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crónica CARTA A UN JOVEN GODÍNEZ Versus HUGO HIRIART comida DEL ANTOJITO MAIZAL música ENJAMBRE cine THE WOLFPACK arte JULIETA GONZÁLEZ letras LA MEMORIA DE LAS COSAS diseño CAPITAL MUNDIAL DEL DISEÑO 2018 escena ARGELIA: LA HISTORIA DEL CAUTIVO DEL 27 DE AGOSTO AL 9 DE SEPTIEMBRE DE 2015 | $0.00 CERO PESOS | AÑO 4 | WWW.FRENTE.COM.MX

vivir y crecer en la doctores Para los Shimizu, dueños del Museo del Juguete, su barrio es el corazón del corazón de México POR MARIANA COPPEL



del 27 de agosto al 9 de septiembre de 2015 | índice | frente | 3

#166

Índice

Fotos de portada y portada alterna rodrigo alcocer

7 AGENDA

Música, Cine, Arte y Escena

12 CONTRALORÍA

Tras por Abraham Cruzvillegas Obra negra por Julio Trujillo Hoja de observación por Verónica Gerber Bicecci Postales del subsuelo por Luigi Amara Monorama por BEF

14 CRÓNICA

Cartas a un joven Godínez por Juan Gerardo Aguilar

17 VERSUS

Hugo Hiriart por José Manuel Velasco

46 LETRAS

La memoria de las cosas por Gabriela Jauregui Un nuevo salmo por Guillermo Núñez Jáuregui Novedades editoriales por Fernando Hernández Urias

50 ESCENA

Vivir y crecer en la Doctores por Mariana Coppel

Miguel de Cervantes en Argelia: el musical por Enrique Saavedra ¿Por qué desaparecemos? por Mayté Valencia Espectros por Mayté Valencia

28 MÚSICA

54 COMIDA

20 EN PORTADA

El sutil encanto de la sencillez de Enjambre por Andrea López El buen karma de Camilo Séptimo por Jesús García Timba Tintín por Jesús Pacheco Nuevos discos, nuevas drogas por Carlos Velázquez Arriba/Abajo por Toni François +Reseñas discos, La vara y Flamante

34 CINE

Una tribu perdida en Nueva York por Mariana Barrera Pieck De luchas y complejos de clase por Gonzalo Lira + Estrenos

38 ARTE

La labor y el arte de la curaduría: conversación con Julieta González por Gabriela Jauregui Taller de verano con niños de Santiago Tepalcatlalpan por Santiago Robles

42 DISEÑO

Capital Mundial del Diseño 2018 por Cris Winters Perfil: LANZA Atelier por Cris Winters

Del antojito maizal: incesto y dicha por Alonso Ruvalcaba Guarniciones Pesca del día La anforita por José Manuel Velasco

58 debutantes Lardo Volcano Custom Pizza El Cuentero Urbano

60 DETRÁS

Charlyfornication por Carlos Velázquez Mi veldá por WARpig Acné por Gibrán Michel

62 gráfica

Licuado infraestructural por Pecco

64 maldad ilustrada

Calendar Inferno por Eduardo Salles


4 | frente | índice | del 27 de agosto al 9 de septiembre de 2015

Editorial por felipe soto viterbo Dirección general Gustavo Guzmán

Dirección editorial Raúl David Vázquez | ruleiro@frente.com.mx

editor GENERAL Felipe Soto Viterbo| fsoto@frente.com.mx

editora PRINT Lorena Villa Parkman | lorena@frente.com.mx

EDITORA web Abril Mulato | amulato@frente.com.mx

Editores Agenda Mayté Valencia | mayte@frente.com.mx Cristina Pérez | cperez@frente.com.mx agenda@frente.com.mx

Música Andrea López | alopez@frente.com.mx

Cine Roberto Garza | roberto@frente.com.mx

Comida Alonso Ruvalcaba | aruvalcaba@frente.com.mx

EL BARRIO BIÓNICO

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D

e niño tuve un hombre biónico. Medía unos 18 cm de altura y la piel de su brazo era transparente, de modo que podía verse por dentro su estructura robótica. No fue lo que yo esperaba; claramente les había pedido a los Reyes Magos un Hombre Nuclear. Cuando vi la caja con el letrero de Kid Acero, me decepcioné: ni siquiera Los Santos Reyes me entendían. A falta de otro mono mejor, jugué con ese muñeco por semanas, hasta que se le cayeron los brazos. Unas cuatro décadas después, justo el domingo pasado, en una de las vitrinas del Museo del Juguete Antiguo Mexicano, volví a ver otro hombre biónico, y una etapa perdida de mi infancia se me devolvió al presente. No era el único: a mi alrededor, otros adultos parecían exclamar en un sentido similar al mío cuando veían determinado juguete. Curiosamente, los niños —sobreestimulados por el diario contacto con las pantallas táctiles de las tabletas electrónicas— con caras en distintos grados de fastidio, no entendían que esos juguetes habían sido divertidos en la prehistoria. El museo, en su exuberancia, en su lúdico desorden, contrasta con el minimalismo de otra exposición que a unas cuantas calles pareciera ser su contraparte Los niños del siglo XIX, en el museo MODO, de la Roma. El contraste no solamente existe para las exposiciones o para sus museos. También para sus colonias. La Roma es el territorio que se ha llenado de restaurantes, bares y galerías, y que se ha vuelto una opción de paseo cultural. La Doctores, aledaña a la Roma, permanece inmune a estos procesos urbanos y muestra la cara real de la metrópoli sin su maquillaje gentrificador: a pesar de que es la sede de varios edificios gubernamentales, tiene el aspecto de la ciudad tal como la harían o la desmontarían sus propios habitantes. Igual su Museo del Juguete: se construye a sí mismo sin afanes curatoriales; surge porque sí, porque alguien acumuló demasiados juguetes y hay que mostrarlos a quien quiera darse una vuelta. Ambos conceptos coexisten en esta ciudad múltiple, pero mientras la Roma, la Condesa, Polanco y Cuauhtémoc imitan esa gramática en donde todos los barrios quisieran ser Barcelona, París o el SoHo, en la Doctores se escribe una gramática propia, aún no del todo estudiada.

Arte Gabriela Jauregui

Letras Diego Rabasa | diego@frente.com.mx

ESCENA Mayté Valencia Salinas| mayte@frente.com.mx

En este número

reporteros José Manuel Velasco| jvelasco@frente.com.mx Jesús García| jgarcia@frente.com.mx

DIRECción DE ARTE Astrid Stoopen | astrid@frente.com.mx

Andrea López Estrada

Nació en la Ciudad de México en 1982. Estudió Literatura Inglesa en la unam. Es una entusiasta de la cultura pop, particularmente de la música. En el 2013 comenzó el proyecto Sonidos Cercanos, que se enfocaba en las bandas emergentes de la Ciudad de México, y del 2014 al 2015 colaboró en Sopitas.com como editora de la sección de Música.

COORDINACIÓN de fotografía Victoria Garza Levy | vicky@frente.com.mx

corrección Paula Bouchot

relaciones públicas Benjamín Ocaranza | benjamin@frente.com.mx

Distribución Arturo Hiriart | ah@golive.mx GO LIVE | Presidente Masaryk 169, Col. Chapultepec Morales, Mexico, DF. CP. 11570.

oficina frente Yoali Maya Guzmán | yoali@frente.com.mx

Colaboradores Abraham Cruzvillegas, Julio Trujillo, Verónica Gerber Bicecci, Luigi Amara, BEF, Juan Gerardo Aguilar, Mariana Coppel, Rodrigo Alcocer, Cucho Jiménez, Ramón Ruiz Sampaio, Cristina Pérez, Jesús Pacheco, Toni François, Mariana Barrera Pieck, Gonzalo Lira, Santiago Robles, Cris Winters, Guillermo Núñez Jáuregui, Fernando Hernández Urias, Enrique Saavedra, José Manuel Velasco, Jesús García, Carlos Velázquez, WARpig, Gibrán Michel, Pecco, Eduardo Salles

CONSEJO ADMINISTRATIVO Gustavo Guzmán, Alejandro Romero, Rodrigo González, Miguel Heredia, Jorge Obregón, José Jorge David Vázquez, Raúl David Vázquez, Luis Enrique Wah y Rodrigo Velázquez.

Mariana Barrera Pieck

Trabaja en la Colección Patricia Phelps de Cisneros en Nueva York. Después de graduarse de la universidad y trabajar como periodista de investigación, se mudó a NY para estudiar una maestría en Relaciones Internacionales y Comunicación en la Universidad de Columbia. En el 2011, una coincidencia la acercó a las artes, en donde ha estado desde entonces. En su día a día se encarga de recordarle a todos a su alrededor lo increíble que es México. Vive en Brooklyn.

Pecco

Ha dedicado gran parte de su vida a la construcción en internet de una isla de GIFs y memes del tamaño de Texas. Técnicamente, su imaginería artística reside en la estética del modelaje 3D primitivo, la ilustración fina pero a la vez desproporcionada y la yuxtaposición de imágenes que resultan de diferentes técnicas, además de que hace hincapié en la presencia del error digital en la animación. Más de su trabajo en http://thepeccoway.wordpress.com y http://peccoooo.tumblr.com

LA ciudad DE FRENTE. Periódico de distribución gratuita; de publicación catorcenal. Publicado por La Ciudad de Frente a sus Contenidos, S.A. de C.V. Editor responsable: Felipe de Jesús Soto Viterbo. Número de certificado de reserva de derechos al uso exclusivo otorgado por el Instituto Nacional del Derecho de Autor 04-2015-011512301400-101. Certificado de Licitud de Título y Contenido: 16454. Domicilio de la publicación: Av. Presidente Masarik No. 169 planta alta, col. Chapultepec Morales. Del. Miguel Hidalgo. México, D.F., C.P. 11570. T 5914 0335. Impreso por: SPI Servicios Profesionales del Impresión. Mimosas 31, col. Santa María Insurgentes. Del. Cuauhtémoc. C.P. 06430. T. 51170100. Los artículos de los autores colaboradores de esta publicación reflejan únicamente la opinión de los mismos y no necesariamente coinciden con la de este editor. D.R. ©La Ciudad de Frente a sus Contenidos, S.A. de C.V., México, 2015. www.frente.com.mx Se prohíbe la reproducción parcial o total de las obras y demás contenidos de esta publicación sin previa autorización por escrito del editor.



6 | frente | AGENDA | del 27 de agosto al 9 de septiembre de 2015

A

Esto no es otro festival

agenda

Por Cristina Pérez

El Antifestival surgió como una iniciativa que, como su nombre lo indica, está en contra de lo que comúnmente definimos como un festival. ¿Qué es lo que tiene de especial entre la gran oferta de eventos que hay en la Ciudad de México? Platicamos con Christian Balderas, miembro del Colectivo Noon, acerca de los detalles de este contraevento.

Al

Antifestival 28 de agosto, 20:30 horas Lunario del Auditorio Nacional Costado poniente del Auditorio Nacional, Bosque de Chapultepec De 191 a 547 pesos

Colectivo Noon lo conforman un grupo de músicos que decidieron juntarse con ganas de hacer cosas diferentes. Además, de paso, a todos los unía una gran amistad. Son parte de esa generación de jóvenes creadores que “están hartos de cómo se hacen las cosas”. Noon está conformado por músicos de distintas escuelas y edades, pero lo que tienen en común es la dificultad de etiquetarse en un género específico, así que unieron esfuerzos para divulgar su trabajo. Son cuatro integrantes los que toman las decisiones dentro del Colectivo: Nur Slim, compositora de la Escuela Superior de Música, donde también estudió jazz; Jenny Beaujean es conductora del programa Ellas en Horizonte Radio, además de cantante de jazz de la Superior de Música y corista de Magos Herrera y muchos otros artistas; Benjamín García, un bajista “de los más solicitados en la escena del jazz”, según comenta su compañero Christian Balderas, compositor becario del fonca y tecladista de la banda T’ORUS. Después de organizar varias sesiones con las bandas que conforman Noon, decidieron entrar a las grandes ligas, no con un festival, sino con un antifestival. “El Colectivo siempre se ha caracterizado por estar formado por gente que actúa: alguien tiene una idea y ya esta-

mos viendo cómo realizarla”, dice Christian Balderas. “Cuando salió la idea de hacer el festival, enseguida nos empezamos a mover, y los apoyos y patrocinios salieron muy rápido, todo mundo se interesó y se empezó a sumar”. El Lunario del Auditorio Nacional está coproduciendo el evento. Todas las bandas que se presentarán en el Antifestival son parte del Colectivo. Remi Álvarez, saxofonista, maestro de la Escuela Nacional de Música, intérprete de free jazz y música contemporánea, abrirá el concierto. “Nosotros admiramos mucho a Remi porque es alguien que ha luchado por hacer su música sin importar qué es lo que está de moda, hace la música en la que cree”, dice Balderas. Al saxofonista le seguirá Mártin, dueto formado por Federico Sánchez, guitarrista y compositor, y Jorge Servín, baterista versátil muy presente en la escena actual por su dominio de distintos tipos de música. Ellos van a tocar una mezcla de rock, electrónica y jazz. Después, se presentará Daniel Zepeda, guitarrista, compositor y productor. “Su concierto será el más jazzero de la noche, en términos convencionales”. El cierre del festival estará a cargo de T’ORUS, el headliner del colectivo por la frescura de su música —algo así entre jazz, rock y hip hop— y por el poder de convocatoria que ha adquirido con el tiempo.

El Colectivo Noon apuesta por lo independiente (todos sus patrocinios son empresas pequeñas que aportan a la escena mexicana), sin embargo, también le interesa llegar lejos y que mucha gente escuche a quienes lo integran. A propósito del nombre del festival, los han llamado subversivos y desde que salió el cartel, se han enfrentado a los cuestionamientos: “Hay muchos festivales cuyo principal objetivo es hacer dinero, difundir rock o música específica o ganar contactos. El objetivo de Noon es dar a conocer bandas que son diferentes, que no se identifican con ningún género”, aclara Balderas. El camino de la difusión de la música contemporánea independiente no es un camino fácil, hay que enfrentarse a obstáculos mediáticos y a los prejuicios del público, según el organizador. “En México no hay una cultura de ir a conciertos donde no conoces a las bandas. El Antifestival es para descubrir grupos nuevos con mucho talento.” Aunque ésta es la primera edición del festival, la iniciativa del Colectivo Noon llegó para quedarse, ya que hay propuestas para un próximo cartel. Balderas resalta la necesidad de que los artistas construyan nuevas alternativas de calidad y se empiece a sumar el público en apoyo de, en este caso, la nueva música mexicana.


del 27 de agosto al 9 de septiembre de 2015 | AGENDA | frente | 7

Lo mejor de la quincena

del 27 de agosto al 9 de septiembre

1 | Arte a domicilio

2 | Festival Internacional Divertimento

3 | Transdrama

4 | Telecápita

Mándanos tu evento. agenda@frente.com.mx

1 | arte

2 | música

3 | ESCENA

4 | arte

ARTE A DOMICILIO: La Ciudad, Signos y Cicatrices Esta exposición rompe con los esquemas tradicionales de lo que conocemos por galería. En vez del cuarto de cuatro paredes blancas, las obras de arte se expondrán en un espacio habitable común, con todas las limitaciones físicas que este implica, con la intención de mostrar cómo el arte puede apropiarse de cualquier espacio y convivir con sus habitantes sin ser aislado de la vida cotidiana. Se exhibirán alrededor de 300 obras de 20 artistas distintos como Enrique Walbey, Federico Gama, Diana Coca y Mesin. Av. Insurgentes Sur 297, Condesa 28 de agosto | Entrada libre con reservación obligatoria (reservaciones@artcage.mx)

Festival Internacional Divertimento Bajo el lema “los clásicos para todos” este festival se ha posicionado como uno de los más importantes en cuanto a divulgación de música clásica se refiere. El Trío Tempori —cuya pianista, Monique Rasetti, es la organizadora del festival—, intérpretes de distintos instrumentos como Arturo Uruchurtu (piano), Diana Mora (soprano), Eva María Zuk (piano) y Susanne Schoeppe (guitarra) se presentarán todos los jueves durante casi dos meses para compartir con el público un programa de música clásica de varias épocas planeado por ellos mismos. Capilla Gótica del Centro Cultural Helénico Av. Revolución 1500, Guadalupe Inn Todos los jueves del 20 al 8 de agosto; 20 horas | Entrada libre

TRANSdrama En su segunda edición, TRANSDrama: Seminario Iberoamericano de Experimentación Dramatúrgica y Creación Escénica ofrece talleres de actuación, clases magistrales y residencias artísticas que tienen la finalidad de nutrir la formación y el pensamiento artístico en los lenguajes contemporáneos y experimentales, así como constituir una plataforma internacional que vincule a los creadores mexicanos con los iberoamericanos. Centro Cultural del Bosque Paseo de la Reforma y Campo Marte s/n Chapultepec, Polanco Consulta cartelera en https://transdrama2015.wordpress.com/ programa/ | Entrada libre

“NecroPop” Telecápita Por quinto año consecutivo, Telecápita —una organización conformada por escritores y artistas que desde el 2011 busca recuperar el pensamiento crítico en la sociedad mexicana—, organiza el encuentro arte, el pensamiento y los nuevos relatos, un evento en el que cada año se reflexiona en torno a un tema. En esta ocasión, se propone el concepto de NecroPop para reflexionar sobre la cultura y estética globales en los que la muerte, tanto figurativa como literal, se ha convertido en el sistema de producción y articulación de las sociedades. CENTRO DE CULTURA DIGITAL Paseo de Reforma s/n Esquina Lieja Del 28 al 30 de agosto. De 16 a 22 horas | Entrada gratuita


8 | frente | AGENDA | del 27 de agosto al 9 de septiembre de 2015

Agenda. Lo mejor de la semana del 27 de agosto al 2 de septiembre Jueves 27

Viernes 28

Sábado 29

Domingo 30

MÚSICA Vetusta Morla Este sexteto de indie rock surgió a finales de los años noventa en el norte de Madrid, son reconocidos por su trayectoria independiente en la escena musical española. Traen a México su música melancólica, siempre acompañada de buenas letras.

cine Espectros, demonios y otros monstruos Selección aterradora y jocosa de cortometrajes de México, Brasil, Suiza, España y Francia, entre los que se encuentran Escape from Midwich Valley, El rincón del diablo, Paralelo, Espectrum, Entre Ange et Démon y O estripador da rua Augusta.

MÚSICA Los Planetas ¿Quién dijo que el punk y el flamenco no van bien juntos? Estos andaluces lo comprueban con su último material, Dobles fatigas, que presentarán en este concierto en la Ciudad de México.

cine La mentira de Armstrong (Alex Gibney, E.U., 2013) Dentro del ciclo de cine Sobre ruedas y pedales se exhibe este documental sobre uno de los más grandes engaños del mundo del deporte. En el 2013 le quitan a Lance Armstrong sus siete títulos de ganador del Tour de Francia.

Plaza Condesa Av. Juan Escutia 4, Condesa 21 horas | $300 - $500

LABORATORIO ARTE ALAMEDA Doctor Mora 7, Centro Martes a domingo, de 9 a 17 horas | $15

escena Danza Capital: Tangos, danzones y amores La compañía Danza Capital presenta esta propuesta coreográfica que gira en torno al amor y al desamor a través de música melódica y emotiva acompañada de movimiento.

MÚSICA Caramelos de Cianuro La banda de rock venezolana acaba de estrenar álbum, titulado 8, y vuelve a México después de su última visita hace tres años.

Teatro de la Ciudad Esperanza Iris Donceles 36, Centro Histórico 20:30 horas | $132

cine ¿Es Feliz el hombre que es alto? (Michel Gondry, Francia, 2013) La última producción documental del director francés Michel Gondry toma como figura central al lingüista y activista Noam Chomsky. Con él construye un diálogo serio sobre su trabajo que es contrastado con dibujos animados. CINETECA NACIONAL Av. México Coyoacán 389, Xoco 13:30 horas | $40

El Plaza Condesa Juan Escutia 4, Condesa 20 horas | $300 - $600

Casa del Lago Bosque de Chapultepec, primera sección 15 horas | Entrada libre

arte / escena Encounter. Interviniendo el CCEmx Un grupo de bailarines internacionales, bajo la coordinación de la bailarina española Iratxe Ansa, intervendrán la arquitectura y exposiciones del Centro Cultural España, convirtiendo así a los espacios en instalaciones efímeras.

plan b Festival del tequila y mezcal Este evento tiene como objetivo promover estos destilados mexicanos por medio de venta de productos, catas, charlas y talleres en torno al agave. Todo esto se llevará a cabo en un centro comercial sustentable.

Centro Cultural España Guatemala 18, Centro 13 horas | Entrada libre

Garden Santa Fe Circuito Guillermo González Camarena 1205, Santa Fe De 13 a 19 horas | Entrada libre

plan b Woody Espectáculo multidisciplinario organizado Noir Manocuhe que incluye música jazz, baile (swing), stand up comedy y proyecciones cinematográficas en homenaje al director estadounidense, Woody Allen.

MÚSICA enjambre La presentación de la banda zacatecana sigue al lanzamiento de su quinto álbum, Proaño, y para ello decidieron celebrar en un gran recinto como lo es el Palacio de los Deportes. El invitado especial de la noche será Caloncho.

escena Medea Una madre que, para vengarse de su marido, mata a sus propios hijos. La tragedia es más que conocida: Medea, la del griego Eurípides y el romano Séneca. Un mito que ahora se presenta en una versión libre de Germán Castillo.

Le Cinéma IFAL Río Nazas 43, Cuauhtémoc 20 horas | $100

Palacio de los Deportes Av. Viaducto Río de la Piedad y Río Churubusco s/n, Iztacalco. 20 horas | $315 - $947

TEATRO SANTA CATARINA Jardín Santa Catarina 10, Coyoacán 18 horas | $150

Foro IndieRocks! Zacatecas 39, Roma Norte 20 horas | $250 preventa, $300 día del evento


del 27 de agosto al 9 de septiembre de 2015 | AGENDA | frente | 9

Lunes 31

Martes 1

Miércoles 2

ARTE La ciudad ausente Esta exposición fotográfica de Carlos Navarro (1981) explora aquello que está ahí pero dejamos de ver. El trabajo de este fotógrafo se centra en la cotidianidad, la geometría y el paso por la vida.

ESCENA Argelia: Historia de un cautivo Dos enamorados españoles se separan tras un naufragio. El destino vuelve a juntarlos en Argelia como esclavos de la misma casa, pero sus amos se han enamorado de ellos y harán todo por ser correspondidos.

ESCENA Cuacoyotl, La subversión de las Criadas Paráfrasis del clásico del dramaturgo francés, Jean Genet, Las criadas, que retrata el mundo de una servidumbre agobiada y reprimida por su condición social. Una historia construida por todas las maneras posibles del abuso del poder, la venganza y la injusticia.

La Casa del Cine República de Uruguay 52, Centro De martes a donimgo, de 10 - 6 horas | Entrada libre

FORO LA GRUTA, CENTRO CULTURAL HELÉNICO Av. Revolución 1500, Guadalupe Inn. 20:30 horas | $200

Teatro Benito Juárez Villalongin 15, Cuauhtémoc 20 horas | $132

CINE B-Movie: Lust & Sound in West-Berlin 1979-1989 (Jörg A. Hoppe, Alemania, 2015) Documental que retrata el movimiento artístico subterráneo de los años 80 en Berlín Occidental, el epicentro cultural antes de la caída del muro, a través de la mirada de Mark Reeder, un músico de Manchester que viajó a aquella ciudad atraído por su escena musical.

CINE 13 minutos (Oliver Hirschbiegel, Alemania, 2015) Ésta es la historia de Georg Elser, un carpintero alemán que intentó asesinar a Hitler con una bomba casera cuando éste atendía a un acto de su partido en Múnich. Le faltaron 13 minutos para lograrlo.

ARTE Apagonanalógico Videoinstalación de Vicente Razo en la que se proyectan piezas de video realizadas hace más de diez años. La muestra refleja un trabajo con la estática y las señales analógicas de lo que era la televisión hace más de una década.

CINETECA NACIONAL Av. México Coyoacán 389, Xoco 16 horas | $40

Museo de Arte Carrillo Gil Revolución 1608, San Ángel Martes a domingo, de 10 a 18 horas $21 | Domingo entrada libre

ESCENA Cuentos Eróticos Africanos Tres historias del Decamerón negro en las que la sensualidad y la lujuria son los ingredientes principales. Algunos personajes: un hombre cuyo oficio es satisfacer a las mujeres y dos hermanas que usan al asistente del juez para sus fantasías.

letras Recordar a los Difuntos de Arnoldo Kraus Además de escritor, Kraus es médico y profesor de la unam. Este libro es su más reciente publicación con Sexto Piso; en su presentación participarán el poeta Luigi Amara y el escritor Guillermo Fadanelli.

CINE Transterrados Dentro del marco de actividades relacionadas con el exilio español en México, se presenta este documental que utiliza diferentes soportes tecnológicos (actividades presenciales, tv, cine, mapas sonoros, videojuegos, etc.) para entender de manera más profunda las historias que se muestran.

Sala Xavier Villaurrutia, Centro Cultural Del Bosque Paseo de la Reforma y Campo Marte s/n Chapultepec, Polanco 20 horas | $150

Centro Cultural Bella Época Tamaulipas 202, esquina Benjamín Hill, Condesa 19:30 horas | Entrada libre

CINETECA NACIONAL Av. México Coyoacán 389, Xoco 21 horas | $40

Centro Cultural España Guatemala 18, Centro 19 horas | Entrada libre


10 | frente | AGENDA | del 27 de agosto al 9 de septiembre de 2015

Agenda. Lo mejor de la semana del 3 al 9 de septiembre Jueves 3

Viernes 4

Sábado 5

Domingo 6

MÚSICA Pumcayó + Sotomayor Pumcayó es una banda de Guadalajara que toca folk rock y que entregó su homónimo primer álbum el año pasado, después de haber sido nombrados “Banda Revelación” del festival South by Southwest. En esta ocasión, los acompaña Sotomayor, banda que fusiona elementos electrónicos y tradicionales.

CINE Coría y el Mar Filme presentado en la muestra Internacional de Cine con Perspectiva de Género 2015, es la historia de las mujeres saharauis, que se encargaron de levantar refugios y “ciudades transitorias” después de que fueran exiliados del Sahara Occidental, su lugar de origen.

MÚSICA Porter El grupo tapatío de indie presenta su primer disco con su nuevo vocalista, David Velasco, quien toma el lugar de Juan Carlos Pereda (Juan Son). El álbum se titula Moctezuma (2015) y es el primero en ocho años.

ESCENA Éramos tres hermanas Las tres hermanas creadas por Antón Chèjov, solas en aquella provincia donde añoran el pasado y lamentan su presente, han caído fuera del tiempo y, como huéspedes de una obra de Samuel Beckett, se ven obligadas a rememorar una y otra vez su historia.

Lunario Av. Paseo de la Reforma 50, Bosque de Chapultepec 21 horas | $200

Centro Cultural España Guatemala 18, Centro 18 horas | Entrada libre

MÚSICA / ESCENA Búfalo Espectáculo audiovisual, concierto para un cantante y loops inspirado en los cantos ancestrales autóctonos del sur de Estados Unidos. Búfalo hace un retrato sonoro de la vida física y la espiritual, a través del canto armónico y el registro extendido.

MÚSICA Carla Borghetti + La siniestra Tango La Siniestra es un grupo de “tangueros del siglo XXI”, como frecuentemente los describen, ya que se dedican a tocar tangos que no son del todo convencionales. Por primera vez en México, presentarán su espectáculo Salto, al lado de Carla Borghetti.

arte Mladen Stilinović. 1+2 Stilinović es una de las figuras más importantes del arte conceptual en Croacia. La exposición está conformada por obras creadas de los años 70 a la primera década del siglo XXI, que cuestionan la herencia de las vanguardias artísticas.

arte Duro sobre el muro Una propuesta que invita a ilustradores, grafiteros, diseñadores y artistas visuales a intervenir distintos espacios del ccemx, ofreciendo un espacio para la creación urbana contemporánea. En esta ocasión se presentan los trabajos de Ely Ely, Rovoe y Paula Bonet.

Teatro Sergio Magaña Sor Juana Inés de la Cruz 114, Santa María la Ribera 20 horas | $132

Foro del Tejedor Av. Álvaro Obregón 86, Roma Norte 20:30 horas | $200

MUAC Insurgentes Sur 3000, Centro Cultural Universitario Miércoles, viernes y domingos, de 10 a 18 horas Jueves y sábados, de 10 a 20 horas | $40

Centro Cultural España Guatemala 18, Centro Martes a viernes, de 11 a 21 horas; sábados, de 10 a 21 horas; y domingos, de 10 a 16 horas | Entrada libre

CINE Cuando Soñábamos (A. Dresen, Alemania- Francia, 2015) Cuatro chicos que vivieron en la Alemania comunista creen descubrir la libertad absoluta en las fiestas, las drogas y el robo después de la caída de la República Democrática. Sin embargo, tendrán que enfrentar una fuerte crisis de identidad y a los vecinos neonazis con los que comparten el barrio.

ESCENA Anamnesis En esta obra, escrita a partir de El rey Lear de Shakespeare, Lear no es un rey sino un empresario que en el ocaso de su enfermedad, confunde su vida con la del personaje de El Bardo. ¿Qué pasa con la identidad cuando la memoria se fragmenta?

plan b BiciRuta Recorrido en bicicletas comunitarias en el que se visitarán los puntos más importantes del exilio español eb el centro Histórico de la ciudad, pasando por los puntos importantes de este, en bicicletas comunitarias.

plan b Cerveza México México tiene el sexto lugar en producción de cerveza a nivel mundial, este evento reúne cerca de 150 cervecerías, ponentes y cerveceros para compartir experiencias y conocimientos, y, por supuesto, degustar más de 500 ejemplos de las mejores cervezas mexicanas.

TEATRO ORIENTACIÓN, CENTRO CULTURAL DEL BOSQUE Paseo de la Reforma s/n, Campo Marte 20 horas | $75

Centro Cultural España Guatemala 18, Centro De 12 a 14 horas y de 16 a 18 horas | Entrada libre con inscripción previa

CINETECA NACIONAL Av. México Coyoacán 389, Xoco 16 horas | $40

Lunario Av. Paseo de la Reforma 50, Bosque de Chapultepec 21 horas | $300 preventa $380 día del evento

Teatro de la Ciudad Esperanza Iris Donceles 36, Centro 20:30 horas | $132

Pepsi Center Dakota s/n, Nápoles 12 a 19 horas | $130 incluye una cerveza


del 27 de agosto al 9 de septiembre de 2015 | AGENDA | frente | 11

Lunes 7

Martes 8

Miércoles 9

ARTE Humor y Tolerancia, Homenaje a Charlie Hebdo Exposición de caricaturas que honra a los humoristas gráficos franceses de la revista Charlie Hebdo que fueron víctimas de la intolerancia religiosa.

ARTE Agite y Sirva Retrospectiva de las ediciones 2009-2015 del Festival Itinerante de Videodanza se compone de obras que muestran las grandes posibilidades de la combinación cuerpo-cámara y que expanden los límites de las disciplinas.

MÚSICA Iron & Wine La última vez que el proyecto de indie folk del estadounidense Sam Beam estuvo en nuestro país fue en el Corona Capital del 2012. Ahora regresa para presentar su álbum más reciente, Sing Into My Mouth.

Centro Cultural España Guatemala 18, Centro Martes a viernes, de 11 a 21 horas; sábados de 10 a 21 horas y domingo,s de 10 a 14 horas | Entrada libre

Lunario Av. Paseo de la Reforma 50, Bosque de Chapultepec 21 horas | $550

letras Presentación de libro: La memoria de las cosas es una selección de 23 relatos cortos de la escritora, editora y traductora Gabriela Jauregui, que presenta un universo de objetos, personajes y situaciones aparentemente comunes pero vistos desde una perspectiva fantástica.

