VIAJE AL CENTRO DE LA TIERRA

Page 66

-Sí, hijo mío: bien sabía que al llegar a esta encrucijada te desplomarías medio muerto, y reservé mis últimas gotas de agua para reanimarte. -¡Gracias! ¡Gracias! -exclamé. Aquel sorbo de agua, aunque no aplacase mi sed, me hizo recuperar algunas fuerzas. Distendiéronse los músculos de mi garganta, contraídos hasta entonces, y cedió un poco la irritación de mis labios, permitiéndome hablar. -Veamos -dije-; no podernos tomar más que un partido ; faltándonos el agua, tendremos que retroceder. Mientras yo me expresaba de esta suerte, evitaba mi tío mis miradas; bajaba la cabeza y sus ojos huían de los míos. -Es preciso retroceder -exclamé-, y tomar nuevamente el camino del Sneffels. ¡Dios quiera darnos fuerzas para subir hasta la cima del cráter! -¡Retroceder! -exclamó mi tío, como si, más bien que a mí, se respondiese a sí mismo. -Sí, sí; retroceder, y sin perder un instante. Hubo una pausa bastante prolongada. -¿De modo, Axel -repuso el profesor con tono extraño-, que esas gotas de agua no te han devuelto el valor y la energía? -¡El valor! -Te veo abatido lo mismo que antes, y pronunciando aún palabras de desesperación. ¿Con qué clase de hombre tenía que entendérmelas y qué proyectos acariciaba aún aquel espíritu audaz? -¡Cómo! ¿No quiere usted...? -¿Renunciar a esta expedición en el momento en que todo parece anunciarme que puedo llevarla a cabo felizmente? ¡Jamás! -¿De suerte que es preciso resignarse a perecer? -¡No, Axel, no! Parte tú. No deseo tu muerte. Que te acompañe Hans. ¡Déjame solo! -¡Abandonarle a usted! -¡Déjame repito! Iniciado este viaje, estoy dispuesto a perecer en él o darle cima. ¡Vete, Axel. vete! Mi tío se expresaba con extraordinario calor. Su voz, enternecida un instante, adquirió nuevamente su dureza habitual. ¡Luchaba contra lo imposible con incontrastable energía! No quería abandonarle en el fondo de aquel abismo; pero, por otra parte, el instinto de conservación impulsábame a huir. El guía presenciaba esta escena con su habitual indiferencia; pero dándose cuenta de lo que entre sus compañeros pasaba. Nuestros gestos indicaban claramente las diferentes caminos que cada cual proponía: pero a Hans parecía interesarle muy poco una cuestión de la cual dependía tal vez su existencia, y se hallaba dispuesto a partir, si así se le ordenaba, o a quedarse, si ésta era la voluntad de quien le tenía a su servicio. ¡Lástima grande que no pudiera entenderme en aquellos decisivos instantes! Mis palabras, mis gemidos, mi acento, habrían triunfado de su naturaleza indiferente. Habríale hecho comprender y tocar con el dedo los peligros que no parecía sospechar. Entre ambos, es posible que hubiéramos logrado convencer al obstinado profesor. En caso necesario, le hubiéramos obligado a volver a la cima del Sneffels. Aproximéme a Hans, y coloqué sobre su mano la mía; pero no se movió. Mostréle el camino del cráter, y permaneció impasible. Mi anhelante rostro expresaba todos mis


Issuu converts static files into: digital portfolios, online yearbooks, online catalogs, digital photo albums and more. Sign up and create your flipbook.