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Carlos Angulo, pág. 24

Carlos Angulo

Carlos Angulo Rivas, Lima, Perú. Ingeniero Industrial-UNI. Poeta, escritor, periodista y analista político. Exiliado político en 1987, vive en Canadá. Organizador y participe de los Festivales Internacionales de Poesía de Resistencia - IFPOR, Toronto 2009; 2010; 2012; 2014. Participe en cuatro Festivales Internacionales de Poesìa en La Habana, Cuba (2012, 2014, 2016, 2018). Participe en el Festival Internacional de Poesìa Ciudad de Mèxico, 2016; paricipe en el Festival Internacional de Poesía Contemporánea, San Cristóbal de las Casas- Chiapas-México, 2018. Colabora en distintos medios de comunicación y en Lima desde 1980 trabajó en EL DIARIO MARKA, matutino de circulación nacional, siendo su director entre 1984 y 1987. Ha participado en lecturas y conferencias en Santiago, La Paz, Bogotá, Madrid, Barcelona, Paris, Helsinki, Moscú, Caracas, La Habana, Toronto, Ottawa, Montreal, México, New York, San Francisco, Los Ángeles. Publicaciones: Palabras que el viento ha de llevar; Color de Guerra; Palabras Mayores; Testimoniales; Hogueras; poemarios. Norte… siempre Norte y La danza del “chino” Kenya; novelas.

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ME PREGUNTO Ciudadano continental, hermano mío combatiente de una lucha sin final cuando piensas en la historia dejada atrás cuando avanzas a quejarte con el fracaso latente con la impotencia frente al desastre vigente me pregunto hondamente quién soy para acusar a unos y a otros no me pregunto hondamente qué hacer, dónde cobijarme, cómo salir me pregunto hondamente quién soy si el origen fue arrasado, suplantado y mi sangre tiene poco de embrión nativo siendo mestizo como soy un Arco Iris a resultas. Duele el espacio falso, el gemido de la gente duele el puritanismo cristiano evangélico duele la defensa del más voraz materialismo duele la promesa del paraíso celestial a los humildes, mientras inmensas fortunas crecen sin clemencia. Duele arrancar hojas humanas del tronco arbóreo arrastradas a cementerios crecientes, silencios de piedra que por siglos llevan un milagro difícil de encontrar adentro mientras los árboles oscilan como gigantes embriagados de viento; y una y otra vez me pregunto hondamente quién soy para acusar a unos y a otros no qué hacer, dónde cobijarme, cómo salir cómo abrir el alma al prójimo con acogedora sonrisa dejando las ideas deambular en convergentes embudos las de Jesús claveteado en una cruz de dos maderos.

CRISTIANIDAD Si Cristo despertara de aquel sueño prematuro si viera su doctrina llena de elásticas distorsiones si viera actuar a muchos de los adictos fieles si viera la violencia ejercida en su nombre renegaría a su papel de Hijo de Dios en la tierra. Si Cristo despertara de aquel sueño prematuro si viera ultrajantes tesoros reunidos en la prelatura si viera los suntuosos inmuebles de las iglesias si viera los trajes pastorales de finas sedas bordadas renegaría a su papel de Hijo de Dios en la tierra. Si Cristo despertara de aquel sueño prematuro si viera las sortijas besadas en manos estiradas si viera las sandalias cambiadas por zapatos de charol si viera los ornamentos eclesiásticos, las intrigas del poder renegaría a su papel de Hijo de Dios en la tierra. Si Cristo despertara de aquel sueño prematuro si viera el consumismo libertino por el día asignado a su natalicio si viera a los de su origen liquidando inocentes apelando a Dios si viera tierras asoladas por ser las prometidas del reino del Señor renegaría a su papel de Hijo de Dios en la tierra. Si Cristo despertara de aquel sueño prematuro si viera los buenos deseos sólo en las tarjetas el papel si viera la crueldad de los poderosos la indiferencia del resto si viera la sangre regada por la avaricia subterránea renegaría a su papel de Hijo de Dios en la tierra. Si Cristo despertara de aquel sueño prematuro si viera la utopía del cristianismo sepultada si viera la solidaridad la fraternidad la paz de un solo día si viera la frívola belleza del verbo transgredido renegaría a su papel de Hijo de Dios en la tierra. Mas, si viera el amor al prójimo asomarse el ideal cristiano soñado aproximarse Cristo gustosamente volvería a nacer para ser CRUCIFICADO.

Una recreación del logo de Fipgra ilustra el presente poema de Carlos Angulo27

PATRIA GRANDE Tengo fe en la libertad sin permiso en la autodeterminación de los pueblos en la Paz, la lucha soberana, la igualdad tengo fe en la voluntad de quienes combaten; jóvenes de Nuestra América ¡despertad! la Patria Grande os llama ante filudas espadas maderos cruzados y palabras intocables. Las iglesias señoriales claman por la paz pero son ellas las que atizan el fuego la discordia las diferencias las hogueras conservando siempre carbones encendidos. Tengo fe en la fertilidad nativa en el alimento de la especie en la gigante Amazonía, tengo fe en la comunidad indígena en el indio solitario quien confió cuando su suerte estaba echada, en quien siendo víctima forzosa ofendido estuvo cultivando la tierra y sembrando muertos anduvo; tengo fe en quien escarbó las minas los cerros de cobre oro y plata y desfallecido levantó capillas monasterios cruces oratorios. Tengo fe en quien creyente forzado siguió muriendo, muriendo recordando al Inca Atahualpa en crepúsculos auroras ocasos, en tardías noches ensombrecidas; muriendo con rabia contenida recordando el valioso rescate pagado burlado robado. El Inca creyó en su salvamento traicionado fue ejecutado, Emiliano Zapata y Pancho Villa murieron también de otra manera por creer creyendo salvar la patria. Por creer creyendo condenamos el pasado cuya nítida herencia es el legado presente. Resucitamos la esclavitud con el milagro industrial el esclavo resultaba caro el obrero mucho más barato, insólito, la rubia Inglaterra fue el primer país “anti-esclavista.” La liberación humana de africanos en América no fue piadosa operación cristiana fue un negocio previsto tocando diana el hambre trasladado a casa ajena el salario mínimo la migaja. La crueldad cambió de rostro la cacería de africanos la compra-venta el transporte, la manutención de estos “animales bípedos” era superlativa, cara, exorbitante. Creí en el socialismo sentí el silencio más intenso de mi vida un zumbido de balas sobre mi cabeza ráfagas alucinantes interminables proyectiles. Estremecimiento helado de mi ser. Creí alcanzar la mano generosa hacia suerte ajena, fue imposible entonces, hallé la oscura historia occidental y cristiana, el presente.

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