CONECTÉMONOS CON EL ARTE. ANTOLOGIA. ARICA, CHILE 2021.

CONECTÉMONOS CON EL ARTE

ANTOLOGÍA

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Conectémonos con el Arte.

Antología Fundación Arte Amaru Arica, Chile Financiamiento MINCAP, Rex. N° 479 del 17.11.2020.

Año publicación 2021 Página |2

Conectémonos con el Arte.

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Presentación.

En el marco del proyecto CONECTÉMONOS CON EL ARTE. Talleres y actividades culturales regionales, presentamos esta antología en formato digital, financiada por el Ministerio de las Culturas, las Artes y el Patrimonio.

Son obras inéditas de diez escritores y diez ilustraciones realizadas por Enrico Cioffi, artista visual; todos creadores destacados en la región de Arica y Parinacota.

Las obras corresponden a distintos géneros literarios: poesía, cuentos y ensayo que representan en este micro espacio, la diversidad cultural de esta tierra, puerta norte de Chile.

Fundación Arte Amaru

Arica, enero de 2021.

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Ilustración 1. BooM. 21 x 29 cm Técnica Gouache Página |6

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CONCHA A., DAVID.

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Nuestra agricultura.

Todo se inicia con un dibujo de la zona y las coordenadas de cada uno de los artefactos.

Luego, una cuadrilla de conscriptos cava las zanjas.

Allí comienza la agricultura militar: Se van sembrando filas de explosivos

A veces en forma de trébol: cuatro minas antipersonales rodean una mina antitanque.

A veces en forma de flor: cinco minas antipersonales rodean una mina antitanque.

El trabajo está terminado cuando un soldado retira los seguros y los cubre con tierra.

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Dolores fantasma “Existe un mutilado, no de un combate sino de un abrazo, no de la guerra sino de la paz” César Vallejo

Mi pierna ya no estaba conmigo

Los médicos dicen que es por el fantasma que queda ahí.

había dejado de ser parte de mí.

En el hospital soñaba una y otra vez con la explosión El artefacto que pisé me la arrancó

despertaba en mitad de la noche gritando.

cobardemente a traición

sin advertencia alguna.

Los demás enfermos que estaban en la habitación

Supe que me habían cortado la pierna

se acercaban a mí y me rodeaban.

cuando un día entraron a mi pieza mis padres con el doctor

Uno me tomaba la mano.

tenían una expresión distinta en el rostro

Otro me acariciaba la cara.

no hallaban qué decir

Recuerdo que había un tercero que me cantaba.

A veces me pasa que siento que tengo pierna.

Así es como se une la gente en el dolor.

Me duele. Me pica.

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Ropa americana.

Un taxi envuelto en llamas en mitad del desierto. Minutos atrás, este era un taxi cargado con fardos de ropa americana. El chofer conducía a toda velocidad atravesando esta larga pampa / que es casi lo mismo que decir / carreteras / asfalto partido por el sol /un rincón árido de la nada. Con el instinto de un animal nocturno se internaba en la impunidad de la noche. Su oficio de sobrevivencia ha consistido por años en ir y venir una y otra vez de uno y otro lado de las fronteras. Limites que para él no significan nada / más que la continuidad de un mismo paisaje ocre.

Victorio Perlacios es un héroe motorizado que cruza a toda velocidad el desierto llevando la gloria de la ropa importada a manos de sus compatriotas. Peruanos como él que sueñan con calzarse unos jeans americanos. Fardos de segunda a los que suelen sacarle buen precio las cholitas que se encargan de revenderlos. Ropa de segunda, de tercera, de cuarta, qué importa. Victorio Perlacios en esta parte del trayecto baja la velocidad y apaga las luces del carro. Calcula en su mente el botín considerando el cambio de pesos chilenos a soles. Avanza por un paso no habilitado / tantas veces ha hecho este mismo recorrido / una y otra vez / una y otra vez / de uno y otro lado de las fronteras. Sin dejar nunca de sentir esa inyección de adrenalina en las pupilas. Busca fuego en la guantera, enciende un cigarro / la llama / el oxígeno / la combustión / la brasa / la ceniza / iluminan ese instante previo en que el coche se desvía / levemente / hacia una mina antitanque. / ¿Por qué dejas solos a tus hijos, Victorio?/ ¿Por qué me dejas sola? / grita la viuda en su funeral /llora sobre su ataúd / mientras en mitad de gritos anti chilenos / llueven flores.

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Ilustración 2. El deseo del perro.

29 x 21 cm Técnica Gouache.

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GUERRERO G., ALFREDO.

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Sentencia.

(Convención Global Animal)

Los afectados se reunieron en el bosque de la isla solitaria. Había llegado la hora de hacer justicia, no sólo por las especies exterminadas, sino estaba en peligro la continuidad de la vida en el planeta y había que tomar drásticas medidas.

El Rey de la Selva, con un potente bramido. Logró el silencio deseado, para dar la bienvenida a los asistentes a esta “Convención Global de Animales”. Enseguida exclamó indignado la desfachatez de esta especie inconsciente que le ha faltado el respeto a la Madre Naturaleza.

El Elefante con su memoria extraordinaria, recordó las miles de especies extinguidas por la vanidad y soberbia del Homos Sapies, él que en un momento decidió apartarse de la comunidad animal para “Florecer y Desarrollarse”.

El Oso Polar sentenció que el cambio climático era responsabilidad del imputado, cuya ambición no tenía límites.

El Búfalo derramó lágrimas al recordar los millones de su especie asesinados por dinero y diversión del incriminado, él que les disparaba montado desde el caballo de hierro sin siquiera detenerse, sólo por sobrellevar el aburrimiento.

El Panda advirtió que pronto ya no quedarían árboles donde alimentarse y que ellos serían los primeros en morir de inanición.

El Tiburón advirtió que los mares estaban contaminados de desechos y manchas de petróleo, provocando la varazón de miles de especies marinas.

La Ballena lamentó no poder comunicarse con sus congéneres por el continuo paso de barcos, lanchas y múltiples buques de guerra.

El Águila y el Cóndor se declararon en peligro de extinción, comentando el riesgo de volar cerca de aeropuertos y la escasa visualidad por culpa de la contaminación.

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Las demás aves advirtieron que las lluvias ácidas, sería la exterminación no solo de la vida animal sino también vegetal.

El Ratón testificó los aterradores experimentos y sufrimientos que han sido sometidos por siglos en laboratorios, con una indolencia de los científicos que no tiene nombre.

El Cocodrilo indignado señaló la brutalidad humana, manteniendo criaderos de su especie y caimanes, para luego asesinarlos y extraerles la piel con la finalidad de confeccionar correas, zapatos, carteras y carne para hamburguesas.

Su indolencia es tal de esta especie, que se atreven a burlarse de las “Lágrimas de Cocodrilo”.

La Barata expresó que le era indiferente la determinación que se tomara, señalando que su especie sería la última en extinguirse.

La Cigüeña hizo su mea culpa, argumentando que ella no era responsable del sobre poblamiento de los humanos.

EL Delfín reflexionó: Todos estamos de acuerdo que para salvar la vida en el planeta, hay que sacrificar a esta especie que es capaz de destruirse entre ellos mismo, creando espantosas armas de guerra que destruyen toda clase de vida a su alrededor.

El Chimpancé exclamó que no era posible exterminar al humano, por el poder exterminador que poseía. El sólo intentarlo, seríamos aniquilados o enjaulados para diversión de las crías humanas.

La Suricata, parándose en dos patas y mirando a los cuatro puntos cardinales, dijo: “No veo la luz al final del túnel”, sentenciando que si no exterminamos a esta especie inconsciente, tarde o temprano, todos los animales seremos extinguidos.

