ateismo” o “agnosticismo” (…) (…) “Mis largos años de militancia como demócrata cristiano, causa que abracé por amor al humanismo cristiano proveniente de la Doctrina Social de la Iglesia, además de mi batallar constante en la vida ciudadana de esta nación para construir un país libre y democrático a la luz de sus principios, me han enseñado también que no solamente el acceso a los cargos públicos te hace ser respetado por la gente, sino también la coherencia en la conducta, que es lo que me hubiera gustado ver en vos”.

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seguir lo que nos enseñan el Magisterio de la Iglesia y el Papa. Es que, siguiendo las indicaciones que nos dan nuestros pastores, coincidimos más con la realidad. Esto nos permite ser más verdaderos y libres al expresar la verdad de lo que somos y vivimos”. “No es nuestro mérito, pero sí la evidencia de que siguiendo a la Iglesia y lo que dice el Papa, nos equivocamos menos”, insistió Fanego. El cristianismo, de hecho, se nos presenta como “una realidad tan atractiva como deseable”, por lo que a veces, tampoco nos librarnos de la tentación de buscar “un éxito puramente humano”. Pero, cualquier esperanza en lo efímero, nos conduce siempre a la dura realidad de que nada nos pertenece. La única certeza es la que proviene de aquella fascinación inicial del encuentro con Cristo que nos deja una huella indeleble. Es un camino, es un trabajo, es una fatiga a la que no debemos renunciar nunca, porque es el único camino para no quedar defraudados por las pequeñas circunstancias de la vida. C.C.V.


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L A AVE NT URA HUMANA DE LOS S ANTOS

MI PATRIA SOÑADA Letra: Carlos Miguel Jiménez, Música: Agustín Barboza “MI PATRIA SOÑADA”: El ideal de un país sin hambre ni penas Fulgura en mis sueños, una patria nueva Que augusta se eleva, de la Gloria al reino Libre de ataduras, nativas o extrañas Guardando en la entraña, su prenda futura.

Patria sin muralla para el pensamiento Libre como el viento, sin miedo a metrallas La Nación modelo que por su cultura Se ponga a la altura de todos los cielos.

Patria que no tenga hijos desgraciados Ni amos insaciados que usurpan sus bienes Pueblo soberano por su democracia Huerto con fragancias de fueros humanos.

Donde alegres trinos de son libertarios A los proletarios y a los campesinos Patria donde haya voces de estudiantes Promesas vibrantes de luz Paraguaya.

En un paraíso sin guerra entre hermanos Rico en hombres sanos de alma y corazón Con niños alegres y madres felices Y un Dios que bendice su nueva ascensión.

Sueño en una patria sin hambre ni penas Ni odiosas cadenas que empañen su honor Donde el bien impere sin sangre ni luto Bajo su impoluto manto tricolor.

C U L T U R A Acompañé al grupo de la tercera edad de la Parroquia San Rafael a la bella Encarnación, paseando y conociendo mas de las Reducciones y la Virgen de Itacua. Hermosa experiencia compartiendo con personas maravillosas que cada viernes se reúnen en la Parroquia con pequeñas actividades y mucha alegría. Gracias P.Aldo, gracias P. Paolo por permitir que cada uno tenga su espacio. Norma Giménez

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onderar lo que son y significan las Reducciones Jesuíticas nunca está ni estará de más, pero permítaseme que en esta nota me dedique a una digresión semántica, ya que no es preciso y razonable usar los términos “Ruinas Jesuíticas” o “Ruinas de las Reducciones” (con mayúsculas) para nombrar lo que son los vestigios o testimonios físicos de lo que fueron, al decir de Chesterton, 150 años del “Paraíso en Paraguay”. Al contrario, se presta para que ignorantes y manipuladores de la historia se solacen desdibujando, tergiversando o, solapadamente, destruyendo la memoria histórica de la civilización cristiana del Paraguay, de la cual las “ruinas” son sólo signo. En efecto, el Diccionario de la Lengua Española de la Real Academia Española define la palabra “ruinas” como “Restos de uno o más edificios arruinados”. De otra parte, el mismo Diccionario antes citado define la Reducción como “pueblo de indígenas convertidos al cristianismo”, y una de las acepciones que da para el verbo “reducir” (del cual deriva “Reducción”) es “persuadir o atraer a uno con razones y argumentos”. Entonces, siguiendo al P. Ruiz de Montoya,

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¿Ruinas? ¿De qué?

Precisemos, por favor

una definición más precisa de Reducción sería: “Pueblo de indígenas que de hecho fueron convencidos a abandonar la condición de vida solitaria y nómada en que vivían por un tipo de vida estable y comunitaria, aunque siempre libre”. Es decir que la interpretación más exacta de la palabra Reducción es la de comunidad. Comunidad nacida en el encuentro entre los jesuitas (quienes vivían una experiencia auténticamente cristiana) y los indígenas (cuyas acciones estaban motivadas en la conciencia y convicción de la existencia de una “tierra sin el mal”) . En consecuencia deberíamos hablar de “ruinas de las reducciones” (con minúsculas) en cuanto se dirigen a describir “las piedras que la selva protege como una semilla destinada a germinar en el futuro”, testimonio de la experiencia singular de una organización socioeconómica religiosa, inigualable (1609 - 1768), ubicadas, todas ellas en los Departamentos de Misiones e Itapúa (las paraguayas), entre los ríos Tebicuary y Paraná. Son testigos de lo que fueron las edificaciones y construcciones físicas de la Reducciones Jesuíticas, de las comunidades cristianas que, como dice el P.

