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EL AGUA VIRTUAL, UNA SOLUCIÓN REAL PARA MEJORAR LA GESTIÓN DEL AGUA EN ESPAÑA 1

ALBERTO GARRIDO, subdirector del Observatorio del Agua de la Fundación Botín

PAPELES DE LA FUNDACIÓN BOTÍN



EL PROBLEMA DEL AGUA TIENE SOLUCIÓN El agua virtual, una solución para mejorar la gestión del agua en España Sí, el problema del agua tiene solución en España y no es difícil conseguirla. Los debates que han tenido lugar en los últimos años, las disputas sobre de quién eran los ríos o sobre la utilidad de las desaladoras y los trasvases pueden resolverse y reconducirse hacia planteamientos menos antagónicos. ¿Cómo? Aprovechando las oportunidades que ofrece el “agua virtual”. El mayor consumo de agua está en los alimentos que consumimos. Desde hace tiempo nos hemos convertido en importadores de agua porque importamos materias primas que requieren muchos litros del líquido elemento para ser producidas

¿QUÉ ES EL AGUA VIRTUAL? Es un término acuñado por el geógrafo Anthony J. Allan para explicar cómo el comercio mundial de algunos alimentos y productos agrícolas permite trasladar a lo largo del planeta grandes cantidades de agua. El agua virtual es el agua necesaria para producir un producto en un lugar del mundo que se consume en otro lugar.

200 UNA CIFRA CLAVE

Propuestas de cambio • Realizar cálculos precisos de la productiva en el uso del agua. • Mejorar las tecnologías de desalación y depuración del agua. • Reducir el uso del agua en producciones agrícolas de bajo valor • económico. • Importar agua a través de la importación de productos agrícolas. • Aprender a vivir con menos agua.

Experiencias positivas España es el segundo país de la UE después de Alemania en el desarrollo y aplicación de tecnologías del agua, tiene empresas punteras en todos los terrenos.

Es la cantidad de litros de agua que un español consume a diario de forma directa. ¿QUIÉN ES EL AUTOR? Alberto Garrido, catedrático de Economía Agraria de la Universidad Politécnica de Madrid y subdirector del Observatorio del Agua de la Fundación Botín.


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Hacemos bien en decirles a nuestros hijos que cierren el grifo mientras se lavan los dientes o en invitarles a usar de forma razonable el lavaplatos. Un español, como cualquier ciudadano de un país industrializado, consume aproximadamente 200 litros de agua al día para su uso personal. Conviene sensibilizar a los jóvenes de su valor. Pero esos pequeños gestos tienen más una eficacia pedagógica que un efecto relevante. Porque el mayor gasto está en el plato, los alimentos diarios que consumimos requieren más de 4.000 litros diarios de agua. La sed del campo la puede saciar el

Un español consume para su uso personal 200 litros de agua al día, los alimentos que consume en esa jornada han requerido 4.000 litros.

“agua virtual”, una solución para la estrategia-país del agua de España que no tiene por qué ser problemática. El agua es un recurso fundamental para la actividad económica, la conservación de la naturaleza y el bienestar de las personas. Para tener una vida digna necesitamos un servicio de abastecimiento de calidad, seguro y asequible, unas condiciones de higiene adecuadas en edificios e instalaciones, y un medio urbano con amenidades urbanas, como parques y jardines. Si al uso personal del agua añadimos estos otros usos tenemos una necesidad aproximada de 400 litros/habitante y día, incluyendo las empresas e instituciones que se abastecen de los sistemas de abastecimiento urbanos. Un cálculo sencillo para España arroja una cifra total de unos 6.800 millones de metros cúbicos por año (6.800 billones de litros), lo que equivale aproximadamente al 6,4% de todos los recursos renovables de los que disponemos en España en un año normal (105.000 millones de metros cúbicos). De estos 400 litros diarios por persona, se recuperan aproximadamente un 80% que es susceptible de depurarse y reciclarse hasta producir agua apta para el consumo humano. Se suele dar por aceptada la cifra de que la agricultura española de regadío emplea el 21% de todos los recursos renovables de que disponemos en España. Grosso modo, un 7% lo empleamos en el abastecimiento a las poblaciones, en las industrias que no se sirven de las redes urbanas y en la producción de energía. El resto de recursos que no usamos en ninguno de estos fines se