La Hiena, irrumpió con una carcajada y con la risa reflejada en su hocico, preguntó irónicamente ¿Y quién le pondrá el cascabel al Gato?

El Gato se engrifó, sin poder discernir si la pregunta de la Hiena era un halago o un agravio.

El Perro, que se había mantenido en silencio a causa de las miradas descalificadoras de los asistentes, por la fidelidad a su amo, “como el mejor amigo del hombre”, pidió la palabra diciendo: No podemos castigar a todos los humanos por haber desoído la carta del Jefe, Piel Roja Seattle, enviada al presidente de Estados Unidos en 1854.

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Yo los conozco bien. Hay humanos que estarán dispuestos a vivir como lo hicieron a través de los siglos las comunidades indígenas: “Respetando la Naturaleza”. Sólo pido una segunda oportunidad para la humanidad que esté dispuesta a vivir en armonía con el Medio Ambiente.

El Rey León, que presidía la Convención, comentó que la Hiena estaba equivocada. Dijo: Hay una especie que podría enfrentar al humano y pidiéndole a los árboles apartar su follaje para dejar pasar la luz. En ese instante se apreció un claro en el bosque y sobre un pequeño tronco iluminado por el Astro Rey, presentó al único ser creado por el hombre, que paradójicamente lo podría exterminar, ofreciéndole la palabra para presentarse.

Dijo: Aunque soy una especie artificial y fui creado genética mente como experimento para vivir sólo quince días, podemos con mis congéneres castigar esta especie delictiva. Uno de nosotros, ya se está incubando en la garganta del científico que nos creó ¡Sólo denos la oportunidad!

La Pachamama, se disculpó por haber permitido que esta especie inconsciente y soberbia se hubiese desarrollado sobrepasando los límites de la ética. Iracunda, exclamó que ella ha sobrevivido a todos los climas fríos y calientes.

Que ha vivido con y sin Dinosaurios y que podrá seguir viviendo sin humanos. Agregando: “Me hace falta tener un largo y buen descanso”.

Luego de unos minutos de profundo silencio, se dictó Sentencia: “En nombre del planeta Tierra, se autoriza a la Especie: “Covid-19”, para aniquilar al humano y salvar la vida de los animales…Respetando la petición del Perro”.

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Ilustración 3. Chile Lindo.

21 x 29 cm.

Técnica gouache.

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LABBÉ G., ANA.

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Homenaje a Chile.

Septiembre, cumpleaños de Chile,

Las mutaciones son impresionantes:

La tierra donde conocimos la luz.

Ahora nos saludan varias ciudades,

Merece el más sentido homenaje.

Chañaral, Copiapó y Vallenar.

Cierro los ojos; veo tu paisaje.

Se divisan cordones transversales.

De norte a sur, de cordillera a mar

La cordillera de pronto, se enverdece

Se despliega un sutil cortinaje,

Cruzamos ríos con más caudales,

Doy comienzo a mi travesía:

Diviso algunos animales:

Y surgen, en el desierto, arenales;

Vizcachas, parinas y cernícalos;

Colinas azules a la distancia,

La región cuenta con minerales,

Un sol inclemente sobre salares.

un tercio de gentes son rurales

No hay vestigios de vida humana, Hay sembradíos y árboles frutales.

El viento mece los tamarugales.

Encontramos “el desierto florido”

Al anochecer, el frío intenso Porque se cuenta con lluvias invernales.

en el cielo hay estrellas brillantes.

Al detenernos muchos comerciantes

Mientras avanzo, cambia el panorama:

nos ofrecen productos de la zona.

De repente, emergen los valles

Revolotean unas cuantas aves

La luz verde flota sobre el sembrado

Veo seres vivos en los poblados:

Quedó atrás el extenso Norte grande.

Labriegos, ganados caprinos.

Hay que asimilar otro escenario P á g i n a | 21

Al correr de las horas surgen los valles

Aparece la Cordillera de la Costa

con su luz verde y sus sembrados

Con sus típicos nublados matinales

Ríos cantarinos y aves fugaces, Sobre Viña del mar y Limache. en las cercanías unos cuantos poblados; pronto se suceden unas ciudades:

Quillota, Olmué, Quilpué

Taltal, Caldera y Chañaral

Bellas estas turísticas ciudades

Vallenar, Copiapó y sus centros minerales.

Son atractivas para el descanso

En los cerros se aprecia vegetación Y acogen a los visitantes.

La Serena, Coquimbo, grandes ciudades Es la cuarta de las regiones

Frente a ellas, las isla de Rapa-Nui

Sus flores, hortalizas y lagares,

Y el archipiélago de Juan Fernández.

Gabriela nos contó con detalles.

Retornamos el curso de nuestro viaje

Cercana y plácida la ciudad de Ovalle.

Y cruzamos a la región metropolitana

El bus sigue por la carretera Olvidamos las nortinas ciudades;

Y con sus provincias de Santiago y Talagante

Solo diremos que hacia la costa

Chacabuco, Cordillera, Maipo, Melipilla

Se hallan los litorales

Que tiene más de ocho millones de habitantes.

Con Valparaíso y también los Andes.

Entre Chacabuco y Rancagua El rio Mapocho, afluente del Maipo viene bajando de los Andes.

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Atraviesa las ciudades con sus caudales

Seguimos a Rengo, San Fernando

Y satisface los requerimientos

Curicó y luego a la zona del Maule.

De la urbe, el agro y la industria.

Con una altura media, la cordillera

Dan sombras a raudales

De la Costa con suaves lomajes

el peumo, el boldo y el espino.

Su clima es templado y agradable,

Otros centros urbanos importantes

Nos encontramos con el Mataquito y

Son Chacabuco y Melipilla

El Maule, con un caudal abundante,

Pululan industrias en las actividades

Riegan especies como el olivillo,

económicas que activan el comercio,

El radal, el maitén y arrayanes.

cuenta con un yacimiento de cobre,

Cruzamos por las ciudades de Curicó,

han surgido varias universidades

Talca, Cauquenes, Linares,

museos y centros culturales.

Nos acercamos a la octava región,

La casa de gobierno: La Moneda

De grandes bellezas naturales:

Y las instituciones judiciales.

Aquí, las lluvias son más intensas

Yendo al sur, ya estamos en Rancagua

Contribuyen al cultivo de cereales

Gran cultivo de flores y frutales,

De grandes bosques y araucarias.

En la región de O’higgins, el libertador.

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Ilustración 4. TinKus. 21 x 29 cm.

Técnica gouache.

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MALDONADO S., JOSÉ

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Tierra de Tinkus.

