El Filibusterismo : (continuacion del Noli me tangere) : novela Filipina (Tomo II)

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EL FILIBUSTERISMO

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ANUARIO DE LA EXPORTACI6N. Paseo de S J (Obra com" yu.est Q. ctJn maqu;l1.aj L.INOTt,E)' uno, 5.


BibJioteca Contemponinea

EL FILIBUSTERISMO (Continuacion dB HOLI ME TAri6EHE) Novela. filip1na. por

j. R1ZAL ~Facilmcnte se puede suponer que un filibustero ha hechizado en se路 creto a la liga de los fraiIeros y retrogrados para que, si/iuiendo inconscientcs sus iospiraclOnes, favorezcall Y fomenten aqueUa polltica que s610 ambiciooa Un fin: extender las ideas del fi libusterismo por todo el pais y con veneer al ultimo filipino de que 00 existe C' tra salvacion tuera de la separadon de la Madre-Patria. FJ:RDINAND BLUMENTRITT.

TOMO II

.' " '4:t1l:"t''''f T.", RT F. GRANADA Y C.路, EDITOUS 3.... , DIPUTACION, 3.. 4

BARCELONA

SUCUllSAL: PIAMONTJ:,

II

MADRID

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iNDIes Gapitulos

---XX.-EI ponente XXI.-Tipos manHenses . XXII.-La funcion . XX[LI -Un cadaver. . XXIV.-Sueuos. . . . XXV.-:I;Usas.-Llantos XXVI.-Pllsquinadas. . XXVII.-El ~raile y el filipino. XXVIII.-Tata -ut. . . . XXIX. - U1timas palabras sobre capitan Tiago. XXX.-JuU. . . . . . . . XXXL-El alto empleado. . . XXXII.-Efectos de los pasquines. XXXm.-La ultima razon. . '. XXXIV.-Las bodas. . . . . XXXV.-La fiesta. . . . . XXXVI.-Apuros de Ben-Zaib . xXXVn.-EI misterio XXXVIII.-Fatalidad. XXXIX. .

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xx EL PONENTE

Cierto era 10 que habia dicho e1 P. Irene: la cuesti6n de la Academia de castellano, tanto tiempo ha presentada, se encaminaba a una soluci6n. Don Custodio, . e1 activo don Custodio, el mas activo de todos los ponentes del mundo segun Ben-Zayb, se ocupaba de ella y r;>asaba los dfas leyendo e1 expediente y se dormfa sin haber podido 'decidir nada; se levantaba al siguiente, hacia 10 mismo, volvia a dormirse y asi sucesivamente. j Cuanto trabajaba el pobre senor, el ImtS activo de todos los ponentes del mundo! Querfa salir del paso d,ando gusto a todos, a los frailes, al alto empleado, ala condesa, al P. Irene y a sus principios liberales. Habfa consultado con el senor Pasta y el senor Pasta Ie dej6 tonto y mareado despues de aconsejarle un mi1l6n de cos as contradictorias e imposibles; consult6 con Pepay la ba~larina, y Pepay la bailarina que no sabia de que se trataba, hizo una pirueta, Ie pidi6 veinticincQ pesos para enterrar a una tfa suya que acababa de morir de repente por quinta \'ez, 6 por la quinta tfa que se Ie mQda segun mas latas explicaciones, no sin exigir que hiciese nombral' a un primo suyo que sabia leer, escribir y tocar el violin, auxiliar de Fomento, cosas todas que estaban muy lejos para inspirarle a don Custodio una idea salvadora. Dos dias despues de los acontecimientos de la feria de Kiapo, estaba don Custodio trabajando como siempre, estudiando el expediente sin encontrar la dichosa soluci6n. Pero mientras bosteza, tose, fuma y piensa en las piruetas y en las piernas de Pepay,


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vamos a decir algo sobre este eleva do personaje para que se comprenda la razon por que cl P. Sibyla Ie propuso para terminar tan espinoso asunto y por que Ie aceptaron los del otro partido. Don Custodio de Salazar y Sanchez de Monterredon do (a) (Buena Tinta), pertenecia a esa clase de la sociedad manilense que no da un paso sin que los peri6dicos Ie cuelguen por delante y por detds mil apelativos llam.lndole infatigable, distinguiJo, celoso, activo, profMLdo, inteligente, conocedor, acaudalado, etc., etc., como si temiesen se confundiese con otro del mismo nombre y apellidos, haragan c ignorante. Por 10 demas, mal ninguno resultaba de ello y la previa censura no sc inquietaba. EI BlIena Tinta Ie venia de sus amistades con Ben-Zayb, cuando este. en las dos ruidosislmas polcmicas que sostuvo durante ~~ses y semanas en las columnas de lo~ periodicos sobr~ si debia usarse sombrero hongo, de cop a 0 salakot, y sobre si el Alural de cI;lYtlcter debia ser caracteres no cataatere , para robuslocer sus razones siempre se salia con ÂŤc6nstanos de buena tinta", '</0 sabemos de buena tinta", etc., sabiendose despues, porque en Manila se sabe todo, que esta buena tinta no era otro que don Custodio de Salazar y Sanchez de Monterredondo. Habia lIegado a Manila muy joven, con un buen empleo que Ie permitio casarse con una bella mestiza perteneciente a una de las familias mas acaudaladas dt' Ia ciudad. Como tenia talento natural, atre\ imicnto y mucho aplomo, supo utilizar bien la sociedad en que se encontraba y con c1 dinero de su esposa se dedico a negocios, a contratas con el Gobierno y el Ayuntamiento, por )0 que Ie hicieron concejal, despues alcalde, vocal de )a Sociedad Economica de Amigos del Pais, consejero de Administracion, prcsidente de la Junta Administrativa de Obras Pias, vocal de la Junta de la Misericordia, consiliario del Banco Espanol Filipino, etc. , etc. Y no se crea que estos etceteras se parecen a los que se ponen de ordinario despues de una larga enumeracion de titulos:


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don Custodio, con no haber visto nunca un tratado de Higiene, lleg6 a ~er hasta vicepresidente de la Junta de Sanidad de Manila; verdad es tambien que de los ocho que la componen' s610 uno tenia que ser medico y este uno no podia ser el. Asimismo fue vocal de la Junta Central de vacuna, . compuesta de tres medicos y siete profanos, entre estos el arzobispo y tres provinciales: fue hermano de cofradias y archicofradias y como hemos visto, vocal ponente de la Comisi6n Superior de Instrucci60 Primaria que no suele funciooar, razones todas mas que suficientes para que los peri6dicos Ie rodeen de adjetivos asi cuando viaja como cuando estornuda. A pesar de taotos cargos, don Custodio no era de los que se dormian en las sesiones contentandose, como los diputados timidos y perezosos, con votar con la mayoda. Al reyeS de muchos reyes de Europa que llevan el titulo de rey de J erusalen, don Custodio hacia valer su dignidad y sacaba de ella todo el jugo que podia, frun fa mucho las cejas, ahuecaba la voz, tosia las palabras y muchas veces hacia el gasto de toda la sesi6n contando un cuento, presentando un proyecto 6 combatiendo a un colega que se Ie habfa puesto entre ceja y ceja. A pesar de no pasar de los cuarenta, hablaba entonces de obrar con tiento, de dejar qw~ se maduren las brevas, y anadia por 10 bajo, i melones!-de pensar mucho y andar con pies de plomo, de la necesidad de conocer el pais, porque las condiciones del indio, porque el prestigio del nombre espanol, porque primero eran espanoles, porque la religi6n, etc., etc. Todavia se acuerdan en Manila de un discurso suyo cuando por primera vez se propuso el alumbrado del petr61eo para sustituir el antiguo de aceite de coco: en aquella innovaci6n, lejos de ver la muerte de la industria del aceite, s610 columbr6 los intereses de cierto concejal-porque don Custodio ve largo--y opusose con todos los ecos de su cavidad bucal, encontrando el proyecto demasiado prematuro y vaticinando gran des cataclismos sociales. No menos celebre fue su opini6n a una se-


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renata sentimental que algunos querian dar a ciertl) gobernador en la vfspera de su marcha: don Custodiu que estaba algo resentido por no record amos qUlt desaires, supo insinu()r 1a especie de si el astro veniente era enemigo mortal del saliente, con 10 que atemorizados los de la serenata, desistieron. Un dia, ac~nsejaronle volver a Espana para curarse de una enfermedad del higado, y los peri6dicos hablaron de el como de un Anteo que necesitaba poner el pie en la madre patria para recobrar nueva" fuerzas; mas el Anteo manileno se encontro en medio de la Corte, tamanito e insignificante. AlH el no era nadie y echaba de menos sus queridos adjctivos. ~o alternaba con las primeras fortunas, su carencia de instruccion no If' daba mucha importancia en los CCI1tros cientificos y academias, y por su atraso y su politica de con ento, salia alelado de los cfrculos, disgustado, conVariado, no sacando nada en claro sino que alli se pegan sablazos y s jucga fuertc. Echaba de menDs los umisos criados de Manila que Ie sufdan todas las i'mpertinencias, y entonces Ie parecfan preferibles; como el invierno Ie pusiese entre un brasero y una pulmonfa, suspiraba por el invierno de Manila en el que Ie bastaba una sencilla bufanda; ell el verano Ie faltaba la silla perezosa y el bata para abanicarlc, en suma, en Madrid era el uno de tantos y, a pesar de sus brillantes, Ie tomaron una vez por un paleto que no sabe andar, y otra por un indiano, se burlaron de sus aprensiones y Ie tomaron el pelo descaradamente unos sablistas por el desairados. Disgustado de los conservadores que no hadan gran caso de sus consejos, como de los gorristas que Ie chupaban los bolsillos, dec1arose del partido liberal volviendose antes del ano a Filipinas, si no curado del hlgado, trastornado por completo en sus ideas. Los once meses de vida de Corte, pasados entre poHticos de cafe, cesantes casi todos; los varios discurs os pescados aqui y alH, tal <'> cual articulo de oposicion y toda aquella vida poHtica que se absorbe en la atmosfera, desde la peluqueria entre tijeretazo


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y tijeretazo del FIgaro que expone su programa has-

ta los banquetes donde se diluyen en perfodos armoniosos y frases de efecto los distintos matices de credos poIlticos, las divergencias, disidencias, descontentos, etc., todo aquello, a medida que se alejaba de Europa renacia con potente savia dentro de sf como semilla sembrada, impedida de crecer por espeso follaje, y de tal manera que, cuando fonde6 en Manila, se creyo que la iba a regenerar y en efecto tenfa los mas santos propositos y los mas puros ideales. A los primeros meses de su IIegada, todo era hablar de la Corte, de sus buenos amigos, del ministro Tal, ex ministro Cual, diputado C, escritor B; no habfa suceso polltico, escandalo cortesano del que no estuviese enterado en sus mInimos detaIIes, ni hombre publico de cuya vida privada no conociese los secretos, ni podfa suceder nada que no hubiese previsto, ni dictarse una reforma sobre la que no Ie hubiesen pedido a,.nticipadamente su parecer y todo esto sazonado de ataques a los conservadores, con verdad era indignac\cm, de apologias del partido liberal, de un cuentecillo aquf, una frase alla de un grande hombre, intercalando, como quien no quiere, ofrecimientos y empleos que rehuso por no deber nada a los conservadores. Tal era su ardor en aquellos primeros dfas que varios de los contertulios en ' el almacen de comestibles que visitaba de vez en cuando, se afiliaron al partidb liberal y liberales se IIamaron don Eugenio Badana, sargento retirado de carabineros, el honrado Armendia, piloto y furibundo carlista, don Eusebio Picote, vista de aduanas y don Bonifacio Tacon, zapatero y talabartero. Sin embargo, los entusiasmos, faltos de aliciente y de lucha, fueron apagandose poco a poco. El no lela los periodicos que Ie llegaban de Espana, porque venlan por paquetes y su vista Ie hacia bostezar; las ideas que habla pescado, usadas todas, necesitaban refuerzo y no estaban alli sus oradores: y aunque en los casinos de Manila se juega bastante y se dan bastantes sablazos como en los circulos de la Corte, no


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se permite en aquellos, sin embargo, ningun discurso para alimentar los ideales politicos. Pero don Custodio no era perezoso, hada algo mas que querer, obraba, y previendo que iba a dejar sus hu('sos ~n Filipinas y juzgando que aquel pais era su propla esfera, dedic61c sus cuidados y crey61e liberalizarlo imaginando una serie de reformas y proyectos a cual mas peregrinos. EI fue quien habiendo oido en 1\ladrid haLlar del pavimento de madera de las caUes de Pads, entonces no adQptado todavia en Espafla, propuso su aplicaei6n en IVlanila, extendiendo por las calles tablas, clavadas al modo como se \'en en las casas; el fue quien lamenta ndo los accidcntes de los vehlculos de dos ruedas, para prevenirlos discUl ri6 que les pusieran 10 menos tres; el fue tambien quicn, mientras actuaba de \'icepresidente de la Junta de Sanidad, Ie di6 por fumig a rlo todo, hasta los telegramas que venial'l de los puntos infestados; el fue tambien quien, cornpadeciendb por una parte ;l los presidiarios qu trabajaban ell medio del sol y queriendo por otra ahorrar al gobierno de gas tar en e1 equipo de los mlsmos, propuso vestirlos con un simple taparrabo y hacerlos trabajar, en vez de dia, de noche. Se extranaba, se ponia furioso de que sus proyectos encontrasen impugnadores, pero se consolaba con pensar que el hombre que vale enemigos tiene, y se vengaba atacando y desechando cuantos proyectos buenos 6 malos presentaban los demas. Como se picaba de liberal, al preguntarlc que pensaba de los indios solia responder, como quien haec un gran favor, que cran aptos para trabajos mecanicos y artes imitativas (el querla deeir musica, pintura y escultura), y aiiadia su vieja coletilla de que para conocerlos hay quc contar muchos, muchos anos de pais. Sin embargo, si oia que alguno sobrcsaHa en algo que no sea trabajo mecanico 6 arte i11litaliva, en quimica, medicina 6 filosofia por ejemplo, decIa: j Psh! promeeete ... j no es tonto! y estaba el seguro de que mueho de sangre espanola debia correr por las venas de tal indio, y si no 10 podia encontrar a


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pesar de toda su buena voluntad, buscaba entonces un origen japones: empezaba a la sazon la moda de atribuir a japoneses y a arabes cuanto de bueno los filipinos podian tener. Para don Custodio el kudiman, el balitaw, el kzumingtang eran musicas arabes como el alfabeto de los antiguos filipinos y de ello estaba seguro aunque no conoela ni el arabe ni habia visto aquel alfabcto. - j Arabe y del mas puro arabe! deela a Ben-Zayb en tono que no admitia replica: cuando mas, chino. Y anadia con un signo ~ignificativo: -Nada puede ser, aada debe ser original de los indios, ~ entiende usted? Yo les quiero mucho, pero nada se les debe alabar pues cobran animos y se hacen unos desgraciados. Otras veces deela: - Y 0 arne con delirio a los indios, me he consti': tuido en su padre y defensor, pero es men ester que cada cosa este en su lugar. Vnos han nacido para man dar y otros para servir; . claro esta que esta verdad no se puede decir en voz alta, pero se la practica sin muchas palabras. Y mire usted, el juego consiste en pequeoeces. Cuando usted quiera sujetar al pueblo, convenzale de que esta sujeto; eI primer dia se va a reir, el segundo va a protestar, eI tercero dudara y el cuarto estara convencido. Para tener al filipino docil, hay que repetirle dia por dia que 10 es y convencerle de que es inca paz. ~ De que Ie serviria pOl' 10 demas creer en otra cosa si se hace desgraciado? Creame usted, es un acto de caridad mantener cad a ser en la posicion en que esta; alIi esta el orden, la armonia. En eso consiste la ciencia de gobernar. Don Custodio refiriendose a su politica ya no se contentaba con la p81abra arte. Y al decir gobemar extendia la mano bajandola a la altura de un hombre de rodilIas, encorvado. ./ En cuanto a ideas religiosas preciabase de ser catolico, muy catolico, i ah! la catolica Espana, la tierra de Maria Santisima ... un liberal puede y debe ser catolico don de los retrogrados se las echan de


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dioses 0 santos cuando menos, asf como un mutato pasa por blanco en la cafrerla. Con todo, cornia carne durante la Cuaresma menos cl ierncs santo, no se confesaba jamas, no erda en milagros ni cn la infalibilidad del Papa y cuando oia misa, se iba a la de diez 0 a la mas corta, la misa de tropa. Aunquc en Madrid habfa hablado mal de las ordcnes religiosas para no desenton)u del medio en que vivia, cons iderandolas como anacronismos, echando pestes contra la Inquisicion y contando tal 0 cual cuento verde 0 chusco donde bailaban los habitos 0, mejor, frailes sin habitos, sin embargo, al hablar de Filipinas que deben regirse por leye especiales, tosla, lanzaba una mirada de illteligencia, volvia ;1 extender la mano a la altura misteriosa. -Los frailes son necesarios, son un mal necesario, decia. Y se enfurecla cuando algun indio sc atrevla a dudar de los milajros 0 no eref cn el Papa. Todos los tormentos de la Inquisicion el an pocos para castigar semejante osad!a. Si Ie objetaban que dominar () vivir a costa de la ignorancia tiene otro nombre algo malsonante y 10 castigan las leyes cuando el culpable es uno solo, cl se salla citando otras colonias. -Nosotros, decia con su voz de ceremonia, podemos hablar muy alto. No somos como los ingleses y holandeses que para mantener en Ia sum is ion a los pueblos se sirven del Iatigo... disponemos de otros medios mas suaves, mas seguros j el saludable influjo de los frailes es superior al latigo ingles ... Esta frase suya bizo fortuna y por mueho tiempo Ben-Zayb la estuvo parafraseando y con el toda Manila, la Manila pensadora la celebraba ; la frase llego hasta la Corte, se eito en el Parlamento como de un liberal de lar ga residencia etc., etc., etc., y los frailes, honrados con la comparacien y viendo afianzado su prestigio, Ie enviaron arrobas de ehocolatl", regalo que devolvio eJ incorruptible don Custodio, euya vjrtud inmediatamente Ben-Zayb compare con I


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la de Epaminondas. i Y sin embargo, el Epaminondas moderno se servia del bejuco en sus momentos de colera, y 10 aconsejaba! Por aquellos dias, los conventos, temerosos de que diese un dictamen favorable a la peticion de los estudiantes, repetian sus regalos y Ia tarde en que Ie vemos, estaba mas apurado que nunca, pues su fama de activo se comprometia. Hada mas de quince dias que tenia en su poder el expediente y aquella manana el alto empleado, despues de alabar su celo, Ie habia preguntado por su dictamen. Don Custodio respondio con misteriosa gravedad dando a entender que ya 10 tenia terminado: el alto empleado se sonrio, y aquella sonrisa ahora Ie molestaba y perseguia. Como c;ledamos, bostezaba y bostezaba. En uno de esos m«, imientos, en el momenta en que abria los ojos y cerraba la boca, se fijo en la larga fila de cartapacios rojos, colocados ordenadamente en el magnifico estante de kamag6n: al dorso de cada uno se leh en grandes letras: PROYECTOS. Olvidose por un momenta de sus apuros y de las piruetas de Pepay, para considerar que todo 10 que se con tenia en aquellas gradas habia salido de su fecunda cabeza en momentos de inspiracion. i Cuantas ideas originales, cuantos pensamientos sublimes, cuantos medios salvadores de la miseria filipina! i La inmortalidad y la gratitud del pais las tenia el seguras! Como un viejo pisaverde que descubre mohoso paquete de epfstolas amatorias, levantose don Custodio, y se ace reo al estante. El primer cartapacio, grueso, hinchado, pletorico, llevaba por titulo «PROYECTOS en proyecto ». . - j No! murmuro; hay cosas excelel'ltes, pero se necesitaria un ano para releerlos. . El segundo, bastante voluminoso tambien, se titulaba «PROYECTOS en estudioD.-j No, tampoco! Luego venian los « PROYECTOS en madura~ cion ... » "PROYECTOS presentados .. . ll «PROYECTOS rechazados .. . ll «PROYECTOS ap1'obados .. . ll


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«PROYECTOS suspendidos ... » Estos ultimos cartapacios contenian poca cosa, pero el ultimo menos todavla, el de los «PROYECTOS en ejeclIci6n.» Don Cusfodio arrugo la nariz, i que tendd? Va se habra olvidado de 10 que podia haber dentro. Una hoja de papel amarillento asomaba por entre las dos cubiertas, como si el cartapacio Ie sacase la lengua. Sacole del armario y 10 abrio: era el famoso proyecto de la Escuela de Artes y Oficios. - j Que diantre! exclamo; pero si se han encargado de ella los Padres Agustinos ... De repente se dio una palmada en la frente, arqueo las cejas, una expresion de triunfo se pinto en su semblante. - j Si tengo la solucion, o-! exc1amo lanzando una palabrota que no era c1 eureka pero que principia por donde este termina; mi dictamen esta hecho. Y repitiendo cinco 0 seis v ces su peculiar eureka que azotaba el aire como alegrres latigazos, radiante de jubilo se dingio a su mesa y empez6 a emborronar cuartillas.


XXI UPOS MANILENSES

Aquella noche habia gran funci6n en el Teatro de Variedades. La compania de opereta frances a de M. Jouy daba su primera funci6n, Les Cloches de Corneville, se iba a exhibir a los ojos del publico su selecta troupe. cuya fama venian hace dias pregonando los peri6dicos. Deciase que entre las actrices las habia de hermosisima VOZ, pero de fig~a mas hermosa todavia y si se ha de ~ar credito a murmuraciones, su am a. bilidad estaba por encima aun de la voz y la figura. A las siete y media de la noche ya no habia billetes ni para el mismo P. Salvi moribundo, y los de la entrada general formaban larguisima cola. En la taquiIla hubo alborotos, peleas, se habl6 de filiousterismo y de razas, pero no por eso se consiguieron billetes. A las ocho menDs cuarto se ofrecian precios fabulosos por un asiento de anfiteatro. El aspecto del edificio prohlsamente iluminado, con planchas y flores en todas partes, volvia locos a los que llegaban tarde, que se deshacian en exc1amaciones y manotadas. Una numerosa muchedumbre hervia en los alrededores mirando envidiosa a los que entraban, a los que llegaban temprano temerosos de perder sus asientos: risas, murmullos, espectaci6n saludaban a los recien venidos que desconsolados se reunian a los curiosos, y, ya que no podlan entrar, se contentaban con ver a los que entraban. Habia, sin embargo, uno que pareda extrano a tanto afan, a tanta curiosidad. Era un hombre alto, delgado, que andaba lentamente arrastrando una 14.- TOMO II \


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pierna dgida. Vestia una miserable americana color de caf.e y un pantal6n a cuadros, sucio, que modc~ laba SllS mie.mbros huesudos y delgados. Un sombrero hongo, artistico a fuerza de estar roto, Ie Cll~ bda la enorme cabeza dejando escapar unos cabellos de un gris sucio, casi rubio, largos, ensortijados en sus extrem~s como melenas de pocta. Lo mas notable en aquel hombre no era ni su trajc, ni su cara europea sin barba ni bigote, sino el color rojo subido de ella, color que Ie ha va lido el apodo de Camarotlcucido bajo el cual se Ie conoda. Era un tipo raro: per~ teneciente a una distinguida familia, vivia como un vagabundo, un mendigo; de raza espanola, se burlaba del prestigio que azotaba indiferente con sus harapos; pasaba por ser una especie de reporter y a la verdad sus ojos grises tanto saltones, tanto fdos y meditabun os, aparedan alii donde acontecia algo publicable. Sa manera de vivir era un misterio para muchos, nadie sabia d6nde cornia, ni d6nde dormia: acaso tuviera u\l tonel en alguna parte. Camaroncocido no tenia en aquel tiempo la expresi6n dura e indiferente de costumbre, algo como una alegre compasi6n se reflejaba en su mirada. Un hombrecillo, un vejete diminuto Ie abord6 ale~ gremente. - i Amigo06! dijo con voz ronca, quebrad~ como de rana, ensei'lando unos cuantos pesos mepcanos. Camaroncocido vi6 los pesos, y se encogio de hom~ bros. A el i que Ie importaban? El vejete era SLI digno contraste. Pequeiiito, muy pequeno, cubierta la cabeza con un sombrero de copa transformado en colosal gusano de peIo, se perdia en una levita ancha, muy ancha y demasiado larga, para encontrarse al fin de unos pantalones de~ masiado cortos que no pasaban de las pantorrillas. Su cuerpo pareda el abuelo y las piernas los nietos, mientras que por sus zapatos tenia aire de navegar en seco, i eran uoos enormes zapatos de marinero que protestaban del gusano de pelo de su cabcza r.on la energia de un con vento allado de la Exposicion Uni~


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versal! Si Camaroncocido era rojo, el era moreno; aquel siendo de raza espanola no gastaba un pelo en la cara, el, indio, ten:a perilla y bigotes blancos, largos y ralos. Su mirada era viva. Llamabanle Tlo Qpico y, corpo su amigo, vivia igualmente de la publicidad: pregonaba las funciones y pegaba los carteles de los teatros. Era quizas el unico filipino que podia impunemente ir a pie con chistera y levita, as! como su amigo era el primer espanol que se rda del prestigio de la raza. . -El frances me ha gratificado muy bien, decla sonriendo y ensefiando sus pintorescas enclas que pareclan una calle desj:ues de un incendio; j he tenido buena mano en pegar los carteles! Camaroncocido volvio a encogerse de hombros. -Quico, repuso en V0'l cavernosa, si te dan seis pesos por tu trabajo, c: cU<lnto daran a los frailes? Tio Quico con su vivaddad natural levan to la cabeza. -~ A los frai es? -Porqu~ has de saber, continuo Camaroncocido, que toda esta entrada se la han procurado los conventos. En efecto, los frailes, a su cabeza e1 P. Salvi y algunos seglares capitaneados por don Custodio se hablan opuesto a semejantes representaciones. El P. Camorra que no podia asistir encandilaba los ojos y se Ie hacia agua la boca, pero disputaba con BenZayb que se defendla debilmente pensando en los billetes gratis que Je enviaria la empresa. Don Custodio Ie hablaba de moralidad, de religion, buenas costumbres, etc. . -Pero, balbuceaba el escritor, si nuestros sainetes con sus juegos de palabras y frases de doble sentido ... - j Pero al menos estan en castellano! Ie interrumpIa gritando el virtuoso concejal, encendido en santa ira; j obscenidades en frances, hombre, Ben-Zayb, por Dios, en trances! j Eso, jamas! Y deda el i jamas! con la energia de un triple


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Guzman a quien Ie amenazasen con matarle una pulga si no rendia veinte Tarifas. EI P. Irene naturalmente opinaba como don Custodio y execraba las operetas francesas. i Pfui! El habia estado en Paris, pero ni siquiera pis6 la acera de un teatro, I Dios Ie libre! Pero la opereta francesa contaba tambien con numerosos partidarios. Los oficiales del ejercito y de In armada, entre ellos los ayudantes del general, los empleados y muchos grandes senores estaban ansiosos de saborear las delicadezas de la lengua francesa en boca de legitimas parisiennes; unianse a ell os los que viajaron por las M. M. y chapurrearon un poco de frances durante el viaje, los que visitaron Paris y todos aquclIos que querian ccharselas de ilustrados. Dividiose pu~s la sociedad de Manila en dos bandos, en operetistas y antioperetistas que se vieron secundados por seiiora de edaQ, espo as celosas y cuidadosas del amor de su maridos, y por las que tenian novia, mientras las libres y las hermbsas se decIaraban furibundas operetistas. Cruzaronse volantes y mas volantes, hubo idas y venidas, dimes y diretes, juntas, cabildeos, discusiones, se hablo hasta de insurreccion de los indios, de Ia indolencia, de razas inferiores y superiores, de prestigio y otras patrafias y despues de mucha chismografia y mucha murmuracion el permiso se concedio y el P. Salvi publico una pastoral que nadie leyo sino el corrector de la imprenta. Dijose que si c1 General rino con la condesa, si esta pasaba su vida en las quintas de placer, si Su Exce1encia estaba aburrido, si el consul frances, si hubo regalos, etc., etc., y danzaron mllchos nombres, e1 del chino Quiroga, el de Simoun y hasta los de muchas actrices. Gracias a este escandaloso preliminar, la impaciencia de la gente se habfa excitado y desde la vlspera, que fue cuando llegaron los artistas, solo se hablaba de ir a la primera funcion. Desde que aparecieron los carteles rojos anunciando Les Cloches de


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Corneville, los vencedores se aprestaron a celebrar la victoria. En algunas oficinas, en vez de pasar cl tiempo leyendo periodicos y charlando, se devoraba el argumento; se leian novelitas francesas y muchos se iban al excusado y fingian una disenterla para consultar a ocultis el diccionario de bolsillo. No por esto los expedientes se despachaban, al contra rio, hacfan volver a todos para el dia siguiente, pero el publico no podia enfadarse: se encontraba con unos empleados muy corteses, muy afables, que les recibian y les despedian con gran des saludos a la francesa: los emplead.os se ensayaban, sacudian el polvo a su frances y se lanzaban mutuamente i oui monsieur, s'il vous pldit, y pardc;n! a cad a paso, que era una felicid d veri os y oirlos. Pero, donde la animacion y el apuro lIegaban a su colmo, era en las redacciones de los periodicos; Ben-Zayb, senalado como crltico y traductor del argumento, temblaba como una pobre mu)er acusada de brujerla; vela a sus enemigos cazandole los gazapos y echandole en cara sus pocos conocimientos de frances. Cuando la opera italiana, a poco mas tuvo un desaffo por haber traducido mal el nombre de un tenor; cierto envidioso publico inmediatamente un articulo tratandole de ignorante, a el i la primera cabeza pensante de Filipinas! I Lo que Ie 'costo defenderse! 10 menos tuvo que escribir diez y siete articulos y consultar quince diccionarios. Y con este saludable recuerdo el pobre Ben-Zayb andaba con manos de plomo, 'no decimos pies, por no imitar al P. Camorra que tenia la avilantez de reprocharle que escribia con ellos. -t Ves, Quico? deda Camaroncocido; la mitad de la gente viene por haber dicho los frailes que no vengan, es una especie de manifestacion i y la otra mitad, porque se dicen: (.los frailes 10 prohiben? pues debe ser instructivo. I Creeme, Quico, tus programas eran buenos, pero mejor es aun la Pastoral y cuenta que no Ia ha Ieido nadie! -Amigo06, ~ crees tuuu, pregunto inquieto Tio


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Quico, que por la competencia del P. Salvi en adelanteee se supriman mis funcioneees? -Puede ser, Quico, puede ser, contesto el otro mirando hacia el cieIo; el dinero empieza :i escasear. .. Tio Quico murmuro algunas palabras y frases incoherentes; si 109 frailes se meten :i anunciadores de teatro se meterla el :i fraile. Y despues de despedirse de su amigooo se alejo tosiendo y haciendo sonar sus pesos. Cam~roncocido, con su indiferencia de siempre, continuo vagando ad y alIa con Ia pierna a cuestas y la mirada sofiolienta. Llamaron su atencion Ia Begada de fisonomias extrafias, venidas de diferentcs puntos y que se hadan sefias con un guifio, una tos. Era la primera vez que veia en tales ocasiones semcjantes individuos, el que conoda todas las facciones de la ciudad y todas sus fisonomias. Hombres de cara obscura, espaldas do ladas, aire inquieto y poco seguro, y mal disfrazacl s como si se pusiesell por primera ve Ia americana. En vez de colocarse en pri'mera fila para ver a sUs anchas, se ocultaban entre sombras como evitando ser vistos. -c Polida secreta 0 Iadrones? se preguntO Camaroncocido e inmediatamente se encogio de hombros; y :i m! cque me importa? EI farol de un coche que venia alumbro al pasar un grupo de cuatro 0 cinco de estos individuos hablando con uno que pareda militar. - j Polida secreta! j sera un nuevo cuerpo! murmuro. E hizo un gesto de indiferencia. Pero luego observO que el militar, despues de comunicar con dos o tres grupos mas, se dirigio a un coche y parecieS hablar animadamente con una persona en el interior. Camaroncocido dio algunos pasos y sin sorprenderse creyo reconocPr al joyero Simoun, mientras sus finos oidos percibian este corto dialogo: - j La sefial es un disparo! -Sf, senor.


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-No tengais cuidado; es el general quien 10 manda; pero cuidado con decirlo. Si seguls mis ins trucciones, ascendereis. -Sl, senor. -I Con que estad dispuestos! La voz callo y segundos despues el coche se puso en movimiento. Camaroncocido, a pesar de toda Sl.; indiferencia, ' no pudo menos de murmurar': -Algo se trama ... i atencion a los bolsillos! Y sintiendo que los suyos estaban vados, volvio a encogerse de hom bros. A el (. que Ie importaba que el cielo se viniera abajo? . Y siguio haciendo su ronda. Al pasar delante de dos pel-son as que hablaban, pesco 10 que una de elIas que tenIa en el cuello rosarios y escapularios, deda en tagalo: -Los frailes pueden mas que el general, no seas simple; este se va y ellos se quedan. Con tal de que 10 hagamos bien nos haremos ricos. j La senal es un disparo! . -I Aprieta, aprieta! murmuro Camaroncocido sacudiendo los dedos; alIa el general, yaquI el P. SalvL.. j Pobre pals!. .. Pero, (. y a ml que? Y encogiendose de hombros y escupiendo al 'mismo tiempo, dos gestos que en el eran los signos de la mayor indiferencia, prosiguio sus observaciones. Entretanto los coches venlan en vertiginosa carrera, paraban en firme junto a la puerta depositando a la alta sociedad . Las senoras, aunque apenas hacia fresco, ludan magnIficos chales, pano]ones de seda y hasta abrigos de entretiempo; los caballeros, los que iban de frac y corbata blanca usaban gabanes, otros los llevaban sobre el brazo luciendo los ricos forros de seda. En el grupo de los curiosos, Tadeo, e1 que "se enferma en el momenta que baja el cateddtico, acompafia a su compoblano, el novato que vimos sufrir las consecuencias del mal leldo principio de Descartes. EI novato es !TIUY curioso y pregunton y Tadeo se aprovecha de su ingenuidad inexperiencia para

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contarle las mas estupendas mentiras. Cada espanol que Ie saluda, sea empleadillo 6 dependiente de almacen, 10 end os a a su companero jefe de negociado, marques, conde, etc. ; en cambio si pasaba de largo, I psh! 1es un vago, un oficial quinto, un cualquiera! Y cuando faltan los pedestres para mantener la admiracion del novato, abusa de los coches flamantes que desfilan; Tadeo saluda graciosamente, hace un signa amistoso con la mano, suelta un i adios! familiar. -e Quien es? -I Bah! contesta negligentemente; el gobernador civil... eI segundo cabo . .. el magistrado tal... 1:1 senora de ... amigos mios! EI novato Ie admil a, Ie escucha embobado y se cuida muy bien de ponerse a la izquierda. i Tadeo, amigo de magistrados y gobernadores! . Y Tadeo Ie nombra todas I s personas que Uegan y, cuando no las conoce, invc ta apellidos, historias y da curiosos detalles. -eVes? aquel sei'ior alto, de patillas negras, algo bizco, vestido de negro, es eI magistrado A, amigo Intimo de la senora del coronel B; un dla, a no ser por mi, se pegan los dos ... I adios! Mira, aIH IJega precisamente el coronel, esi se pegaran? EI novato suspende la respiracion, pero e1 coronel y e1 magistrado se estrechan afectuosamente la mano; el militar, un solteron, pregunta por la salud de la familia, etc. - j Ah! j gracias aDios! respira Tadeo; soy yo quien les ha hecho amigos . -c Si les pidiera usted que nos hagan entrar? pregunta con cierta timidez eI novato. - j Ca, hombre! j Yo no pido nunca favores! dice majestuosamente Tadeo i los hago, pero desinteresadamente. El novato se muerde los labios, se queda mas pequeno y pone una respetuosa distancia entre el y su compoblano. Tadeo continua;


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-Ese es el musico H ... ese, el abogado J que pronuncio como suyo un discurso impreso en todos los Iibros y los oyentes Ie felicitaron y Ie admiraron ... EI medico K, ese que baja de un hansomcab, especialista en enfermedades de nifios, por eso Ie Ilaman Herodes ... Ese es e1 banquero L, que solo sabe hablar de sus riquezas y almorranas~ .. El poeta M, que siempre trata de estrellas y del mas alla ... AIH va la hermosa sefiora de N, que el padre Q suele encontrar cuando visita al marido ausen'te ... el comerciante judio P, que se vino con mil pesos y ahora es millonario ... Aquel de larga barba es el medico R, que se ha hecho rico crean4£> enfermos mejor que sanando ... -c Crean do entermos? -Si, hombre, en el reconocimiento de los quintos ... i aten~ion! Ese respetable sefior que va e1egantemente vestido, no es medico pero es un homeopata sui generis: p 'ofesa en todo el similia similibus ... El joven capitan <\e caballerla que con el va, es su disdpulo predilectQ ... Ese con traje claro que tiene el sombrero ladeado, es el empleado -S, cuya maxima es no ser nunca cortes y se Ie llevan los diablos cuando ve un sombrero puesto sobre la cabeza de otro; dicen que 10 hace para arruinar a los sombrereros alemanes ... Ese que Ilega con su familia es el riqulsimo comerciante C que tiene mas de cien mil pesos de renta ... pero cque me diras si te cuento que me debe todavla cuatro pesos, cinco reales y doce cuartos? Pero cquien cobra a un ricacho como ese? -c Le debe a usted ese sefior? - i Claro! un dia. Ie saque de un gran apuro, era un viernes a las siete y media de la mafiana, todavla me acuerdo, yo no habia almorzado atm ... Esa sefiora que va seguida de una vieja es la celebre Pepay la bailarina ... ~hora ya no baila desde que un sefior muy catolico y muy amigo mlo ... se 10 ha prohibido ... Alll esta el calavera Z, de seguro que va tras 1 Pepay para hacerla bailar otra ¡vez. Es un buen chico, muy amig-o mio; no tiene mas defectos que uno: es mestizo chino y se llama a 51 mismo espafiol pc-