ARTE Jeremy Deller. El ideal infinitamente variable de lo popular El trabajo del artista británico Jeremy Deller aborda varios ejes temáticos: la cultura popular, la cultura obrera británica y el circuito del arte.

Museo de la caricatura Donceles 99, Centro Lunes a domingo de 10 a 18 horas | $20

ESCENA Palimpsesto Ésta es la historia de una familia particular: Eliseo, tejedor profesional y aprendiz de narcolepsia que vive encerrado en su casa desde hace 15 años, se entera que es padre de un niño malformado que, como él, no sale de su armario. FORO LA GRUTA, CENTRO CULTURAL HELÉNICO Av. Revolución 1500, Guadalupe Inn 20:30 horas | $150

ARTE Mandril y alefato La exposición explora los tópicos más característicos de la obra de Pedro Friedeberg: figuras geométricas, partes del cuerpo humano, animales, los símbolos y las calaveras se mezclan geométricamente entre distintos elementos de culturas antiguas. GALERÍA FIFTY Hotel Downtown: Isabel la Católica 30, Centro Lunes a sábado, de 13 a 20 horas. Domingo de 12 a 18 horas | Entrada libre

FORO EL TEJEDOR Av.Nuevo León 115, Condesa 19:30 horas | Entrada libre

ARTE In Tlilli in Tlapalli: Tatuaje prehispánico La modificación corporal era usual en las culturas prehispánicas para señalar estatus social o dar un sentido ritual al cuerpo. Esta exposición aborda la vigencia de estas prácticas en la actualidad y la reinterpretación de la “tinta negra, pintura de colores” de los prehispánicos. CCU Tlatelolco Ricardo Flores Magón 1, Nonoalco Tlatelolco Martes a domingo, de 10 a 18 horas | $30

MUAC Insurgentes Sur 3000, Centro Cultural Universitario Miércoles, viernes y domingos, de 10 a 18 horas Jueves y sábados, de 10 a 20 horas | $40

CINE / arte 813. Homenaje ilustrado a Truffaut En el marco de actividades de la Muestra Internacional de Cine con Perspectiva de Género, se presenta este libro de la ilustradora española Paula Bonet, que es un homenaje al trabajo del cineasta y a él mismo. Centro Cultural España Guatemala 18, Centro 19 horas | Entrada libre


12 | frente | contraloría | del 27 de agosto al 9 de septiembre de 2015

C contraloría

Abraham Cruzvillegas | Tras Tränenpalast Stadt luft macht frei reza la frase que idealiza a las urbes, contraria a la idea de que el aire en el campo es más puro y más sano, ¿por qué el de las ciudades nos haría libres? El asunto tiene que ver con el contexto en el que justamente evolucionaron algunas poblaciones, y por su actividad económica, hacia lo que podría ser considerada la modernidad, derivar del espacio rural a las ni tan flamantes ciudades, aparecía como una necesidad de pertenencia a algo que todavía no acabamos de comprender o de definir del todo: el individualismo y su afirmación ciudadana. Pienso en el complejísimo teporochín —literalmente un kippensammler— de Der Stadtstreicher, del sublime Rainer Werner Faßbinder, cuyo devenir se transforma de manera insospechada al encontrarse una pistola en un bote de basura en un parque; de haber vivido en el campo nada le habría sucedido, pues ahí no hay parques, y de entrada no podría fumarse a gusto las colillas que va recogiendo por allí en su metrópoli bávara. Claro que podría encontrar un arma en

la pradera, pero de ninguna manera su destino hubiera sido el mismo que da argumento al relato. Pero en los plattenbauten de cualquier ciudad puede pasar cualquier cosa, como narra Eduardo Rabasa en La suma de los ceros, que en su microhistoricidad lleva de manera humorística por violenta a una reflexión sobre la humanidad en su conjunto, sobre la genealogía de las organizaciones ciudadanas, sobre su delincuencia, sobre los desarrollos administrativos de los espacios que se hacen cada vez más inhabitables en donde cada vez menos metros cuadrados tienen que ser compartidos por familias numerosas, sobre las maneras en que la información se puede retorcer a capricho asegún las necesidades de la hegemonía, y de los usos y costumbres de los aparatos represivos para disponer de las voces que afirman una posición contraria. Como en la caricatura de Rabasa, las ciudades se convierten en jaulas o en Hohenschönhausen, ya por la prohibición explícita de acceder a ellas o por su irrespirabilidad, y no hablo de

esmog. Durante el colapso de la promesa de aire puro, en México hemos transitado cotidianamente de la imposibilidad de respirar al ahogamiento. El arrinconamiento generado por el terror del estado —por la desigual distribución de la riqueza, la falta de atención a la educación, a la salud y, de nuevo, a los derechos más básicos— se ha sumado al pánico creado por los medios cómplices, al silencio del temor y la mediocridad. No es ninguna novedad la violencia sistemática en contra de los periodistas (según el informe estadístico de la Fiscalía Especial para la Atención de Delitos Cometidos contra la Libertad de Expresión de la pgr, en los últimos 15 años 103 periodistas fueron asesinados en México y 25 más están desaparecidos, eso hasta febrero de este año, habría que actualizar y contextualizar las cifras, tal vez consultando a Artículo 19), pero no por ello dejemos de reflexionar sobre los hechos recientes, sobre nuestro entorno más inmediato. Mexiko bleibt Mexiko: descansen en paz Rubén Espinosa, Nadia Vera y sus tres amigas.

nes: es parte de la vida en una urbe como la nuestra que se define por un muy intenso roce humano o cruce de destinos, como un cableado de almas que, en una esquina, tal vez en una bocacalle, juntaran durante un segundo sus cargas eléctricas para después volver a separarse. Y a veces los encuentros suben de intensidad: nos rozamos más, intercambiamos miradas, o discutimos, nos reprochamos algo, nos expresamos con un bocinazo o incluso, en días de impaciencia, hasta le aventamos nuestro coche a aquel otro que se nos atravesó. Mi visión es la siguiente. Una cámara en la calle de Luz Saviñón captó la salida de los asesinos de la Narvarte a las tres de la tarde del 31 de julio pasado. Las tres de la tarde. Una hora tranquila en que la mayoría de la gente está comiendo. Pero siempre hay movimiento en la ciudad. La toma de la cámara capta coches y desplazamientos: es un día normal, todos siguen con sus vidas. Ahora imaginemos ser el conductor frente al cual pasó un hombre arrastrando una maleta: algo perfectamente olvidable, ins-

tantáneamente inatendible. Pero ese hombre que pasa frente a nosotros viene de matar. Él sí que no habita un momento de normalidad, por más que lo aparente. Apenas hace unos minutos torturó y asesinó a un puñado de personas. Es el mal. Es alguien capaz de todo, sin umbrales. O imaginemos que el Mustang rojo se nos cierra ligeramente, lo que nos arranca un claxonazo casi inconsciente. ¿En qué situación de máxima fragilidad nos hemos puesto sin saberlo frente a esa bestia? O el tercer hombre, que se mueve aprisa, ¿no es perfectamente capaz de chocar con un extraño en una esquina y perder ahí mismo los estribos nuevamente? Ellos tres tienen la sangre caliente, vienen de cometer un brutal baño de sangre en un departamento de la Narvarte. Son las tres de la tarde. Y se cruzan con uno, que en ese preciso momento está olvidado de sí, suelto, tranquilamente, por una calle de la ciudad. Mi visión es sólo mía. Y confieso vivir con bastante calma en mi ciudad. Pero la posibilidad de ese azar me asalta de repente. Y por un segundo me hiela la sangre.

Julio Trujillo | Obra negra Un muy intenso roce humano Los asesinatos de la Narvarte, además de su impunidad, del desastroso desaseo en su investigación, de la corrupción que evidencian, de la prepotencia que los permitió, de la tendencia a relativizarlos, de las líneas de investigación deliberadamente erradas con que se les atiende, de la distorsión de la que han sido objeto por parte de muchos medios, de la torpeza, miopía o franca ceguera que fomentaron en no pocos comentaristas, de la tristeza que provocan, de las lecciones que nos dejaron por nuestra reacción inicial de englobar a las víctimas en el conjunto “un fotoperiodista y cuatro mujeres”, de su evidente mensaje de amenaza cumplida y por seguirse cumpliendo y, en fin, más allá de la descomposición política generalizada que ha desembocado en ellos, me produjeron la elaboración de una visión terrorífica. Como en Rashomón, la escena del crimen ha sido escudriñada desde diversos puntos de vista. Uno de ellos, comprensiblemente ignorado, me obsesiona. ¿Con cuántos miles de personas o de coches nos hemos cruzado en las calles de la ciudad? Tal vez millo-


del 27 de agosto al 9 de septiembre de 2015 | contraloría | frente | 13

Verónica Gerber Bicecci | Hoja de observación Luigi Amara | Postales del subsuelo

Fotografías sin cámara LOCALIZACIÓN: www.hugoarcier.com/en/ nature-booleenne/ FECHA: 2008 HORA LOCAL: No aplica CONSTELACIÓN: De la serie Naturaleza booleana, Hugo Arcier EQUIPO: Navegador Safari

Violencia institucional

NOTAS: La serie de paisajes de Hugo Arcier está completamente modelada en una computadora. En cada imagen aparece un corte esférico que se realiza a través de un operador booleano (de ahí el nombre) utilizado comúnmente por la lógica y los programadores para sustraer o intersectar objetos. La parte que “falta” aquí, se convierte después en una escultura que completa la escena. El objetivo, siguiendo el statement del artista, es producir una alteración en la percepción, hacer que el espectador sienta la experiencia del mundo exterior como irreal, dado que aquello que solemos asumir como una huella vívida (la fotografía) fue realizada “artificialmente”. Concentrémonos sólo en las fotografías. En la página web de Arcier se puede acceder a un making off que explica detalladamente cómo es que estas imágenes cobran vida “de la nada”: en la pantalla de la computadora se construye una especie de plano arquitectónico y, a través de diversas herramientas del software Maya 3D, se le da cuerpo, capa por capa, hasta convertirlo, en este caso específico, en un iceberg. El proceso es más parecido al de las veladuras de óleo necesarias para conseguir “realismo” en una pintura que al del acto fotográfico. Pero, aunque son resultado de un proceso “pictórico”, a través de

BEF | Monorama

una máquina, un programa especializado, y sin la intermediación de un obturador, las imágenes de este proyecto se definen como fotografías. “Fotografías sin cámara”, más que pinturas de pixeles. ¿Cómo diferenciar, dentro de algún tiempo, entre una fotografía y su “replicante”? Es decir, cómo distinguirlas de esos seres artificiales (ahora imágenes), con recuerdos inventados que “replican” a los humanos (ahora fotografías) –y que inventó Philip K. Dick en su novela ¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas?—. No se trata solamente de si las imágenes replicantes podrán implantarnos recuerdos en el futuro, sino, sobre todo, de si harán evidente eso que solemos pasar por alto, por ejemplo, en nuestros álbumes familiares: que a pesar de su índice de lo real y del testimonio que ostentan como una prueba fehaciente de un suceso, las fotografías tienen siempre un estrato narrativo que convive de cerca con la ficción y el equívoco.

De lo que hubiera sido capaz Kafka de haber nacido en México y en la era de las fotocopias. Sellos pendientes, requisitos sorpresa, fotocopias que faltan, que siempre faltan. Cualquier detalle puede adquirir aquí la condición de instrumento de tortura en el proceso de un trámite, por no mencionar la vena sádica del burócrata promedio que, encadenado a su ventanilla, termina por confundirla con un trono mínimo pero efectivo desde el cual ejercer su tiranía, limándose despreocupadamente las uñas. ¿Quién no ha tenido que hacer cola de nuevo, tres, siete veces, porque le faltaba una fotocopia? ¿Quién no ha sido devuelto a casa tras recibir el temible oráculo de boca de una Sibila demasiado maquillada: “¡Original y copia; todos los documentos en original y copia!”? La fotocopia faltante es una artimaña de lo más sutil entre otras tantas que adopta la violencia institucional. Hay veces que la arbitrariedad es artera y risible, como cuando la grúa de tránsito arrastra tu coche recién estacionado por “presunción de abandono”, o cuando te llega el recibo de la luz por más de cien mil pesos, no importa que vivas en un cuarto de dos por tres con apenas un refri y un foco pelón de 60 watts. En el corralón, en las oficinas de “clase mundial” de la compañía de luz, la respuesta es siempre la misma: “Primero pague y luego reclame” (lo que en buen español significa “ya se jodió”), de modo que uno se ve de golpe, al mismo tiempo, en medio de un proceso desquiciante y ante las puertas del castillo, sintiéndose, desde luego, poco menos que un insecto.

La violencia institucional conoce círculos más amplios, más despiadados. De la detención arbitraria y el cateo en plena calle al rechazo flagrante de la presunción de inocencia, se cometen toda clase de atropellos con el pretexto retorcido de que “es por tu seguridad”. ¿Las autoridades te sembraron droga en el aeropuerto? ¡Es por tu seguridad! ¿Alteraron la escena del crimen para construir una versión a modo y fotogénica? ¡Es por tu seguridad! En el gran dédalo de humillaciones en el que cualquiera puede caer por el simple delito de poner un pie en la calle, ¡deberíamos sentirnos incluso agradecidos! Mirtha Luz Pérez Robledo, madre de Nadia Vera, la activista y promotora cultural asesinada el mes pasado junto a otras tres mujeres y el fotoperiodista Rubén Espinosa, supo dar, en medio del duelo, la rabia y el dolor, con el concepto preciso: violencia institucional. A las amenazas y el cerco psicológico, a la persecución y luego la tortura y el tiro de gracia, lo que siguió en el caso de su hija fue la violencia institucional. Criminalización de las víctimas, alteración de pruebas, versiones extraoficiales antojadizas, líneas de investigación que, más que líneas, parecen marañas o francas tachaduras. La Procuraduría General de la Justicia como una instancia más para el agravio y la violación de los derechos. La Procuraduría General de Justicia como una continuación de la violencia al otro lado del espejo. En un país donde incluso la revolución pudo institucionalizarse, no nos habíamos dado cuenta de que la violencia es ya la Secretaría Máxima.


14 | frente | crónica | del 27 de agosto al 9 de septiembre de 2015

Cartas a un joven Godínez

C crónica

ilustración: tabata bandin

Por Juan Gerardo Aguilar

Una vez que te acomodas en tu escritorio, dejas de ser humano para ser Godínez; por tu bien, atiende estos consejos para sobrevivir en el entorno hostil de las oficinas.

No

pude enseñarle que la felicidad dura menos que la quincena y más que dos gorditas de chicharrón. Los Godínez Alfa Lomo Plateado lo tenemos muy claro porque ya aprendimos a repartir la vida en mitades y finales de mes. El breve paso de Esperanza por la oficina tampoco fue suficiente para que supiera que lo más valioso en la fauna del servicio público es el tiempo. Tiempo para aprender a pedir tiempo para desayunar, amamantar al bebé, salir fumar un cigarro o, en el mejor de los casos, sacar las chambas extras, porque todo se jodió cuando cambiaron los bonos de despensa por tarjetas inteligentes, que seguimos utilizando a lo pendejo. Cuando me la asignaron como aprendiz, hice lo que mejor se hace en estos casos: mostrarle el efectivo, pero no tan noble, ejercicio Godínez de cruzar la burocracia nadando de muertito y aprender a repartir las veinticuatro horas del día entre el trabajo de oficina y lo que de verdad te gusta. En mi caso, la escritura y la lectura; en el de Esperanza, salir en la televisión y devorar el Tvnotas.

Tampoco pudo ver cómo hacen otros Godínez o (verdaderos héroes sin capa) para sacar adelante casa grande y casa chica con una quincena, y hasta darse el lujo de tener un amorío al amparo de la misma nómina. Y es que ella tenía juventud y candor, es decir, lo necesario para que la tuvieran sin cuidado las cuotas con el imss y el Infonavit, o que el dólar estuviera quemándole las pezuñas a los 17 pesos. Sin nociones previas, los jóvenes Godínez enfrentan un mundo salvaje; más si son recomendados o familiares de algún jefe o periodista chayotero. Las miradas se vuelven hacia ellos. En esta etapa, su caparazón es blando y su entusiasmo puro, genuino. Piensan que lo aprendido en las universidades públicas o privadas les ayudará a controlar este Golem. Siempre he creído que en toda oficina debería haber un Departamento de Ayuda al Joven Godínez. El jefe me endilgó a Esperanza para capacitarla en los ires y venires de la oficina por ser el trabajador más experimentado (otro eufemismo del godinato), como si fuera motivo de orgullo. No era la


del 27 de agosto al 9 de septiembre de 2015 | crónica | frente | 15

primera vez que tenía a alguien bajo mi tutela. Antes había visto desfilar a varios alumnos de ciencias y técnicas de la comunicación, quienes prestaron su servicio social o hicieron sus prácticas laborales conmigo. El método era simple: hacer trizas su visión rosa del mundo, enfrentarla cara a cara con el aparato estatal y enseñarla a sobrevivir. No era tanto por ensañarme con ella, sino por abrir sus ojos a la verdadera realidad de la vida que se diluye en quincenas. No, la intención era que sus neuronas se movieran lo suficiente para darse cuenta de que aquello no era lo suyo y volviera al buen camino. Supongo que así yo expiaba mis culpas y sacaba un alma del purgatorio burocrático. Esperanza me hizo sentir como Denzel Washington en Día de entrenamiento pero con menos drogas. El jefe me la encargó mucho porque era sobrina de no sé quién putas y fue a dar a la oficina porque, para colmo, había estudiado Comunicación y no tenía la menor idea de cómo desquitar las colegiaturas pagadas por sus padres en la universidad. Al día siguiente, se presentó quince minutos antes de las nueve de la mañana. Lo supe porque me dijo la recepcionista cuando llegué, a las once. También me dijo que estaba “como desesperada” y que había leído todos los periódicos mientras yo aparecía. Mi aprendiz se acercó y se presentó. Pensé en lo que seguía: todo eso de mostrarle la oficina y recorrer las áreas para que la conociera el resto del personal; aunque fuera de ese tipo de gente que uno puede irse a la tumba sin conocer. La noté nerviosa. Era entendible: no hay peor día que el primero, sobre todo en un trabajo nuevo, donde, se supone, tendrás la oportunidad para demostrar lo aprendido durante cinco años de carrera. Le enseñé su lugar y la computadora que utilizaría. Primera caída: me cuestionó la vejez de la máquina y la silla. Le contesté que así estaba la mayoría de los muebles y replicó que en la “uni” trabajaban con equipos nuevos, incluyendo “macs”. No le di importancia y tomé las cosas con calma, porque, a mí qué demonios me importaba si tenía la costumbre de escribir con Mac, PC o Bic; ahora estaba en una oficina de gobierno y aquí poco importaba estar a la vanguardia en tecnologías de la información, porque los Godínez somos exactamente lo mismo con MacBook o ábaco de baquelita. Pasado el primer trago, hicimos el recorrido por las áreas. En todas, la misma cantinela: “Se llama Esperanza y estará trabajando con nosotros a partir de hoy”. Otra regla de oro de la burocracia consiste en jamás provocar la

ira de una secretaria, un chofer o del personal de limpieza. Segunda caída: intentó hacerse la graciosa con Teresita, diciéndole que ahora ya sabría a quién reclamarle cuando encontrara sucio su lugar y esbozó una sonrisa que no le fue devuelta; de hecho, generó un silencio de ésos que le ponen en la madre al poco ambiente respirable que queda. Teresita me confesaría después que jamás la tragó por alzada. En realidad, no logró congeniar con nadie. Todos vieron con recelo a la recién llegada así de pronto, más cuando se enteraron de quién era sobrina y por qué estaba ahí, sin ningún mérito. No era que la oficina estuviera llena de talentos, sino que, con los años, los Godínez suelen desarrollar cierta endogamia y, como los chimpancés, excluyen a los extraños de su grupo o los relegan a segundo plano. Su primer día de trabajo Godínez fue un fiasco. Se volvió un claro ejemplo de la peor manera de entrar a la fauna burocrática. Quizá por eso también ella notó que no era del todo bienvenida e intentó cambiar su actitud durante los días subsecuentes. Le indiqué cuáles serían sus responsabilidades. Sin embargo, para cada solución tenía un conflicto; típica soberbia del joven Godínez. Arengaba contra el sistema y me reclamaba constantemente: “Por qué deben ser así las cosas”, decía. Yo me limitaba a explicarle que aquí la línea de mando funcionaba de manera vertical y la indicación sólo bajaba. Me recordó mis inicios en este jale, cuando ponía todo mi empeño en hacer las cosas de tal suerte que sirviera para sentar un precedente y mostrar a los demás de lo que yo era capaz; pero los años me enseñaron que ser Godínez es el verdadero crimen que no paga, porque más allá del esfuerzo no hay nada, ni siquiera las gracias. Ella se dio cuenta de que lo aprendido en la universidad no la había preparado para adentrarse en un mundo donde los grados académicos no servían de mucho y que su condición de recomendada era como traer la cruz en la frente un miércoles de ceniza eterno, hasta pensé en escribirle una carta con una lista de recomendaciones. Pero fue decantándose poco a poco. Teresita se encargó de hacerle ver que su comentario inicial fue una afrenta difícil de perdonar, al obligarla a vaciar su propio bote de basura o dejándola sin papel en el baño cuando le tocaban las guardias vespertinas. La gota que derramó el vaso fue el altercado que tuvo con una de las secretarias. Tercera caída: ambas se hicieron de palabras y tuve que intervenir para evitar que llegaran

a las cachetadas. Esperanza se fue conmigo desconsolada. “Yo sólo quería salir en la tele”, lloraba y se sorbía los mocos. Recordé que no hay Godínez más triste que aquel que antepone el salario a sus propias convicciones. Le dije que se calmara y se fuera a descansar. Le repetí el mantra que me ha permitido llegar a este punto: “Jamás aplastes una cucaracha porque puede convertirse en tu jefe”. No todos tienen el cuero apto para esta clase de jodas. Yo ya había visto a las mentes más brillantes de mi generación pasar por diversas áreas del servicio público y huir a la primera oportunidad hacia el cálido abrazo de la beca Conacyt, para pacer en esa zona de confort que suele ser, a su manera, la academia. Eran pieles finas, lomo blandito, cuero que no aguanta reatazos. No era tonta: al final, entendió que pulir su concha y aprender a torear los problemas le llevaría mucho tiempo, porque, en un pleito de oficina, quien se enoja siempre saca la peor parte y no hay estampita del Niño Doctor o San Judas Tadeo guardada en el cajón que ayude. Comprendió todo y renunció al mes. La última vez que la vi, estaba dando las noticias de espectáculos en un canal de cable. Pensé que por algo se empieza. Hubiera sido peor quedarme con la sensación de no haber sacado otra alma del purgatorio. Sé que no será la última: vendrán más como ella. Los Godínez, contrario al aguinaldo, nunca se acaban. Si son de contrato, buscan esa tabla de salvación que es la plaza de confianza y esta última también es el punto de apoyo para dar un salto cuántico hacia la base, lo que implica ingresar a la grey de algún líder sindical con tendencias chamánico-charristas. Por eso, cada vez que veo entrar a un joven Godínez para ocupar una silla y un escritorio, pienso en ponerle sobre aviso respecto a las cosas que suceden en esta jungla de fotocopiadoras, risas chacoteras y olor a garnacha. Pero siempre es más divertido ver cómo lo descubren, poco a poco, y su capacidad de asombro se hace añicos para volver a reconstruirse antes de que el reloj checador marque las cuatro de la tarde. F

Juan Gerardo Aguilar (Zacatecas, 1977) Es autor de El refugio del hurón (Jus/IZC - 2010) y Servicio al cuarto (Pictographia, 2013). Publicó relatos, ensayos, reseñas y crónicas en Cine Premiere, Replicante, Tierra Adentro, La Cabeza del Moro y Ficticia. Fue redactor de la revista Áurea, del Instituto Zacatecano de Cultura. Twitter: @juan_gerardo

“Cada vez que veo

entrar a un joven Godínez para ocupar una silla y un escritorio, pienso en ponerle sobre aviso respecto a las cosas que suceden en esta jungla de fotocopiadoras, risas chacoteras y olor a garnacha.”



del 27 de agosto al 9 de septiembre de 2015 | Versus | frente | 17

v versus

“Esperar puede ser una cosa muy agradable. A mí —como a Kafka— me gusta mucho esperar. Cuando tú estás esperando se marca un límite al futuro, hay un horizonte; de lo que se trata es de aprender a vivir la espera: habitarla. Es muy importante quitarse la angustia, y hay otra cosa importantísima para estar sosegado: evitar, cuidadosamente, entrar en competencia con los demás.”

HUGO HIRIART ESCRITOR

Ensayista, dramaturgo, filósofo y novelista, Hugo Hiriart (México, 1942) es uno de los escritores más originales e inclasificables de nuestro país. Conversar con él da la sensación de estar paseando a través de una galería de pinturas insólitas: escuchas un pasaje de Dickens, un comentario sobre Kant y después observas una escena de Luis Echeverría dirigiéndose al emperador de China. En cada uno de sus libros palpita la frase socrática: “Una vida sin interrogatorios lanzados en todas direcciones no es digna de ser vivida”. Entrevista: JOSÉ MANUEL VELASCO | fotografía: cucho jiménez


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del 27 de agosto al 9 de septiembre de 2015 | Versus | frente | 19 Antes de empezar a escribir tuviste un período como artista plástico, ¿por qué dejaste la pintura y la escultura?

Primero entré a Arquitectura y aguanté un semestre; luego me fui a la Esmeralda. Un día la maestra de Escultura puso un tornillo y dijo: “Cópienlo”. Pero yo siempre he sido muy desesperado. Vi aquello e intenté; me parecía algo tediosísimo y antipedagógico. Iba un rato a la escuela y después me iba a pintar a mi casa. Un día dije: Esto es demasiado manual”. Empecé a ir a la Facultad de Filosofía y Letras y le dije goodbye a la pintura; no volví a tomar clases nunca. Yo pienso que fue un error.

¿Y cómo viviste ese cambio a la Facultad de Filosofía y Letras de la unam?

Una de las materias que escogí fue Filosofía de la Historia. La clase consistía en lo siguiente. El maestro, un hombre alto que fumaba todo el tiempo, decía: “Vamos a hablar del progreso. Díganme ustedes, ¿hay progreso o no hay progreso?; y si lo hay, ¿en qué consiste?”. Yo levanté la mano y me puse a argumentar. Me di cuenta de que tenía facilidad para formular y ordenar argumentos. Luego empecé a estudiar otras materias y me entusiasmé. No sabía qué era la filosofía, aunque había leído muchísimo.

Además te tocó una época fabulosa en la Facultad de Filosofía y Letras.

Filosofía era un hervidero. En el café había todo tipo de mesas. Yo me sentaba en la de los comunistas porque era la más atractiva. Estaban Carlos Monsiváis, Fito Sánchez Rebolledo y muchos tipos interesantes. Estudiábamos lógica con Vera Yamuni Tabusch (que había sido pareja de José Gaos). Acabando la clase le dije a Vera que queríamos tomar clase con Gaos. Entonces él dijo: “Que vengan a verme a mí cubículo”. Fuimos y nos hizo un examen verbal. A mí me preguntó: “¿Quién refutó la teoría de la generación espontánea de la vida?”. Y yo acababa de leer un libro de historia de la medicina y respondí: “Louis Pasteur”. Empezamos a estudiar con Gaos. Leímos una parte de la Metafísica de Aristóteles, la Pequeña Lógica de Hegel y algo más de Kant. La clase de José Manuel Gallegos Rocafull era de cinco a seis. Al terminar yo ya no tenía clase y un día lo invité a tomar un café a la cafetería de la biblioteca. Yo estaba feliz y llevé a algunos amigos de la mesa de los rojillos. Empezamos a hablar y a discutir con él. Un día nos dijo: “Es muy difícil hablar con ustedes porque no saben nada de religión ni de catolicismo. Podemos discutir, pero antes consigan el catecismo alemán. El proyecto era leer la Summa contra gentiles de Tomás de Aquino. No pudimos completar el plan porque el padre Gallegos murió en Guadalajara dando clases.

¿Y por qué dejaste la Facultad?

En esa época tenía lo que los gringos llaman hoy “ataques de pánico”. El primer ataque que me dio fue en clase de Metafísica con Eduardo Nicol. Me entró pavor y salí corriendo del salón. Además empezaba a entrar en el alcoholismo (despacito, como suele suceder). Por lo tanto, mi campo de acción era estrecho. Estaba haciendo mi tesis y era investigador auxiliar en el Insti-

tuto de Investigaciones Filosóficas. Lo único que me faltaba era doctorarme y tomar mi plaza. Una tarde iba en el coche con Hugo Margáin, vi un semáforo y dije: “No voy a estudiar Filosofía porque es muy difícil para mí. Lo máximo que puedo hacer es un paper que esté vigente (si es muy bueno) seis meses o un año”. En filosofía no puedes ambicionar y ponerte a escribir quién sabe qué, es demasiado difícil. Entonces me habló Julio Scherer a mi casa. Él era asesor del director del Excélsior y me ofreció escribir para el periódico. Escribí dos artículos: uno sobre el padre Lemercier (el abad del monasterio benedictino de Santa María) y otro sobre José Luis Cuevas. Por un lado, estaba el periódico; y por el otro, el pinche Instituto de Investigaciones Filosóficas. Fui a ver a Scherer y le dije: “Ya dejé la universidad, vengo para que me des más trabajo”. Y Scherer ( ya director) me mandó a la sección de Televisión que dirigía Manuel Becerra Acosta. Entré ahí el 2 de octubre de 1968. En esa época comía y cenaba con Becerra Acosta. Me consumía todo el tiempo estar en el periódico, pero había leído una cosa que dijo Valle Inclán: “El periodismo puede llevarte a todas partes, siempre y cuando lo dejes a tiempo”. Después de hacer un chorro de cosas dije: “No me puedo quedar aquí porque voy a publicar un libro. Cuando salga el libro me voy”. Ahí empecé a escribir Galaor en una libreta de contabilidad, pero se tardaron muchísimo en publicarlo.

Y con esa novela ganaste el Villaurrutia…

El que haya estado en el periódico explica que, cuando nadie me conocía, me hayan dado el premio Xavier Villaurrutia. Eso porque en el Excélsior trabajaba Francisco Zendejas, el que organizó el premio, un ex trotskista inteligente y muy borracho. Era el año en que Luis Echeverría tomó el poder como presidente. Y Echeverría estaba obsesionado con restañar la separación que se había dado entre los intelectuales y el gobierno durante el período de Díaz Ordaz. El Premio Villaurrutia no se había entregado en cuatro años, y decidieron entregar cuatro premios al mismo tiempo. Fui premiado junto a otros mucho más grandes que yo y ya consagrados: Jaime Sabines, Juan García Ponce, Gabriel Zaid y yo. Abrí bien, ¿no? Decidí dejar el periódico y estuve viviendo varios meses escribiendo, hasta que se me acabó el dinero y entré en un remolino de hambre. En esa época yo iba a comer una vez por semana con Emilio Uranga, el filósofo. Éramos muy amigos. Un día le dije: “Estoy mal de dinero, consígueme un trabajo con Porfirio Muñoz Ledo o con tus amigos”. Uranga me dio trabajo de analista en la Secretaría de la Presidencia, de la cual Muñoz Ledo era subsecretario. Estuve en la Dirección de Documentación e Informe Presidencial. Una vez Echeverría fue a Japón y pronunció un discurso ante el emperador. Llegó una petición de que lo escribiéramos nosotros. Muchas veces escribíamos discursos. Si venía un tipo que se dedicaba a la futurología, llegaban un par de libros y nos pedían que hiciéramos

las fichas donde venía todo lo que el presidente debía saber y preguntar. Allí estuve feliz durante dos años y medio. Yo salía a las tres de la tarde y mis amigos salían a las siete u ocho; porque así le había pedido Uranga a Muñoz Ledo. Salía solo y me iba a comer y a beber a las cantinas del Centro. Ahí fue cuando escribí la Ginecomaquia. Como estaba muy solo, hice algo para estar acompañado.