Indiano Lovera

Fines de noviembre, y el sonido de las míticas tarkas aymaras y las poderosas bandas de bronce por diversas canchas y escuelas de Arica, invitan a los ensayos para el Carnaval Andino. El llamado de la Pacha es desatado a plenitud desde aquellos lugares de comunión entre los clanes indígenas: tinkus, morenada, tobas y caporales; las tarkeadas, el salay; toda la indianidad preparando sus mejores pasos para aquellos tres días de música, trajes multicolores, la fuerza telúrica de los Andes; la cultura indígena instalada en pleno centro de una ciudad orgullosa de sus raíces originarias, challando por amor a la Pacha para luego dejar olvidadas las cientos de latas de cebada fermentada. Para otros hijos de esta tierra, como Calisto Mamani, era el comienzo del “lanzayo”: ensayos con lanzamiento para carretear y beber como caballo, conocer una minita, jotear de lo lindo entre las hermosas vicuñas del grupo y ver qué pasa. Con un par de Carnavales en el cuerpo, Calisto era especialista en recibir a los nuevos integrantes, sobre todo si de féminas se trataba, no escatimando en generosidad para ir a buscar o dejar en su colectivo a cualquier incauta que le aguantara la movida. Un amigo lo invitó y del grupo de tinkus nunca más se fue, destacando más por empeño que por destreza, de hecho bailaba al medio del grupo, camuflado estratégicamente por los guías como para no desentonar al bloque. Guías que todos los años prometían dejar la primera fila para renovar mando, pero que mágicamente comenzando los ensayos olvidaban sus promesas para volver a figurar delante de la tropa, desprestigiando candidatos, lloriqueando ante los dirigentes, amenazando con cambiarse de grupo, y toda la parafernalia carnavalística que los apernaba casi como si sus vidas dependiera de ello, y aquellos tres días guiando compensara la pobreza de sus almas vacías, llenas de una vanidad que les duraba el año entero. Calisto también había sido testigo de aquellas verdaderas guerrillas para elegir a la ñusta o reina de la comparsa: desde la compra de votos a las cobradas de sentimiento, por amistad, familiaridad, vecindad; desde la sacada en cara por la antigüedad a los P á g i n a | 27

cuestionamientos de méritos y real belleza para merecer ser ñusta, lo que al final quedaba en familia. Que decir de la función de algunos dirigentes, verdaderos malversadores de fondos cobrando el doble o el triple por los trajes de segunda mano, más otro asalto a mano armada por la banda de bronce. Todo esto por “amor a la cultura, a la danza, a la fraternidad”, convirtiendo la cobrada del traje en el negocio del año, sobre todo cuando algunos más astutos pasaban sacos y sacos de atuendos por caminos no habilitados de la frontera chilena-boliviana, incluyendo algunas bolsas bien ocultas y de dudosa catalogación entre las sagradas ropas del baile.

Challados los trajes, bautizados los integrantes nuevos con alcohol casi hasta el borde del coma etílico, y con la consigna de que un tinku vale por diez caporales, Calisto se fue con un amigo a carretear en un recorrido por las shoperías del centro, desde el recóndito “Bahía” al popular “San Fernando” con sus colombianas de caderas mágicas, hasta pasar por uno de los pocos “Anaconda” que van quedando y rematar en el clásico “La picá del Chino”, único bar ariqueño que prepara “terremotos” y “réplicas” todo el año. “Tiene que haber sido ahí donde se me perdió el traje”, pensó.

Por ahí recordó que compartieron con Don Carlos, el dueño, conversando sobre ritualidad y sentimiento andino al vestirse de tinku, dando la lata sobre las miles de partes que conforman el atuendo: chalinas, faja, ojotas, chaqueta y pantalón o vestido de bayeta, con los bordados dorados de cerros y flores; la montera guerrera de cuero imitando al casco español de los invasores, las plumas de suri. Toda la sangre, toda la historia y ancestralidad en aquellas telas arrendadas y que el muy estúpido de Calisto había olvidado quien sabe dónde, a un día de comenzar el evento multitudinario, chiche del alcalde de turno para recortar uno que otro fondo y promocionar gentilmente su reelección, en honor a su “compromiso con la cultura”, principalmente.

Resignado a no poder bailar en el Carnaval y tener que pagar una millonada por el traje perdido, norma instituida en la comparsa como castigo ejemplar, dando por perdidas la invitaciones a Oruro, San Miguel de Azapa y otros pasacalles, grande fue la sorpresa de Calisto al encontrar a Don Carlos de “La picá del Chino” bailando con su traje, arremangado de pantalón y chaqueta porque al viejo le quedaba volando, llevando con prestancia una wiphala como P á g i n a | 28

estandarte de la agrupación y con una cara de chicha que te la encargo. Ahí mismo se le paró la pluma al dueño legítimo del atuendo, desafiando a un combate de tinku al veterano que fue celebrado por todo el bloque, rodeando a los contendores para que se desatara la sangre y rendir culto a la Pachamama. Entre el cascazo de Don Carlos y la caña latente de Calisto, este último rodó por la Avenida San Martín para el deleite de bailarines y el público, pasando luego por encima del averiado colectivero que ya interrumpía el paso tres. “Tanto color le poní” y “mañana te lo paso”, fue lo último que alcanzó a escuchar el tinku, divagando en que habían ganado un bailarín más para el grupo con el entusiasmo del dueño de la “Picá”, y en lo personal para Calisto, había ganado más que un amigo, un hermano de sangre.

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Ilustración 5. No lo veo.

21 x 29 cm Técnica gouache.

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MARDONES M, PATRICIA

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Aventuras de Polifemo.

El escándalo se produjo cuando la Rita Veja comenzó a chillar despavorida. Doña Mati, el Calato y yo fuimos a verla y estaba con el pelo blanco todo revuelto, sentada en la cama y con los ojos desorbitados. “¿Qué pasa, Ritita?, preguntó doña Mati, con las mechas también desordenadas y un crucifijo en la mano. La Rita Vieja no contestaba y hacía como si se ahogaba y doña Mati tuvo que traerle agua, dejando la cruz sobre la cama. Entonces, la Rita vieja la apretó sobre su pecho y poco a poco se fue tranquilizando hasta que pudo hablar. “Mati, llama a la Sara. No me quedaré toda la noche luchando con los duendes. Casi me matan.” Doña Mati frunció el ceño y conectó el teléfono.

Sacó una libreta de hojas amarillentas, se puso los lentes y marcó lentamente.

Mientras se vestían, aproveché de ir a la cocina a comer un poco para no tener hambre durante el viaje y oí que la Rita vieja decía que un duende estaba encima de ella y la quería calcinar con sus ojos rojos, que ella no podía moverse porque otros le tenían las manos aplastadas y que lo peor de todo era el olor que no la dejaba respirar y que por eso todavía estaba ahogada. Doña Mati le ofrecía un té de hierbas y ella preguntaba si la Sara iba a venir a buscarla al tiro porque si no, se quedaría el resto de la noche sentada ahí y que la Mati no la dejara sola. Entonces, la pobre doña Mati le dijo que ella ya se había acostumbrado y que los duendes no hacían nada y que le parecía muy raro porque ella siempre los veía, pero que eran inofensivos. La Rita Vieja tomó su cartera y sacó un cigarro. Lo encendió y haciendo un círculo de humo, le recomendó que trajera al Padre Fico para que le bendijera la casa y que hasta que eso no sucediera, ella no vendría más a visitarla. Que si ahora quería, se fuera con ella a Arica. Para tranquilizarla, la Mati dijo que bueno, y el Calato puso cara de pena, pero cuando todo se iluminó con las potentes luces de las terrano del equipo de la Sara, supe que la Mati era más porfiada que la Rita Vieja porque hizo como que no había pasado nada e invitó a todo el mundo a pasar a tomar un café. La Rita Vieja la miró con rencor, el Calato suspiró porque su dueña ya no iba a la ciudad y los operativos inundaron la casona como si fuera de ellos. La Ester pasó derecho al dormitorio y con linterna en mano, miró todo como buscando algo. El Patricio Alejandro, con sus ojos gigantes y fijos, miraba a la Rita vieja como queriendo adivinar. La Alicia dijo que iría al patio con la Ester a revisar un poco y la Sara se sentó aliviada a tomar el café y encendió un mentolado. Finalmente, hizo la pregunta: ¿por qué nunca me avisas cuando sales, mamá?