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ninsular. j Sst! Mira a Ben-Zayb, ese con eara de fraile, que lleva un lapiz en la mana y un rollo de papeles, es e1 gran escritor Ben-Zayb, muy amigo mio; j tiene un talento! ... -Diga usted, y ese hombrecillo con patillas blancas ... -Ese es el que ha hecho de SllS hijas, esas tres pequefiitas, auxiliares de Fomento para que cobren en la nomina ... j Es un senor muy Usto, pero muy Iisto! comete una tonteria y Ia atribuye ... a los otros, se compra camisas y las paga Ia Caja. I Es listo, muy listo, pero muy listo!. .. Tadeo se interrumpe. -~ Y ese senor que tiene aire feroz y mira a todo el mundo por encima de sus hombr~s? pregunta el novato sefialando i un hombre que mueve Ia cabeza con altaneri . Pero TadC\> no responde, ~tlarga el cuello para yer a la Paulita Qomez que ve ia en compania de una amiga, de dof%i Victorina y de Juanito Pelaez. Este les habia regalado un palco y estaba mas jorobado que nunca. Llegan coches y mas coches, llegan los artistas que entran por otra puerta seguidos de amigos y admiradores. Paulita ya ha entrado y continua Tadeo: -Esas son las sobrinas del rico capitan D, esas que vienen en el lando, ~ vcs que hermosas y sanas son? Pues dentro de algunos aiios estanin muertas o locas ... Capitan D se opone i que se casen\ Y la locura del tio se manifiesta en las sobrinas ... Esa es la senorita E, la riquisima heredera que se disputan el mundo y los conventos ... j Calla! j a ese Ie conozco! j el P. Irene disfrazado, con bigotes postizos! j Le conozco en su nariz! j Y el que tanto se oponia!. .. EI novato mira escandalizado y ve desaparccer una bien cortada levita detras de un grupo de senoras. - j Las tres Parcas! continuo Tadeo viendo Uegar


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a tres senoritas secas, huesudas, ojerosas,. de ancha boca y cursilmente vestidas. Se Haman ... -<! Atropos? .. balbucea el novato que queria hac;:er ver que tarr.bien sabia algo, al menos la mitologia. . -No, hombre, se Haman las senoritas de Balc6n, criticonas, solteronas, pelonas... Profesan odio a todo, a hombres, a mujeres, a ninos ... Pero mira como al lado del mal Dios pone el remedio, s610 que a veces llega tarde. Detras de las Parcas, espanto de la ciudad, vienen esos tres, el orgullo de sus ami gos, entre los cuales yo me cuento. Ese joven delgado, de ojos saltoGes, algo encorvado, que gesticula con viveza porque no ha encontrado ,billetes, es el quimico S, autor de muchos estudios y trabajos cientificos, pl'emiados algunos y notables todos j l~s espanoles dicen de el que promete, promete .. . El que Ie apacigua con su risa volteriana es el poeta T, chico de talento, muy amigo mio, )\ por 10 mismo que es de talento ha arrojado la pluma. El otro que les propone entrar ,con los actores por la otra puerta, es el joven medico U, que ha hecho rnuchas buenas curas j de el dicen tambien que promete ... no esta tan jorobado como Pelaez perl) es mas listo y mas pillo todavia. Yo creo que a la misrna Muerte Ie cuenta bolas y la ,marea. -<! Y ese sefior moreno con bigotes como cerdas? - j Ah! es el comerciante F, que todo 10 falsifica, hasta su fe de bautismo; quiere a toda costa ser mestizo espanol y hace heroicos esfuerzos por olvidarse de su idiorna. -Pero, sus hijas son muy blancas .. , . - j Sf, r,!-z6n por la cual el arroz ha subido de preCtO y eso que no cornen mas que pah! El novato no comprende la relaci6n del precio del arroz con la blancura de aqueHas muchachas. -Alii esta el novio, ese joven delgado, moreno, de andar lento que las sigue y que saluda con aire protector a los tres amigos que se rien de e1.,. es UQ martir de sus ideas l de su consecuenciq,


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EI novato se siente lIeno de admiracion y respeto hacia el joven. - Tiene aire de tonto, pero 10 es, continua Tadeo; nacio en San Pedro Makati y se priva de muchas cosas j no se bafia casi nunca ni prueba c1 cerdo porque, segun el, los e~pafioles no 10 com en y por la misma razon no toma arroz, pads ni bagoon, aunque sc muera de hambre y se Ie haga agua la boca ... Todo '10 que venga de Europa, podrido 0 en conserva, Ie sabe a cielO y hace un mes Basilio Ie salvo de una feroz gastritis: j se habla comido un tarro de mostaza para probar que es europeo! En aquel momenta la orquesta empezo a tocar un vals. -~ Yes ese senor? i ese enclenque que va volviendo la cab~za buscando saludos? Es el celebre gobernador de Pangasincin, un buen hombre que pierde el apetito cando algun indio deja de saludarle .. . A poco mas se muere si no su Ita cl bando de los saludos a que debe su celebridad. j Pobre senor! haec tres dias que ha venido de la provincia j y cu::into ha enflaquecido! j oh! he aqu! al grande hombre, al insigne, j abre tus ojos! -~ Quien es? c Ese de las cejas fruncidas? -Sf, ese es don Custodio, el liberal don Custodio, tiene las cejas fruncidas porque medita algun proyecto importante ... si se llevaran a cabo las ideas que tiene en la cabeza, j otra cosa serial j Ah! aqu! viene Makaraig, j tu compafiero de casal En efecto venia Makaraig con Pecson, Sandoval, e Isagani. Tadeo al veri os se adelanto y les saludo. -~ No viene listed? pregunt6le Makaraig. -No hemos encontrado billetes ... -A prop6sito, tenemos un palco, rcpuso Makaraig j Basilio no puede venir ... vengan ustcdes con nosotros. Tadeo no se hizo repetir la invitacion. El novato, temif'ndo molestar, con la timidez propia de todo indio provinciano, se excuso y no hubo medio de hacerIe entrar,


XXII LA FUNCI6N

El aspecto que of red a el teatro era animadfsimo; estaba Ileno de bote en bote, y en la entrada general, en los pasillos se vela mucha gente de pie, pugnando por sacar la cabeza 0 meter un ojo entre un cuello y u ::\ oreja. Los pa1cos descubiertos, llenos en su mayor parte de sefioras, pared an canastillas de flores, cuyos petalo's agitara una leve brisa (hablo de los abanic 5), y en don de zumban insectos mil. Solo que como hay flores de delicado y fuerte perfume, flores que t.latan y flores que consuelan, en las canastillas de nuestro teatro tambien se asp iran perfumes parecidos; se oyen dialogos, convers;lciones, frases que pican 0 corroen. Solo tres 0 cuatro de los palcQs estaban aun vados a pesar de 10 avanzado de Ia hora; para Jas ocho y media se habfa anunciado la funcion, eran ya las nueve menos cuarto, y el telon no se levantaba por que su excelencia no habfa llegado todavla, Los de la entrada general, impacientes e incomodos en sus asientos, armaban un alboroto pataleando y golpeando el suelo con sus bastones. - j Bum-burn-bum! j que se ahra el telon! j bumbum-bum! Los artilleros no eran los menos alborotadores. Los emulos de Marte, como los llama Ben-Zayb, no se contentaban con esta musica; creyendose tal 'vez en una plaza de toros, saludaban a las senoras que pasaban delante de ellos con frases que por eufemismo se llaman en Madrid flores, cuando a veces . se parecen a hnmeante basura. Sin hacer caso 'de las miradas furibundas de los maridos, pregonan en alta


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voz los sentimientos y deseos que en ellos despiertan tantas hermosuras ... En las butacas-a donde parece que temen bajar las senoras tan no se ve a ninguna-reina un murmullo de voces, de risas reprimidas, entre nubes de humo ... Discuten el merito de las artistas, hablan de escandalos, si su excelencia ha refiido con los frailes, si la presencia del general en semejante espectaculo es una provocaci6n 6 sencillamente una c.uriosidad; otros no piensan en estas cosas, sino en cauti"v ar las miradas de las senoras adoptando posturas mas 6 menos interesantes, mas 6 menos estatuarias, haciendo jugar los anillos de brillantes, sobre todo cuanuo se creen observados por insistentes gemelos; otros dirigen respetuosos saludos a t.al senora 6 senorita bajando la oabeza con mucha gravedad, mientras Ie susurran al vecino: -I Que ridl ula est j que c~rgante! La dama cont"esta con la me:\s graciosa de sus sonrisas y un moviP1iento encan ador de cabeza y murmura a la amiga que asiente, entre dos indolentes abanicazos: -I Que pretencioso! Chica, esta loco enamorado. Entre tanto los golpes menudean: I bum-burn-bum I 1 toc-toc-toc! ya no quedan mas que dos palcos vados y el de su excelencia que se distingue por su,> cortinas rojas de terciopelo. La orquesta toea otro vals, el publico protesta; afortunadamentr se presenta un heroe caritativo que distrae la atencion y redime al empresario; es un senor que ha ocupado una butaca y se niega a cederla a 5U dueno, el filosofo don Primitivo. Viendo que sus argumentos no Ie convencen, don Primitivo acude al acomodador.1 No me da la gana! Ie responde el heroe, fumando tranquilamente su cigarrillo. El acomodador acude al director.-j Nome da la gana! repite y se arrellana en la butaca. El director sale, mientras los artiBeros de las galerlas empiezan a can tar en coro: -I A que no! j A que 51! j A que no! j A ~ue sir Nuestro actor que ya ha Bamado la atenci6n de


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todos cree, que ceder seria. rebajarse y se agarra a la butaca mientras repite su contestacion a la pareja de Veteran a que fue a \lamar el director. Los guardias, teniendo en consideracion la categoria del rebelde, van a buscar al cabo, mientras casi toda la sala se deshace en aplausos, celebrando la entereza del sefior que continua sentado como un senador romano. Resuenan silbidos, el sei'lor que tiene firmeza de canicter vuelve la cabeza airado creyendo que Ie silban; se oye galopar de caballos, se nota movimiento; cualquiera dirla que ha estallado una revolucion 6 cuando menos un modn; no, la orquesta suspende el vals y toca la marcha leal; es su excelencia el capitan g-eneral y gobernador de las Islas el que llega: todas las miradas Ie buscan, Ie siguen, Ie pierden y aparece al 'fin en su palco y, despues de mirar a todas partes y hacer felices a algunos con un omnipotente saludo, se sienta como s' fuera un hombre, 50bre el sillon q e Ie espera. lios artilleros se callan entonces y la orquesta ataca la introduccion. N uestros estudiantes ocupaban un palco frente a frente del de Pepay la bailarina. Este palco era un regalo de Makaraig que ya se habia puesto en inteligencia con ella para tener a don Custodio propicio. La Pepay habla escrito aquella misma tarde una carta al celebre ponente esperando una contestacion y dandole una clta en el teatro. Por esta razon don Custodio, a pesar de la ruda oposicion que habia desplegado contra la opereta francesa, se iba al teatro, 10 cua' Ie valia finas pullas de parte de don Manuel, su antig,uo adversario en las sesiones del Ayuntamiento. - j Vengo para juzgar la opereta! habia n!plicado con el tono de un Caton satisfecho de su conciencia. Makaraig pues, cambiaba miradas de inteligencia con la Pepay, quien Ie daba a entender que algo tenia que decirle; y como la bailarina tenia cara alegre, todos auguraban que el exito estaba asegurado: Sandoval, que acababa de llegar de unas visitas que habia hecho en otros palcos, asegurp que el dictamen


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habia sido favorable y que aquella tarde misma 10 habia examinado la comisi6n superior y 10 habln aprobado. Todo pues era jubilo, Pecson mismo se olvidaba de sus pesimismos viendo :i la Pcpay enseliar sonriendo una cartita; Sandoval y Makaraie se felicitaban mutuamente, s610 lsagani permaneda algo frio y apenas se sonreJa. . i Que Ie habia pasado al joven? lsagani, al entrar en el teatro, vi6 a Paulita en un Palco y a Juanito Pelaez conversando con ella. Pusose palido y crey6 que se equivocaba. Pero no, era ella misma, ella que Ie saludaba con una gr:lciosa sonrisa mie,ntras sus hermosos ojos parecIan pedirle perd6n y prometerle explicaciones. En decto, habian convenido en que Isagani iria primero al teatro para ver si en el espectaculo no habia nada inconveniente para una joven, y ahora la encontraba el, y nada menos que en cOlTIpania de su rival. Lo que pas6 por el alma de Isagani era indescriptible: ira, celos, humillaci6n, resentimiento rugieron en su interior; hubo un momenta en que dese6 que el teatro se desplomase; tuvo ganas violentas de reir a carcajadas, d'! insultar a su amada, provocar ;i su rival, armar un escandalo, pero se content6 con sentarse lentamente y no dirigirla jamas la mirada. Ola los hermosos proyectos que hadan Makaraig y Sandoval y Ie sonaban a ecos Jejanos; las frases del vals Ie paredan tristes y lugubres, todo aquel publico, fatuo e imbecil, y varias veces tuvo que hacer esfuerzos para contener las lagrimas. De la cuesti6n del caballero que no queria dejar la butaca, de la Ilegada del capitan general se apercibi6 apenas; miraba hacia el tel6n de boca que representaba una especic de galeria entre suntuoso cortinaje rojo, con vista a un jardin en medio del cual se levanta un surtidor. I Cuan triste se Ie antojaba Ia galeria y que melanc61ico el paisaje! Mil reminiscencias vagas surgian en su memoria como lejanos ecos de musica oida durante la noche, como aires de una canci6n de Ia. infancia, murmullo de bosqlles solitarios, riachuelos sombrios, no-


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ches de luna a los bordes del mar que se extendia inmenso delante de sus ojos ... Y el enamorado joven que se eonsideraba muy desgraciado, se puso a mirar al techo para que las l.igrimas no cayesen de sus ojos. Una salva de aplausos Ie saco de su meditaci6n. El telon acababa de levantarse y el alegre cora de campesinos de Corneville se presentaba a sus ojos, vestidos con sus gorros de alg-odon y pesados zuecos de madera en los pies . Elias, unas seis 0 siete muehachas, bien pintadas de carmin en los labios y mejillas, con grandes cfrculos negros en torno de ' los ojos para aumentar 511 brillo, ensenaban blancos brazos, dedos lien os de brillantes. y piernas redondas y bien torneadas. Y mientras cantaban la frast' normanda I allez, marchez! i lLllez, marchez! sonreian a sus respectivos adoradores de las butacas con tanta desfachatez que don Custodio, despues de mirar al palco de la Repay' como para asegurarse de que no hacia 10 mism~ con otro ad irador, consigno en la cartera esta indecencia y para estar mas seguro, bajo un poco la cabe a para ver si las 路a ctrices no ensefiaban hasta las rodillas. - I Oh, estas francesas! murmuro mientras su imaginacion se perdia en consideraciones de un grado mas eleva do y hacia comparaciones y proyectos. Quai v'la taus les cancans d'!a s'maine! .. .

canta Gertrude, una soberbia moza que mira picarescamente de reojo al capitan general. ~I Cancan tenemos! exclamo Tadeo, el primer. premio de frances en su clase, y que pudo pes car esta palabra. i Makararg, van a bailar el cancan! . Y se fro16 alegremente las manos. Tadeo, desde que se levan to el telon, no hacia caso de la musica; solo buscaba 10 escandaloso, 10 inde' cente, 10 inmoral en los gestos y en los trajes, y con su poco de frances aguzaba el oido para pillar las obscenidades que tanto habian pregonado los cel!sores severos de su patJ:4. IS'-

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Sandoval que se las daba de saber frances, se habia convertido en una especie de interprete para sus amigos. Sabia tanto como Tadeo pero se ayudaba del argumento publicado por los peri6dicos y 10 demas se 10 supJia su fantasia. -51, dijo, van a bailar el cancan y ella 10 va a dirigir. Makaraig y Pecson se pusieron atentos sonriendose de antemano. Isagani mir6 a otra parte, avergonzado de que Paulita asistiese a semejante espectaculo y pensaba que debia desafiar a Juanito Pelaez al dia siguiente: Pero nuestros j6venes esperaron en vano. Vino la Serpolette, una deliciosa muchacha con su gorro de algod6n igualmente, provocadora y belicosa j Heinl qui parle de Supolette?

pregunta a las chismosas, COl los brazos en jarras y aire batallador. Un caballero apIaudi6 y despues siguieron todos los de las butacas. Serpolette, sin dejar su actitud de buena moza, mir6 al que primcro la apIaudia y Ie paga con una sonrisa ensefiando unoe; diminutos dientes que parecian collarcito de perJas en un estuche de terciopeIo rojo. Tadeo sigui6 la mirada y vi6 a un caballero, ton unos bigotes postizos y una nariz muy larga. - j Voto al chapiro! dijo, IIrenillo! -51, contesta Sandoval, Ie he visto dentro hablando con las actrices. En efecto, el P. Irene, que era un me16mano de primer orden y conoda muy bien el frances, fue enviado por eI P. Salvi al teatro como una especie de policia secreta rdigiosa, asl al menos 10 deda eI a las personas que Ie reconodan. Y como buen critico que no se contenta con ver Jas piezas de lejos, quiso exami'har de cerca a las artistas; confundi6se en cl grupo de los admiradores y elegantes, se introdujo en el vestuario donde se cuchicheaba y se hablaba un frances de necesidad, un frances de tienda, idio-


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ma que es muy comprensible para la vendcdora cuando el parroquiano parece dispuesto a pagar bien. La Serpolette estaba rodeada de dos gallardos oficiales, de un marino y un abogado, cuando Ie diviso rondando y metiendo en todas partes y rendijas la punta de su larga nariz como si sondease con t:!la los misterios de la escena. La Serpulette suspendio su charla, fruncio las cejas, las levan to, abrio los labios y con la vivacidad de una parisiense dejo a sus admiradores y se lanzo como un torpeoo contra nuestro critico. - I Tiens, tiens, Toutou! j mon lapin! exclamo cogiendole del brazo al P. I rene y sacudiendole alegremente mientras hacia vibrar el aire de notas argentinas. - I Chut, chut! dijo el P. Irene procurando esconCierse. - I Mais, cQmment! 1 toi ic', grosse betel Et moi qui t'croyais ... - I 'Tais pas d'tapage, Lily! 1 il faut m'respecter! 1 'suis ici I'Pape! A duras penas pudo el . P. Irene hacerla entrar en razon. La alegre Lily estaba enchantee de encontrar en Manila a un antiguo amigo que Ie recordaba las coulisses del teatro de la Grande Opera. Y asi fue como el P. Irene, cumpliendo a la vez con sus deberes de amistad y de critico, iniciaba un aplauso para animarla: la Serpolette 10 merecia. Entretanto nuestros jovenes esperaban el cancan, Pecson se volvia tOdD ojos; tOdD menDs cancan hahia. Hubo un momenta en que si no IIega gente de curia, se iban a pegar las mujeres y arran carse los monos, azuzadas por los picaros paisanos que esperaban, como Iauestros estudiantes, ver algo mas que un cancan. Scit. scit, scit. scit. scit. scit, Di<putez-vous. batlez-vous, Scit. slit, scit. scit, scit. scit, Nuns alloJls comp~r les coups ,


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La muslca ces6, se fueron los hombres, volvieron poco a poco las mujt.res y empez6 entre elias un dialogo del que nada comprendieron nuestros amigos. Estaban hablando mal de un ausente. - j Parecen los macanistas de la pansiteria! obscrv6 Pecson en voz baja. -~ Y el cancan? pregunt6 Makaraig. - j Estan discutiendo el sitio mas a prop6sito para bailarlo! repuso gravemente Sandoval. - j Parecen los macanistas de la pansiteria! repiti6 Pecson disgustado. Una senora, acompafiada de su marido, entraba en aquel momenta y ocupaba uno de los dos palcos vados. Tenia el aire de una reina y miraba con desden a toda la sala como si dijese: "j He lIegado mas tarde que todas osotras, mont6n de cursis y provincianas, he llegado mas tardc que vosotras!l> En efecto: personas hay que van a los teatros como los burros en una carrera: gana el que llega el ultimo. Hombres muy sensatos conocemos que primero sublan al patibulo que entraban en el teatro antes del primer acto. Pero el gozo de la dama fue de corta duraci6n; habla visto el otro palco que continuaba vado, frunci6 las cejas, y se puso a reoir a su cara mitad armando tal esd.ndalo que muchos se impacientaron. - j Sst! i sst! - j Los estupidos! i como si entendieran el frances! dijo la dama mirando con soberano desprecio a todas partes y fijandose en el palco de Juanito de donde crey6 oir partir un imprudente j sst! Juanito, en efecto, era culpable; desde el principio se las echaba de entender todo y se daba aires, sonriendo y aplaudiendo a tiempo como si nada de 10 que dedan se Ie escapase. Y eso que no se guiaba de la mlmica de los artistas porque miraba apenas hacia la escena. Ei truhan decia muy intencionadamente a Paulita, que, habiendo mujeres muchisimo mas hermosas, no queria can~arse mirando a 10 lejos . .. Paulita se ruborizaba, se cub ria la eara con el abanico y miraba de hurtadillas hacia donde estaba Isagani,


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que sin reirse ni aplaudir presenciaba distrafdo el espect<'tculo. Paulita sin tio despecho y celos; i se enamorarfa Isagani de aquellas provocadoras aCtrices? Este pensamiellto la puso de mal humor y apenas oyo las ala. banzas que dona Victorina prodigaba a su favorito. Juanito desempenaba bien su papel: a veces movia la cabeza en senal de disgusto y entonces se oian toses, murmullos en algunas partes; a veces sonreia, aprobaba y un segundo despues resonaban aplausos. Dona Victorina estaba encantada y hasta concibio vagos deseos de casal se cen el joven el dia que don Tiburcio se muriera. j J uanito sabia frances y de Espadana no! j Y empezo a hacerle zalamedas! Pero Juanito no ~e dpercibla del cambio de tactica, atento como estaba en observar a un comerciante 'catalan que estaba junto al consul suizo: Juanito que los habia visto hablapdo en frances, se inspiraba en sus fisonomias y daba soberanamente el pcgo. Vinieron escenas sobre escenas, personajes sobre personajes, comicos y ridiculos como el bailli y Grenicheux, nobles y simp<iticos como el marques y Germaine; el publico se rio mucho del bofeton de Gaspard, destinado para el cobarde Grenicheux y recibido por el grave bailli, de la peluca de este que vuela por los aires, del desorden y alboroto cuando cae el telon. -c Y el cancan? pregunto Tadeo. Pero el te16n se levanta inmediatamente y la escena representa el mercado de criados, con tres postes cubiertos de banderolas y llevando los anuncios de servantes, cochers y domestiques. J uanito aprovecha la qcasion y en voz bastante alta para que oiga Paulita y este convencida de su saber, se dirige a dona Victorina. -Servantes significa sirvientes, domestiques domesticos ... -c Y en que se diferencian los servantes de los domestiques? pregunta Paulita. Juanito no se queda corto.


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-Domestiques, los que estan domesticados: no ha observado us ted como algunos ten ian aire de saIvajes? Esos son los seTvantes. - j Es verdad! aflade dona Victorina; algunos tenlan muy malas maneras ... y yo que erda que en Europa todos eran fino. y ... pero, como pasa en Francia ... j ya 10 VtO! -I Sst, sst! Pero el apuro de Juanito fue cuando, llegada la hora del mercado y abierta la barrera, los criaclos que se alquilaban se colocaron al Iado de los respectivos anuncios que senalaban Sli clase. Los criados, unos diez 0 doce tipos rudos, vestidos de librea y lIevandouna ram ita en la mano, se situaban debajo del anuncio domes tiques. - j Esos son los domesticos! dice Juanito. -A la ver<;\ad que tienen aire de recien domesticados, observa dona Victorina' i vamos a ver a los medio salvajes! Despues, la Qocena de mue 1achas, a su cabeza la ale~re y viva Serpolette, ataviadas con sus mejores trajes, llevando cada una un gran ramiJlcte de flores a Ia cintura, risueflas,' sonrientes, frescas, apetitosas, se coIol'an con gran desesperaei6n de Juanito junto al poste de las serl'antes. - ( C6mo? pregunta candidamente Paulita; eson esas las salvajes que usted dice? -No, contesta Juanito imperturbable; se han equivocado ... se han cambiado ... Esos que vienen detras. -e Esos que vienen con un latigo? Juanito hace senas de que 51, con la cabeza, muy inquieto y apurado. -e De modo que esas mozas son los cacheTS? A Juanito Ie ataca un g-olpe de tos tan violenta que provoca Ia impaciencia de alg-unos espeetadores. - j Fuera ese! j fuera el tlsico! grita una voz. eTfsico? eLlamarle tfsico delante de Ia Paulita? Juanito quiere ver al deslenguado y hacerle tragar la tisis. Y viendo que las mujeres se interponlan, se envalenton6 mas y Ie erecieron los animos. Por fortuna


EL I'II.JBUSTERJSMO

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era don Custodio el que habla hecho e1 diagnostico y temiendo Ilu,nar la atencion se hada el desentendido escribiendo al parecer I~ critica de la pieza. - j Si no futra porque voy con ustedes! dice Juanito hacie~do girar los ojos como los dr ciertos munecos que mueve d pendulo de un reloj. Y para ser mas parecido, sacaba de tiempo en tiempo. la lengua. Aquella noche se conquisto a los oj os de dona Victorina la fa rna de valiente y pundonoroso y eIla decidio dentro de su torax casarse con el tan pronto se muriera don Tiburcio. Paulita se ponla mas triste cada vez, pensando en cOmo unas muchachas que se \laman cochers podlan octlpar la atencion de Isagani. Cochers Ie recordaba ciertas def\ominaciones que las coJegialas usan entre sl para explicar una especie de afectos. Al fin termjna el primer acto y el marques se lIeva como criadas (i Serpolette y a Germaine, e1 tipo de la belleza timida de la troupe y por cochero al estupido Grenicheu~. Una salva de aplausos los hace reaparecer cogidos de la mano 105 que hace cinco segundos se persegulan y se iban a pegar, saludando aqul y alii al galante publico manileno y cambiando elias miradas inteligentes con varios espectadores. Mientras reina el pasajero tumulto, causado por los que se atropellan para ir al vestuario y felicitar a las actrices, por los que van a saludar a las senoras en los pa1cos, algunos emiten su juicio sobre la pieza y los artistas. -Indudablemente, la Serpolette es la que mas vale, dice uno dandose aires de inteligente. -Prefiero la Germaine, es una rubia ideal. - j Si no tiene voz! -~ Y que me hago c::>n la voz? - i Pues, como formas, la alta! -I Pshl dice Ben-Zayb, ninguna vale un comino, ninguna es artista. Ben-Zayb es el crftico de 芦El Grito de la Integridadll y su aire desdenoso Ie da mucha importancia a los oj os de los que se contentan con 路tan poco.


RIZAL

-I Ni la Serpoiette tiene voz, ni la Germaine ticne gracia, ni eso es musica ni es arte ni es nada! term ina con marcado desden. Para echarselas de gran crltico no hay como mostrarse descontento de todo. La em pres a no habra mandado mas que cos asientos a la Redacci6n. En los palcos se preguntaba quien serla el duefio del palco vado. Aquel ganaba en chic a todos pues llegarla el ult:mo. Sin saberse de donde vino la especie, dfjose que era de Simoun. El rumor se confirm6. Nadie habJa visto al joyero en las butacas, ni en el vestuario, ni en ninguna parte. -I Y sin embargo Ie he visto esta tarde con mister Jouy! dijo uno. - Y ha reg-alado un collar a una de las actrices . .. - i A cual tie ellas? preguntan algunas curiosas. - j A la mejor de todas, la ue seguia con la vista Su Excelencia! Miradas de inteligencia, guinos, exclamaciones de duda. de afirmaci6n, frases et1trecortadas. -I Se las esta echando de Monte-Cristo! observ6 una que se preciaba de literata. • -lOde proveedor de la Real Casal anadi6 su adorador celoso ya de Simoun. En eI palco de nuestros estudiantes se hablan quedado Pecson, Sandoval e Isag-ani. Tadeo se habla ido para distraer a don Custodio dandolc convcrsaci6n y hablandole de sus proyectos favoritos mientras M.tkaraig se entrevistaba con Ia Pepay. -Nada, como Ie deda a usted, amigo Isagani, peroraba Sandoval haciendo gran des gcstos y sacando una voz armoninsa para que las vecinas del palco, las hijas del rico que debia a Tadeo, Ie oyesen; nada, la leng-ua frana~a no tiene la rica sonoridad ni la varia y elegante cadencia del idioma castellano. Yo no concibo, yo no me imagino, y no puedo formarme una idea de los oradores franceses y dudo que los haya habido jamas y los pueda haber en el verdadcro sentido de Ia palabra, en el estricto sentido del concepto


~L FILiBUStERISMO

oradores. Porque no confundamos la palabra orador con la palabra hablador 0 charlatan. Habladores 0 charlatanes los puede haber en todos los paises, en todas las regiones del mundo habitado, en medio de los frios y secos ingleses asi como entre los vivos c impresionabJes france~es ... Y segufa una hermosfsima revista de los pueblos con sus poeticos caracteres y epitetos mas 50noros. Isagani asentJa con la cabeza mientras pensaba en Paulita a quien habfa sorprendido mid.ndole, una mirada que hablaba y queria decir muchas cosas. Isagani queria descifrar 10 que expresaban aquellos ojos j j estos sf que eran elocuentes y nada charlatanes! - Y ust~d que es poeta, esc1avo de la rima y del metro, hijo de las Musas, continuaba Sandoval haciendo un el~antisimo gJesto con la mano como si saludase en el por izonte a las I"\ueve hermanas, i comprende usted, puede usted fi~urarse como con un idioma taG in grato y poco cadencioso como es el frances se puedan formar poetas de la talla gigantes~a de nuestros Garcilasos, nuestros Herreras, nuestros Esproncedas y Calderones? -Sin embargo, observo Pecson, Victor Hugo ... -Victor Hugo, amigo Pecson, Victor Hugo si es poeta es porque 10 debe a Espana ... porque es cos a averiguada, es cosa fuera de toda duda, cosa admitida aun por los mismos franceses que tanta envidia tienen de Espana, que si Victor Hugo tiene genio, si es poeta, es porque su nifiez la ha pasado en Madrid, alB ha bebido las primeras impresiones, alH se ha formado su cerebro, alH se ha coloreado SU' imaginacion, su corazon se ha modelado ' y han nacido las mas bellas concepciones de su mente. Y despues de todo t quien es Victor Hugo? i Es comparable acaso con nuestros modernos? .. Pero la llegada de Makaraig con aire abatido y una sonrisa amarga en los labios, corto la peroracion del orador. Mal<araig tenia en las man os un papel que entrego a Sandoval sin decir una palabra.


fttZAL

Sandoval leyo: ÂŤ Pichona: Tu carta ha lIegado tarde; he presentado ya mi dictamen y ha sido aprobado. Sin embargo, como si hubiese adivinado tu pensamiento, he resuelto el asunto segllO el deseo de tus protcgidos. Me ire al teatro y te esperare a la salida. Tu tierno palomillo,

CUSTODINING. )) - j Que bueno es el hombre! ex clarno Tadeo enternecido. -~ Y bien? dijo Sando\'al, I no veo nada malo, todo 10 conl:rario! -S{, contc$to Makaraig con su sonrisa amarga; j resuelto favo ablemente! j A abo de verme con c1 P. Irene! -~ Y que dic el P. Irene? pregunto Pc("son. -Lo mismo que don Custodio, I y el pilla todavra se atrevio a felicitarme! La comisi6n que ha hecho suyo el dictatnen del ponente, aprueba el pensamiento y felicita a los estudiantes por su patriotismo y deseo de aprender ... -~ Entonces? -Solo que, consiclerando nuestras ocupaciones, y a fin, dice, de que no se malogre la idea entiende que debe encargarse de la direccion y ejecuci6n del pensamiento una de las corporaciones religiosas, en el caso de que los dominicos no quieran incorporar la academia a la Universidad. Exclamaciones de desengaiio saludaron estas palabras: Isagani se levanto, pero no dijo nada. - y para que se yea que continuamos en la direccion de la academia, continuo Makaraig, se nos comete la cobranza de las contribuciones y cuotas con la obligacion de entreg-arlas despues al tesorero que designara la corporacion encargada, el cual tesorero nos librad râ‚Ź'cibos ...


~L

F1LlBUSTERISMO

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- I Cabezas de barangay entonces! observo Tadeo. -Sandoval, dijo Pecson, alii esta el guante, j a recogerlt'! - j Puf! ese no es ningun guante, pero par el alar parece un calcetin. - j Y 10 mas gracioso, continuo Makaraig, es que el P. Irene nos recomlenda celebremos el hecho con un banquete 0 una serenata con antorchas, una manifestacion de los estudiantes en masa dando gracias a todas las personas que en el asunto han intervenido! - j Si, despues del palo, que cantemos y demos gracias! i Supe路y flumina Babylonis sedimus! - I Sf, un banquete como el de los presos! dijo Tadeo. -Un bal\quete en que estemos todos de luto y pronunciemos discursos funebres, aJiadio Sandoval. -Una serenata con la Marsellesa y marchas funebres, propu;:;o IlSagani. -No, senore's, dijo Pecson can su risa de calavera: para ce1ebrar el hecho no hay como un banquete en una pansiteria servido por chinos sin camisa, 1 pero sin camisa! La idea, por la sarc,btica y grotesca, fue aceptada ; Sandoval fue eJ primero en aplaudirla; hacia tiempo querla ver el interior de esos establecimientos que de noche parecen tan alegres y animados. Y precisamente en eJ momenta en que la orquesta tocaba para empezar el segundo acto, nuestros jovenes se Jevantaron abandonando el teatro can escandalo de toda la sala.

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XXIII UN CADAvER

Simoun, en efecto, no habra ido al teatro. Desde las siete de la noche habfa salido de casa, agitado y sombdo; sus <i:riados Ie vieron entrar, dos veces acompaiiado de diferentes individuos; a las ocho Makaraig Ie encontro rondandopor la calle del Hospital, cerca del convento de Santa Clara a la sa-. zan que doblaban las campanas de la Iglesia; a las nueve Camardncocido Ie via otra vez en los alrededores del teatro hablando cbJ? uno que pared a estudiante, franquear la puerta 'y volver a salir y desaparecer en las sombras de los arboles. -~ Y a mr que? volvio a decir Camaroncocido; t que saco con prevenir al pueblo? Basilio, como deda Makaraig, tampoco habra asistido a la funcion. El pobre estudiante, desde que volvia de San Diego para rescatar de la servidumbre a Jull, su prometida, habra vuelto a sus libros, pasando el tiempo en el' hospital, estudiando a cuidando a capitan Tiago, cuya enfermedad trataba de combatir. El enfermo se habra vuelto de un caracter insoportable; en sus malos ratos, cuando se sentla abatido por falta de dosis de opio que Basilio procuraba moderar, Ie acusaba, Ie maltrataba, Ie injuriaba; Basilio sufda resignado con la concietlcia de que hada el bien a quien tanto debra, y solo en ultimo extremo cedia; satisfecha la pasion, el monstruo del vicio, capitan Tiago se ponia de buen humor, se enternecia, Ie llamaba su hijo, 110riqueaba record an do los servicios del joven, 10 bien que administraba sus fincas y hablaba de pacerle S\1 hered~Q; Basilio ~q~r~I~


RJZAL

amargamente y pensaba que en esta vida la com placencia con .el vieio se premia mejor que el cumplimiento del deber. No poeas veces se Ie oeurri<'> dar curso libre a la enfermedad y conducir a 5U bien hechor a la tumba por un scndero de florcs e imagenes risuefias, mejor que alargar su vida por un camino de privaciones. - j Tonto de mi! se decia muchas veces; el vulgo es necio y pues 10 paga ... Pero saeudia la cabeza pcnsando en Juli, en el extenso porvenir qut' tenia de1ante: contaba con vivir sin manchar su conciencia. Seguia el tratamiento prescrito y vigilaba. Con todo, el enfermo iba cada dia, con ligeras intermitencia'S, peor. Basilio, que se habla propuesto ff~ducir paulatinamente la dosis <'> al menos no dcjarle abusar fumando mas de 10 acostumbrado, Ie cncontraba, al volver del hospital 0 de alguna visita, durmiendo el pesaclo so.lefio del opio, babcando y palido como un cadaver. EI joven no se podia explicar de donde Ie pvdla venir la droga j los unicos que frccuentaban la cas a eran Simoun y el P. Irene, aqut-l venia raras veces, y este no cesaba de rccomendarle fuese severo e inexorable en el regimen y no hiciese caso de los arrebatos del enfermo, pues 10 principal era salvarle. -Cumpla usted con su deber, joven, Ie decia, cum pIa usted con su deber. Y Ie hacia un sermoncito sobre este tema, con tanta convicci6n y entusiasmo que Basilio lIegaba a sentir simpatias por el predicador. EJ P. Irene prometia adem as procurarle un buen destino, una buena provincia, y h~5ta Ie hizo entrever la posibilidad de hacerle nombrar "catedratico. Basilio, sin dejarse lIevar de las ilusiones, hacia de creer y cumpHa con 10 que Ie decia la concier,cia. En aquella noche micntras representaban Les CLoches de Comeville, Basilio estudiaba delante de una yieja mesa, a la h,lZ de una lam para qe aceite l cuya


EL FILIBUSTERISMO

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pantalla de cristal opaco sumia en media c1aridad su mclanc61ico semblante. Una vieja calavera, algunos huesos humanos, y unos cuantos volumenes cuidadosamente orden ados, se veian cubriendo la mesa, clonde habia adem as una palangana de agua con una esponja. Un olor a opio que se escapaba del vecino aposento, hacia pesada la atm6sfera y Ie daba sueilo, pero el joven se resistia mojandose de tiempo en tiempo las sienes y los ojos, dispuesto a no dormir hasta concluir con el volumen. Era un tome de la M edicina legal y Toxicologia del Dr. Mata, obra que Ie hablan prestado y debla devolver al dueiio cuanto antes. El catedratico no queria explicar menos que por aquel autor y Basilio no tenia dinero bastante para comprarse la obra, pues, con el pretexto de' que estaba prohibida por la censura de Manila y habia que sobo~nar a muchos empleados para introducirla, los hbreros pedlan elevados precios. Tan absorto estaba el joven en su estudios, que ni siquiera se h':lbla ocupado de unos folletos que Ie envieron de fuera, sin saber de d6nde, folletos que se ocupaban de Filipinas, entre los cuales figuraban los que mas lIamaban la atenci6n en aquella epoca por la manera dura e insultante con que trataban a los hijos del pals. Basilio no tenIa tiempo suficiente para abrirlos, acaso Ie detuviera tam bien el pensamiento de que no es nada agradable recibir un insulto 6 una provocaci6n y no tener medios de defenderse 6 contestar. La c{.nsura, en efecto, permitla los insultos a los filipinos pero les prohibia a estos la replica. • En medio del silencio que reinaba en 1a casa, turbade s610 por alguno que otro debil ronquido que partia del vecino aposento, Basilio oy6 pasos ligeros en las escaleras, pasos que cruzaron despues la caida dirigiendose a conde el estaba. Levant6 la cabeza, via abrirse h puerta y con gran sorpresa suya, aparecer la fh;ura sombrfa del joyero Simoun. Desde la escena de San Diego, Simoun no habia vuelto aver ni at joven ni a. CapitiQ Tias-o.


