Todavia 36 | Pantallas

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La creciente indiferenciación de las artes ha llevado a muchos arti5as a buscar la disolución de los límites de cada una de sus disciplinas (la música, el cine, la literatura). E5e quiebre, en consecuencia, pone en jaque definiciones y cánones que debería seguir una obra de arte.

A principios de este año, se presentó en el ciclo Colón Contemporáneo Stifters Dinge (Las cosas de Stifter), una pieza –atengámonos por el momento a esa denominación tradicional– del compositor y dramaturgo Heiner Goebbels. Stifters Dinge, que se pudo ver detrás del corta fuegos del escenario de la sala principal del teatro, no tiene actores, ni cantantes, ni instrumentistas: es una compleja maquinaria que se despliega en el espacio y que está integrada por cinco pianos operados por computadora y tres piletas con agua. El modo en que se relacionan estos elementos va mutando a lo largo de la acción (aunque no podría decirse que exista en verdad una acción en el sentido

teatral) y se subordinan a otro elemento que deberíamos entender como matriz: las palabras de Adalbert Stifter que se escuchan leídas por una voz pregrabada. Esas palabras ponen en movimiento las transformaciones del paisaje tecnorromántico que se operan sobre los pianos y las superficies de tela como pantallas en las que se refleja el agua de las piletas. Los pianos, por efecto del funcionamiento computarizado, se asemejan a pianolas y las piezas que se tocan (por ejemplo, el andante del Concierto italiano, de Bach) suenan distantes, mecánicamente frías. Goebbels presenta Stifters Dinge como “instalación performática”. Esa misma definición contiene ya una cantidad

de supuestos y perplejidades: la instalación, que es más estática, se descongela por medio de la performance, y la performance, es devuelta a una condición estática. El problema de la creciente indiferenciación de las artes, que implica problemas subsidiarios (¿quién debe juzgar Stifters Dinge? ¿un crítico musical? ¿un crítico de arte? ¿uno de teatro?), se vincula fuertemente con el de la especialización del tiempo y con la liberación de una dimensión temporal encerrada en el espacio. Como casi todos los trastornos que sufrió el arte a lo largo del siglo XX y lo que va del XXI, también este, el de Stifters Dinge, tiene su origen en las vanguardias históricas. Es lo que pasa con el collage, que tiende a confundir 77


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