Nadie contestó a su pregunta, todos volvieron de sus inspecciones de rigor y la Mati se veía tan contenta con tanta visita que decidió calentar sopaipillas y todo el mundo comenzó a hablar de otras cosas. Hasta que la Rita Vieja dijo que casi la matan los duendes y se hizo un silencio largo y pesado. La Sara encendió otro mentolado y preguntó P á g i n a | 33

a su mamá si se quería ir o quería que se quedaran todos allí acompañando a la Mati hasta que amaneciera. La Rita Vieja contestó que lo segundo, que total ya faltaba poco y el Patricio Alejandro dijo que iría a mirar el patio. Al pasar por mi lado, dijo “acompáñame, Polifemo” y salimos al frío de la noche.

Cuando llegamos al fondo donde estaba el olivo, se quedó mirando el cerro y me dijo que esa era una zona arqueológica, que había momias y que, lamentablemente, todo se veía muy seco. Que faltaban algunas plantas y que estaría muy bien que se plantara allí algunos chuvés porque eran las plantas simbólicas de la zona. Me quedé tieso. “¿Qué pasa, Polifemo?”, dijo. “¿Acaso no te habías dado cuenta que yo entiendo lo que te preocupa? Sólo tú sabrás este secreto: veo el aura, soy telépata y puedo entender lo que la gente y los animales piensan. Así es que mañana mismo traeré chuvés, los plantaremos y los duendes podrán estar sanos”.

No podía creerlo. El tipo siempre me cayó bien, pero ahora lo admiraba. Quién lo hubiera imaginado. Un adivino en el equipo de la Sara. Y ella nunca lo sabría. Yo tenía la primicia del secreto. Le ronroneé agradecido y nunca más le haría pipí en el parabrisas de su camioneta, ni menos en el de su deportivo.

Cuando regresamos al salón, todos estaban conversando muy animadamente y nadie vio al duende que estaba en la ventana y me sonreía. Tampoco, nadie se percató cuando me hizo señas con la manito engarruñada y desapareció. Sólo el Patricio Alejandro lo vio porque me sonrió y guiñó un ojo. La Rita vieja estaba contando lo de los duendes y todos la interrumpían para aclararle que había sido una pesadilla. Entonces ella se enojó y protestó que la juventud actual es limitada y que hasta que vivan las experiencias, no van a entender a sus mayores y que ella también había visto duendes en Bolivia, en el Sur de Chile y en Egipto y todos se tuvieron que callar. Después dijo que también había visto al colocolo en Vallenar y que su abuela que en paz descanse, nunca le creyó; que eso pasa porque la gente siempre parte de cosas planas y superficiales; que eso se debe a la pérdida de la inocencia, y no se puede ver cosas que pasan; que cuando no se entiende algo dice que es leyenda y que , finalmente, todo es culpa de los antropólogos que inventan palabras para nombrar hechos que no siempre entienden y que la cuestión cultural está muy mal entendida en Chile. Que por eso admira a países como Bolivia, Perú y Ecuador que cuidan sus creencias y que hasta cuándo vamos a seguir nombrando la realidad de acá con palabras y conceptos de otros continentes.

Todos escuchaban sin atreverse a contradecirla, hasta que la Sara dijo que cualquiera tiene derecho a creer lo que quiera, pero que de duendes, no hay evidencias y eso es lo único que cuenta. ¡Pobre Sara! Su madre la quedó mirando burlesca y preguntó: “¿Sabían ustedes que esta niñita se salía al patio a medianoche para ver un fantasma de una novia cuando era chica? ¿Qué una vez le dio pulmonía por esa gracia y que tuvimos que llevar dos veces al Padre Renato para que la bendijera? Y ahora tan incrédula. No sé qué le pasa a la gente cuando va tanto a la universidad y trabaja en eso tan raro que hacen ustedes...Porque para ustedes todo debe ser una evidencia. Díganme: ¿qué evidencia tiene alguno de ustedes para negar lo que a mí me sucedió esta noche?” Todos bajaron la vista y el Patricio Alejandro P á g i n a | 34

los sorprendió cuando dijo con esa voz elegante que tiene: “Ninguna, pues, señora Rita. Ninguna evidencia. Usted tiene razón. Nadie tiene ninguna prueba que contradiga lo que usted nos cuenta. Y para que usted sepa, Polifemo y yo le creemos.”

“Mientras ustedes intercambian experiencias extrasensoriales, yo me voy a fumar al patio”, dijo la Sara y salió rauda seguida de la Ester. La Rita Vieja y la Mati sonrieron y la Alicia se quedó porque todavía había dos sopaipillas en el plato. Yo estaba comenzando a adormilarme cuando se sintió el portazo y vimos a las dos amigas entrar nerviosas y pálidas y dejarse caer en el sofá. “Te apuesto, Polifemo que más de alguien vio duendes esta noche”, dijo el Patricio Alejandro. “¿Quién?, preguntó la Alicia con la boca llena. “Si alguien me dice dónde hay duendes, voy y me como una docena porque tengo el diente súper largo. La jefa nos ha tenido todo el día sin comer buscando a la señora Rita.” Se produjo un ruido ensordecedor en el techo y unos chillidos que en la noche desaparecieron poco a poco. “¿Y qué fue eso?”, preguntó la glotona. “Los duendes que arrancaron de tu amenaza”, dijo a Rita Vieja y todos se rieron, menos la Sara y la Ester que seguían pálidas.

Amaneció. Doña Mati dijo que todos tenían que desayunar. El Patricio Alejandro se acomodó en el sillón y todos se quedaron dormidos. Aproveché de ir a la cocina y allí estaba también el Calato esperando su parte. Así es que me instalé con paciencia a esperar la mía.

Como los del salón siguieron durmiendo a pata suelta, nos comimos todo. Yo me acomodé a su lado y desperté con las órdenes que daba el Patricio Alejandro a tres jardineros. Cuando terminaron de plantar los chuvés cerca del cerro, les pasó unos billetes. “¿Ves, Polifemo?-me dijo el Patricio. Todo terminó bien. Se cumplió lo prometido por ambas partes. Y todo gracias a tu mediación”. No sé lo que eso significa, pero me pareció bien. Me fui contento a despertar a la Sara para que volviéramos a Arica y poder dictarle mi historia al Ambarino todo lo que había pasado esa noche espectacular.

DE TELÉPATAS. POLIFEMO. GATO ESCRITOR.

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Ilustración 6. Dónde estás Hamlet.

21 x 29 cm Técnica gouache.

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MARTÍNEZ, NANCIE VANESSA.

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Volver al otro cielo.

Náuseas la náusea Con los labios pintados vomita la muerte Carmen Berenguer

Se los llevó el viento, dijeron los que apenas sabían de la historia, otros señalaron que un carro del cielo había bajado a recogerlos. Algunos los situaron en viaje por la Amazonía boliviana, augurando un pronto retorno. Ningún rumor acerca del paradero de Ciro y Fresia se aproximaba a la verdad. Porque supe de circunstancias que explicaban la ausencia de ambos en esta ciudad de benigno clima, iré contando lo sucedido, aunque no tenga precisión en el detalle.

No sé en qué momento ellos decidieron marcharse. Quizá de día, en el tráfago de la urbe, tal vez de noche, en la mentida quietud de la oscuridad, no sé, pero puedo asegurar que ellos apostaron por la mejor opción. Pienso en la muchacha, en silencio, sujetando en un rodete sus cabellos oscuros para calzar sobre su cabeza el sombrero negro de fieltro que Ciro adquirió en las ferias de enero, bien combinado con el traje sastre asomado bajo el abrigo. Un encanto Fresia, bella, de grácil humanidad rodeada por el abrazo masculino. Él, peinado hacia atrás, cubierto con una parka verde oliva. La fotografía es fiel. No sé qué eligieron para llevarse con ellos, ni qué dejaron de lado. Sospecho precario el equipaje pero ambos, con la ilusión plena cargada en el cuerpo, dejaron la lluvia y eligieron el sol.

