Fascículo 3

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1976-1985

1983. Adolfo Rodríguez Saá en la Legislatura asume como gobernador de San Luis. Alfonsín, el nuevo presidente en el Congreso.

DE LA REPUBLICA


1976 24 de marzo

22 de mayo

Comienza la última dictadura militar. La junta integrada por Videla, Massera y Agosti derroca a la presidenta María Estela Martínez de Perón.

Muere el boxeador Oscar “Ringo” Bonavena.

14 de agosto Muere en un accidente monseñor Enrique Angelelli, obispo de la Rioja. En 2014 la Justicia determinó que fue un homicidio premeditado y condenó a Luciano Benjamín Menéndez y Luis Fernando Estrella.

23 de noviembre

14 de setiembre bre

7 de setiembre

En San Juan se produce el terremoto de Caucete (de magnitud 7,4 en la escala de Richter), 65 víctimas mortales y numerosos daños materiales.

Boca se consagra campeón de la Copa a Libertadores. Al año o siguiente conquista la Intercontinental de e 1977.

Firma del Tratado Torrijos-Carter por el cual se transfiere la soberanía del Canal de Panamá de Estados Unidos a Panamá a partir del año 1999.

1978 1º de mayo

12 de mayo

25 de junio

6 de agosto

26 de agosto

Inauguran el pavimento del Vía Crucis de Villa de la Quebrada.

El “Gringo” Abel Celestino Bailone logra el cinturón de campeón argentino de boxeo de los mediopesados en Villa Mercedes. Luego se consagra campeón sudamericano.

La Selección Argentina de fútbol gana por primera vez el campeonato del mundo al derrotar 3 a 1 a Holanda en el Monumental, con Mario Alberto Kempes como goleador y figura.

En el palacio de Castel Gandolfo (Italia), fallece el Papa italiano Pablo VI.

En Roma, el cardenal Albino Luciani es elegido Papa con el nombre de Juan Pablo I.

13 de junio

11 de junio

10 de junio

2 de Abril

En Barcelona se inaugura el Mundial de Fútbol de 1982 con el partido ArgentinaBélgica. Argentina quedaría eliminada en cuartos, frente a Italia (campeón) y Brasil.

Juan Pablo II llega a la Argentina.

Rendición de las tropas Argentinas en Malvinas.

Tropas argentinas desembarcan en las Islas Malvinas. Comienza la guerra.

1982

9 de setiembre

1981

Muere el político radical Ricardo Balbín.

1983 18 de enero

12 de febrero

1º de junio

10 de diciembre

Muere Arturo Umberto Illia, ex presidente argentino.

Muere el escritor argentino Julio Cortázar.

El Peso Argentino reemplaza al peso Ley 18.188.

Asumen las autoridades electas en los comicios del 30 de octubre. Raúl Alfonsín es el nuevo presidente y Adolfo Rodríguez Saá asume la Gobernación de San Luis.

1984

20 de setiembre Nunca Más. La CONADEP (Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas) entrega al presidente Raúl Alfonsín su informe, que demuestra la existencia de miles de desaparecidos durante la última dictadura militar.


1977 20 de octubre

16 de noviembre

1º de enero

Diego Armando Maradona debuta en primera división con Argentinos Juniors. El equipo enfrentó de local a Talleres de Córdoba.

Borges visita otra vez San Luis. Había venido por primera vez el 24 de agosto de 1972 para disertar sobre Lafinur.

El primer rector de la UNSL, Mauricio Amílcar López, es secuestrado en Mendoza. Seis meses después fue visto con vida por última vez en el centro de detención clandestina de Las Lajas.

5 de julio

25 de mayo

30 de abril

El tenista Guillermo Vilas gana Roland Garros. Y el 11 de setiembre de ese mismo año se queda con el Abierto de EE.UU.

Se estrena en Estados Unidos “Star Wars”, que en diciembre de ese año llega a la Argentina. Así nació una de las sagas más exitosas de la historia del cine mundial.