mantiene en embalses subterráneos o superficiales, se evapora o circula por los ríos hasta el mar. Estos porcentajes varían mucho desde el norte húmedo, hasta el sur y sureste español. Precisar el volumen de agua que debemos mantener en ríos y acuíferos para garantizar su integridad ecológica es una cuestión difícil y controvertida, incluso en el propio ámbito científico. Los países industrializados han modificado a lo largo de su historia de tal forma su territorio y sus ríos que no existe un modelo único de conservación al cual se deba aspirar. Sí existe, sin embargo, consenso en la necesidad de mejorar la salud ambiental de los ríos, riberas, deltas y estuarios, para lo cual es preciso que circulen unos determinados caudales y que el agua tenga un menor grado de contaminacion. La investigación científica en España ha avanzado mucho en los últimos 15 años. En este momento se tiene una idea bastante buena de las mejoras que hay que lograr en nuestras cuencas hidrográficas para cumplir con la legislación en materia de aguas. Pero el conflicto surge precisamente cuando ya se han asegurado las necesidades de las personas y de los núcleos de población, y quedan los recursos que hay que asignar a la actividad productiva no urbana y a la conservación de la naturaleza. Cuando decimos que España es un país semiárido, con pocos recursos hídricos, lo que estamos describiendo es un problema de competencia por los recursos disponibles. El uso del agua para la agricultura y el uso

del agua para mantener la salud de los ríos y ecosistemas están casi siempre en competencia. Mantener un mayor caudal ambiental en la desembocadura o en el curso de los ríos conlleva inevitablemente reducir las captaciones de agua para los usos que no son imprescindibles. Asegurar el uso a las poblaciones -para consumo de boca y para la actividad económica urbana- y a las industrias no presenta ninguna dificultad importante, salvo en momentos muy puntuales o en enclaves muy específicos cuando una sequía extrema agota las reservas disponibles. Pero España es un país líder en gestión y mitigación de los efectos de las sequías y cuenta con protocolos e infraestructuras suficientes para reducir o eliminar por completo los efectos negativos que produciría un período prolongado de carencia de agua. EL SECTOR AGROALIMENTARIO: UN SECTOR CLAVE De todo lo anterior se deduce que el sector sobre el cual se deben centrar nuestros esfuerzos para mejorar el uso del agua es el sector agroalimentario, y más especialmente en la producción agrícola de regadío. El debate político y social vivido en España en los últimos 15 años trasvase sí, trasvase no; más o menos infraestructuras hidráulicas; caudales mínimos en las desembocaduras del Ebro o del Guadalquivir; crisis del agua en Barcelona; nuevos Estatutos de Autonomía de las CCAA – conduce directa o indirectamente a definir un modelo para la agricultura y, en

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concreto, para la de regadío. España es un gran exportador de productos agroalimentarios. Su balanza comercial ha arrojado saldos positivos en los últimos años (3.700 millones de euros en 2009). Sólo en frutas y hortalizas el saldo positivo es superior a los 6.200 millones de euros, cuando el déficit acumulado de la balanza comercial en el período enero-agosto de 2011 se situó en 27.543,8 millones de euros. Es un hecho indudable que el sector agrario da vida y riqueza a nuestras zonas rurales, y ayuda a fijar población en el territorio en amplias zonas del país de baja densidad y con una población envejecida. Sin embargo, se suele ignorar que el consumo total de agua de los sectores en los que España es realmente

El sector sobre el cual se deben centrar nuestros esfuerzos para mejorar el uso del agua es el sector agroalimentario, y más especialmente en la producción agrícola de regadío.