Recién llegados buscaron el domicilio y el amparo afectivo de Isabel, con la que Fresia trabó amistad ese verano de vacaciones. En el balneario la señora puso su toalla junto a la de ella, y brotó espontánea la conversación sin que ninguna argumentara si fue casualidad o causalidad la coincidencia física en el espacio tiempo que incentivó el retorno de la pareja. Agradecieron tanto la habitación pequeña pero acogedora donde fueron hospedados, como la sopa caliente en el comedor grande con ventanas a la calle desde las que era posible captar los troncos de ficus benjamina muy crecidos ornamentando las veredas. Se sintieron tan bien recibidos, favorecidos por el gran detalle de hallar en Isabel una señal de buena estrella, que de inmediato se instaló en ellos la sensación de amparo necesario para ir haciendo la vida en el lugar. No referían lo que habían dejado atrás. Pero estaba ahí, fijo, en la memoria de los

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dos. Fresia pertenecía a una familia de buen nivel socioeconómico. Antes de casarse con Ciro, en una ceremonia secreta, nerviosa, pero intensa en el beso largo de los novios, ella vivía con sus padres en una zona residencial. Ciro carecía de bienes, pero tenía madre, hermanos, y una vivienda en un barrio de la periferia urbana. Si ella era estudiante acomodada, él, sin más herramientas que su ímpetu había completado estudios técnicos. Buena estampa la de Ciro. Alto y fuerte, no pasaba inadvertido y el tema no lograba inquietarlo. Solo Fresia. Verse y enamorarse confirmaba la falta de precisión del angelito desnudo lanzando flechas sin detenerse a mirar a quién, sin analizar los porqués. A la deidad del Olimpo, hijo de la noche, con alitas y sobrepeso le bastó que el dardo químico hiciera su tarea en cada uno. Ambos imaginaron primero el beso para luego amarse intensamente, hasta la herida, por anverso y reverso, que así suele manifestarse, casi en estallido, la pasión.

A Ciro no le importaba ninguna otra opinión que no fuera la de ella. En ambos era categórico el querer estar juntos, nada más, y se casaron. Porque el amor es obstinado siempre, en el cielo de esa alianza irrumpieron como fuegos artificiales, despedazados en miles de chispitas de luz, todas las vencidas adversidades a su relación, para caer por inercia sobre un suelo en el que Fresia y Ciro seguían de pie, vivos. Y entonces vino el viaje, el arribo a la ciudad del sol, con el portal de brazos abiertos en la sonrisa de acogida de la señora Isabel.

La pequeña ciudad carecía de la atmósfera rancia y atemorizante de La Paz, soberbia bajo la vigilancia del Illimani. En Arica nadie los miraba con recelo. Fresia acunaba una felicidad extraña, porque en algún recodo de su corazón alojaba una pena doblada en muchas partes, y evitaba desplegarla, sobre todo frente a Ciro. Era entonces una nostalgia chiquita, como un pajarito escondido por congoja. En ella vencía siempre su placidez, manifiesta en adornar su atuendo con pañuelos de seda, remontando vuelos desde el cuello de Fresia, en rojo, o en verde, o en amarillo. Risueña y entregada al viento de la tarde, de paseo con Ciro después de su trabajo, y los domingos, caminando junto a él por la plaza principal, o por la costanera extendida al norte y al sur de la ciudad, bordeando al mar. Un día veraniego Ciro no estaba en casa y Fresia quiso preparar un postre en la cocina. Fue cuando irrumpió la adversidad por alguna grieta inadvertida. Hacía mucho calor, e instaló el ventilador, sin fijarse en el desgaste de un tramo del cable extendido sobre el piso. Al retirarlo más lejos, lo cogió por el deterioro que se le quedó adherido en la palma de la mano. El fluido eléctrico de 220 voltios la atrapó y fue doblegando su cuerpo. La hija de la señora Isabel entró en ese momento, corrió y cortó la energía del medidor general. Con una notoria quemadura oscura en su diestra, Fresia lloró su miedo al sentir muy cerca el aliento voraz de la muerte.

La vida continuó desprendiéndose de las hojitas del calendario con todo el resto de cosas que ocurren en la cotidianeidad nuestra de cada día, mientras las parcas siguen garabateando en un muro de bronce con marcadores P á g i n a | 40

board master, jugando a escribir los destinos de las personas, pero en realidad, aburridas, de vez en cuando se entretienen jugando a tres en raya. Nos hacen creer la versión primera para volverse amables a nuestra mirada, y en verdad la tragedia ya la tienen escrita en letra chica. A su tiempo entre temblores de tierra, terremotos menores y tormentas de arena provocadas por la vaguada en altura, fue que la buena de Fresia quedó esperando guagüita. Estaba feliz de abrigar por dentro la signatura de su marido, escribiendo en papelitos poemas para el bebé. Esperó hasta el día en que, de forma simultánea se rompió la fuente mientras amanecía en malva y Fresia parió una niña cuando en abril era 21.

Amamantando a su hijita, las dos una sola por relación láctea, bien arropadas, Fresia pensó en volver a La Paz. Ciro oyó en silencio el anhelo de su esposa. Quiso negarse, pero sumiso el olfato al aroma de ella, admitió viajar a la ciudad que los recibió con bajas temperaturas. Instalados, hicieron las visitas pertinentes. Al dejar la casa familiar de Fresia, la amenaza de lluvia era inminente. El taxi los dejó a cuadras del hostal. Caminaron un poco mientras el bramido ronco del ventarrón sincronizaba su furia con el aguacero pertinaz. En silencio, con la niña en brazos, Fresia y Ciro buscaron el dintel de un caserón viejo para evitar el temporal. En el hotel barato alojarían dos noches antes de partir de nuevo. Para olvidar de nuevo. Pagaron algo más por una estufa a parafina debido a la reciedumbre del frío. Los tres se metieron en una cama calientita, oyendo el golpe constante de la lluvia contra el suelo por fuera, y por dentro la otra lluvia, vacía de signos para decirla, despalabrada. Quizá los padres soñaron con bollos de pan sobre la mesa, mariposas cabalgadas con los poemas de Fresia para su niñita, y un reloj infantil con fuente de agua para abrevar gorriones. Quién sabe. A la mañana siguiente los encontraron sin vida, asfixiados por monóxido de carbono en la habitación de un hotel.

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Ilustración 7. Ola. 21 x 29 cm Técnica gouache P á g i n a | 42

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MORALES S., JOSE.

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Aurora cuentacuentos.

Eran dos hermanitos: Aurora, de ocho años de edad, y Jacinto, de cuatro. Vivían con sus padres y abuela materna en Guañacagua, pueblo vallerino del norte de Chile.

Ambos niños no conocían el mar, solo lo habían visto en revistas que su padre, don Faustino Viza, les traía de regreso de sus viajes al puerto de Arica, donde vendía el producto de la parcela familiar.

Por su parte, doña Rebeca Condori, madre de los pequeños, y doña Brunilda Caqueo, abuela materna, dedicaban algunas horas diarias a hilar vellones de sus alpacas para luego tejer primorosas prendas, que don Faustino entregaba a pedidos de tiendas ariqueñas.

- Papito, ¿cuándo nos llevarás a conocer el mar? -preguntaba de vez en cuando Aurora, y Jacinto hacía de eco con su vacilante habla de niño pequeño.

- Pronto no más… - les respondía el padre, inquieto por no poder reunir el dinero suficiente para satisfacer el gran anhelo de sus hijos, y más aún porque notaba que la ansiedad de los pequeños era mayor cada día.