RTZAL -~ Como esta el enfermo? pregunt6 echando una d.pida ojeada por el cuarto y fijindose en los folletus que mencionamos cuyas hojas aun no estaban cortadas. -Los latidos del corazon, imper eptiblcs ... pulso muy debil ... 1;Ipetito, perdido por completo, rcpLlso :Basilio con sonrisa triste y cn voz baja; suda profusamente a la madrugada. Y viendo que Simoun, por la direcci6n de In cara, se fijaba en los dichos folletos y tcmiendo volviese :i reanudar el asunto de que hablaron en el bosque, continuo: -EI organismo est:i saturado de vcneno; de un dia a otro puede morir como herido del rayo ... la causa mas peguena, un nada , una cxcitacion Ie puedc matar ... - j Como Filipinas! observ.o lugubrcmente Simoun. Basilio no ~udo reprimir l n gesto y, deeidido a no rC.6ucltar el asunto, prosi~ui6 como si nada hubicse oido: -Lo que mas Ie dcbilita son las pesadillas, sus terrores ... - j Como el gobierno! volvia :i observar Simoun. -Haee unas noches desperto sin luz y crey6 que 'Se habia vuelto cieg-o; estuvo alborotando, lamentandose e insultandorne, diciendo que Ie habia sacado los ojos ... Cuando entre con una luz me tomo por el P . I rene y me llama su salvador ... -I Como el gobierno, exactamente! -Anoche, prosigui6 Basilio haciendose el sardo, se levanto pidiendo su gallo, su gallo muerto hace tres arios, y tuve que presentarle una gallina, y entonces me colma de bendiciones y me prorneti6 muchos miles ... En aque! momento en un re10j dieron las diez y media. Simoun se estremeci6 e interrumpi6 con un gesto al joven. -Basilio, dijo en voz baja, escucheme usted atentamente f Clue los ~omentos son preciosos. Veo que


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usted no ha abierto los libros que Ie he enviado; usted no se interesa por su pals ... EI joven quiso protestar. -I Es inutil! continuo Simoun secamente. Dentro de una hora la revolucion va a estallar a una sefial mIa, y manana no habra estudios, no habra Universidad, no habra mas que com bates y matanzas. Yo 10 t2ngo todo dispue~to y mi exito esta asegurado. Cuando nosotros trtunfemos, todos aquellos que pudiendo servirnos no 10 han hecho, seran tratados como enemigos. 1 Basilio, vengo a proponerle su muerte 0 su porvenir! -I Mi muerte 0 mi porvenir! repitio como si no comprendiese nada. -Con el gobierno 0 con nosotros, repuso Simoun ; con sus op'res')res 0 con su pais. 1Decidase usted que el tiempu urge! 1 Vengo a salvarle en vista de los recuerdos ~ue nos ligan! -I Con lo's op:-esores 0 con mi pals! repetia en voz baja. EI joven esta,ba atontado; miraba al joyero con ojos donde se pilltaba el terror, sintio que sus extremidades se enfriaban y mil confusas ideas cruzaban por su mente; veia las calles ensangrentadas, oia el tiroteo, se encontraba entre muertos y heridos y j singular fuerza de la aficion! se veia Ii si mismo con su blusa de operador cortando piernas y extrayendo balas. -Tengo en Imis manos la voluntad del gobierno, continuo Simoun; he em pen ado y gastado sus pocas fuerzas y recursos en tontas expediciones, deslumbdndole con las ganancias que podia sisar; sus cabezas estan ahora en el teatro tranquilas y distrafdas pensando en una noche de placeres, pero ninguna vol\'era a reposar sobre la almohada ... Ten150 res;imientos y hombres a mi disposicion, a unos les he hecho creer que la revoluci6n la ordena el general, a otros que la hacen los frailes; a algunos les he com prado con promesas, con emplcos, con dinero; muchos, muchlsimos obran por venganza, porque 16.- TOMO 11


lutAL

estan oprimidos y porque se yen en el caso de morir 6 matar ... 1 CalJesang Tales esta abajo y me ha acompaiJado hasta aqui! Vuelvo a rcpetlrle, Gvicnt: usted con nosotros 0 prefiere exponersc a los resentimicntos de los mios? En los momentos graves, declararse neutro es exponcrse a las iras de ambos partidos enemigos. Basilio se Pl'lSO varias veces la mano por la cara como si quisiese despertarse de una pesadilla j sinti6 que su frente estaba pallda, fria. - j Decidase usted! repitio Simoun. -G Y que ... tendria yo que hacer? pregunt6 con voz ahogada, quebrada, debit. -Una cos a muy sencilla, repuso Simoun cuyo semblante se ilumino con un rayo de esperallza: como tengo que di 'igir cl movimiento, no puedo distracrme en ningulla accion. Necesito que, mientras toda la atencion de la ciudad esta en difcrcntes puntos, usted a la cabeza de un pclot6n fuerce las puertas del convento de:. Santa Clara y saque de alii a una persona que usted, fuera de mi y de capidn Tiago, solo puede reconocer ... Ustcd no corre peligro alguno. - j Maria Clara! exc1amo cl joven. - j Si, Maria Clara! repitio Simoun y pOl' primera vez su accnto tomab,.. notas tristes y humanas; j la quiero salvar, por salvarla he quendo vivir, he vuelto ... hago la revolucion porque solo una rcvolucion podra abrirme las I uel tas de los convcntos! - j Ay! dijo Basilio, juntando las manos; j IJega usted tarde, dcmasiado tarde! - Y Gpor que? prcgunt6 Simoun frunciendo las cejas. - j Maria Clara ha muerto! Simoun se levanto de un saIto y se abalanzo al Joven. - i Ha muerto? ?regunto con acento terrible. -Esta tarde, a las seis; ahora debe estar . .. - j No es verdad! rug-i6 Simoun palido y desencajado, i no es verdad! i Maria Clara vivc, Maria Clara


ttt. t:H.. tBUSTERISMO

tiene que vivir! 1 Es un pretexto cobarde... no ha muerto, y esta noche la he de libertar 6 manana rouere usted! Basilio se encogi6 de hombr~s. -Hacla dias que se puso mala y yo iba at convento para tener noticias. Mire usted, aqui esta la carta del P. Salvi que trajo el P. Irene. Capitan Tiago estuvo llorando toda la noche, besando y pidiendo perd6n al retrato de su hija hasta que concluy6 por fumarse una enorme cantidad de opio ... Esta tarde han tocado sus agonias. -I Ah! exc1am6 Simoun, y cogiendose la cabeza con am bas manos se qued6 inm6vil. Se acordaba de haber oido en efecto el toque de agonias mientras rondaba en los alrededores del convento. - i Muertal murmur6 en voz tan baja como si hablase una sombra, i muert ! muerta sin haberla vis to, muerta in saber que vivia por ella, muerta sufriendo ... Y sintiendo que una tempestad horrible, una tempestad de torbellinos'y truenos sin gota de lluvia, sollozos sin lagrimas, gritos sin palabras, rugia en su pecho e iba a desbordarse como lava candente largo tiempo comprimida, sali6 precipitadamente del cuarto. Basilio Ie oy6 bajar las escaleras con paso desigual, atropellado; oy6 un grito ahogado, grito que parecla anunciar la llegada de la muerte, profundo, supremo, lugubre, tanto que el joven se lcvant6 de su silla, palido, tembloroso, pero oy6 los' pasos que se perdlan y la puerta de la calle que se cerraba con estrepito. - i Pobre senor! murmur6, y sus oj os se llenaron de Iagrimas. Y sin acordarse de estudiar, con la mirada vaga en el espacio estuvo pensando en la suerte de aquenos dos seres, el uno joven, rico, ilustrado, libre, duefio de sus destinos, con un brillante porvenir en lontananza, y ella, hermosa como un ensllefio, pura, llena de fe y de inocencia, mecida entre amores y


lUZAl..

sonrisas, destinada a una existencia feliz, a ser ado路 rada cn familia y respetada en eJ mundo, y sin embargo, de aquellos dos seres lIenos de amor, de itusiones y de esperanzas, por un destino fatal el vagab.fl por e1 mundo arrastrado sin cesar por un torbeHino de sangre y lagrimas, sembrando el mal en vez de hacer el bien, abatiendo la virtud, y fomentando el vicio, mientras ella se moria en las sombras misteriosas del c1austro, donde buscara paz y acaso encontrara sufrimientos, donde entraba pura y sin mancha y expiraba como U;1a ajada HorL" I Duerme en paz, hija infeliz de mi desventurada patria! j Sepulta en la tumba los encantos de tu juventud, m.archita en su vigor! j Cuando un pueblo no puede b indar a sus drgenes un hogar tranquilo, al amparo d la libertad sagrada; cuando el hombre solo puede legar sonrojos a la viuda, htg-I'imas a la madre y escla ;tud a los hijo , haceis bien vosotras en 'condenaros a perpetlla astidad, ahogando en Vllestro senD el germen de la futura g-encracion maldita! I Ah, bien hayas tu que no te has de estremecer en tu tumba oyendo el grito de los que agonizan en sombras, de los que se sienten con alas y estan encadenados, de los que se ahogan por falta de libertad! j Ve, ve con los suenos del poeta a la regi6n del infinito, sombra de mujer vislumbrada en un rayo de luna, murmurada por las flexibles ramas de los canaverales ... Feliz la que muere Horada. la que deja en el coraz6n del que la ama una pura vision. un santo recuerdo, no manchado por mezquinas pasioncs que fermentan con los anos! j Ve, n050tros tc recordaremos! j En el aire puro de nuestra patria, bajo su cielo azul, sobre las ondas dellag-o que aprisionan montaiias de zafiro y orillas de esmeralda; en sus cristalinos arroyos que sombrean las canas, bordan las flores y animan las libelulas y mariposas con su vuelo incierto y C'aprichosl) como si jugasen can el aire; en el silencio de nuestros basques, en el canto de nuestros arroyos, en la Iluvia de brillantes de nuestras cascadas, a la luz resplandeciente de nues-


EL FILIBUSTERISMO

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tra luna, en los suspiros de la brisa de la noche, en todo, en fin, que evoque la imagen de 10 amado, te hemos de ver cternamente como te hemos sofiado, beJla, hermosa, sonriente como la esperanza, pura como la luz, y sin embargo, triste y melanc61ica cootemplando nucstras miserias!



XXIV SUENOS JA "Dor,

qu~

astro eres?

Al dia siguiente, un juevcs, horas antes de ocultarse el sol, en(ami'1aba~e lsagani por el hermoso paseo de Maria Cristina en direccion al Malecon, para acudir a la cita que ~quella manana Paulita Ie habia dado. EI joven no dudaba que iban a hablar de 10 aconteciQo en la noche anterior, y como estaba decidido a pedirla cxplicaciones y sabia 10 orgullosa y altiva que ra, preveia un rompimiento. Ante esta eventualidad t~jo cOllsigo las dos unicas cartitas de la Paulita, dos l;'edacitos de pape1, donde apenas habfa algunas lineas escritas aprisa, con varios borrones y regular ::>rtografia, cosas que no impedian las conservara el enamorado joven con mas amor aun que si fuesen aut6grafos de la misma Safo 0 de la musa Po\imnia. Esta decision de sacrificar cl amor en aras de la dignidad, la conciencia de sufrir cumpliendo con d deber, no impedfan que una profunda melancoHa se apoderase de Isagani y Ie hiciese pensar en los hermosos dfas y noches mas hermosas todavfa, en que se murmuraban dukes necedades al traves de las rejas floridas del entresuelo, necedades que para el joyen ten ian tal caracter de seriedad e importancia que Ie parecian las {micas digna"s de merecer la atencicSn del mas elevado entendimiento humano. Isagani pensaba en los paseos en las noches de luna, en la feria, en las madrugadas de ciiciembre despues de la misa del gallo, en el agua Lendita que la solia ofrecer y


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ella se 10 agradecia con mirada Jlena de un poema de amor, estremtciendose ambos al poncrse en contacto los dedos. Sonoros ~uspiros como pequenos cohctes saBan de su pecho y se Ie ucurrian todos los vcrsos, / todas las frases de los poetas y escritores sobre la inconstancia de la mujer. t\laldecia en su interior la creacion de los tea tros, la opereta f ranccsa; prometia vengarse de PelJez a la primera oportunidad. Todo cuanto Ie rodeaba se Ie aparecia bajo los mas tristes y negros colores; la bahia, desierta y solitaria, parecia mas solitaria todavia por los pocos vaporcs quc en ella fondeaban; el sol iba a morir detras de Mariveles, sin poesia y sin encantos, sin las nubes caprichosas y ricas en oolores de las t<lrdes bienaventuradas; el mdnumento de Anda, de mal gusto, mezquino y recargado, sin es tilo, "in grandeza, pared a un sor-bete 0 a lu mas un pastel; Ius senores que se paseaban por el Malecon, a pesar de tener un aire satisfecho y (';ontento, Ie parecian hurailos, altivoe; y vanos; travtesos y mal edlcados, los chicos qUl' jugaban en la playa haciendo saltar sabre las ondae; las piedras planas de la ribera, 0 buscando en la arena moluscos y crusticeos que cog"cn por co~er y los matan sin sacar de ellos provecho; en fin, hasta las eternas obras del puerto a que habia dedicado m1s de tres orl<1S, Ie parecian absurdas, ridiculas, juego de chiqu;lIes. - i EI pucrtu, ah! i el puerto de Manila, bastardo que, desde que se concibe, hace Horar a todos de humillacion y vergUenza! i si al menos despues de tanta') lagrimas no saliese e\ feto hecho un inmundo aborto! Saludo distraidamente a los jesuitas, sus antiguos profesores: apenas se fijo en un tandem que conducia un americano y excitaba las envidias de algunos elegantes que guiaban sus calesas; cerca del monumento de Anda oyo que Ben-Zayb hablaba con otro de Simoun, que en la noche anterior se habia puesto subitamente enfermo; Simoun se neg-aba a recibir <i nadie, a los mismos ayudantes del general.


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- I Va! exclamo IS2gani con risa amarga; 1 para ese las atcnciones porque es rico . .. vuelven los sold ados de las expediciones, enfermos y heridos,' y a ell os nadie los \ isita! Y pensClndo en estas expediciones, en la suerte de los pobres soldados y en la resistencia que oponlan los insularcs al yugo extranjero, penso que, muerte por muerte, si la de los soldados era sublime porque cumplfan con su deber, la muerte de los insulares era gloriosa porque defend/an su hogar. - j Extraiio destino, el de algunos pueblos! dijo. Porque un viajero arriba a sus playas, pierden su libertad y pasan a ser subditos y esclavos, no solo del viajcro. no solo de 10:'> herederos de este, sino aun de todos sus compatriotas, y no por una generaci6n sino para s;cmpre. j Extraiia concepci6n de justicia! j Tal situacion da amplio' derecho para exterminar a todo lorastero como al mas feroz monstruo que puede arrojar el rna ! Y pensaba q e aquellos insulares, contra los cuales su patria e. taba en guerra, dcspues de todo no tenlan mas cril1/en que el de su debilidad. Los viajeros abordaron tambien a las playas de otros pueblos, pero por hallarios [uertes, no trataron de ,su singular prete nsi6n. Debiles y todo Ie parecia hermoso el espect,lculo que daban, y los nombres de los enemigos, qut' los peri6dicos no se descuidaban de l1amar cobardes y ' traidores, Ie parecian gloriosos, sucumbian con gloria al pie de las ruinas de sus imperfectas forti ficaciones, con mas gloria aun que los antiguos heroes troyanos; aquellos insulares no habian robado ninguna Helena filipina. Y con su entusiasmo de poeta, pensaba en los j6venes de aquellas islas que podian cubrirse de gloria a los ojos de sus mujeres, y como enamorado en desesperacion les envidiaba porque podian hal1ar un brillante suicidio. Y exclamaba: - I Ah! j quisiera morit', reducirme a la nada, dejar a mi patria un nombre glorioso, morir por su causa, Qefendiendola <:Ie la inyasj6p extranjera y que el sol


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despues alumbrara mi cadaver como centinela inm6vil en las rocas del mar! Y el conflicto con los alemanes se Ie venIa a I~ memoria, y casi sentia que se hubiese allanado; cl hubiera muerto con gusto por el pabc1l6n espanolfilipino antes de someterse al extranjcro: -Purque despues de todo, pensaba, con Espana nos unen solid0s lazos, el pasado) la historia, Ia religi6n, el idiLma ... -I EI idioma, !>l, el idioma! Una sonrisa sarcastica se dibujo en su<; labios: aquclla noche tcni:m ell os el banquete en la pal1siteria para cdebrar Ia muerte de la Academia de castellano. - j Ay! suspiro; j como los Iiberales en Espana sean cwiJ los tenerrlOS aqui, dentro de poco la Madre Patria podni contar el numero de sus fides! La noche desccndia poco a poco y con ella aumentabase la melancolla en el corazon dcl jo\'cn, que perdia easi la espcranza de ver a Paulita. Los paseantes aband naban pOGo a poco cI Malccon para irse a la Luneta, euya musica dejaba oir peuazos de melodias traidas hasta alii por la f resca brisa de la tarde; los marineros de un barco de guerra, anclado en el rio, ejecutaban las maniobras de antcs de la noche, trepando por las cuerdas Jigeros como aranas ; las embarcaciones encci/dian poco a poco sus fanales dan do senalcs de vida y Ia playa Do el viento rila la. callarlas olas Que con blando murmullo cn la ribera Se de"Jizan veloces por 51 solas ...

que dice Alaejos, exhalaba a 10 Jejos tenues vapores que la luz de la luna, ahora en todo su Ileno, convertia poco a poco en gas a transparente y misteriosa ... Un ruido lejano se percibe, ruido que se ace rca mas y mas; Isagani vuelve la cabeza y su coraz6n comienza a latir violentamente: un coche viene tirado por caballos blancos, los caballos blancos que dis-


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tinguiria entre cien mil. En el coche vienen Paulita, dona Victorina y la amiga de la noche anterior. Antes que pudiese dar un paso el joven, Paulita ha saltado ya en tierra con su agilidad de silfide y sonrie a Isagani COll sonrisa llena de conciliaci6n; Isagani sonrie a su vez y Ie parece que todas las nubes, todas las negras ideas que antes Ie asediaban, se disipaban como huroo; luces tenia el cielo, cantos el aire y flores cubrian las hierbas del camino. Desgraciadamente, dona Victorina estaba alli, dona Victorina que cogfa para sf el joven para pedirle noticias de don Tiburcio. Isagani se hab/a encargado de descubrir su escondite valiendose de los estudiantes que conacia. -N inguno me ha sabido dar raz6n hasta ahora, respondia y decJa la verdad, porque don Tiburcio estaba escondido precisamente en casa del mismo tio del joven, el P. Florentino. -Hagale usted saber, deda dona Victorina furiosa, que me valdre de la guardia civil; vivo 6 muerto quiero saber d6nde esta ... j POl'que tener que esperar diez afios para poderse una casar! Isagani la mir6 espantado; dona Victorina pensaba en casan,e. ~ Quien seria cJ in feliz? -~ Que Ie parece a l,sted ] uanito Pelaez? pregunt6 ella de repente. -eJuanito? Isagani no sab/a que contestar; dabanle ganas de decir todo 10 malo que sabia de Pelaez, pero la delicadeza triunf6 en su coraz6n y habl6 bien de su rival por 10 mismo que 10 era. Dona Victorina, toda contenta y entusiasmada, se deshizo entonces en pbnderar los meritos de Pelaez, e iba ya a hacer de Is~gani confidente de sus nuevos amores, cuando la amiga de Paulita vino corriendo a decir que el abanico de esta se hab/a ca/do entre las piedras que hab/a en. la playa, junto al Malec6n. Estratagema 6 casualldad, es el caso que este percance di6 motivo a que la amiga se quedase con la vieja e Isagani se entendiese con Paulita. Por 10 ~emas, dona Victo-


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rina se a1egraba, y por quedarsc con Juanito, favoreda ella los amores de lsagani. Paulita tenia su tactica; al darle las gracias !e hizo la of end ida, la resentida, y delicadamcnte di6 a en tender que se extranaba de encontrarle alli cuando todo el mundo estaba en la Luneta, hasta las actrices f rancesas ... -Me habia dado usted cita, ~ como podia yo menos? .. -Sin embargo, anoche ni siquiera se apercibi6 usted de que estaba en el teatro; todo el tiempo Ie estuve observando y no apartaba usted sus ojos de aquellas cochers ... Se cambiaron los papelcs; Tsagani, que venia para pedir expli'::l'.:iones, las tuvo que dar y se Lonsider6 muy feliz cuando Paulita Ie dijo que Ie perdonaba. En cuanto a. la pre~encia de esta en el teatro, todavia era de agradeccrscla; ella, forzada por la tia, s610 se habra ~ccidido con la esperanza de verlc durante la funci6 . j Bien se b rlaba ella de Juanito Pelaez! - j Mi tfa es quicn esta enamorada! dijo riendo aleg-remente. Rieronse ambos, e) casamiento de Pelaez con dona Victorina les ruso locos de contento y 10 vieron ya como realizado; pero Isagan i se acord6 de que don Tiburcio vivia y confi6 a su amada el secreto, despu(><; de haeerl" prometer que no 10 diria a nadie. Paulita prometi6, pero con la reserva mental de contarselo a su amiga. Esto lIev6 la conversacion al pueblo de Isagani, rodeado de bosques y situado a ori11as del mar que ruge al pie de las elevadas rocus. La mirada de Isagani se iluminaba al hablar de aquel obscuro rincon; el fueg-o del orgullo ('ncendia sus mejillas, vibraba su voz, su imaginacinn de poeta se caldeaba, las palabras Ie venian ardientes, \lcnas de entusiasmo corrio si hablase a1 arnor de su arnor y no pudo rnenos de exc1amar: -I Oh! I en la soledad de mis montanas me siento


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libre, libre como el aire, como la luz que se lanza sin frenos por el espacio! j Mil ciudades, mil palacios diera yo por el rincon de Filipinas, don de lejos de los hombres me siento con verdadera libertad! j Alii, con la naturaleza cara a cara, delante del misterio y del infinito, el bosque y el mar, pienso, hablo y obro como un hombre que no reconoce tiranos! Paulita, ante tanto entusiasmo por el pueblo natal, entusiasmo que no comprendia, ella que estaba acostumbrada a oir hablar mal de su pais y hacer de vez en cuando coro, manifesto ciertos celos haciendose, como siempre, la resentida. Pero lsagani la tranquilizo muy pronto. , - j 5i, dijo, yo Ie amaba sobre todas las cosas antes de conocerte! Gustabame vagar en la espesura, dormir a la sombra de los arboles, sentarme sobre la cima de una roca para abarcar COll la mirada el Pacifico que revuclve delante de mi sus azules olas, trayendome el eco de los cantos aprendidos en las playas de la America libre ... Antes de conocerte, aquel mar era para mt un mundo, mi encanto, mi amor, mis ilusiones. Cuando duerme en calma y el sol brilla en la altura, me deleitaba mirando al abismo, a cincuenta metros a mis pies, buscando monstruos en los bosques de madreporas y corales que se columbran al traves del Ilmpido azul, las enormes serpi~ntes que, al decir de los campesinos, dejan los bosques para vivir en el mar y adquirir fOrIl1aS espantosas ... Por las tardes que es cuando, dicen, aparecen las sirenas, las cspiaba yo entre una y otra ola, con tanto afan que una vez crei distinguirlas en medio de la espuma, ocupadas en sus diyinos juegos; 01 distintamente sus cantos, cantos de libertad, y percibi los sonidos de sus argentinas arpas. Antes pasaba horas y horas mintndo transformarse las nubes, contemplando un arbol solitario en el llano, una roca, sin poder darme razon del por que, sin poder definir el vag-o sentimiento que en mi despertaban. Mi tlo me solia predicar largos sermones y temrendo me volviese hipocondriaco hablaba


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de llevarme a casa de un medico. Pero te vi, te arne, y en estas vacaciones, pareciame que algo me Calta-

ba alii, el bosque estaba obscuro, triste el rio que corre en Ia espesura, monotono el mar, desierto el horizonte... j Ah! j si fueses una sola vez, si tus plantas hollasen aquellos senderos, si agitases con la punta de tus dedos las aguas del arroyo, si mirases al m~r, te sentases en la roca c hicieses \路ibrar el aire con tus melodiosos cantos, mi bosque se transformaria en Eden, las ondas del arroyo cantadan, brotaria la luz de las obscuras hojas, sc convertirian en brillantes las gotas de rocio y en perlas las espumas del mar! Pero Paulita habia oido dr;cir que para ir al pueblo de Isagalli era necesario pasar por montanas donde abundaban pequenas sanguijuelas, y a este solo pensamiento, la cobarde se estremeda convulsivamente. Co odona y mima a, dijo que solo viajaria en coche 0 n ferrocarril. Isagani, que habia olvidado todos sus pesimismos y solo vela en todas partes rosas sin espinas, respondia: -Dentro de muy poco, todas las is las van a estar cruzadas de redes de hierro, Por donde nlpida5 Y voladoras Locomnto as Corriendo inln

como dijo uno; entonces los rincones mas hermosos del archipielago estaran abiertos a todos ... -Entonces, pero ~ cuando? Cuando sea una vieja ... - j Bah! no sabes 10 que podemos hacer dentro de algunos anos, contesto Isagani; no sabes Ia energia y el entusiasmo que en el pais se despiertan despues de un Jetargo de sig-Ios ... Espana nos atiende; nuestros jo\"enes en Madrid trabajan noche y dia y dedican a Ia patria toda su inteligencia, todos sus instantes, todos sus esfuerzos; voces generosas se unen


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alIa a las nuestras, politicos que comprenden que no hay mejor lazo que la comunidad de intereses y sentimientos j se nos hace justicia y todo augura para todos un briJlante pc,rvcnir... j Verdad es que acabamos de sufrir un pequefio desastre, nosotros los estudiantes, perc la victoria va triunfando en toda la linea ... esta en todas las conciencias! i La traidora den'ota que suftimos atestigua las ultimas boqucadas, las ultimas cOJ;wulsiones del moribundo! i Manana sp.remos ciudadanos de Filipinas, cuyo destino sera hermoso porque estani en amantes manos; oh, 51, el porvenir es nuestro, 10 yeo de rosa, yeo el movimiento agitar la vida en estas regiones largo tiempo muertas, alctargadas ... Veo surgir pueblos a 10 largo de los caminos de hierro , y por don de quiera fabricas, edificios como aque! de Mandaloyon! ... Oigo el vapor silb r, el traqueteo de los trenes, el estruendo d~ las maquinas ... miro subir el humo, su potente respiracion, y • spiro <.:l olor de aceite, el sudor de los monstruos ocupados en incesante faena ... Ese puerto, de gestacion laboriosa, esc rio donde parece agoniza el comer'~io, los veremos Jlenos de mastiles y nos danin una idea del invierno en los bosques de Europa ... Este aire puro y estas piedras tan limpias se lIenaran de carbon, de cajas y barriles, productos de la industria humana, pero, I no importa! iremos en rapido movimiento, en coches comodos, a buscar en el interior otros aires, otros panoramas en otras playas, mas frecas temperaturas en las faldas de los montes ... Los acorazados de nuestra marina guardaran las costas; el espanol y el filipino rivalizaran en celo para rechazar toda invasion extranjera, para defender vuestros hog-ares y dejaros a vosotras reir y gozar en paz, amadas y respetadas. Libres del sistema de explotacion, sin despechos ni desconfianzas, el pueblo trabajara porque entonces el trabajo dejad. de ser infamante, dejara de ser servil, como imposi~ cion al esclavo; entonces el espanol no agriara su cad.cter con ridkulas pretensiones despoticas y, franca la mirada, robusto e1 corazon, nos daremos la


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mano, y e1 comercio, la industria, la agricultura, las ciencias se desenvolvedn al amparo de la libertad y de leyes sabias y equitativas como en la pr6spera Inglaterra ... Paulita sonrela con aire de duda y sacudfa la cabeza. - j Suefios, suefios! suspir6 j he oldo decir que teneis muchos enemigos ... Tia Torina dice que estc pais sed siempre esc1avo. -Porque tu tia es una tonta, porque no puede vivir sin esclavos, y cuando no los tiene, los sueiia en el porvenir, y si no son posibles, los forja en su imaginaci6n. Cierto que tenemos encmigos, que habra lucha, pero venceremos. El viejo sistema podra convertir las ruinas de su castillo en in formes barricadas, nosotros se las tomaremos al canto de libertad, a la luz de vuestros ojos, al aplauso de vuestras adoradas manos! I Por 10 dema , no te inquietes; la lucha sera pacifica; basta que vosotras nos lanccis al estudio, desperteis en 11050tros nobles, clevad05 pensamientos y nos alenteis a la constancia, al heroismo con el premio de vuestra ternura! Paulita c()nservaba su risa enigmatica y pareda pellsativa; miraba hacia el rio dandose en las mejillas ligeros golpecitos con d aban ieo. -~ y si nada conseguis? pregunt6 distralda. La pregu'lta Ie hizo dano a Isagani; fij6 los oj os en los de Sll amada, cogi61e suavemente una mano y repuso: -Escucha: si nana conseguimos ... Y se detuvo vacilando. - Escucha, Paulita, continu6; sabes cunnto te amo y cuanto te adolo, sabes que me siento otro cuando me envuelvc tu mirada, cuando sorprendo en ella una centf:'ila de <smor ... sin embargo, si nada conse~uimos, so;;arla en otra mirada tuya y mo.-ida dichoso porque un rayo de or~ullo pudiese brillar en tus ojos y dijeses un dia al mundo seiialando mi cadayer: j mi amor ha muerto luchando por los derechos de mi patria!


EL FILIBUSTERISMO

-) A casa, nina, que vas a coger un resfriado! chill6 en aquel momento dona Victorina. La voz lcs tra jo a la realidad. Era la hora de volver, y por amabilidad invitaron a Isagani a subir en el coche, invitac:6n que el joven no se hizo repetir. Como el coche era de Paulita, naturalmente ocuparon cl testero dona Victorina y la amiga, y en el banquito los dos enamorados. ' j Ir en el mismo coche, tenerla al lado, aspirar su perfume, rozar la seda de su traje, verla pensativa, con los brazos cruzados, bafiada por la luna de Filipinas que presta a las cosas mas vulgares idealidad y encantos, era un suefio que Isagani no se esperaba! j Que miserables eran los que se retiraban a pie, solos, y tenian que apartarse para dejar paso al rapido coche! De todo aquel trayecto, a 10 largo de la playa, por el paseo de la Sabana, el puente de Espana, Isagani no vi6 mas que un suave perfil peinado graciosamente, terminado por un flexible cuello que se pcrdia entre las gasas de la pina. Un brillante Ie guinaba desde el 16bulo de la diminuta oreja, como una estrella entre plateadas nubes. Isagani habia oido ecos lejanos preguntandole por don Tiburcio de Espadafia, el nombre de Juanito Pelaez, pero Ie sonaban a campanadas que se oyen de lejos, voces confusas percibidas durante el sueno. ' Fue necesario a9vertirle que hablan llegado a la plaza de Santa Cruz.

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TOMO II



xxv RISAS.-LLANTOS

La sala de la (( Pansiteria M acanista de buen gustoÂť ofrecia en aqueJ\a noche un aspecto extraordi-

nario. Catorce jovenes, de las principales islas del Archipielago, desde el indio puro (si es que los hay puros) al espano\ pe linsular, se reunhn para celebrar el banquete que c1 P. Irene acon~ejaba, en vista de la resoluci6n dada al asunto de \a ensefianza del castellano. Habian alquilado para si todas las mesas, mandan do aumentar la~ luces y pegar en la pared, junto a los paisajes y kakemonos chinescos, este extrano verslculo: j GLORIA A CUSTODIO POR SUS LISTURAS Y PANSIT EN LA TIERRA

A

LOS CRICOS DE BUENA VOLUNTAD!

En un pais donde todo 10 grotesco se cubre con capa de seriedad, donde muchos se elevan a fuerza de hurno y aire calcntado; en un pais donde 10 profundamente serio y sincero dana al salir del corazan y puedc ocasionar disturbios, probablemente aquella era la mejor manera de celebrar la ocurrencia del insigne don Custodio. I Los burJados contestaban a la soma con una carcajada, al pastel gubernamental respondian con un plato de pansit y todavia! Se reia, se chanceaba, pero era visible que en la alegrla habia esfuerzo; las risas vibraban de cierto temblor nervioso, de los ojos saltaban rapidas chispas y en mas de uno se via una tagrima brillar. I Y ~in embargo, aquellos j6venes eran crueles, eran injustos! I No era la primera vez que se resolvian as! los mas hermosos pen sam ientos , que se defraudaban


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las esperanzas con gran des palabras y pequef\us acciones: antes de don Custodio, hubo otros muchos, muchisimos! En medio de la sala y bajo los faroles rojos, e vdan cuatro mesas redondas, dispues tas simetricamente forman do un cuadrado; scrvlan de asicnto banquillos de madera igualmcnte redondos. En el centro de cada mesa, segun el uso del establecimiento, se presentaban cuatro platitos de colorcs con cuatro pasteles cada uno, y cuatro tazas de te con sus correspondientcs cubicrtas, todas de porcclana roja; delante de cada banquillo se velan una botclla y dos copas de luciente cristal. Sandoval, a fuer de curioso, miraba, escudriiiaba todo, probaba las pastas, examinaba los cuadros, lela la lista de los precios. Los dem;-is hablaban del tema del dia, de las actrices dc la opercta francesa y la entermed~d misteriosa d Simoun, a quicn, scgun unos, ha,?j~n encontrado hcrido en la caJlc, segun otros, habla intentado suicidarse: como era natural se perdian en conjeturas. Tadeo daba su H:rsi6n particular, segun el, tom ada de buena fuente. Simoun habla sido atacado por un desconocido en la antigua plaza del Vivac; los motivos eran la venganza, y en prueba de ello el mismo Simoun sc negaba a dar la mas minima cxplicaci6n. De alii pasaron a hablar de venganzas misteriosas, y naturalmente de hazaflas frailunas contando cada uno las proezas de los respechvos curas de sus pueblos. Una cuarteta, en grandes letras negras, coronaba el friso de Ia sala y deda: De e<ta fonda el cabecil'a Al pu bli co advierte Que nada dcjen absolutamente Sobre alguna mesa 6 silJa.