Eres compañero de generación de Gustavo Sainz y de José Agustín pero tu estilo es diferente. En tus libros hay una preocupación por la unidad, la precisión y la atención a los detalles. ¿Lo discutieron alguna vez?

Fui muy amigo de Gustavo en la prepa y luego en la Facultad de Filosofía, aunque él estudiaba Derecho. Durante la prepa mi papá trabajaba con un ingeniero buenísimo doctorado en Estados Unidos. El profesor Raúl Marzal. Él cada año iba a Argentina y de regreso le traía a mi papá libros de Borges y de Bioy. Yo empecé a leer a Borges antes de que lo glorificaran; y Gustavo Sainz conocía bien los libros de Cortázar. Yo le presté mis libros de Borges y él me prestó los de Cortázar. Éramos muy amigos. Él era un tipo extremadamente ordenado, con algo de lo que los psicoanalistas llaman “personalidad anal”; no se separaba de nada. Acumulaba todos los cómics que había leído. Sobre su escritura yo le decía: “Gustavo no hagas esa cosa, el lenguaje de la onda se va a acabar muy rápido. En Guatemala no lo entienden; va a durar muy poco”. Hace poco, el escritor Salman Rushdie dio una conferencia en Jalapa y dijo: “Hay que escribir de lo que uno sabe y de lo que uno ha vivido, siempre y cuando lo que uno ha vivido sea interesante”. De lo contrario es mejor hacer otra cosa.

Ibas más en la línea de Julio Torri…

Torri fue mi maestro. Un mal maestro, pero un escritor delicioso. No me gusta el bla bla bla. Me gusta la escritura controlada y dirigida. Hegel decía: “Cuando tú hablas en general sólo puedes decir lugares comunes. Las generalidades comprenden los lugares comunes de una época; si quieres decir algo interesante tienes que hablar de algo completamente particular”. Es importante evitar las generalidades y hablar de cosas en específico, al escribir y al conversar.

¿Tienes alguna hipótesis sobre el ensayo?

Sí. He ido apretando esa definición. El ensayo clásico consiste en lo siguiente: tomas una cosa elemental, cualquiera: la taza de café, la mesa, una silla. Cada cosa que existe contiene dentro de sí todo el universo; ahí están todos los patrones de la existencia. Partes de algo aparentemente banal y lo vas llenando de referencias y argumentos. Lanzas preguntas para resolver problemas que tú mismo formulas.

¿Qué temas te obsesionan últimamente?

Ahora voy a dar una plática en Monterrey sobre Santa Teresa. Empecé a estudiar la mística española de los siglos de oro. A eso le he estado dando muchas vueltas; me voy a tardar porque es una cosa muy enredada. También he estado estudiando libros sobre Alejandro el Grande. No sé por qué me interesa tanto. Persia me fascina. Alejandro es

una de las grandes figuras que le puso punto final a esa Persia imperialista de la que habla Herodoto, y Esquilo en Los persas. Me interesa explicarle a mis alumnos en qué consiste la mística y sus limitaciones.

¿Dedicas más tiempo a escribir o a leer?

Me gusta más leer que escribir. Leo más de lo que escribo; mucho más ahora que ya no es como antes.

¿Y hay algún autor joven que haya llamado tu atención?

Daniel Espartaco. Su novela Autos usados te da la sensación del horror y la violencia que hay en el norte, sin mencionar todos esos lugares comunes que abundan en la llamada literatura del norte, que me parece muy pobre. Muchas historias que se inventan narcos y se inspiran en el cine negro americano. El resultado es una cosa fracasada. Tampoco conozco mucho. Ya tengo poco tiempo para leer.

En La fenomenología del relajo Jorge Portilla dice que la ironía busca la verdad, el humor la libertad, y el relajo la irresponsabilidad. En tus libros hay mucha ironía y humor, pero apenas se percibe el relajo. ¿Dónde quedó?

Yo he vivido dos vidas. Antes de cumplir cuarenta era un desmadre. Hubo un tiempo donde no tenía casa. Andaba loco y borracho. Un día mi mujer me dijo: “Eres insoportable, entra a esta clínica donde hay un jardín y te estás ahí con tus libros y tu máquina de escribir”. Le hice caso porque ya me sentía muy mal, pero llegué a ese lugar y secuestraron mi máquina de escribir. Los primeros días fueron difíciles. Llegué un domingo y el martes nos llevaron a una junta en un barrio obrero. Iba en una camioneta chiquita y por mi grado de angustia empezó a temblarme la barbilla y luego la cabeza; me sobrevino una especie de ataque epiléptico a causa del síndrome de abstinencia. Me desmayé y me fueron a dejar a la clínica. Cuando abrí los ojos no sabía dónde estaba, pero el lugar me era familiar. Caminé por el jardín y llegué adonde estaba el médico de guardia, que estaba viendo en la televisión la película Alien. Una cosa preciosa. Me quedé ahí viéndolo. Exactamente esa noche marca el fin de una época y el inicio de otra. Ese día cumplí cuarenta. A partir de entonces me domestiqué y me hice sosegado. Empezó otra vida para mí.

Te he escuchado hablar sobre la importancia de la lentitud en cualquier proceso creativo. ¿Cómo sobrellevas la rapidez y la neurosis generalizada de la ciudad?

Esa idea llegó a través de un correo que mi mujer me envió por internet. Decía algo así como: “El estrés es muy desgastante, hace mucho daño, pero a usted lo va a matar. Nosotros le vamos a decir cómo evitar el estrés; es muy simple: no tenga nunca prisa. Si usted va a algún lugar vaya una hora antes”. Esperar puede ser una cosa muy agradable. A mí —como a Kafka— me gusta mucho esperar. Cuando estás esperando se marca un límite al futuro, hay un horizonte; de lo que se trata es de aprender a vivir la espera: habitarla. Es muy importante quitarse la angustia, y hay otra cosa importantísima para estar sosegado: evitar, cuidadosamente, entrar en competencia con los demás.


fotos: rodrigo alcocer

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vivir y crecer en la Para los doctores Shimizu, dueños del Museo del Juguete, su barrio es el corazón del corazón de México Por Mariana Coppel

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a colonia Doctores se resiste a la gentrificación; pese a que se encuentra a un lado de la Roma y a que en ella está el museo más surrealista y fabuloso de la ciudad. Fuimos con su dueño, un inmigrante japonés que creció e hizo fortuna en ese barrio, para que nos relatara las historias que guardan esas calles, sus personajes y sus juguetes antiguos.


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a noticia de que sobre Dr. Olvera se había instalado el museo más surrealista de la Ciudad de México empezó a propagarse de boca en boca entre los vecinos de la Doctores y más allá. No hubo promoción mediática. El dueño del lugar tiene estatura media, piel morena, complexión delgada y ojos rasgados. Se llama Roberto Shimizu. Jamás saluda de beso y es un habitante devoto de su comunidad, un férreo defensor del barrio. Él adaptó un predio habitacional para sacar a la luz su colección personal: más de un millón de piezas, sin museografía alguna, un espejo lúdico de la cultura popular, del caos ordenado o el orden caótico que reina en las calles de esta ciudad. El hombre, de obvia ascendencia nipona, tiene carácter. Una coraza que puede llegar a intimidar; una seriedad que va cediendo poco a poco cuando se trata de defender sus pasiones: el coleccionismo y una colonia plagada de estigmas. Sin titubeos afirma que la Doctores es la colonia más chingona de México. “El corazón del corazón de la República”, dice. Su razonamiento considera que la Ciudad de México es el corazón del país, que la delegación Cuauhtémoc es el corazón de la ciudad y que la Doctores es el corazón de la Cuauhtémoc. ¿Por qué hablar de la Doctores? o, más bien, ¿por qué no hablar de ella? “Ahí asaltan”, sólo se visita para hacer un trámite burocrático o recuperar autopartes robadas por los mismos delincuentes que las venden. Pero la Doctores —sobre todo, la Doctores de un hombre como Shimizu— es el relato de la

MUJAM

transformación de un barrio, del intento de culturizarlo, de una familia japonesa probando suerte en una zona de obreros; es la historia de una colección formada sobre sus calles, es el coleccionismo como proceso de nostalgia, es contrastar una experiencia personal, reflejada en un museo de juguetes antiguos, con la cruda realidad que la ha mantenido amurallada y rezagada de la gentrificación de las colonias aledañas. Es también delincuencia, patadas voladoras y el desorden con el que se ha urbanizado la megalópolis: un monstruo acostado sobre un valle, intimidante mancha urbana que no es más que un conjunto de provincias, una suerte de rompecabezas unido por ejes que separan el bien del mal.

El príncipe de la Lagunilla El arquitecto Roberto Shimizu está sentado en el escritorio de su oficina, listo para retroceder en el tiempo. En una esquina, bajo libros, carpetas, documentos y las tres tesis de sus hijos, reposan los espejos de un viejo hotel (los acaba de traer un chacharero). El cuarto es amplio y por la ventana se cuelan los ruidos de una mañana tranquila en la calle Dr. Olvera: pájaros, automóviles, voces, ladridos. Es el primer piso del Museo del Juguete Antiguo México (mujam), edificado por partes en un edificio de 1960. Originalmente, ahí se daba asilo a inmigrantes japoneses. A partir de su transformación en museo, en el 2007, los Shimizu empezaron una tarea de recuperación barrial con proyectos artísticos que giraban alrededor de un centro cultural único en su tipo, que no sólo llamó la atención de los locales, sino también de la prensa extranjera. Incluso —cuenta Roberto—, Carlos Slim, el hombre más rico de México ( y, a veces, del mundo), ofreció comprarle la colección y trasladarla a su museo, el Soumaya. Pero el multimillonario recibió un no rotundo como respuesta. No sólo porque Shimizu se manda y se ha mandado solo desde niño, no sólo porque odia el elitismo y la frivolidad de las instituciones culturales, no sólo porque sería absurdo irse después de todo lo que ha vivido, la jugosa oferta fue rechazada porque que Shimizu ama la Doctores, y el museo es de la colonia tanto como la colonia es del museo. En la puerta de la oficina de Shimizu están pegadas algunas fotografías de sus padres. En un corcho sobre su escritorio hay una imagen suya: es un bebé de tan sólo un año, en los brazos de una joven muchacha. Hace unos días, la misma mujer de la foto apareció en la puerta del museo. Iba para recordar los años felices en el primer negocio de los Shimizu: una papelería popularmente conocida como “la tienda de los chinos”. La anciana se presentó como Esther, Shimizu la recordó y sacó la foto: ahí estaba ella, con 14 años, cargando al bebé que defendería a capa y espada su barrio. Anécdotas tales ocurren cotidianamente en el mujam. La familia Shimizu es recordada con cariño por quienes de niños gozaron los vistosos aparadores de la papelería en época de Reyes, por los vecinos que fueron con él a la primaria, con los que compartía los robots, los radios de transistores, los papeles y las piezas de cerámica que escogía su madre para la tienda. “Se vendía pura chingonería”. Su hijo mayor está sentado a su lado. Se llama igual que él, pero es más conocido como Shimi. Es más alto y más blanco que su padre, tiene el pelo corto y tras el cristal de los lentes se asoman uno ojos completamente japoneses. Si no hablara, nadie pensaría que es chilango, que pasó su infancia tirando canicas con los hijos de los pepenadores y que a pesar de haber crecido en Las Lomas, le tiene un gran amor a este barrio. Pero cuando habla, fluidamente, el acento capitalino lo delata. Conforme avanza la conversación, Shimi confiesa que a diferencia de sus dos hermanos, heredó la obsesión de su


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padre por acumular objetos. Un “chip” que, supone, podría venir de la cultura japonesa. Recuerda que su papá solía regañarlos por tirar cosas, que a veces discutía con su madre por deshacerse hasta de un bote de mayonesa. “Decía que podía servir para contar una historia”. Después de haber visitado el Smithsonian Institution, en Washington, D.C., se les ocurrió que su museo podría ser llamado el Shimistonian, pues así como la institución que guarda los tesoros de la vida cotidiana y que cuenta con un acervo de más de 136 millones de bienes en sus colecciones, ellos también son un centro de arqueología moderna. “Seríamos el Shimistonian, porque en nuestro museo se recuperan cosas que cuentan la vida de todos. Lo que hay aquí es parte de nuestra idiosincrasia, lo que hay es lo que ves en los mercados, lo que ves cuando vas a las luchas, lo que ves en un tianguis de barrio. Es la vida diaria de los mexicanos.” La infancia de Shimi transcurrió en bazares. Aprendió a negociar en los mercados de pulgas, en la Portales o la Plaza del Ángel, donde su padre era una especie de celebridad. “Esto está apartado para el príncipe de la Lagunilla”, decían cuando otros coleccionistas se acercaban a preguntar por alguna pieza. “Fue a la hora de crecer cuando entendimos el sentido de comunidad. Mi papá aprendió eso en la Doctores, y nosotros también.” Para incentivarlos en el oficio de la compraventa, Shimizu daba a sus hijos una cantidad de dinero y les indicaba que, si aprendían a regatear, podían quedarse con el cambio. Los entrenaba para negociar bajo el mismo principio de justicia que le hizo acreedor de un título metafóricamente nobiliario entre una extensa red de comerciantes. Su mandamiento: una vez gana el vendedor y otra el comprador. “Los coleccionistas son los nuevos historiadores —dice Roberto, hijo—, se necesitan más en la sociedad, pues los que son conscientes de la historia tratan de no cometer los mismos errores. Mi papá puede hablar de medicina más que un médico y de filosofía más que un filósofo. Lo ha aprendido leyendo y escuchando las historias que le cuentan, anécdotas que va recopilando en las calles o de la gente que viene a verlo. A los chachareros se los ganó con confianza, muchas veces sus piezas valen más, pero se las traen a mi papá porque saben que son tesoros que van a quedarse en México.”

importantes para que la tienda alcanzara el éxito que tuvo. Era la época de oro de la manufactura nacional. Los aranceles de importación eran muy altos y se producían aquí todo tipo de cosas. No sólo “cosas”, la época de oro en México incluyó música, poesía, artes plásticas, muralistas, filósofos, mejores políticos, y por supuesto, teatro, farándula y cine. En ese tiempo también se producía una enorme cantidad de juguetes, el territorio azteca fue uno de los 10 países con mayor producción de cultura popular del siglo XX. “Fue una época que difícilmente volverá, y mucho menos ahora que nos volvimos individuos globalizados. Se terminó la manufactura, la creatividad, toda la independencia cultural”, dice don Roberto, nostálgico.

"Cuenta Roberto que Carlos Slim, el hombre más rico de México (y, a veces, del mundo), ofreció comprarle la colección y trasladarla a su museo, el Soumaya. Pero el multimillonario recibió un no rotundo como respuesta.

Del sol naciente al ombligo de la luna Pero, vayamos más atrás en la historia, pregunto, habiendo tantas colonias en la capital, ¿cómo una familia japonesa llega a la Doctores? Un trabajador del museo interrumpe la plática. “Don Roberto, ¿cuánto cuesta este carrito?” Data de los años ochenta, y Shimizu no está seguro si es original o pirata. Se dirige a su hijo en japonés y, para no perder demasiado tiempo, le asigna un precio al azar: “Ya hombre, dalo en 250 pesos”. Luego retoma la narración, la seriedad se va perdiendo en la nostalgia. El primer Shimizu que pisó el continente americano fue su tío. Se estableció en Colorado para trabajar en el ferrocarril. Harto de los gringos, emigró a Mazatlán, donde puso una botica. A finales de los veinte, después de un viaje épico de 40 días en un barco de poca monta llegó su padre, con 19 años, y se enamoró del puerto. Volvió a Japón un par de veces, se casó y tomó el barco de regreso. El calor de Mazatlán los expulsó y en el 37 decidieron probar suerte en la Ciudad de México. “A la Doctores llegaron porque era una zona céntrica y popular.” Un año después abrieron la papelería Casa Shimizu, donde en lugar de ofrecer cuadernos corrientes, empezaron a vender cosas buenas. A partir de entonces, se convirtieron en un emblema de la manzana. Cuando llegaron, la Doctores era de terracería. Don Roberto Shimizu nació en 1945, arriba de la tienda, cuando la calle aún se llamaba Niño Perdido. Según narra, hubo factores

Roberto Shimizu padre y Roberto Shimizu hijo.


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Mi infancia fue muy feliz en esta colonia. Tenía una palomilla de vagos con la que disparaba rifles desde los techos de las vecindades. Nadábamos en los tinacos, poníamos balas en latas, les prendíamos fuego, y con las cajas de la mercancía construíamos refugios a los que invitábamos a Licha, la casera de aquí a la vuelta, a la que todos le pegaban sus fajes."

Centro Médico

La tienda era muy concurrida por los vecinos de la colonia. Vendían juguetes mexicanos, lápices alemanes, papeles americanos. Abrían tempranísimo y cerraban, de lunes a domingo, hasta las diez de la noche. La Doctores de la infancia de don Roberto era muy diferente a la de ahora y él era una suerte de líder entre los niños del barrio, era el que pichaba los tacos y los refrescos, el que traía una bicicleta japonesa, el que llevaba las novedades al salón de clases. Por las mañanas, asistía al Colegio México de los maristas. Por las tardes iba a la colonia Obrera, donde aún está el colegio japonés Chuo Gakuen, institución fundada en los años treinta, y al que ya casi nadie de la comunidad japonesa asiste. Shimizu hace un repaso puntual por su infancia, recorre en la memoria las calles que hoy han sido invadidas por hojalateros. La añoranza ha diluido su coraza. Siempre propio, salvo cuando hay que mentarle la madre a los políticos, regresa a las vecindades donde creció. “Mi infancia fue muy feliz en esta colonia. Tenía una palomilla de vagos con la que disparaba rifles desde los techos de las vecindades. Nadábamos en los tinacos, poníamos balas en latas, les prendíamos fuego, y con las cajas de la mercancía construíamos refugios a los que invitábamos a Licha, la casera de aquí a la vuelta, a la que todos le pegaban sus fajes.” Aunque en su familia siempre hubo recursos, Shimizu creció alejado de la burguesía. Cuando era niño nadie se lavaba los dientes, las vecindades eran cuartos, los escusa-

Estación Indianilla

dos letrinas y había que bañarse en las azoteas a jicarazos. Casi nadie se bañaba porque sufrían una terrible escasez de agua: en muchas ocasiones era necesario recolectarla en cubetas, bajo la lluvia. No era difícil toparse con los luchadores de la Arena México y los campeones de box que entrenaban en los Baños del Jordán, los Baños Margarita o el Deportivo Anáhuac. En las inmediaciones de la Doctores se construyó el primer estadio público de México: el Estadio Nacional, pero estaba tan mal hecho que tuvieron que destruirlo. No era un estadio de futbol. En sus instalaciones se practicaba béisbol, gimnasia rítmica y fisicoculturismo. Tratar de sorprender al luchador Black Shadow sin máscara era otra actividad de la pandilla. En la Doctores vivían cantantes de tríos y bailarinas, pero ninguna celebridad. “Era una colonia pobre, pero eso sí, en un cabaret cercano teníamos a (las vedettes) Lyn May y a su hermana, la Morena.” En la Doctores no había muchos lugares de reunión social; pero recuerda que la gente iba mucho al cine, al Maya, al Tin Tán, al Estrella, lo sabe porque de regreso a casa las familias pasaban a la papelería a comprar migajitas de dulces que despachaban en conos de papel. Aunque en la colonia la arquitectura era muy elemental, por haber sido construida por ingenieros y herreros, contaba con algunas casas de estilo californiano y con esquinas trazadas en pan coupé, superficies planas que formaban los ángulos donde ocurría la vida social. En una se instalaban los merolicos, en otra los niños echaban volados; había teatro callejero, perros amaestrados y se vendían guajolotes y gallinas vivos. “A veces se mataban ahí mismo, o se traían a la casa para darles chicharrón.” “La taquería Especial fue una paletería. Al lado había una tienda de gelatineros, que abundaban en la zona junto con los boleros y los chicleros. Había molinos de chile, mi madre compraba por separado los ingredientes del mole y le pagaba extra al dueño del molino para que su mezcla no se contaminara.” La gente de la colonia se movía en bicicleta, a diferencia de la desolación que hoy impera, y que empezó después del sismo, la vida se hacía en la calle. Había infinidad de puestos rudimentarios donde se servían sopes, quesadillas, pambazos, tostadas y pozole. Pero todo desapareció. La gente se fue a las periferias con el sueño de poseer un terreno, engullidos por los colmillos de las inmobiliarias. “En una época veíamos camiones instalados en los pan coupés, resguardados por personas que convencían a los vecinos para mudarse a la Aurora y a Neza. Se los llevaban a escoger su terreno, y así fue desapareciendo la vida del barrio, para poblarse de bodegas, imprentas, talleres, eléctricos y refacciones. La mala fama de la Doctores fue una contaminación de la Buenos Aires, una colonia de invasores. Nuestras calles también fueron invadidas por ambulantes. Los puestos, palafitos sobre cuatro patas, eran plomerías y cerrajerías que por las noches se convertían en viviendas habitadas por familias enteras. Recuerdo que cuando empezaron a limpiar la zona, quemaban todo lo que quedaba: basura que veíamos arder en piras fenomenales.”

De cuando las cabareteras eran damas con dignidad

Caldos Indianilla

Hotel Lord

“Yo fui muy cabaretero”, confiesa don Roberto Shimizu y, de nuevo, con cierta invasión de nostalgia mezclada con decepción, dice que las cabareteras de la Doctores tenían dignidad y no se colgaban de esos tubos horrorosos, ni estaban todas operadas. Los centros nocturnos, famosos en los alrededores de la colonia, tenían una función social importante. Era el tipo de diversión que estaba al alcance de los obreros. “Nada parecido a los antros de ahora.” Las ficheras tenían buena conversación, acompañaban, escuchaban las penas y hacían coreografías


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Azotea del MUJAM

artísticas. “Tenían orgullo, por más pequeño que fuera el congal, las muchachas practicaban rutinas maravillosas.” La oferta de la colonia en materia de cabarets y hoteles de paso no era poca. Era una zona con una florida vida nocturna, sobre todo a la altura del Eje Central. Algunos locales aún permanecen, otros se cayeron en el temblor, otros cerraron por el abandono. Shimizu enumera los más importantes: Barba Azul, El Infierno, Balalaika, El Burro, Caballo Loco y el Salón Colonia, cuya estatua sobrevive en el Shimi-museo. Abundaron también pulquerías con nombres peculiares: El Recreo de los Zorros, Los del Rastro Aquí, Los Degenerados o La Hija de los Apaches, un local atrapado en el tiempo, en Dr. Claudio Bernard 149, donde, como en todas las cantinas de la época, las mujeres no podían mezclarse con los borrachos, y donde aún se sirven pulques de ingredientes secretos y se baila salsa. La tepachería El Oasis es otro centro nocturno que sigue en pie dentro del mercado Hidalgo, ahí se ha conservado la receta original durante generaciones. Por hoy se ha terminado la hora del recuerdo. Son las dos de la tarde, Shimizu tiene que irse. Desde la azotea, no siempre abierta al público, se ven las calles de la colonia, el mercado, algunas vecindades y techos de los talleres eléctricos. ¿Quién vive en esas calles ahora, tan lejanas a la infancia de Shimizu?

La frontera del mundo gentrificado Shimi es conocido en toda la cuadra, le dicen Beto. Ofrece llevarnos por los lugares donde desayuna. A la vuelta del museo están las quesadillas que atiende Martha Saldaña, una de las muchas personas que trabajan en el barrio y viven en la periferia. Desde hace 20 años hace un viaje de una hora y media para atender su puesto. La colonia se ha deteriorado a como la recuerda, y a pesar de no haber sufrido atracos, su fórmula es oír, ver y callar. Dentro del mercado Hidalgo está un puesto de cocina yucateca. Shimi los saluda con mucha naturalidad, lo conocen desde que frecuentaba el puesto con su abuelo. Marco Antonio, el joven que atiende, es la tercera generación a cargo del negocio, que ha sido puesto de abarrotes y verdura. Tampoco vive en la colonia, pero llega desde las siete de la mañana a trabajar. Dice que ha visto su transformación, antes había muchos cabarets y la gente vivía ahí, luego se fue llenando de comerciantes y negocios porque “de alguna manera hay que hacerle”. ¿Qué si es peligrosa? “Es más la fama que tiene.” Cuidando unos carros, con la boca pintada y un sobrero está Talía, una señora que de tantos años de estar en la misma esquina, no se acuerda cuándo llegó ahí. Dice que la colonia es tranquila y que vayamos a la feria del Eje 3. “Van

a tocar cinco sonidos y se amanece el baile toda la noche.” Según explica, es la fiesta de la Virgen de San Juan, patrona de la colonia. Muchas noches se ha amanecido en esos bailes y en los cabarets. Talía aunque ahora vive en Santa Martha, pero pasó su juventud en la Doctores. “Vaya a la Catedral de la Cumbia, ahí me tienen en fotografías, va mucho periodista”, luego recibe unas monedas por cuidar un coche y se despide diciendo: “Que le vaya bien, que dios los bendiga”. Del mercado Hidalgo a Cuauhtémoc son varias cuadras panteoneras, hay que pasar por la Estación Indianilla y por hoteles, vecindades, oficinas de gobierno, el Semefo, parques, esquinas en pan coupé y antros de mala muerte. Las calles están sucias, los comercios son austeros y en cada esquina hay una carrocería abandonada, como si fuera el adorno distintivo del barrio. Hay carros viejos y hombres manchados de grasa, trabajando a pleno rayo del sol sobre los cofres abiertos de los carros viejos. Como si fuera una línea que divide el bien y el mal, a los malandros de los bohemios contemporáneos, está la avenida Cuauhtémoc. De un lado, la Roma Norte; del otro, defensas de automóviles adornando la banqueta. Allá, personas que caminan con un café y un pan del Rosetta; acá, eléctricos arreglado carros viejos, calles descuidadas con pocas probabilidades de una futura migración. Los precios de la Roma se han hecho cada día menos costeables, pero la gentrificación sigue excluyendo a la Doctores. La clase media “burguesa” se mueve a la Tabacalera, a la San Rafael, a la Santa María la Ribera. Los esfuerzos del gobierno han sido fallidos, a pesar de que la Doctores es uno de los principales focos de recuperación de espacios públicos en los perímetros etiquetados como de “descomposición social”. Se ha intentado desmantelar las células criminales, se han habilitado algunos parques, pero la fórmula no ha funcionado en las profundidades de un barrio cargado de estigmas. Entre los planes oficiales se ha planteado densificarla como una ciudad administrativa, un complejo de oficinas, vivienda y centros culturales, que entre otras cosas intenta, contra la voluntad de los vecinos, demoler los edificios en ruinas, escenarios de la delincuencia, que la han mantenido bajo la sombra del Centro Histórico y las colonias aledañas. Las cuatro esquinas de Dr. Martínez del Río pertenecen a los hojalateros. Se estacionan en doble fila, provocan accidentes, se roban la luz y obligan a los peatones a caminar por debajo de la banqueta. Los vecinos se quejan del aroma a solventes, de las mangueras y las facias que obstruyen el paso, de los tóxicos con los que conviven todos los días; se quejan de la basura, del ruido, de la invasión, pero al mismo tiempo se sienten protegidos. La mafia de los hojalateros ahuyenta a

Breve historia de la Doctores Coordenadas: la colonia Doctores queda en el sur de la delegación Cuauhtémoc. Limita al norte con Chapultepec y el Centro Histórico; al sur por Eje 3 Dr. Ignacio Morones y la Buenos Aires; al poniente por Cuauhtémoc y la Roma; al oriente por Eje Central Lázaro Cárdenas y la Obrera. Virreinato: las primeras casas de la zona fueron construidas durante este período. No queda ningún rastro de ellas. 1846: construyen sobre chinampas de flores el primer panteón civil Campo Florido. Tampoco queda nada de él. 1880: Ramón Guzmán, impulsor del transporte citadino de carros tirados por mulas, estableció patios de reparaciones para sus trenes en los terrenos de la Indianilla, al sur de la Garita de Belén, donde hoy están edificadas las sedes de Procuraduría de Justicia y el Tribunal Superior de Justicia del Distrito Federal. 1889: el político Francisco Lascuráin solicitó al ayuntamiento un permiso para formar una colonia en la Indianilla. Oficialmente se le llamó colonia Hidalgo, pero pronto fue conocida como Doctores, por la nomenclatura asignada en tributo a los médicos de la segunda mitad del siglo XIX. 1898: la Mexican Electric Transway inició ahí mismo la instalación del trolley, el sistema de tranvías eléctricos que inauguró sus servicios el 15 de enero de 1900. Los terrenos de Indianilla fueron un patio de reparaciones y talleres durante 70 años. 1905: inauguración del Hospital General de México, en el sur de esta demarcación. 1920-1960: para dar servicio a los choferes de los tranvías se establecieron puestos precarios de consomés, “los caldos de Indianilla”, que cobraron fama por décadas. Ahí se reunían conductores de las primeras corridas y trasnochados hambrientos. Estos puestos de caldos fueron parte importante de la fisonomía histórica de la colonia. 2007: a nuestro chilango japonés se le ocurrió abrir las puertas de su museo.


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Éste es un espacio de cohesión social, puedes ver familias que traen escolta conviviendo con vecinos de toda la vida. Han venido Axl Rose, Nine Inch Nails, CypreSs Hill y Jack White. El New York Times nos reseñó como el best kept secret de la Ciudad de México.” –Don Roberto Shimizu

otros grupos delictivos. A la Doctores no se meten ni criminales foráneos, ni hipsters, ni nuevos habitantes. Lejos se ve todavía lo que ha sucedido en la Condesa, la Roma, la Juárez, la Escandón o la Cuauhtémoc en los últimos 20 años. Colonias donde el uso de suelo y el perfil económico de los habitantes transformaron la demografía. Esos barrios que se reponían de la devastación del terremoto y que se convirtieron en áreas gastronómicas, de bares, comercios y viviendas para personas de ingresos altos. Éste es el fenómeno de la gentrificación, término que alude a la metamorfosis de una zona deteriorada, pero bien ubicada y con cualidades arquitectónicas atractivas —característica nula en la Doctores, una colonia guerrera, de trabajadores, fábricas, cantinas, hospitales y patadas voladoras tanto en la calle como en los rings de pelea. De la Doctores se huye. Si alguien cruza la frontera, la advertencia es clara: ¡ahí asaltan! Con un promedio de cinco denuncias de delitos presentadas al día, los habitantes sufren la ineficiencia de la policía, el abandono y la invasión de los franeleros que han monopolizado sus calles.

El museo más surrealista de la ciudad Es difícil saber lo que pasaba en la cabeza de un niño con una obsesión muy particular: guardar todo lo que lo hacía feliz. Ésa es la explicación que da don Roberto Shimizu sobre el inicio de su colección. Quizá había heredado el buen ojo de su madre para elegir la mercancía de la tienda, quizá, como supone su hijo, su “chip” acumulador es un asunto cultural. Las bodegas de la papelería facilitaron que las cosas que recolectaba pudieran acumularse. Primero fueron sus propios juguetes y los productos que más le gustaban de la tienda

familiar. Además del espacio, la familia tenía recursos. A la par del negocio de la tienda, la familia empezó a importar comida japonesa, fueron los primeros en traer algas, salsa de soya Kikkoman, productos Meji o sazonador Ajimoto. Podría decirse que gracias a ellos los chilangos conocieron el sushi. A Shimizu le gustaban mucho los coches, cuando entró a la Facultad de Arquitectura de la unam, salía de la colonia conduciendo un Mercedes Benz, después tuvo una de las pocas ediciones convertibles del Valiant Acapulco. Más tarde un Porche y un Ferrari, el único de la Doctores. No es que fueran millonarios, el negocio era exitoso y jamás tuvo la intención de presumir, los coches simplemente le gustaban. “De todas las cosas que guardaba, los carritos eran mis favoritos. Dejé de coleccionarlos cuando se volvieron una plaga, pero empecé a guardar cosas que llegaron a México más tarde: juguetes del espacio, robots, naves espaciales.” Cuando terminó sus estudios, su padre le recomendó que viajara, que hiciera lo que más disfrutaba, que después tendría tiempo de trabajar, y obviamente, lo que más le gustaba era coleccionar y registrar cada objeto que llegaba a sus manos. Las bodegas de la papelería se fueron llenando de cajas, también el edificio donde hoy está el mujam. Cada departamento fue transformando su función en un albergue, cada centímetro fue ocupado por cajas, hasta que no cupo una más. Además, ¿quién iba enamorarse de los tesoros si permanecían almacenados? Con esta intención, y para dejar un legado a sus tres hijos, abrió las puertas del museo, un espacio que en sus inicios sólo era visitado por la gente de la colonia. Las diferentes salas se fueron adaptando poco a poco, se tiraron los muros que dividían las viviendas y él mismo fue construyendo con material reciclado cada una de las vitrinas donde reposan sus antiguos juguetes. Todo lo que se exhibe, y lo que sigue guardado, ha sido registrado por el coleccionista. A cada pieza hay que agregarle una hoja de datos donde escribe la fecha, el país de procedencia, el año estimado de producción, la descripción, la referencia, el fabricante, el color, el tamaño, el tipo de cambio, los propietarios que ha tenido, el costo y un comentario personal. Cada una de las piezas tiene una relación íntima con la experiencia del coleccionista.