Un grupo de 14 madres caminó hasta la Plaza de Mayo para pedir explicaciones al gobierno militar y a la Iglesia por sus hijos que habían sido detenidos y desaparecidos.

28 de setiembre En Ciudad del Vaticano, el Papa Juan Pablo I muere tras sólo 33 días de pontificado.

16 de octubre

22 de diciembre

Roma, el cardenal Karol Wojtyla es elegido Papa con el nombre de Juan Pablo II. Es el primer Papa polaco y el primero no italiano en 455 años, desde el holandés Adriano VI (1522-1523).

En Argentina, la sangrienta dictadura militar inicia la “Operación Soberanía” para invadir Chile (también en poder de una dictadura militar).

1979 8 de diciembre

1980

John Lennon es asesinado de cinco tiros en Nueva York. El músico, de 40 años, formó parte de uno de los grupos más influyentes de la historia del rock, Los Beatles.

25 d de noviembre El g gobierno obierno obie rno de Alfonsín Alfonsín Alfon sín llamó a una consulta popular no vinculante para aceptar o no el Tratado de Paz y Amistad firmado con Chile para resolver el Conflicto del Canal de Beagle. El “Sí” logró el 82,6% de los votos.

7 de setiembre

2 de setiembre

8 de enero

La Selección juvenil de fútbol obtiene el Mundial de Japón. En la final derrota a la Unión Soviética por 3 a 1. La figura fue Diego Armando Maradona y Ramón Díaz, el goleador.

La Alianza Juventud Unida Universitaria Pringles, fruto de la fusión entre Juventud y Pringles se convierte en el primer equipo de San Luis en jugar en la máxima categoría del fútbol argentino.

Ante el conflicto limítrofe, Argentina y Chile firman, ante el enviado papal, cardenal Antonio Samoré, un acuerdo por el que solicitan la mediación del Vaticano.

1985

19 de setiembre

9 de diciembre

En la ciudad de México a las 7:19 a.m. un terremoto de magnitud 8,5 en la escala de Richter destroza la ciudad y deja un total de más de 10.000 muertos.

La Cámara Federal dicta sentencia a las Juntas Militares. La condena confirma un plan sistemático de exterminio por parte de la dictadura militar que usurpó el poder el 24 de marzo de 1976.


La noche más

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Emilio Eduardo Massera, Jorge Rafael Videla y Orlando Ramón Agosti. La Junta que tomó el poder en 1976.

El 24 de marzo comenzó la etapa más oscura de la historia argentina: la última dictadura militar, que sembró muerte y horror por todo el país. Nunca más. Esa frase tan corta resumió, como ninguna otra hubiera podido, el sentimiento del pueblo argentino acerca de no repetir su peor noche, la más larga, la más dolorosa: la del 23 al 24 de marzo de 1976, el origen de la etapa más oscura de la historia argentina. Esa noche había sido planeada mucho antes. Faltaban apenas tres meses para que el voto popular pusiera a otro presidente civil en el sillón que ocupaba María Estela Martínez de Perón, desde la muerte de su esposo Juan Domingo Perón. Ni los políticos ni la gente que apoyaba la salida de la viuda del general tenían

en mente la magnitud nefasta de lo que iba a llegar. Muchos de los primeros por conveniencia, y gran parte de la sociedad por cansancio o ignorancia, consintieron mayoritariamente el golpe. Sus tres ejecutores finales fueron el teniente general Jorge Rafael Videla, el almirante Emilio Massera y el brigadier general Ramón Agosti, pero el camino había sido allanado por sus antecesores, mientras el gobierno constitucional era limado desde adentro y desde afuera. Perón había muerto el 1° de julio de 1974. Unos meses más tarde, los jefes de las Fuerzas Armadas empezaban a cons-

pirar contra el gobierno de “Isabelita”, que no pudo contener la crisis política y social en la que había caído el país. Por ese entonces varios movimientos subversivos, cuyas principales fuerzas eran los peronistas Montoneros y la extrema izquierda del Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP), estaban en pleno auge. Pero habían generado una fuerza oculta de extrema derecha que no dudaba en aplicar los mismos métodos. Era la Triple A (Alianza Anticomunista Argentina), encabezada por José López Rega, un misterioso ex cabo de la Policía Federal que creía tener poderes sobrena-