- i Vaya una advertencia! exc1am6 Sandoval; si habra confianza en la cuadrilla, ceh? I Y que versos! I Don Tiburcio convertido en redondilla, dos pie~,


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uno mas largo que otro entre dos muletas! I Si los ve Isagani, los regala a su futura tta! -I Aqui esta Isaganil contest6 una voz des de las escaleras. Y el dichoso joven apareci6 radiante de alegria, seguido de dos descamisados chinos que lIevaban en enormes bandejas fuentes que esparcian apetitoso olor. Alegres exclamaciones los saludaron. Faltaba Juanito Pelaez, mas habiendo pasado ya la hora, sentaronsc a la mesa alegremente. Juanito siempre iba a ser informal. -Si en su lugar hubiesemos invitado a Basilio, dijo Tadeo, nos divertiriamos mas. Le emborrachadam.,s para sacarle secretos. - i Que, el prudenfe Basilio posee secretos? -I Vaya! ontcst6 Tadeo, j y de los mas importanles! Hay ciertos enigmas de los cuales el 5610 conoce la Have ... e muchacho desaparecido, la monja ... - j Senores, 1 pansit lang-l ng es la sopa por excelencia! g-ri"taba Makaraig; como usted vera, Sandoval, se com pone de setas , langostinos 6 camarones, pasta de huevos, sotanjun, trozos de gallina, y que se yo mas. Como primicias, ofrezcamos los huesos a don Custodio; j a ver que proyecte algo sobre ellos! Una alegre carcajada recibi6 esta arenga. -Si 10 lIega a saber ... - j Se viene corriendo! aiiadi6 Sandoval; la sopa es excelente, ~ c6mo se llama? -Pansit lang-lang, esto cs, pansit chino para diferenciarlo del otro que es propio del pals. - j Bah! es nombre diHcil de retener. En honor a. don Custodio Ie bautizo i proyecto de sopa! El nombre nuevo qued6 aceptado. . - j Senores, dijo Makaraig que era el que habfa dispuesto el menu; nun tenemos tres platos! Lumpid de chino hecho de carne de cerdo ... - 'j Que se ofrece al P. Irene! - j SopIa! j El P . Irene no come cerdo si no se quita


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la nariz, observ6 en voz baja un joven de Iloilo a iU vecino. -I Se quitani la nariz! -I Abajo la nariz del P. Irene! gritaron todos en coro. -I Respeto, senores, mas respeto! recbm6 Pecson con c6mica gravec1ad. -EI tercer plato es una torta de cangrejos .. . -Que se dedica a los frailes, aftadi6 el de Visayas. -Por los cang-rejos, termin6 Sandoval. -I Justo, Y se llamara torta de f railes! Todos repitieron en coro: 1 torta de frailes! -I Protesto en nombre de uno! dijo Isagani. -I Y yo, en nombre de los cangrejos! afiadi6 Tadeo. -I Respeto, senores, mas respeto! volvi6 :i gritar Pees on con la boca Hena. - j El cuarto es el pansit guisado que se dedica .. al gobierno y al pais! Todos se va vieron hacia akaraig. -Hasta hac poco, seilor ,continu6, el pansit se creia chino 6 japones, pero es cI caso que no conociendose ni en la China ni en el ]ap6n/ parece ser filipino, y sin embargo los que 10 guisan y benefician son los chinos: idem de idem de idem 10 que les pasa al gobierno y a Filipinas: parecen chinos pero si 10 son 6 no 10 son, doctores tiene la Santa ~1adre . .. Todos comen y gustan de el y sin embarg-o hacen melindres y ascos; 10 mismo Ie pas a al pais, 10 mismo al gobierno. Todos viven a su costa, todos participan de la fiesta y despues no hay gobierno mas desorganizado. 1 Dediquemos pues el pansit al pais y al gobierno! - j Dedicado! dijeron en coro. - j Protesto! excIam6 Isagani ... -I Respeto a los menores, respeto a las victimas! grit6 en voz hueca Pecson levantando en cl aire un hueso de gallina. -Dediquemos el pansit a) chino Quiroga, 1 uno


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de los cuatro poderes del mundo filipino! propuso Isagani. - j No, a la Eminencia Negra! -I Silencio! exclamo uno con misterio; en la plaza hay grupos que nos contemplan y las paredes oyen. En efecto, grupos de curiosos se estacionaban delante de las ventanas, mientras que la algazara y 1a risa en los establecimientos contiguos habian cesado por completo, como si prestasen atencion a 10 que pasaba en el banquete. El silencio tenia algo de ex traordinario. - j Tadeo, pronuncia tu discurso! Ie dijo en voz baja Makaraig. Se habla convenido que Sandoval, como el que mas cualidades de orador tenia, resumiria los brindis. Tadeo, per.ezoso como siempre, nada habfa preparado y se v~!a en un apu(o. Mientras aspiraba un largo sontanfun, pensaba en como salir del paso, hasta que reco do un discursq aprendido en la clase y se dispuso a \l?lagiarlo y adulterarlo. - j Queridos hermanos en proyecto! comenzO gesticulando con los dos palitos de comer que us an los chinos. -I Animal! j suelta el sipit que me has despeinado! dijo un vecino. -"Llamado por vuestra atencion a llenar el vado que ha dejado enÂť ... - j Plagiario! Ie interrumpio Sandoval; j ese discurso es del presidente de nuestro Liceo! --"Llamado por vuestra atencion-continuo Tadec imperturbable,-a Ilenar el vado que ha dejado en mi ... mente (y se senalo e1 abdumen) un varon ilustre por Sll doctrina cristiana y por sus ocurrencins y proyectos merecedor de tener un poquito mas de memoria, cque podra deciros quien como yo tiene mucha hambre porque no ha almorzado?Âť - j Toma un cuello, chicooo! dijole el vedno presentandole un -::uello de gallina. -(( Hay un plato, senores, tesoro de un pueblo que es hoy fabula y ludibrio de la tierra, en donde


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nan ido a meter su hambrienta cucharada los mas grandes tragones de las regiones oceidentales del globo . .. »-senalando con sus palitos a Sandoval en lucha con una recalcitrante ala de gallina. - j Y orientales! rppitio el aludido trazando un circulo con la cuchara para comprender a todos los comensales. -I No valen interrupciones! - j Pido la palabra! - j Pido paLis! anadio Isagani. -I Que venga el lumpifi! Todos pidieron el LumpiL1 y Tadeo se sento muy contento de haber salido del paso. EI plato consagrado al P. Irene no parecio famoso y Sandoval 10 manifesto asl cruelmcnte: -I Brilla te de grasa por fuera y puerco por dentrot 1 Que verga el tercer plato, Ia torta de frailes! La torta no estaba hecha todavla; se ola el chirrido de la manteca en la sarten . EI intermedio 10 aprovecharon para beber y pidieron que Pees on hablase. Pecson se persigno seriamente, se le\'ant(~ conteniendo a duras penas su risa de bobo, e imitando a cierto predicador agustino famoso entonces, principio a murmurar como si recitase la tesis de un sermon. «5i tripa plena laudat Dewn, tripa [amelica laudabit tratres; si tripa IIcn~ alaba aDios, tripa hambricnta alabara a los frailes . Palabras que dijo el senor Custodio por boca de Ben-Zayb, periodico EI Grito de La lntegridad, articulo segundo, tonterla ciento cincuenta y siete. »1 Queridos hermanc-s en Jesucristo! »EI mal sopla su impuro aliento sobre las verdes costas de la Frailandia, vulgo Arehipiclago filipino. No brilla un dia sin que rcsuene un ataque, sin que ~e escuche un sarcasmo contra las reverendas, venerandas y prt'dicandas corporaciones, indcfcnsas y faltas de todo apoyo. Permitidmc, hermanos, que un momenta me haga caballero andante para salir en defensa del desvalido, de las santas corporaciones


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que nos educaron, confirmando una vez mas la idea complementaria del adagio, tripa llena alaba aDios, cual es, tripa hambrlenta alabara a los frailes.Âť - j Bravo, bravo! -Oye, dijo ~sagani seriamente; te advierto que tratandose de frailes, respeto a uno. Sandoval, que ya estaba alegre, se puso a cantar: IUn fraile, dos frailes, tres frailes en el cooooro Hacea el mismo ef<cto que un 5610 toooorol

-ÂŤEscuchad, hermanos; volved la vista hacia los hermosos dfas de vuestra infancia; tratad de examinar el presente y preguntaos el porvenir. ~ Que teneis? j Frailes, frailes y frailes! Un fraile os bautiza, confirma, ÂĽi ita en la escuela con amoroso afan; un fraile escucha vuestros primeros secretos, es el primero en haceros comer a un Dios, en iniciaros en la senda de la .da; frailes sop vuestros primeros y ultimns maestr s, fraile es el que abre el corazon de v,uestras novias, disponiendolas a vuestros suspir~s, un fraile os ca8a, os hace viajar por diferentes is las proporcimindoos cambios de clima y distracciones; el os asiste en vuestm agonfa y aunque subais al cadalso, alll esta el fraile para acompaiiaros con sus rczos y Ugrimas y podeis estar tranquilos que no os ha de abandonar hasta veros bien muertos y ahorcados. Mas su caridad no termina alii; muertos ya procurad enterraros cen toda pompa, luchara para que vuestro cad ~l vcr pase por la iglesia, reciba los sufragios y solo descansara satisfecho cuando os pueda entregar en manes del Criador purificados aqui en la tierra, gracias a temporales castigos, torturas y humillaciones. Conocedores de la doctrina de Cristo que cierra e1 cicIo a los ricos, ellos, nuevos redentores, verdaderos ministros del Salvador, inventan todas las astucias para aligeraros de vuestros pecados, vulgo cuapi, y los trasportan lejos, muy lejos, alla clonde los condenados chinos y protestantes viven, y dejan esta atmosfera Hmpida, pura, saneada, de tal


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modo que aunque quisieramos despues, no pUdiese-mos encontrar un real para nuestra condenacion, 5i, pues, su existencia es necesaria a nuestra felicidad, si do quiera que llevemos Ja nariz nos hemos de encontrar con la tina mano, hambrienta de bcsos, que aplana cada dla mas el maltrecho apendice que en el rostro ostentamos i. por que no mirarlos y cngordarlos y por que pedir su antipolltica expulsi6n? j Considerad un momento el inmenso vado que en nuestra ciudad dejada su ausencia! i Obreros incansables, mejoran y multiplican las razas; desunidos como estamos merced a celos y susceptibilidades, los frailes nos unen en una suerte comun, en un apretado haz, tan apretado que muchos no pueden mover los codos! j Quitad al fraile, senores, y vcreis como el ed'ficio filipino tambaleara, falto de robustos hom bros y velludas piernas, la vida filipina se volvera monotona sin la nota alegre del fraile jugueton y zandunguero) sin los librit9s y sermoncs que hacen desternillar de ,'sa, sin el graoioso contraste de gralldes pretensiones en insignificantes craneos, sin la representacion viva, cotidiana, de los cuentos de llocaccio y Lafontaine! Sin las correas y escapularios, i. que quereis que en adelante hagan nuestras mujeres sino economizar ese dinero y vol verse acaso avaras y codiciosas? Sin las misas, novenarios y proc~­ siones, cdonde encontrareis panguinguis para entrctener sus ocios? I tendnin que reducirse a las [aenas de la casa y en vez de leer divertidos cuentos de miJagros, tendremos que procurarles las obras que no existen! I Quitad eJ f raile, y se desvanecera el bcroismo, senin del dominio del vulgo las virtudes politicas; quitadle )' el indio dejara de existir; eI fraile es el padre, el indio el Verbo; aquel el artista; (;5te la estatua, porque todo 10 que somos, 10 que pens amos y 10 que hacemos, al fraile se 10 dcbemos, a su paciencia, a sus trabajos, a su constanr:ia de tres siglos para modificar la forma que nos dio ?\'aturakl-a! Y Filipinas sin fraile y sin indio, cque Ie pasara al pobre gobierno en manos de los chinos?


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-I Corned. torta de cangrejos! contesto Isagani a quien Ie aburda el discurso de Pecson. -I Y es 10 que debemos hacer! j Basta de discurso"s! Como no aparecia el chino que debla traer el plato, levantose uno de los estudiantes y se fue al fondo, hacia el balcon que daba al do; mas se volvio inmediatamente haciendo sefia$ misteriosas. - j Nos espian; he visto al favor ito del P. Sibyla! -c: Sl? cxc1amo Isagani levantandose. -Es inutil; al verme se ha ido. Y acercandose a la ventana, miro hacia la plaza. Despucs hizo sefias a sus compafieros para que se acercasen. Vieron salir por la puerta de la pansiteda un joven que miraba a todas partes y entraba con un desconocido en un coche que esperaba junto a la acera. Era el coche de Simoun. -I Ah! e~ lamo Makaraig; j el esc1avo del Vicerrector servldo por el amo del general I



XXVI PASQUINADAS

Muy de manana levant6se Basilio para ir al Hospital. TenIa su plan trazado; visitar a sus enfermos, ir despues a la UniversTdad para enterarse ' algo de su liccnciatura, y verse despues con Makaraig para los gastos que esta Ie ocasionaria. Hab!a empleado gran parte de sus economias en rescatar a Jul1 y procurarle una c bana donde vivir con el abuelo, y no se atrev!a a acudir a capitan Tiago, temiendo interpretase el paso como un adelanto de la herencia que siempre Ie prometIa. Distraido con estas ideas, no se fij6 en los grupos de estudiantes que t1f1 de manana volvian de la ciudad como si se hubiesen cerrado las aulas; menos aun pudo notar el aire preocupado que ten!an algunos, las conversaciones en voz baja, las senas misteriosas que entre si cambiaban. As! es que cuando, al llegar a San Juan de Dios, sus amigos Ie preguntaron ace rca de una conspiraci6n, Basilio peg6 un saIto acord::indose de la que tramaba Simoun, abortada por el misterioso accidente del joyero. LIeno de temor y con voz alterada pregunto tratando de ha路 cerse el ignorante: - j Ah! ,: la conspiracion? - j Se ha descubierto! repuso otro, y parece que hay muchos complicados. Basilio procuro dominarse. -,: Muchos complicados? repitio tratando de leer algo en las miradas de los demas; y ,:quienes?". - I Estudiantes, la mar de estudiantes!


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Basilio no creyo prudente preguntar mas temiendo venderse, y pretextandQ la visita de sus enfermos, se alejo del grupo. Un catednitico de clinica Ie salio al paso y poniendole misteriosamente la mana sobre el hombro--el catedratico era su amigo-Ie pregunto en voz baja: -~ Estuvo usted en la cena de anoche? Basilio, en el estado de animo en que se encontraba, creyo oir anteanoche. Anteanoche fue la conferencia con Simoun. Quiso explicarse. -Le dire a usted, balbuceo, como capitan Tiago estaba malo y ademas tenia que concluir con el Mata ... -Hizo ust-:d bien en no ir, dijo el profesor; ~ pero usted forma parte de Ia asociacion de estudiantcs? -Doy Il'\i cuota ... -Pues ento'1ces, un consejo: rellresc ahora mismo y oestruya cuantos papeles tenga qUt Ie puedan comprometer. Basilio se encogi6 de hom pros. Papcles no tenia ninguno, tenia puntes clfnicds, nada mas. -~ Es que el senor Simoun ... ? -Simoun f,ada tiene que ver en el asunto, I gracias aDios! anadio el nl(~dico; ha sioo oportunamente herido por mano misteriosa y esta en cama. No, aqui andan otras manos, pero no menos tcrribles. -Basilio respiro. Simoun era el unico que Ie podia comprometer. Sin embargo penso en Cabesang Tales. -<! Hay tuJisanes ... ? -Nada, hombre, nada mas que estudiantes. Basilio recobro su serenidad. -~ Que ha pasado, pues? se atrevio a preguntar. -Se han encontrado pasquines subversivos, Gno 10 sabia usted? -iD6nde? :"""j C-! en la Universidad. - i Nada mas que eso? -I P-! Gque mas quiere usted? pregunt6 e1 cate-


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dnitico casi furioso; los pasquines se atribuyen a los estudiantes asociados, pero, i silencio! Venia cl catednhico de Patologia, un senor que tenia mas cara de sacristan que de medico. Nombrado por la poderosisima voluntad del Vicerrector sin exigirle mas meritos ni mas titulos que la adhesion incondicional a la corporacion, pasaba por un espia y un sopl6n a los ojos de los otros catedraticos' de la Facultad. EI primer catedratico Ie devolvio e1 saluda friamente y guiiiando a Basilio, Ie dijo en voz alta: - Ya se que capitan Tiago huele a cadaver j los cuervos y los buitres Ie han visitado. Y entr~ en la sala de los profesores. Algo mas tranquilo, Basilio se aventuro a aver iguar mas porrr.enores. Todo 10 que pudo saber era que se encontralon pasquines en las puertas de la tJniversidad, pasquines que el Vicerrector mando arrancar para nviarlos al Gob'erno civil. Dedan que estaban llenos de amenazas, deguello, invasion y otras bravatas. Sobre este hecho hadan los estudiantes sus comentarios. Las noticias v~nian del conserje, este las tenia de un criado de Santo Tomas, quien a su vez las supo de lin capista. Pronosticaban futuros suspensos, prisiones, etc., y se designaban los que iban a ser vlctimas, naturalmente los de la Asociacion. Basilio recordo entonces las palabras de Simoun: El dia en que puedan deshacerse de usted ... Usted no terminara su carrera ... -c Si sabra algo? se pregunto j veremos quien puede mas. Y recobrando su sangre fria, para saber a que atenerse y a la vez para gestionar su licenciatura, Basilio se encamino a la Universidad. Torno por la calle de Legazpi, siguio la del Beaterio y al llegar al an~ gulo que forma esta con la calle de la Sola~a, obServo que efectivamente algo importante debla habetocurrido. En vez de los grupos alegres y bulliciosos de an-


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tes, en las aceras se veian parejas de la Guardia Veterana haciendo circular a los estudiantes, que saBan de la Universidad silenciosos, unos taciturnos, irritad os otros, se estacionaban a cierta distancia 6 se volvi an a sus casas. EI primero con quien se encontro fue Sandoval. En vano Ie !lam6 Basilio; pareda que se habia vuelto sordo. -I Efectos del temor en los jugos gastro-intestinales! pens6 Basilio. Despues se encontr6 con Tadeo que tenia earn de Pascuas. Al fin la cuacha eterna parccla realizarse. -c Que hay, Tadeo? - j Que no tendremos clase, 10 menos pOl' una semana, chico! I sublime! I magnifico! Y se frotaba las manos de contento. -Pero ~ que ha pasado? - j Nos van a meter presos a los de la Asociaci6n! -c Y esta!i alegre? - j No hay clase, no hay clase! y se alej6 no cabien do en sl d alegria. • Vi6 venir a uanito Pelaez palido y receloso; aquella vez su joroba alcanzaba el maximum, tanta prisa se daba en huir. Habia sido uno de los m,\s activos promovedores de la asociaci6n micntras las cosas sc presentaban bien. -c Eh, Pelaez, que ha pasado? - j Nada, no se nada! Yo nada tengo que ver, contestaba nerviosamente; yo les estu\"e diciendo: esas son quijoterias ... cVerdad, t6, que 10 he clicho? Basilio no s::tbia si 10 habia dicho 6 no, pero por complacerle contest6: -Si, hombr!! pero cque sucede? -c Verdad que si? I Mira, t6 eres tcstigo: yo sicmpre he sido opuesto ... t6 eres testigo, mira, no te olvides! -Si, hombre, si, pero cque pasa? -Oye, j ttl eres testigo! j Yo no me he metido jamas con los de la asociaci6n, sino para aconsejarles!. .. I no vayas negarlo despues! Ten cuidado, csabes ? .

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-N 0, no 10 negare, pero i que ha pasado, hombre de Dios? ] uanito ya estaba lejos; habla visto que se acercaba un guardia y temio que Ie prendiera. Basilio se dirigi6 entonces a la Universidad para vcr si acaso la secretarla estaba abierta y para recogcr notidas. La secretaria estaba cerrada, y en el edillcio habla extraordinario movimiento: Sublan y bajaban las escaleras frailes, militares, particularJs, antiguos abogados y medicos, acaso para ofrecer sus servicios a la causa que peligraba. Divis6 de ' lejos a su amigo Isagani que, pellido y emocionado, radiante de belleza juvenil, arengaba a unos cuantos condiscipulos levantando la voz como si Ie importase poco el ser oido de todo el mundo. - j PareGe mentira, senores, parece mentira que un acontcci'tniento tan insignificante nos ponga en desbandada y huyamos como gorriones porque se agita e1 espantajo! ~ Es la pri era vez acaso que los jovenes entran en la carcel po la causa de la libertad? ~ Donde e tlin los muertos, donde los fusilados? ~ Por que apostatar ahora? -Pero c: quien sera el tonto que ha escrito semejantes pasquines? preguntaba uno indignado. -c: Que nos importa? contestaba Isagani; i no~足 otros no tenemos por que averiguarlo, que 10 avenguen ellos! i Antes de sal;>er como estan redactados, nosotros ))0 tenemos necesidad de hacet1' alardes de adhesion en 'los momentos como este! j AlH don de hay pcligro, alii dpbemos acudir porque aIH esta el honor! i Si 10 que dicen los pasquines esta en armonia con nuestra dignidad y nuestros sentimientos, quien quiera que los haya escrito, ha obrado bien, debemos darIe las gracias y apl'csurarnos a unir la, suya nuestras firmas! Si son indignos de nosotros, nuestra conducta y nuestra conC'iencia protestan por si solas y nos defienden de toda acusacion ... Basilio, al oir semejante lenguaje, aunque querla mucho a Isagani, di6 media vuelta y salio. Tenia

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que ir a casa de Makaraig para hablarle del prestamo. Cerca de la casa del rico estudiante, noto cuchicheos y sefias mistcriosas entre Ius yccinos. ÂŁ1 joven, no sabiendo de que se trataba, continuo tranquilamente su camino y entro en el portal. Dos guardias de la Veterana se Ie adclantaron prcg'untandok que qucria. Basilio comprcndio que habla obrado de ligero, pero ya no podia retrocedcr. -Vengo a ver a mi amigo Makaraig, contest6 tranquilamen teo Los guarqias se miraron. -Esperese usted aqui, dljole uno j espere usted tl que baje el cabo. Basilio se mordi6 los labios, y las palabras de Simoun resonaron otra vez en sus oidos ... ~ Habdn \'cnido a pre dcr a Makaraig? pens6, pero no se atrcv i6 a pregun,tarlo. No eSPJo mucho tiempo; en aquel moment\l bajaba Mak raig hablando alegremente con el ca,bo, prr.cedido ambos dc un alguacil. -~ Como? ~ usted tambien, Basilio? pregunt6. -Venia a verle ... - j Noble conducta! dijo r-.fakaraig riendo; en los tiempos de calma, usted nos cvita ... EI cabo pregunt6 a Basilio por su nombre, y hojc6 una lista. -~ Estudiante de Medicina, calle de Anloague? pregunt6 el cabo. Basilio se mordi6 los laIJios. -Usted nos ahorra un viajc, afiadi6 el cabo, poniendok la mano sobre el hombro; j dese usted preso! -~ Como, yo tam bien? Makaraig solt6 una carcajada. -No se apure usted, amigo; vamos en coche, y as! Ie con tare la cena de anoche. Y con un gesto muy g-racioso, como si cstU'\ ics(' en su casa, invit6 al auxiliante y al cabo a que subiesen en el coche que les esperaba en puerta. - j Al Gobierno civil! dijo al cochero. Basilio, que ya se habla recobrado, C0ntaba a Ma-


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karaig el objeto de su visita. El rico estudiante no Ie dej6 terminar y Ie estrech6 la mano. -Cuente listed conmigo, cuente usted conmigo y a la fiesta de nuestra investidura convidaremos a estos senores, dijo senalando al cabo y al alguacil.



XXVII

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EL FRAILE Y EL FILIPINO Vox populi, pox Dei.

Hemos dejado a IsagaQi arengando a sus amigps. En medio de su entusiasmo, se Ie acerco un capista para decide. que el P. Fernandez, uno de los catedraticos d ampliaci6n, Ie querla hablar. Isagani se inmuto. EI P. Fernandez era para el persona resp tabilisima: era el uno que el exceptuaba siempre Cll ndo de ' atacar los frailes se trataba. - y ~ que qu'ere el P. Fernandez? pregunto. EI capista se ncogio de hombros j Isagani de mala gana Ie siguio. EI P. Fernandez, aqut'l fraile que vim os en Los Banos, esperaba en su celda grave y triste, fruncidas las cejas como si estut"iese meditando. Levantase al ver entrar a I~agani, Ie saluda dandole la. mano, y cerro Ia puerta; despues se puso a pas ear de un extremo a otro de su aposento. Isagani, de pie, esperaba a que Ie hablase. . -Senor Isagani, dijo al fin con voz algo emocionada; desde la ventana Ie he oido a usted perorar porque, como tisico que soy, tengo buenos oidos, y he qucrido hablar con usted. A mi me han gustado siempre los jovenes que se expresan cJaramente y tienen su manera propia de pensar y obrar, no me importa que sus ideas difieran de las mias. Ustedes, pOI' 10 que he oldo, han tenido anoche una ccna, no se excuse mted ... -I Es que yo no me excuso! interrumpio Isagani. -Mejor que mejor, eso prueba que usted acepta


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las consecuencias de sus actos. Por 10 demas, haria usted mal en retractarse; yo no Ie censuro, no hago caso de 10 que anoche se haya dicho alii, yo no Ie recrimino, porque despues de todo, usted es libn: cie decir de los dominicos 10 quc Ie parezca, usted no es discipulo nuestro; solo este ano hemos tcnido cl gusto de tenerle y probablemente no Ie tendremos ya i'mls. No vaya usted a creer que yo voy a invocar cuestiones de gratitud, no; no voy a perder mi tiempo en tootas vulgaridades. Le he hecho lIamar a usted, porque he creido que es uno de los pocos estlldiantes que obran por conviccion y como a mi me gustan los hombres con\'encidos, me dije, con cI scnor Isagani me voy a explicar. EJ P. Fernandez hizo una pausa y continuo sus paseos con Ja cabeza baja, mirando al suelo. -Usted p'uede sentarse si gusta, continuo; yo tengo la costumqre de hablar ndando, porque asi sc me vienen mej'Qr las ideas. Isagani sigui'O de pie, con a cabcza alta, espcrando que el catedratico abordase el asunto. -Haee mas de ocho anos que soy catednitico, continuo el P. Fernandez paseandose, y he conocido y tratado a mas de dos mil y quinientos j6vellcs; los he ensenado, los he procu"ado educar, les he inculcado principics de justicia, de dignidad y sin embargo, en estos tiempos en que tanto se murmura de nosotros, no he visto a ninguno que haya tenido Ja audacia de sostener sus acusaciones cuando se ha encontrado delante de un fraile ... ni siquiera en voz alta delante de cierta multitud ... I Jovenes hay que detras nos calumnian y delante nos besan la mano y con vii sonrisa mendigan nuestras miradas! j Puf! cQue quiere usted que hagamos nosotros con semejantes criaturas? -La culpa no es toda de ellos, Padre, contest6 Isagani; la culpa esta en los que les han cnseiiado a ser hip6critas, en los que tiranizan el pcnsamiento libre, la palabra libre. Aqui todo pensamiento independiente', toda palabra gue no sea un eco de la vo-


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luntad del poderoso, se califica de filibusterismo y usted sabe muy bien 10 que esto significa. i Loco el que por darse gusto de decir en voz alta 10 que picnsa, se aventure a sufrir persecuciones! -~ Que persecLlcione::s ha tenido usted que sufrir? pregunt6 el P. Fernandez levantando la cabeza; ~no Ie he dejado a usted expresarse libremente en mi clase? j Y sin embargo, LIsted es una excepcion que, a ser cierto 10 que dice, yo debia corregir, para universalizar e::n 10 posible la regia, para evitar que cunda el mal ejemplo! . Isagani se son rio. -Le doy a usted las gracias y no discutire si soy 6 no una excepci6n; aceptare el calificativo para que usted acepte el mio: usted tambien es una excepcion; y como a ui no vamos a hablar de excepciones, ni abogar por nuestras personas, al menos pienso por mi, Ie sup1ico a mi catedratico de otro giro al asunto. EI P. Fernandez, a pesar de sus principios 1iberales, 1evant6 Ia ~abeza y mir6 !leno de sorpresa a Isagani. Era aquel joven mas independiente aun de 10 que eJ se creia; aunque Ie llamaba catedrMico, en el' fondo Ie trataba de igual a igual, puesto que se permitia insinuaciones. Como buen diplom<itico, el Padre Fernandez no solo acepto el hecho, sino que el mismo 10 pJanteo. - j Enhorabuena! dijo; pero no vta usted en m! a su catednl.tico; yo soy un fraile y usted un estudiante filipino, j nada mas, nada menos! y ahora Ie pregunto a usted ~ que quieren de nosotros los estudiantes fiJi pinos? , La pregunta lIegaba de sorpresa; Isagani no estaba prepar ado. Era una estocada que se desliza de repente mientras hacen el muro, como dicen en la esgrima. Isagan i as! sorprendido, respondio por una violenta parada como un aprendiz que se defiende: - j Que ustedes cum plan con su deber! dijo. Fr. Fernandez se enderezo: la respuesta Ie son6 4 canonazo,


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-I Que cumplamos con nuestro deber! repitio irguiendose; pues ~ 110 cumplimos con nuestro deber? ~ que deberes nos asig:1an ustedes? - j Los mismos que ustedes liberrimamcntc sc han impuesto al cntrar en su orden y los que dcspucs, una vez en ella, se han querido imponer! Pero, como estudiante filipino, no me creo Hamado a examinar su conducta en relacion con sus estatutos, con cl catolidsmo, con el gobierno, el pueblo, filipino y la humanidad en general: cuestiones son esas que llstcdcs tienen que resoh er con sus fundadores, con cl Papa, el gobierno, el pueblo en masa 0 con Oios; como cstudiante filipino, me hmitare a sus debcres rcspccto a nosotros. Los frailes, en general, al ser los ins pcctores ,locales de la ensenanza en provincias, y los dominicos, en particular, al monopolizar en sus manos los estuqios todos de la juventud filipina, han contraido el c9mpromiso, ante los ocho millones de habitantes, ante Espana y ante la humanidad de In que nosotros formamos parte, de mejorar cada '\cz la semilIa joven moral y fisicamente, para guiada {I su felicidad, crear un pueblo honrado, prospero, inteligente, virtuoso, noble y leal. Y ahora prcgunto yo a mi vez, ~ han cumplido los frailes con su compromiso? -Estamos cumpliendo ... -I Ah! P . Fernandez, interrumpio Isagani; lusted con la mano sobre su corazon puede decir que esta cumpliendo, pero con la mano sobre el corazon de la orden, sobre el corazon de todas las ordcnes, no 10 puede decir sin engafiarse! i Ah, P. Fernandez! cuando me encuelltro ante una persona que estimo y respeto, prefiero ser eI acusado a ser el acusador, prefiero defenderme a ofender. Pero, ya que hemos entrado en explicaciones, 1 vamos hasta al fin! GComo eumplen con su deber los que en los pueblos insp(;ccionan Ia ensefianza? 1 Impidiendola! Y los que aqui han monopolizado los estudios, los que quicren modelar la mente de Ia juventud, con exclusion de otros cualesquiera, ~ como cumplen con su misi6n? i Esca-


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timando en 10 posible los conocimientos, apagando todo ardor y entusiasmo, rebajando toda dignidad, tinico resorte del alma, e inculcando en nosotros viejas ideas, rancias nociones, falsos principios incompatibles con la vida del progreso! I Ah! si, cuando se trata de alimentar a presos, de proveer a la manutenci6n de criminales, el gobierno propone una subasta para hallar al postor que ofrezca las mejores condiciones de alimentaci6n, al que men os les ha de dejar perecer de hambre j cuando se trata de nutrir moralmcnte a todo un pueblo, nutrir a la juventud, a la parte mas sana, a 1a que despues ha de ser el pals y el todo, el gobierno no 5610 no propone ninguna subasta, sino que vincula el poder en aquel cuerpo que precisamente haee alar des de no querer la instrucci6n, de no querer ningun adelanto. GQue didamns nosot os si el abastecedor de carceles, despues de haberse apocerado por intrigas de la contrata, dejas'e I\!ego languidec r a sus presos en la anemia, dandol~s ' todo 10 rancio y pasado, y se excusase despues diciendo que no conviene que los presos tengan buena salud, porque la buena salud trae alegres pensamientos, porque la alegria mejora al hombre, y el hombre no debe mejorar porque Ie convicne al aba.5tecedor que haya muchos criminales? GQue didamos si despues el gobierno y el abastecedor se coaligasen porque de los diez 0 doce cuartos que percibe por cad a criminal el uno, recibe cinco e1 otro? EI P. Fernandez se mordla los labios. -Esas son muy duras acusaciones, dijo, y usted traspasa los Hmites de nuestra convencion. - j No, Padre; si sigo tratando de la cuestion estudiantil. Los frailÂŤ::s, y no digo ustedes, porque a usted, no Ie confundo en la masa general, los frailes de todas ordenes se han convertido en nuestros abastecedores intelectuales y dicen y proclaman, sin pudor ninguno, que no conviene que nos ilustremos porque vamos un dla a declararnos libres! i Esto es no querer que el preso se nutra para que no se me-


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jore y salga de la carcel. La libertad es al hombre 10 que la instruccion a la inteligencia, y el no querer los frailes que la tengamos es el origen de nuestros decontentos! -La instrucci on no se da mas que al que se la merece! contest6 s('camente el P. Fernandez; dJrsela a hombres sin caracter y sin moralidad es prostituif,la. - y ~ por que hay hombres sin cad.cter y sin moralidad? El dominico se encogi6 de hom bros. -Defectos que se maman con la Icche, que se r spiran en el seno de la f ami lias... i que se yo? - j Ah, no, P. Fernandez! exc\am() impctllosamente el joven; usted no ha querido profundizar el tema, usted no ha cllerido mirar al abismo por temor de encontrarse alJi con la sombra de sus hcrmanos. Lo que somos, II ledes 10 han h cho. AI pueblo que sc tiraniza, se Ie bliga a ser hi ocrita; a aguel a quien se Ie niega la verdad, se Ie da la mentira; el que sc hace tirano, engendra esclavos. No hay moralidad, dice listed, j sea! aunque las estadisticas podrian desmentirle porque aqui no se comelen crimenes como los de muchos pueblos, cegados pOl' sus humos de moralizadores. Pero, y sin querer ahora annlizar que es 10 que constituye el caracter y por cuanto entra en la moralidad la educ<lci6n recibida, ("oO\'engo con listed en que somos defectuosos. (. Quien lien!! la culpa de ello? ~ 0 ustedes que hace lres sig-Ios y mcdio tienen en SllS manos nucstra educaci6n 6 nosotros que nos plegamos a todo? si despucs de tres siglos y medio, el escultor no ha podido sacar maS quc caricatun'l, bien torpe debe ser. - 0 bien mala la masa de que se sirve. -Mas torpe entonces aun, porque, sabiendo que es mala, no renuncia a la masa y continua perdicndo tiempo ... y no solo es torpe, defrauda y roba, porque conociendo 10 inutil de su obra, la continua para pcrcibir el salario ... y no solo es torpe y ladron, es infame, porque se opone a que todo otro escultor en-


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saye su habilidad y i yea si pu(!de producir algo que valga la penal i Celos funestos de la incapacidad! La replica era viva y el P. Fernandez sc sintiO: cogido. Miro a Isagani y Ie parecio gigantesco, invencible, imponente, y por primera vez en su vida creyo ser vencido por un estudiante filipino. Se arrepintio de haber provocado la polemica, pero era tarde. En su aprieto y cncontrandose delante de tan temible adversario, busco un buen escudo y echo mana 路del gobierno. -Ustedes nos achacan a nosotros todas las faltas porque 110 ven mas que nosotros que estamos cerca, dijo con acento men os arrogante: j es natural, no me extrana! el pueblo od ia al sold ado 0 al alguacil que Ie prende y no ,al juez que dicto la prisi6n. Ustedes y nqsotros estamos todos路 danzando al compas de una musica: si por la misma levantan el l?ie al mismo tiempo que nosotrbs, no nos culpen ge ) ello j es la musica quien dirig.e nuestros movimientos. ~ Creen u~tedes que los frailes no tenemos conciencia y no queremos el bien? ~ Creen ustedes que no pensamos en vosotros, que no pens amos en nuestro deber, y que s610 comemos para vivir y vivimos para reinar? i Ojala asi fuera! Pero, como vosotros, scg-uimos el com pas ; nos encontramos entre la espada y la pared: 0 ustedes nos echan 0 nos echa el gobierno. j EI gobierno manda, y quien manda, manda, y car,t1.1chera al canon! -De eso se puede inferir, observo Isagani con amarga sonrisa, que el goLierno quiere nuestra desmoralizacion. - j Oh, no, yo no he querido decir eso! Lo que he querido decir es que hay creencias, hay teorias y leyes que, dictadas con la mejor intencion, producen las mas deplorables consecuencias. Me explicare mejor citandole un ejemplo. Para conjurar un peq~e颅 flo mal, se dictan numerosas leyes que causan mayores males todavia: corruptissima in repu,blica plurima! leges, dijo T'kito. Para evitar un caso de fraude, $e diet an un millon y medio de disposiciones preve~-


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tivas e insultantes, que producen el efccto inmediato de despertar al publico las ganas de eludir y burlar tales prevenciones: pal a hacer criminal a un pueblo no hay mas que dudar de su virtud. Dictese una ley, no ya aqui, sino en Espaila y vera usted como s estudia el medio de trampearla, y es que los leg-isla. dores han olvidado el hecho de que cuanto m:is se esconde un objeto mas se Ie desea ver. ,Por que la picardia y la lisrura se consideran gran des cualidades en el pueblo espanol cuando no hay otro como (,1 tan noble, tan altivo y tan hidalgo? j Porque nllcstros legisladores, con la mejor intencion, han duuado de su nobleza, herido su altivez y desaGado su hidalgula! ,Quiere usted abrir en Espai'la un camino en medio de rocas? Pues ponga alIi un cartel impcrioso prohibiend<;> el paso, y el pueblo, protestando contra la imposicion, dejani la carretera para trcpar el penasco. I EI dLa que en Espana un legislador prohiba la virtud e im onga el vicio, ~I siguicnte todos scran virtuosos! EI dominico hizo una pausa, y despucs continuo: -Pero, usted dira. que nos apartamos de la cuestion; vuelvo a ella ... Lo que puedo decir para convencerle, es que los vicios de que ustedes adolccen, no se nos deben achacar ni a nosotros ni al gobierno; estan en la imperfecta organizacion de nuestra socicdad, qui multum pro bat, nihil probat, que sc pi('rde por exceso de precaucion, falta en 10 necesario y sobra en 10 superfluo. -Si usted confiesa esos defectos en su sociedad, repuso Isagani, ,por que entonces mcterse a arrcglar sociedades ajenas en vez de ocuparse antes de sl misma? -Vamos alejandonos de nuestra 'cuestion, joven; la teoria de los hechos consumados debe accptarse ... - j Sea! la acepto porque es un hecho y sigo preguntando: ,por que, si su organizacion social es defectuosa, no la cambian 6 al menos escuchan la vox de los que salen perjudicados?