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“Colección que no se estudia acaba en un cúmulo. Las grandes colecciones se hacen registrando, leyendo, investigando, en este caso, todos estos juguetes los viví en la tienda. Los ubico perfecto, sé bien en qué épocas y en qué momentos de mi vida los guardé. Casi todo lo que hay aquí lo jugué en las calles cuando era el ‘rey de la colonia’, que si bien era pobre, también era un México más feliz, promotor de la creatividad y del ingenio.” Shimizu ha escrito su historia como coleccionista, la historia de sus piezas y del museo que nunca soñó tener. Ha construido cada esquina, cada piso del lugar, ha planeado el recorrido de las instalaciones. El museo habla de sí mismo, pero también de su colonia, de su familia, de su país. Las relaciones que guarda hacia cada objeto son tan obvias para él que no ha creído necesario explicarlas con cédulas. El museo es una referencia de sus recuerdos, su pasado, sus ideas de patrimonio, política, riqueza, juego o cultura popular. Pero los objetos no sólo cuentan su historia, sino que son cosas que todo el mundo tuvo, pero que no todos guardaron. Esto los impregna con un sentido de colectividad, los hace trascender las fronteras personales para adquirir un significado en el resto de la comunidad. No importa si en los microcosmos creados por Shimizu encuentras carritos de hojalata, invitaciones de la primera vez que se tocó el himno nacional, un circo Plastimarx complementado con carteles del Ataide y fotografías de los cirqueros. Cabecitas de Batman, una pila de cabezas de Barbie, nacimientos, muñecas de porcelana, óleos flamencos del siglo XVII, cajas de cerillos, envolturas de chocolate, superhéroes en versión pirata, un reloj con el logo de Luz y Fuerza, cómics de los setenta, marionetas, piñatas, muñequitos de Disney, luchadores, billares, naves espaciales, peluches o bocetos de películas de Cantinflas. Todas las cosas exhibidas son una representación de su tiempo y su espacio, detonadores de recuerdos y eslabones que van uniendo generaciones. “Hemos creado un espacio de nostalgia y conversación —dice Shimizu—. Provocamos sentimientos, incentivamos

la interacción entre diferentes generaciones y tratamos de reforzar el orgullo de ser mexicanos. Nuestra industria se acabó con la globalización. La bala que mató a la producción nacional también mató a los creadores. Éste es un espacio de cohesión social, puedes ver familias que traen escolta conviviendo con vecinos de toda la vida. Han venido Axl Rose, Nine Inch Nails, Cypress Hill y Jack White. El New York Times nos reseñó como el best kept secret de la Ciudad de México y el Lonely Planet nos tiene en un apartado especial.” El mujam es definido como un museo vivo para mexicanos vivos. Cada día tratan de hacer cosas nuevas, traer exposiciones temporales, continuar con los planes de una sala de estudios, una biblioteca, un espacio para talleres y una residencia de artistas. Aún quedan cuartos llenos de cajas, todavía les queda mucho por hacer, no hay presupuesto familiar que alcance para mantener una institución cultural, pero difícilmente habrá comprador que le llene el ojo a este hombre. Al hombre que jamás saluda de beso, al coleccionista feroz, al arquitecto que en lugar de construir grandes edificios, ha edificado su propio mundo. Un sábado cualquiera el museo está repleto de personas. Hay familias completas, solitarios, parejas, niños alucinando. Hay una caricaturista haciendo retratos, y entre todas esas personas, está Shimizu, sus tres chihuahueños, Shimi y su madre, encargada de preparar la comida japonesa que se vende en la tienda que da a la calle. No era poca cosa la oferta que les hizo el hombre más rico de México, pero Shimizu y su hijo se mantendrán independientes hasta que algún interesado que comulgue con sus ideas, quiera continuar su labor de recuperación y que sobre todas las cosas que hay que respetar en esa museografía surrealista, respete el número 15 de la calle Dr. Olvera, alguien que se atreva a entrar en la Doctores sin prejuicios y preste atención cuando Shimizu afirme con una seguridad envidiable que su colonia es la más chingona de México.

La buena vida en la Doctores He aquí una lista de lugares que debes visitar si pretendes conocer la colonia a la que le tienen tanto cariño los Shimizu. La Hija de los Apaches | Una grandísima bodega que funge como pulcata de culto. Don Pifas, el dueño, es una celebridad del box que vende los mejores pulques de la zona. Toda la decoración tiene su cara y su nombre. ♦ Dr. Claudio Bernard 149. Entre Rafael Lucio y Dr. Carmona y Valle

Barba Azul | Un cabaret donde viajarás a la época de las pelis de ficheras. Merengue, salsa, tragos cantineros y un ambiente siempre diverso te garantizan diversión desde los años cincuenta al buen estilo underground mexicano. ♦ Gutiérrez Nájera 291 esq. con Bolívar

Estación Indianilla | La antigua estación de tranvías ahora es un centro cultural. En su interior encontrarás galerías de arte, salas de proyecciones, un museo de juguetes y hasta un restaurante-bar con librería. ♦ Dr. Claudio Bernard 111

Arena México | “El coloso de la Doctores” tiene infinidad de historias que contar. Este recinto ha visto pasar innumerables peleas de box, lucha libre y hasta conciertos de rock. Es uno de los destinos más importantes de la colonia. ♦ Dr. Lavista 189

Bazar de antigüedades “Dr. Ignacio Chávez” | En la frontera de la Roma y la Doctores se encuentra el parque Dr. Ignacio Chávez donde podrás encontrar desde ropa, discos, joyas y aparatos electrónicos antiguos hasta muebles vintage y juguetes de tu infancia. Av. Cuauhtémoc s/n, entre Dr. Liceaga y Dr. Juan Navarro

Posada del Sol | Alguna vez fue el proyecto de un magnánimo hotel para artistas ahora se encuentra abandonado entre puestos de tacos y vendedores ambulantes. Una leyenda urbana aceptada por los vecinos cuenta que el edificio está embrujado y el fantasma de su creador (que se suicidó ahí mismo) se puede ver a cualquier hora del día. ♦ Niños Héroes 139

Merendero Biarritz | El merendero lleva más de 70 años creando tradición con sus caldos de gallina, tacos dorados, tamales y tortas de milanesa con las mismas recetas que cuando empezaron. Este veterano local ha visto crecer familias enteras y ha atendido a varias personalidades que buscan sabor casero y calidad. ♦ Dr. Lucio 156 esq. Dr. Velasco

El Sella | Ésta es una de esas cantinas viejitas de influencia española donde todo es delicioso. Es un secreto a voces, ya que no hay ningún letrero afuera, el dueño te recibe y te atiende mientras saboreas un jugoso chamorro. ♦ Dr. Balmis 210 esq. Dr. Manuel Villada

Tacos de hamburguesa “Don Toño” | La familia González tiene la receta perfecta que combina los tradicionales tacos de comal y la carne de hamburguesa con salsa y limón para que desayunes como se debe. Este puesto legendario es de los más queridos por los habitantes de la Doctores. ♦ Dr. Lavista 143 La Nueva China | Si la parrilla china es lo tuyo, aquí te sentirás como en casa. Hay la opción de buffet y a la carta, todo con cierto toque mexicano. El restaurante pertenece a una familia originaria de, sí, China, por lo que la decoración del lugar te hará viajar de inmediato. ♦ Dr Jimenez 286 esq. Dr. Márquez Balalaika | Este folclórico antro tiene más de medio siglo rumbeando. Aquí se viene a bailar, nadie se queda sentado. Si no tienes pareja, las fichas cuestan 20 ∫pesos por canción. Las palmeras fosforescentes en las paredes instalan al parroquiano en un cálido ambiente tropical en plena ciudad. ♦ Av. Eje Central Lázaro Cárdenas 95


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El sutil encanto de la sencillez de Enjambre

música

foto: Ramón Ruiz sampaio

Por Andrea López

Hoy en día, Enjambre es una de las bandas de rock más populares del país. Este sábado 29 de agosto enfrenta uno de los compromisos más importantes de su carrera: presentarse en vivo y en directo en el Palacio de los Deportes, un foro en el que contados grupos nacionales han logrado agotar las entradas. Frente se reunió con ellos para charlar de este evento.

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lo largo de siete años, Enjambre se ha ido convirtiendo poco a poco en una de las bandas más exitosas del país. Apenas a finales del año pasado publicó Proaño, su quinto disco de estudio. Después de presentaciones en el Teatro Metropólitan, en el Auditorio Nacional y en el Vive Latino –la más reciente este año—, Enjambre ahora tiene la mira en otro recinto de la Ciudad de México para conquistar: el Palacio de los Deportes. ¿De qué está hecho su éxito? En primer lugar, del trabajo que han realizado arduamente durante siete años, al que habría que sumar la estrecha relación que han creado con sus fans, el arsenal de canciones pegajosas que han compuesto y grabado, y el apoyo —reciente, porque el grupo operó durante sus primeros años dentro de la independencia— que les ha brindado la disquera transnacional con la que están firmados. Viajes, presentaciones, ensayos, convivencias con sus seguidores, atender a los medios (prácticamente en ese orden) podría resultar

muy extenuante para muchos, sin embargo, para Enjambre no es algo que le pese. Así lo explica su delantero Luis Humberto: “No nos podemos quejar de esta vida porque nos sentimos muy privilegiados de ser de las pocas personas que se dediquen a la música y la verdad se lo debemos al público. El hecho de que estemos ocupados y moviéndonos de un lado a otro es porque la gente quiere escuchar nuestra música, entonces nosotros tenemos que, con mucho gusto, ir a presentarla”. Conversamos con Luis Humberto (voz), Julián (teclados/guitarra) y Rafael Navejas (bajo), junto con Ángel Sánchez (batería) y Javier Mejía (guitarra), unos días antes de esta presentación sobre su creciente éxito, de su vida —presente, pasado y futuro— y de su relación tanto con medios como con su público. La cita fue en un imponente Palacio de los Deportes completamente vacío durante los preparativos del concierto. Podría parecer que el cansancio de una intensa semana de promoción y los nervios previos tienen los ánimos de la banda mermados, pero sólo es la primera impresión. ¿Qué tan difícil es hacer una vida aparte de la banda siendo que Enjambre trabaja tanto?

Humberto: Somos familia y en casi todas las actividades extracurriculares casi siempre estamos todos presentes. Eso ayuda, ya que


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“Dejamos que las cosas fluyan, pero no nos gusta dejar mucho

tiempo entre un disco y otro. Nos gusta mantenernos frescos, con nuevas ideas, nuevas canciones en el escenario, para no aburrirnos.”

tenemos este itinerario tan irregular, pero últimamente apartamos fechas para vacaciones y de todos modos nos encontramos cuando estamos separados (risas). Rafael: La última vez que se fue de vacaciones, abrió la maleta y ahí estaba yo. Julián: Hay veces que tengo la maleta y no desempaco, y con esa misma maleta me voy a Fresnillo o de vacaciones. Rafael: Por eso siempre está su ropa toda arrugada. ¿Cuál ha sido su momento favorito con Enjambre?

Javier: Tocar en el Auditorio Nacional y que se agotara. Julián: El primer Vive Latino también fue especial, no nos esperábamos que hubiera tanta gente en nuestro show. Humberto: Uno de mis momentos favoritos fue cuando recién llegamos a México y por fin encontramos un lugar donde vivir y ensayar. No teníamos muebles y pusimos

toda nuestra ropa en el piso y nos dormi- En más de una ocasión han mencionado que mos ahí. Fue un momento muy especial no sienten que reciben atención de los medios masivos, ¿cómo sienten esa relación? para mí. Humberto: Ellos tienen ya a sus artistas Pasando tanto tiempo juntos y teniendo y sus formas de operar, que obviamente una inquietud musical, ¿cómo funciona les está funcionando, pero la razón por la para la banda el proceso de composición que ahora existen más festivales de música —incluso en Estados Unidos y son festivade un disco? Rafael: Hay una constante inquietud por les de música que invitan a artistas latinos seguir haciendo música y por explorar cosas o mexicanos (como Ruido Fest)— es un nuevas, no estancarse. Creo que ya es autoindicador de que la gente está interesada mática. En cuanto a componer, se ha dado en esta música y no hay un festival de grandes dimensiones de la música que tocan solo. Típicamente, sale el disco, empezamos en estas estaciones de radio masivas o en una gira, y es un año y medio de estar ocupados tocando. No tenemos tiempo para las televisoras. Entonces, hay una incoherencia ahí de lo que están dando estos canciones nuevas, a medida que el disco y medios masivos a lo que está pasando en la gira comienzan a calmarse, empezamos realidad con la gente. Creo que sería bueno a ensayar para componer. que le dieran un momento y un espacio a Julián: Dejamos que las cosas fluyan, pero esta música, para que el público reciba lo no nos gusta dejar mucho tiempo entre un que quiere. disco y otro. Nos gusta mantenernos frescos, con nuevas ideas, nuevas canciones en Julián: Somos el tipo de grupo que no el escenario, para no aburrirnos. echa a perder oportunidades. Si alguien llega y dice: “Queremos que toquen para ¿A qué le atribuyen el éxito que han tenido este canal”, nosotros vamos y tocamos, no desde el inicio y que ha crecido gradualle decimos que no a nadie. Nos gusta presentar nuestra música a la mayor cantidad mente? Rafael:A que depositamos nuestra ilusión, de personas posible. Pero creo que más que expectativas y esfuerzo en el proyecto que nada ha sido la música, tenemos la fortuna tenemos enfrente. Si es un demo, si es un de que la gente se identifique con nuestras disco, si es una presentación como ésta canciones. No lo puedo explicar, nosotros (Palacio de los Deportes), como que sí nos hacemos las canciones que nos gustan y al vamos a pasos pequeños. público también. Rafael: Muchas veces nos ha pasado que Cuando empezaron el proyecto, ¿alguna equis revista o canal nos dicen: “La gente vez imaginaron que tendrían el éxito que me está pidiendo mucho esto y yo no sabía tienen ahora? quiénes eran ustedes”, seguido pasa. Humberto: Todos teníamos trabajo y éraJulián: O vamos a un programa de telemos muy serios con respecto a nuestra visión y hay personas formadas porque música. No sabíamos si nos íbamos a dediquieren entrar. car a esto, entonces como que no contábaRafael: Tenemos un público, afortunadamos con que tuvieramos éxito. Sin embargo, mente, bastante generoso que son los que por la seriedad que teníamos y la fe que le nos han estado empujando a espacios en depositábamos a las canciones, tocábamos donde no creían en nosotros o no había un donde se pudiera y cuando empezamos a interés. Por un lado, la gente es nuestro más venir a México fue que nos dimos cuenta grande apoyo y también, por otro lado, la de que la gente simpatizaba con nuestra disquera, ayudándonos a llegar a lugares que música. Era la época de MySpace y fue ahí no habíamos ido antes. que tuvimos esa retroalimentación. En ese Humberto: Ha sido por nuestro público que entonces todavía vivíamos todos en Estanos sigue y nos apoya, que una disquera dos Unidos y se generó una segunda gira. nos firmó. Es importante ver lo que la gente En ésta nos dimos cuenta de que el público está buscando, no es tan difícil. Uno puede comenzó a crecer y en la tercera que hicimos meterse a cosas como Spotify o YouTube y comenzamos a contemplar la posibilidad de ver qué es lo que tiene más plays. Más allá venir a vivir a México, “una temporadita, a de lo pop y lo que se hace de una manera ver si hay algo ahí con el grupo” y han sido manufacturada. siete años y cinco discos.

Últimamente, ¿cuál es la canción que más escuchan?

Rafael: “Mr. Postman” de The Marvelettes. Julián: “Amanda” de Víctor Jara. Javier: Escucho mucho a The Growlers. Humberto: King Creole, la de “Rock Bottom”. Ángel: “Epitaph” de King Crimson. Si hicieran una película de Enjambre, ¿quién les gustaría que los interpretara?

Humberto: Yo este Jorge… Julián: ¿Jorge Falcón? Humberto: (Risas) ¡No! Julián: Creo que sólo Brad Pitt tendría la profundidad de interpretar a mi personaje. Humberto: A mí, Jorge Rivero… aunque en relalidad pondrían a Jack Black a interpretarme. Ángel: Cheech Martin. Humberto: Julián quizá podría ser Zach Galifianakis. Rafael: A mí me interpretaría Ralph Macchio. Humberto: ¡A Javier ya sé quién! El de Entourage, Adrian Grenier. ¿Extrañan tocar en foros más pequeños?

Julián: Todavía lo hacemos de repente, cuando vamos a Argentina, como no somos muy conocidos ahí, son tocadas que nos recuerdan a las primeras que hicimos aquí. Nos mantiene todavía alertas, porque aquí ya estamos muy cómodos, ya nada más llego, me cuelgan la guitarra y toco. Allá todavía llego con el ampli, a conectar mis cables, como antes… y eso nos mantiene al tiro como músicos. Sobre su presentación en el Palacio, saben que se trata de un evento significativo —son pocas las bandas de rock nacional que históricamente han logrado llenar ese foro—. Sin embargo, su ambición no se acaba ahí: “En definitiva, es la culminación de una etapa, es un peldaño muy alto que estamos escalando, pero cuando uno está arriba, sólo es para ver un horizonte más distante…”, y ciertamente, los horizontes que Enjambre tiene son bastante amplios. El resto del año continuarán la gira de Proaño por varias ciudades de la República, incluyendo Sinaloa, el único estado que la banda no ha pisado aún, además de que visitarán de nuevo Estados Unidos y Sudamérica.

ENJAMBRE Palaco de los deportes Viaducto Río de la Piedad y Río Churbusco S/N, Granjas México. 29 de agosto, 21:00 horas De 315 a 947 pesos


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El buen karma de Camilo Séptimo Por Jesús García

Hace unos días, con motivo de la Semana de las Juventudes, el grupo Camilo Séptimo se presentó en el Zócalo capitalino ante miles de personas. Para sus integrantes esto es apenas el inicio. Platicamos con el vocalista, Manuel Mendoza, sobre el nuevo sencillo, sus proyectos a futuro y las creencias kármicas de sus integrantes.

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anuel Mendoza, junto con su grupo, Camilo Séptimo, ha obtenido un reconocimiento mediático que no esperaba y que sus anteriores proyectos musicales habían buscado deliberadamente, aunque sin tanto éxito. Lo que surgió como un pretexto para volver a tocar con viejos amigos de la adolescencia en un grupo —cuyo nombre es un chiste local en referencia al baladista español Camilo Sesto—, es ahora más grande de lo que ellos mismos imaginaron. He aquí una breve charla con el vocalista de esta agrupación. “Eres” [el nuevo sencillo de la banda] ha estado sonando bastante fuerte estos días. ¿Qué me dices de esta rola?

centralizada aquí en la ciudad. Se está dando [la escena] en provincia y están viniendo para acá. Pero aquí en el DF creo que no hay nada que nos esté sorprendiendo.

¿Te imaginaste que un proyecto tan espontáneo entre puros amigos iba a crecer tanto?

No, no. De hecho, lo que todos platicamos es que no nos damos cuenta de lo que pasa hasta que vemos cosas como Spotify, los playlists y los shows cada vez con más gente. Y lo hicimos sin nada de ambición. Fue algo que hicimos para reunirnos a tocar y grabar rolas para escucharlas nosotros. Yo ya estaba harto de tener una banda, de hacer rolas buscando que pasara algo. Con ellos fue bien fácil conectar de nuevo.

Fue un poco estresante, pues veníamos de sacar “No confíes en mí”. Fue una responsabilidad bastante grande hacer algo de calidad o por lo menos que estuviera al nivel. Y lo que más nos preocupaba era la producción y la grabación. Ése era el gran reto. Entonces buscamos a Lalo del Águila, que es nuestro amigo e ingeniero de Zoé. Se encargó de la mezcla y después lo mandamos a Los Ángeles con Brian Lucey, quien ha masterizado, entre otras bandas, a Arctic Monkeys. Queríamos que tuviera mucho cuidado en todo el proceso de grabación, preproducción y masterización.

¿Tienen ya planeado algo para su siguiente grabación?

Se ha estancado un poco. Lleva así unos seis o siete años. Creo que más bien está terminando una y está surgiendo una nueva. Estoy hablando de Odiseo, Little Jesus, Technicolor Fabrics, Caloncho. Pero es más de provincia, ¿sabes? No está

¿Escuchaste Chicos de la luz de Astro?

¿Qué opinas de la escena musical en el DF y el Estado de México?

Ya tenemos muchas rolas para el siguiente EP. Aún no sabemos si lo va a producir Christian [Jean, vocalista de Reyno] o si lo vamos a hacer nosotros. Pero seguro él va a estar involucrado.

¿De qué trata su música? ¿Qué querían decir en su disco?

Maya [su EP debut] fue un proceso de la banda en el que quisimos plasmar que todos andamos en esa onda de las constelaciones, las estrellas, las naves extraterrestres y cosas que pasan karmáticamente. Que estamos aquí por algún motivo y por alguna misión. Tratamos de plasmarlo en las portadas, los nombres de las rolas, las letras. Sí, ellos también tienen esa onda, esa ideología. He platicado con ellos y neta es como una hermandad. También con Christian siento lo mismo y con León [Larregui] de Zoé.

“Maya [su EP debut] fue un proceso

de la banda en el que quisimos plasmar que todos andamos en esa onda de las constelaciones, las estrellas, las naves extraterrestres y cosas que pasan karmáticamente. Que estamos aquí por algún motivo y por alguna misión.” Creo que él ha sido como el patriarca de ese movimiento y ha intentado desde hace tiempo mandar ese mensaje. No es solamente lo musical. Y él ha influenciado a muchos músicos, entre los que me incluyo.

¿Crees que existan los niños índigo?

Claro, yo soy índigo.

¿Te lo han dicho otras personas o así lo consideras tú?

Es que mi familia es así. Por ejemplo, mi hermana es vidente, mi papá era maestro de yoga. Y crecí en este ambiente de evolución espiritual, de sanación y energía. Y mis hermanas son igual. Mi papá cura con energía y yo también tengo esa onda de sanación, videncia y cosas así. Pero lo he tratado de bloquear porque siempre veía más cosas feas que chidas, y me estaba afectando un poco. Soy una persona muy sensible.


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Timba Tin Tin #22 Por Jesús Pacheco (@peach_melba) Andy Bell: el héroe discreto de voz entrañable

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ntre finales de los años 70 y mediados de los 80, Vince Clarke creó varias de las melodías fundacionales del electropop desde su rol como integrante de Depeche Mode, Yazoo y The Assembly. En Depeche Mode contribuyó a acuñar el sonido del Speak & Spell, y tras ello, supuestamente rehuyó al éxito que comenzaba a tener la banda ya encabezada por Dave Gahan. Y si su partida pudo haber contribuido a que el sonido de Depeche fuera inclinándose más hacia la penumbra, el pop electrónico debe agradecer que todo se encaminara de esa manera, no sólo por los dos álbumes que creó al lado de Alison Moyet y su maravillosa voz, sino por la historia que daría comienzo a principios de 1985. Todo comenzó con un anuncio en la Melody Maker en el que Clarke buscaba cantante para nuevo proyecto. Entre los que acudieron a audición se encontraba Andy Bell, quien hasta entonces trabajaba en una carnicería, o algo así, y se contaba entre los seguidores del trabajo de Clarke. Pronto, la voz potente y de falsetes inconfundibles de Bell estaba dando forma a auténticos himnos bailables que se colaban una y otra vez a charts de diversos rincones del planeta bajo el nombre de Erasure. La pareja funcionó tan bien que pronto comenzaron a crear canciones completamente atemporales que servirán por los siglos de los siglos para exigirle —rogarle— un poco de respeto a la pareja en turno —o armarle un drama de cualquier otro tipo—, sin importar si nos hallamos en una relación gay, hetero o pansexual (“I try to discover/A little something to make me sweeter/ Oh baby refrain from breaking my heart/I'm sooo in looove with yooou/I'll be forever bluuue/That you give me no reason/Why you're making me work so hard”). Juntos, Clarke y Bell crearon más de 15 discos, si se quiere, de calidad oscilante, dispar, pero siempre entrañables, y por lo menos cinco de ellos de plano geniales —incluido ese EP en el que versionaron cuatro canciones de Abba—. Y si todos los temas de Erasure tenían esa combinación fascinante de melancolía, dramatismo, honestidad y optimismo que los llevó a vender más de veinte millones de discos en todo el mundo, fue en gran parte gracias a la voz de Bell. A ese encanto suyo que llegó a ser descrito como el de un chico al que podíamos encontrarnos en el pasillo del edificio, desprovisto de poses de diva, actitud que, según han reclamado algunos de sus fans, le impidió que alcanzara el estatus de ícono gay que sí tuvieron algunos de sus contemporáneos, como Boy George. Lo cierto es que sí llegó a ser un héroe, uno terrenal, que en varias ocasiones se preocupó por dejar bien clara su postura: “Si haces música, debes usarla para algo y tener cierta esencia”, declaró en una entrevista con Barry Walters, a mediados de los ochenta.

“Y ser abiertamente gay es mi esencia.” Volvió a ser motivo de orgullo para su base de fans cuando encaró de manera pública el hecho de ser VIH positivo. Y contrario a sus propios pronósticos, la enfermedad estuvo lejos de robarle protagonismo a su música, tanto la que siguió publicando en compañía de Clarke como la que comenzó a dar a conocer como solista en Electric Blue, el álbum debut de esa faceta que mostrará el sábado 29 en el Metropólitan. En ese primer disco, del 2005, se alió con el dueto de productores Manhattan Clique — quienes tienen múltiples remixes lo mismo a Goldfrapp y Fischerspooner que a Stereophonics, Alison Moyet, Katy Perry o Charli XCX y Rita Ora— para hacer un disco que combinó house, electro y disco, y recibió numerosas reseñas positivas. Para su segundo material solista, Non-Stop, del 2010, el coautor y coproductor fue Pascal Gabriel tras un primer intento de colaboración con Stephen Hague, responsable del sonido de varios discos de Malcolm McLaren, OMD, Public Image Ltd. o Pet Shop Boys. De hecho, a Hague debemos agradecerle canciones como “Regret”, “West End Girls”, “A Little Respect” e incluso, “Kiss Them for Me”, el sencillo del 91 de Siouxsie and the Banshees. Pero bueno, Hague no sería al final el productor de Non-Stop porque Daniel Miller, el fundador de Mute, consideró que todo estaba sonando muy parecido a Erasure. Así fue como entró en acción Pascal Gabriel, quien ha metido su entrenada cuchara en materiales de Kylie Minogue, Sophie-Ellis Bextor, Ladyhawke o Little Boots. En ese segundo disco, hubo además otro invitado en uno de los tracks: Perry Farrell. Hace casi tres lustros, Half Nelson, un catalán que ejercía durante el día como abogado y que por las noches escribía para toda aquella publicación de música que se lo permitiera —Mondosonoro, Rockdelux, Suite…—, se encargó de dar un repaso al electropop en un capítulo del libro Loops: “Fundido en gris: el pop vampirizado por la electrónica en los ochenta (1977-1989)”. Nelson tuvo sólo un par de líneas para Andy Bell, refiriéndose a él y a Alison Moyet como “cantantes poderosos y espectaculares, pero mucho menos ambiciosos artísticamente que Dave Gahan”. Su afirmación resultaba reduccionista y, sobre todo, apresurada. Al momento en que Nelson escribió aquellas líneas, principios de este siglo, aún estaba por manifestarse la faceta solista de Bell, con dos discos poseedores de las mismas virtudes de sus discos en compañía de Clarke. Y estaba también por aparecer Torsten the Bareback Saint, un ciclo de canciones escritas/pensadas para él, viñetas musicales que aluden a los recuerdos de un polisexual semiinmortal. Aquí, el electropop se puso en pausa para dar paso a una narración estilo cabaret —sólo acompañada de piano y algunos toques electrónicos—, en la que las habilidades vocales de Bell adquieren aún más protagonismo y que él mismo ha descrito como el reto más grande de su carrera. Para los nostálgicos de sus temas para bailar, en unos días se publicará Variance, un disco con remixes a nueve tracks de la historia de Torsten, de los que quizá sonará algún tema el sábado 29 de agosto. Habrá que estar pendientes.

Nuevos discos, nuevas drogas Por Carlos Velázquez VEINTE AÑOS DE BETTY DE HELMET

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xiste una anécdota que honestamente no recuerdo, pero que mi amigo el Rocker (alias la Peineta) cuenta de la siguiente manera: una tarde me planté debajo de un aro de basquetbol y pregunté de quién son estos CDs. Deja hijo de tu pinche madre, son míos, respondió el Rocker sin dejar de botar el balón. Me vas a prestar estos dos, dije, apartando el primero de los Stone Temple Pilots y el Meantime, de Helmet. Y yo te voy a prestar tal y cual. Fue así como nació una de las amistades más sólidas que he tenido. (Mis amistades más importantes se concretaron antes de cumplir 20 años: a Pipo lo conocí por esos mismos años; a Kevin lo topé cuando él tenía 15 y yo 18; y a Don Jilo, cuando yo contaba apenas con cinco añitos.) Rocker ya se dedicaba a ser lo que ha sido toda su vida: un pinche prángana. Pero para hacerse pendejo tatuaba. Debió ser 1993. Porque al año siguiente salió Betty. En aquella época la boga de las etiquetas era incipiente. Toda la música que entraba por nuestros oídos la aglutinábamos en la denominación de rock alternativo. La única distinción que atinábamos era la headbangers balls que correspondía a los metaleros. Después la Nación Alternativa se fragmentó en un catálogo de géneros, subgéneros y subdivisiones. Sludge metal, grunge, hardcore, etc. Para nosotros todo era alternativo, si bien es cierto que Nirvana y Smashing Pumpkins son de extracción distinta. A ambos los unifica, en primer lugar, la distorsión y, en segundo, la rabia juvenil de sus canciones. Todo esto viene a cuento porque el año pasado Betty cumplió 20 años. Lanzado en 1994, es el cuarto álbum de Helmet. Para celebrarlo, la banda está realizando una gira, que se ha extendido hasta este 2015. En ella interpretan el álbum íntegro en vivo. Sacando cuentas, este año también se cumplen 21 de soportar al pinche Rocker. Ahora, después de tanta teoría, se ha llegado a la denominación de origen de Helmet: se trata de posthardcore. La mayoría de las bandas que consumía en aquel tiempo procedían del circuito Seattle-ChicagoLos Ángeles. Pero existían dos de Nueva York: Sonic Youth y Helmet. Meantime se convirtió en uno de los soundtracks oficiales para jugar basquetbol. El metal alternativo de los dos primeros discos de Helmet, Strap It On y Meantime, sobresalía por su sonido crudo. El riff era el protagonista indiscutible. Algo que bajó de intensidad con la salida de Betty. En parte, se podría presumir, por el remplazo de Rob Echeverría en la guitarra, en lugar de Peter Mengede, que en 1995 dejaría Helmet para unirse a Biohazard, pero principalmente por la necesidad de una raíz más culterana que la crítica no tardó en reconocer. Y atribuyó a “una marcada incidencia en el jazz y el blues”. Resolución un tanto exagerada. Todas las bandas provienen del mismo sitio. Y lo que escuchamos en Betty no es ni por asomo blues o jazz. Betty es a la fecha el disco más reputado de Helmet. Se le valora como la obra cumbre de la banda y quizá en esto radique su veta alternativa. Antes del bastardismo tan de moda hoy, como Metallica con sinfónica, por ejemplo, las bandas alternativas poseían la capacidad de con toda naturalidad hacer adecuaciones en su estilo. Al oír Bleach por primera vez jamás imaginamos que Nirvana tendría un unplugged. Betty no representa una baja de calidad en relación con el anterior disco, pero tampoco me parece una superación en lo musical. Es un álbum complejo, difícil de encasillar incluso 20 años después. Como muchos grupos de los noventa, Helmet se desvaneció. En 1997, la ola inglesa los sacaría de la foto. En ese mismo año lanzó su cuarto disco, Aftertaste (sin el éxito de Meantime y sin la reputación de Betty), con un formato de trío, para luego desintegrarse. Tiempo después se reunirían y continuarían en activo hasta nuestros días. Con el transcurrir del tiempo, Betty se ha convertido en uno de los clásicos del movimiento alternativo. Lo es por derecho propio. Aunque algunos sigamos prefiriendo cualquiera de los dos primeros discos por encima de éste.