Aurora y Jacinto no habían tenido el anhelado contacto directo con playas marinas, pero las imaginaban a través de cuentos y leyendas que doña Brunilda les narraba al llegar las primeras sombras de la noche. Entonces, antes de ir a dormir, era costumbre algún comentario o pregunta de Aurora y Jacinto: - Abuelita, ¿las olas no se cansan de tanto andar?

- ¿Por qué el mar se enoja a veces, abuelita?

Una mañana de invierno la anciana ya no despertó. La familia lloró con suave pero profundo pesar el viaje final de doña Brunilda.

En la misa de réquiem dijo el padre Isaías, cura del pueblo: - Nuestra querida señora Brunilda cumplió con ejemplar amor sus tareas en este mundo. Los ángeles la llevaron a la morada de Dios. Estoy seguro de que allá va a contar sus fascinantes relatos a los querubines de la corte celestial.

En el curso de los días la conformidad por la partida de la anciana pareció asentarse en la familia. Pareció no más, porque el ánimo de los niños siguió en honda pesadumbre. Les faltaba la abuela y sus cuentos crepusculares. Por supuesto que el más afectado fue Jacinto, quien, triste y cabizbajo, pasaba las últimas horas tarderas sentado en su lecho. La actitud de Jacinto alarmó a sus padres. Había que llevar al niño a Codpa, para un examen médico

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Pero Aurora ya había notado el problema, e intuyó sin demora la causa del mal, y también cómo remediarlo: - Hermanito, ¿quieres que te cuente un cuento?

Fue “santo remedio”, como dicen las comadres pueblerinas.

Fue entonces que Aurora descubrió había heredado el arte narrativo de su abuela, y le fue fácil contar al pequeño fantasías que se le iban ocurriendo en el mismo momento. Su hermanito escuchaba, arrobado, cómo el río bajaba soplando flautas desde las cumbres andinas, cómo los árboles charlaban con avecillas que vivían en sus ramajes… y vicuñas y guanacos alados jugando a las escondidas entre las nubes del cielo….

En sus cuentos Aurora imaginaba con mucho acierto cómo sería el mar, y las escenas corrían desde la inventiva de la niña a los oídos maravillados de su hermanito.

A todo esto la Municipalidad de Camarones abrió un concurso de cuentacuentos, donde los relatores debían ser niños de entre seis y diez años de edad. Cada uno dispondría de diez minutos para narrar un suceso imaginario no conocido por la comunidad.

- Inscriban a Aurorita en el concurso, se está destacando como buena relatora – sugirió la maestra de la escuela a los padres de la niña. Así lo hicieron.

Durante los tres días anteriores al evento la familia notó a la niña silenciosa, pensativa.

- Está inventando cuentos… – dijeron, y no estaban equivocados.

Al evento acudieron en masa los vecinos de poblados aledaños, además de autoridades regionales. La curiosidad era grande, nadie tenía memoria de algo similar ocurrido en parte alguna.

El acontecimiento fue magnífico. El público se deleitó con tantos cuentos narrados por la veintena de chicos participantes. Todos recibieron aplausos entusiastas y cariñosos, pero los brindados a Aurora lo fueron mucho más.

Es que la niña fascinó tanto a la concurrencia que le pedían más y más relatos.

Media hora estuvo la chica deleitando a los asistentes. Por supuesto que el mar estuvo presente en varios temas, lo que maravilló al público, porque rápido se corrió la voz de que su mayor anhelo era conocer el mar, sueño no logrado hasta entonces.

El primer premio fue para Aurora. Consistió en un fin de semana en la playa de La Lisera de Arica, por cierto que acompañada de sus padres y hermanito. Todo financiado por el por el municipio de Camarones.

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Han pasado más de veinte años. La escuelita de Guañacagua tiene una maestra nueva. Es la señorita Aurora Viza Mamani. Sus alumnos están felices, porque empieza cada jornada diaria contándole un cuento maravilloso. Dicen que algunas niñas y niños están siguiendo sus pasos narrativos. ¡Era que no!..

La maestra Aurora Viza siembra virtudes humanas con cuentos que son delicias en su escuelita aldeana.

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Ilustración 8. El Salto.

21 x 29 cm Gouache P á g i n a | 48

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NOTOY, YASUKO

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Interpretación zen en poemas clásicos de la literatura japonesa.

¿Qué es el Haiku?

Poema de diecisiete sílabas de palabras indispensables e inalterables.

Esta creación es posible por las características del idioma. Las letras o signos son ideogramas que además de encerrar sonidos fonéticos, representan conceptos entendibles casi como el dibujo de una idea si así se puede expresar.

Las 17 sílabas articulan sonidos y también ideas y asociaciones de ideas.

La riqueza de un haiku permite las variables interpretaciones del lector o receptor que la capta. Esta interpretación depende del mundo interior de cada quien. En esto influye las experiencias personales (recuerdos, sueños, ilusiones y frustraciones…vivencias, cultura de su mundo donde fue educado, etc.) y que son válidas. De allí ese caudal de riqueza. El haiku no tiene edad ni fecha de vencimiento. Siempre será actual, aún aquellos del siglo XVIII o del tiempo presente. La esencia del hombre es permanente. Lo que cambia son los hechos que mueven los destinos del mundo.Características. *Brevedad de la forma: Diecisiete sílabas *Experiencia creadora directa: Vivencia intelectualizada en un poema sugerente. *Primer verso como llave de un buen haiku.

Ejemplos: Furuy keya

En la silenciosa poza antigua

Kawadzu tobi komu

el salto de la rana

Midzu no oto

rompe el encanto del paisaje y del agua.

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Las palabras del primer verso “Furuy keya” (“En la silenciosa poza antigua”) nos dan la clave del verso, su ubicación de lugar, su ubicación en el tiempo y en el espacio dados en la palabra “antigua”-“Furuy”. *Originalidad: Capacidad de poetizar aún con las cosa nimias del diario vivir. Ejemplo: “Kirareteru

Muerto a puñaladas

“Yume wa makotoka

¿Fue cierto mi sueño?

“Nomi ato”

Las marcas de una pulga.

Estos son en síntesis los recursos estéticos y estilísticos en la creación de un haiku. Penetrar más en las profundidades de la creación poética es desentrañar sus misterios quitándole el encanto que posee como toda creación del poeta y restarle esa incógnita que encierra todo poema y donde descubrir la razón y raíz profunda del ser es el haber comprendido la poesía intuitivamente.

INTERPRETACION DE UN HAIKU DE BASHO. POETA DEL SIGLO XVIII

Furuy keya

En la silenciosa poza antigua

kamadzu tobikomu

el salto de la rana

midzu no oto

sonido del agua.

La traducción es literal de acuerdo a la fonética del idioma.

Interpretación: La poza antigua representa el estado de conciencia de una persona o del colectivo humano. Por lo general este estado de conciencia está inmovilizado por el agua quieta que podría interpretarse, en nuestro mundo actual, como conciencia dormida por la rutina del diario vivir, invadida por muchas sensaciones exteriores o basura psicológica como ideas, publicidad que vemos y oímos, ideas obsesivas que nos persiguen… La mente está en movimiento, pero la conciencia está estática. Se vive de emociones erráticas, pero no de sentimientos estables. No P á g i n a | 52

todos pueden acceder a la práctica de la meditación para “limpiar” la mente, porque esto requiere conocimientos que no todos pueden acceder por su técnica que precisa cierta maestría de conocimiento superior.

