Adolfo Christlieb Ibarrola, Antología

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Adolfo Christlieb Ibarrola Antología

extranjero, en el fondo, la razón de esa medida no fue doctrinaria. Las aduanas se abrieron porque la Federación, en bancarrota, necesitaba con urgencia los impuestos que el comercio exterior le producía, a costa está primera vez, como tantas otras posteriormente, de los estados a los que entonces correspondían los impuestos de la industria. La separación de la Iglesia y el Estado, la ineficacia y la violación de los sistemas electorales, la libertad de conciencia, la transformación de los sistemas educativos, la autonomía de los Estados y el centralismo político y económico –a veces impulsado con reformas constitucionales o impuestos de hecho– fueron otras de las cuestiones básicas que se plantearon desde los primeros años de nuestra vida independiente y que en una u otra forma permanecen dentro de la problemática nacional. El movimiento de la Reforma dejó sentadas en forma definitiva algunas bases de la estructura orgánica de México, al adoptar como decisiones fundamentales, si no muy respetadas, cuando menos desde entonces no controvertidas legalmente, el federalismo, los derechos del hombre y la separación de la Iglesia del Estado. En cambio, agudizó el problema del campo, al privar de capacidad jurídica a los pueblos, congregaciones y comunidades de indios y a los municipios –que no podían poseer bienes raíces– y al permitir mediante los procedimientos de desamortización, la adquisición de tierras, fundamentalmente por especuladores extranjeros o por influyentes. Durante más de sesenta años, a partir de la consumación de la Independencia, en las disensiones internas que México sufrió, complicadas dolorosamente con intervenciones extranjeras, detrás del lenguaje de los distintos bandos políticos –no siempre congruentes en su conducta con su pensamiento– unos sostenían en síntesis como finalidad superior de la política, establecer la supremacía de la libertad y de los derechos individuales, limitando la autoridad del Poder Ejecutivo. Otros, desde entonces, presentaba como objetivos políticos fundamentales, la estabilidad y la buena administración, sobre la base de un ejecutivo fuerte, sin prejuicio naturalmente, como se hacía en la época del General Díaz, de invocar líricamente a la libertad, generadora de paz y progreso, como marco de ornato para la dictadura. En todo este vaivén de confusiones, por agotamiento de un país empobrecido por las luchas intestinas y las guerras extranjeras, la segunda tendencia, la de la estabilidad, el ejecutivo fuerte y la buena administración, se impuso durante el gobierno porfirista, que plasmó como ideal de gobierno, el lema de “poca política y mucha administración”. La simulación electoral; el caciquismo de polendas, muchas veces no de a caballo sino de levita, como substituto del federalismo; capitales nacionales escasos y sin espíritu de riesgo, casi siempre dedicados al préstamo o al pequeño comercio; el comercio de 209


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