larga turales: lo llamaban “El Brujo”. Llegó a ser todopoderoso en el gobierno peronista, sobre todo desde la muerte de su líder. Varios miembros de la extrema derecha del PJ hicieron causa común con la represión militar, especialmente cuando el golpe comenzaba a tomar cuerpo. Los militares vieron su oportunidad en medio de un cóctel explosivo: una presidenta sin poder, el peronismo partido, una profunda crisis económica, constantes reclamos sindicales de un movimiento obrero también dividido, los partidos de la oposición sin reacción y el accionar guerrillero. En 1975 López Rega dejó la Argentina con la idea de aliviar la crisis que envolvía al PJ. Se profundizó por entonces la lucha antisubversiva, con el Operativo Independencia en Tucumán, para tratar de derrotar al ERP. La intervención del Ejército buscaba aniquilar a los bastiones de la guerrilla en la selva tucumana, que estaba allí desde principios de los 70. En octubre del 75, el país fue dividido en cinco zonas militares: cada comandante recibió carta blanca para desatar una cuidadosamente planificada ola represiva. La debilidad de Isabel Perón ya era notoria, lo que la obligó a pedir licencia por enfermedad el 16 de setiembre. La reemplazó el titular del Senado, Ítalo Lúder quien, mediante el Decreto 2772, facultó a las FF.AA. a “aniquilar” el accionar del terrorismo. El 18 de diciembre del 75 hubo un ensayo de golpe: un sector de la Fuerza Aérea se sublevó para sacar a la presidenta del poder. Al mando del brigadier Jesús Orlando Capellini, aviones despegaron de la Base de Morón y del Aeroparque Metropolitano, que ametrallaron la Casa Rosada. La rebelión pudo ser detenida recién el 22.

Sin embargo, el Ejército logró desplazar al comandante de la Fuerza Aérea, Héctor Fautario, último oficial leal a Isabel y despreciado por el Ejército y la Marina por su oposición a la represión, y por no movilizar a su fuerza contra la guerrilla en Tucumán. Videla pasó la Nochebuena en Tucumán, desde donde le impuso un ultimátum de 90 días al gobierno de Isabel para que “ordenara” el país. En los primeros meses de 1976, el destino de la Argentina estaba sellado. El ERP en Tucumán estaba prácticamente diezmado, y los refuerzos de Montoneros llegados del exterior también habían sido derrotados. Las Fuerzas Armadas, con el total apoyo de Estados Unidos y la élite local, esperaban el momento oportuno para derrocar al gobierno. En febrero, el entonces general Roberto Eduardo Viola (luego reemplazaría a Videla como presidente de facto) elaboró el plan de operaciones, que destacaba la necesidad de encubrir como “acciones antisubversivas” la detención clandestina de militantes y opositores políticos, gremiales y sociales, desde la noche misma del golpe. La crisis se tornó en caos y violencia. El peronismo transitaba por aguas turbulentas, con continuas críticas a la pre-

sidenta; el Congreso y los partidos de la oposición estaban paralizados. El 23 de marzo, final del plazo lanzado por Videla, en la Casa Rosada se vivía una calma poco común, como esperando el desenlace. Ya había movimiento de tropas por todo el país. Poco antes de la 1 de la mañana del 24, Isabel junto a su secretario Julio González y tres custodios buscaban abordar un helicóptero que la llevara hacia Olivos. Ese viaje nunca se cumplió: fue detenida en Aeroparque. El general José Rogelio Villarreal inició el golpe de Estado formalmente, diciéndole: “Señora, las Fuerzas Armadas han decidido tomar el control político del país y usted queda arrestada”. La mandataria depuesta fue llevada en helicóptero pero a la residencia El Messidor, un pequeño castillo de estilo francés ubicado en Villa La Angostura, a metros del lago Nahuel Huapi, en Neuquén. Ya en el poder, las Fuerzas Armadas desataron una feroz caza de políticos, sindicalistas, intelectuales, estudiantes, todo tipo de profesionales y hasta periodistas. Videla, Massera y Agosti se repartieron el poder en forma proporcional, y dejaron la política económica en manos del liberal José Alfredo Martínez de Hoz.