competitiva (olivar, vino, frutas y hortalizas) es inferior al que se usa en la producción de muchos otros en los que somos muy poco competitivos (cereales, oleaginosas, algodón, tabaco, patata o forrajes). La consideración de que el agua es escasa en España debe ir acompañada de cálculos precisos de la productividad económica y social de los distintos usos que hacemos de ella. El sector agrícola es el menos competitivo en valor de producto por metro cúbico, como lo es en el resto de países industrializados (EE. UU., Francia, Italia, Japón). Y la razón fundamental de que sea así es en gran medida biológica: para fijar una molécula de CO2 las plantas necesitan entre 50 y 100 moléculas de agua. Las plantas son las auténticas ‘industrias’ usuarias del agua. No podemos evitar que sea así, porque hace unos 3.000 millones de años algo similar a la actual fotosíntesis empezó a desarrollarse en la tierra, y las plantas han evolucionado hasta lograr unas eficiencias en el uso de la energía solar y el consumo de agua que es muy difícil mejorar. Podemos mejorar las cosechas y la productividad del agua, pero la eficiencia fotosintética es, en buena medida, un factor fijo. Una persona necesita indirectamente una gran cantidad de agua para vivir simplemente porque la vida vegetal de la que depende su alimentación así lo requiere. Analizando cómo se puede alimentar una persona de manera saludable, se llega a una cifra verdaderamente llamativa: casi 1,5 millones de litros al año.


¿QUÉ ES EL AGUA VIRTUAL? El agua virtual es un concepto acuñado por el geógrafo Anthony J. Allan para explicar cómo el comercio mundial de algunos alimentos y productos agrícolas permite trasladar a lo largo del planeta grandes cantidades de agua. El agua virtual es el agua necesaria para producir un producto, desde la obtención de las materias primas hasta que es consumido. Un ejemplo sirve para ilustrar el concepto. 1 kg de trigo exige un consumo de agua de 1000 litros. Este factor de conversión, 1000 kilos de agua = 1 kg de trigo, explica que hagan falta 1,5 millones de litros de agua por persona y año para que pueda alimentarse saludablemente. Cuando España importa una tonelada de trigo de

Gran Bretaña, está importando de manera virtual un millón de litros de agua. Esa tonelada de trigo descargada en un puerto español puede tener un coste de 220 euros, que resultan del precio de compra y el transporte (unos 15 €/tn). España es un país que dedica el 25% de sus usos renovables a la producción agrícola. Una forma barata de ‘producir agua’ es importándola incorporada en los productos básicos que menor precio y mayor agua virtual tienen, por ejemplo, los cereales y los piensos para el ganado (soja y sus derivados). Se trata de materias primas de bajo coste unitario, fáciles de transportar y con enormes cantidades de agua incorporadas.

Diez veces más de lo que necesita una persona para llevar una vida digna en un país industrializado. Por tanto, aproximadamente el 70%80% del consumo de agua o “huella hídrica” de una persona está asociada exclusivamente a su alimentación.

de importaciones masivas de materias primas para poder alimentarse. España es un país intermedio: tiene una densidad relativamente baja, y recursos hídricos per cápita medios en el contexto europeo. Sin embargo, es un país mediterráneo donde el mayor volumen disponible se destina al regadío. Su carácter mediterráneo - “siempre llueve mal”, se suele decirse ha combatido con infraestructuras hidráulicas, gestión y tecnologías. Si Londres necesita capacidad de almacenamiento de agua de 3 meses de consumo para asegurar el abastecimiento, Madrid dispone de almacenamiento para 2 años.

Algunos de los países más ricos del mundo, como Japón, Alemania, Singapur o el Reino Unido no disponen de suficiente tierra apta para la producción agrícola ni agua suficiente para alimentar a sus habitantes: son países de alta densidad de población y fuertemente dependientes del comercio internacional. Otros, más pobres, con baja densidad de población pero aridez extrema, como Argelia, México o Egipto, claramente precisan

Los españoles, al hacernos más ricos, valoramos cada vez más las

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amenidades ambientales y la riqueza que nos ofrece el paisaje, los ríos, los lagos, los humedales, o los deltas: sus activos naturales. El progreso nos ha hecho sensibles a los problemas ambientales asociados al desarrollo y, a la vez, nos vemos cada vez más afectados por la destrucción irreversible de parajes y ecosistemas singulares. Queremos revertir el deterioro ambiental que nuestro desarrollo económico ha producido. Y hemos de hacerlo con una perspectiva de largo plazo, sabiendo como país adónde queremos ir en materia de agua, sociedad y naturaleza. VIVIR CON MENOS AGUA Hay tres condiciones de contorno que debemos tener en cuenta a la hora de diseñar la estrategia-país del agua en España. La primera es la que se deriva del cambio global. Por su situación geográfica es probable que la península Ibérica sufra de manera

