
2 minute read
El Barroco Fuera del Cuzco
Durante los trabajos de restauración se ha encontrado pinturas po I icromadas de gran calidad, pertenecientes a esta etapa de ocu pacíón. Son dos guerreros a cabal lo luchando. Están tocados con turbantes y armados con lanzas el uno frente al otro. Uno de ellos tiene escrita la leyenda: Pompeio. Estas figuras conservadas en una de las paredes del zaguán de ingreso a la casa están sobrepuestas a una decoración más antigua de color negro, ejecutada a manera de un friso superior. En otro lado del zaguán queda parte de un personaje de pie, vestido a la usanza del siglo XVII que lleva la leyenda: De Roma. Al fondo, detrás de la figura, aparece como escenario una ciudad con torres y techos muy inclinados. Al otro extremo del ambiente, junto a la puerta de acceso, existe un león rampante, mutilado. En muchas casas históricas de la ciudad se han conservado, por devoción religiosa, imágenes pintadas en las paredes de las escalinatas de acceso al segundo nivel. Un ejemplo interesante es la casa de la familia Pareja, ubicada en la calle Arequipa, que presenta en la caja de la escalera una imagen de la Virgen del Cannen. Esta pintura de la Virgen con el Niño Jesús con un escapulario en sus manos, flotando sobre nubes de color rosado, pese a los retoques y repintes posteriores, es muestra importante del arte mural barroco al servicio del culto católico en los hogares coloniales. Es frecuente encontrar también representaciones del patrón San Cristóbal, santo al que se le atribuye la protección contra las epidemias, tradición colonial que en el siglo XIX se reemplaza por el culto de la cruz.
El Barroco Fuera del Cuzco
En la segunda mitad del siglo XVIl buena parte de los pintores que trabajaban en la ciudad del Cuzco enm de ascendencia indígena, estaban dedicados a cumplir los encargos que les pedían de acuerdo con el gusto artístico impuesto por el mecenazgo del Obispo Mollinedo y Angulo. Representante de ese período es el pintor Basilio de Santa Cruz, uno de los maestros del Barroco cuzqueño en cuya producción destaca el dominio de la figura, la grandilocuencia de los temas y su gusto por el tenebrismo. Esta forma de pintar se identifica con el sentir de la sociedad colonial, profundamente religiosa, preocupada antes que nada por su salvación eterna. Esa espiritualidad acendrada y religiosidad a ultranza contrasta con la mentalidad de los artistas de ascendencia inca, quien~s por su visión andina se sienten más ligados a la naturaleza y a lo coLidiano, buscando cualquier oportunidad para expresarse en un arte narrativo lleno de vida. La mejor muestra es la serie de la procesión del Corpus Christi del Cuzco, pintada en torno al año de 1670.
En el fondo, fueron esas diferencias las que condujeron a un enfrentamiento a raíz del cual los artistas indígenas se separaron del gremio de pintores tomando un rumbo diferente que favoreció.llna mayor espontaneidad en su arte.
En ese marco referencial interesa destacar la preferencia de muchos maestros pintores indígenas por los encargos de las cofradías, párrocos y