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Los centros clandestinos de detención se multiplicaron por el país. Y aparecieron crímenes de lo más aberrantes: torturas, violaciones, los tristemente célebres “vuelos de la muerte”, la apropiación de bebés nacidos en cautiverio. El Congreso fue cerrado. Las provincias, la CGT y las 62 Organizaciones Sindicales Peronistas, intervenidas; el derecho de huelga, prohibido. También la actividad de los partidos políticos de izquierda. La Corte Suprema fue disuelta. La dictadura transitó sus años de sangre y fuego con un Mundial de Fútbol en el medio (1978), y una guerra con la que buscó dar un golpe de efecto ante la pérdida de apoyos políticos y empresariales, y del rumbo de la economía. En 1982, curiosamente en medio de otro Mundial, la derrota en Malvinas aceleraría el retorno de la democracia, que se produjo un año más tarde, con la asunción del presidente radical Raúl Alfonsín. La feroz represión a lo que quedaba de la guerrilla dejó en el país 8.961 desaparecidos, según las cifras oficiales de la CONADEP, y de 30 mil, de acuerdo a organismos de derechos humanos. Los jerarcas militares serían juzgados y condenados pocos años después en el histórico Juicio a las Juntas; con los años, la mayoría terminó con sentencias efectivas, tras la anulación de los indultos que el presidente Carlos Menem les otorgó en los 90. Hoy no vive ninguno de los jefes de la primera Junta Militar. Pero persiste en el recuerdo de cada argentino, en los más grandes por lo vivido, en los jóvenes por lo escuchado y aprendido, la dolorosa herida abierta que trata de taparse con cada elección y el inicio de un nuevo gobierno democrático. Pero la cicatrización tardará muchos años y juicios más, para que aquel “Nunca más” siga siendo realidad.

Las Madres de todos


Contra todo. Una de las madres entre los caballos de la Infantería que las hostigaban permanentemente. Eran un puñado, se fueron encontrando por un drama común: querían saber dónde estaban sus hijos, detenidos o “desaparecidos” por el gobierno militar. Corría el año 1977. El objetivo principal de ese grupo de mujeres era lograr una audiencia con el presidente de facto Jorge Rafael Videla. Algo impensado, y que varias veces le negaron. Entonces nació la idea de la protesta pacífica. “Individualmente no vamos a conseguir nada. ¿Por qué no vamos todas a la Plaza de Mayo? Cuando vea que somos muchas, Videla tendrá que recibirnos”. La impulsora era Azucena Villaflor. El 30 de abril del 77 se reunieron por primera vez en la histórica plaza, testigo de la historia. Se quedaron paradas frente a la entrada principal de la Casa Rosada. Junto a Villaflor estaban Berta Braverman, Haydée García Buelas, las hermanas Gard (María Adela, Julia, María Mercedes y Cándida), Delicia González, Pepa García de Noia, Mirta Baravalle, Kety Neuhaus, Raquel Arcushin, Antonia Cisneros, la señora de Caimi, Ada Cota Feingenmüller de Senar, y una joven de la que nunca se supo el nombre. Las Madres pronto recibieron la “visita” de policías (la dictadura había impuesto el Estado de Sitio), que les informaron que “estaban prohibidos los grupos de tres o más personas”, y también estar