Cuando España importa una tonelada de trigo de Gran Bretaña está importando de manera virtual un millón de litros de agua.

acentuada las consecuencias del cambio climático. Todos los modelos y resultados científicos apuntan que las precipitaciones pueden disminuir por término medio y aumentar su variabilidad. Al contrario que en otros países de las grandes llanuras europeas, Alemania, Holanda, Bélgica, Polonia o Francia, aunque las precipitaciones en España no cambiaran, aumentará el agua que se evapora y consumen las plantas y habrá menos escorrentía, debido al calentamiento global. Por lo tanto, España debe ir aprendiendo a vivir con menos agua. La segunda condición de contorno es el envejecimiento de la población. Lo que conlleva cambios importantes en las necesidades sanitarias, en la alimentación de la población y en el estilo de vida. Es probable que la huella hídrica del ciudadano medio vaya disminuyendo. La tercera se configura en las mejoras tecnológicas que se están logrando en todos los dominios de la técnica. La eficiencia en desalación o depuración de aguas ha mejorado a ritmos superiores al 2% anual. La productividad agraria lo ha hecho a tasas anuales del 1,5%. Ello quiere decir que cualquier prospectiva que hagamos hoy sobre el futuro debe tener en cuenta que vamos a necesitar menos agua para alimentarnos, para hacer funcionar los aeropuertos y las oficinas, servir a los hogares y mantener los parques y jardines. Sin embargo, pese a estas mejoras técnicas que España y todos los países están logrando, nuestro país no evitará


tener que resolver el doble reto de afrontar un clima más desfavorable y re-equilibrar el binomio economíaconservación. Y es en este punto en el que el comercio agrario puede proporcionar la solución más sencilla y viable. Se requiere para ello un cambio de perspectiva, una ampliación de las condiciones generales para abarcar la globalidad. El nuevo concepto de ‘agua virtual’ acuñado por el geógrafo británico, Anthony J. Allan, nos permite situar la escasez de las naciones en el ámbito de lo global. El Observatorio del Agua de la Fundación Botín ha calculado que

España importa en un año más agua virtual en materias primas agrarias de la que consumen todos sus sectores, incluido el agrícola (Gráfico 1). Nuestra agricultura y nuestra alimentación se han globalizado de una forma que nos suele pasar inadvertida. Al comer un pollo asado, estamos indirectamente comiendo soja producida en Brasil o Argentina. La barra de pan se hace con trigo de las campiñas inglesas, si bien la pasta que se comen los británicos se hace con trigo andaluz o italiano. Por cerrar el ciclo: España es un país con un saldo neto exportador de su industria cárnica de 1.600 millones de euros. Esta fuerte posición exportadora sólo es posible porque podemos importar cereales y piensos a nuestros

Gráfico 1. Comercio de agua virtual de España (en millones de metros cúbicos) 40.000 35.000

VW (Mm3)

30.000 25.000 20.000 15.000 10.000 5.000

Agua virtual importada (Mm3) Agua virtual Exportada (Mm3)

Fuente: Observatorio del Agua de la Fundación Botín (Daniel Chico, 2011)

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socios comunitarios y comerciales en cantidades que rondan las 13 millones de toneladas al año. AUTORREGULACIÓN DEL AGUA El Observatorio del Agua de la Fundación Botín ha comprobado también que cuando España sufre un año seco, y sus rendimientos de cereales se resienten, aumentamos las importaciones de estos productos. El comercio agrario es el mecanismo más eficaz, potente y silencioso para combatir los efectos económicos de una sequía. Se pone en funcionamiento de manera automática, sin que nadie deba decir: ‘hay sequía, importemos más cereales’. El comercio agrario, las importaciones