Se necesita una experiencia clave en la vida de una persona para que esta conciencia despierte y lleve a la madurez psicológica que equivaldría al “salto de la rana” que a su vez sacude la superficie del agua creando ondas concéntricas que van a morir a la orilla o sea, la apertura de la conciencia. Es el sonido del agua.

Es la experiencia vital, que muchas veces se adquiere de sufrir errores y fracasos para llegar a la comprensión, pero esto sucede en el ciclo de una vida. Período largo y difícil de aprendizaje. Razones: Las emociones temporales rigen nuestras vidas más que la razón de la realidad.

Otro ejemplo: Kojiki kana

Allá va un mendigo

tenchi wo kitaru

¡Está usando el cielo y la tierra

natsu goromo

como ropa de verano!

(Enamoto Kikaku 1661-1707)

El hombre nace desnudo y abandona este mundo con lo que vino. En la vida todos somos especie de mendigo.

Esforzarnos para evolucionar hacia un estado más despierto de conciencia. Se requiere mucho trabajo psicológico que depende del grado de desarrollo intelectual y de sensibilidad de cada quien.

El cielo corresponde al espíritu y la tierra a la materia. Es el mundo ideal contrapuesto al real. Es la dualidad que se equilibra cuando el espíritu de cada persona está evolucionando armoniosamente.

“Ropa apegada al cuerpo”. Unión íntima que existe entre lo ideal y lo real. Verano se refiere a la plenitud de este proceso. Porque verano es la estación luminosa cuando maduran los frutos de la tierra.

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Otra interpretación: Yado haru

Mi cabaña, en primavera,

Nanimo naki koso

cierto, nada hay en ella…

Nanimo are

¡allí está todo!

(Yamaguchi Sodo 1642-1716)

La cabaña representa el alma, el espíritu de la persona. La primavera es la sabiduría siempre presente en el espíritu de quien, a pesar de la edad, no envejece y siempre está presente el deseo de aprender. Por eso ese vacío factible de ser completado con un nuevo aprendizaje de la vida. La riqueza de la capacidad de mantenerse joven aprendiendo cada día nuevas experiencias que sólo se puede lograr cuando el alma está dispuesta a ser completada. Lo que no se lograría con un espíritu saturado de conocimiento que no da lugar a nuevos aprendizajes. El vacío es riqueza, porque allí está todo.

Umi kurete Kamo no koe Honoka ni shiroshi

El mar se obscurece, los gritos de las gaviotas son ligeramente blancos.

Basho. Periodo Tokugawa.

Este haiku presenta una dualidad interesante: Desde el punto de vista pictórico existe el entrecruce de sensaciones coloridas. El contraste entre el mar oscuro y las gaviotas. La sutileza está que la blancura “existe “en el grito de las aves y no en las gaviotas propiamente tal.

También está el entrecruce de sensaciones auditivas. El sonido atormentado del mar y el grito de alerta de las gaviotas. Si el mar está agitado, significa que la fuente de alimento de las aves está difícil.

Desde el punto de vista de la filosofía zen. El mar obscurecido por la tormenta equivale a la vida de la persona. En esa vida hay momentos dramáticos que marcan dirigiendo las emociones y orientando los sentimientos, las luces claroscuras de la vida: alegría y tristeza, triunfos y derrotas, fracasos y triunfos…etc. Las gaviotas somos las personas que luchamos por vivir la vida como idealmente quisiéramos, pero los gritos blancos de las gaviotas son los sonidos de alerta que nos dictan la intuición para poder sobrevivir en la existencia cotidiana y lo que se nos presenta. Tan aventurero como la fuente de alimento que el mar les puedan dar.

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Toyama no Medama ni atsuru Tombo kana

En su ojo las lejanas colinas están reflejadas… ¡libélula!

La presentación de dos mundos en uno solo: Un macrocosmo y un microcosmo.

El microcosmo es el mundo de la libélula que vive a ras de agua en el estanque en un ambiente húmedo, verde de hierbas del río.

Este haiku es de Kobayashi Isse (1763-1828) El macrocosmo son las lejas colinas, distantes en lontananza. Es el mundo real que está distante si no se tiene conciencia evolutiva de la realidad. Mundo cercano cuando hay un estado claro de conciencia y de aceptación serena de lo que nos rodea.

La unión de estos dos mundos es el ojo de la libélula que refleja ambos mundos. Lo curioso es que desde el punto de vista de la libélula que podría ser cada uno de nosotros que reflejamos y proyectamos nuestro mundo interior hacia la realidad que varía según como hemos evolucionado. Miramos el mundo según el color del cristal que estemos utilizando.

Otro ejemplo vital de haiku.

Mezurashi Miru mono goto ni Haru ya yuku

Maravilloso: y en cada hecho individual veo que la primavera se desvanece (Takai Kito 1741-1789)

La primavera que se desvanece: Se refiere a la vida del hombre. Que envejece a medida que transcurre el ciclo vital.

Cada hecho individual es la experiencia que se gana con el palpitar del tiempo. Cada latido de los días en una vivencia que enriquece al individuo, por eso es maravilloso. Ver desarrollarse la vida es verla de manera positiva.

Porque la madurez es la mirada amplia y profunda del que va conociendo y comprendiendo la riqueza del que va evolucionando su estado de conciencia. Observar el vivir el mundo no de una manera trágica, sino serena que como el vino que añeja mejorando su calidad.

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Ilustración 9. Los Mellizos.

21 x 29 cm.

Técnica gouache.

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TERÁN P., SILVIA

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Payachata.

¡Payachatas! Imponente y Fieles guardianes

Los Pucu-Pucu al amanecer

Orgullosos y Altivos en las altas cumbres

cantan anunciando un nuevo día.

Altiplánicas de mi tierra Milenaria.

Las Vizcachas cada mañana te Saludan con unos silbidos.

Tus pies se refrescan desde milenios por

Bello Paraíso en las alturas.

Los Lagos Chungara y Cotacotani.

Son de mis Pueblos queridos.

Donde cual espejo te ves cada día

Donde habitan hermosas aves.

Reflejado en sus quietas aguas.

Los Patos, patillos, Guallatas, Ajoyas Parinas, Pili-Pili, Suri, Leque-Leque y

Me gusta verte vestido de gala

Gaviotas viven Felices allí.

Con tu traje de nieve blanco y radiante.

Payachata duerman tranquilos.

Y de sombrero una traviesa nube

Soñando con su mundo ideal.

Que te hace ver muy elegante y coqueto.

No despierten furiosos al ver que no hemos sabido proteger su Edén.

Día a día con mucha atención Vigilas tus dominios.

Donde no solo habita el hombre Andino También su flora y fauna diversa.

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Mi lindo pueblo Chucuyo.

He soñado muchas veces

Con humildad piden a los seres tutelares

Caminando por el bofedal

Protección y bendiciones por un buen año.

Y cerros que te rodean.

Esperan poco frio y abundante lluvia

Como con tus casas de barro y piedras.

También se comprometes a compartir Aun reflejan el destello del pasado

El alimento con los animalitos que

Cuando camino por tus callejuelas

Viven libres en tus alrededores, querido Pueblo.

Rememoro y veo un intenso trajinar

Chucuyo Pueblo de casas con techos de paja,

De mis antepasados, ahora ausentes.

hoy con techos color plata, como has cambiado.

Resplandeces en la distancia, aun no pierdes la Esperanza de sentir más bullicio en tus cerros.

Vivencias truncadas por el llamado progreso Y casi agonizando en este presente hostil.

Ganaderos bravíos que conquistaron la puna organizaron una vida Comunitaria de Buen vivir.

La ganadería fue tu baluarte, con esmero y cariño Cuidaban y cuidan de Llamas y Alpacas.