de pie inmóvil en la vía pública. “Circulen”, les ordenaron. Entonces empezaron a caminar en círculos, a paso lento, alrededor de la Pirámide de Mayo. Para evitar los “peligrosos” grupos de tres, caminaron de a dos, tomadas del brazo. Recibieron el nombre de Madres de Plaza de Mayo, y fueron el recuerdo visible de que, pese a las negativas de la jerarquía militar, había desaparecidos, y ellas lucharían para que fueran cada vez más visibles. Pocos días después nacían las Abuelas de Plaza de Mayo, con un hábeas corpus colectivo firmado por doce mujeres (entre ellas María Eugenia Casinelli, consuegra del poeta Juan Gelman), en forma de carta dirigida a la Justicia de Morón, en el que hacían saber la existencia de bebés desaparecidos y pedían suspender todas las adopciones. La carta es considerada documento histórico y el antecedente inmediato de la constitución formal de las Abuelas, a fines de ese año. El grupo de las Madres, que pronto sumaría más miembros al viernes siguiente y en el tiempo, no sabía que estaba iniciando una lucha histórica, reconocida en todo el mundo. Por esos años fue en pos de ubicar a sus hijos; ya en democracia, se intensificó para que sus captores y asesinos tuvieran juicio y castigo. Sufrieron golpes muy duros, como el secuestro a Villaflor y a varias más cometido por un grupo de militares al mando de Alfredo Astiz. Pero el reclamo siguió en pie, intacto, cada vez más notorio y con más apoyo, local y extranjero. Hoy, más allá de divisiones y algunos escándalos políticos que rozaron a parte de la Asociación, aún son ejemplo de coraje, de lucha, de brazos que no conocen de caídas. Del amor incondicional que no sabe de desapariciones ni torturas.


Mauricio López, sinónimo de lucha universitaria 32

Su nombre permanece intacto a casi cuarenta años de su desaparición física. A tal punto que en el ingreso al Rectorado hay un busto con su figura y en uno de los laterales está uno de los auditorios más importantes de la ciudad capital, también en su honor. Y hasta el premio que reconoce la labor por los derechos humanos lo trae a la memoria cada año. Mauricio Amílcar López fue el primer rector de la Universidad Nacional de San Luis y en sólo tres años dejó su huella imborrable y le marcó un camino a la casa de estudios. Nacido en Bahía Blanca el 18 de abril de 1919, llegó a San Luis a los 52 años para trabajar en la Facultad de Ciencias de la Universidad Nacional de Cuyo. Su rico currículum le abrió las puertas, un año más tarde, para debutar como máxima autoridad de una universidad: era profesor de lógica, filosofía, psicología y pedagogía, y su formación evangélica lo había convertido en un trotamundos porque había dictado cursos y conferencias en Alemania, Estados Unidos, Escocia, Bélgica, Holanda, Suecia y Canadá, todos como integrante del Consejo Mundial de Iglesias. Con el apoyo de la influyente Juventud Universitaria Peronista, primero fue designado delegado normalizador y luego, rector de la UNSL. Aunque los cargos poco importan. Sucesores, docentes y no docentes destacan su legado y que concebía a la función pública como un permanente servicio a la comunidad. Por eso su eslogan le cabía como anillo al dedo: “La universidad pertenece al pueblo y se debe entero a él”. Fue el impulsor de la creación de departamentos y áreas de integración curricular para sumar a la estructura académica. Motorizó el régimen trimestral para todas las materias, promovió la aprobación de varias carreras como Fonoaudiología y las licenciaturas en Psicología y en Ciencias de la Educación. También puso su granito de arena para contar con una oferta de posgrado. Su visión de una universidad abierta y comprometida con otras instituciones se vio materializada en la firma de numero-