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Reseñas

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Flamante Discos Beach House | Depression Cherry Mac DeMarco | Another One The Strypes | Little Victories Wolf Alice | My Love Is Cool Public Enemy | Man Plans God Laughs

Canciones “1998”

Chet Faker (ft. Banks) “Snakeskin”

Deerhunter “The Yabba”

Battles “Complexity”

EODM “Sharpness”

Jamie Woon “In Time”

FKA twigs

Gepe Estilo libre Quemasucabeza, 2015 Tras una década de producir música inquietante, Gepe —nombre de batalla del cantautor y productor chileno Daniel Riveros— presenta el álbum más contundente de su carrera: Estilo libre. Es un disco compuesto, principalmente, por canciones del más puro pop, de ésas que tienen en su núcleo coros noqueadores y que parecen haber nacido esperando que millones de personas se las aprendan a la primera escucha. Lo interesante es lo que viste esas canciones: mucho folclor del sur de nuestro continente — abundan los sonidos que remiten a la música tradicional de Perú, Colombia y Ecuador— y ritmos que no estarían fuera de lugar en un disco de Diplo. El hip hop, el reggae, el reggaetón, el merengue y la bachata también son ingredientes de este coctel, pero en dosis muy discretas, casi imperceptibles. La síntesis de estos elementos da como resultado una obra que si bien es absolutamente latinoamericana, también está en sintonía con mucha música de vanguardia que se está creando en otras latitudes del planeta. También incluye un par de baladas cursilonas pero eficaces y un tema, “Vivir” —acompañado de la gran Javiera Mena— que nos lleva a un viaje electro disco esotérico. En un mundo perfecto, ésta sería la música que sonaría en las estaciones de música popular y alguna de estas canciones tendría que amenizar todas nuestras bodas. Son temas que harían Ricky Martin o Chayanne si hubieran tenido una cultura musical extensa y de buen gusto. Es arrojado e innovador. Tiene pegada. Tiene variedad. Tienen grandes letras. Habrá que ver hasta dónde llega. —Rulo

“Turista”

URSS bajo el árbol “Hotline Bling”

Drake “Omen”

Disclosure (ft. Sam Smith) “Stare”

Prince

La vara

El hit de Major Lazer pudo haber sido muy diferente Hace poco, Diplo, quien está detrás de Major Lazer y su éxito del verano “Lean On”, reveló que originalmente ofreció la canción a Rihanna y Nicki Minaj, pero ambas la rechazaron. Coescrita por el productor y Mø, la canción iba a ser una balada de reggae, pero por fortuna terminó siendo algo muy distinto gracias a la cantante danesa.

El regreso virtual de RATM En vista de que un regreso de Rage Against the Machine no está cerca, al menos tendremos la posibilidad de disfrutar de la película del concierto que la banda ofreció en Londres en el 2010. Live at Finsbury Park estará disponible en línea a partir del 11 de septiembre.

Julieta Venegas Algo sucede Ohanian / Sony 2015 Doce canciones de duración pop, tres minutos y poco más, melodías bien delineadas, dulces, frescas, tarareables y fin. Once temas optimisto-amorosos y una canción de tintes políticos sobre los desaparecidos. Julieta se ve muy joven y eso está muy bien, pero su música, en este álbum, al contagiarse de esa apariencia juvenil, es como si tuviera bótox. De la misma manera que es imposible saber si alguien que se inyectó esa toxina está alegre o triste o enojado, porque sus músculos faciales están impedidos de movimiento, así el sentimiento general de este trabajo: Julieta canta igual el amor que el desamor, la denuncia que la felicidad. Lo mismo con la instrumentación. Hay que reconocer que a lo largo de su carrera, la tijuanense ha conformado un sonido muy consistente y bien pensado: esa mezcla de acordeón, piano, percusión, bajo y la ocasional guitarra; esas armonías de ascendencia fronteriza: entre lo mexicano y lo vanguardista, que parecería que le pueden permitir componer y componer canciones exitosas por décadas. Lo cierto es que esa fórmula suya se niega a profundizar, a madurar y, básicamente, es la misma de su exitosísimo álbum Sí, por lo que aquel disco del 2003 ya suena como este otro que es del 2015. La temática en las letras también parece conservada en formol: bien es verdad que el amor cuando ronda los cuarenta es infinitamente más aburrido que el amor adolescente, pero sí crea un poco de desconfianza que la mujer siga cantándole al amor que experimentan las quinceañeras. Entonces uno piensa: es el mercado. Recuerdo que en MTV, por las épocas en las que salió su unplugged en el 2004, entrevistaron a chicos que iban pasando por la calle y les preguntaron cuántos años creían que tenía Julieta Venegas. Más de uno respondió: “17 años”. En realidad ya se acercaba a los treinta. Es comprensible que casi diez años después, ella siga componiendo para ellos, estirando lo más que pueda la piel de las canciones para que no envejezcan, pero al final, la piel va a reventar. Como ella bien dice en su canción “Una respuesta”, en un punto en que la composición la lleva a una nota tan aguda que duras penas la araña con la garganta: “La realidad se impone sobre la melodía”. Es casi como un momento en el que el disco cobra conciencia de sí mismo: la realidad de su voz se impone, con todas sus limitaciones, sobre esa melodía y no puede cantarla, por un instante desafina, y en seguida recupera la compostura. Ésa es la realidad, lo demás es este disco. —Felipe Soto Viterbo

Tame Impala ¿plagiarios? El grupo ha recibido una amenaza de demanda por, supuestamente, usar en su canción “Eventually” la base de batería de “A New Day”, original de la banda de funk de los 70, Skull Snaps. Los integrantes de Tame Impala se lo han tomado con ligereza, tanto que hasta subieron a Instagram un screenshot del correo donde los acusan de plagio.

Lemmy y su secreto para “mantenerse saludable” El legendario líder de Motörhead, Lemmy Kilmister, sin duda ha visto mejores épocas. El músico, ahora de 70 años, padece diabetes, problemas en las piernas y gástricos. Para mejorar su salud, Lemmy anunció que dejó su bebida de toda la vida: whisky con coca, para cambiarla por un saludable jugo de naranja… con vodka.

Camera Obscura ya no viene a México Camera Obscura anunció la cancelación de su gira (incluidos sus conciertos en México) debido a que su tecladista, Carey Lander, precisa recuperarse después de someterse nuevamente al tratamiento para combatir el osteosarcoma que padece desde hace cuatro años.


del 27 de agosto al 9 de septiembre de 2015 | mĂşsica | frente | 33

insite el plaza 13 de agosto del 2015

abajo

ARRIBA

Por Toni François www.tono.tv


34 | frente | cine | del 27 de agosto al 9 de septiembre de 2015

C

Una tribu perdida en Nueva York

cine

Por Mariana Barrera Pieck

Ganadora del premio del jurado a mejor documental en el pasado Festival de Sundance, The Wolfpack: lobos de Nueva York cuenta la insólita historia de siete hermanos que crecieron recluidos en un departamento. A continuación una charla con Crystal Moselle, directora de esta película que se estrena en septiembre en México el 27 de agosto.

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padres no fomentaron que nos comunicáramos con la sociedad”, se escucha decir a Govinda Angulo en el avance de The Wolfpack: lobos de Nueva York. La trama del primer largometraje de Crystal Moselle que ganó el premio del jurado a mejor documental en Sundance y se estrena en México en agosto, es difícil de resistir: siete hermanos que crecieron recluidos en un departamento de interés social en Nueva York llenaron sus vidas consumiendo y recreando películas. Si salían de casa era sólo una vez al año, aunque hubo otros que los pasaron completamente en el encierro. Oscar, el papá de los Angulo, un Hare Krishna paranoico, regulaba el acceso al mundo exterior. Ni siquiera Susanne, la mamá para quien, según dice ella misma en la película, existían más reglas que para los chicos, podía decidir libremente cuándo dejar el departamento. El azar colocó a Moselle en el lugar y momento correcto, dando origen a lo que cinco años más tarde se concretaría en The Wolfpack. Era el 2010, cuando a Crystall, en un parque en el Lower East Side de Manhattan a unas

cuadras de su departamento, se le atravesó una camada de chicos de entre 11 y 18 años, con rasgos incaicos y pelo negro, largo hasta la cintura. “Estaba sentada en el parque y de pronto pasó un chico con un aspecto muy particular frente a mí. Y luego otro, y luego otro. Cuando un poco más adelante se reunieron seis de ellos pensé que tenía que hablarles y averiguar de dónde eran”, dice Moselle en entrevista. Los hermanos Angulo, supo unos minutos después, venían de Delancey Street, un mundo a minutos de ahí que hasta hacía unos días había estado contenido en unas cuantas paredes. Bhagavan (23), Govinda (22), Narayana (22), Mukunda (20), Krisna (17) y Jagadisa (16) crecieron, junto con su hermana mayor Visnú —la única mujer entre los siete y de quien no se habla mucho en la película—, sin interactuar con nadie fuera de su familia. Algo en sus vidas había sucedido recientemente —no diremos qué para evitar spoilers— que irrumpió el orden en su casa y dio pie a ese afortunado encuentro. Después de resistirse a hablar con ella, los Angulo cedieron al saber que Crystall trabajaba haciendo lo que a ellos los había salvado todos estos años: cine. Así iniciaron lo que sería la primera amistad de sus vidas. “Creo que estaban tan fascinados conmigo como yo estaba con ellos”, comenta Moselle.

–¿Cómo se desarrolló la relación a partir de ese primer acercamiento? –Nos reuníamos en el parque, caminábamos por el barrio y platicábamos sobre cine. De pronto me decían “queremos ir a la playa”. Yo los acompañaba y empecé a filmar lo que, supe después, fueron sus primeros encuentros con el mundo exterior. Cuando fui a su casa por primera vez no tenía idea de la situación en la que habían crecido, pero algo acerca de ellos era realmente intrigante, hablaban como nadie que hubiera conocido antes en mi vida. Era como haber entrado en un túnel del tiempo o algo así. Oscar y Sussane Angulo se conocieron a finales de los ochenta cuando Sussane, una mujer del midwest americano, viajó a Perú y se enamoró de un guía del camino inca a Machu Picchu. Dos años después, ya en Estados Unidos, nació Visnú, la primera de la tribu que Oscar Angulo había decidido debían procrear. Los siete hijos recibieron nombres en sánscrito y fueron educados en casa por su madre a quien el Estado compensaba por sus labores como maestra, haciendo así económicamente viable la vida en el encierro. No fue sino hasta ocho meses después de conocer a los chicos que Moselle se dio cuenta de que estaba frente a una historia mucho más compleja de lo que había anticipado. Las horas que los Angulo no pasaban estudiando, las pasaban asomándose al mundo por ventanas figurativas y literales. Desde su departamento en una de las ciudades, y quizá barrios, más frenéticos de Estados Unidos, vieron las Torres Gemelas derrumbarse en el 2001, y cada 31 de octubre observaban fascinados desfilar los ríos de gente disfrazada en las calles frente a su edificio. Fue Oscar quien los introdujo al cine, y así llenaron sus días con escenas de Quentin Tarantino, Christopher Nolan y Martin Scorsese. Primero conociéndolas, luego produciéndolas. “El cine fue el mecanismo al que recurrieron para lidiar con su situación, para crear sus propios mundos y escapar de esa restricción”, explica Moselle. Mukunda, el hermano de en medio y el líder natural, pasaba días transcribiendo a mano los guiones de Perros de reserva, Pulp Fiction y Batman, películas con múltiples personajes para que cada uno de ellos pudiera jugar un papel. Después construían cuidadosamente los disfraces, y diseñaban accesorios impecables con cajas de cartón o tapetes de yoga, materiales ordinarios que tenían a la mano. –Cuando se escucha a los chicos hablar sobre la dinámica en la casa que por tantos


del 27 de agosto al 9 de septiembre de 2015 | cine | frente | 35

estrenos

EDDIE REYNOLDS Y LOS ÁNGELES DE ACERO Dir. Gustavo Moheno. Con: Damián Alcázar, Sebastián Zurita, Jorge Zárate, Arturo Ríos, Vico Escorcia.

The Wolfpack

“Nos reuníamos en el parque, caminábamos

por el barrio y platicábamos sobre cine. De pronto me decían ‘queremos ir a la playa’. Yo los acompañaba y empecé a filmar lo que, supe después, fueron sus primeros encuentros con el mundo exterior.

años había impuesto Oscar, uno pensaría que él no hubiera permitido que alguien ajeno se acercara a su familia. ¿Fue difícil que te dejaran entrar a sus vidas? –En el momento en que llegué a su historia, ya habían asumido el control de la casa, por lo que la dinámica de poder había cambiado totalmente. Oscar no tuvo otra opción. Eran seis contra uno. Sussane, por otro lado, los apoyaba totalmente. Oscar pensaba que no era el momento adecuado, y ella le decía: “Si está ocurriendo, es porque es el momento adecuado”. Cuando los hermanos Angulo, quienes aún viven en casa a excepción de Govinda, aparecen a cuadro muestran no sólo un aspecto físico muy particular, sino se notan sensibles, agradables y muy articulados. Es difícil que el espectador no se pregunte el efecto psicológico que tantos años de encierro pudieron haber tenido en sus vidas. Bhagavan, el hermano mayor, atribuye a su madre el hecho de que no hubieran enloquecido. –¿Y a Susanne, quién la ayudó? –Creo que a ella fueron sus hijos quienes la sostuvieron, el amor por ellos y la esperanza de que eventualmente saldrían de esa circunstancia. –En un momento de la película, Narayana (quien ahora es activista medioambiental en contra del fracking) confiesa que pasaba mucho tiempo reflexionando. Me hizo pensar en cómo los niños, y todos en realidad, tendemos a llenar nuestras vidas de información, de eventos, todas estas distracciones y dejamos poco espacio para la reflexión. ¿Crees que esto haya contribuido a que sean tan inquietos y tan creativos? –Fui a una escuela secundaria muy artística, estudié una carrera en una universidad liberal, sumamente estimulante… pero todos los momentos más creativos de mi vida sucedieron en casas con mis amigos. Creo que para estos chicos esta actividad creativa fue su única manera de salirse de su situación, de crear su propio mundo. Tal vez eso es lo que hacen los humanos, para hacer frente a situaciones como ésta.

–Sí, quizá la necesidad inherente al hombre de entender el mundo a través de las artes, que ha sucedido desde hace miles de años… –Por supuesto. Estoy segura de que hay todo tipo de situaciones similares. Tarantino era un solitario y pasaba mucho tiempo en casa sin socializar con nadie. Definitivamente, hay patrones en la historia que apuntan a esto. Es esta capacidad de los seres humanos de crear mecanismos de resistencia para hacer frente a circunstancias complejas. –Parece haber una situación paradigmática en sus vidas: mientras que están absolutamente restringidos del mundo exterior, dentro de la casa hay muchas libertades. Hay un momento en el que se observa un incendio en la sala de estar como parte de una celebración de Halloween de la que Susanne es parte, por ejemplo. No son muchos los papás que permitirían que esto sucediera... es como una contradicción de alguna manera. –Las reglas dentro de la casa son completamente distintas que las de cualquier otra casa en la que yo haya estado, no sólo hacia afuera. Incluso algunas de las películas que veían cuando algunos de ellos eran todavía unos niños, eran muy violentas. The Wolfpack invita al espectador a adentrarse en la vida de la familia a través de sus videos caseros, a los que la directora tuvo acceso. Algunos documentan escenas cotidianas en la muy particular infancia de los Angulo; en otros, Mukunda, Govinda y Narayana vestidos de Mr. Pink, Mr. White y Mr. Blonde aparecen recreando escenas icónicas de Perros de reserva. Moselle deja muchos cabos sueltos y no es particularmente crítica, entre otras cosas, de la relación entre Oscar y sus hijos. En parte, explica, porque “nunca había conocido a chicos tan sensibles, tan brillantes y tan nobles en mi vida. Claramente algo se hizo bien”. Para algunos The Wolfpack tendrá un dejo colonialista: una directora que, en sus palabras, sintió que “había descubierto una tribu perdida del Amazonas” y dio vuelo a su fascinación para hacer su primer largometraje. Moselle asegura que de ese encuentro en el 2010 surgió, primero, una amistad entrañable y después una historia que no podía dejar de contar. “Se me presentó una situación y la manejé lo mejor que pude”, explica. “En realidad no me di cuenta bien a bien del material que tenía, hasta meses después. No fue sino hasta el año pasado cuando supe que los Angulo pasaron años sin salir de sus casas. Es decir, hay cosas que siguen revelándose. Yo tenía pensado hacer un documental sobre estos chicos lindos tratando de hacer una película, y terminó siendo mucho más complejo que eso.”

Empecemos con una advertencia: antes de esta película, Gustavo Moheno hizo un remake del filme clásico de terror mexicano Hasta el viento tiene miedo (la original es de Carlos Enrique Taboada, 1968) y fue un rotundo fracaso. En Eddie Reynolds y los Ángeles de Acero, su segundo largometraje como director, Moheno brinca a la comedia musical rockanrolera y lo hace con lujo de desparpajo. La historia es muy básica y se sintetiza así: un grupo de viejos rockeros, que llevan 30 años sin tocar, se reúnen. Lo interesante es que el líder de la banda es Damián Alcázar, uno de los actores más versátiles y dotados del cine mexicano.

TED 2 Dir. Seth MacFarlane. Con: Mark Wahlberg, Seth MacFarlane, Amanda Seyfried, Liam Neeson, Morgan Freeman. De Ted 2, secuela de Ted (2012), se puede decir lo siguiente: un catálogo interminable de chistes racistas y sexistas mezclado con un montón de referencias a la cultura pop no hacen una buena película. Seth MacFarlane debe pensar que todos los espectadores son una bola de idiotas que van al cine a reírse de su arsenal de chistes de mal gusto. En fin, Ted 2 es una película fallida que cuenta la historia de los recién casados, Ted y Tami-Lynn quienes quieren tener un bebé. Pero antes de ser padre, Ted tendrá que demostrar ante un tribunal de justicia que es una persona.

ALICIA EN EL PAÍS DE MARÍA Dir. Jesús Magaña. Con: Bárbara Mori, Stephanie Sigman, Claudio Lafarga, Angélica Aragón. Jesús Magaña lleva un rato trabajando como director, escritor y productor de cine. Debutó con Sobreviviente, luego hizo Eros una vez María y Abolición de la propiedad. Alicia en el país de María es su cuatro largo, que se puede definir como un drama onírico-amoroso de enredos. La historia: Tonatiuh y María viven una apasionada y violenta relación. Una noche, al calor de una discusión, sufren un aparatoso choque. Tonatiuh cae en estado de coma, ahí recuerda su relación con María. Por un momento despierta y sólo ve a Alicia, su enfermera, a quien termina incluyendo dentro de sus sueños. Cuando por fin logra despertar del coma, Alicia es atropellada. Un año después vuelven a encontrarse, Tonatiuh siente que la conoce pero no sabe de dónde, y Alicia no lo recuerda de nada, ahora padece amnesia. Inician un peculiar romance, pero el recuerdo de María regresa y los alcanza.


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De luchas y complejos de clase Por Gonzalo Lira Galván El 4 de septiembre se estrena Hilda, ópera prima de Andrés Clariond Rangel, inspirada en la obra teatral de Marie N’Diaye. El filme retrata la condición humana, irremediablemente jerárquica, competitiva y hambrienta de poder.

S

entada en su impecable sala conocemos a la Sra. Le Marchand mientras entrevista a dos mujeres de rasgos indígenas. “Eres mi primera Marina y tú mi tercera Juana”, les confiesa mientras vemos su patio con alberca al fondo. Susana Le Marchand (una excelente Verónica Langer) es una señora de clase alta, bien educada y llena de pretenciosas aspiraciones intelectuales. De joven, presume, fue activista y formó parte del movimiento estudiantil del 68 (más por una necesidad de redención social) y hoy en día es una ama de casa solitaria, viviendo a la sombra de su pudiente esposo (Fernando Becerril) y con su ideología como único sustento del compromiso social que alguna vez la caracterizó. Hilda es la ópera prima de Andrés Clariond y está inspirada en una obra teatral de Marie N’Diaye, francesa de padre senegalés. Y aunque parezca improbable por sus orígenes geográficamente distantes, Hilda exhibe las luchas y complejos de clase que persisten en este lado del Atlántico, demostrando su universalidad y, de paso, la de la condición humana por igual, irremediablemente jerárquica, competitiva y hambrienta del poder que cualquier situación de ventaja (llámese política, cultural, económica o social) le pueda otorgar. Cuando un ex jardinero lleva un regalo de parte de su esposa para Le Marchand en señal de agradecimiento por las atenciones hacia ellos (a quienes ayudó a comprar una casa), ésta le comenta que necesita una empleada doméstica y que, tratándose de su esposa, su interés por conocerla y contratarla es grande. Es así que Hilda (Adriana Paz) llega a la vida de Le Marchand quien, tras toparse con sus viejos libros de Karl Marx y desarrollar una superficial relación con ella, comienza a nutrir su nueva y constante obsesión por exhibir su vena más

comprometida con la sociedad. De esta manera confronta sus antecedentes como estudiante rebelde con su acomodado, acaudalado e inactivo presente, en un cruce de realidades que la llevará a tocar fondo en una espiral de complejos sociales a los que se sumará la desaparición de su hijo en un aparente secuestro, así como la evolución del temor que Hilda empieza a sentir por su invasivo comportamiento, que empieza a adentrarse en los terrenos de la inestabilidad mental. “Aquí ni las alacenas ni los refrigeradores tienen llave. Aquí todos comemos lo mismo, en la misma mesa y con los mismos platos”, asegura Le Marchand jactándose de un ejercicio de ingenua equidad que, sin darse cuenta, usa para justificar sus chantajistas métodos y así empoderarse en ese reino que ella llama hogar, pero en el cual la mayoría de sus habitantes (empleadas domésticas, choferes, guardaespaldas y porteros por igual), operan como esclavos, solamente con la “bondad” de Le Marchand como garantía. Reminiscente a obras que lidian con el encierro y la pérdida de la cordura por igual como El ángel exterminador, de Buñuel, o la más reciente Carnage, de Polanski, por mencionar un par de ejemplos, Hilda retrata con compasivo criticismo uno de los problemas medulares de nuestro país y, sin pretender aleccionar, lo disecciona frente a nuestros ojos sin dificultad ni morbo gracias a su acertado tono de comedia pero, más aún, por sus excelentes actuaciones. Encabezadas por el sobresaliente trabajo de Langer como Le Marchand y con Adriana Paz como Hilda, el filme también se apoya en actores poco socorridos en el cine nacional pero no por ello menos talentosos (el ya mencionado Fernando Becerril y otros nombres menos conocidos como Anna Cetti, Marco Antonio Aguirre, María Luisa Coronel o David Gaitán).

Equiparable con Güeros, de Ruiz Palacios en su interés por sacudir a la clase acomodada mexicana y exponer su responsabilidad en la podredumbre social de nuestro país, aunque con más similitudes en ritmo y tono a Workers, de José Luis Valle, o incluso a mucha de la filmografía de Fernando Eimbcke, Hilda hace uso de su estética para expresar la aséptica frialdad que habitan los Le Marchand. Hilda, quien ahora es incapaz de salir del encierro que la Sra. Le Marchand le impone ante su creciente obsesión por involucrarla en su vida (la empieza a vestir igual que ella y la obliga a compartir la champaña y el caviar, incluso contra su voluntad), deberá encontrar la forma de escapar de su irracional jefa. El filme, además de desatar los instintos más bajos de ambos personajes, exhibe sin tapujos ni compasión la realidad de un sector de la población mexicana al cual, aunque su educación les mantiene informados y conscientes de los problemas, pertenecen a una vida que los aleja de esa realidad que equívocamente pretenden comprender y corregir. Habiendo ganado el premio a mejor actriz (Verónica Langer) en el pasado Festival Internacional de Cine de Morelia, Hilda se une con todo y sus carencias de producción (perdonables por su condición de ópera prima independiente) a una creciente camada de cineastas que, como los ya mencionados Valle y Eimbcke, se valen del humor negro para señalar problemas sociales prescindiendo de las gastadas estéticas y temáticas que durante años explotaron la miseria nacional en pantalla grande. Hilda no cede al humor bobalicón o escatológico y más bien nos enfrenta de forma amigable a nuestra realidad, haciendo menos hostil su análisis y más constructiva su crítica.

“Hilda se une con todo y sus carencias

de producción […] a una creciente camada de cineastas que, como los ya mencionados Valle y Eimbcke, se valen del humor negro para señalar problemas sociales prescindiendo de las gastadas estéticas y temáticas que durante años explotaron la miseria nacional en pantalla grande.”



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A arte

La labor y el arte de la curaduría conversación con Julieta González por Gabriela Jauregui

Julieta González es la nueva curadora en jefe del Museo Jumex. Venezolana de origen, formada en el campo de la arquitectura, y curadora en algunas de las instituciones más importantes de Latinoamérica los caminos la han traído a la Ciudad de México, y ahora desde su posición reciente, comparte sus perspectivas. Empezaste como directora del Museo Jumex en una época un poco difícil, y en vez de enfocarnos en lo negativo quisiera saber si piensas que un momento de crisis abre el potencial de poder hacer grandes mejoras. Esto lo refiero al museo, pero la pregunta queda abierta a la situación que atraviesa México en general. ¿Qué sientes que puedes aportar y cuál es tu visión?

En realidad trabajo como curadora en jefe y las responsabilidades de la dirección son un encargo temporal hasta que el museo evalúe su nueva estructura operativa. Sin embargo, estoy asumiendo de lleno estas responsabilidades y llevando a cabo un proceso de reestructuración con el objetivo de consolidar la dimensión institucional de un museo tan joven que aún está construyendo su identidad. Creo que los momentos de crisis pueden ser momentos fértiles, creo mucho en lo que decía Hélio Oiticica, “de la adversidad vivimos” y desde que trabajaba en Caracas me acostumbré a trabajar con crisis de todo tipo, sobre todo financieras y de presupuesto. Hacen que uno sea más inventivo y que pueda ver los problemas desde otra perspectiva. Claro está, Jumex no atraviesa un momento difícil en este sentido, si nos referimos a la situación financiera de las instituciones

culturales públicas mexicanas en este momento, aunque obviamente la devaluación afecta un poco los presupuestos. El museo es muy joven, aún se está definiendo y creo que lo que yo puedo aportar, o al menos lo que intento aportar es trabajar hacia esa consolidación institucional que mencioné antes, hacia la construcción de una identidad propia para el museo a través de las exposiciones y programas que realiza, y a redimensionar su estructura operativa definiendo muy bien los procesos, sobre todo, estableciendo un marco de transparencia, que creo que es algo de lo que adolecen muchas instituciones en Latinoamérica. Si bien se han profesionalizado las instituciones culturales en todo el continente (salvo en el caso vergonzoso de Venezuela), persisten muchas estructuras viciadas que derivan de la cultura del favor, como el clientelismo y el tráfico de influencias, que impiden que estos procesos de profesionalización se lleven a cabo de manera efectiva. Me gustaría mucho poder aportar algo en ese sentido y estoy haciendo todo lo posible para que las cosas funcionen de manera institucional y transparente en el Museo Jumex. Ésa es la visión por lo que respecta a la gestión institucional. En cuanto a la visión discursiva, heredé una programación comprometida al


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80% hasta el 2018, lo cual nos deja muy pocos espacios para una programación propia pero estoy recuperando espacios, e integrando las exposiciones itinerantes y aquellas organizadas por curadores invitados para que sean parte de un programa global que sólo comenzará a tener visibilidad a partir del tercer trimestre del 2018. Sin embargo, puedo adelantar que dichos espacios de los que disponemos internamente se orientarán hacia una visión crítica, plural y diversa. La idea es crear un marco de pensamiento alrededor de cómo las prácticas artísticas en el siglo XX y XXI buscan tener un impacto social que vaya más allá de la experiencia estética aunque siempre mediado por ésta y que incida sobre la manera en la que pensamos distintos ámbitos: la cultura, que incluye un enfoque sociológico y antropológico; el entorno construido, donde tienen cabida expresiones que van desde el diseño industrial y de modas hasta el urbano y arquitectónico; las nuevas ontologías y epistemologías que surgen en una sociedad de la información, y esto pasa por consideraciones propias de la cibernética y su visión del mundo como sistema; la relación entre arte y vida, que comprende las prácticas sociales y analiza los procesos de inscripción de la política y la ideología en el arte. Como parte de estos enfoques sería pertinente también pensar en el giro pedagógico en el arte contemporáneo, con un enfoque especial en la pedagogía crítica, algo que abordaremos también desde nuestros programas educativos. Naturalmente, habrá un interés particular en la producción artística de nuestro continente, pues producimos un discurso desde Latinoamérica. El Museo Jumex es uno de los pocos museos privados de Latinoamérica basado en una extraña mezcla entre un corporativo y una buena colección privada, ¿qué particularidades encuentras en este museo que no hay en otros en los que has trabajado?

No es la primera vez que trabajo para el sector privado; dirigí el espacio de una colección privada en Puerto Rico y ahora trabajo también como curadora adjunta en el Museu de Arte de São Paulo, masp, que es un museo privado. Lo veo como un modelo que surge para subsanar carencias del sector cultural público. Lamentablemente, los gobiernos en Latinoamérica y en gran parte del mundo le cortan el presupuesto a la cultura cuando el dinero comienza a

escasear; parecería que a veces no consideraran relevante la función de cohesión social que cumplen la cultura y la educación. Pienso que los museos privados o aquellos que funcionan a partir de una alianza entre los sectores públicos y privados pueden ser una opción muy válida. Lo vemos en los Estados Unidos donde los museos operan mayormente con fondos (endowments) aportados por el sector privado gracias a incentivos fiscales que promueven ese tipo de filantropía. El caso del masp es interesante porque demuestra la viabilidad y sustentabilidad de un museo privado a largo plazo; fue fundado en 1947 por el empresario Assis Chateaubriand, y hoy, como fundación privada sin fines de lucro, es apoyado por un patronato muy activo, y el museo funciona con total autonomía y libertad de discurso. Obviamente, hay diferencias fundamentales entre lo público y lo privado, y a veces pensaríamos que en el sector público hay mayor libertad, pues está fuera del radio de acción de intereses del mercado del arte. Sin embargo, actuar al margen de los intereses del mercado es también posible en una institución privada. Tal vez no siempre, pero se puede negociar un balance. Recordemos también que el Museo Jumex es la obra social de un grupo empresarial y como tal tiene una misión de aportar miradas críticas sobre la producción artística contemporánea. Sólo así se puede cumplir este mandato y ser consecuente con el compromiso social de la empresa que apoya esta iniciativa cultural. En un país que desgraciadamente no sólo es machista, sino que los feminicidios son cosa de todos los días, o donde se olvida nombrar constantemente a “las cuatro mujeres” recién asesinadas junto con Rubén Espinoza, ¿cuál sientes es tu papel como mujer a la cabeza de una institución cultural?

