texto:
José Manuel Márquez (D.F., México, 1988) arquitecto
| año 02 | número 05 | octubre 2015 |
Acciones menos graves
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Desde el comienzo de nuestros días en este planeta, nos vimos obligados a andar en cuatro de nuestros miembros mientras desarrollamos la fuerza necesaria para sostenernos en sólo dos de ellos. Ya sentimos la presión en nuestros pies, vemos las hojas caer y las aguas elevarse, el calzado desgastarse y el caucho en nuestros vehículos también. La gravedad (fuerza de origen incierto, superior a cualquier conocimiento físico contemporáneo e imposible de concebir dentro de tan sólo cuatro dimensiones) ha sido el horizonte de muchos astrofísicos, que por más que anden no han logrado alcanzar. Por ella el universo se mueve o mantiene, según nuestra postura. Y es gracias a ella que la arquitectura ha sido y es lo que es, pero con las nuevas posibilidades tecno-científicas desarrolladas en todo el mundo y la implementación de nuevos medios y tecnologías digitales no debería marcar el cómo será. Si observamos la arquitectura con una mirada más objetiva, más allá de épocas, sitios y estilos, percibiremos las constantes determinadas por la gravedad: materiales resistentes y responsivos, plásticos y monolíticos, mecánicos y adaptables. La rutina diaria, los monumentos cotidianos. Estructuras conformadas por complejas cimentaciones. Impresionantes estructuras que, en sentido vertical y horizontal, demandan las miradas incrédulas.