sos convenios. Luchó por darle su impronta democrática, crítica, pero a su vez dinámica y flexible. Siempre fue a contramano de cualquier tendencia conservadora. La Universidad Nacional de Cuyo lo tiene catalogado en su web como el “alma-mater de la transformación”. Y en un artículo señala que tras el golpe de Augusto Pinochet en Chile, en 1973, Mauricio López hizo valer sus relaciones internacionales para contribuir a la red de ayuda al refugiado que se armó en Mendoza y que asistió a más de nueve mil chilenos con subsidios y diferentes recursos que aportaban organismos y la sociedad. Después de la muerte de Perón, el gobierno nacional designó a Oscar Ivanissevich como ministro de Educación. El hombre del peronismo tradicional llegó con la misión de “limpiar” a las casas de estudios de la influencia de la izquierda, desterrar los avances de años anteriores, paralizar las tareas de investigación, desmantelar laboratorios, fomentar una fuga de cerebros de las entidades estatales e impedir la agremiación estudiantil. El resultado de esa campaña arrojó que muchos alumnos y profesores fueran expulsados en un clima de terrorismo instalado por la Triple A. Pero varios lograron salir del país, gracias a los pasaportes, contactos, direcciones y hasta sobres con dólares que gestionó el rector de la UNSL. En marzo de 1976, con el golpe militar ya consumado, fue “retenido” por las fuerzas de seguridad, según consta en una carta que él escribió a su familia. Allí detalló que la orden fue ejecutada por el coronel Fernández Gez y consistió en una especie de arresto domiciliario que duró hasta abril. Tras recuperar la libertad, regresó a su casa en Mendoza y reanudó sus actividades pese a que sus allegados le sugirieron el exilio. Lo secuestraron en enero de 1977. Un sobrino dijo que lo vio entrar a un auto con los ojos vendados y maniatado. El último registro con vida fue seis meses después en el campo Las Lajas, que funcionó como centro de detención clandestino. Hasta la actualidad sigue abierta la esperanza y la investigación para encontrar allí sus restos.


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Con alma de 34

Abel Celestino Bailone es un gringo de “Almafuerte”. Un 12 de mayo de 1978 se consagró campeón argentino de boxeo de los mediopesados. Le ganó el título a Ramón Cerrezuela en Villa Mercedes. Después lo defendió con éxito en cinco oportunidades. Un año más tarde se calzó el cinturón Sudamericano al derrotar por KO en el octavo round, en Paraguay, a Juan Espínola. En noviembre de 1982 renunció a la corona porque un desprendimiento de retina le jugó una mala pasada e hizo que abandonara la práctica del deporte de los puños. Tenía como ídolo a José María Gatica, a quien conoció. Vaya curiosidad del destino, dos púgiles que hacían vibrar a los espectadores. El debut profesional fue el 12 de marzo de 1976. Dos años más tarde abrazó la gloria. Fue una carrera corta y ascendente. El apego al gimnasio, su entrega en cada cad da pelea, la potencia en sus puños, todos esos argumentos lo llevaron a conseguir dos títulos en un año. Un grande. Antes de llegar al campo rentado hizo 32 combates como amateur. No fue un improvisado. Además de ser un gran boxeador tenía un plus, ése que se necesita para ser campeón: un corazón enorme. Ese corazón lo llevó a lograr cosas importantes para San Luis. Cómo olvidar esas peleas con el noqueador Juan Domingo Suárez. Eran clásicos de sábado por la noche. Cómo no recordar esa jornada en Villa Mercedes cuando le ganó a Cerrezuela para ser el primer Campeón Argentino de San Luis. Cómo no recordar el día que lo puso de rodillas a Espínola en Asunción de Paraguay. Los tres primeros rounds fueron para Espínola. Bailone no se sintió cómodo esos nueve minutos,

pero a partir del cuarto comenzó a manejar los tiempos y la distancia del combate. Y en el octavo lo mandó a la lona. Un jab que abrió la guardia y una potente derecha al mentón hicieron la diferencia para que el “Gringo” sea el “dueño” de Sudamérica. Es cordobés de nacimiento pero villamercedino por adopción. Si el desprendimiento de retina no se hubiera cruzado en su camino, San Luis hubiese tenido campeón por mucho tiempo más. Cuando subió al ring por primera vez, Bailone sabía que había encontrado su lugar en el mundo. En el cuadrilátero se sentía seguro. Confiaba en sus condiciones y en la potencia de sus manos. Era un boxeador paciente. Sabía en qué momento sacar las manos y en qué momento caminar el ring, para


Campeón 35

que aparezca el hueco para que sus puños hagan daño en la existencia del rival. Tenía una gran lectura de las peleas. Sabía dominar al adversario. Se sentía tan seguro, que hasta ganando combates claramente, se prendía en el tome y traiga para intentar llegar al nocaut. Era paciente pero no especulador. Se entregaba por completo, por eso se ganó el respeto, no sólo de los sanluiseños, sino también del mundo del boxeo. Su enorme profesionalismo y el respeto por su persona de bien, hicieron que la Federación Argentina de Box, le deje en su poder los cinturones de campeón argentino y sudamericano.