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=-Todavfa estamos lejos: habIabamos de 10 que quicren los estudiantes de los frailes ... -Desde el instante en que los frailes se esconden detnis del gol:ierno, los estudiantes tienen que dirigirse a este. La observacion era justa; por aIH no habfa escapatoria. - Y0 no soy e1 gobierno y no puedo responder de sus actos. r! Que quieren los estudiantes que hagamos por ellos dentro de los Hmites en que estamos encerrados? -No oponerse a la emancipacion de 1a ensefianza, sino favorecerla. EI dominico sacudio la oabeza. -Sin decir mi propia opinion, eso es pedirnos el suicidio, clijo. -AI contrario, 路es pedirles paso para no atropellarlos y aplastarlos. -I Hm! dijo el P. Fernandez. parandose y quedandose pensativo. \Empiecen usteqes por pedir algo que no cueste tanto, algo que cada uno de nosotros pucda conceder sin menoscabo de su dignidad y privilegios, porque si podemos entendernos y vivir en paz, c! a que los odios, a que las desconfianzas? -Descendemos entonces a detalles ... -Sf, porque si tocamos a los cimientos, echaremos abajo el edificio. -Vayamos pues a los detalles, dejemos la esfera de los principios, repuso Isagani sonriendo; y sin decil' tambien mi propia opini6n-y aqui acentuo el joven la frase-los estudiantes cesarian en su actitud y se suavizarian ciertas asperezas si los profesores路supiesen tratarlos mejor de 10 que hasta ahora han hecho ... Esto esta en sus man os. -c! Que? pregunto el dominico; etienen los alumnos alguna queja de mi conducta? -Padre, nos hemos convenido desde un principio en no hablar ni de usted ni de mi. Hablamos en general: los estudiantes, tras de no sacar gran prove-


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cho de los afios pasados en las dases, suelen muchoi dejar alJI jirones de su dignidad, si no toda. EI P. Fernandez se mordio los labios. -Nadie les obliga a estudiar; los campos no estan cultivados, observo secamente. -Si, que algo les obliga a estudiar, replico cn el mismo tono Isagani mirando cara a cara al dominico. Aparte del deber de cada uno de buscar su perfeccion, hay el deseo innato en el hombre de cultivar su inteligencia, deseo aqui mas poderoso cuanto mas reprimido; y el que da su oro y su vida al Estado, tiene derecho a exigirle que Ie de la Iuz para ganar mejor su oro y conservar mejor su vida. Sl, Padre; hay algo que les obliga y ese algo es el mismo gobierno, son ustedes mismos que se burIan sin compasion del indio no instruido y Ie niegan sus derechos, fundandose en que es ignorante. 1 Ustedes Ie desnudan y uego se burlan de sus vergUenzas! EI P. Fernandez no contest6; sigui6 paseandose, pero febrilmente, como muy excitado. -I Usted dice que los campos no est<in cultivados! continu6 IsagaJ;li en otro tono, despucs de una breve pausa; no entremos ahora a analizar el por que, porque nos iriamos lejos ; pero, lusted P. Fernandez, usted, profesor, usted, hombre de ciencia, usted quiere un pueblo de braceros, de labradores! ~ Es para usted el labrador el estado perfecto a que puede lIegar el hombre en su evoluci6n? eO es que quiere usted la ciencia para si y el trabajo para los demas? - j No, yo quiero 1::1 ciencia para cI que se la merezca, para el que la sepa guardar, contest6; cuando los estudiantes den pruebas de amarla, cuando se vean j6venes convencidos, j6venes que sepan defender su dignidad y hacerla respetar, habra cicncia, habra entonces profesorcs considerauos! 1 Si hay profesores que abusan es porque hay alumnos que condescienden! -I Cuando haya profesdres habra estudiantes! -Empiecen ustedes por transformarse, que son


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los que tienen necesidad d~ cambio, y nosotros seguiremos. -SI, dijo Isagani con risa amarga; j que empecemos porque por nuestro lado est<i la dificultad! Bien sabe usted 10 que Ie espera al alumno que se pone delante de un pro[esor: usted mismo, con todo su am or a la justicia, con todos sus buenos sentimientos, ha estado conteniendose a duras penas cuando yo Ie decia amargas verdades, j usted mismo, P. Fernandez! cQue bienes ha sacado e1 que entre nosotros quiso sembrar otras ideas? Y cque males han Hovido sobre usted porque qUlso ser bueno y cumplir con su deber? -Sefior Isagani, dijo e1 dominico, tendiendole la mano; aunque parezca qUf! de esta conversacion nada pnict\co resulta, sin embargo algo se ha ganado; hablare mis hermanos de 10 que usted me ha dicho y espero que algo se podra hacer. S610 temo que no crean ~1su existencia de usted ... -Lo mismo e temo, repu1'jo Isagani, estrechando la mana del dOl inico; me temo que mis amigos no crean en su existencia de usted, tal como hoy se me ha presentado. Y el joven, dando por term in ada la I:ntrevista, se despidi6. El P. Fernandez Ie abri6 la puerta, Ie sigui6 con los ojos hasta que Ie vi6 desaparecer al .doblar e1 corredor. Estuvo oyendo mucho tiempo el ruido de sus pasos, despues entr6 en su celda y espero que apareciera en la calle. Vi6le, en efecto, oy6 que decla a un compafiero que Ie preguntaba a d6nde iba: - j Al Gobierno civil! j Voy a ver los pasquines y a reunirme con los otros! EI compaiiero, asustado, se qued6 minindole como quien mira a uno que se suicida y se alej6 corriendo. - j Pobre joven! murmur6 eI P. Fernandez, sintiendo que su~ ojos se Humedecian; j te envidio a los jesultas que te han educado! EI P. Fernandez se equivocaba de medio en medio; los jesultas renegaban de Isagani y cuando a la tar-

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de supieron que habla sido preso, dijeron quc lc!) comprometia. - j Ese joven se oierde y nos va a hacer dano! j Que se sepa que de aqul no ha aprendido esas ideas! . Los jesultas no mentian, no: esas ideas 5610 las da Dios por medio de la Naturaleza.


XXVIII TATAKUT

Ben-Zayb tuvo inspiracion de profeta al sostener dias pasados en su periodico que la instruccion era funesta, funestlsima para las Islas Filipinas: ahora en vista de los acontecimientos de aque! viernes de las pasquinadas, cacareaba el escritor y can tab a su triunfo, de.jando tamafiito y confuso a su adversario Horatius, que se habia atrevido a ridiculizarle en la seccion de P'irotecnia de la map era siguiente:

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De nuestro colega El Gdto: 芦La in~trucci6n es funesta, funestlsima para las Islas FiJipinash> Entendido. Haec uempo que El Grito cree representar al pueblo filipino; ergo .. como dirla Fray Ibanez, si supiese latin. Pero Fray Ibanez, se vuelve musulman cuando escribe, y sabemos c6mo tratan los musulmanes a la instrucci6n. Testiga, como decla un real predicador, la bibJioteca de Alejandria!

Ahora tenia el razon, el, j Ben-Zayb! j Si 路 es e1 unico que piensa en Filipinas, e1 unico que prev~ los acontecimientos! En efecto, la noticia de haberse encontrado pasquines subversivos en las puertas de la Universidad, no solo quito el apetito a muchos y trastorno la digestion a otros, sino que tambien puso intranqu ilos a los f1em:hicos chinos, que no se atrevieron a sen19.- TOMO 11


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tarse en sus tiendas con una pierna recogida como de costumbre, por temor de que les faltase tiempo de extenderla para echarse a correr. A las once de la manana, aunque el sol continuaba su curso y Sll Excelencia, el capitan general, no aparecia al frente de sus cohortes victoriosas, sin embargo cl desasosiego habia aumentado: los frailes que solian frecuentar cl bazar de Quiroga, no apareclan y cste sintoma presagiaba terribles catac1ismos. Si el sol hubiese amanecido c:ladrado y los Cristos, vestidos de pantalones, Quiroga no se habrla alarmado tanto: habria tornado al sol por un liamp6 y a las sagradas imagenes por jugadores de c7/apdiqul que se qucdan sin camisa; pero, I no venir los frailes cuando prccisamente acacaban de lIegarle novedades! Por encargo de un provincial amigo suyo, Quiroga prohibi6 a entrada cn sus casas de liamp6 y chapdiqui a todo indio que no fuese de antiguo conocido; el futuro c6n~ul de los chinps temia e apoderascn de las cantid:ides que alIi los miserables perdlan. Despues de disponer su bazar de manera que se pudiese cerrar nipidamente en un momento apurado, se hizo acompanar de un guardia veterano para cI corto camina que separaba su c'a sa de la de Simoun. Quiroga encontraba aquella ocasi6n la mas propicia para emplear los fusiles y cartuchos que tenia en 5U almacen, de Ia manera como el joyero habia indicado: era de esperar que en 105 dias sucesivos se operasen requisas y entonces j cuantos presos, cuanta gente acoquinada no darla sus economias! i Era el juego de los antiguos carabineros de deslizar dcbajo de las casas tabacos y hojas de contrabando, simular despues una requisa y obljgar aI in feliz propietario a sobomos 6 multas! i S610 que el arte s(' perfeccionaba y, desestancado el tabaco, sc recurria ahora a las armas prohibidas! Pero Simoun no querla ver a nadie e hizo decir al chino Quiroga que dejase las cosas como estaban. con 10 que este se fue a ver a don Custodio para pre~untarle si debia 6 no armar su bazar, pero don Cus-


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todio tampoco recibia: estaba a la sazon e.':itudiando un proyecto de defensa en el caso de verse sitiado. Acordose de Ben-Zayd para pedirle noticias, mas, al encontrarle armadQ hasta los dientes y sirviendose de dos revolvers cargados como de pisa-pape1es, Quiroga se despidio 10 mas pronto que pudo y se metio en su casa, acostandose so pretexto de que se sentia mal. A las cuatro de la tarde ya no se hablaba de simples pasquinadas. Se susurraban rumores de inteligencias entre los estudiantes y los remontados de San Mateo; se aseguraba que en una pansiteria juraron sorprender la ciudad; se habl0 de barcos alemanes, fuera de la bahia, para secundar el movimiento de un grupo de jovenes que, so capa de ' protesta y espanolismo, se iban a Malakanang para ponerse a las orqenes del general, y que fueron presos ''I) por descubrirs que iban arrrtados. La Providencia .~ habla salvado a u Exoelencia, impidiendole recibir a aquellos precoces criminales por estar a la sazon ~ conferenciando Con los Provinciales, el Vicerrector yelP. Irene, comisionado por el P. Salvi. Mucho de verdad habia en estos rumores si hemos de creer al P. Irene, que a la tarde se fue a visitar a capitan Tiago. Segun el, ciertas personas habian aconsejado a Su Excelencia aprovechase la ocasion para ins pirar el terror y dar para siempre .una buena leccion a los filibusterillos. -I Dnos cuantos fusilados, habfa dicho uno, unas dos docenas de reformistas, enviados al destierro inmediatamente y en medio del silencio de Ia noche, apagarJan para siempre los humos de los descontentos! -No, replicaba otro que tenia buen corazon; basta con que las tropas recorran las calles, el batallon de caballerJa por ejemplo, con el sable desenvainado; basta arrastrar algunos canones ... i basta eso! El pueblo es muy tlmido y todos entrara.n en sus casas. -No, no, insinuaba otro; esta es Ia ocasion de deshacerse del enemigo; no basta que entren en sus


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casas, hay que hacerles salir, como los malos humores, por media de sinapismQs . Si no se deciden a armar motines, hay que excitarlos par medio de agentes pro;ocadores ... Yo soy de opinion que las tropas esten sobre las armas y se aparente abandono e indiferencia, para que se envalentonen y a cualquier disturbio alia encima y energia! -El fin justifica los medios, decia otro; nuestro fin es nuestra santa Religion y la integridad de la Pntria. Declarese el estado de sitio, y al mas pequeno disturbio, coger <\ todos los ri os c ilustrados y ... limpiar el pais. -Si no lIeg-o a tiempo para aconsejar In moderacion, anadla el P. Irene, dirigiendose a capitan Tiado, de segu 0 que la sang-re corrla ahora por las calles. Yo pen aba en listed, apitan... El partido de' los ' "iolentos no pudo conses:- ir mucho drJ g-eneral, y echaban de m'tnos a Simol!JI) ... i Ah! si Simoun no I1ega a enfermarse ... Con 1a prisi6n de Basilio y la requisa qlle se hizo despucs entre sus libros y papeles, capitan Tiago se habfa puesto ya bastante malo. Ahora venia el P. J rene a aumentar su terror con historias espeluznantes. Apoderose del infeliz un miedo indecihle que se manifesto primero por lig-era temblor, que se fu~ acentuando dpidamente hasta no dejarle hablar. Con los ojos abiertos, la frente sudorosa, se rogio dC'l brazo del P. Irene, trato de incorporarse, pero no pudo y, lanzando dos ronquidos, cayo pesadamente sobre la almohada. Capitan Tiago tenia los ojos abiertos y babeaba: estaba muerto. A terrado el Padre Irene huyo y, como el cadaver se Ie habfa agarrado, en su huida 10 arrastro fuera de 1a cama, dejandolo en medio del aoosento. A la noche el terror llego a su maximum. Habfan tenido lugar varios hechos que hadan creer a los timoratos en los agentes provocadores. Con ocasion de un balitismo, arrojaronse algunos cuartos a los chicos y naturalmente hubo cierto tumulto en la nucrta de 1a iglesia. Acert6 entonces pa-


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~ar par alll un bravo militar qu e, alga preocupado . tomo el barullo por filibusterada, y arremetiend o sable en mano a los chicos, entro en el templo, y si no se enreda en la cortina suspendida del coro, no iba :i dejar dentro there con cabeza. Ver esto los timoratos y echarse a correr propalando que let reYOlllCion habla comenzado, fue cosa de un segundo. Cerra ronse atropelladamente las pocas tiendas que quedaban ab iertas, chinos hl,l\)o que se dejaron fuera piezas de tpla, y no pocas mujeres perdieron sus chinelas al correr por las calles. Afortunadamente no hubo mas que un herido y unos cuantos contusos, entre ellos el mismo militar al caerse luchando con la cortina, que olia a capa del filibu sterismo. Tal proeza Ie dio tanto renombre y un renombre t an puro que j ojala todas las famas se conquistasen de analoga manera! j las madres llorari n menos y estaria mas poblada la: tierra! En un arrabal sorprendieron los vecinos ados individuos que ell,terraban armas deba jo de una casa de tabla. Alborotose el barrio; los habitantes quisieron pcrseguir a los desconocidos para matarlos y entregarlos a las autoridades, pero un vecino les calma diciendoles que bastaba con presentar al tribunal el cuerpo del dc1ito. Eran por 10 demas viejas escopetas que de seguro habrJan herido al primero que hubiese querido servirse de ellas. 路 - j Bueno! deda un yalenton; si quieren que nos alcemos, j adelante! Pero el valenton fue sacudido a golpes y a punetazos, pellizc:.tdo por las mujeres como si fuese el propietario de las escopetas. En la Hermita la cosa ya hie mas grave si bien metio menos ruido y eso que hubo tiros. Cierto empleado precavido que se habla armado hasta los dientes, vio, al anochecer, un bulto cerca de su casa, 10 tomo sin mas ni mas por un estudiante y Ie solto dos tiros de revolver. El bulto resulto despues ser un guardia veterano y Ie enterraron y, i pax Christi! I Mutis!


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So Dulumbayan resonaron tambien varios tiros, de los que resultaron muertos un pobre viejo sordo, que no habia aida el quien vive del centinela, y un cerdo que 10 oyo y no contesto Espana. Al viejo no Ie enterraron facilmente pues no tenia con que pagar las exequias, y al cerdo se 10 comieron. En Manila, en una dulceda que habia cerca de In Universidad, muy frecuentada por estudiantes, se comentaban las prisiones de esta manera: -e Va cogl ba con Tadeo? preguntaba la duena. -Aba, nora, contestaba un estudiante que "ida en Padan I pusilau ya! - j Pusilau! j Nakll! no pa ta pag;l conmigo su deuda! - j Ay! no jabIa vos puelte, fiora, baka pa di qucda vos compr ceo j Ya quenui yo ga el libro que ya dale prestau conmigo! i Baka pa. di riquis{t y di cncontra! j anda vas li~to, nora! -eTa qued dice preso Is ~gani? - j Loco-Ioc tambien aqu垄J Isagani, dccla cI estudiante indignado; no sana di cog! con ele, ta and:l pa presenta! 10, bueno ga, que topa rayo con ele! 1 Siguro pusilau! La senora se encogio de hom bros - j Conmigo no ta deb! nada! GY cos a di jast: Paulita? - j No di falta novio, nora. Sig-uro di lIod un poco, luego di cas a con un espaIiol! La noche fue de las mas tristcs. En Jas casas sC rezaba el rosario y piadosas mujcrcs dedi aban sendos padrenuestros y requiems a las almas de pari entes y amigos. A las ocho de la noche apenas se vela un transeunte: solo de tiempo en tiempo se ola eI g-alopar de un caballo cuyos fiancos golpeaba escandalosamente un sable, despues pitadas de guardias, coches que pasaban a todo escape como perseguido'i por turbas filibusteras. Sin embargo no en todas partes reinaba cl terro,路. En la platerla donde se hospedaba Placido Peni-


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tente, se cornentaban tarnbien los acontecirnientos y se discntian con cierta libertad. -I Yo no creo en los pasquines! deda un obrero delgaducho y seco a fuerza de rnanejar el soplete; 1 para mi es obra del P. Salvi! - I Rjem, ejem! tosio el maestro platero, hombre muy prudente que, temiendo _pasar por cobarde, no se atrevia a cortar la conversaci6n. El buen hombre se contentaba con toser, guiiiaba a su oficial y miraba hacia la calle, como para decirle:-I Pueden espiarnos! -I Por 10 de la opereta! continu6 el obrero. , -I Oho! exclamo uno que tenia la cara de simple; 1 ya 10 deda yo! Por eso .. . -I Hm! repuso un escribiente en tono de compasion; 110 de los pasquines es cierto, Chicoy, pero te dare su expl"caci6n! Y aiiadi6 con voz misterios : - j Es una jllgada del chino Quiroga! -I Ejem, ejem! volvio a toser el maestro pasando eI sapci del buyo de un carrillo a otro. -I Creeme, Chicoy, del chino Quiroga! 1 Lo he oido en la oficina! -I Naku, segura . pues! ex clarno el simple, creyendolo ya de antemano. -Quiroga, continuo e1 escribiente, tiene cien mil pesos en plata mejiql.Oa en la bahia. ~ Como hacerlos entrar? Pues sencillamente; inventa los pasquines, aprovechandose de la cuestion de los estudiantes, y mientl as todo el mundo esta alborotado, 1 pum! 1 unta a los empleados y pas an las ca jas! -I Justo, justo! exc1amo eI credulo pegando un puiietazo sobre la mesa. 1Justo! Por eso paM, eI chino Quiroga ... 1 por eso! Y tiene que callarse no sabiendo que decir del chino Quiroga. -c! Y nosotros pagaremos los platos rotos ... ? preguntaba Chicoy indignado. -I Ejem, ejem, ejern! tosio e1 platero oyendo acercarse pasos en la calle.


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En efecto los pasos se acercaban, )' en la platcrb todos se callaron. ,-San Pascual Bailon es un ~ran santo, dijo hip6critamente en voz alta el platero, gUilblltlU ;\ los otros; san Pascual Bailon ... En aquel momenta asomo la earn Phicido Penitente, aeompanado del pirotccnico que ,imos recibiendo las ordenes de Simoun. Todos rodearon ;'t los recien llegados preguntando por novedadcs. -No he podido haclar con los prcsos, respondit', Placido; I hay unos treinta! - j Estaos aIerta! afiadio el pirotecnico, cambiando una mirada de inteligencia con Pla(ido; <licen qut'" esta nocl,1e va a haber un deguello ... -ila? I Rayo! exclamo Chicoy, buscando con los ojos un arma y no ,iendo I)inguna, cog-io su soplete. EI maestr se sent6; Ie temblaban las piernas. El credulo ya se veia degollado y lloraba de antemano por Ia suerte f! su familia. - j Cal dijo eI eseribiente; I deguello no va ~i haber! EI consejero del-e hizo llna seria misteriosa - esta por fortuna enfermo. - j Simoun! - j Ejem, ejem, ejjjem! Placido y el pirotecnico se cambiaron otra mirada. -Si no llega a estar enfcrmo ese ... - j Se simuIa una revoluci6n! aliadio negIigcntcmente el pirotccnico, encendiendo un cigarrillo par encima del tubo del quinque; y ,: que hadamos entonees? -Pues haeerla ya de veras, porque, ya que nos van a degollar ... La tos vioIenta que se apodero del platero impidio que se oyese la continuacion de la frase. Debla Chicoy deeir cosas terribIes porque bacia gestos asesinos con su soplete y ponia cara de tdlgico japoncs. - j Digan ustedes que se finge enfermo porqu' tiene miedo de saIir! Como Ie vea ... Al maestro Ie ataco otra vioIentisima tos y acab6 por supliear a todos se retirasen.


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- Sin embargo, prepararse, prepararse, decia el pirotecnico. Si quieren forzarnos a matar 0 a morir. . . Otra tos Ie volvio a atacar al infeliz patron y los obreros U oficiales se retiraron a sus casas, llevandose martillos, sierras y otros instrumentos mas 0 menDs cortantes, mas 0 menDs contundentes, disponiendose a vender caras sus vidas. PIacido y el pirotecnico volvieron a salir. - i Prudencia, prudencia! recomendaba el maestro con voz lacrimosa. - i U ste ya no mas cuidado con mi viuda y mi s huerfanos! suplicaba el credulo con voz mas Iacrimosa todavia. ÂŁ1 infeliz ya se vela acribillado de bal.a s y enterrado. Aquella noche los guardias de las puertas de Ia ciudad fueron sub tituidos por artilleros peninsulares y al dia siguiente, a los prime'os rayos del sol, BenZayb, que se lventuro a dar 'Un paseo matinal para ver el estado d~ las murallas, encontro en el glacis, cerca de Ia Luneta, el cadaver de una jovencita india, medio desnuda y abandon ada. Ben-Zayb se horrorizo y despues de tocarla con su baston, y mirar hacia ]a direccion de las puertas, continuo su camino, _pensando componer sobre el hecho un cuentecito sentimental. Ninguna alusion, sin embargo, apareci6 en los peri6dicos de los dias sucesivos, los cuales se ocuparon de caidas y resbalones, ocasionados por d.scaras de pI:itanos, y, como falto de l-lOticias, el mismo Ben-Zayb tuvo que comentar largamente cicrto ciclon que en America destruy6 pueblos y caus6 la muerte a mas de dos mil personas. Entre otras Iindezas deda: ÂŤEL sentimiento de La caridad MAS LATENTE EN LOS PUEBLOS CAT6LICOS QUE EN OTRO ALGUNO Y el recuerdo de Aque! que a impulsos de la misma se sacrific6 por la httmanidad, nos mueve (sic) a compasi6n por las desgracias de nueSIrOS semejantes y a haccr votos porque en este pais, tan castigado por los cicIones, no se produzcan escenas tan desoladoras como las que han debido presenciar lOG habitantes de los Estados UnidoslÂť


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Horatius no perdono la ocasion y, sin hablar tampoco ni de los muertos, ni de la pobre india asesinada, ni de los atropellos, Ie contesto en su Piro-

tecnia: "Despu~s de tanla caridad y tanta humanidad, Fray Ibanez, digo Ben-Zayb, se reduce;!. pedir para Filipinas. Pero SI comprende. Porq ue no es cat6lico yel sentimienlo de la caridad es mAs lateote , etc., etc., etc.Âť

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XXIX ULTlMAS PALABRAS SOBRE CAPITAN TIAGO

Talis vita finis ita.

Capitan Tiago tuvo buen fin, esto es, un entierro como pocos. Es cierto que el cura de la parroquia habia hccho obsclvar al P. Irene que capitan Tiago se habfa muerto sin confesion, pero el buen sacerdote, sonriendo burlonamente, se froto la punta de su nariz y respondio: -Vamos j a f con esas! s~ hubieramos de negar las exequias a t6dos los que se mueren sin confesion nos olvidadamos del iDe profundis! Esos rigores, como usted sabe bien, se conservan cuando el impenitente es tambien insolvente, pero j con capitan Tiago!. .. j Vaya! si chinos infieles ha enterrado usted y. con misa de requiem! Capitan Tiago habfa nombrado albacea y ejecutor' testamenta rio. al P. Irene, y legaba sus bienes parte a Santa Clara, parte al Papa, al Arzobispo, a las Corporaciones religiosas, dejando veinte pesos para las matrlculas de los estudiantes pobres. Esta ultima clausula se dicta a propuesta del P. Irene, a fuer de protector de la juventud estudiosa. Capitan Tiago habfa anulado un legado de veinticinco pesos que dejaba a Basilio, en vista de la ingrata conducta observada por ,el j.oven en los ultimos dlas, pero eI Padre Irene 10 restableda y anunciaba que 10 tomaba sobre su boIsillo y su conciencia. En la casa del muerto, a donde habfan acudido al dia siguiente antiguos conocidos y amigos, se comentaba mucho un milai:'ro. Dedase que en eI mo-


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mento mismo en que agonizaba, el alma dt! capitan Tiago se habia aparecido a las monjas, rodeada de brillante luz. Dios la salvaba, g-racias a las numcrosas misas que habia mandado decir y a los piadosos legados. El rumor se comentaba, se dibujaba, adquiria detalles y ninguno 10 ponia en duda. Se describia el traje de capitan Tiago, por supuesto, el frac, la mejilla levantada por el sapll del buyo, sin olvidar la pipa para fumar opio ni el gallo sasabur1gin. ÂŁ1 sacristan mayor que se encontraba en el grupo, afirmaba gravemente con la cabeza, y. peosaba que, muerto el, se apareceda con su taza de taju blanco porque, sin aque! desayuno refrescante, no se comprendia la felicidad ni en el cielo ni en la tierra. Sobre este tema y por no poder hablar de los acontecimientos del dia anterior, y por haber alii tahures, se emitian pareceres muy peregrinos, se hacian conjeturas sobre s' capitan Tiago invitaria 0 no a San Pedro para un soltada, si Stt cruzarlan apuestas, s1 los gallos sedan inmortales, s1 ill'vulnerables, y en este caso, quien seria cl sentenciador, qllicn ganaria, etc., discusiones muy al gusto de Jos que fundan ciencias, teorias, sistemas basados en un texto que reputan infaliblc, revela do 6 dogmatico. Sc citaban, ademas, pasajcs de no,'enas, libros de milagros, dichos de curas, descripciones del cielo y otras zaranda ja s. Don Primitivo, el m6sofo, estaba en sus glorias citando opiniones de te610gos. -Porque ninguno pucdc perder, decia con mucha autoridad; perdcr ocasiona disgusto y en d cielo no pllede haber disgustos. -Pero alguno tiene que ganar, replicaba cI tahur Aristorenas; j en ganar est a. la gracia! - j Pues ganan ambos, sencillamente! Eso de ganar ambos no 10 podia admitir l\lartin Aristorenas, el que ha pasado su vida en la gaUera y siempre ha visto que un galla perdia y otro ganaba; a 10 mas puede haber tablas. En vano hablo don Primitivo en latin, :Vlartln Aristorenas sacudia la cabeza, )' eso que el 18tin de don Primitivo era facil


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de entenderse; hablaba de an gallus talisainus, acuto tari armatus, an gallus beati Petri bulikus sasabungus sit, etc., hasta que se decidio a emplear el argumento de que se valen muchos para hacer callar y convencer: - j Te vas a condenar, amigo Martin, vas a caer en una heregla! i Cave ne cadas! j Ya no voy a jugar contigo al monte! j Ya no haremos vacas! j Niegas la evidencia de la Santisima Trinidad: tres son uno y uno son tres! j Cuidadito! j Niegas indirectamente que dos naturalezas, dos entendimientos y dos voInntades puedan tener una sola memoria! j Cuidado!

I Qttincumque non crederit, anathema sit! Martin f,.ristorenas se encogio palido y tembloroso, y e1 chino Quiroga que nabla escuchado con mucha atencion el razonamiento , con mucha deferencia, ofrecio al filosofo un magnifico cigarro y Ie preguntO con voz acaric'\adora: -Sigulo, puele contalata alien to galela con Kilisto, i ja? Cuando mia mue1e, mia contalatista, 2 ja? En otros se hablaba mas del muerto; al menos se discutla el traje que Ie iban a poner. Capitan Timong proponla el h:ibito de un franciscano; precis amente tenia el uno, viejo, raldo y remendado, preciosa pieza que, seg~n el fraile que se 10 dio de limosna en cambio de treinta y seis pesos) preservaba al cadaver de las llamas del infierno y conto en su apoyo varias anecdotas piadosas sacadas de los libros que distribuyen los curas. Capitan Tinong, aunque tenia en mucho aquella reliquia, estaba dispuesto a cedersela a su intimo amigo a quien no habia podido visitar durante su enfermedad. Pero un sastre objeto con mucha razon que, pues que las monjas Ie vieron a capitan Tiago subiendo al cielo de frac, de frac ten ian que vestirle aqui en la tierra y no ha- . bia necesidad de preservativos ni impermeables; se va de frac cuando se va a un baile, a una fiesta, y no otra cosa Ie debe esperar en las alturas ... y j miren! casualmente tiene el uno hecho, que 10 puede ceder por treinta y dos pesos, cuatro mas barato que el ha.~


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bito del franciscano, porque con capitan Tiago no quiere el ganar nada: I fue su parroquiano en vida y ahora sera su patron en el cielo! Pero el P. Irene, albacea y ejecutor testamentario, rechazo una y otra proposicion y mando vistiesen al cadaver con cualquiera de sus antiguos trajes, diciendo con santa uncion que Dios no se fijaba en vestiduras. Las exequias fueron, pues, de primedsima c1ase. Hubo responsos en casa; en la calle, oficiaron tres frailes como si uno no pudiese bastar can tanta alma; se hicieron todos los ritos y ceremonias posibles, y es fama que se improvisaron otras, habiendo extra como en los beneficios de los teatrillos. Aquello fue una delicia: se quemo mucho incienso, se canto mucho en lathh se gas to mucha agua bendita- el Padre Irene en obsequio de su amigo canto con voz de falsete el Dios i1'CE, desde el coro-y los vecinos cogieron verdad 0 dolor de cabeza con tanto dobJar a muerto. Dona Patrocinio, la antigua rival de capitan Tiago en reJigioserJa deseo de todas veras morirse al dla siguiente para encargar exequias aun mas soberanas. La piadosa vieja no podia sufrir que aquel, que ella tenia ya para siempre vencido al morir, resucitase con tanta pompa. Si, deseaba morirse y Ie parecia escuchar las exc1amaciones de la gente que prescnciara sus responsos: - j Esto sl que es entierro! j esto sl que es saber morir, dona Patrocinio!


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La muerte de capitan路 Tiago y la prisi6n de Basilio se supieron pronto en la provincia, y para honra de los senciUos habitantes de San Diego diremos que se sinti6 mas la ultima y solo de ella se hab10 casi. Y como era de esperar, la noticia fue adoptando diferentes formas, se dieron detalles tristes, pavorosos, se explico 10 que no se comprendia, se sup1ieron las lagunas co conjeturas, eS~Fs pasaron pOl' hechos acontecidos y el fantasma as~ engendrado aterr6 a sus mismos progenitores. En el pueblo de Tianl se 'deda que, cuando menos, cuando menos, el joven iba a ser deportado y muy probab1emente asesinado durante el viaje. Los timoratos y pesimistas no se contentaban con esto y bablaban de horcas y consejos de guerra; enero era un mes fatal, en enero fue 10 de Cavite y aquellos con ser curas, fueron ahorcados; con que un pobre Basilio sin amparo ni amistades ... - I Yo ya Ie deda! suspiraba el juez de Paz, como si alguna vez hubiese dado un consejo a Basilio; yo ya Ie deda... . - j Era de preyer! afiadia hermana Penchang: i entraba en la ig1esia y cuando vela algo sucia el agua bendita, no se santiguaba! j Hab1aba de animalitos y enfermedades, aba, castigo de Dios! j Merecido 10 tiene! j Como si e1 agua bendita pudiese trasmitir enfermedades! j Todo 10 contrario, aba! Y contaba somo se habia curado de una indigesti6n mojandose el ombligo con el agua bendita aI mismo tiempo que rezaba Sanctus Deus, y recomen-


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daba el remedio a los presentes cuando padezcan disenterIas 6 ventosidades 6 rcine la peste, s610 que entonces deben rezar en espanol Santo Dios Santo fuerte Santo inmortal Llbranos Senor de la peste Y de todo mal.

-EI remedio es infalible, pero hay que llevar agua bendita a la parte dolorida 6 enferma, deda. Pero muchos hombres no crcian en estas cosas ni atribuian la prisi6n de Basilio ~1 castigo de Dios. Tampoco crcIan en insurreccioncs oi en pasquines. conocido el. caracter ultra-pacifico y prudente del estudiante, y prefiricron atribuirHt a ven~anzas de- frailes, por haber sacado de la servidumbre a Jull, hija de tulisan, en~migo TII0 tal e cierta poderosa corporaci6n. Y como tenlan bastante mala idea de la moralidad de l<jl. misma corporaci6n y se recordnban mezquinas venganzas, la conjetura se crey6 la mas probable y justificada. - j Que bien hice en echarla de mi rasa! decia hermana Penchang; no quiern tener disgustos con los frailes, as! que la apure a que buscase dinero. La verdad era que sentia la libertad de Jul1: Juli rezaba y ayunaba por ella y si se hubiera quedado mas tiempo habrIa hecho tam bien penitencia. ~ Por que, si los curas rezan por nosotros y Cristo muere por nuestros pecados, Jul1 no iba a hacer 10 mismo por herman a Penchang? Cuando las noticias JIegaron a Ia cabana dondeyivlan la pobre Jull y su abueIo, la joyen tu\'o necesidad de que se 10 repitieran dos yeces. Mir6 a hermana BaIt que era quien se 10 deda, como sin ('omprenderla, sin poder coordinar las ideas; Ie zumbarol1 los oidos, sinti6 opresi6n en el coraz6n y tuvo ('omo un vago presentimiento de que aqueI sureso iba a influir desastrosamente en su pon路enir. Sin embar-


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go, quiso agarrarse a un rayo de e-speranza, sonrio, crey6 que hermana BaB Ie daba una broma, bastante pesada, pero se la perdonaba de antemano si Ie decia que 10 era; pero hermana Ball hizo una cruz con el pulgar y el lndice y la beso, en prueba de que decia la verdad. Eritonces la risa abandon6 para siempre los labios de la joven, pusose pcHida, espantosamente palida, sinti6 que la abandonaban las fuerzas y, por primera vez ell su vida, perdi6 d conocimiento desmayandose. Cuando a fuerza de golpes, pellizc,\s, rociadas de agua, cruces y aplicaciones de palmas benditas, volvia Ia joven en sl y dio e cuenta de su estado, i las l;igrimas brotaron silenciosas de sus ojos, gota a gota, sin s040zos, sin lamentos, sin quejas! Ella pensaba en Basil~o que no tenia mas protectores que capitan Tiago, y que, muerto este, se quedaba por completo sin amparo y sin libertad. En Filipinas es cosa sabida que para todo se nece itan padrinos, desde que uno se bautiia hasta que se muere, para obtener justicia, sacar un pasaporte 6 explotar una industria cualquiera. Y como se decia que aquella prision obedecia a venganzas por causa de ella y de su padre, la tristeza de la joven, rayaba en desesperaci6n. Ahora Ie tocaba a ella libertarle, como el 10 habia hecho sacandola de la servidumbre, y una voz interior Ie sugeria la idea y presentaba a su imaginaci6n un horrible medio. - i EI P. Camorra, el cura! deda la voz. Jult se mordia los labios y quedaba sumida en sombda meditacion. A raiz del crimen de su padre, habian preso al abuelo esperando que J:or aquel medio apareceria el hijo. El unico que Ie pudo dar la libertad fue el Padre Camorra, y el P. Camorra se habia mostrado mal satisfecho con palabras de gratitud y con su franqueza ordinaria habia pedido sacrificios ... Desde entonces J ult evitaba encontrarse con el, pero el cura Ie hacia besar la mano, la cogia de la nariz, de las mejillas, Ie daba bromas con guifios y riendo, riendo 20.- TOMO II

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la pellizcaba. Ju11 fue la causa de la paliza, que el buen cura administro a unos jovenes que recorrbn el barrio, dando serenata a las muchachas. Los muliciosos, al verla pasar seria y cabizbaja, decian de manera que ella oyese: - j Si quisiese Cabesang Tales serla indultado! La joven l1egaba a su casa sombria y los ojos extraviados. Jull se habia cambiado mucho; habla perdido su aiegria, nadie la vela sonreir, hablaba apenas y hasta al parecer tenia miedo de verse la cam. Un dia la vieron en el pueblo con una gran mancha de carbon en la frente, ella que solia ir bien arregladita y compuesta. Una vez pregunto a hermana Bali si los que se suici¢aban se iban al infierno. - j rie seguro! contesto In mujer y Ie pinto el sitio como si en el hubiera f'stado. Con la prisi~n de Basilio, I s sencillos y agradccidos parientes propusieron ha<;er toda cIase de sacrificios para salvar al joven; pero como entre todo!; no reunlan treinta pesos, hermana Bal1, como siempre, tuvo la mejor idea. -Lo que debemos hacer es pedir un consejo al escribiente, dijo. Para aquellas pobres gentes, el escribiente del tribunal era 10 que el oraculo de Delfos para los antiguos griegos. -Dandole un real y un tabaco, afiadio, te dice toaas las leyes que se te hincha la cabeza oyendole. Si tienes un peso te salva aunque estes at pie de Ia horca. Cuando a mi vecino Simon Ie mctieron en la carcel y Ie dieron de palos, por no poder declarar en un robo que se cometio cerca de su casa, j aba! por dos reales y medio y una rosea de ajos, Ie saco el escribiente. Y yo Ie vi a Simon que apenas podia andar y tuvo que guardar cama 10 menos un meso jAy! se Ie pudrio el trasero, j aba! j y murio de resultas! EI consejo de hermana Bali fue admitido y Ia misrna se encargo de hablar con el escribien te; J ul1 Ie


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di6 cuatro reales y anadi6 pedazos de tapa de venado que el abuelo habia cazado. Tandang Selo se dedicaba de nuevo a la caza. Pero el escribiente nada podia: el preso estaba en Manila y hasta allf no llegaba su poder. - j Si al menos estuviera en la cabecera, todavia!. .. dijo haciendo alarde de su poder. El escribiente sabia muy bien que su poder no pasaba de los Hmites de Tiani, pero Ie con venia conservar su prestigio y quedarse con la tapa de venado. -Pero, os puedo dar un sabio consejo y es que vayais con Jull, al juez de Paz. Es menester que vaya Jul1, El juez de Paz era: un hombre muy brusco, pero viendo a Jull. acaso se portase menos groseramente: aqui estaba la sabidurla del consejo. ' Con mucha gravedad oy6 el senor juez a hermana Ball, que era q\ ien tomaba la palabra, no sin mirar de cuando en cuando a la joven que tenia los ojos bajos y estaba muy avergonzada. La gente dirla de ella que se interesaba mucho por. Basilio, la gente no se acordaba de su deuda de gratitud y de que aquella prision, segun se deda, era por causa de ella. Despues de eructar tres 6 cuatro veces, porque el senor juez tiene esta fea costumbre, dijo que la unica persona que podia salvar a Basilio era el P. Camorra, en el caso de que lo quisiese-y miraba con mucha intenci6n a la joven.-El la aconsejaba tratase de hablar COil el cura en persona. -Va sabeis la influencia que tiene; ,ha sacado a vuestro abuelo de la carcel ... Basta un informe 's uyo para desterrar a un recien nacido 0 salvar de la muerte a un ahorcado. Jull no deda nada, pero hermana Ball encontraba el consejo como si 10 hubiese leido en una novena: estaba dispuesta a acompafiarla al convento. Precisamente iba a tamar de limosna un escapulario mediante el cambio de cuatro reales fuertes: Pero J ult sacudia la cabcza y no querfa ir al conveoto. Hermana Bali que ereia adivioar el motivo-


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d P. Camorra se lIamaba Si cabuyo por otro nombre y era muy travieso--Ia tranquilizaba: - j Nada tiencs que temer! j si voy contig-o! deda: i no has Iefdo en ellibrito Talldang Basio dado por cl cura, que las jovenes deben ir al ttonvcnto, nun sin saberlo sus mayores, para con tar 10 que pasa en \a casa? j Aba! Aquellibro csta impreso con permiso del arzobispo, j aba! Jull, impaciente y deseando COl"tar la conversaci6n, suplico a Ia devota que fuese si gtlstaba, pero cl senor J uez observo eructando quc las suplicas de un:1 car a joven mueycn m.'s que las de una vieja, que cl cielo derramaba su rOelO obre las florcs frcscas en mas ahundancia que sobre las secas. La metMora f('sultaba her;ffiosamente malvada. Juli no cOftest6 y ambas mujeres bajaron. En In calle, Ia joyeD, se nego tenaZlente a ir al con vento y se retiraron a u barrio. Her ana Ball que se scntia of end ida de Ia falta de confi nza yendo con ella, c vengaba endilgandola un largo sermon. La verdad era que Ia joven no podia dar aquel paso sin condenarse a 51 misma, sin que Ia condcnen 10<; hombres, sin que Ia condene Dios. Le habian hecho oir varias veces, con razon 0 sin ella, que si hacia aquel sacrificio, indultarlan a su padre, y sin embargo ella sc habia negado, apesar de los gritos de su conciencia recordandola su deber filial. i Y ahora debia ryacerlo por Basilio, por su novio? Seria caer al son de las burlas y carcajadas de toda Ia creacion, Basilio mismo Ia despreciarla; j no, jamas! Primero se ahorcarla 6 saltaria en cualquier precipicio. De todos modos estaba ya condenada por ser mala hija. La pobre Jull tUYO aun que sufr;r todas las rer-riminaciones de sus parientes que, no sabiendo nada de 10 que habia podido pasar entre ella y el P. Camorra, se burlaban de sus temores. cAcaso el P. Camorra sc iba a fijar en una campesina habiendo tantas en el pueblo? Y las buenas mujeres citaban nombres de solteras ricas y bonitas, mas 6 menos desgraciadas. Y entretanto i si Ie fusilan a Basilio?