Me parece que en general las mujeres estamos bien representadas en el sector cultural, casi me atrevería a decir que somos mayoría. En este sentido, podemos servir de ejemplo para otras mujeres e impulsar una serie de valores que se fundamenten en la educación, el trabajo y el profesionalismo. Lamentablemente, el machismo promueve una visión de la mujer como objeto pasivo. La única manera de combatir esto es a través de la educación que concientiza y proporciona las herramientas para convertirnos en seres críticos capaces de entender y manejar las situaciones de vida a las que nos enfrentamos, por muy duras que sean. ¿Te consideras feminista?

Sí, creo en la igualdad de géneros. ¿Cómo percibes el arte de la curaduría?

Para mí la curaduría es una labor de mediación e interpretación (en el sentido museológico), también es una labor pedagógica en muchos aspectos. Los curadores articulamos una experiencia espacial para el espectador a partir de la exhibición de obras de arte, estableciendo diálogos y asociaciones entre las mismas, y con ciertos contextos históricos específicos. El arte es un objeto de conocimiento y, en este sentido, las exposiciones implican un trabajo de investigación y reflexión sobre lo que esos objetos nos dicen. Como curadores tenemos un doble deber: hacia los artistas que hacen las obras y hacia el público. Pienso que el curador debe negociar esa relación exhibiendo la obra de la mejor manera, a fin de que sus lecturas sean lo más abiertas posibles. ¿Cómo percibes a México dentro del panorama latinoamericano?

La verdad es que muy bien, tanto en lo que respecta a la producción artística que existe ahora en el país como en el modo en el que sus instituciones se han profesionalizado (no completamente como dije antes pues hay mucho traJulieta González

Si bien se han profesionalizado las “instituciones culturales en todo el

continente (salvo en el caso vergonzoso de Venezuela), persisten muchas estructuras viciadas que derivan de la cultura del favor, el clientelismo y el tráfico de influencias que impiden que estos procesos de profesionalización se lleven a cabo de manera efectiva.” bajo por hacer aún). Me atrevería a decir que la ciudad de México tiene la escena institucional más consolidada de Latinomérica, que se destaca por la producción de investigaciones propias que han aportado muchísimo a las revisiones críticas que se han hecho durante los últimos 15 años sobre el arte en el continente. Como ejemplo particular podría citar exposiciones como La era de la discrepancia y Desafío a la estabilidad, ambas resultado de la colaboración entre el Instituto de Investigaciones Estéticas de la unam y sus museos universitarios (muca y muac), respectivamente. El mam también realizó una labor encomiable durante la gestión de Osvaldo Sánchez, presentando revisiones históricas muy interesantes, entre ellas la exposición de Fernando Gamboa organizada por Ana Elena Mallet, la cual me pareció importantísima en cuanto a una revaluación de esta figura histórica y fundamental para la museología moderna en México. Te he escuchado decir que en tu trabajo siempre tienes cuidado de no cerrar el significado de la obra de arte. ¿Cómo haces para que el arte se expanda y se lea de diversas maneras?

Las obras pueden tener múltiples significados y diversas lecturas que dependen también del contexto en el que son exhibidas. El trabajo del curador es el de propiciar esa conversación entre distintos objetos y a partir de allí abrir ese universo referencial contenido en las obras de arte. Al menos yo trabajo de esa manera y también utilizo dispositivos museológicos como las cédulas para resaltar esa condición de obra abierta. Por ejemplo, a veces he empleado citas que no explican las obras, pero expanden la lectura de las mismas en otras direcciones y establecen asociaciones con otras obras que están exhibidas en la misma sala, generando un diálogo más complejo entre ellas. Esto le permite al espectador también tomar una posición más activa con respecto a la obra y a esa serie de referencias que se le presentan como parte de la experiencia de ver una exposición, pues tiene la posibilidad de escoger el tipo de lectura y asociación que va a hacer. Debo decir que aquí en México no he trabajado de esta manera tal vez en una ocasión, pues en el Tamayo más que nada me dediqué a trabajar en exposiciones individuales, pero es algo que pongo en práctica, sobre todo, cuando trabajo en exposiciones colectivas. También sé que tienes formación en arquitectura y un gran interés por la antropología, ¿sientes que estos intereses se pueden manifestar a través de las distintas áreas de un museo?

Como te mencioné antes, desde hace mucho tiempo trabajo dentro de una estructura de pensamiento en torno a la investigación, la curaduría y el arte en general muy informada por estos intereses; la cultura, por un lado, y el entorno construido, por el otro. Mi formación en el campo de la arquitectura también me enseñó a entender el arte espacialmente y a pensar en la exposición como una experiencia espacial, aunque por otro lado, ya más fun-


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cionalista, también como un programa, pues para mí, las exhibiciones tienen una función (discursiva obviamente) y una utilidad como forma de pensamiento y conocimiento. Estos dos imperativos, el espacial y el programático, son esenciales para mí a la hora de pensar en la exposición. El arte opera dentro del campo de la estética pero como parte de una producción cultural lógicamente exige una perspectiva antropológica en cuanto a su análisis e investigación y por ello, además de tener un interés personal por estas disciplinas, la antropología se ha convertido en un eje importante en mi trabajo como investigadora. De hecho, he realizado varias exposiciones que apuntan en esta dirección, tal vez la más explícita en este sentido fue una que realicé en Caracas en el año 2002, titulada Etnografía modo de empleo: arqueología, bellas artes, etnografía y variedades. En los últimos cinco o seis años, me he interesado mucho en la cibernética como territorio interdisciplinario donde convergen la antropología y las teorías de la información, entre otros campos. Esta investigación sobre la cibernética me ha proporcionado herramientas para entender de otro modo los desplazamientos radicales que se produjeron en el arte en los años sesenta y setenta.

¿Puedes compartirnos algunas de tus exhibiciones favoritas en México en tiempos recientes? ¿Qué buscas cuando vas a un museo? ¿Cuál es tu museo favorito en la Ciudad de México y fuera de ésta?

Tengo tanto trabajo que casi nunca tengo tiempo de ir a ver otras exposiciones, pero digamos que en los últimos dos años he visto algunas realmente excelentes como Vanguardia en México (1915-1940) en el munal, la cual visité varias veces. Desafío a la estabilidad me pareció una exhibición importante aunque el montaje no me pareció muy exitoso, sin embargo, la riqueza de la investigación es algo que aprecio mucho. Me gustó mucho la exposición reciente de Pedro Ramírez Vázquez en el masp mam. Luego en cuanto a muestras individuales tanto la de Guy de Cointet como la de James Lee Byars en la galería Jumex y el Museo Jumex, respectivamente, me parecieron muy importantes, impecable e inteligentemente organizadas. Por lo demás presentaban al público mexicano a estos dos artistas, prácticamente desconocidos aquí, pero con una obra rica y compleja. La de Hito Steyerl en el muac, aunque no me encantó el montaje, fue una exposición que aprecié mucho ver, sobre todo, porque me parece una artista fundamental en este momento. Ahora estoy a la expectativa

Me desagrada ver malas exhibiciones, “pretenciosas y sin investigación, o

superficiales, que de hecho denigran el trabajo que hacemos los curadores serios y comprometidos con nuestro trabajo.” de la exposición de Jeremy Deller, artista que sigo desde hace casi 20 años y cuyo trabajo reúne una serie de intereses muy cercanos a mí, que incluyen la cultura popular y la función social del arte dentro de un terreno más afectivo. En cuanto a tu segunda pregunta, visito muchos museos distintos en la ciudad. Me gusta mucho ver exposiciones, busco en ellas un trabajo sólido de investigación y ver la producción de un artista o artistas relevantes presentada de la mejor manera (tanto espacial como discursivamente). Me desagrada ver malas exhibiciones, pretenciosas y sin investigación, o superficiales, que de hecho denigran el trabajo que hacemos los curadores serios y comprometidos con nuestro trabajo. Ésas también abundan y a veces, lamentablemente, muy cerca de uno, como me ha sucedido muy recientemente, pero de eso prefiero no hablar. De los museos de la Ciudad de México, mi preferido es el Museo de Antropología, lo considero un antídoto en contra de los males del mundo del arte actual. Obviamente, visito con frecuencia el Tamayo, el muac, el Eco, y antes de trabajar aquí, el Museo Jumex, me habría gustado mucho visitar el muca durante la gestión de Helen Escobedo en los setenta. Disfruto visitar las casas-museo, como la de Trotsky o el estudio de Frida Kahlo y Diego Rivera, o museos como el Anahuacalli que me parece el lugar más alucinante del mundo. La Ciudad de México ofrece esa multiplicidad de experiencias en torno a lo que puede ser un museo y gran parte de su riqueza cultural radica en ello. Fuera de México, pues muchos y los de siempre, sin embargo, pienso que el Reina Sofía está haciendo el trabajo más relevante hoy en día en cuanto a una práctica comprometida de museos se refiere. Para mí es el modelo a seguir, ningún otro gran museo del mundo está haciendo un trabajo que verdaderamente se equipare con la labor del Reina Sofía. Del MoMA, por ejemplo, me gusta su historia, encarnada en personajes como Alfred Barr y el arquitecto y curador Emilio Ambasz, quien le dio forma a uno de los momentos más interesantes de la historia del museo a comienzos de los setenta. Sobre todo, visito asiduamente su biblioteca y archivos desde hace unos 15 años, pues además tienen la particularidad de ser bastante accesibles a los investigadores. En Latinoamérica hay varios museos que me interesan, sobre todo en Brasil y por razones diversas que incluyen los edificios que los albergan como por ejemplo el masp, donde tengo la fortuna de trabajar en este momento y, por ende, acceso ilimitado a sus archivos y obras , algo que es muy significativo para mí por lo que ese museo representa en cuanto a ciertas narrativas de las prácticas museológicas en Latinoamérica, como por ejemplo, la inscripción del arte popular dentro de una narrativa universal del arte. El mar en Río de Janeiro donde Paulo Herkenhoff está haciendo una labor excepcional y que para mí es otro ejemplo a seguir, en cuanto a la manera de abordar las exposiciones y colecciones desde una perspectiva sociológica y antropológica (que hacen ver el mercado del arte y su radio de influencia como una lejana pesadilla). El año pasado tuve la fortuna de ver una exposición titulada Pororoca donde mostraban la colección amazónica que han estado formando desde la apertura del museo, la selección incluía desde objetos provenientes de distintas culturas amazónicas hasta obras de arte popular como aquellas realizadas por Hélio Melo, un seringueiro (cauchero) de la región amazónica de Acre, pasando por artistas contemporáneos que han incorporado el imaginario amazónico a sus trabajos.


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Taller de verano con niños de Santiago Tepalcatlalpan Por santiago robles A mi papá, quien me llevaba a aventarle piedras al río Santiago Robles

Durante este año, pensando en realizar un proyecto de arte sobre memoria e imagen, he caminado sobre algunos de los ríos y canales ya desaparecidos en la Ciudad de México. Esta empresa me ha permitido conocer y articular ciertas acciones de colaboración con distintos grupos sociales, con un enfoque distinto al que tenía planeado originalmente.

E

n febrero participé, junto con vecinos de la unidad habitacional Miguel Lerdo de Tejada, en la colonia San Francisco Tetecala de Azcapotzalco, en el diseño y pintado de un gran mural dividido en dos partes, al que nombramos Jardín Tepaneca. De marzo a junio tuve el privilegio de desarrollar —en la plaza de la Alhóndiga, que es por donde corría unos de los brazos de la Acequia real— el proyecto Seis Comidas Compartidas con un grupo de trabajadoras sexuales y jóvenes en situación de calle del Centro Histórico (recién presenté este proyecto a manera de conversatorio en el Museo Ex Teresa Arte Actual el 29 de julio del 2015). Y en mayo, mediante una caminata de siete horas por la calzada de la Viga, uní lo que en épocas pasadas estuvo comunicado mediante canales navegables: Xochimilco, la gran hortaliza de la ciudad, y el Zócalo, donde se comercializaban todos los productos traídos de fuera. La enseñanza que tuve a partir de estas colaboraciones es que las circunstancias de estos grupos sociales se imponen ante lo que uno inicialmente considera realizable. Me convertí en un medio para que ocurrieran ciertas conexiones entre personas, pero aprendí que no se debe intentar controlarlas ni dirigirlas, pues pierden interés desde un punto de vista artístico y en todos los demás, como los personales, por ejemplo. Geográficamente, estas acciones se proyectaron mirando hacia el Centro desde mi casa-estudio, incrustada muy al sur de la ciudad. Sin embargo, surgió un gran llamado cuando alguien me recordó que aún más al sur hay un pueblo llamado Santiago Tepalcatlalpan, que cuenta con uno de los pocos ríos a cielo

Si quieres conocer estos proyectos puedes ver más aquí: http://www.santiagorobles.info/jardin-tepaneca/ http://www.santiagorobles.info/caminata-migracion/ http://www.santiagorobles.info/esta-calle-es-un-rio-natural/

Trabajo realizado durante el taller

abierto que quedan en el Distrito Federal, y decidí visitarlo (para ahondar en el tema sugiero el libro Ríos, lagos y manantiales del Valle de México, de Jorge Legorreta, 2009). Lo primero que me sorprendió del lugar fue encontrar algunos murales públicos realizados de manera grupal y lúdica por niños (se ven las manitas impresas con pintura). Lo segundo fue encontrar, en lo profundo del pueblo, un conjunto cultural de dimensiones colosales y con una infraestructura considerable: cuarto oscuro, computadoras, librería, distintos salones de usos múltiples —uno con piso de madera y espejos para danza—, canchas deportivas de distintas índoles y un espacio inmenso al aire libre. En tercer lugar me asombró que este lugar estuviera semiabandonado. Nada, excepto por las canchas y alguno que otro espacio, se aprovecha como debería. El recién asignado coordinador del conjunto me explicó que esa es la situación desde hace mucho tiempo. Continué con mi exploración de Santiago, caminando río arriba, hasta que una pared de piedra con una cascada me impidió continuar (el origen del río se encuentra quizá en la zona de Topilejo, en Tlalpan, según pude ver en Google Maps posteriormente). El río está contaminado por desechos sólidos y líquidos. Hay nubes gigantes de espuma flotando en cada pequeño estanque del caudal, como si se tratara del gran capuchino de Chalchiuhtlicue, diosa de los ríos. Muchos desagües de las casas ubicadas en la rivera tienen salida al afluente. De vuelta en el pueblo platiqué con algunas personas que viven y trabajan ahí, quienes me comentaron que normalmente

los niños de la comunidad son los más entusiastas en participar en acciones colectivas (como los murales que vi). Llamé a mi compañera de batallas, Miss Baby Baby, y le propuse que invitáramos a los niños de la comunidad a generar un taller de verano de artes visuales, en el que ellos decidirían qué actividades se llevarían a cabo. Nos prestaron un salón en el Conjunto Cultural, pero desgraciadamente no contaban con ninguna otra posibilidad de apoyo. Manos a la obra, entonces. A partir de la experiencia obtenida en las primeras acciones antes mencionadas en este texto, Miss Baby y yo decidimos que les propondríamos a los niños centrar el interés del taller en la relación que existe entre el entorno urbano del pueblo y su entorno natural, y si esto les interesaba, el río. Nos surgían muchas preguntas, ¿cómo reunir a un grupo infantil para participar en actividades relacionadas con el campo del arte?, ¿cuáles son sus intereses?, ¿cómo se puede fomentar y desarrollar la colaboración dentro del grupo?, ¿cuáles son las posibles estrategias para colaborar?, ¿de qué forma se pueden realizar las acciones que se lograrán consensar? Los niños de Santiago, de entre 9 y 12 años, fueron citados mediante carteles y volantes para presentarse el 27 de julio en el Conjunto Cultural Tepalcatlalpan y llegaron. No muchos, pero llegaron, y por suerte se mostraron entusiasmados ante nuestra propuesta de actuar en colectivo y decidimos a partir de conversaciones qué acciones se desarrollarían. La primera fue caminar por nuestro espacio. En la era de la mezquindad —como hace poco escribió un curador de arte en su Facebook— las lecciones de atención y generosidad son ejemplares; y con esta cita me estoy refiriendo a todo lo que hemos recibido de los niños a partir de que comenzó el taller: una retribución invaluable en muchos y distintos niveles y formas. Es impresionante lo poco que conocemos los chilangos sobre la ciudad que habitamos y sobre las personas que la construyen día con día. Los niños de Santiago saben explorar terrenos del pueblo, escalar cerros, seleccionar plantas y piedras, dibujarlas y también descifrar significados de imágenes (tanto de las pintas callejeras como de murales, por ejemplo, el de Ricardo Munguía que representa la historia de Santiago y que se encuentra en el Conjunto Cultural). Estos niños nos enseñan diario a Miss Baby y a mí la importancia de aprovechar los espacios que se encuentran en nuestro entorno urbano, sobre todo si son de carácter público. Los museos en nuestra ciudad y en otras partes deben operar sin censura, la justicia debe ser equitativa, los conjuntos culturales deben de ser un espacio de encuentro y expresión libre para la comunidad que los alberga, y esto se puede a llevar a cabo cuando aprendamos a conocernos, como ciudadanos que compartimos un gran espacio y todo tipo de recursos. Cuando estemos dispuestos a dedicarle tiempo y esfuerzo a articularnos en grupos sociales de distintos tipos, cuando entendamos que cada colonia es una oportunidad de colaboración a partir de sus habitantes, podremos comenzar a hacer frente a las aversiones que padecemos como sociedad. Algo que quizá les hemos devuelto a los niños es que han conocido mejor al río, pues la mayoría no lo hacía más allá de haberlo visto desde alguno de los puentes que lo cruzan. Ahora no sólo lo han retratado, sino que sus familiares les han platicado cómo era antes. José, el abuelo de Diego, le explicó que hace 40 años se metía al río a nadar con sus amigos, pues el agua que corría era limpia. Invitamos a un grupo de personas de la tercera edad a que platicaran sus recuerdos sobre el pueblo. En una ciudad caótica y violenta como la nuestra, recorrerla libremente, pintar por común acuerdo sus áreas públicas, conocernos entre vecinos y articular cierto tipo de acciones, por pequeñas que sean, nos permitirán imaginar cómo queremos que se configure el futuro de la misma. Tal vez logremos proyectar una urbe que no considere a los ríos como tubos de drenaje ni a los edificios públicos como lugares muertos. Santiago Robles Estudió Diseño y Comunicación Visual en la enap, en Art Students League de NY y en UABJO-La Curtiduría. Es socio fundador de Malpaís Ediciones. Cursa un posgrado en Artes Visuales con orientación en Arte y Entorno.


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D diseño

Capital Mundial del Diseño 2018 Vamos contra Brasil en la final Por Cris Winters

foto: cucho jiménez

La Ciudad de México compite contra Curitiba para convertirse en la Capital Mundial del Diseño 2018, según los criterios de la organización World Design Capital. Si la ciudad ganara, este mismo organismo ayudaría a colocarla en el mapa como un destino importante para los amantes del buen diseño.

Museo Soumaya, DF., México

El

28 de julio se dio a conocer que la Ciudad de México había quedado como finalista para convertirse en la Capital Mundial del Diseño en el 2018. ¡Pasamos a la final contra Brasil! La noticia sonaba a fantasía futbolera, pero el público en general no estaba enterado de lo que significaba; este anuncio es el resultado de un esfuerzo de tres años y la candidatura de la ciudad fue promovida por Design Week México, la organización sin fines de lucro que más allá de realizar una semana del diseño, es una iniciativa con actividades durante todo el año, que tienen como objetivo proyectar y promover la creatividad y el diseño como valores que contribuyen al desarrollo de la sociedad. Design Week promovió la candidatura (es la primera vez que la Ciudad de México compite), pero la autoridad que decidirá si nos corona como Capital Mundial del Diseño es otra: World Design

Capital, una organización internacional con base en Canadá. Esta organización sostiene que ya que la mitad de la población mundial vive en áreas urbanas, el éxito de la humanidad depende, en gran medida, de la buena planeación de quienes diseñan y gestionan los espacios públicos. Bajo esta premisa, el diseño es una de las principales herramientas para lograr tener ciudades más atractivas, habitables y eficientes. El proyecto de World Design Capital consiste en promover una ciudad para celebrar los méritos del diseño. “El proceso es el siguiente: ellos organizan una bienal de diseño, y cada dos años los candidatos presentan sus postulaciones”, explica Emilio Cabrero, director de Design Week México. “Para esta ocasión se inscribieron 35 ciudades de las cuales la Ciudad de México y Curitiba quedaron como finalistas.”


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“Queremos que México sea un hub de diseño.

Para impulsar la candidatura, el equipo de Design Week se acercó al gobierno del Distrito Federal, por lo que se trabajó de la mano de la Secretaría de Turismo, la Secretaría de Ecología y las autoridades del espacio público, por mencionar algunas. Sin embargo, Cabrero tiene claro que este tipo de iniciativas no pueden verse como proyectos sexenales. “Design Week apela al hecho de que la ciudad debe tener continuidad en sus iniciativas. Por ejemplo, las ecobicis fueron iniciativa de Ebrard, pero aunque ahora está Mancera, siguen en funcionamiento. Necesitamos tener una mentalidad que no sea sexenal para poder obtener resultados sustanciales”, dice Cabrero. El objetivo de Design Week México está claro: que la capital mexicana gane la candidatura. Que su nombramiento como Capital Mundial del Diseño sea en el 2018 la cereza en el pastel, pues ese año se cumplen 50 años de los Juegos Olímpicos en México. “Sería algo así como una olimpiada de diseño. En la actualidad hacer este tipo de eventos deportivos cuesta mucho dinero, entonces ésta sería una olimpiada cultural y es una gran alternativa. Sería una muy buena forma de cerrar un ciclo de 50 años”, explica un optimista Cabrero, quien también enfatiza en que llegar a la final ya es un triunfo. “También participaron ciudades con gran tradición de diseño como São Paolo, Barcelona y Toronto. Entonces que México haya quedado como finalista y ellos no, muestra que sí hay un interés por el diseño de la Ciudad de México.” Al nombrar una ciudad como Capital Mundial del Diseño, la organización World Design Capital se compromete a ayudarla a ganar visibilidad como centro de creatividad e innovación, promover alianzas, atraer inversionistas, y colocarla en el mapa como un destino importante para los viajeros. Para ser candidatos a este nombramiento, el equipo de Design Week siguió un largo proceso. En caso de no ganar la candidatura, cualquier ciudad puede volver a intentarlo, pero Cabrero advierte que hacerlo resulta muy caro. En el caso de México, los documentos para participar se entregaron en una caja de madera de ayacahuite cortado con láser. Ésta tenía dentro los formatos para ser candidatos: tres copias del proyecto, un CD-ROM y un DVD. En el proyecto se incluyó un poco de historia sobre las aportaciones tecnológicas y de diseño que México ha dado al mundo, como la televisión a color. “La documentación tiene que hablar sobre la ciudad, qué hay de diseño en ella, dar información sobre sus museos, colaboraciones y nexos con ellos y con otras instituciones culturales. Según Cabrero, una de las fortalezas de la Ciudad de México para quedar como finalista fue su emergente escena del diseño, la cual parece crecer cada día. “El diseño ha cambiado la ciudad. Es innegable que en los últimos 10 años ésta se ha transformado muchísimo. Obviamente, tiene los retos de una megalópolis pero hay progreso. Un ejemplo claro son las placitas con mesas que se instalaron en la calle 20 de Noviembre y que siguen ahí. La gente las ha respetado y las ha hecho suyas. También puedo citar la calle de Madero, la ciclovía y el sistema Ecobici. Otro caso es el de Masaryk. Ha sido muy polémico y mucha gente se ha quejado, pero ya terminado no se puede negar que quedó mucho mejor que antes, les guste o no. Design Week México también es un caso de éxito en la ciudad. Hemos logrado cosas importantes: trabajamos de la mano del Museo Tamayo, que es el único proyecto museístico de Latinoamérica que anualmente es intervenido por diseñadores.” Luego de que Curitiba y la Ciudad de México se anunciaran como finalistas, la siguiente etapa consistió en una visita del Comité de Selección a ambas ciudades. “Fue una visita intensa en la que nos

Que a partir de esto se incluya en el circuito internacional de las ferias de diseño […] Queremos quitarle ese puesto a Miami, y creo que podemos lograrlo porque tenemos la ventaja de que no pedimos visa a diferencia de Estados Unidos.” —Emilio Cabrero, director de Design Week México reunimos con los distintos involucrados, como el equipo de Design Week, el gobierno del Distrito Federal, los principales patrocinadores y los directores de Fomentos Culturales, como el de Banamex, el de Grupo Salinas, e instituciones educativas como Centro. La idea es que ellos evaluaran la capacidad de organización, conocieran al equipo y se dieran una idea más clara del alcance del proyecto.” ¿Pero qué sucederá si la Ciudad de México no gana la candidatura? “Design Week México seguirá creciendo independientemente de lo que suceda. Queremos que México sea un hub de diseño. Que a partir de esto se incluya en el circuito internacional de las ferias de diseño a la par de Nueva York y Milán. Queremos quitarle ese puesto a Miami, y creo que podemos lograrlo porque tenemos la ventaja de que no pedimos visa a diferencia de Estados Unidos”, sostiene Cabrero. El esfuerzo ya está hecho. Ahora sólo queda esperar: en el transcurso de septiembre el Comité de Selección de World Design Capital elegirá si la ganadora es la Ciudad de México o Curitiba. El anuncio oficial se hará en el 21 de octubre en una ceremonia en el Museo Rufino Tamayo.

Museo Óscar Niemeyer, Curitiba, Brasil


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LANZA Atelier Taller multidisciplinario Por cris winters

Los proyectos de LANZA Atelier son tan variados, que van desde la museografía de exposiciones en el JUMEX hasta el diseño de infraestructura para la ciudad como los baños de la ciclopista en avenida Central. El taller fue concebido en California, fundado en São Paulo en el 2014 y ha desarrollado varios proyectos en México. ¿Cómo surge la marca/despacho? ¿Quiénes lo conforman?

LANZA Atelier surgió cuando Isabel Martínez Abascal y yo, Alessandro Arienzo, empezamos a tomar fotos de todas las camas en las que dormíamos. Cuando llegué a vivir a Brasil, LANZA se formalizó. Después de un año en São Paulo volvimos a México a construir el proyecto de los baños públicos y kioskos en avenida Central. Desde entonces, recibimos varios encargos en México y decidimos basar aquí nuestra práctica. Paralelamente nació TTOO, nuestro estudio de tatuaje.

¿Cuál es la filosofía principal detrás de su práctica?

Nuestra tesis es que la vida es trabajo y el trabajo es vida. No encontramos una división clara entre estas dos. Es decir, todo el tiempo estamos trabajando y viceversa.

¿Cómo describirían el proceso de diseño de la marca, los elementos esenciales de su propia metodología?

No nos gusta identificarnos como marca. Somos un taller que participa íntimamente con las peticiones y deseos de nuestros clientes. Entendemos esto como entendemos la gravedad, una condición de partida que puede llegar a cuestionarse. Para nosotros diseñar una casa o una mesa tiene la misma jerarquía y, por lo tanto, le dedicamos igual energía.

¿Cuáles son los proyectos por los que es más reconocida la marca/el diseñador?

Kioskos y baños públicos para la ciclopista de Av. Central, Ecatepec. Abajo: Banco Pastel, para la cafetería del Museo de San Ildefonso.

Creemos que la gente nos identifica por tener la capacidad de pensar en diferentes escalas. La gente también reconoce a LANZA por la diversidad de proyectos que tenemos. Hemos hecho varias museografías peculiares, como el biombo que diseñamos para Jumex y que es un proyecto importante para nosotros. Hemos dibujado estaciones de metrobús para un libro que lanzó en su décimo aniversario. Hemos realizado pabellones temporales para festivales de música. Y también tuvimos la oportunidad de construir infraestructura para la ciudad: los baños de la ciclopista de avenida Central.

¿Cuáles son los principales retos o áreas de oportunidad en la práctica profesional del diseño contemporáneo?

Hoy en día, uno puede trabajar para cualquier país desde una base local. Pensamos que para diseñadores y arquitectos, México en sí ya representa una gran oportunidad para trabajar de manera independiente. Los clientes cada vez confían más en los profesionales jóvenes. Nosotros hemos tenido la suerte de trabajar con ideas arriesgadas. En un mundo que funciona a una velocidad vertiginosa el reto es encontrar el tiempo para llegar a las decisiones más coherentes con aquello en lo que uno cree. ¿Cuál es el principal vicio o desventaja del panorama nacional en cuanto a diseño se refiere?

Museografía para la exposición Pasajeros en JUMEX.

¿Quiénes tienen una práctica de diseño –en todas sus vertientes– en México que merecen ser reconocidos por el público en general?

Los arquitectos estamos, en cierto sentido, encerrados en nuestro propio gremio. En México hay mucha energía emprendedora, pero faltan concursos públicos. Se necesitan más para diseñar vivienda, para proponer formas de recuperar espacios residuales dentro de la ciudad para apuntar alternativas a nuestro modelo actual. La falta de transparencia, la corrupción y la desatención por parte del gobierno hacia estos temas es inmensa. Olvidamos que la ciudad es la principal plataforma para lograr que nuestros oficios tengan un impacto positivo en la sociedad.

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Hay varios despachos fundados recientemente que se están arriesgando a trabajar con temas interesantes. Juan Pablo Viedma es uno de los diseñadores mexicanos jóvenes con mayor capacidad para incorporar conceptos de otras disciplinas a su quehacer como diseñador. Consigue combinar metodologías que vienen, por ejemplo, de la gastronomía o la música en sus procesos. Esa multidisciplinariedad es una característica más evidente y más necesaria en nuestro tiempo, ser capaz de establecer todo tipo de conexiones. El Umbral, desde el ámbito arquitectónico, y Pedro & Juana son equipos con gran energía que están apostándole a proyectos propositivos. Cualquier persona que esté comprometida con su quehacer debe ser reconocida por el público.

¿Cuál es un edificio o espacio que cualquier persona en la Ciudad de México debe visitar?

En estos días tenemos muy presente los frontones de la unam. Es un proyecto completamente contemporáneo y atemporal. Otro espacio que merece una visita es la plaza del Monumento a la Revolución que funciona como un espacio público de calidad y con diseño que la gente puede usar de una manera muy lúdica. La Ciudad de México está llena de rincones mágicos como el Audiorama en el Parque de Chapultepec. Hay que recorrerla con los ojos abiertos para poder hacerla nuestra.

¿Cuál sería un proyecto que les gustaría hacer?

Hay varios proyectos no realizados. Uno se refiere a intervenciones en los módulos de Protección Ciudadana, otros a la documentación de estructuras populares increíbles que pasan desapercibidas en la ciudad. Nos encantaría colaborar con especialistas de diferentes ámbitos y procedencias, publicar un libro dedicado a ideas cada año, diseñar una alberca, un museo, un estadio, un playground para todas las edades… Cualquier encargo es bueno. Cualquier proyecto puede ser fantástico. ► http://cargocollective.com/lanzaatelier/



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La memoria de las cosas

letras

Por Gabriela Jauregui

Gabriela Jauregui, editora de Arte de este periódico, poeta, traductora y ensayista, publica su primer libro de ficción: La memoria de las cosas. Frente celebra su lanzamiento y ofrece a sus lectores uno de los relatos que componen este libro que se teje a la manera de los antiguos gabinetes de curiosidades, como un universo abierto y dispuesto para atajar la sutileza de lo marginal, la belleza de lo soterrado.