Por su situación geográfica es probable que la península Ibérica sufra de manera acentuada las consecuencias del cambio climático.

principalmente, es el vehículo mediante el cual España puede seguir exportando los productos agrarios en los que es más competitiva. Basta suplir las bajadas de producción con importaciones y reasignar el agua escasa a los usos social y económicamente más rentables. Pensemos en los retos de la estrategiapaís de España para el agua. Es posible concluir que hay muchas razones para el optimismo. En primer lugar, porque España es el segundo país de la UE después de Alemania en desarrollo y aplicación de tecnologías del agua, con empresas punteras en todos los terrenos, desde la desalación, las piscinas, hasta los riegos y la industria. En segundo lugar, porque tenemos un 50% de los usos del agua para el regadío dedicados a producciones de bajo valor económico. Este 50% equivale a dos veces el consumo empleado en el abastecimiento a ciudades e industrias. Disminuir este consumo de bajo valor tendría un impacto económico mínimo, y con los recursos sobrantes se podrían potenciar otros usos, incluida la conservación de la naturaleza. Es cierto que estos productos de bajo valor son inputs esenciales para la industria agroalimentaria y el sustento de muchas comarcas rurales españolas, especialmente de Aragón, las dos Castillas, Extremadura y Andalucía. Por tanto, es preciso asegurar una adaptación gradual y sensible a los problemas que una transformación abrupta puede causar en ese tejido rural. Además, el país debe contar con sistemas de abastecimiento de estas


LA CIFRA CLAVE Un español consume 200 litros de agua a diario de forma directa y consume 4.000 litros de agua de forma indirecta. ¿Por qué tanta diferencia? Porque el consumo más importante de agua lo genera la producción de alimentos. Una taza de café requiere 140 litros de agua, son los necesarios para el cultivo, la producción y el empaquetado. Medio kilo de queso requiere 2.500

litros. En los 3.800 litros de agua que consumimos de forma indirecta durante un día está todo el potencial de una nueva política del agua. El comercio agrario, junto a la racionalización de los usos del agua dedicados al regadío de baja productividad, es el mecanismo más eficaz, potente y silencioso que existe para combatir los efectos económicos de la sequía.

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materias primas básicas, cereales y piensos, seguras y absolutamente confiables. El objetivo de asegurar la alimentación de la población no está en discusión. Por tanto, para la estrategia-país de España es precisa una estrategia comercial y geopolítica de igual o mayor confiabilidad como la que tenemos para las fuentes de energía. España debe contribuir en la medida que pueda a que el marco de regulación del comercio agrario que se acuerde en la Ronda de Doha de la

Organización Mundial de Comercio proporcione seguridad, confiabilidad y genere precios que se consideren justos por todos los socios comerciales. Desde esta nueva perspectiva, la mayoría de los problemas del agua que creemos sufrir en España, muchos de ellos de fuerte calado emocional y causantes de no pocos conflictos territoriales, pueden reconducirse y plantearse en términos menos antagónicos.

Cuadro 1. Huella hídrica de determinados productos PRODUCTO

Huella Hídrica (litros)

Filete de carne de vacuno (300 g.)

4650

Queso (500 g.)

2500

Arroz (500 g.)

1700

Trigo (500 g.)

650

Refresco (envase de 1/2 litro)

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Fuente: Water footprint Network (http://www.waterfootprint.org)


¿QUIÉN ES EL AUTOR? Alberto Garrido Colmenero es catedrático de la Universidad Politécnica de Madrid y subdirector del Observatorio del Agua de la Fundación Botín. Doctor Ingeniero Agrónomo, Master en Economía Agraria y Recursos Naturales en la Universidad de California, universidad en la que también ha sido profesor visitante. Investigador asociado de la University of South Australia, ha realizado traba-

jos de consultoría y asesoramiento para la OCDE, Comisión Europea, FAO, Gobierno de España y de diferentes Comunidades Autónomas. Su área de investigación está centrada en el análisis económico de la gestión de los recursos hídricos. Dirige desde 2010 el CEIGRAM, un centro de I+D de la UPM, dedicado a la gestión y análisis de riesgos agrarios y medioambientales.

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