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J ult se t~paba los oidos, miraba a todas partes como buscando una voz que hablase por ella, miraba a su abuelo; pero el abue10 estaba mudo y tenia la vista fija en su pica de cazador. Aquella noche durmi6 apenas. Ensuefios y pesadiIlas, ya ft'lOebres ya sangrientos, danzaban delante de su vista y se despertaba a cada momenta nadando en fdo sud~r. erda oir tiros, crda ver a su padre, su padre que tanto habia hecho por ella, luchando en los bosques, cazado como un animal porque habfa vacilado en salvarle. Y la figura del padre se transformaba y reconoda a Basilio, agonizando y dirigiendol a miradas de reproche. La desgraciada se levantaba, oraba, 1I0raba, invocaba a su madre, a la muerte, y hubo n momenta en que, rendida por el terror, a no haber ido de noche habda corrido derecha at convento, suceda 10 que suceda. El dia lleg6 'I los tristes presentimientos, los teHores de las sO\llbras se disiparon en parte. La luz Ie trajo esperanzas. Mas, las noticias de la tarde fueron terribles; se hab16 de fusilados y la noche para la joven fue espantosa. En su desesperaci6n decidi6 entregarse tan pronto como brillase el dia y matarse despues: i todo, menos pasar por semejantes torturas! Pero la aurora trajo nt,tevas esperanzas y la joven no quiso bajar de casa, ni irse a la iglesia. Temia ceder. Y as! pasaron algunos dias : or~ndo y maldiciendo, invocando aDios y deseando la muerte. El dia era una tregua, Jult confiaba en algun milagro; las notlcias que venian de Manila, si bien llegaban abultadas, dedan que de los presos algunos' habian conscguido su libertad gracias a padrinos y a influencias ... Alguno tenIa que salir sacrificado, c: quien seria? JuB se estremeda y se retiraba a su casa mordiendose las tinas de los dedos. Y as! venia la noche en que los temores, adquiriendo doble proporci6n, paredan convertirse en realidades. Juli temia el suefio, temia dormirse, pues su suefio era una continuada pesadilIa. Miradas de reproche traspasaban sus ~)2lrpados


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tan pronto como los cerraba, quejas y lamentos barrenaban sus oidos. Vela a su padre vagando, hambriento, sin tregua ni reposo; veia Basilio agoni. zan do en el camino, herido de dos balazos, como habia visto el cadaver de aquel vecino, que fue muerto mientras Ie conducia la guardia civil. Y ella vela las ligaduras que habian penetrado la carne, vela la sangre saliendo por la boca y oia que Basilio Ie decia: -('I Salvame! I salvame! 1 t6 sola me puedes salvar!" Resonaba despues una carcajada, "olvla los oj os ) veia a su padre, que la miraba con oj os Henos de rcproche. Y Jull se despertaba, se incorporaba sobre su petate, se pasaba las ma nos por la frente para recoger su cabellera: j frio sudor, como el sudor de la muerte, Ia, humedecia! - I Madre, madre! sollozaba. Y entretanto los qu d isponian tan alcgremente de los destinos de los pueblos, cl que ma ndaba los asesinatos legales el que viola a la justicia, y hacia uso del dercch para sostener a la fuerza, dormlan en paz. Al fin, !legeS un viajero de Manila y conteS como habian sido puestos en libertad todos los presos, todos menos Basilh que no tenia protector. En Manila se decia, afiadi6 el ,oiajero, que el joven seria desterrado a Carolinas, habiendole hecho firmar de antemano una petici6n en que se hacia constar que as! voluntariamente Jo pedia. El viajerp habia visto el vapor que Ie iba a conducir. Aquella noticia acab6 con las vacilaciones de la joven cuya mente, por 10 demas, estaba ya bastante trabajada merced a tanta5 noches en vela y a sus horribles ensuefios. Palida y con los ojos extraviados, busc6 a hermana BaIt y, en voz que daba miedo, Ie dijo que estaba dispuesta y la preguntaba si la queria acompafiar. Hermana BaIt se alegr6 y procuro tranquilizarla, pero Juli no escuchaba y parecia que solo tenia prisa por llegar al convento. 'Ella se habia arreglado, se habia puesto sus mejores trajes y hasta pareda que

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estaba muy animada. Hab1aba mucho aunque a1go incoherente. Echaron a an dar. Jul! iba delante y !e impaciel'taba porque su compafiera se quedaba detnis. Pero a medidn que se acercaban al pueblo, 1a energla nerviosa 1a abandonaba poco a poco, se volvla silenciosa, perdia su decision, acort~a e1 paso, y despues se quedaba detnis. Hermana BaH tenia que animarla. -I Que vamos a llegar tarde! decia. JuH seguia palida con los ojos bajos, sin atreverse a 1evantarlos. Creia que todo e1 mundo la miraba y 1a sefialaban cun el dedo. Un nombre infame silbaba en sus oidos pero se hacia la sorda y continuaba su camino. No obstante, cuando vio e1 convento, se detuvo y empezo a temblar. -I Volvamos al barrio, vo1vamos! suplico deteniendo a su compafiera. Hermana Bal"~uvo que coge la del brazo y medio arrastrarla, tran l:li1izando1a y hablandola de libros de frailes. Ella n la iba a abandonar, nada tenia que temer j el P. Camotra tenia otras cosas en la caheza; Jult no era mas que una pobre campesina ... Pero al lleg-ar a 121 puerta del" con vento 6 casaparroquial, JuH se nego tenazmente a subir y se cogio a la pared. - j No, no! suplicaba Dena de terror j loh, no, no, tened pied ad 1. .. -Pero que tonta ... Hermana Ball la empujaba dulcemente j Jult re!istla, palida, con las facciones desencajadas. Su mi. rada decia que vela delante de sf a la muerte. -Bien, j volvamos si no quieres! exclamo al fin despechada la buena mujer que no crefa en ningun peligro real. El P. Camorra, a pesar de toda su fama, no se atreverla delante de ella. - j Que Ie lleven al destierro al pobre Basilio, que Ie fusilen en el camino diciendo que ha querido escaparse! afiadio j Quando ya este muerto entonces vendran los arrepentimientos. Por' mi, yo no Ie debo riingun favor. j De mi no se podra quejar.! .


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Aquello fue el golpe decisivo. Ante estc reproche, .. con ira, con desesperaci6n, como quien se suicida, Jull cerr6 los ojos para no ver el abismo en que se iba a lanzar y entr6 resuelta en el convento. Un suspiro que mas pareda estertor se escap6 de sus labios. Hermana Bali: la sigui6 haciendolc advertencias ... A la noche se comentaban en voz baja y con mucho misterio varios acontecimientos que tuvieron lugar aquella tarde. Una joven habra saltado por la vcntana del COIlvento, cayendo sobre unas piedras y matandose. Casi al mismo tiempo, otra mujer salla por la puerta y recorria las calles gritando y chillando como una loca. Los prudentes vecinos no se atrev/an a pronunciar los nombres y muchas madres pellizcaron a sus hijas por deja.r escapa~ palabras que pod ian comprometer. Despue , pero mucho 1,espues, al caef la tarde, un anciano vino de Ul1 ba rio y estu '0 lIamando a la puerta del qonvento, cerr da y guardaba por sacristanes. EI viejo llamaba con los punos, con la cabeza, lanzando gritos ahogados, inarticulados como los de un mudo, basta que fuc echado a palos y a empujones. Entonces se dirigi6 a casa del gobernadorcillo, pero Ie dijeron que el gobernadorcillo no estaba, que estaba en el con vento ; se fuc: al juez de Paz, pero el juez de Paz tampoco estaba, habia sido Ilamado al convento; se fue al teniente mayor, tampoco, estaba en el con vento; se dirigi6 al cuartel, el teniente de la Guardia civil estaba en el convento ... El viejo entonces se volvi6 a su barrio llorando como un nino: sus aullidos se olan en medio de Ia noche; los hombres se mordian los labios, las mujeres juntaban las manos, y los perros entraban en sus casas, medrosos, con la cola entre piernas. - i Ah, Dios, ah, Dios! decia una pobre mujer, demacrada a fuerza de ayunar; i delante de ti no hay rico, no hay pobre, no hay blanco, no hay negro ..' til nos haras justicial ---Si, Ie contestaba el marido; i con tal que ese


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Dios que predican no sea pura invenci6n, un engafio! 1 Ellps son los primeros en no creer en ell A las ocho de la noehe, se deda que mas de siete frailes, venidos de los pueblos comarcanos, se encontraban en el convento ce1ebrando una junta. Al dia siguiente, Tandang Selo desaparecia para siempre del barrio llevandose su pica de cazador. •



XXXI EL ALTO EMPLEADO

L'Espagne et sa vertu t !'Espagne et sa grandeur Tout s'en val ViCTOR HUGo.

Los periodicos' de Manila estaban tan ocupados por la resena de un asesinato d:lebce cometido en Europa, por los pan~gJricos y bomiDos a varios predicadores de la capital, por e1 exito cad a vez mas ruidoso de la opereta francesa, que apenas podian dedicar alguno que otro articulo a las fechodas que cometia en provincias una banda de tulisanes capitane~da por un jefe terrible y feroz que se llamaba Matangl6:win. Solo, cuando el asaltado era un con vento 0 un espafiol, entonces aparecian largos articulos dando pavorosos detalles y pidiendo e1 estado de sitio, energicas medidas, etc., etc. As! es que tampoco pudieron ocuparse de 10 ocurrido en el pueblo de Tiani, ni hubo una alusion ni un rumor. En drculos privados se susurraba algo, pero todo tan confuso, tan incierto, tan poco consistente que ni siquiera se supo el nombre de la victima, y los que mas in teres manifestaron 10 olvidaron pronto, creyendo en alguna componenda con la familia 0 parientes of en didos. Lo unico que s~ supo de cierto fue que el P. Camorra tuvo que dejar el pueblo para trasladarse a otro 6 estar algun tiempo en el convento de Manila. - j Pobre P. Camorra! exclamaba Ben-Zayb echandoselas de generoso; j era tan alegre, tenia tan. bU!,!Q corazoq!


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Era cierto que los estudiantes habian recobrado su libertad gracias a las instancias de sus parientcs, que no perdooaron gastos, regalos ni sacrificio alguno. EI primero que 5e vi6 libre fue, como era de esper3r, Makaraig y e1 ultimo, Tsagaoi, porque el P. Florentino no lleg6 a Manila sillo una semana despues de los acontecimieotos. Taotos actos de c1cmcncia Ie valieron al general el epiteto de clemente y misericordioso, que Ben-Zayb se apresur6 a anadir a la larga Iista de sus adjetivos. EI unico que no obtuvo 1a libertad fue el pobrc Basilio, acusado adem as de tener en su poder libros prohibidos. No sabemo!' si se refedan al tratado de M edicina Legal y Toxicologfa del Dr. Mata, 0 a los varios folletos que se Ie eo ('ontraron sobre asuntos de Filipina~ e a ambas cosas juntas; es el caso que se dijo tambien que sc vendian c1andcstinamcntc obras prohibidas y sobre el infeliz cayo todo el rigor de la romana e la justicia. Contaban qu a Su Excelen ia Ie hablan dicho: -Es meneste que haya alg'uno para que qucdc en salvo el prestigio de Ia autoridad y no se diga que hemos metido mucho ruido para nada. La autoridad ante todo. j Es menester que se quede alguno! -Queda uno solo, uno que, segun el P. Irene, fue criado de capitan Tiago .. . No hay quien redame .. - i Criado y estudiante? pregunto Su ExceJencia; i pues entonces ese, que se quede ese! -Me permitini V. E., observo el alto cmplcado que se hallaba presente, por casualidad; pero me han dicho que ese chico es estudiante de Medicina, sus profesores hablaban bien de el.. . 5i continua pres!) pierde un ano, y como estc ano termina .. . La intervencion del alto empleado en favor de Basilio, en vez de hacerle bien, Ie perjudico. Hada tiempo que entre el empleado y Su Excelencia habla cierta tirantez, ciertos disgustos, aumentados pOl' dimes y diretes. Su Excelencia se sonrio nen'io<;amente y contest6: -~ Sf? pues razen de mas para que continue pre-


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so; un ano mas de carrera, en vez de hacerle dano, l~ hani. bien, a el y a todos los que despues caigan en sus manos. Por mucha pnictica no es uno mal medico. i Razon d'e mas para que se quede! i Y luego diran los reformistas fi1ibusterillos que nosotros no nos cuidamos del pals! afiacii6 Su Excelencia riendo sard.sticamente. 拢1 alto empleado comprendi6 su falta y tom6 a pecho 1a causa de Basilio. -Pero es que ese joven me parece e1 mas inocente de todos, rcpuso con cierta timidez. -Sc Ie han ocupado libros, contest6 el secretario. -SI, obras de Medicina y fol1etos escritos por peninsularcs ... alln sin cortar las hojas ... y i que quiere eso ciecir? Ademas, ese joven no ha estado en el banquete de Ia pansiteria, ni se ha metido en nada ... Como dije, es el mas inocente ... - j Mcjor que mejor! exclam6 alegremente Su Excelencia; i asl el castigo n~sulta mas saludable y ejemplar como que infunde mas terror! Gobernar es obrar aSl, senor mlo; hay que sacrificar muchas veces e1 bien de uno, pOl' el bien de muchos ... Pero yo hago mas; del bien de uno, saco e1 bien de todos, 路 salvo el principio de autoridad que peligra, el prestigio se respeta y se mantiene. iCon este acto mlo corrijo errores de propios y extranos! Hizo un esfuerzo para contenerse el alto erhpleado, y desentendiendose de las alusiones, quiso ape1ar a otro medio. _ - i Pero Vuecencia no teine ... la responsabilidad? - i Que he de temer? interrumpi6 el general impaciente; i no dispongo yo de poderes discreciona1es? i no puedo hacer 10 que me de la gana para el mejor gobiern'J de estas islas? i Que tengo que temer? i Puede acaso un criado acusarme ante los tribunales y pedirme responsabilidad? i Cal Yaunque'dispusiera de medios, tendria antes que pasar por el Ministe- . rio, y el ministro ... Hjzo un gesto con la mana y se ech6 a reir. -E1 ministro que me nombr6 sabe e1 diablo donde


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esta, y se tendd por honrado con poderme saludar cuando vuelva. El actual, a ese me Ie paso ... y tambien se 10 llevani pateta ... EI que Ie su~tituya se vera tan apurado con S:..l nuevo cargo y no se podd ocupar de bagatelas. Yo, seilor mio, no tengo mas que mi conciencia, obro segun mi conciencia, mi conciencia esta satisfecha, y me importan un comino los juidos de Fulano 0 ZutW10. i Mi conciencia, senor mfo, mi conciencia! -Sf, mi general, pero el pals ... -I Tu tu tu tu! EI pais, c: que tengo yo que ver con el pais? c: He contraido por \"enlura compromisos con el? c: Le debo yo mi cargoi' ~ Fue el quien me ha clegido? Hubo un momento de pausa. EI alto emplcado tenia la cabeza baja. Despues, como si tomase una decision, la lcvanto, miro ,,11 general fijamcntc }" paIido y algo embloroso, dijo con energia reprimida: - j No imp ta, mi gener I, nada importa eso! Vuecencia no na sido elegid por el pueblo filipino sino por Esparla, razon de mas para que Vueccncia trate bien a los filipinos para que no pucdan reprochar nada a Espana! j Razon de mas, mi general! Vuecencia al "enir aqui ha prometido gobernar con justicia, buscar el bien ... - i Y no 10 estoy haciendo? pregunto exasp'crado Su Excelencia dando un paso; c: no Ie he dicho a usted que saco del bien de uno el bien de todos? GMe va usted ahora a dar lecciones? Si usted no comprende mis actos i que culpa tengo yo? GLe fuerzo acaso a que participe de mi rcsponsabilidad? - j Sin duda que no! rcplico el alto empleado irguiendose con altancria. Vuecencia no me fuerza, Vuecencia no me puede forzar Ii mi, Ii mi a que participe de su responsabilidad! i La mia la entiendo de otra manera, y porque la tengo, voy a hablar, pues me he callaJo pOl' mucho tiempo! i Oh, no haga Vuecencia esos gestos porque el que aqui haya yo venido con este 0 aquel cargo no quiere decir que abdique de mis derechos y me reduzca al papel de es-


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clavo, sin voz, sin dignidad! Yo no quiero que Es.:. pana pierda este hermoso imperio, esos ocho millones; de subditos sumisos y pacientes que vjven de desenganos y esperanzas; pero tampoco quiero -manchar mis manos en su explotaci6n inhumana, no quie1'0 que se diga jamas que, destruida la trata, Espana la ha continuado en grande cubriendola con su pabe1l6n y perfeccionandola bajo un lujo de aparatosas instituciones. I No, Espafia para ser grande no tiene necesidad de ser tirana; Espana se basta a 51 misrna, Espafia era mas grande cuando 5610 tenia su territorio, -arrancado de las garras del moro! j Yo tambien soy espanol, pew antes que espanol soy hombre y antes que Espana y sobre Espana 'esta su honra, estan los altos principios de moralidad, los eternos princ'pios de la inmutable justicia! j Ah, usted se asomb a de que piens~ asl, porque usted no tiene idea de 1 grandeza del nombre espafiol, no la tiene usted, no, usted 10 jdeh~ifica con las personas, con los intereses; para usted el espanol puede ser pirata, puede ser asesino, hip6crita, falso, todo, con tal de conservar 10 que tiene; para ml, el espanol debe perderlo toda, imperio, poderlo, riquezas, todo, todo antes que el honor! j Ah, sefior mlo! j Nosotros protestamos cuando leemos que la fuerza se antepone al derecho, y aplaudimos cuando en la pnictica la vemos hip6crita no s610 torcerlo sino ponerlo a su Servicio para imponerse ... Por 10 mismo que amo Ii Espana, hablo aqui y desaflo el fruncimiento de sus cejas! j Yo no quiero que en las edades venideras sea acusada de madrastra de naciones, vampiro .de pueblos, tirana de pequefias islas, porque seria horrible escaroio Ii los nobles prop6sitos de nuestros antiguos reyes! ~ C6mo cumplimos con su sagrado testamento? Prometieron -a estas islas amparo y rectitud y jugamos con las vidas y libertades de sus habitantes; prometierol1 civilizaci6n y se la escatimamos, temiendo que aspiren Ii mas noble existencia; les prometieron luz, y les cegamos los ojos para que no yean. nuestra bacanal; prometieron ensenarles virtudes


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y fomentamos sus vicios, y en vez de la paz, de la riqueza y la justicia, reina la zozobra, el comercio muere y el escepticismo cunde en la:. masas. Pongamonos en lugar de los filipinos y preguntemonos que hariamos en su caso. jAy! j en su silencio de usted leo su derecho de sublcvarse, y si las cosas no se mejoran se sublevaran un dia y a fc que la justicia estara. de su parte y con ella las simpatias de todos los hombres honrados, de todos los patriotas del mundo! Cuando a un pueblo se Ie niegn la luz, el hogar, la libertad, la justicia, bienes sin los cualt.:s no es posible Ia vida y por 10 mismo constituycn el patrimonio del hombre, ese pueblo tienc derecho para tratar a1 que asi Ie despoja como al ladrun que nos ataja en el camino: no valen distingos, no valen excepciones, no hay mas que un hecho, una propiedad, un atentado y todo hombre honrado que no vaya de parte del agre ido, se haec b6mplice y mancha Sli conciencia. j Si yo no soy ~ilitar, y Ius anos van apagando el poco fuego de mi sangre, pero asi como me dejaria hacer pedazos por defender Ia illtegridad de Espana contra un invasor extranjero 6 contra las veleidades injustificadas de sus provincias, asi tambien Ie aseguro a usted que me pondrfa del Iado de los filipinos oprimidos, porque antes prefiero sucumbir por los derechos hollados de la humanidad que triunfar con los intereses egoistas de una naciun aim cuando esta naci6n se lIamase como se llama Espana!. .. -c: Sabe usted cuando sale el correo? pregunt6 fdamente Su Excelencia cuando eJ alto empleado hubo acabado de hablar. El alto empleado Ie mir6 fijamente, despucs baj6 Ia cabeza y en silencio dej6 el palacio. En el jardfn encontr6 su coche que Ie esperaba. - j Cuando un dia os declareis independientes, dijo algo ensimismado al lacayo indio que Ie abria la portezuela, acord"aos de que en Espana no han faltado corazones que han latido por vosotros y han Iuchado por vuestros derechos!


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- c! D6nde, senor? contest6 el Iacayo que no Ie ha bfa comprendido y preguntaba a d6nde tenJan que ir. Dos horas despues, el alto empleado presentaba su dimi s i6n y anunciaba su vuelta a Espana por e1 pr6ximo correo.

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XXXll EFECTOS DE LOS PASQUINES

A raIz de los acontecimientos narrados, muchas mad res llamaron a sus hijos para que inmediatamente dejasen los estudios y se dedicasen a la holganza (, a la agricultllra. Cuando llegaron los examenes, abundaron los suspensos y raro fue el que aprob6 el curso, habiendo pertenecido a la famosa asociaci6n de la que nadie se volvi6 a ocupar. Pecson, Ta..deo y Juanito Pelaez flleron igualm , nte suspendidos j e1 primero recibi6 las calabazas con su risa de bobo y prometi6 entrar de oficial en un juzgado cualquiera j Tadeo, con la cuacha eterna, al fin, se pago una iluminacion encendiendo una hoguera con sus libros j los demas tam poco sa1ieron bien librados y al fin tuvieron que dejar sus estudios, con gran contento de las madres que siempre se imaginan a sus hijos ahorcados si lIegan a enterarse de 10 que dicen los libros. Solo Juanito Pelaez soporto mal el golpe, teniendo que dejar para siempreilas aulas por e1 almaeen de su padre, que en adelante Ie asociaba a su comercio: el truhan encontraba la tienda menos divertida, pero sus amigos, al cabo de algun tiempo, Ie vieron otra vez con la redonda joroba, 10 eual era slntoma de que renacia su buen humor. El rico Makaraig, ante la hecatombe, se guardo muy bien de exponerse y, habiendo conseguido pasaporte a fuerza de dinero, se embarco corriendo para Europa: decia!le que Su Excelencia el capitan general, en su deseo de haeer el bien por el bien y cuidadoso de la eomodidad de los filipinos, dificultaba la marcha a todo aque! que no probas~


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antes materialmente que puede gas tar y 'In'lr con holgura en medio de las ciudades elll-opens. De nuestros conocidos, los que salieron mejor librados fucroll Isagani y Sandoval: e1 primero aprob6 ]a 8signatura que cursaba bajo el P. Fernandez y fue suspcndido en las otras, y el segundo pudo marear al tribunal ,i fuerza de discursos. Basilio fue el unico que ni aprob6 asignaturas, ni fue suspendido, ni se march6 ,i Europa: continuo en Ia carcel de Bilibicl, somctido cada tres dias a interrogatorios, los mismos casi del principio, sin mas novedad que la del cambio de jucces instructores, pues parecia que deJante dc tant~l culpabilidad todos stll'umblan 0 hulan horrorizac1os. Y mientras dorminn y se arrastraban los c.'pcdientes, mientras tos papeles selJados mcnucieaban como cataplasma,s de medico ignorante por cl (llCrpO e1e un hipocondriaco, Basilio se cntcraba en todos los detaBes de cuanto habia ocurrido en Tiani, de Ia mucrte de Jult y la d saparicion de Tandang Sclo, Sinong, el apaleado co hero que Ie !-labia condueido a San Diego, se encontraba entol1ces en Manila, Ie visitaba y Ie ponia al corriente de todo. Entretanto Simoun habia recobrado su salud, al men os asi 10 dijeron los peri6dicos. Den-Zayb dio gracias al ÂŤOmnipotente que vela por tan pr('ciosa Yida y manifesto la espcranza de que cl Altlsimo haria que un d!a se descubriese al criminal, cuyo delito permanecia impune gracias a la caridad dc la "ktima que observaba demasiado las palabras del Gran Martir: i Padre, perd6nalos que 110 saben 10 que hacen],) Estas y otras cosas mas decfa Bcn-Zayb cn impreso, mientras que de boca indagaba si era cierto el rumor de que el opulento joyero iba a dar una gran fiesta, un banquete como jamas se ha visto otro, parte como celebrando su curaci6n, parte como una despedida al pais en donde habla aumentado c;u fortuna_ Se susurraba, es cierto que Simoun, debicndo marcharse con el Capitan general cuyo mando expiraba en Mayo, hacia todos los esfuerzos para cons/!guir eo Madrid una prorroga y aconsejaba a Su

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Excelencia emprendiese una campana para tener motivos de qucdarsc, pero se decia tambien que Su Excelencia, por primera vez, desola los consejos de su favorito, tomando como cuestion de honor no retener ni por un solo dla de mas el poder que Ie hablan concedido, rumor que hacia creer que la anunciada fiesta iba a tener lugar dentro de muy poco. Simoun, por 10 demas, permanecla impenetrable; se habia vuelto menos comunicativo aun, se dejaba ver poco, y sonrela mistcriosamente cuando Ie hablaban de la anunciada fic~ta. -Vamos, senor Simbad, Ie habla dicho una vez Bcn-Zayb; j deslumbrenos us ted con algo yanqui! Ea, que algo Ie debe a este pals. =--j Sin dllda alg-una! respondia con su seca sonrisa. -Echara., listed la casa por la ventana, i eh? -Es posible, s610 que como no tengo casa ... - j Haber comprado Ia de capitan Tiago que consigui6 por nad~ el senor Pela~z! Sirnoun se h,bla callado y desde entonces Ie vieron a menudo en el almacen de don Timoteo Pelaez, con quien se dijo que sc habla asociado. Semanas despues, por cl mes de abrii, corda la voz de que J uanito Pelaez, el hijo de don Timoteo, se iba a casar con Paulita G6mez, Ia joven codiciada por nacionales y extranjeros. - j Hay hombres afortunados! dedan otros comerciantcs envidiosos; j comprar una casa por nada, vender bien su partida de zinc, asociarse con un Simoun y casar a su hijo con una rica heredera, diga' usted que son gollerias que no las tienen todos los hombres honrados! - j Si supieran ustedcs de donde Ie viene al senor Pehlez esa !:;ollerfa! Y con el tono de voz se indicaba a sl mismo. - Y tam bien les aseguro que habra fiesta y en grande, anadla con misterio. Era cierto, en efecto, que Paulita se casaba con Juanito Pelaez. Sus amores con Isagani se habfan desvanecido como todos los primeros amores, basll~


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dos en Ia poesia, en el sentimiento. Los sueesos de la pasquinada y Ia prisi6n hablan despojado al joven de todos sus atraetivos. GA quien se Ie oeurre busear cl peligro, desear participar de la suerte de sus compafieros, presentarse, cuando todo el mundo se escondla y rechazaba toda complicidad? Era un quijotismo, una locura, que ninguna persona scnsata en Manil~ se 10 podia perdonar y tenia mucha razon Juanito en ponerle en ridiculo, rcprcscnt:.llldole en cl momento en que se iba al Gobierno civil. :t\aturalmente, la brillante Paulita ya no podia amar a un joven que tan erradamente comprendla la soC'iedad y que todos condenaba.n. Ella empez6 a reflexionar. Juanito eta listo, habil, alegre, pillo, hijo de un rico comerciante de Manila y mestizo espafiol por ailadidura, 6 si se ha de creer a don Timoteo, espafiol de pura sangre; en cambio, Isagani era un indio provinciano que sofiaba en sus osques Hen os de sanguijuelas, de f~milia dudosa, con un tio clerigo que quizas seria encmigo dellujo y (Ie bailes, a que ella era muy aficionada. Una hermosa manana cayo pues en Ia cuenta de C]ue habla sido una solemnc tonta en preferirle a su rival y desde entonces se not6 el aumento de la joroba de Pelaez. La ley descubierta por Darwin la cumpHa Paulita inconsciente pero rigoros~mentc: la hem bra se entrega al macho mas habit, al que sabc adaptarse al medio en que se vive, y para vivir en Manila no hab!a otro como Pelaez, que desdc pequefio sabia al dedillo la gramatica parda. La cuaresma pas6 con su semana santa, con su cortejo de procesiones y eeremonias, sin mas novedad que un misterioso motin de los artilleros, euya causa jamas se lleg6 a divulgar. Se derribaron las casas de materiales ligeros, mediante el concurso de un cuerpo de caballerla para eargar sobre los duefios en el caso de que se sublevasen: hubo muchos Ilantos y muchas Iamentaciones pero la cosa no pas6 de alli. Los curiosos, entre ellos Simoun, fueron aver a los que quedaban sin hogar, paseandose indiferen-


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tes y se dijeron que en adelante podlan dormir tranquilos. A fines de abril, olvidados ya todos los temores, Manila s6lo se oeupaba de un aeonteeimiento. Era la fiesta que don Timoteo Pelaez iba a dar en las bodas de su hijo, de quien el general, graeioso y eondeseendiente, se prestaba a ser el padrino. Deciase que Simoun habia arreg1ado e1 asunto. El easamiento se ce1ebrarJa dos dias a~tes de la marcha de Su Exeelcncia; esta honraria 1a casa y haria un rega10 al novio. Susurrabase que el joyero derramaria cascadas de brillantes, arrojada a punados perlas en obsequio al hijo de su asociado que, no pudiendo dar ninguna fiesta cn su casa por no tener una propia y poI' ser solter6n, aprovecharia 1a ocasi6n para sorprender al pueblo filipino con una sentida despedida. Toda Manila se preparaba para ser invitada: nunea la inquietud se apode.r6 con mas vigor de los animos como ante el pensamiento de no se de los convidados. Se disputaban la uena amistad de Simoun, y muchos maridos, obligados por sus e posas, compraron barras de hierro y piezas de zinc para hacerse amigos de don Timoteo Pelaez.



XXXIlI Li\. ULTIMA RAZ6N

Al fin Jleg6 eI dia. Simoun, desde la manana, no habla salido de su casa, oCllpado en poner en orden sus armas y sus alhajas. Su fabulosa riqueza estaba ya encerrada en Ia gran m;:ticta de acero con funda de lona. Quedaban pocos cstucbes que contenJan brazaletes, alfileres, sin duda regalos que esperaba hacer. Iba a partir al fin con cl Capitan general, que clc\ nmguna manera quiso prolongar Sll ndo, temerosb del que did.n de las gentes. Los maliciosos insim\aban que Simoun no se arriesgaba a quedarse solo, que, perdido su apoyo, no queria exponerse a las venganzas de tantos explotado~ y desgraciados, con tanto mas motivo cuanto habia ganado. Los indios supersticiosos, en cambio, crcian que Simoun era el diablo que no querla separarse de su presa. Los pcsimistas hacian ~!O guino malicioso y declan: - Talado cl campo, se va a otra parte la langosta. Solo algunos, muy pocos, sonrelan y callaban . A la tarde, Simoun habla dado orden a su criado para que si se presentaba un joven que se llamaba Basilio, Ie biciese entrar en segllida. Despues encenose en su aposento y parecio sumido en profundas retlexiones. Desde su enfermedad, el rostro del joyero se habia vuelto mas duro y mas sombrio, se habia profundizado mucho la arruga entre ceja y ceja. Parecia algo encorvado; la cabeza ya no se mantenia erguida, se doblaba . Estaba tan absorto en su ' meditacion que no oyo llamar a la puerta.

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Los golpes tuvieron que repetirse. Simoun se estremecio: -I Adelante! dijo. Era Basilio, pero, J quantum mutatus! Si el cambio operado en Simoun durante los dos meses era grande, en el joven estudiante era espantoso. Sus mCJilias estaban socavadas, desalii'lado el traje, despein.tdo. Habla desaparecido la dulce melancolia de sus ojos; en eUos brillaba una llama obscura; diriase que habia muerto y su cadaver resucitaba horrorizado de 10 que habia visto en la eternidad. Si no el crimen, su siniestra sombra se e. tcndia por toda 1:oU fig ura. EI mismo Simoun se espanto y sintio compasion por el desgraciado. Basilio, sin saludar, avanzo lentamente y en vOL que hizo esttemecerse al joyero, dijo: - i Senor Sip1oun, he sido 111a1 hijo y mal hcrm::mo; he olvidado el sesinato del uro y las torturas de la otra y Dios m ha castigadol j Ahora no me queda mas que una voluntad para devolvcr mal por mal, crimen por crimen, violeneia por vio1cneia! Simolln Ie escuchaha silencioso: -Haee euatro meses, continuo Basilio, me hablaba us ted de sus proyeetos; he rehusado tomar partc, y he hecho mal; us ted ha tenido razon. Haec tres meses y medio la revolucion estaba a punto de cstaliar, tampoco he querido tomar parte y el movimiento ha fracasado. En pago de mi conducta he sido preso y 5610 debo mi Iibertad a las instancias de usted. Usted ha tenido razon y ahora vengo a decide: j armt: mi brazo y que Ia revolucion estalle! i Estoy dispuesto a servirle con todos los desgraciados! La nube que obscurecla la frente de Simoun se disipo de repente, un rayo de triunfo brillo en sus ojos, y cual si hubiese encontrado 10 que buseaba, exclamo: -I Tengo raz6n, si, tengo razon! eI dereeho me asiste, la justicia esta de mi parte, porque mi causa es la de los desgraciados ... i Gracias, joYen, gracias!