GUMMIBÄRCHEN

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alo estaba sentado, en la gloria. Rodeado de bolsas de celofán rellenas de gomitas de todos colores, formas y, hasta cierto punto, sabores. Al menos un kilo de azúcar multiforme debe haberlo circunvalado en ese momento preciso, justo antes de que abriera los paquetes y probara todo. Los dulces eran regalo de su abuela paterna, quien lo cuidaba como una madre desde que la propia decidiera abandonarlos a él y a su padre —a quien desde entonces comenzó a llamar Genaro—, en esa casa azul que a Lalo le parecía tan grande, estaba tan llena de juguetes y tan vacía de su madre. Sus dulces eran casi como sus juguetes. En forma de pitufos, de lombrices, de frambuesas glaseadas, de cocodrilos, de botellas de Coca-Cola, de hipopótamos, pingüinos, cerezas, hombrecitos, arañas y, por supuesto, ositos. Primero decapitó a un pingüino. Después le arrancó la cola a un cocodrilo y sorbió una lombriz como si fuera espagueti. Pero, en el fondo, Lalo —sin saber que así se denominaba su afinidad estética— era un purista y sus favoritos eran los ositos, sobre todo los verdes. Y los rojos. Bueno, los verdes más aunque a los amarillos tampoco les hacía el feo. Entonces la bolsita más grande estaba llena de éstos. Al morderlos le encantaba que oponían una resistencia entre sus muelas, como el trampolín del jardín bajo sus pies. Le gustaba que a veces pudiera chuparlos hasta que desaparecieran, o tragárselos enteros como las pastillas que se tomaba su papá todas las mañanas cuando le pellizcaba un cachete y le decía que se lo iba a comer antes de dejarlo con su abuela. Esa tarde su abuela le había dejado todos esos regalitos porque se iba unos días de viaje. Le había prometido que regresaría antes de que se acabaran todas las gomitas. Él pensó en vaciar la mitad en el escusado a ver si así volvía antes. Pero en el fondo, sabía que algo de ese conjuro no funcionaría. Genaro estaba junto a él, feliz de tener una buena excusa para no asistir al laboratorio unos días y quedarse en casa con Lalo y sin tener que rasurarse. Así se lo dijo a la abuela al despedirse cuando parecía que a la pobre le picaba algo en los ojos.

Gabriela Jauregui

Lalo estaba feliz de tenerlo todo, o casi, por unos días. Aunque extrañaba a su abuela desde ya. Lo segundo que hizo, después de comerse al menos diez gomitas, una de cada paquete —este tipo de rituales ordenados eran esenciales en su vida, sin ellos se sentía como pieza de Lego perdida debajo del sillón—, fue compartirle un osito amarillo a Genaro y preguntarle de dónde vienen los osos de gomita. Su padre lo sabía todo porque era científico e investigador.

De la fábrica de dulces, le respondió Genaro sonriendo con el osito embarrado sobre los dientes. Sí, pero de dónde, insistió Lalo riendo y con un osito rojo embarrado en los dientes como sangre. Bueno, veamos, la fábrica de ositos más grande está en… Rápidamente abrió su tableta y tecleó en silencio. En Alemania. Los ositos de goma, mejor conocidos como gummibärchen, se inventaron en Alemania. Lalo tomó uno más entre sus dedos y lo pellizcó, como tentando su consistencia. —Ése es el último del día, si no te va a doler la panza, advirtió su papá. —¿Pero de qué están hechos? Lalo era un niño sensible y a veces demasiado inteligente para su propio bien. Genaro se lo repetía de vez en cuando aunque a la vez parecía estar contento de que lo fuera. Y, respetando su inteligencia, aunque a pesar de su corta edad, Genaro nunca le mentía. Cuando Lalo le preguntaba algo iban al fin del fondo del meollo del asunto. —De azúcar, saborizantes varios y goma arábiga –le respondió. —¿Y qué es la goma arábiga? –Lalo se metió un dedo a la muela para zafarse un pedazo de gusano que se había quedado allí pegado. —La resina de un árbol que se llama acacia –consultó su padre en la tableta una vez más. —Y, ¿dónde hay acacias? ¿Podemos plantar una en el jardín y hacer ositos con la abuela? —En África. De hecho, casi crecen en un solo país: Sudán. —Así que los ositos son naturales y no me van a dar dolor de panza. —No, así que no. Tienen muchísima azúcar. —¿Y de dónde viene el azúcar? Con este tipo de preguntas pasaron de la sala a la tina, donde Lalo se bañó lo más concienzudamente posible. Y de allí a la cama. Lalo a soñar y Genaro directo al internet. Al abrir su buscador para responder con precisión a las preguntas de Lalo a él le habían surgido dudas. Se puso a indagar. En vez de leer Nature, Scientific American o alguna de sus revistas de ciencia, se puso en modalidad Muy Interesante y se clavó en el agujero de conejo. En vez de fumar, como hubiera hecho en sus años de juventud, metía los dedos inconscientemente en una de las bolsitas de celofán de Lalo. Tendrá que reponérsela. Con una cantidad vagamente similar porque es parte de sus rituales meticulosos o compulsivos, dirían algunos. Masticaba e intentaba investigar si los dueños de la fábrica de gomas e inventores de los ositos de goma que le había mencionado a su hijo habían o no sido nazis. Le parecía irónico que el producto que los volvería famosos estuviera inspirado en el folclor gitano —los osos


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Novedades editoriales Por fernando hernández urias

Memorias de un hombre nuevo. Daniel Espartaco Sánchez. Literatura Random House. México, 2015. 108 páginas. 169 pesos bailarines—, mismo folclor que los nazis consideraban decadente, originario de una cultura inferior, y que estaban decididos a erradicar. Guardando como su único vestigio los pequeños ositos gelatinosos, aber klar, pensó. En la biografía oficial, después de un hueco en la narración lineal, mientras que la inflación que lleva al Partido Nacional Socialista al poder azota Alemania, dice que dos de sus osos bailarines de goma cuestan tan sólo un pfennig, es decir, precio regalado + dulzura = la combinación perfecta de éxito total. Después: nada. Y los dos hermanos de Bonn salen de un campo de prisioneros de guerra estadounidense para reforzar el negocio paterno y crear un imperio de golosinas. Eran parte del ejercito o la maquinaria nazi, concluye mientras se mete un gusano más a la boca. Pero estos hermanos salieron bien librados de los campos de prisioneros gringos, a diferencia de los miembros de Al-Qaeda, y sobre todo su líder, que ni a campo llegó. No es que Genaro hubiera hecho un búsqueda de ositos de goma + prisioneros de guerra —a quién se le ocurriría—, pero, como todo en el internet, las conexiones aparecen para quien sabe buscar. Genaro sabía buscar, era investigador, científico, y sobra decir que tenía laboratorio propio. Sabía buscar tanto que se dio un encontrón con su mujer, por ende, ex mujer. Ni hablar. Conforme iba leyendo cosas cada vez más siniestras en conexión con esos ositos brillantes, dulces, cursis, pero también inimaginablemente peligro-

sos, seguía comiéndose las gomitas, casi como reflejo. Se estiró en la silla mientras se cargaba una página. Lo que iba surgiendo era cada vez más como de una película de Hollywood. Resultó que en Sudán, el más grande propietario de cultivos de goma arábiga durante varios años fue el mismísimo Bin Laden. Quién sabe, tal vez los hijos llenos de caries de esos mismos empleados asesinados en masa en las Torres Gemelas fueron los que, hasta cierto punto, ayudaron a financiar a los talibanes que acabaron por matar a sus padres. Los crímenes de los hijos visitaban a los padres por una vez. Si de Lalo se tratara, pensó Genaro, con tantas gomitas que ha consumido podrían hacerle un expediente de terrorista. Se rió en voz alta. Tomó sin pensar otra gomita pero la dejó, ya le dolía el estómago. En su laboratorio, Genaro estudiaba los efectos de psicotrópicos, específicamente de efectos psicodélicos en ratas, buscando efectos benéficos y no tanto en sus cerebros, específicamente en la tiroides y las zonas inferiores del córtex, conocidas también como las áreas de Brodman. Sabía bien que el azúcar es un estimulante, y que su proceso de refinamiento se inventó en el mundo árabe, donde se llegaba a inhalar el azúcar como cocaína. Unos supuestos adeptos —o adictos— a este ritual eran los hashishins, una secta musulmana radical, que además de inhalar azúcar también, como su nombre lo indica, hacían uso del hachís y, como su nombre también lo indica, eran propensos a los asesinatos. Quizá no tan distintos en algunas cosas a sus compadres contemporáneos de Al-Qaeda. Tan sólo que éstos, conociendo ya las adicciones del mundo occidental a los estimulantes, las usarían en su contra. Quizás era demasiado pensar que la goma arábiga con azúcar que adoraba su hijo era tan peligrosa como un explosivo plástico. Sonaba como novela jalada de los pelos. A Bin Laden lo corrieron de Sudán a finales de los noventa y se dedicó a otras cosas menos dulces y más terribles. Pero Genaro encontró que dos décadas después la gente seguía llamado al boicot de todo tipo de gomas para no apoyar al terrorismo de Al-Qaeda. Tan irracional el miedo. Tal vez de tanto razonar Genaro se quedó sin sueño. ¿Sería el azúcar? Según él, ahora tenía un pequeño gusto amargo en la garganta. O un nudo. ¿O sería que le estaba dando gripa? Mientras tanto, en el piso de arriba, Lalo dormía a puño cerrado. Soñaba que en la escuela le preguntaban en qué se quería convertir, y respondía que en resistol, en pegamento. Se imaginaba uniendo a todos sus compañeros del salón, que a su vez se habían vuelto flores, animales, juguetes, según la preferencia de cada uno. Hasta había una piedra arco iris. Se imaginaba que siendo resistol, todo lo roto se desrompería. En su sueño, el resistol se parecía a la goma arábiga. Salía de un árbol, no como lágrima sino como chorro. A borbotones, él se sentía escurrir, pesado. Se sentía pegajoso, feliz. Debajo de las sábanas, a pesar del baño, las gomitas le habían dejado las puntas de los dedos manchadas.

El protagonista de esta breve novela es David, hijo de una estudiante de Filosofía que terminó como maestra de secundaria y de un químico guerrillero con pasado misterioso. Nació hace treinta y tantos años en la República Socialista de Ruritania, un lugar cubierto por la nieve que ya no existe. Esta es una colección de sus recuerdos, escrita desde un presente incierto en el que trabaja como redactor y editor de una enciclopedia sobre la historia de México. Una mezcla de momentos por los que desfilan personajes como Ruth, una becaria de la Fundación Fulbright con la que David pasó algunas noches; Luis, un taquero que viajó a Chicago para conseguir dinero y poner un negocio en el DF; Papa Doc, un haitiano que pasa sus días en un bar rompiendo las peleas de sus amigos; y Wilma, una cubana rubia que trabaja como traductora en Ruritania.

Los viernes en Enrico’s Don Carpenter. Sexto Piso. México, 2015. 396 páginas. 275 pesos San Francisco en 1959. Un grupo de jóvenes y no tan jóvenes sueña con convertirse en la nueva gran estrella de la literatura norteamericana. Está Jaime Froward, una adolescente de 19 años, hija de un periodista alcohólico que trabaja para el Chronicle; su esposo se llama Charlie Monel, un hombre de 30 años, autodidacta pero brillante, con muy mala ortografía. También están Dick Dubonet, quien ganó fama local tras vender un relato a la revista Playboy por tres mil dólares; Linda McNeill, quien presume su amistad con figuras como Kerouac, Ginsberg y Burroughs; y un ex presidiario tímido que no terminó la secundaria, llamado Stan Winger. Todos con el mismo objetivo: triunfar en un mundo en el que no siempre los mejores brillan. El manuscrito de esta historia fue hallado casi 10 años después del suicidio de Don Carpenter. Los herederos del norteamericano buscaron a Jonathan Lethem para que revisara la obra y él fue el encargado de concluirla.

Ornamento Juan Cárdenas. Periférica. Cáceres, 2015. 172 páginas. 276 pesos Tras el éxito obtenido por Los estratos (también editada por Periférica), el colombiano Juan Cárdenas regresa a las librerías con esta novela. Ornamento es la historia de un extraño experimento para probar una droga recreativa que solamente surte efecto en las mujeres y les provoca una sensación similar al placer sexual. La idea es comercializarla entre todos los estratos sociales para sacar el mayor provecho económico, pero antes es necesario asegurarse de que no tiene efectos secundarios. Todo es narrado por el médico encargado del estudio, un hombre aparentemente sencillo, directo, interesado en los detalles. Está casado con una famosa artista plástica adicta a la cocaína. Y entre las pacientes que se prestan como conejillos de indias, tiene una favorita: la número 4. Con ella llega a relacionarse a tal grado que todas las certezas y creencias que el médico ha construido a lo largo de su vida se ponen en duda.


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Un nuevo salmo Por Guillermo Núñez Jáuregui La editorial Sur+ editó en el 2014 dos títulos de Antoine Volodine, El post-exotismo en diez lecciones, lección once (1998) y Ángeles menores (1999). La obra escrita por el francés, se ajusta al espíritu de la editorial que aspira a publicar títulos que, desde la literatura, “cuestionen el estado de las cosas del mundo”.

R

evoluciones fallidas, campos de concentración, ciudades desiertas, cárceles húmedas azotadas por lluvias sin fin, censos que colocan a la población mundial (incluido al último mafioso capitalista) en un máximo de treinta y cinco personas, marismas de los que se desprenden vapores de cloro, departamentos anónimos cuyas ventanas, de pronto, en la noche, arrojan luz, son algunas de las extrañas y siniestras atmósferas en las que las narraturas de Antoine Volodine (Chalon-sur-Saône, Francia, 1950) se colocan: una prosa alimentada por las pesadillas del siglo XX. ¿Qué clase de prosa? Una que se regodea en cierta resistencia, en una impenetra-

bilidad similar a la de las fábulas o los lenguajes secretos. En El post-exotismo en diez lecciones, lección once (1998), encontramos este principio estético: “Una porción de sombra perdura siempre en las explicaciones, o en las confesiones, modificándolas, al punto de volverlas inservibles para el enemigo. […] Porque, siempre de algún modo, el enemigo es un roedor, disfrazado de lector y al acecho entre los demás lectores. Hay que seguir hablando sin que pueda obtener ningún provecho. Hay que hacerlo como cuando se declara frente a un tribunal cuya competencia no se reconoce. Se elabora una proclama solemne, en una lengua que parece ser la misma de los jueces pero que escuchan con consternación o aburrimiento, incapaces a pesar de todo de penetrar en su sentido…”. En Ángeles menores (1999), una voz afirma: “No se trata de determinar si lo que estoy contando es verosímil o no, evocado con habilidad o no, surrealista o no, si se inscribe o no en la tradición posexótica ni si destilo estas frases murmurando de miedo o rugiendo de indignación, si es con ternura o no, o si es mi voz, si en aquello que se ha convencido llamar mi voz, es evidente o no una intención de combate radical contra la realidad o si sólo se trata de una nadería esquizofrénica frente a lo real, o incluso una tentativa de canto igualitarista, ensombrecida o no por la desesperanza y el asco de cara al presente o al futuro. Esa no es la cuestión. […] Hablo la lengua de hoy y ninguna otra”. Pero ya hemos estado antes aquí, ¿no es cierto? En las imágenes de violencia estatal de Orwell o en no puede negar, sin embargo, el carácter distópico del mundo los sistemas de violencia silenciosa del visionario contemporáneo. ¿Dónde se encuentra, entonces, la utopía? J. G. Ballard, en las novelas que develan En la sospecha de que incluso en tiempos de dificultad verbal de David un entorno así —donde existen Dónde se encuentra, entonces, aún los nuevos ricos, los capiOhle, en la desopilante obra de Copi o Levrero: en suma, en la larga estela de la utopía? En la sospecha de que talistas, los guetos, las cárceles etcétera— se podrá Kafka, el profeta. Hay, por supuesto, incluso en un entorno así –donde gigantescas, seguir escribiendo. No desde el razones de peso para continuar por esa senda donde la claridad es una trampa, existen aún los nuevos ricos, los realismo (¡otro enemigo!) pero sí donde la comunicabilidad acecha (de capitalistas, los guetos, las cárceles con la intención de ofrecer géneros y riesgos nuevos, incluso si alguna forma debemos darle la espalda al gigantescas, etcétera– se podrá ello implica muerte o, peor, cárcel: periodismo-espectáculo y a la literatura en El post-exotismo en diez lecciones, correcta que diariamente escupe y repite, seguir escribiendo. lección once se ofrece una especie como salmos sagrados, sus razones). Ciertamente, la obra de Volodine casa con el espíritu de la de narración-manifiesto que imagina a los representantes editorial Sur +, que aspira a publicar títulos que, desde la litera- del post-exotismo recluidos, destruidos físicamente, polítura, “cuestionen el estado de las cosas del mundo”. Al menos ticamente insignificantes, pero triunfantes artísticamente. eso se desprende de El post-exotismo… y de Ángeles menores Hemos visto esto antes, también: las vanguardias históri(ambos aparecieron en la editorial en el 2014), dos títulos de cas, lo sabemos hoy, fracasaron políticamente. Así que hay prosa que dan cuenta de un programa literario en los que se también una fábula negra en la obra de Volodine, pero tamaprecia una misión por desestabilizar y tocar algunas de las bién humor (en una entrevista para Le Point de 1991, harto fibras sensibles que cualquier lector o escritor desesperado de ser clasificado como un inclasificable, afirmó, ingeniosapor el mañana debe padecer. ¿Cómo escribir, hoy? Volodine lo mente, que le gustaría ser considerado un “anarco-fantástico hace desde el seudónimo y el heterónimo (ha firmado más de posexostista”). Habrá que ver, ahora, si también tiene a sus cuarenta títulos bajo distintos nombres), pero también desde lectores o si tendrá que contentarse con incomodar a tribuuna clave cercana a la ciencia ficción de impulso utópico que nales incompetentes.


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50 | frente | Escena | del 27 de agosto al 9 de septiembre de 2015

Miguel de Cervantes en Argelia: el musical

E escena

cortesía: teatro helénico | fotos: luis quiroz medina

Por Enrique Saavedra

El trato de Argel

El actor y director, Ricardo Zárraga trae de vuelta al máximo escritor de la lengua española, Cervantes de Saavedra, en Argelia: la historia del cautivo. Revive la época en la cual, en pleno poderío del Imperio español, los árabes esclavizaron a los europeos.

Su

nombre y su obra representan los cimientos de la lengua que por la música, por el canto y la danza para redondear la experiencia de hablamos. Miguel de Cervantes Saavedra es la columna ver- tener el Siglo de Oro ante nuestros ojos, tan invadidos por el siglo XXI. tebral de nuestro idioma, gracias a las aventuras del Caballero De Zárraga podría decirse que es un hombre del Renacimiento de la Triste Figura, Don Quijote de la Mancha y su fiel escudero Sancho español debido a las múltiples disciplinas que suma en su trayectoria: Panza. Un libro fundamental, pero no lo único de Cervantes: sus Novelas es actor, cantante, bailarín, músico, improvisador y cabaretero. Aunque ha trabajado con diversos equipos teatrales, ejemplares son consulta obligada y sus Entremeses como la compañía de cabaret Género Menor, pueden disfrutarse cada octubre en Guanajuato, Así surge la idea de crear : su centro es su propia agrupación: la compañía en la Fiesta del Espíritu. Aun así, el resto de su Alamar, a la cual las obras del Siglo de Oro espateatro es una joya poco presumida. Dos de éstas ‘Un texto escrito por Miguel de no le son ajenas. Su irrupción en nuestro son las comedias Los baños de Argel y El tratado de Cervantes que tiene dos grandes ñol ámbito teatral se dio con el montaje La noche de Argel basadas en una experiencia autobiográfica: San Juan, de Lope de Vega, el dramaturgo más su cautiverio y esclavitud durante cinco años en virtudes: la forma de narrar las Argel, capital de Argelia. El hecho no sólo es aventuras, con la intención de importante de esa etapa. aludido en estas comedias, sino en uno de los Actor desde niño, Zárraga comenta que relatos incluidos en el primer libro de la novela divertirnos y, por otro lado, la belleza La noche de San Juan era un proyecto que traía más famosa de la literatura española. de la poesía, la métrica y la rima. entre manos, contemplando lanzarse al ámbito de la dirección. “Siempre he tenido un gusto por El dolor se aborda con humor y belleza en cada uno de los versos que componen estas piezas que juntas confor- el teatro clásico, por el verso. Y apareció el Festival de Teatro Aureo en man la puesta en escena Argelia: la historia del cautivo, en la cual el encar- Guanajuato donde había un jugoso premio para el mejor montaje del gado de adaptar y dirigir la obra, Ricardo Zárraga, apuesta además de Siglo de Oro. Me dije: ‘Es el momento’. Monté la obra y ganamos el

Argelia


del 27 de agosto al 9 de septiembre de 2015 | escena | frente | 51

premio.” Esta distinción le abrió las puertas ante las instancias eruditas en la obra de Cervantes “el manco de Lepanto”: “En el 2013, el Museo Iconográfico del Quijote nos llamó (a los integrantes de la compañía Alamar) para invitarnos al Coloquio Internacional sobre Cervantes, que ese año estaba especializado en teatro”. Así surge la idea de crear Argelia: “Un texto escrito por Miguel de Cervantes que tiene dos grandes virtudes: la forma de narrar las aventuras, con la intención de divertirnos y, por otro lado, la belleza de la poesía, la métrica y la rima. Lo que nos narra aquí es lo que él se imaginó, pero a partir de lo que vio y vivió. Por ese cautiverio y porque después lo hacen prisionero en Sevilla, uno de los temas principales de Cervantes es la libertad. ¿Quién mejor para hablar de ésta que alguien que la añoró durante años?”, dice Zárraga. Una obra con referentes que más que evocar un pasado, aluden de inmediato a un sinnúmero de asuntos cotidianos del presente. “También hay un conflicto de desculturización: españoles que están en Argelia, que son cristianos, pero viven en una comunidad musulmana y eso los tienta a cambiarse de religión, a vestirse como ellos para vivir mejor. Eso me hace pensar en nuestros hermanos mexicanos y latinos que están en Estados Unidos, son católicos, pero están en una cultura que habla otro idioma y profesa otras religiones.” Empero, el montaje está situado en su lugar y tiempo originales, “porque en la distancia uno puede ver mejor realidad actual, la distancia nos acerca y nos hace reflexionar sobre quiénes somos actualmente, qué es la libertad, qué es la religión, qué son los valores, qué tan fácil puedo renunciar a algo a cambio de pasarla bien”. En cuanto a la anécdota, la obra aborda las vicisitudes de Yzuf y Zahara, una pareja musulmana que compra, cada quien por su lado, a dos esclavos: Aurelio y Silvia, y se ena-

moran de ellos. Así, Yzuf pide a Aurelio que le ayude a conquistar a Silvia, y Zahara hace lo propio para atraer a Aurelio, prometiéndoles todas las comodidades e incluso la libertad. No obstante, Aurelio descubrirá que a quien pretende Yzuf es su amada esposa Silvia a quien perdió la noche del asalto en el barco en el cual viajaban. Asimismo, estos asuntos serán aderezados por las dotes musicales que distinguen al elenco dirigido por Zárraga, todos egresados de la Escuela Nacional de Arte Teatral y pertenecientes a diversos equipos de teatro, impro y cabaret: Sergio Solís, Paola Izquierdo, Roam León, Isabel Bazán, Nohemí Espinosa, Daniela Arroio, Bruno Salvador, Fernando Huerta, Silvestre Villarruel y el propio Zárraga, para quien el discurso musical es tan importante que el segundo proyecto de la compañía Alamar fue el espectáculo Flores para Chava, un tributo al cronista urbano Chava Flores, cuya capacidad juglaresca en nada dista de la de ciertos personajes de Cervantes y Lope de Vega. Actualmente, de miércoles a domingo, Ricardo Zárraga da vida al ave Zazú, el mayordomo del rey Mufasa en la versión mexicana del musical de Broadway, El rey león. En cualquier obra y género, Zárraga deja claro que su arte, como su compañía, se echa a la mar en cada función para ir y venir hacia tierras lejanas, con lenguajes distintos y gente única, pero siempre con talegas de humor y música dentro de la barca. Vale la pena dar un salto y navegar con él y su intachable tripulación.

Foro La Gruta Centro Cultural Helénico Av. Revolución 1500, Guadalupe Inn Martes a las 20:30 horas Del 18 de agosto al 3 de noviembre

Espectros Recomendaciones fuera del escenario Por Mayté Valencia

No hay más poesía que la acción

S

i durante el siglo XX la acción disidente tuvo lugar en espacios privados, secretos y casi clandestinos, en años recientes, el espacio público ha adquirido un rol privilegiado en la manifestación de los deseos y sentimientos colectivos. Es ahí donde las protestas ciudadanas tienen lugar; pero también donde las diversas prácticas artísticas que mantienen un estrecho vínculo con la vida, lo “real” y lo político ocurren: recuperan ese espacio y potencian su sentido. El teatro — ­ el arte de la presencia y el estar con otros— ha aportado nuevas formas y estrategias discursivas a estas prácticas de disidencia tanto ciudadanas como artísticas. En el libro No hay más poesía que la acción. Teatralidades expandidas y repertorios disidentes, del español José A. Sánchez —uno de los investigadores más importantes en la reflexión sobre las prácticas artísticas contemporáneas—, junto con Esther Belvis, edita una serie de textos que, precisamente, exploran prácticas escénicas que se desenvuelven en el espacio social y aquellas que, aún dentro del recinto teatral, tienen una voluntad de realidad. “La posibilidad de un arte efectivo en la esfera pública pasa por el reconocimiento de lo artístico y lo poético en las acciones reales”, explican en el prólogo. El libro recupera textos y materiales elaborados durante el programa Teatralidades expandidas en el Museo Reina Sofía de Madrid (2012-2015), sin embargo, se nutre de investigaciones y experiencias realizadas en diferentes tiempos y contextos como Chile, México, Colombia o Francia. En todas ellas el denominador común es que utilizan la teatralidad como un modelo para cuestionar y transformar las formas actuales de representación política y social, y que tienen la voluntad de construir un “nosotros” en el que el cuerpo-a-cuerpo se vuelve esencial. La publicación incluye textos de personas como Rolf Abderhalden, que analiza el trabajo que Mapa Teatro realizó con presos de una cárcel de alta seguridad colombiana; Ana Vujanović, quien indaga en cómo el concepto de drama social visibiliza la estructura social y su problemática; Leire Vergara, que evidencia situaciones donde el cuerpo está negado a presentarse y representarse fuera de ciertas categorías que le han sido impuestas; Ana Harcha, quien nos sumerge en el mundo del circo; Óscar Cornágo, quien analiza el trabajo de Roger Bernat en Chile; Héctor Bourges, quien refiere su práctica con Teatro Ojo; así como Victoria Pérez Royo, que escribe sobre la ruptura de la representación y su potencial político; Fernando Quesada, que “hace un viaje histórico y arquitectónico a través de las nociones de ciudad, plaza y casa”; y Anto Rodríguez y Aristeo Mora que, a través de imágenes, anécdotas y canciones, reencarnan un proceso creativo. Editado en México por Paso de Gato, No hay más poesía que la acción. Teatralidades expandidas y repertorios disidentes es un referente para reflexionar sobre las prácticas escénicas contemporáneas. Sánchez A. José y Belvis, Esther (ed). No hay más poesía que la acción. Teatralidades expandidas y repertorios disidentes. Serie Teoría y Técnica Paso De Gato. México, DF. pp. 276.


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¿Por qué desaparecemos? Por Mayté Valencia

¿Qué estamos haciendo los jóvenes para desaparecer? es una instalación escénica que aborda una problemática pertinente y dolorosa: la desaparición de estudiantes universitarios en la República mexicana. Un acto colectivo que da voz a aquellos que ya no la tienen.

C

ampo de Ruinas es un colectivo interdisciplinario fundado en el 2011 por alumnos del Colegio de Literatura Dramática y Teatro de la unam. Su proyecto ¿Qué estamos haciendo los jóvenes para desaparecer? partió de cuestionar un problema cercano: la desaparición sistemática de estudiantes universitarios en la República mexicana desde el 2003 y el nulo esclarecimiento sobre su paradero. En medio de un patio, una joven enuncia una lista de nombres. Un contrabajo, un saxofón y percusiones acompañan su discurso: apenas algunos chirridos, casi inaudibles. Ella camina y conduce al público dentro de una habitación oscura donde otro actor mecanografía algunas palabras en una máquina de escribir: notas periodísticas y reportes judiciales. Fotografías de un estudiante asesinado en Chacahua, Oaxaca, se proyectan en una pantalla. “Él sólo quería estar tranquilo unos días en la playa. No sabía su destino.” En la sala contigua, tres objetos adquieren una dimensión simbólica: una sudadera, un libro y una taza de café. Los artículos pertenecen a jóvenes que desaparecieron y las tres actrices hablan como lo harían sus madres mientras realizan acciones mecánicas: una de ellas teje, la otra rompe las hojas del libro y otra más tira el café.

En la etapa siguiente, si el espectador lo desea, puede leer algunas de las cartas que se han escrito hacia esas personas que ya no podrán responder. Se trata de misivas dirigidas a ningún lado y que jamás van a llegar a su verdadero destinatario, pero que tienen una resonancia importante en los presentes. Sabemos que el tiempo se ha detenido para los familiares: ellos siguen esperando. Por un momento, vivimos lo terrible de esa espera. Conforme avanza el recorrido escénico el discurso se vuelve más potente. “Búsquela, usted.” “Seguro estaban de borrachos y por eso no llegan.” “Ya está muerta, concéntrese en sus otros hijos.” Las frases forman parte de la narración de testimonios reales en los que el apoyo de la autoridad fue nulo. Las trabas judiciales, los arrastres burocráticos y la corrupción son los muros a los que se enfrentan las personas que deciden buscar a sus desaparecidos. Un ejemplo de ello —llevado incluso más lejos— es el asesinato de Miguel Ángel Jiménez Blanco el pasado 9 de agosto. Él era uno de los líderes comunitarios que comandaba la búsqueda de los 43 estudiantes desaparecidos de Ayotzinapa. A partir de un proceso de investigación y la recopilación de testimonios de los familiares directos, Campo de Ruinas transforma

Campo de Ruinas

FB: https://www.facebook.com/campo.deruinas TW: @CampoDeRuinas

los hechos reales en dispositivos Campo de Ruinas transforma los hechos artísticos que se complementan con la participación del especta- reales en dispositivos artísticos que se dor. Su recorrido escénico evoca diversos espacios y momentos complementan con la participación del que han quedado suspendidos; espectador [...] y al recuperar las historias y al recuperar las historias de los estudiantes desaparecidos, de los estudiantes desaparecidos, hacen de su hacen de su ausencia algo pre- ausencia algo presente y visible; cuestionan la sente y visible; cuestionan la violencia existente en el país y violencia existente en el país y redimensionan redimensionan la importancia la importancia de la memoria. de la memoria. ¿Qué estamos haciendo los jóvenes para “Esperanza de saber que no somos pocos los desaparecer? es un proyecto con un discurso que nos sentimos así, que podemos tener potente y, por desgracia, cercano a la realidad un México mejor, sin tanta muerte y viomexicana. Es un acto colectivo que visibiliza lencia. Me la llevo por los jóvenes y todos un contexto lastimado y que, mediante el los desaparecidos que ya no pueden seguir involucramiento del público, genera empatía. siendo asesinados.” La voz de la señora se Varias de las personas que vivieron el quebranta, pero habla cada vez más fuerte, acto comenzaron a llorar. El público colocó como aferrándose a ese hilo vocal. Nadie las fotografías de los jóvenes en unos marcos se mueve. ¿Qué estamos haciendo los jóvenes para desade madera que se convirtieron en un pequeño altar. Una señora apenas podía contenerse. La parecer? es un proyecto de Eréndira Córdoba, impotencia se mezclaba con la rabia y el dolor. Julio Urbina, Karina Carmona. Se presentó Al final, nadie habla. Ni idea de qué decir o qué del 31 de julio al 8 de agosto en el Museo Casa hacer, pero está el entendimiento de que algo de la Memoria Indómita, pero próximamente tendrán una nueva temporada. Los pueden sucedió internamente. “Me llevo esta flor con dolor y tristeza, seguir en sus redes sociales. pero también con esperanza”, dice la señora.