Aldo “fueron fruto de almas conmovidas por el encuentro con Cristo que sabe transformar el tiempo y el espacio en una novedad de vida”. Mirando, observando, comprendiendo lo que esas piedras testimonian no puede uno menos que pensar en otro testimonio. El de la fe vivida como criterio de vida por los jesuitas (y a la cual los nativos se plegaron gustosos), una fe que es capaz de crear una cultura con todas sus expresiones materiales (que pueden llegar a desaparecer si el carisma del Acontecimiento que las creo desaparece) y espirituales (que perduran en la medida que los pueblos sean fieles y dignos de su identidad). Y esa cultura hoy, más que le pese a tantos, no está del todo en ruinas. Puedo asegurar que en está visita a algunas de las Reducciones Jesuíticas del Paraguay y Argentina, donde pude reflexionar ante las ruinas y escuchar la misa, fue un tiempo de gracia y de renovar fuerzas para seguir y secundar la obra evangelizadora que “para gloria de Dios y para el bien de las almas” se adelantan en el país, y entre ellas, desde la Parroquia san Rafael de Asunción. G. L.

San Ireneo

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ada se sabe sobre su familia. La información sobre su vida es escasa, y hasta cierto punto inexacta. Nació en la Asia Proconsular, o al menos en alguna provincia colindante, en la primera mitad del siglo II; la fecha exacta es controversial, entre los años 115 y 125, de acuerdo con algunos, o, de acuerdo con otros, entre el 130 y 142. Sin duda que recibió una educación muy esmerada y liberal, ya que sumaba a sus profundos conocimientos de las Sagradas Escrituras, una completa familiaridad con la literatura y la filosofía de los griegos. Tuvo además, el inestimable privilegio de sentarse entre algunos de los hombres que habían conocido a los Apóstoles y a sus primeros discípulos, para escuchar sus pláticas. Entre éstos, figuraba San Policarpo quien ejerció una gran influencia en la vida de Ireneo. Por cierto, que fue tan profunda la impresión que en éste produjo el santo obispo de Esmirna que, muchos años después, como confesaba a un amigo, podía describir con lujo de detalles, el aspecto de San Policarpio, las inflexiones de su voz y cada una de las palabras que pronunciaba para relatar sus entrevistas con San Juan, el Evangelista, y otros que conocieron al Señor, o para exponer la doctrina que habían aprendido de ellos. San Gregorio de Tours afirma que fue San Policarpio quien envió a Ireneo como misionero a las Galias, pero no hay pruebas para sostener esa afirmación. A la ciudad de Lyons llegó San Ireneo para servirla como sacerdote, bajo la jurisdicción de su primer obispo, San Potino, que también era oriental, y ahí se quedó hasta su muerte. El clero de esa ciudad, muchos de los cuales padecían el encarcelamiento por la fe, lo envió (177 ó 178) a Roma con una carta para el Papa San Eleuterio respecto al montanismo, y en dicha ocasión dio un testimonio enfático de sus méritos. De regreso a Galia, Ireneo sucedió al mártir San Potino como obispo de Lyons. Durante la paz religiosa que siguió a la persecución de Marco Aurelio Antonino, el nuevo obispo dividió sus actividades entre los deberes de un pastor y las de un misionero (de la cual tenemos poca información, tardía y no muy cierta) y sus escritos, los cuales casi todos iban dirigidos contra el gnosticismo, la herejía que se propagaba entre los galos y otros lugares. En 190 ó 191 intercedió ante el Papa San Víctor I para levantar la sentencia de excomunión impuesta por el Papa sobre las comunidades cristianas de Asia Menor las cuales perseveraban en la práctica de los cuartodecimanos respecto a la celebración de la Pascua Se desconoce la fecha de la muerte de San Ireneo aunque, por regla general, se estima en el año 202. De acuerdo con una tradición posterior, se afirma que fue martirizado, pero no es probable ni hay evidencia alguna sobre el particular. Los restos mortales de San Ireneo, como lo indica Gregorio de Tours, fueron sepultados en una cripta, bajo el altar de la que entonces se llamaba iglesia de San Juan, pero más adelante, llevó el nombre de San Ireneo. Esta tumba o santuario fue destruido por los calvinistas en 1562 y, al parecer, desaparecieron hasta los últimos vestigios de sus reliquias. Es digno de observarse que, si bien la fiesta de San Ireneo se celebra desde tiempos muy antiguos en el oriente (el 23 de agosto), sólo a partir de 1922 se ha observado en la iglesia de occidente, el 28 de junio. Las obras literarias de San Ireneo le han valido la dignidad de figurar prominentemente entre los Padres de la Iglesia, ya que sus escritos no sólo sirvieron para poner los cimientos de la teología cristiana, sino también para exponer y refutar los errores de los gnósticos y salvar así a la fe católica del grave peligro que corrió de contaminarse y corromperse por las insidiosas doctrinas de aquellos herejes. Preparado por GL


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