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A mi tierra querida.

Tierra querida cuando llegue el día, de mi fusión contigo

Una suave música escucho a lo lejos

Yo seré parte de ti, mi alma andariega transitara de un lugar

Son los instrumentos, Quena, Charango,

A otro de mi vasto altiplano, en la lluvia, viento y agua.

Zampoña y Tarka, son Ganaderos del pasado

Seré una guardiana más, que te cuidara.

Que le cantaban a sus Llamas y Alpacas.

Cuando escucho al viento pasar en su loco caminar

Parece un encanto y me sorprendo,

O caer la lluvia, como correr el agua, a lo lejos escucho

me llama a poner atención en sus

Un tenue susurro de mis antepasados que habitan aquí.

melodías que hablan de un pasado glorioso

Y claro escucho decir ¡No me olvides nunca!

de sueños y metas alcanzadas.

¡Esta es tu tierra!, legado de tus antepasados

Porque el hombre Andino

¡Cierto que es Maravillosa!, es única y bella

Siempre fue orgulloso

Paisaje que parece encantado o hechizado

De su estirpe y legado.

Que se ha detenido en el tiempo.

¡Que hoy estamos olvidando!

Hasta siento que hablan las aves, Las Vizcachas, el riachuelo al pasar.

En mi emerge, el amor multiplicado De todos los seres que vivieron en estos parajes.

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Ilustración 10. El Templo.

21 x 29 cm.

Técnica gouache.

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TORO O., LUIS

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El Pequeño Quijote.

Aquella mañana estaba más fría que de costumbre. Un extraño sentimiento embargaba mi interior, sentía alegría, temor. La verdad es que no sabría definir tantas emociones, mientras caminaba lentamente hacía el castillo del saber, luciendo mi flamante uniforme para asistir a mi primera batalla de instrucción, esto para mí era algo nuevo, la curiosidad me daba fuerzas para seguir adelante. Por momentos, en mi interior, el temor se acrecentaba y en otros de diluía rápidamente al ver la tierna mirada de mi reina. -Pues claro, todo aquel que se digne de ser un caballero debe tener una reina y yo tenía a mi lado, la mejor de todas. Como no serlo, si era bella, suave, tierna, amorosa y siempre estaba preocupada por mí.

Nos acercamos al castillo. Ante mis ojos éste se veía inmenso, seguramente dentro de él se guardaban muchos secretos que podría aprender, primero debía entrar a su interior, lo cual me daba cierto recelo, pero mi reina me acompañaba. Puesto que el rey se encontraba lejos, __Batallando por la vida decía ella, por eso en aquel momento significativo para mí, no estaba a nuestro lado, y su trabajo era tan importante para mantener nuestro pequeño castillo.

No debería preocuparme tanto, la reina personalmente me había instruido en los menesteres y obligaciones que tendría dentro del castillo del saber.

Al pasar por el lado de sus muros, podíamos escuchar los sonidos y gritos que venían desde su interior, parecía que se encontraban en una gran batalla, no sé, si ellos o sus enemigos sonaban como un revolucionado panal de abejas.

Al llegar hasta la entrada principal del castillo. Ante mis ojos se encontraba abierto un gigantesco portón de madera envejecida, y latón, por donde pasaba un tumulto de gente adulta, acompañando a sus hijos, sobrinos o nietos, seguramente ellos también los traían para ser preparados a luchar contra las desconocidas pero nombradas dificultades del mundo. Algunos de los habitantes en el interior del castillo corrían de un lado a otro y gritaban, lo cual me atemorizó un poco, pero después de un cortísimo tiempo pude darme cuenta que mis temores eran inciertos, ya que los niños solo jugaban entre los grandes patios del castillo. Todos estaban uniformados como los caballeros, de corbatas y una especie de túnica, a la cual le llamaban guardapolvos, usaban un morral de cuero que algunos llevaban sobre sus espaldas o colgado desde los hombros, en el cual guardaban sus meriendas, cuadernos, o apuntes, lápices, y plumas. El lugar me parecía extraño, primera vez que lo visitaba. Una señora alta que parecía un general de

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caballería, pero de voz suave y tierna, parecida a la de mamá. Me pasó una varita mágica de color blanco con la cual pude dar vida a las cinco figuras que se llamaban vocales, y relucían bellas sobre un pedazo de cielo negro, apoyado en uno de los muros del gran salón en el que nos encontrábamos. La mujer me miraba con ojos extraños y en su rostro reflejaba el querer preguntar algo, mientras me indicaba lo que debía hacer en el pequeño cielo negro.

Mi reina solo se limitó a mover la cabeza levemente indicando que obedeciera a la extraña mujer. Y así lo hice, pues por ella haría cualquier cosa que me pidiera. La mujer dibujó con una de las varitas mágicas de color blanco, algunos símbolos en el cielo negro, y me preguntó si los conocía, al responder que sí. Ella me propuso demostrar si era capaz de efectuar las operaciones matemáticas expuestas en el fondo de color negro. Entonces con la misma facilidad que dibuje las vocales ejecuté las cuatro operaciones.

Primero conté y sume todos los soldados que estaban en el campo de batalla, después los dividí en pequeños grupos de cuatro, cinco y diez para luego multiplicarlos y formar un gran ejército de caballeros, pero al final tuve que restar y quitar a todos los caídos en combate.

Cuando terminé los cálculos, la generala del castillo me observaba con una extraña mirada en su rostro, lo que me dio risa y tranquilidad, pero de pronto dijo en voz alta, ¡sorprendente, usted tiene mucha razón, a pesar de tener tan corta edad el pequeño está listo para ingresar! Puede dejarlo durante la jornada de hoy y veremos como la soporta.

Yo miré a mi reina, inquieto, pues nunca me había separado de ella y en el fondo de mí ser no lo deseaba, pero quería ser alguien importante para brindarle todo lo mejor a ella y a mi rey. Me miró con ternura, pero en sus ojos se reflejaba que deseaba que yo fuese mejor y debería quedarme, se acercó y con voz tierna pero segura, me dijo que no me preocupara, ella regresaría por mí al medio día, eso me tranquilizó.

Vi a mi reina alejarse rápidamente del castillo. Quise llorar, pero no, un caballero debe ser valiente y no caer en derrota antes de la batalla, y yo quería ser uno de los mejores caballeros andantes, para luchar contra aquellos dragones del mundo llamados problemas. Si no lo hacía ¿cómo podría ayudar a mi reina? Entramos a un gran salón donde estaban unos extraños y pequeños mesones, llamados pupitres, allí todos guardaban sus morrales en su interior.

Fuimos formados en varias filas y se nos pidió sentarnos cada uno en el que sería su trono de estudio, aprenderíamos los primeros pasos, para enfrentar la vida del mundo de los grandes. Montado sobre un rocinante de sueños, y esperanzas de un futuro mejor…

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INDICE

Presentación Ilustración 1. BooM.

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6

Concha A., David

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8

Ilustración 2. El Deseo del Perro.

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12

Guerrero G., Alfredo

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14

Ilustración 3. Chile Lindo.

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18

Labbé G., Ana

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20

Ilustración 4. Tinkus.

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24

Maldonado S., José.

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26

Ilustración 5. No lo veo.

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30

Mardones M., Patricia

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Ilustración 6. Dónde estás Hamet.

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36

Martínez, Nancie Vanessa

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38

Ilustración 7. Ola.

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Morales S., José

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44

Ilustración 8. El Salto.

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48

Notoy, Yasuko

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50

Ilustración 9. Los Mellizos.

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56

Terán P., Silvia

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58

Ilustración 10: El templo.

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Toro O., Luis

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