54 | frente | comida| del 27 de agosto al 9 de septiembre de 2015

C

FOTOs cortesía: cuartoscuro

comida

Del antojito maizal: incesto y dicha Por Alonso Ruvalcaba

“Creced y multiplicaos”, dijo el Señor a los antojitos hechos de maíz. Y éstos vieron que crecer y multiplicarse era bueno, e hiciéronlo. Y aquí intentamos un catálogo desaforadamente pequeño de un asunto interminable.

La

discusión podría comenzar con la quesadilla de comal. Los inhóspitos páramos del internet profundo han tratado de resolver el (falso) problema muchas veces. “En las místicas tierras del DF ( y sólo ahí) le llaman ‘quesadillas’ a los tacos de guisado, traigan o no queso —escribió @IAmAnAtheistCatAMA en un subreddit—. En el resto del país, donde sí rige el sentido común, una quesadilla trae queso y un taco de guisado no.” Esto no es completamente cierto. Un chilango sabe como un pálpito que una quesadilla no es un taco de guisado, aunque algunos guisados sean compartidos por los dos platillos. Tal vez la diferencia radique en tres puntos cruciales: 1. la quesadilla se hace al momento partiendo de una bolita de masa, que se aplana y se cuece al comal mientras el taco se prepara en una tortilla ya hecha, generalmente, calentada al vapor; 2. en el caso del taco, el guisado suele estar caliente, a baño maría, listo para servicio, mientras que en el de la quesadilla el guisado suele calentarse dentro de la tortilla, mientras ésta se cuece en el comal; 3. la tortilla del taco es redonda —lo que le facilita enrollarse— y la tortilla de la quesadilla es alargada —lo que le facilita simplemente doblarse—. Naturalmente, existen casos limítrofes, como esos tacos de guisados de camioneta cuyos guisos vienen en cubetas de plástico y las tortillas en grandes hieleras Coleman y no se calientan al momento (taco godín

por antonomasia) o como esas quesadillas que se rellenan de bistec asado al comal, nopales, cebolla, salsa, y se sazonan con limón y sal y se encuentran en el límite de ser un taco a la parrilla; son quesadillastacos inestables, como esas líneas de mar y tierra que, vistas desde el avión, no son agua ni espuma ni arena y son un poco las tres cosas: son quesadillas-tacos litorales. En cambio, nadie podría confundir una quesadilla frita con un taco. La quesadilla frita nace de una bolita de masa aplanada y frita al momento; rellenos: papa con chorizo, queso con vegetales —flor de calabaza, hongos—, chicharrón, tinga de pollo, tal vez picadillo… En su método se parecen a las empanadas argentinas, salvo que las empanadas están hechas con masa de trigo. Algunos lugares las rellenan de pescado. Oh, entonces, ¿estas quesadillas de pescado son pescadillas? Creo que no. Una quesadilla frita de pescado nace, de nuevo, de una bolita de masa frita al momento, mientras que una pescadilla de puestito, que puede o no haber sido frita al momento, nace de una tortilla de maíz rellena, doblada y atravesada con unos palillos malditamente difíciles de retirar antes de comer. (Si está recién hecha: peor.) También la quesadilla de puesto o local de carnitas nace de una tortilla doblada y sostenida con palillos; aquí hay dos rellenos posibles: sesos de puerco guisados o carnitas; los

“Los parientes del taco

son incestuosos. Parece que no pueden dejar de estar cogiendo entre sí y produciendo derivaciones y nuevas parentelas.”


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La anforita | por José Manuel Velasco UNA CON GUSANO buenos taqueros abren la quesadilla de sesos antes de servirla y le agregan un jardincito de cilantro, cebolla, aguacate, acaso rábano y un puñito de carnitas surtidas. Algunos visionarios hablantes del español mejicano llaman a estas confecciones sesadillas. La gordita se parece a la quesadilla (frita) en que es masa rellena y frita en aceite; se diferencia en su forma y a veces en su relleno. La gordita de puesto de carnitas es redonda, relativamente pequeña y realmente gordita; la gordita de puesto de quesadillas es redonda, relativamente grande y aplastada, “delgada”. Ambas se abren cortándolas horizontalmente antes de servirlas y se les agrega el inveterado jardín de cebolla y cilantro, a veces aguacate, a veces queso fresco rallado, salsa opcional. La inflada es una suerte de subespecie de la gordita; la diferencia principal es que una gordita no suele tener aire dentro y una inflada no suele abrirse antes de servicio. La inflada es una gordita soufflée. Suele estar rellena de frijoles, a veces mezclados con chorizo. Los parientes del taco son incestuosos. Parece que no pueden dejar de estar cogiendo entre sí y produciendo derivaciones y nuevas parentelas. “Cuando a la redonda tortilla cocida se le untan frijoles refritos, se le pone salsa, lechuga picada, queso desmoronado y a veces crema, surge la garnacha”, escribe José N. Iturriaga en De tacos, tamales y tortas (Diana, 1987). “Si el borde de la tortilla se levanta a todo su alrededor con los dedos pulgares e índices de las manos, nace el sope, la pellizcada o la picada.” El sope se fríe con aceite sobre el comal, no se sumerge: queda sólo ligeramente dorado; la chalupa es redonda y no se pellizca, se confita más que freírse: queda suave; el huarache es

como un sope alargado que acepta bistec, cecina y huevo como cubiertas. El panucho se sumerge en aceite y, distintivamente, se encopeta de cochinita pibil; el salbute se fríe y se infla —hermano de la infladita—, pero se encopeta de pavo. El bocol es una gordita que no se fríe, se asa al comal; rellenos: frijoles refritos, chicharrón, queso. ¿Y qué es un tlacoyo sino un bocol milpeño y alargado? “Las tostadas también tienen lo suyo —continúa Iturriaga—. El punto de partida es una tortilla frita hasta endurecerse, aunque el nombre de tostada pudiera rememorar una época lejana en que las tortillas, para este antojito, se endurecieran en comal, sin aceite.” El triunvirato de tostadas clásicas es pata de res a la vinagreta, salpicón, tinga. La tortilla de esas tostadas es tamaño “de mesa”, unos 14 cm de diámetro; la tortilla de las tostadas de mariscos es más pequeña, casi “taquera”, unos 10 cm. Las tostadas de mariscos canónicas son de ceviche o aguachile, según su proveniencia (Baja California vs. Sinaloa), pero las hay de erizo, de atún crudo con aguacate, poro frito y una mayonesa ligera, de camarón y, fritura sobre fritura, de pescado rebozado. En cuestión de tostadas —y de toda la familia del antojo maizal— el chilango agarra parejo. ¿Por qué no? La monogamia no es lo nuestro. (Sé de un taxónomo que, mientras hacía su recolección y clasificación de ejemplares de la parentela del taco, se hizo esta pregunta: ¿no es un chilaquil una tostada rota y bañada en salsa? Tal vez lo sea. Pero voy a guardar los chilaquiles para un texto posterior. Es un asunto interminable.)

T

odo el mundo está hablando del mezcal: que si es afrodisíaco, que es más mexicano que el tequila, que si es la mejor bebida para acompañar tu cerveza y que la borrachera te pone bien mágico/místico. La moda hizo su parte y ahora cualquiera rebuzna y aprovecha la peda para impartir cátedra sobre cuál es y dónde se encuentra el destilado 100% artesanal que te pondrá a bailar como sacerdote zapoteco. De unos años para acá, el tequila es un digestivo para quienes sufren osteoporosis, mientras que el mezcal calza Converse rojos y se sirve en las lecturas de poesía joven y en los eventos coolturales de esta ciudad. Según Alejandro Galina (sommelier, maestro tequilero y crítico), la ola mezcalera tomó la estafeta en el año 2000 y sedujo de inmediato a pequeños grupos de empresarios capitalinos. Entrepreneurs con bigote de manubrio y Ray-Bans Wayfarer viajaron a Santiago Matatlán en busca del palenque perfecto y el sombrerudo sabio que proveería la materia prima. Tardó poco tiempo para que en las barras de la capital se escanciara mezcal en grandes cantidades; actualmente, el 70% del consumo se lo lleva la Ciudad de México. Aunque ocho estados producen el destilado (Michoacán, Zacatecas, San Luis Potosí, Tamaulipas, Guanajuato, Guerrero, Durango y Oaxaca), este último elabora el 90% del que encuentras comúnmente en licorerías y restaurantes. Para Galina, un primer paso para iniciarse en la ciencia mezcalera consiste en identificar el proceso de elaboración, el cual, básicamente, se divide en tres categorías generales: industrial, artesanal y ancestral . El industrial normalmente se fabrica con agave Espadín. Esta variedad es más fácil de replantar y tiene una graduación alcohólica menor a 40º (una marca típica es Zignum, que pertenece a Coca-Cola). Los artesanales son patrimonio de palenqueros autónomos que —supuestamente— vigilan el prensado y la calidad de las piñas de agave; algunos utilizan variedades salvajes que alcanzan su maduración entre los 15 y los 24 años (las especies más comunes son Tobalá, Madrecuixe, Coyote y Tepeztate). Por último están los ancestrales, que emplean métodos de destilación en barro y se distinguen por un aroma terroso (el mezcal Santa Tierra, por ejemplo). A esta clasificación habría que agregar otra más: la que divide entre mezcales jóvenes, reposados y añejos. Los primeros suelen madurarse en recipientes de vidrio y, ocasionalmente, se aderezan con insectos (escorpiones, culebras, gusanos, etc.; o con pechuga de maguey y de guajolote). El reposado se almacena en barricas de roble americano durante meses y el añejo, por períodos que sobrepasan el año. De acuerdo con Galina, ningún destilado que supere los 35-40 grados de alcohol marida con alimentos. El maridaje funciona cuando la bebida resalta los sabores del platillo y viceversa; pero para un paladar tosco e inexperto como el mío, esto ya son exquisiteces. Finalmente, cada quien lo bebe como se le antoja. Buenas opciones para ir a probar esta bebida son el Bósforo (Luis Moya, 31), La Nacional (Orizaba, 161) y el Felina (Ometusco, 87). Pongan música de Howlin’ Wolf y éntrenle a gusto al mezcal Los Danzantes, al Bruxo, al Santa Tierra y al Gracias a Dios. Y si alguno trae ganas de ponerse experimental masque simultáneamente raíces picantes de chilcuague (Heliopsis Longipes), una planta originaria de la sierra queretana con propiedades anestésicas (es posible encontrarla en el mercado de Sonora). Le experiencia, se los aseguro, no dejará de parecerles interesante.


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Pesca del día Creta de Adam Gollner

guarniciones

Dos recomendaciones fuera de la mesa The Warsaw ghetto: A guide to the perished city Barbara Engelking y Jacek Leociak (Yale University Press, 2009) No hay una historia más triste que la historia del gueto de Varsovia, de su creación en 1941 a su liquidación en 1943. Sus habitantes no eran ciudadanos: eran muertos vivientes, pasajeros en un tren apocalíptico que sólo conducía a la tortura y la muerte —un tren metafórico y a veces, como en las infames deportaciones a Treblinka de julio de 1942, un tren literal—. Pero he aquí que estos seres humanos debían vivir la apariencia de una vida normal: debían (intentar) comer, crear, incluso divertirse. Esta “guía de la ciudad perecida” incluye también esas cosas: el pan, la calidad de la comida y su contrabando, tiendas de pasteles o de té, cafés como el Carioca, que estuvo “en el número 22 o el número 30 de la calle Grzybowska” y ofrecía “sabrosas y generosas cenas a precios muy razonables”, o el Splendid en el número 12 de la calle Leszno, “con un jardín de verano, excelente orquesta de jazz y atmósfera decididamente pasada de erótica”. El libro deja una sensación bipolar: el impulso de destruir al ser humano, que puede convertirse voluntariamente al horror del nazismo, y el impulso de salvar al ser humano, cuya industria y cuyo humor pueden aspirar a sobrevivir bajo la bota infecta de la tortura cotidiana. Si algo humano queda en ustedes The Warsaw Ghetto va a romperles el corazón. “A Hoagie by Any Other Name” Dave Milton (Verbatim the Language Quarterly, otoño 2003) El idioma inglés, en particular el inglés estadounidense, es riquísimo en nombres de alimentos que se sirven entre dos panes. Los nombres siguen ciertos patrones de origen. Los hay que consideran la forma (el sub o submarine, el torpedo, el rocket, el zeppelin y su hermano el blimpie, el bomber), los que se refieren al tamaño (el hero, el hoagie), los que están asociados a un grupo étnico (the Italian, the Cuban), los que remiten al tipo de pan (la muffuletta, el spuckie) o a su accesibilidad económica (el po’boy). Y muchísimos más. Este ensayo inspecciona esos nombres, procura contextualizarlos, datarlos y refutar o ratificar sus etimologías populares. Es un ensayo tan texturizado como los nombres que estudia, y bastante más divertido. Abre con un epígrafe de Homero J. Simpson, amo y señor del emparedado, así que ya saben a qué atenerse. (A la verdad, claro.) Búsquenlo en internet. Por ahí anda.

“Creta es un lugar sin nubes: tiene 320 días de sol al año y se puede ver con claridad incluso después de caer la tarde. Pasamos árboles plateados que explotaban de olivas, granadas, pérsimos. Esta tierra es generosa, todo crece aquí.” Es el principio de un texto de Adam Gollner que es, de alguna forma, el reverso del principio de I Walked With a Zombie: “Todo muere aquí: hasta las estrellas”. La reminiscencia no es casual. El texto es magnífico pero las fotos son todavía mejores. Aquí, tres ejemplos. (Pueden leer el texto en: http://www.adamgollner.com/file_download/47/crete.pdf; pueden comprar una impresión de la imagen de los pulpos colgantes acá: http://www.adamgollner. com/News/limited-edition-octopus-print.)



fotos josé manuel velasco

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D debutantes

El nuevo proyecto de Elena Reygadas, una de las chefs más reconocidas de México, propone una atmósfera agradable y casera. Un lugar en donde se pueda consumir comida de primer nivel, pero sin caer en la solemnidad de los restaurantes más caros y formales. Tiene menú salado, postres, bebidas y el célebre pan Rosetta.

Lardo Son

LARDO Agustín Melgar 6, esq. Mazatlán, Condesa De lunes a sábado, de 7 a 23:30 horas Domingo, de 8 a 17 horas @Lardomexico

las seis de la tarde y afuera de este local cae el diluvio cuarenta y tantos en lo que va del año. El restaurante en el que estamos lleva apenas una semana abierto, pero ya está lleno de todo tipo de comensales: familias completas, parejas, grupos de amigos, godínez recién escapados de la oficina y quienes van de curiosos a probar algunos de los manjares que el lugar ofrece, como es nuestro caso. Hacia cualquier dirección que dirijas la mirada, la ubicación del inmueble en esquina y sus amplias ventanas permiten un atractivo panorama hacia el exterior. Hay un cierto aire vintage en su diseño: el piso y sillas de madera, la barra de alabastro situada al centro con un grueso borde redondo de cobre, y los vasos y platos igual de vistosos que los alimentos que se sirven sobre ellos. La encargada del lugar,

la chef Elena Reygadas —cuyo nombre tiene cada vez más peso dentro del circuito gastronómico— nos explica que ella misma y su esposo, el arquitecto Jaime Serra, se encargaron de la decoración. Previo a su apertura, el lugar no hizo mucho alboroto al respecto ni envió boletines de prensa a los medios locales. ¿El motivo? Reza un viejo adagio que la mejor publicidad es aquella que se extiende de boca en boca. Y así lo considera también Elena. Sus otras sucursales le han dado la razón: su restaurante Rosetta en la Roma Norte le valió el Premio Veuve Clicquot como la mejor chef femenina de Latinoamérica el año pasado. Y sus panaderías del mismo nombre se han hecho de una bien ganada reputación en la ciudad. El concepto de su nuevo restaurante es el de una cocina de barra… y de barrio. Pues la principal diferencia entre los anteriores proyectos de Reygadas y Lardo es que este último busca ser un espacio más relajado, una cocina expuesta en la que que los huéspedes puedan tener un contacto cordial y más directo con meseros, cocineros y chef. Todo su almacén de alimentos cuelga por encima de la amplia barra, a la vista de todos: alimentos frescos en su mayoría de origen nacional, algunos almacenados incluso en huacales. La carta es diversa y los platillos de porciones pequeñas, aunque a precios bastante razonables. Quizá con la intención de que el cliente pruebe más de una cosa. Porque una vez ahí dentro, las glándulas salivales comienzan a funcionar de manera alarmantemente sospechosa. El sentido del olfato es masajeado también por las hierbas aromáticas empleadas en cada plato. Su variedad de bebidas y tragos es generosa. El cantinero nos ofrece, por ejemplo, una copa de vino Mariatinto de cuerpo medio. Y

mientras nuestros inexpertos paladares (tan maleducados por tantos tacos esquineros y demás garnachas) devoran unos calamares con jitomate y rellenos de una sabrosa crema de hierbas, le preguntamos a Elena acerca de su reticencia por contactar a la prensa: “Creo que ésta debe llegar de una forma natural. Si alguien habla de ti debe ser porque realmente experimentó y probó tu comida, y le gustó”. Y con la deliciosa pizza de nduja, tomate y burrata, y el helado de chocolate con almendras que probamos es difícil no recomendar el lugar. También hay encurtidos, mil hojas de zanahoria, flor de calabaza frita rellena de ricota, tostada de lerdo y alcaparras, gnocco con jamón de parma y otras exquisiteces. En Lardo son también entusiastas de la cocción a la leña, la charcutería y la experimentación con distintos ingredientes y nuevos platillos de acuerdo a la temporada. Además, tienen su sección de panadería Rosetta: una pequeña ventana en la que la gente puede pasar a comprar su pan de forma ágil, sin tener que entrar siquiera al local. Sólo hay reservaciones de 1 a 2 de la tarde y de 7 a 8 en la noche, para así dar prioridad a la clientela que llega al momento y no tanto a quienes apartan su mesa con días de anticipación y a la mera hora nunca aparecen. Su propuesta parece ser la oferta de platillos de primera en un ambiente casero, y evitar que algo tan natural como comer sea un acto ceremonioso en el que ir de etiqueta y utilizar una docena de cubiertos sea un menester. De ahí surge el nombre del lugar: Lardo, el término con el que se denomina a la grasa del cerdo y otros animales. Pero aquí es más bien la grasa simbólica de la cocina. La de las parrillas y los platos. La del jazz más añejo. La grasa del día a día. –Jesús García


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Volcano, Custom Pizza Personalizar tu propia pizza nunca había sido tan fácil. O sí, pero no tan rico. En Volcano, la comida rápida se hace con atención a los detalles.

A

finales del 2013, Enrique Jiménez y Ramsés Galaviz viajaron por la costa oeste de Estados Unidos. Cruzaron California, Oregón y llegaron hasta la frontera con Canadá. Durante el trayecto se fijaron en la oferta gastronómica de las principales ciudades: Los Ángeles, San Francisco, Portland y Seattle. Les sorprendió descubrir la gran cantidad de restaurantes donde los clientes podían customizar (personalizar) sus alimentos: helados, burritos, sándwiches, hot cakes, hamburguesas, ensaladas y pastas elaboradas según el gusto del comensal. Enseguida imaginaron cómo apropiarse del concepto para mexicanizarlo y trasladarlo a la Ciudad de México. El resultado de horas y horas de debraye y planeación fue la pizzería Volcano (ubicada a unos cuantos pasos de la glorieta de Insurgentes). El lugar es un salón amplio con mesas de madera y una barra que asoma hacia la calle de Oaxaca. A la izquierda está la línea de producción: el amplio buffet de ingredientes que puedes añadir a tu pizza. La idea es elegir, paso a paso, la salsa (italiana, parmesana, BBQ o

pesto), el queso (mozzarella, monterrey Jack, queso de cabra, cheddar y manchego), las proteínas (salami, pepperoni, chilorio, pollo en mole, brisket, jamón ahumado, etc.), los vegetales (pimiento, huitlacoche, flor de calabaza, chile poblano, cebolla caramelizada, etc.) y el aderezo (chile quebrado, BBQ, sriracha, etc.). A todo esto le puedes agregar chapulines y chicharrón pulverizado. En menos de cinco minutos tendrás una pizza de masa crujiente humeando frente a tus narices. El horno es el corazón del restaurante. Un Woodstone de tres toneladas que arde a la misma temperatura que el trinche de Satanás. Ramsés Galaviz, uno de los socios, me cuenta que la idea del nombre “Volcano” surgió de las entrañas de ese inmenso artefacto capaz de arder a 300° C. “Nos pareció un inmenso volcán capaz de calentar cualquier alimento en menos de cinco minutos; fue un problema colocarlo donde está: tuvimos que tirar un muro y cargarlo con la ayuda de una grúa”. Gracias a esta poderosa máquina el servicio se agiliza bastante; no tendrás que esperar los 25 minutos que normalmente tardan las pizzerías que cocinan con hornos de leña. Uno de sus secretos es la masa: receta exclusiva del chef Ignacio Osuna, repostero jefe y cabeza de la pastelerías Panamá

El Cuentero Urbano En

El proyecto más ambicioso del Foro Shakespeare por fin rueda por la ciudad. El Cuentero Urbano, conformado por un Dramabús y siete actores, pretende unir a los habitantes de una ciudad fragmentada a través de una necesidad común: contar historias. Descarga la aplicación en Apple Store o Google Play Conoce los horarios y locaciones del Cuentero Urbano: FB: https://www.facebook.com/elcuenterourbano TW: @CuenteroUrbano

el siglo VI a. C. una compañía de actores recorrió las ciudades griegas en un carro que le servía también de escenario. Al frente del grupo estaba Tespis, un poeta a quien comúnmente se le otorga el título de padre de la tragedia clásica. Este personaje es uno de los precursores del diálogo teatral y un emblema para los narradores itinerantes; su leyenda brilla detrás de cualquier cuentacuentos y simboliza el poder de las historias para viajar y transformarse. Siglos más tarde, siete actores (Rafael Silguero, Irakere Lima, Alfredo Monsiváis,

Volcano Custom Pizza Oaxaca 11, Roma T. 5207 8394

(archiconocidas en Sinaloa). Un pan ligerito, crujiente y muy poco salado. Por 140 pesos puedes comer tú solo una pizza de treinta centímetros de diámetro sin sentir que te atragantaste. La intención, cuenta Ramsés, ha sido “no descuidar la calidad del producto a pesar de la velocidad de la preparación”. Finalmente es comida rápida, pero reinventada a partir de la atención a los detalles. La posibilidad de crear nuevas combinaciones es casi infinita y el precio no varía si añades arúgula, queso de puerco o jamón serrano. Para llenar el huequito y limpiar las culpas que provocan el queso y el salami, la

orden de pizza viene acompañada con una ensalada de lechuga. Y la mejor parte: tienen una gran carta de cervezas. Diez artesanales (Cucapá, Colimita, Agua Mala, Puro Veneno, etc.), además de la oferta básica de XX, Heineken, Bohemia, Indio y Tecate. El restaurante es agradable para estar un rato y tomar un par de chelas, pero no es el tipo de lugar donde querrías estirar la sobremesa. Pronto abrirán otras dos sucursales: una en Insurgentes Norte y otra en la ciudad de Querétaro. Ojalá que la expansión comercial no afecte la calidad de sus pizzas.

Manolo García, Federico Tello, Daniel Ortiz y Alejandra Villarruel) recorren las calles de la Ciudad de México a bordo de un Dramabús —un autobús equipado para convertirse en un teatro ambulante—donde escenifican siete historias recabadas en distintas colonias y zonas de la capital. En abril de este año empezaron la investigación: entrevistaron a residentes de Iztapalapa, Xochimilco, la Plaza de Santo Domingo, Coyoacán, Polanco, San Ángel y la Central del Norte. A partir de los testimonios se reunieron con el dramaturgo Juan Carlos Cuellar, quien estructuró los relatos y los dejó listos para ser escenificados por el director Juan Carrillo. “Éste es el proyecto más ambicioso del Foro Shakespeare”, cuenta Manolo García, uno de los siete actores del Dramabús. “La idea es que los de Polanco escuchen lo que tienen que decir los de Iztapalapa, y viceversa.” Uno de los móviles del Cuentero Urbano consiste en enlazar a los habitantes de una ciudad fracturada por las diferencias socioeconómicas y acercarlos a través de una necesidad en común: contar nuestras historias. Paralelamente a los montajes, en fechas recientes, se lanzó una app gratuita (El Cuentero Urbano, disponible para iOs y Android), que te permite grabar tus propias historias y subirlas a la nube. Todos los usuarios de la aplicación pueden compartir sus audios y votar para elegir a sus favoritos. “Ojalá más adelante podamos llevar a escena algunas de estas historias”, dice García. Otra de sus utilidades es que ahí puedes monitorear

los lugares y las fechas en donde se presenta el Dramabús; para los que no tienen teléfono inteligente, podrán dejar sus historias y comentarios en la cabina interactiva que acompaña al espectáculo. Tanto en Twitter como en Facebook, a través del #TenemosMuchoQueContarnos se creará una base de datos para ubicar geográficamente e intercambiar los relatos en redes sociales. En la plaza Circular Morelia, en la Roma Norte, los actores ensayan una escena de Cuando abrí los ojos (escrita a partir de las anécdotas que recolectaron en la delegación Iztapalapa). Los personajes bailan una coreografía de hip hop alrededor de un muchacho que rapea y dialoga con la muerte. “En esta historia aparece Will Meneses, un rapero de Ecatepec que conocimos hace un par de meses”, cuenta el director Juan Carrillo. “Hace poco él estaba tirando rimas en el metro y ahora tenemos la suerte de contar con él en escena: no es lo mismo tener a alguien que verdaderamente sabe cómo hacer hip hop, a que si nosotros lo hubiéramos hecho solos”. Una de las singularidades del Cuentero Urbano está en que aderezan el teatro callejero con una gran variedad de recursos (acrobacia, máscaras, baile tap, hip hop, trucos de magia y música en vivo). Los espectáculos serán gratuitos e irán viajando a distintas colonias de la ciudad. Como los actores de Tespis en la Grecia clásica, el propósito de este colectivo es redescubrir el mapa de un territorio que se modifica en función de los cuentos que comparten sus habitantes.

—José Manuel Velasco

—José MANUEL velasco


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D detrás

Charlyfornication: Biopic de un rockstar de la literatura mexicana | por Carlos Velázquez Qué bonito es no hacer nada Hace unos días guaché en YouTube una entrevista con Vera Fogwill, cineasta, hija de Rodolfo Fogwill y autora de Buenos, limpios & lindos. El entrevistador cuestiona a la escritora en qué se encuentra trabajando en ese momento. Vera responde que en nada. Incrédulo, el interlocutor repite la pregunta y recibe la misma respuesta. Nada, nada. Cero. Las palabras de la novelista suenan a pecado. Cómo es posible que no se encuentre volcada en algún proyecto. Cuántos de nosotros, simples mortales, no daríamos un órgano a cambio de contar con su talento. En el presente al no hacer nada se le conoce como procrastinar. Porque se asume que todos tenemos alguna ocupación. Y que si no la realizamos es debido a la procrastinación. Postergar la obligación, sacrificar la actividad en pos del ocio. Por ejemplo, las lecturas atrasadas. Esos libros que nos propusimos leer y que no lo hemos hecho. ¿La lectura es una actividad? ¿Una obligación? A menos que se trate de textos didácticos o con fines estudiantiles, leer es la representación exacta del ocio. Para algunos la lectura es un placer. Para mí no. Para mí un placer es una tarde en las carnitas. Confieso que he perdido la capacidad de discernimiento entre lo que califica o no como procrastinar. Para mí el no hacer nada consiste en comprarme un doce de chelas y aplastarme frente a la televisión a observar un partido de béisbol. De hecho, estoy workaholiando bien intenso para tomar un par de años sabáticos en los cuales no haré otra cosa que contratarme el Sky y ver

la mayor cantidad de partidos de las ligas mayores con una hielera de cheves a un lado. No pienso escribir una sola línea. No creo que sea capaz de renunciar a la lectura. Voy a leer. Las etiquetas de las cervezas. Y si un libro se atraviesa en mi camino, el destino decidirá si lo leo o no. Pero no pienso malgastar mi tiempo en constituir ideas para mi próximo bodrio. No, no me urge. No necesito vacaciones de mí mismo, aunque no me caerían mal. Simplemente me quiero entregar al placer de no hacer nada. En estos días permanecer al campo de la literatura es un trabajo doble. No basta escribir. Hay que figurar. Ser visible. Escribir columnas, entrar en polémicas, despertar el odio de tus detractores, que son al fin y al cabo los mejores publicistas de tu obra. Y desaparecer dos años es un ultraje a la carrera de un escritor. Me ultrajaré, muchachos. No existe peor mafia que uno mismo. Ahí se quedarán, con todos sus espacios, con todas las becas, con todos los encuentros. Me voy a retirar para dedicarme a lo que más amo: el béisbol. No existe día que no me arrepienta de no haber luchado por ser pelotero profesional. Acudiré al estadio. En México o donde me encuentre. Si es en Estados Unidos, mejor. Pero puedo malgastar mi talento de manera ejemplar viendo a los Guerreros de Oaxaca en su estadio. Mientras haya cerveza y el grito de playball no cuenten conmigo. Porque como cantaba Alex Lora: qué bonito es no hacer nada. Y después descansar.

Mi veldá | por WARpig Prohibido por el reglamento Por alguna razón que desconozco, me levanté pensando en el partido político y en la secta religiosa —o corporación religiosa de fama mundial— que el nuevo y flamante entrenador de la selección nacional de futbol apoyará durante su mandato, actuación, o como le quieran llamar. ¿A qué santito le va a rezar (políticamente hablando, claro) y por quién va a votar (en cuanto a religiones y creencias)? Ya que, además, no hay consecuencias. Feel free, coach! No sé nada del “reglamento” del que tanto se jactan los comentaristas de futbol que inundan la radio, pero sé por ellos (no se puede evitar escucharlos si vas en taxi, micro, camión u oficina godín) que “está prohibido” manifestar cualquier filiación política y/o religiosa cuando eres influencer en la onda seleccionado nacional y entrenador. Digo, es ridículo, pero muchas personas comprarían algo que anuncie Giovani dos Santos. Por eso creo que cuando veo al Chicharito persignarse arrodillado ha sido sólo mi imaginación. Cada vez que hay un cambio de jugador donde el relevo arranca tantito pastito de la cancha para luego persignarse con ese pastito, pienso que ha de ser un saludo

Acné | por Gibrán Michel @gibran.michel

sueco que se aprende sólo siendo hombre de mundo como nuestros cracks (“nuestros” es un decir, pues), y como soy poco paseado, pues no lo sabía. Por eso, cuando un equipo forma un círculo de poder en la cancha y abre los brazos con las palmas hacia el cielo… seguramente están revisando el clima, la humedad, la dirección del viento, porque si fuera una expresión religiosa o política su federación los sancionaría, ¿verdad? ¿Qué sucedería con un delantero de la selección de futbol de Estados Unidos nacido y criado en Alabama que, al anotar un gol, corriera de felicidad hasta un banderín de esquina y se levantara la playera oficial para mostrar una imagen de Hitler?, o ¿qué tal un símbolo del White Aryan Resistance? O ¿qué pasaría si en un Noruega-Ecuador, el delantero nórdico celebrara el gol haciendo la señal de los cuernitos satánicos y enseñara una playera de Mayhem. O bueno, un seleccionado francés mostrando el rostro de un líder islámico tatuado en su antebrazo… y besándolo en señal de triunfo. Nada, ¿verdad? Yo sé, yo sé: somos bien open-minded y el reglamento no aplica para todos, claro.



62 | frente | grรกfica | del 27 de agosto al 9 de septiembre de 2015

G

licuado infraestructural | pecco | http://thepeccoway.wordpress.com

grรกfica




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