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Us ted viene a disipar mis dudas, a combatir mis vacilaciones ... Simoun se habIa levantado y su semblante estaba radiante: el ardor que Ie animaba cuando, cuatro meses antes, explicaba a Basilio sus proyectos en el bosque de sus antepasados, reaparecia en su fisonomla como un rojo crepusculo despues de un nublado dla. - j Sf, continuo j el movimiento ha fracas ado y me han desertado muchos porque me vieron abatido vacilar en cl supremo inst~nte: conservaba algo en mi corazon, no era dueno de todos mis sentimientos y amaba todavla!. .. j Ahora todo esta muerto en ml, y ya no hay cadaver sagrado cuyo suefio tenga que respetar! j Ya no habra vacilaciones; usted misr~10, joyen ideal, paloma sin hiel, comprende la necesidad, se viene a ml y me excita a la accion! j Algo tarde abre usted sus ojos! j Entre sted y yo hubieramos combinado y ej cutado planes maravillosos: yo arriba en las altas esferas, esparciendo la muerte entre perfumes y oro, embruteciendo a los viciosos y corrompiendo 0 paralizando a los pocos buenos, y usted abajo, en el pueblo entre los jovenes, evocando la vida entre sangre y l,igrimas! j N uestra obra en vez de ser sangrienta y barbara, habria sido piadosa, perfecta, artfstica y de seguro que el exito habria coronado nuestros esC uerzos! Pero ning-una inteligencia me ha querido secundar; miedo 0 afeminamiento he encontrado en las c1ases ilustradas, egolsmo en las ricas, candidez en la juventud y solo en las mon.tanas, en los destierros, en la clase miserable he encontrado a mis hombres! j Pero no importa! j si no podemos sacar una acabada estatua, pulida. en todos sus detalles, del bloc grosero que desbastaremos se encargaran los que han de venir! Y cogiendo del brazo a Basilio que Ie escuchaba sin comprendede en todo, Ie condujo al laboratorio donde encerraba sus productos qulmicos. Sobre una mesa se encontraba una gran caja de chagrin obscuro, parecida a las que contienen las va-


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jillas de plata que se regalan entre s( los ricos y los soberanos. Simoun la abrio y descubrio, sobre cl fondo de raso rojo, una lampara de forma muy original. EI recipiente 10 figuraba una granada, grande como la cabeza de un hombre, algo rajada, dejanuo ver los granos del interior, figuraclos por enormes cornalinas. La corteza era de oro oxidado c imitaba perfectamente hasta las rugosidades de la frutn. Simoun la saco con mucho cuidado, y retirando cl mechero, descubrio el interior del deposito: el casco era de acero, grueso como dos centimetros y podia contener algo mas de un litro. Basilio Ie intcrrogaba con la mirada: nada comorendla. Sin entrar en explicaciones, Simoun saco cuidndosamente de un armario un frasco y ensei'io al joven la formula e crita encima. -Nitro-glicerina! murmuro Basilio, retrocedicndo y retirando ins intivamente lafs manos. i Nitro-glicerina! j Dinamit::r! Y creyendo comprendcr, se Ie crinron los cab('lIos. -I SI, nitro-glicerina! repitio lentnmentc Simolln con su sonrisa fda y contemplando con dclieia cl frasco de crista!; j es alg-o mas que nitro-fYliccrina! j Son Iagrimas concentradas, odios comprimidos, injllsticias y agravios! j Es la suprema razon del Muil, fuerza coptra fuerza, violencia contra "iolenc:ia .. . Hace un momento vacilaba yo, pero ustcd ha vcnido y me ha convencido! j Esta noche voladn pulverizados los tiranos mas peli~Tosos, los tiranos irresponsables, los que se ocultan detras de Dios y del Estado y cuyos abusos permanecen impuncs porquc nadie los puede fiscalizar! j Esta noche oid Filipinas el estallido, que convertinl en escombros el informe monumento cuya podredumbre he apresurado! Basilio estaba atontado: sus labios se modan sin producir sonido, sentia que se Ie paralizaba Ja Jengua, se Ie secaba el paladar. Por primera vez "cia el poderoso Iiquido, de que tanto habia Dido hablar, como destilado en som'bras por hombres sombrlos, en guerra abierta contra la sociedad. Ahora 10 tenia


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cielante, transparente y algo amarillento, vertiendose con infinito cuidado en el sene de la artistica granada. Simoun se Ie aparecia como el genio de las Mil y una naches que sale del sene del mar; adquiria proporciones gigantescas, tocaba el cielo con la cabeza, hacia estallar la cas a y sacudia toda la ciudad con un movimiento de sus espaldas. La granada tomaba las proporciones de ua colosal esfera, y la rajadura una risa infernal, por donde se escapaban brasas )' llamas. Por pnmera vez Basilio se dejaba llevar del espanto y perdia su sangre fda por completo. Simoun, entretanto, atornillaba solidamente un curioso y complicado aparato, ponia el tubo de cristal, la bomba y coronaba el todo con una elegantlsima pantalla. Despues se alejo a cierta distancia para contcmplar el efe.cto, inc1inando la cabeza ya a un lade ya a 0111'0 para mejor juzgar de su aspecto y magn ificencia. Y viendo qu'e Basilio Ie rrt' -aba con ojos interrogadores a la ve'z que recelosos, repuso: -Esta nochc habra una fiesta y esa lampara se colocara en medio de un pequeno kiosco-comedor que he mandado hacer al efecto. La lam para dani una luz brillante que bastara ella sola para iluminarlo todo, mas, al cabo de veinte minutos la luz se obscurecera, )' entonces, cuando quieran subir la mecha, detonad una capsula de fulminato de mercurio, la granada estallara y con ella el comedor, en cuyo techo y en cuyo suelo he escondido sacos de polvora para que nacie se pueda salvar ... Hubo un momenta de silencio: Simoun contemplaba su aparato y Basilio apenas respiraba. -De manera que mi concurso es inutil, observo el joven. -No, usted tiene otra mision que cumplir, contesto Simoun pensativo; a las nueve la maquina habra estallado y la detonacion se habra oidD en las comarcas proximas, en los montes, en las cavern as. El movimiento que yo habia combinado con los artilleros ha fracasado por falta de direccion y simultaneidad.


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Esta vez no sera asL Al oirse el estallido, los miserables, los oprimidos, los que vagan perseguidos por la fuerza salddn armados y se reunidn con Cnbesang Tales en Santa Mesa para caer sobre Ia ciudnd ; en cambio, los militares a quienes he hecho creer que el general simula un alzamiento para tener motivos de permanecer, salddn de sus cuarteles dispuestos a disparar sobre cualesquiera que desig n are. EI pueblo entretanto, alebrestado, y creyendo llegnda In hora de su degiiello, se levantani dispuesto a morir, y como no tiene armas ni esta organizndo, usted co algunos otros se pondd it su cabeza y los dirigid ;1 los almacenes del chino Quiroga en donde guardo mis fusiles. Cabesang Tales y yo nos r uniremos en la ciudad y nos apoderaremos de ella, y usted en los arrabales ocupara los puentes, se hara fuerte, cstara dispuesl:\l a venir en nuestra ayuda y pasad ;i cuchillo no solo a la contrarr \'olucion, sino a todos los varones qu se nieguen il seguir con Jas armas . .L-c A todos? albuce6 BasilIO con \'oz sorda. - j A todos! repitio con voz sinicstrn Simoun, todos, indios, mestizos, chinos, espanoles, a todos los que se encuentren sin valor, sin energia ... Fe; menester renovar la raza! j Padres cobardes solo cngendraran hijos esclavos y no vale la pena destruir para volver a edificar con podridos materiales! ~ Que? cse estremece usted? cTiembla, teme sembrar la muerte? i. Que es la muerte? I. Que significa una hccatombe de veinte mil desgraciados? j Vf'inte mil miserias menos, y millones de'miserables salvados en su origen! cNo vacila el mas tlmido gobernante en dictar una ley que ha de producir la miseria )' la lenta agonia de miles y miles de subditos, prosperos, trabajadores felices tal vez, para satisfacer un capricho, una ocurrencia, el orgullo, y usted se estremece porque en una noche han de terminar para siempre las torturas morales de muchos ilotas, porque un pueblo paralitico y viciado ha de morir para dar paso a otm nuevo, joven, activo, lIeno de energia? 2 Que es ]a muerte? j La nada 0 un suefio! i Seran sus pesadillas

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com parables a la realidad de torturas ~e toda una miserable generacJon? i Importa destrUlr 10 malo, matar al dragon para banar en su sangre al pueblo nuevo y hacerle robusto e invulnerable! ~ Que otra cosa es la inexorable ley de la naturaleza, ley de lucha, en que el debil tiene que sucumbir para que no se perpetue la viciada especie y la creacion carnine al retroceso? j Fuera, pues, femeniles preocupaciones! j Cumplanse las leyes eternas, ayudcmoslas y pues que la tierra es tanto mas fecunda cuanto mas se' abona con sangre, y los tronos mas seguros cuanto mas cimentados en crimenes y cadaveres, no haya vacilacion, no haya duda! ~ Que es el dolor de la muerte? La sensacion de un momento, acaso confuso, acaso agradable, como el transito de la vigilia al sueno, .. ~ Qu se destruye? j Un mal, el sufrimiento, yerbas raqulticas para plantar en su lugar otras lozanas! ~ Llamara usted a eso destruir? Yo 10 llamaria crear, Rroducir, sustentar, vivificar ... , Tan sangrierltos sofismas, clichos con conviccion y frialdad, anonadaban al joven, cuya inteligencia debilitada por lnas de tres meses de carcel y cegada por la pasion de la venganza, no estaba en disposicion para analizar el fondo moral de las cosas. En vez de replicar que el hombre mas malo a pusilanime siempre es algo mas que la planta, porque tiene un alma y una inteligencia que, por viciadas a embrutecidas que pudiesen e~tar, se pueden redimir; en vez de contestar que el hombre no tiene derecho de disponer de la vida de nadie en provecho de nadie, y que el derecho a la vida reside en cada individual como el derecho a la libertad y a la luz; en vez de replicar que si es abuso en los gobiernos castigar en el reo las faltas 0 crimenes, a que ellos Ie han precipita do por inctlria a torpeza, cuanto mas 10 seria en un hombre, por grande y por desgraciado que fuere, castigar en cl pobre pueblo las faltas de sus gobiernos y antepas:;tdos, en vez de decir que Dios solo puede tentar tales medios, que Dios puede destruir pOI-que puede crear, Dios que tiene en su mano la reeompensa, la eternidad y el porvenir para justificar


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sus actos y el hombre 1 nunca!; en vez de estos raciocinios, Basilio 5610 opuso una vulgar obscn'acion: -~ Que dini e1 mundo, a la vista de tanta camiceria? -I EI mundo aplaudira como siempre, dando la raz6n al mas fuerte, al mas yiolento! contcsto con su sonrisa cruel Simoun, I Europa ha aplaudido cllando las naciones del occidente sacrificaron en America millones de indios y no por cierto para f undar naciones mucho mas morales ni mas pacificas; alii cst,\ el Nort':! con su libertad egoista, Sll ky de lynch, sus engafios politicos j alii c_tJ cl Sur con sus republicac; intranquilas, sus revoluciones barbaras, gucrras civiles, pronunciamicntos, como en su madrc Espalia! Europa ha aphwdido cuundo la poderosa Portugal despoj6 a las islas Molucas, aplaude cuando Jnglatcrra destruye en el Pacific,o las razas primiti\'as P:lr'a implantar Ia dc sus emigrados. Europa aplaudid como se apIau~e al fin de un drama, al fin de una tragedia: el vul'go se fija poco en eJ fondo, solo mira d efecto! Hagase bien el crimcn y sed admirado y tendra mas partidarios que los actos virtuosos, lIevados a cabo con modestia y timidez. -Perfectamente, repuso cl jo\'cn; ~ que me importa al fin y al cabo que aplaudan 0 ccn~urCIl, euando ese mundo no sc cuida de los oprimidos, de los pobres y de la!> debiles mujeres? cQue considcraciones he de guardar con la sociedad cuando ella no ha guardado ninguna conmigo? -As! me gusta, dijo triunfante c1 tentador. Y sacando de un cajon UIJ revolver, se 10 entreg6 diciendo: -A las diez espereme fr.:nte a Ia Iglec;ia de San Sebastiifn para recibir mis ultimas instruccioncs. I Ah! 1 A las r.ueve debe usted encontrarse kjos, muy Iejos de la calle de Anloague! Basilio examino cl arma, la car!Zo Y guard6 en el bolsillo interior de su americana. Se despidi6 con un seco:-j Hasta luego!


:x"XXIV LAS BODAS

Una vez en la calle, Basilio penso en que podia ocuparse hasta que llegase la fatal hora; no eran mas que las siete. Era. Ia epoca de las vacaciones y todos los estudiantes estaban en sus pueblos. Isagani era el unico que no quiso retirarse, pero habia desaparecid desde aquella manana y no se sabia su paradcro. Esto Ie habfan dicho a Basilio, cuando al salir de la car el fue a visitar a su amigo para pedirle hospitalidad. asilio no Sabia a donde ir, no tenia dinero, no tenia nada fuera de revolver. EI recuerdo de la Mmpara ocppaba su imaginacion; dentro de dos horas tendria lugar Ia gra,.n catastrofe y, al pensar en ello, Ie pareda que los hombres que desfilaban delante de sus ojos pasaban sin cabeza: tuvo un sentimicnto de feroz alegria al decirse que, hambriento y todo, aquella noche iba a ser temible, que de pobre estudiante y cri3.do, acaso el sol Ie viera terrible y siniestro, de pie sobre piramide de cadciveres, dictando leyes a todos aquellos que pasaban delante en sus magnificos coches. Riose como un condenado, y palpo la culata del revolver: las cajas de cartuchos estaban en sus bolsillos. Se Ie ocurrio una pregunta ~ donde principiarfa el drama? En su aturdimiento, no se Ie habia ocurrido preguntarlo ci Simoun, pero Simoun Ie habfa dicho que se alejase de la calle de Anloague. Entonces tuvo una sospecha; aquella tarde, al salir de la carcel se habia dirigido a la antigua casa de capitan Tiago para buscar sus pocos efectos, y la habia encontrado transformada y preparada para una 2:1.- TOMO II


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fiesta; j eran las bodas de Juanito Pelaez! Simoun hablaba de fiesta. En esto via pasar dclante de sl una larga fila de coches, Henos de senores y senoras com'crsando con animacian; creya distinguir dcntro grundes ramilletes de flores, pero no paro atencian en ello. Los coches se dirigian hacia la calle del Rosario y, por cn~ contrarse con los que bajaban del puente de Espalia, tenian que detcnerse a menudo c ir lcntamcntc. En uno vio a Juanito Pehicz al lado de una mujcr, vcstida de blanco con el \"Clo transparente: en ella reconocio a Paulit3 Gomez. - j La Paulita! ex clarno sorprendido. Y viendo que en efecto era ella, en traje de novia, con Juanito PeLiez, cemo si viniesen de la Iglesia. - j Pobre Isagani! murmuro <!. que se habra hccho de el? Penso uno instantes en u amigo, alma grande, generosa, y m ntalment se preguIlt6 si no ~cria bueno cpmunicarle cl proyecto, pero mcntalmcIlte se contesto tam bien que lsagani nunca querrla tomar parte en semejantc carniceria ... A lsagani no Jc habian hecho 10 que a e1. Despues penso en que sin la prision, cl serla novio o marido en aquellas horas, liccnciado en T\/edicina, vivien do y curando en un rincon de su provincia. La sornbra de J ull , destrozada en su caida, Cruzo por su imaginacion; llamas obscuras de odio cncendicron su~ pupilas, y de nuevo acarici6 la culata del rcv(jJvcr sintiendo no llega,:;e ya la terrible hora. En esto vi) que Simoun salio de la pucrta de su casa con la C<l ja dc la lampara, cuidad05amente envuelta, cntro en un coche que sigui6 la fila de los que acompaliaban a los novios. Basilio, para no perder de vista a Simoun, quiso fijarse en eI cochero, y con asombro reconocio cn el aI desgraciado que Ie habia conducido a San Dicg-o, a Sinong el apaleado de la guardia civil, al mismo que Ie enteraba ~n la drcel de cuanto habia sucedido en Tiani. Conjet.lland< que la calle Anloague iba a ser el


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teatro alla sc dirigi6 el joven, apresurando el paso y adc1al;tandose a los coches. En efecto, se diriglan todos .1 la antiJua casa de capitan Tiago: i aIH so reunlan en busca de un baile para danzar por el airel Basilio se rio al vcr las parejas de la Guardia Veteruna que hacfan el servicio. Por su numero se podia adivinar la importancia de la fiesta y de los invitados. La casa rebosaba d-= gente, derramaba torrentes de luz pOl' sus ventanas; el zag'uan estaba alfombrado y lleno de flores j alia arriba, acaso en su anti guo y solitario aposento, tocaba ahora la orquesta aires alegres, qLle no apagaban del todo el confuso tumulto de risas, interpclaciones y carcajadas. Don Timoteo PeIaez llegaba al pinaculo de la fortuna, y la reaJidad sobrepujaba sus ensuenos. Casaba, al fin, a su hijo con la riquisima heredera de los G6mez, y gracias al dinero que Simoun Ie habfa prestado, habra ,Ihaj ' ?o regiamente aquella gran ca".sa, comprada en 1:1 mltad de su alor, daba en ella una ' esplendida fiestu, y las primer s di\'inidades del Olimpo mani\eiio ibCln a ser SLIS h espedes, para dorarle con la luz de su prestigio. Ocurdansele des,de aquella manana, con la persistencia de una cantata en boga, unas vagas [rases que habia lefdo en sus comuniones: "i Ya es llegada la hora dichosa! i Yo. se ace rca el momenta feliz! i Pronto se cumplidn en ti las admirabIes palabras de Simoun: Vivo yo, mas no yo sino que el capitan general vive en mill, etc. EI capitan general, padrino de su hijo! No asistia en verdad al casamiento; don Custodio Ie representaba, pero vendrfa a cenar, y traeria LIn regalo de boda, una lampara que l1i la de Aiadin" ,-entre bastidores-Simoun daba 10. tlmpara. Timoteo, cque quieres mas? La transformaci6n que habfa sufrido la casa de capit,\.n Tiago era considerable; se habia empapelado de nueyo ricamente; el hurno y cl olor del opio desaparecieron po~ completo. La in mensa sala, ensanchada allO pOl' los C'olosales espejos que multi plica ban al infinito las luces de aranas, estaba toda alfombrado.: alfombra ten ian los salones de Europa, y aunque


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el piso era brillantisimo y de anchas tablas, alfombra debia tener tam bien el suyo, pues I no faltaba mas! La rica silleria de capitan Tiago habla desaparecido; en su lugar se veia otra, estilo Luis XV; grandes cortinas de terciope1o rojo, bordadas de oro, con las iniciales de los novios y sujetas por guirnaldas de azahar artificiales, pendian de los portiers y barrinn el suelo con sus anchos flecos, de oro igualmentc. En los angulos se veian enormes vasos del Japon, altemando con otros de Sevres, de un azul obscuro purisimo, colocados sobre pedes tales cuadrados de madera tallada. Lo unico que no estaba bien eran los cromos chillones con que do J'imotco habia substituido los antiguos grabado las litografias de santos de capitan Tiago. Simoun no Ie pudo disuadir; el comerciante no queria cuadros al oleo, no vaya alguno a atribuirlos a artistas filipinos ... lei, sostener a artistas filipinos, nunca! I en ello Ie iba la paz y acaso la vida, y el sabia como hay que hogar en Filipinas! Verdad es que h~bia oido hablar de pinto res extranjeros como Rafael, Murillo, Velazquez, pero no sabia cOmo dirigirse a elIos, y luego puede que salgan algo sediciosos... iCon cromos no se arriesgaba nada, los filipinos no los hadan, Ie saHan mas baratos, e1 efecto pareda el mismo, si no mejor, los colores mas brillantes y muy fina la ejecucion! j Vaya si don Timoteo sabia como arreglarse en Filipinas! La gran caida adornada toda de flores, se habia convertido en comedor: una gran mesa en medio para treinta personas, y alrededor, pegadas a las paredes, otras pequefiitas para dos y tres. Ramilletes de flores, piramides de frutas entre cintas y luces, cubrJan los centros. El cubierto del novio estaba senalado por un ramo de rosas, el de la novia por otro de azahar y azucenas. Ante tanto lujo y tanta fior se imaginaba uno que ninfas de ropaje ligero y amorcillos con alas irisadas iban a s~rvir nectar y ambrosia a huespedes aereos, al son de liras y eolias arpas. Sin embargo, la mesa para los grandes dioses no


EL l'ILIBU5TERI5MO

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estaba alli, estaba servida alla en medio de la ancha azotea, en un elegantisimo kiosco, construldo expre!!amente para el acto. Una celosia de madera dorada, por donde trepaban olorosas cnredaderas, ocultaba el interior a los ojos del vulgo sin impedir la libre circulaci6n del aire, para mantener la frescura necesaria en aquella estaC'i6n. Un elevado entarimado levantaba la m,=sa sobre el nivel de las otras en que iban a comer los simples mortales, y una b6veda, decorada por los mejores artistas, protegeda 16s augusto:; cdneos de las miradas envidiosas de las estrellas. AIIl no habia mas que siete cubiertos; la vajilla era de plata maciza, mantel y servilletas de finisimo lino, vinos, los mas caros y exquisitos. Don Timoteo busc6 10 rna raro y ('ostoso y no habda vacilado ante un crimen si Ie hubiesen dicho que el capitan general gustaba de comer carne humana.

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xxxv LA

FIESTA

ÂŤDanzar sobre un "olean.Âť

A las siete de la noche fueron lIegando los con vidados: primero las divinidades menores, pequenos empIcados, jeres de negociado, comerciantes, etc., con los saludos mas .c cl'emoniosos y los aires mas graves, al principio como si fueran recien apl'endidos: tanta luz, tanta cortina y tanto cristal imponlan algo. Despues se fa'riliarizaban y se daban disimulados pui'lctazos, palr1\aditas ~n el vjentre y algunos hasta se administraron familiares pescozones. Algunos, es verdad, adoptaban cierta actitud desdenosa para hacer ver que e~¡taban acostumbrados a cos as mejores, I vaya, si 10 estaban! Diosa hubo que bostez6 en contrando todo cursi y diciendo que tenia gazuza; otra que ri116 con su dios, haciendo un gesto con el brazo para darle una manotada. Don Timoteo saludaba por aquJ, por alIa; enviaba una sonrisita, hacia un movimiento de cintura, un retroceso, media vuelta, vuclta entera, etc., ta.nto que otra diosa no pudo menos de derir a su vecina, al amparo del abanico: - i Chica, que iiladelfio esta el tlo! j Mia que paese un fantoche! Despues lIegaron los novios acompaiiados de dona Victorina y toda la comitiva. Felicitaciones, apretones de manos, palmaditas protectoras al novio, mi~ radas insistentes, lascivas, anat6micas para la novia, por parte de elIos; por parte de elias, analisis del traje, del aderezo, dlculo del vigor, d~ la saIud, etc.

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nlZAL - j Pslquis y Cupido presentandose en cl Olimpo! pens6 Ben-Zayb y se grab6 la comparaci6n en la mente par.a soltarla en mejor ocasi6n. EI novio tenIa, en efecto, la fisonomia truhancsca del dios del amor, y con un poco de buena voluntad se podIa tomar por aljaba la joroba en su maximum, que la severidad del frac no llegaba a ocultar. Don Timoteo empezaba a sentir dolores de cintura, los callos de sus pies se irritaban poco :i poco, su cuello se cansaba y j faltaba aun el capit{lI1 general! Los gran des dioses, entre ellos el P. Irene y el Padre SalVI, habian llegado ya, es verdad, pero aun faltaba el trueno gordo. Estaba inquieto, nervioso; su coraz6n latIa violentamente, tenia ganas de desahogar una necesidad, pero habia primero que saluc1ar, sonreir, y despues iba y no podia, se sentaba, se levantaba, no ola 10 que Ie dedan, no c1ecia 10 que se Ie ocurrla. Y mie,ntras tanto, un pios aficionado Ie hada observaciones sobre, sus crom0s, se los criticaba asegunindole que manchaban las paredes. - j Manchaban las paredes! repetia don Timo~co sonriendo con ganas de araiiarle; i pero si esdn hechos en Europa y son los mas caros que me he podido procurar en Manila! j Manchaban las parede ' ! Y don Timoteo se juraba cobrar al dia siguiente todos los vales que del critico tenIa en su almacCn. Se oyeron pitadas, galopar de caballos, i a) fin! - j El general! j EI capitan general! Palido de emoci6n se levant6 don Timoteo disimulando el dolor de sus callos, y acompai'iado de su hijo y de algunos dio~es mayores, baj6 a recibir al Magnum Jovern . Se Ie fue el dolor de cintura ante las dudas que en el momento Ie asaltaron: i debia modclar una sonrisa 6 afectar gravedad? ~ debia alargar la mana 6 esperar a que el general Ie ofreciera la suya? j Carambas! ~ c6mo no se Ie habfa ocurrido nada del as unto para consultar con su gran amigo Simoun: Para ocultar su emoci6n pregunt6 en voz baja, muy quebrada a su hijo: -~ Has preparado algun discurso?


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-I Ya no se estilan discursos, papa, y con este menos! Lleg6 Jupiter en compafila de Juno, convert ida en un castillo de fuegos artificiales: brillante,s en el tocado, brillantes en el cuello, en los brazos, en los hombros, 1 en todas partes! Lucia un magnifico traje de seda, con larga cola, bordada de flores de realce. Su Excelencia tom6 realmente posesi6n de la casa, como se 10 suplic6 balbuceando don Timoteo. La orquesta toc6 la marcha real, y la divina pareja subi6 majcstuosamente la alfombrada escalera. La gravedad de Su Excelencia no era afectada; acaso por primera vez, desde que lleg6 a las Islas se sentia triste; algo de melancolia velaba sus pensamientos. Aquel era e1 ultimo triunfo de sus tres afios de soberano, y dentro de dos dIas, para siempre iba a descender de tan elevada altura. c: Que dejaba detras de sl? Su Excelencia no volvla la cabeza y preferia mirar had adelante, j hacia el porvenir! Se llevaba una fortuna consigo, grandes cantidades depositadas en los B'ancos de Europa Ie esperaban, tenIa hoteles, pero habla lastimado a muchos, tenIa muchos epemigos en la Corte, j el alto empleado Ie esperaba aIla! Otros generales se enriquecieron como el rapidamente y ahora estaban arruinados. c: Por que no se quedaba mas tiempo como se 10 aconsejaba Simoun? No, la delicadeza ante todo. Los saludos, ademas, no eran ya profundos como antes, notaba miradas insistentes, y hasta displicencia; y 61 contestaba con afabilidad y hasta ensayaba sonrisas. - j Se conoee que el sol esta en su ocaso! observ6 el P. Irene al oIdo de Ben-Zayb; j muchos Ie miran ya frente a frente! j Carambas con el cura! precisamente iba 61 a decir eso. -Chica, murmur6 al oido de su vecina la que llam6 fantoche a don Timoteo, chas visto que falda? -I Uy! lIas cortinas del Palacio! - j Canal 1 y' es verdad! Pues se llevan todo. j Veras como se hace un abrigo con las alfombras!


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-I Eso no prueba mas sino qut" tiene ingcnio y gusto! observ~ el marido, reprendicndo ;\ su csposa con una mirada i j las mujeres dcbcn ser ecollomicas! Todavia Ie dolla al pobre dios la cuenta de la modista. - j Hijo! dame cortinas de a doce pesos la vara y I veras si me pongo estos trapos! replico picaoa la diosa; 1Jesus! j hablanis cuando tengas tan csplcndidos predecesores! Entretanto Basilio, dc1ante de la casa, confundiclo entre la turba de curiosos. contaba las personas que bajaban de los coches. Cuando vio tanla gente alcgre, confiada; cuando vio ÂŁ11 no\'io y ,I la novia, seguida de su cortejo de jOYGficitas inocentcs y candorosas, y P\3{l 0 que iban a cncontrar alli una mucrlc horrible, tuv Iastima y sinti6 que se amortiguaba su odio. Tuvo deseos de salv<l/r a tf-ntos inocentc!s, penso escribir y dar p rte a la justioia; pero un coche vino y bajaron el P. Salvi y el P. Irene, ambos muy contentos, y como nube pasajera, se desvanecicron sus buenos propositos. - j Que me importa! se dijo j que paguen los justos con los pecadores! Y luego anadio para tranquilizar sus escrupulos: -Yo no soy delat'x, yo no debo abusar de 13 confianza que en m! hÂŁ1 depositado. Yo Ie debo a c!l mas que a todos esos; el cavo la tumba de mi madre; I esos la mataron! i Que teng-o que vcr con ellos? j Hice todo 10 posible para ser bueno, uti] i he procurado olvidar y perdonar; sufd toda imposicion y solo pedia me dejasen en paz! Yo no estorbo a nadie ... (. Que han hecho de m!? j Que vuelcn sus micmbros destrozados por el airel j I3astante hemos sufrido! Despues vi6 bajar a Simoun I1e\'ando en brazos la terrible Iampara, Ie vio atravesar el zag-uan lcntamente, con la cabeza baja .v Como reflexionando. Basilio sintio que su corazon latfa debilmente, que sus pies y manos se enfriaban y que la negra silueta del jo-


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yero adquida contornos fantasticos, circundados de llamas. All cl se detcnla Simoun al pie de la escalera y como dudando; Basilio no respiraba. La vacilacion duro poco: Simoun Icvanto la cabeza, subio resue1 tamente las escaleras y desaparecio. Pareci61e t:lltonces al estudiante que la casa iba a cstallar de un momento ' a otro y que paredes, lamparas, convidados, tejado, ventanas, orquesta, volaban lanzados por los aires como un pufiado de brasas en medi 路,) de llna detonacion infernal; miro en torno suyo y creyo ver cadaveres en lugar de curiosos; los vela mutilados, Ie parecio que el aire se llenaba de llamas, pero la serenidad de su juicio triunfo de aquella alucinacion p41sajera que el hambre favorecla y se dijo: -Mientras no oaje, no hay peligro. I Aun no ha Ilegado el capitl-in general! Y procuro apareccr sereno dominando el temblor com'ulsivo de sus piernas, y 路trato de distraerse pensando en otras ~osas. Alguien se burlaba de cl en su interior y Ie decJa: ' -Si j)iemblas ahora, antes de los momentos supI'emos, c: como te portanls cuando veas ' correr sangre, arder las casas y silbar las balas? Llego Su Excelencia, pero eI joven no se fijo en el: obscrvaba la cara de Simoun que era unp de los que hablan bajado para recibirle, y leyo en la implacable fisonomia 1a sentencia de muerte de tQdos aquellos hombres, y entonees nuevo terror se apodero de el. TlIvo frio, se apoyo contra e1 muro de la casa y, fijos los ojos en las ventanas y atentos los oidos, quiso adivinar 10 que podia pasar. Vio en la sal a la multitud rodeando a Simoun, y contemplando la lampara; oyo varias felicitaciones, exclamaciones de admiraci6n; las palabras 芦comedor, estreno禄 se repitieron varias veces; vio al g-eneral sonreirse y conje-. turo que se estrenaria aquella misma noche segun 1a prevision del joyero y, por cierto, en la mesa donde iba a cenar Su Excelencia. Simoun desaparecio, soguido de una multitud de admiradores. 4


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En aquel momenta supremo su buen coraz6n triunf6, 0lvid6 sus odios, 01vid6se de Jult, quiso salvar a los inocentes y decidido, suceda 10 que suceda, atraves6 la calle y quiso entrar. Pero 13asilio habla olvidado que iba miserablemente vestidoi el portero Ie detuvo, Ie interpel6 groscramente, y al ver su insistencia, Ie amenaz6 con llamar n una parcja de la Veterana. En aquel momenta bajata Simoun ligeramcntc p,ilido. EI portero dej6 Ii Basilio para saludaI' al joycro como si pasase un santo. Basilio comprcndi6 en b expresi6n de Ia cara que dejaba para siemprc Ia casa fatal y que la himpara ya estaba enccnciida. Alea jacta est. Presa del instinto de conservacion, pens6 entQnces en salvarse. Podia ocurdrscle :i cU41Iqui era por curiosidad mover el aparato, sacar la mccha y ento ces, estallada y todo seda sepultado. Todavia oyo a Simoun que d cia al cochero: - j Escolta, pica! Azorado y temiendo oir de un momento a otro la terrible explos16n, Basilio se di6 toda la prisa que podia para alejarse del maldito sitio: sus picrnas Ie parecia que no tenian la agilidad necesaria, sus pies resbalaban contra la acera como si anduviesen y no se moviesen, la gente que encontraba Ie cerraba el camino y antes de dar veinte pas os crda que hablan pasado 10 menos cinco minutos. A cicrta distancia tropez6 con un joven que de pie, con la cabeza levantada, miraba fijamente hacia la casa. Basilio reconoci6 Ii Isagani. - i Que haces aqui? preguntOlc. j Ven! Isagani Ie mira vagamente, se sonri6 con tristeza y volvi6 Ii mirar hacia los balcones abiertos, al traves de los cuales se vela la vaporosa silueta de la novia, cogida del brazo del novio, alejandose ltinguidamente. - j Ven, Isagani! Alejemonos de esa casa, j ven! deda en voz ronca Basilio cogiendole del brazo. j Isagani Ie apartaba dulcemente y segula mirando con la misma dolorosa sonrisa en los labios! - j Por Dios, alejemonos!


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Por que alejarme? I Manana ya no sera ella! Habia tanto dolor en aquellas palabras que Basilio se 0lvid6 por un segundo de su terror. -~ Quieres morir? pregunt6. Isagani se encogi6 de bombros y ?igui6 mirando. Basilio trat6 de arrastrarle de' nuevo. -IIsagani, Isagani, oyeme, no perdamos tiempo! Esa casa esta. minada, va a saltar de un momento a otro, por una imprudencia, una curiosidad ... Isagani, j todo perecera bajo sus ruinas! -~ Bajo sus ruinas? repiti6 Isagani como tratando de comprender sin dejar de mirar a la ventana. -I SI, bajo sus ruinas, S1, Isagani! por Dios, 1ven! te 10 explicare despues, i yen! otro que ba sido mas desgraciado que tu y que yo, los ba condenado ... c: Yes esa luz blanca, clara, como luz electrica, que parte de la a?otea:? i Es la luz de la muerte! j Una lam para cargacla de dinamita, en un comedor minado... estallara X ni una rata e escapad. con vida, ven! ~i No! contest6 Isagaoi moviendo tristemente la cabeza; quiero quedarme aqui, quiero verla por ultima vez ... j mafiana ya sera otra cosa! - j Cumplase el destino! exclam6 entonces Basilio alejandose a toda prisa. Isagani vi6 que su amigo se alejaba con la precipitaci6n que denotaba un verdadero terror y sigui6 mirando bacia la fascinadora ventana, como el caballero de Toggenburg esperando que se asome la amada, de que nos habla Schiller. En aque! momento la sala estaba desierta; todos se babian ido a los comedores. A Isagani se Ie ocurri6 que los terrores de Basilio podian ser fundados. Record6 su cara aterrada, el que en todo conseryaba su sangre fda y empez6 a refiexionar. Una idea apareci6 clara a su imaginaci6n: la casa iba a volar y Paulita estaba alli, Paulita iba a morir de una muerte espantosa ... Ante esta idea tOdD 10 0lvid6: celos, sufrimientos, torturas morales; el generoso joyen solo se 'acordo de su amor. Sin pensar en sl, sin detenerse, dirigi6se


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a la cas a y gracias a su traje elegante y a su aire de· cido pudo franquear facilmente la puerta. Mientl"as estas cortas escenas pasaban en la calle, en el comedor de los l4ioses mayores, circulaba de mano en mano un pedazo de pergamino donde se leian escritas en tinta roja estas fatidicas palabrus: Mane Thecel Phares. Juan Cris6stomo Ibarra. -duan Crisostomo Ibarra? cQuien es esc? pre· gunto Su Excelencia pasando el papel al vccino. - j Vaya una broma de mal gusto! repLlSO dOll Custodio: j firmar el papel con el nombre de un lili· busterillo, n;luerto haec mas de diez aJ10S! - j Filibusterillo! -I Es una broma sediciosa I -Habiendo eiiol;as ... EI P. Irene liuscaba al bromista y vio al P. Salvi, que estaba sentado a la derecha de la condes3, po· nerse palido como su servillcta mientras con los ojos desencajados contemplaba las misteriosas palnbras. j La escena de la esfinge se 1<" presento en la memoria! -c Que hay P . Salvi? preguntt'li cest<.\. ust/·d reeonoeiendo la firma de su amie-o? EI P. Salvi no contesto; hizo adem:ln de hablar, y sin apercibirse de 10 que hacla, sc paso por 1::t frente la ser\'illeta. -c Que Ie pasa a v. R.? - j Es su misma escritura! contesto en voz baja, apenas inteligible; es la misma escritura de Ibarra. Y recost:indose contra el respaldo de su silla, dcj6 caer los brazos como si Ie faltasen las fucrz<ls. La inquietud conyirtiose en terror i se miraron unos a otros sin decirse una sola palabra. Su Ex('c1encia quiso le\'antarse, pero temiendo 10 atribuyeran a miedo, se domino y miro en torno suyo. '0 habla soldados: los criados que servian Ie eran descono·· cidos: i


EL FtLInuSTERISMO - j 5igamos comiendo, senores, repuso, y no demos importancia a una Groma! Peru su voz, en vez de 'tranquilizar, aumento la inquietud; la voz tcmblaba. -c: Supongo que ese 1\1 ane thecel phares, no querra decir que seremos asesinados esta noche? dijo don Custodio. To<1os se quedaron inmoviles. -Pero puedt'n cnvenenarnos ... 50ltarOll los cubiertos. La luz en tanto prillcipici a obscurecerse poco a poco. -La Hmpara se 路apaga, observo el general inquieto; c: quicre ustcd subir la mecha, P. Irene? En aquel momcnto, con 路la rapidez del rayo, entr!'> una figura dE:rribaildo una siUa y atropellando un criado y, en ~ledio de la sorpresa general, se apodero de In Limpara, corrieS a la azqtea y la arroj6 al rio. Todo paso en un segundo: el comedoI' se quedo a obscuras. La tampara ya hablo. caldo en el agua cuando los criados pudleron gritar:- j Ladron, 1adron! precipitan dose tambien a la azotea. - j Un revolver! grito uno; j pronto, un revolver! j A! ladron! Pero 1a sombra, mas agii aim, ya habia montado sobre b balaustrada de ladriUo y antes que pUdiesen traer una luz se precipitaba a1 do, dejando oir un ruido quebrado al caer en el agua.



