VIAJE AL CENTRO DE LA TIERRA

Page 115

exagerada de la mandíbula. No presenta ninguna señal de prognatismo que modifica el ángulo facial. Medid este ángulo, y hallaréis que tiene cerca de 90°. Pero de ir todavía más lejos en el camino de las deducciones, y me atrevería a afirmar que este ejemplar humano pertenece a la familia que se extiende desde la India hasta los límites de la Europa Occidental. ¡No os sonriáis, señores! No se sonreía nadie; pero, ¡era tal la costumbre que el profesor tenía de ver sonreír a todo el mundo durante sus sabias disertaciones! -Si -prosiguió, animándose de nuevo-; se trata de un hombre fósil y contemporáneo de los mastodontes cuyas osamentas llenan este anfiteatro. Pero no osaré deciros por qué vía han llegado aquí; de qué modo esas capas donde yacían se han deslizado hasta esta enorme caverna del globo. Sin duda, en la época cuaternaria, se verificaban aún trastornos considerables en la corteza terrestre: el enfriamiento continuo del globo producía grietas, fendas, hendeduras por las cuales se escurría probablemente una parte del terreno superior. No quiere esto decir que sustente yo esta teoría, pero el hecho es que aquí tenemos al hombre, rodeado de las obras de su propia mano, de esas hachas, de esos sílices tallados, que han constituido la edad de piedra, y, a menos que no haya venido como yo, como un excursionista, como un cultivador de la ciencia, no puedo poner en duda la autenticidad de su remoto origen. Enmudeció el profesor y prorrumpieron mis manos en unánimes aplausos. Por otra parte, mi tío tenía razón, y otros bastante más sabios que su sobrino habrían tenido que tentarse la ropa antes de tratar de combatirle. Otro indicio. Aquel cadáver fosilizado no era el único que había en aquel inmenso osario. A cada paso que dábamos, encontrábamos otros nuevos, de suerte que mi tío tenía donde elegir el más maravilloso ejemplar para convencer a los incrédulos. A decir verdad, era un asombroso espectáculo el que ofrecían aquellas generaciones de hombres y de animales confundidos en aquel cementerio. Pero se nos presentaba una grave cuestión que no osábamos resolver. Aquellos seres animados, ¿se habían deslizado, mediante una conmoción del suelo, hasta las playas del mar de Lidenbrock cuando ya estaban convertidos en polvo, o vivieron allí, en aquel mundo subterráneo, bajo aquel cielo fantástico, naciendo y muriendo como los habitantes de la superficie de la tierra? Hasta entonces, sólo se nos habían presentado vivos los peces y los monstruos marinos; ¿erraría aún por aquellas playas desiertas algún hombre del abismo? XXXIX Nuestros pies siguieron hollando durante media hora aún aquellas capas de osamentas. Avanzábamos impulsados por una ardiente curiosidad. ¿Qué otras maravillas y tesoros para la ciencia encerraba aquella caverna? Mi mirada se hallaba preparada para todas los sorpresas, y mi imaginación para todos los asombros. Las orillas del mar habían desaparecido, hacía ya mucho tiempo, detrás de las colinas del osario. El imprudente profesor alejábase demasiado conmigo sin miedo de extraviarse. Avanzábarnos en silencio bañados por las ondas eléctricas. Por un fenómeno que no puedo explicar, y gracias a su difusión, que entonces era completo, alumbraba la luz de una manera uniforme las diversas superficies de los objetos. Como no dimanaba de ningún foco situado en un punta determinada del espacio, no producía efecto alguno de sombra. Todo ocurría como si nos encontrásemos en pleno mediodía y en pleno estío, en medio de las regiones ecuatoriales, bajo los rayos verticales del sol. Todos los vapores


Issuu converts static files into: digital portfolios, online yearbooks, online catalogs, digital photo albums and more. Sign up and create your flipbook.