Argentina campeón mundial 36

El 25 de junio de 1978 fue un día histórico para el fútbol argentino. Por primera vez la Selección se consagraba campeona del mundo. Con dos goles de Mario Alberto Kempes y uno de Daniel Bertoni, le ganaba 3-1 a Holanda en la cancha de River y se quedaba con el máximo trofeo internacional. Fue en un contexto político manchado con la dictadura militar, pero los jugadores trataron de aislarse en busca del objetivo. Y lo consiguieron. Después de muchas frustraciones. De perder la final del Mundial de 1930. De quedar eliminados en la primera fase de Chile 1962. De no clasificar a México 1970. Por fin llegó el gran día. El equipo dirigido por César Luis Menotti aprovechó al máximo la localía y se quedó con la gloria en el Monumental de Núñez. Menotti fue muy criticado en la previa al Mundial. El “Flaco” había dejado afuera de la lista de los 22 a Diego Armando Maradona, la joyita de Argentinos Juniors y que con apenas 18 años, asomaba como un verdadero crack. El “Flaco” tomó la difícil determinación; y con Diego también se quedaron sin Mundial, Humberto Bravo y “Lito” Bottaniz. El camino no fue fácil. La zona era complicada. Tres equipos europeos en el horizonte: Italia, Francia y Hungría. El debut fue el 2 de junio ante los húngaros. Después de ir perdiendo 1-0, lo ganó 2-1 ante un Monumental repleto con casi 72 mil espectadores, la “Albiceleste” lo dio vuelta con conquistas de Leopoldo Jacinto Luque y Daniel Bertoni. Ya había pasado la presentación oficial. La victoria le dio una inyección de ánimo a los

Rumbo a la Copa. Kempes pone el 2-1 luego de una corrida memorable. muchachos, que en el segundo partido (6 de junio) derrotaron 2-1 a la Francia de Michael Platini. Luque y Passarella anotaron para Argentina. Dos juegos. Dos triunfos. Puntaje ideal para pensar en la segunda fase. En el último choque del grupo asomó Italia. Fue triunfo para la “Azzurra”, con gol de Roberto Bettega. Argentina clasificó segunda en su grupo. Tuvo que dejar Buenos Aires para ir a Rosario y compartir zona con Brasil, Polonia y Perú. El 14 de junio fue el choque con los polacos. Fue 2-0 para el combinado nacional con doblete de Mario Alberto Kempes, que fue el gran héroe de la noche rosarina, no sólo por los goles, sino que salvó con la mano un gol de los europeos, y después ese penal Fillol se lo atajó a Deyna. Llegó el turno del clásico Sudamericano: 0-0 con Brasil y la clasificación se complicaba (18 de junio).

En la última fecha había que ganarle por cuatro goles de diferencia a Perú para meterse en la final. Y Argentina ganó 6-0, en un partido lleno de polémica. Se dijeron y se dicen muchas cosas, entre ellas que el partido estaba arreglado, pero cuando el juego estaba 0-0, los peruanos pegaron un tiro en el palo. Lo cierto que la Selección hizo lo suyo y se metió en la final, al igual que en 1930. Kempes -2-, Luque, Housseman, Tarantini y Bertoni hicieron los goles. Llegó el gran día: 25 de junio de 1978. La final. Argentina-Holanda. De vuelta al Monumental de Núñez. Fue un partido durísimo, ante un rival de mucha jerarquía, que venía de ser subcampeón mundial en Alemania 1974, pero sin su máxima figura: Johan Cruyff, que se negó a venir por la dictadura militar que vivía Argentina.


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