XXXVI APUROS DE BEN-ZA VB

Inmediatamente que se entero del acontecimiento cuando trajeron luc'::s y vio las poco correctas IJosturns de los dioses sorprendidos, Ben-Zayb, Ilene de indignacion y ya con la nprobacion . del fiscal de .imprl?nta, fue orriendo a $U cas a-un entresuelo en donde vivla en republica con otros-para escribir el articulo mas sl\blime que jamas Sl! baya lei do bajo el cieJo de Filipiq1as: el capitan genel al se ~arcbarla desconsolado si antes no se enteraba de sus ditirambos y esto, Ben-Zayb que tenia buen corazon, no 10 podia permitir. Hizo pues el sacrificio de la cena y del baile y no St durmio aquella noche. i Sonoras exc1amaciones de espanto, de indignacion, fingir que el munclo se habia venido abajo y las estrelhs, las eternas estrellas, chocaban lInas con otras! Oespucs una introdllccion misteriosa, \lena de alusiones, retictncias ... , lue~o el relato del hecho, y la peroracion final. Multiplico los giros, agoto 105 eufemismos para describir la caida de espaldas y el tardio bautismo de salsa qlle recibio Su Excelencia sobre la ollmpica frente; elogio la agilidad con que recobr6 la pos~cion vertical, poniendo la cabeza donde antes estaban las piernas y viceversa; entono un himno a. la Providencia por haber velado solicita por tan sa~rados huesos y el pirrafo result6 tan delicado, que Su Excelencia apareda como un heroe y c.a ia mas alto, como dijo Victor Hugo. Estuvo escribiendo, borrando, afladiendo y limando para que, sin faltar a. la verdad-este era su especial merito de pe23.- TOMO 11


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----------------------------riodista-resultase todo epico, grande para los siet.:: dioses, cobarde y bajo para el desconocido ladron, «que se habia ajusticiado a sl mismo, espantado y convencido en el mismo instante de la enormidad de su crimen». Interpreto el acto del P. Irene de meterse debajo de la mesa, por ccarranque de valor innato, que el habito de un Dios de paz y mansedumbre, llevado tod~ la vida, no habfa podido amortiguar;n el P. Irene queda lanzarse sobre el criminal y tomando la Hnea recta paso por el submcstinco. De paso hablo de tuneles submarinos, mencion6 un proyecto de don Custodio, recordo la ilustracion y los largos viajes del sace rdote. EI dcsmayo del Padre Salvi era el dolor excesivo que sc apoder6 del ,-irtuoso franciscano, yjendo el poco fruto que sacaban los indios de su piadoso$ sermoncs; la inmovilidad y el espanto de los otros comensales, entre eJlos cI de la condesa gue C(sostuVO), (se agarr6) aI P. Salvi, eran serenidad y sangre fda tie heroes, avczados al peligro en medio del cumplimiento de sus dcbcn;,.;, al lado de quienes los senadores rOrnanos, sorprendidos por los galos invasores, eran nerviosas muchaehuelas qUE- se asustan ante cucarachas pintadas. Despues y para formar contraste, Ia pintura del ladron: miedo, locura, azoramiento, torva mirada, facciones desencajadas y j fuerza de la supcrioridad moral de la raze!! i su respeto religioso al ver alii congregados a tan augustos personajes! Y venia entonees de perilla una larga imprecacion, una arcnga, una declamacion contra la perversion de las buenas costumbres, de ahf la necesidad de erig-ir un tribunal militar permanente, "la dec1aracion del estado de si))tio dentro del estado de sitio ya declarado, una le»)gislacion especial, represiva, energica, porque es de »todo punto necesario, es de imperiosa urgcncia ha))cer ver a los malvados y criminales que si el coraz6n ))es generoso y paternal para los sumisos y obedienlItes a la ley, la mano es fuerte, firme, inexorable, se))vera y dura para 10.) que contra toda razon faltan »a ella e insultan las sagradas instituciones de la pa-


EL FILlBUSTERISMO

»tria. SI, senores, esto 10 exige no solo el bien de eslltas islas, no solo el bien de la humanidad entera, ))sino tam bien el nombre de Espana, la honra del llnombre espanol, el prestigio del pueblo ibero, por»que ante todas las cosas, espanoles somos y la ban4 lldera de Espana», etc., etc., etc. Y terminaba e1 articulo con esta despedida: «j Vaya tranquilo el bravo guerrero, que con mano »experta rigio los destinos de este pais en epocas tan »calamitosas! i Vaya tranquilo a respirar las balsa»micas brisas del Manzanares! j N osotros aqui nos ,)quedaremos como fie1es centinelas para venerar su »memoria, adm:rar· sus sabias disposiciones, y ven 4 >'gar e1 infame atentado contra su esplendido regalo, »que hemos de encontrar aun cuando tengamos que »secar los mares! j Tan preciosa reliquia sera para »este pais eteqlO monumento de su esplendor, sangre "fda y bravllr~! » , ) Asl terminaba algo confuso el articulo y antes que amanccicse, 10 envio a la redaccion ya con la previa autorizacion del cellsor. Y se durmio como Napoleon despues de haber dispuesto el plan de la batalla de Jena. Le despertaron al amanecer con las cuartillas devueltas y una nota del director, diciendo que Su Excelencia habia prohibido severa y terminantemente se hablase del asunto y encargado se desmintiesen cuantos comentarios y versiones corrieran, dandolos todos por cuentos, exageraciones y consejas. Para Ben-Zayb aquello era matarle a un hijo tan guapo y tan valiente, nacido y criado con tanto dolor y fatiga y cdonde encajar ahora la soberbia catilina 4 ria, la exhibicion esplendida de aprestos belico-justi 4 cieros? Y pensar que dentro de un mes 0 dos iba el a dejar Filipinas, y el artIculo no tendria salida en Espana, porque ccomo decir aquello contra los criminales ' de Madrid, si alli imperan otras ideas, se buscan circunstancias atenuantes, se pesan los hechos, hay jurados, etc., etc.? Articulos como los suyos eran, como ciertos aguardientes envenenados


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que se fabrican en Europa, buenos para vendidos entre los negros good for negroes, con la diferencia de que si los negros no los beben no se destruyen, mientras que los articulos de Ben-Zayb, h~anlos 6 no los filipinos, producian sus efectos. - j Si al menos se cometiese otro crimen mafiana 6 pasado! decia. Y ante el pensamiento de aquel hijo muerto antes de impreso, capullos helados, y sintiendo que sus ojos se humedecian, se visti6 para ver al director. El director se encogi6 de hom bros: j Su Excelencia 10 hubla prohibido, porque si se lIegaba a djvulgar que siete dioses mayores se dejaron robar y sorprender por un cl.l,alquiera mientras bland ian tenedores y cuchillos, pel~graba la integridad de la patria! X asl encargaba no se buscase n j la lam para nj al ladr6n y recomendaba a sus sucesores no se arriesgasen a comer en ninguna casa partic~lar, sin estar rodeados de alabarderos y guardias. Y como los que aquclla noche supieron algo de los acontecimientos en casa de don Timoteo eran en su mayor parte empleados y militares, no era diflcil desmentir el hecho cn publico : se trataba de la integridad de la patria. Ante este nombre, Ben-Zayb baj6 la cabeza Heno de herolsmo, pensdndo en Abraham, Guzman el Bueno 6, cuando menos, en Brutos y otros antiguos heroes de la historia. Tanto sacrificio no podia quedar sin recompensa. El dios de los periodistas estaba satisfecho de Abraham-Ben-Zayb. Casi al mismo tiempo vino el angel gacetillero trayendo el cordero bajo la forma .de un asalto, cometido en una quinta a orillas del Pasig, en donde ciertos frailes pasaban la epoca del calor! j Aquella era la ocasi6n y Abraham-Ben-Zayb alab6 a su dios! -Los bandidos sacaron mas de dos mil pesos, dejaron mal herido a un religioso y ados criados ... El cura se defendi6 como pudo detras de una silIa, que qued6 rota en sus manos . ., - j Espere, espere! decia Ben-Zayb tomando no-


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tas; cuarenta 0 cincuenta tulisanes traidoramente .. . revolvers, bolos, escopetas, pistolas... leon esgrimiendo, silla ... astillas ... herido barbaramente ... diez mil pesos ... Y cntusiasmado y no contento con los detalles, se traslado el mismo al sitio de la ocurrencia, componiendo en el camino la descripcion homerica del combate. 2 Una arenguita en boca del jefe? 2 Una frase de desprecio en boca del religioso? Todas las metaforas y comparaciones, aplicadas a Su Excelencia, al P. Irene y P. Salvi, vendrian de molde para el religioso herido, y la descripcion del ladron para cada uno de los malhechores. En la imprecacion podia cxtendersc mas, podia hablar de religion, de la fe, de la caridad, del toque de las campanas, de 10 que los indios d~ben a los frailes, enternecerse y diluirse en frases y lirismos castelarinos. Las senoritas de la capital Ie leedan y didan: -Ben:Zayb, 1 bravo como \!In leon y tierno como un cordero! Cuando lIego aI sitio de la ocurrencia, con gran sorpresa suya encontro que el herido no era otro que el P. Camorra, castigado por su provincial a expiar en la quinta de placer, a orillas del Pasig, sus travesuras de Tianl. Tenia una pequena herida en la mano, una contusion, en la cabeza al cacl~se de espaId as ; los ladrones eran tres e iban armados de bolos; la cantidad robada cincuenta pesos. - j No puede serf deda Ben-Zayb; j dllese usted ... no sabe 10 que se dice! -I Que no 10 he de saber, punales! -I No sea usted tonto!. .. los ladrones debian ser mas ... -I Hombre! el chupa-tintas este ... Tuvieron un buen altercado. Lo principal para Ben. Zayb era no soltar el articulo, dar proporciones al hecho para que resultase la peronicion. Corto la discusion un susurro. Los ladrones cogidos habian hecho declaraciones importantes. Uno de , los tulisanes de Matanglawin (Cabesang Tales) les


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habla dado cita para reunirse con su banda en SantaMesa, para saquear los conventos y las casas de los ricos ... Les guiada un espanol, alto, moreno, de cabellos blancos, que decia obraba por orden del gencral, de quien era muy amigo; se les habia asegurado ademas que la artilleria y varios regimientos se ks reunidan, por 10 que no debfan tener miedo ninguno. Los tulisanes sedan indultados, )' la tcreera parte del botin les correspondeda. La senal debiendo scr un canonazo, y habiendolo esperado en vano, los tulisanes creyendose buriados, unos se rctiraron, otros volvieron a sus montaiias prometicndo \cngarsc del espanol, que por segunda vez habia faltado a su palabra. E110s entonces, los ladrones cogicios, quisicron haeer algo por su cllcnta y atacaron la quinta que ha11arQn mas a mano, prometiendo dar rcligiosarnente las dos terceras partes del botin al espanol de cabell os blancos si acaso as rcclamaba. Coincidiendb la senas co las de Sirnoun, la dec1araci6n fue recibida como un absurdo y}al ladr6n Ie aplicaron toda serie de torturas, la maquina eltctrica inclusive, por aque11a impla blasfemia. Mas, la noticia de la desaparici6n del joyero habiendo 11amado la atenci6n de toda la Escolta, y habiendose encontrado sacos de p61vora y grande cantidad de cartuchos en su casa, la declaraci6n tuvo visos de verdad y empezo e1 misterio a rodear poco poco el asunto, envolviendose en nebulosidades, se hablO cuchicheando, tosiendo, con miradas recelosas, puntos suspensivos, y muchas frases huecas de ocasion. Los que fueron iniciados no acababan de salir de su asombro, sacaban caras largas, palidecian y poco falto para que muchos perdieran la razon al descubrirse ciertas cos as que hablan pasado desapercibidas. - j De buena nos hernos librado! i Quien iba a decir? ... A la tarde, Ben-Zayb, con los bolsillos 11enos de revolvers y cartuchos, rue a visitar a don Custodio, que encontro trabajando de firme en un proyecto

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contra alhajeros americanos. Murmuro al oido del periodista, en voz quedisima y entre las dos palm as de la mano, palabras misteriosas. -~ De veras? pregunta- Ben-Zayb lIevandose las manos a los bolsillos, 路 mientras palideda visiblemente. . - y donde Ie encuentren ... Termina la frase con una mlmlca expresiva. Levanta ambos brazos a la altura de la cara, el derecho mas encogido que el izquierdo, vueltas las palm as de la mana hacia el suelo, cerra un ojo y haciendo dos movimientos de avance. -I Psst, psst! silbo. -~ Y los brillantes? pregunto Ben-Zayb. -Si se Ie encuentran ... E hizo otra mlmica con los dedos de la 'mano derecha, haciendolos girar de delante atnl.s y de fuera adentro, en movimiento de abanico que se cierra, de algo que se recoge, de asp s que giran barriendo imaginarios oo'etos para sf, con habi1 escamoteo. Ben-Zayb respolldia pur otra m!mica, abriendo mucho los ojos, arqueando las cejas y sorbiendo avidamente el aire, como si eI aire alimenticio ya se hubiese descubierto. -jJhs!

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XXXVIl EL MISTERIO

Todo se sabc.

No obstante, a pesar de tantas precauciones, los rumores lIegaron hasta el publico, si bien bastante altcrados y mutilados, eran el tema de los comentarios de la noche siguiente en cas a de la rica familia de Orenda, comerciante en alhajas en el industrioso arrabal de Santa Cruz. Los numerosos amigos de la casa solo se ocupaban de ella. No se jugaba al tressiete, ni sc tocaba el piano, y ia pequena Tinay, la menor de todas las senoritas, se aburria sola jugando a 1a chongha, sin poderse explicar el interes que despiertan los asaltos, las conspiraciones, los sacos de polvora, habiendo tantos hermosos sigayes en las 5iete casetas que parece Ie guiiian a una y Ie sonri~n con SllS boquitas entreabiertas para que los suba en la cas a madre 0 ina: Isagani que, cuando venla, jugaba con ella y se dejaba engaiiar linda mente, no acudla a sus llamamientos, Isagani escuchaba sombrio y silenciosc 10 que el platero Chichoy contaba. Momoy, el novio de la Sencia, la mayor de las de Orenda, hermosa y viva joven aunque algo burlona, habia dcjado la ventana donde solla pasar las noches en coloquio amoroso. Esto contra"riaba mucho alloro ' cuya jaula pendla del alero, loro favorito de la casa por tener la habilidad de saludar por las mananas a todo el mundo con maravillosas frases de amor. Capitana Loleng, la activa e inteii!5ente capitana Loleng tenia su libro de cuentas abierto pero sin leerlo pi e5cribir nada en el; no fijaba la atencion en los


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platos, llenos de perlas sueltas, ni en los brillantes; aquella vez se olvidaba y era todo oidos. Su mismu marido, e1 gran capitan Toringoy, transformacion del nombre Domingo, el mas feliz del arrabal, sin mas ocupaciones que la de vestirse bien, cumer, fJasearse y charlar mientras toda su familia trabajaba y se afanaba, no sc iba a la tertulia, escuchando entre medroso y emocionado las horripilantes noticias del delgaducho Chichoy. Y no habfa para menos. Chichoy habJa ido a entregar unos trabajos para don Timoteo Pel~LCz, un par de pendientes para In rccien casada, a la sa zan en que demoHan el kisco que en Ia noche anterior hahfa servido de comedor a las primeras autoridades. Aquf Chichoy se ponla paBdo y sus cabcHos se crizaban. - j Naku! deda; sacos de p61vora, sacoe; de p6lvora debajo del uelo, en eJ tecno, debajo de la mesa, dentro de los sientos, j en t das partes! j Fortuna que ninguno de los trabajadores fumaba! - Y ~ quien ha puesto esos sacos de p6lYora? preguntaba Capitana Loleng, que era valiente y no palideda como el enamorado Momoy. Momoy habfa asi~tido a la boda y se comprcnde 5U postuma emoci6n. Momoy habia estado cerca del Klosco. -Es 10 que nadie podia explicarse, contest6 Chichoy; ~ quien tenia interes en turbar la fiesta? ! ' 0 podia haber mas que uno, decia el celebre abogado senor Pasta q:.Je estaba de visita, 6 un enemigo de don Timoteo 6 un rival de Juanito ... Las senoritas de Orenda se volvieron instintivamente hacia Isagani: Isagani se sonri6 en silencio. -Escondase usted Ie dijo capitana LeIong; pueden calumniarle ... j esc6ndase usted! Isagani volvi6 a sonreirse y no contest6 nada. -Don Timoteo, prosiguio Chichoy, sabia a quien atribuir eI hecho; el mismo habla dirigido los trabajos, el y su amigo Simoun, y nadie mas. La casa !e aIboroto, vino el teniente de la Yeterana, y des-


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pueS de encargar a todos el secreto, me despidieron. Pero .. . -Pero .. o pero. balbuceaba Momoy temblando. - j Naku! dijo la Sensia mirando a su novio y temblando tam bien al recuerdo de que habia estado en la fiesta; este senorito. si llegaba a estallar. Y miraba a su novio con ojos iracundos oy admiraba su valor. -Si llegaba a estallar.. - j No quedaba nadie vivo en toda la calle de Anloague! afiadio capitan Toringoy afectando valor e indiferencia a los ojos de su familia. -Yo me retiraba consternado, prosiguio Chichoy, pensa路ndo en que si solamente una chispa, un cigarrillo se h'ubiese caido 0 S0 hubiese derramado una hl.mpara, a la hora presente no tendriamos ni general, ni arzohi,spo, ni nada, j ni empleados siquiera! j Todos los que estaban a,noc e en la fiesta pulverizadosl - j Virgen Sa tlsima! Este senorito.o - j Susmariosep! exclamo capitana Loleng; todos nuestros deudores estaban alli; j susmariosep! Y alii cerca tenemos una finca. c: Quien podd ser? .. -Ahora 10 sabdn ustedes, afiadio Chicoy en voz baja, pero es men ester que guard en el secreto. Esta tarde me encontre con un amigo, escribiente en una oficina, y hablando del asunto, me ha dado la clave: 10 ha sabido por unos empleadoso o. c: Quien creen ustedes que ha puesto los sacos.-de polvora? Muchos se encogieron de hombros; solo capitan Toringoy miro de soslayo a Isagani. -c: Los frailes? -c: El chino Quiroga? -c: Algun estudiante? -c: Makaraig? Capitan Toringoy tosta y miraba a Isagani. Chichoy sacudi6 la cabeza sonriendo. - j El joyero Simoun! - I Simoun! Un silencio, producido por el Ilsombro, sue芦li6 a 0

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estas palabras. Simoun, e1 espiritu negro dcl capitan general, el riquisimo comerciante en cuya (Asa iban para comprar piedras sueltas, Simoun que recibla a las senoritas de Orenda con mucha !inura y les decia finos cumplidos. Por 10 mismo que la \crsion parecia absurda, fue creida. Credo qma abs/Udum, decia San Agustin. -Pero Simoun, i no estaba anoche en la ficsta? pregunto Sensia. • -SI, dijo Momoy, pero i ahora me acucrdo! Dcj6 la casa en el momenta en que ibamos a cenar. Sc marcho para sacar su regale de bodas. -Pero i no era amigo del gcneral? i no cra socio de don Timoteo? -SI, se hizo socio para dar el golpe y matar a todos los espaflOles. - i Ya! dijo Sensia; j ahora 10 veo! - i Cual ? -Ustedes no querian crelr a tia Tentay. Simoun es el diablo que tiene compradas las almas de todos los espanoles ... i tia Tentay 10 decia! Capitana Loleng se santigu6, miro inquieta hacia las piedras temiendo verlas con\'ertidas en brasas; capitan Toringoy se quito el anillo que habia venido de Simoun. -Simoun ha desaparecido sin dejar hucllas, anadio Chichoy; la guardia civil Ie busca. - j Si! dijo Sensia; j que busquen al demonio! Y se santiguo. Ahora se explicaban muchas cosas, la riqueza fabulosa de Simoun, el olor particular de su casa, olor a azufre. Binday, otra de las senoritas de Orenda, candida y adorabJe muchacha, se acordaba de haber visto llamas azules en la casa del joyero un tarde en que, en compania de la madre, habian ido a comprar piedras. Isagani escuchaba atento, sin decir una palabra - j Por eso, anoche! ... balbuceo Momoy. - i Anoche? repitio Sensia entre curiosa y celosa. Momoy no se decidia, pero la cara que Ie PUSQ Sensia Ie quito e1 miedo.


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-Anoche, mientras cenabamos, hubo un alboroto j la luz se apago en el comedor del general. Dicen que un desconocido robo la lampara que habia regalado Simoun. - i Un ladron? i Uno de la Mano Negra? Isagalli se levan to y se puso a pasear. - i Y no Ie cogieron? -Salto al rio; nadie ha podido verle. Unos dicen que era espanol, otros que chino, otros, indio ... -Se crce que con esa lam para, repuso Chichoy, se iba a encendcr toda la casa, la polvora ... J\'Iomoy volviq a estremecerse, pero habiendo visto que Sensia se habIa apercibido de su miedo, quiso arreglarlo. . -I Que lastima! exclamo haciendo un esfuerzo; 1 que mal ha hecho el ladron! Hubieran muerto todos ... Scnsia Ie miro espantada; as mujeres se persignaron: capitan Toringoy, que tenIa miedo a la politica, hizo ademan de alejarse. Momoy acudio a Isagani. -Siempre cs malo apoderarse de 10 que no es suyo, contesto Isagani con enigmatica sonrisa; si ese ladron hubiese sabido de que se trataba y hubiese podido reflexionar, 1 de seguro que no 10 habria ( hecho! Y afiadio despues de una pausa: -I Por nada del mundo quisiera estar en su lugar! Y as! siguieron comentando y haciendo conjeturas. Una hora despues, Isagani se despedfa de la familia para ret,i rarse para siempre al lado de su tio.



XXXVIII FATALIDAD

Matanglawin era el terror de Luzon . Su banda tan pronto apareda en una provincia donde menos se 1a esperaba como had a irrupcion en otra que se preparaba a resistirle. Quemaba un trapiche en Batangas, devastaba los sembrados; al dla siguiente asesinaba al juez de Paz de Tianl, al otro sorprendla un pueblo en Cavite y se apoderaba de las armas del tribunal. Las r:lOvincias del entro, desde Tayabas hasta Pangasi an, sufrJan de sus depr~daciones )' su nombre sangriento Ilegaba hasta Albay " en el sur, y en el norte, hasta Kagayan. Desarmados los pueblos por la desconfianza de un gobierno debil, caian en sus manos como faciles presas; a su aproximacion los agricultores abandonaban sus carnpos, los ganados se diezmaban y ' un rastro de sangre y fueg'o marcaba su paso. MatangUrlNin se burlaba de todas las medidas severas que dictaban contra los tulisanes: de elIas solo sufrIan los habitantes de los barrios, que cautivaba 0 maltrataba si se Ie resistian, o si pactaban con el eran azotados 0 desterrados por el gobierno, si es que al destierro Jlegaban y no sufrian en el camino un mortal accidente. Gracias a esta terrible aItet nativa, muchos campesinos se decidian a alistarse bajo su man do. Merced a este regimen de terror, el comercio de los pueblos agonizante ya, moria por completo. EI rico no se atrevia a viajar, y el pobre temia ser preso por la guardia civil quien, obligada a perseguir a los tulisanes, cogia muchas veces al primero que en contraba y Ie sometla a torturas indecibles. En su impo-


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tencia, el gobierno hacia alardes de vigor en las personas que Ie pareclan sospechosas, para que, a fucrza de crueldad, los pueblos no conociesen lOU fiaco, el miedo que dictaba tales medidas. Un cordon de estes infelices sospechosos, seis 6 siete, atados coda con codo y maniatadQs como racimo de carne humana, marchaba una siesta por un camino que costeaba un monte, conducido por diez o doce g-uardias, armados de fusiJes. Hacia un calor extraordinario. Las bayonetas brillaban '11 sol, el ca110n' de los fusiles se calentaha y las hojns de salvia, puestas en los capacetes, apenas ba<;taban para amortiguar los efec.:tos del mortifcro sol de mayo. Privados del uso de sus brazos y peg-ados unos a otros para conomizar cuerda, los presos marchaban casi todos de~cubiertos y descalzos: el que meior, tenia un paiiuelo atado en torn de la cabeza. Jadeantes, miserables, cubiertos de; olvo que en lodo converda el sudor, sentian derritirse sus cerebros, flotar luces en el espacio, manchas roias en cl aire. La extenuacion y el desaliento estaban pintados en e1 semblante, la desesperacion, la ira, alt;o indefinible, mirada de moribundo que maldice, de hombre qu~ reniega de la vida, de si mismo. que blasfcma contra Dios ... los mas resistentes bajaban la cabcza, frotaban la cara contra las sucias espaldas del que ibn delante para enju~arse el sud~r que les ceg-aba: muchos cojeaban. Si ale-uno. al caerse, cntorneda la marcha, oiase un insulto y un soldado venia bhndiendo una rama, arrancada de un arbol, y Ie oblie-aba a levantarse, pegando a diestro y siniestro. EI cordon corria entonces arrastrClndo al caido que se revolcaba en el polvo y ahullaba pidiendo la muertc: por casualidad ccnseguia levantarse, ponerse de pie, y entonces seg-uia su camino Ilorando como un nino y maldiciendo la hora en que Ie concibieron. EI racimo humane se detenia a "eces mientras sus conductores bebian, y despues proseguia su camino con Ia boca 5cca, el cerebro obscur~ y el coraz6n


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Heno de maldiciones. La sed era 10 de menos para aqucHos desgraciados. - j Adelante, hijos de p-! gritaba el soldado, vigorizado de nuevo, lanzando el insulto comun en la dase baja de los filipinos. Y silbaba la rama y caia sobre una espalda cualquiera, la 111 ;'lS proxima, ;l veces sobre un rostro dejando una marca primero blanca, roja despues, y mas tarde suda gracias al polvo del camino. -I Adelante, cobardes! gritaba a veces en espanol ahuecando mucho la voz. -I Cobardes! repetlan los ecos del monte. Y los cobardes apresuraban su marcha bajo el cie10 de hierro caldeado, por un camino que quem a, hostigados por b nudosa rama que se desmenuza sobre Ia acardenalada piel. i EI frio de Ia Siberia seria quizas m ils clemente que el sol de mayo en Filipinas! Sin embargo, entre los soldados habla uno que miraba con malos ojos tantas crueldades inutiles : marchaba silencioso, las cejas fnmcidas como disgJlstado. Al fin, viendo que el guardia, no satisfecho con Ia rama, daba de puntapies a los presos que se caian, no se pudo contener y Ie grito impaciente: -Oye, Mautang, 1dejalos andar en paz! Mautang se volvio sorprendido. - Y a ti ~ que te importa, Carolino? pregunto. - i A mi nada, pero me dan penal contesto el Carolino; i son hombres como nosotros! -I Como se ve que eres nuevo en el oficio! repuso Mautang riendo compasivo; ~ como tratabais, pues, a los presos en la guerra? -Con mas consideracion, j seguramente! respondio el Carolino. Mautang se' quedo un路 momento silencioso y despues como encontrando su replica, repuso tranquilamente: - j Ah! es que aquellos son enemigos y embisten, mientras que estos,., i estos son paisanos nuestros! Y acerca.ndose dijo al oido del Carolino: 24.- TOMO II


RIZAL - j Que simple eres! Se les trata asl para ql1e ensayen de I ebelarse 6 escaparse y entonces I pung! EI Carolino no contesto. Cno de los presos suplico que Ie dejasen deseansar porque tenia que haecr una necesidad. - j EI lugilr es pdigroso! contesto cl cabo, miran00 inquieto al monte; i slIl!ing! ~i Sultt.I1.!t! repitio Mautang. Y silb6 In vara. EI preso sc retorci6 y Ie miro con ojos de r~proche: - j Eres m~i.s cruel que el mismo espano!! dijo el preso. Mautang Ie replico. con otros golpes. C'asi al mismo ticmpo silbo un bala, seg-uida de una detonacion: Maut~ng solto el fuc;il, lanz6 un juramento y lIevandose ambas manos al pecho cayo girando sobre si mismo. EI preso Ie vi revolcarse en el polvo y arrojando sa gre por la boc;:z. . - j Alto! gri 0 el cabo poniendose subitamente palido. Los soldados se pararon y miraron en torno. Una ligera dfaga de humo salla de unos matorrales en la altura. Silbo otra bala, oyose otra detonacion y el cabo, herido cn el muslo, se doblo lanzando blasfemias. La columna estaba atacada por hombres que se escondlan entre las penas de la altura. El cabo, sombrlo de ira, senalo hacia el racimo de presos y dijo: - j Fuego! Los presos cayeron de rodillas, lIenos de consternacion. Como no podian levan tar las manos, pedian gracia besando el poh'o 0 adelantando la cabeza: quien hablaba de sus hijos, quien de su madre que se quedaba sin amparo; e1 uno prometia dinero, e! otro invocaba aDios, pero ya los canones se habian bajado y una horrorosa descarga los hizo enmudecer. Entonces empezaron los tiroteos contra los que estaban en la altura, que se corono poco a poco de humo. A juzgar por este y por la lentitud de los tiros, los enemigos invisibles 00 deblan contar mat


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que con tres fusiles. Los guardias en tanto avanzaban y disparaban, se escondlan detd.s de los tronco!! de los arboles, se acostaban y procuraban ganar la altura. Saltaban pedazos de rocas, se desgajaban ramas de arboles, se levantaban pedazos de tierra. El primer guardia que in tento trepar, cayo rodando herido por una bala en el hombr~. , El enemig6 invisible tenia la ventaja de la posi~ cion; los valientes guardias que no sablan huir, estaban a punto de cejar, pues se detenlan y no que~ dan avanzar. Aquella lucha contra 10 invisible les aterraba. No velan mas que humo y rocas: ningurta voz humana, ninguna sombra: didase que luchaban contra la montana. --j Vamos, Carolino! Donde esta esa punteda, j p-! grito el cabo. En aquel momenta un hombre aparecio sobre una roea haciendo 'gestos con el f sil. - j Fuego a Zlse! grito el calbo lanzando una sucia blasfemia. Tres guardias obedecieron pero el hombre sigui6 de pie; hablaba a gritos pero no se Ie entendla. El Carolino se detuvo, creyendo reconocer a alguien en aquella silueta que baiiaba la luz del sol. Pero el cabo Ie amenazaba con ensartarle si no dispamba. El CalOlino apunto y se oyo una detonacion. EI hombre d\! la roca giro sobre 51 mismo y desaparecio lanzando un grito que dejo aturdido al Carolino. Un movimiellto se produjo en la espesura como si los que la ocupaban se dispersasen en todas direcciones. Los soldados entonces empezaron a avanzar, libres de toda resistencia. Otro hombre aparecio 50bre una pena blandiendo una lanza; los soldados dispararon, y el 'hombre se doblo poco a poco, se agarro a una rama; otro disparo, y cayo de bruces sobre la roca. Los guardias treparon agilmente, calando la bayoneta, dispuestos a un combate euerpo a euerpo; el Carolino era el unico que marchaba perezoso, con la mirada extraviada, sombrIa, pensando en el grito


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del hombre a1 caer derribado por su bala. E1 primero que liege a la altura se eneontre con un yiejo moribun do, tendido sobre la roca j meti6lc la bayoncta ell el cuerpo, pero el viejo no pestaflee, tenia la mirada fija en el Carolino, una mirada indefinible y con la huesuda mano Ie sefialaba algo detnis de las meas. Los soldados se volvieron y vieron al Carolinu espantosamente palido, la boca abierta y con la mirada en que flotaba el ultip10 destello de la raz6n. EI Carolino, que no era otro que Tano, el hijo de Cabesang Tales, que volvia de Carolinas, reconoda en d moribundo a su abuclo, a Tandang Selo, que, com.) no Ie podia hablar, Ie decIa por los agonizantcs oj os todo un poem a de dolor. Y cadaver ya, seguia <lun sefialando 19o detras de las rocas ...

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En su solitario retiro, a orillas del mar, cuya movible superficie se descubria al traves de las abiertas ventanas extendiendose a 10 lejos hasta confundirse con el horizonte, el P. Florentino distrafa su soledad tocando en su armonium aires graves y melancolicos, a que servfan de acompal'lamiento el sonoro clamoreo de las olas y el murmullo de las ramas del vecino bosqu<,:. Notas largas, llenas, planideras como las de una pLeo-aria si,n dejar de ser varoniles, se escapaban del vie.路o instrtJlmento; el P. Florentino, que era un acabado musico, imprbvisaba y como se encontraba solo, daba rienda suelta a las tristezas de su corazon. En efecto, el anciano estaba muy triste. Su buen amigo, don Tiburcio de Espadafia, acababa de dejade huyendo de la persecucion de su mtijer. Aquella manana habfa recibido una cartita de un teniente de la guardia civil que decia: 芦 Mi querido Capel1<l.n: Acabo de recibir del comandante un telegrama que dice: espanol escondido casa Padre Florentino coje'ra, re11litira vivo muerto路. Como el telegrama es bastante expresivo, prevengale al amigo para que no este alli cuando Ie vaya a prendcr a las ocho de la noche. Suyo afmo. PEREZ. Queme la carta.禄 - j E ... e ... esta Victorina! habfa tartamudeado don Tiburcio; e ... e ... es capaz de hacerme afusilar.

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El P. Florentino no Ie pudo detener: en vano Ie liizo observar que la palabra cojera querda decir co&eraj que el espanol escondido no debIa ser don Tiburcio sino el joyero Simoun, que hacia dos dIas habia llegado, herido y como fugitivo, pidiendo hospitalidad. Don Tiburcio no se dejo convencer; cojera era su propia cojera, sus senas person ales ; erall intrigas de Victorina que Ie queda tener a toda costa vivo 0 muerto, como desde Manila habla escrito 1sagani. Y el pobre Ulises dejo la casa del sacerdote para esconder:-;e en la cabana de un leilador. Ninguna dllda abrigaba el P. Florentino de que el espanol buscado era el joyero Simoun. HabIa lJegado misteriosamente, cargando el mismo con su maleta, sangrando, sombrlo y muy abatido. Con la libre y afectuosa hospitalidad filipina, acogiole el cterigo sin per itirse indiscreciones, y como los acontecimientos de. Manila no hablan llegado <lun a sus oidos, no se e plicaba claram nte aquelJa situacion. La unica conjetura que se Ie ocurria era que, habiendose ya marchado el general, el amigo y protector del joyero, probablemente los enemigos de este, los atropellados, los lastimados, se levantaban ahora damando venganza, y el general interino Ie perseguida para hacerle soltar las riq'lezas que habia acumulado. De ahi la huida. Pero y sus heridas ide donde provenian? c Habia intentado suicidarse? ceran efecto de venganzas personales? i eran sencillamente causadas por una imprudencia, como pretendia Simoun? cLas habia recibido huyendo de la fuerza que Ie perseguia? Esta ultima conjetura era la que se Ie presentaba con mas visos de probabilidad. Contribuian a robustecerla el telegrama hace poco recibido y la voluntad decidida que habia manifestado Simoun desde un principio de no ser tratado por el medico de cabecera. EI joyero solo aceptaba los cuidados de don Tiburcio y aun. con marcada desconfianza. En este caso, se preguntaba el P. Florentino, i que conducta debia el observar cuando la guardia civil Ie viniese ~ prender a Simoun? El estado del enfermo no per-


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mitla el movimiento y menos un largo viaje ... Pero el telegrama decia vivo 0 muerto ... EI P. Florentino dej6 de tocar y se acerco a la ventana para contemplar el mar. La desierta super· ficie, sin un barco, sin una vela; nada Ie sugerla. El islote que se distingue a 10 lejos, solitario, solo Ie hablaba de su soledad y hada mas solitario el espacio. EI innnito es a veces desesperadamente mudo. Trataba el anciano de analizar la sonrisa triste e ironica c.::on que Simoun recibio la noticia de que iba a ser preso. cQue significaba aquella sonrisa? cY la o':ra sonrisa, mas triste y mas ironica todavia, euando SllpO que solo vendrian a las oeho de la noche? cQue significaba aquel misterio? cPor que se negaba Simoun a es('onderse? Se Ie ven'ia a la memoria la celebre oracion de San Juan <Srisostol'l1o defendiendo al eunuco Eutropio: «j Nunca fue como ahora oportuno decir: Vanidad de vanidadcs y todo vanidad!» - -I Sf, aquel Simoun tan rico, tan poderoso, tan temido una semana antes, ahora, mas desgraciado que Eutropio, buscaba asilo, y no en los altares de una iglesia, sino en la miserable casa de. un pobre c1erigo indio, perdida en el bosque, en la orilla solitaria del mar! j Vanidad de vanidades y todo vanidad! Y aqllel hombre, dentro de breves horas iba a ser preso, arrancado del lecho donde yada, sin respeto a su estado, sin consideracion a sus heridas, i vivo 0 muerto Ie rec1amaban sus enemigos! cComo salvarIe? CDonde en('ontrar los acentos conmovedores d~1 obispo de Constantinopla? cQue autoridad ten fan sus pobres palabras, las palabras dc un c1erigo indio, euya humillaci6n aquel mismo Simoun en sus dras de gloria parecf.a aplaudir y alentar? El P. Florentino no se acordaba ya de la indifercnte acogida que dos meses antes Ie habfa hecho el joyero, euand·::> quiso interesarle en favor de Isagani, preso por su exaltacion imprudente; se olvidaba de la actividad que Simoun habia desplegado para pre· cipitar las bodas de Paulita, bodas que habian sumi-


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do a Isagani en una feroz misantropla, que ponia inquieto al tio: el P. lilorentino 10 olvidaba todo y s6Io se acordaba del e~ado del enfermo, de sus deberes de huesped, y se devanaba los sesos. c: Debla esconderlo para evitar la acci6n de la justicia? Pero si el mismo interesado no se apuraba: sonrcla ... En esto pensaba el buen anciano cuando un ('riado vino a advcrtirle que el enfermo Ie deseaba hablar. Pas6 a Ia estancia inmediata, un limpio y bien yentiIado aposento, con el pavimento de anchas tablas brillantes y pulidas, amueblado sencillamente con grandes y pesados sillones, de forma antigua, sin barniz ni dibujos. Habia en un extremo una gran cama de kamag6n con sus cuatro columnas para sostencr la corona qel mosquitero y, al Iado, una mesa cubierta de botellas, hilas y vcndajes. Un rccIinatorio a los pies de un Cristo y una pcqueiia bibliotcca hacian sospechar que era el apo ento del saccrdote, ccdido a su hue ped, segun Ill, costumbre fiJipina de ceder al forastero la mejor mesa, el mejor cuarto y lu mejor cama de Ia casa. Al ver las ycnt'1nas abiertas en todo su largo para dejar entrada Jibre al :tire sano del mar y los ecos de su eterno lamento, nadie cn Filipinas diria que alii se encontraba un pacicntc, pues es costumbrc de cerrar todas las ventanas y las mas pequefias rendijas tan pronto como aJg-uno se acatarra 6 coge un dolor de cabeza insignificante. EI P. 'F1orentino mir6 hacia la cama y con gran espanto suyo vi6 que la fisonomla del enfermo habra perdido su expresi6n tranquila e ir6nica. Cn doJor oculto parec!a fruncir sus cejas, en la mirada se lela la ansiedad y sus labios se contraian en una sonrisa de dolor. I -c: Sufre usted, sefior Simoun? pregunto soJicito el sacerdote acercandose. -Algo, pero dentro de poco, i dejare de sufrir! contest6 agita!1do la cabeza. EI P . Florentino juntO las manos aterrado, creyendo comprender una terrible verdad. -c: Que ha hecho usted, Dios mio? GQue ha to-


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made usted? y tendio la mana hacia las botellas'. -I Es inutil! i no hay remedio ninguno! contesto con dolorosa sonrisa; ~ que queria usted que hiciese? antes que den las ocho ... Vivo 0 muerto ... 1 muerto sl, pero VIVO no! - j Dios mio, Dios mlo! ~ Que ha hecho usted? -I Calmese usted! Ie interrumpio el enfermo COll un gesto; 10 hecho hecho esta. No debo caer vivo en manos de nadie ... pueden arrancarme el secreto. No se apure, no pierda 1a cabeza, es inutil. .. i Escucheme! ya a venir la noche y no hay tiempo que perder ... necesito decirle mi secreto, necesito confiarle mi ultima voluntad... necesito que usted vea mi vida... En el momento supremo quiero aligerarme de un peso, quieTo explicarme una duda ... U sted que tanto cree en Dios ... j quiero que me diga si hay un Dios! -Pero un ntldoto, senor Simoun ... tengo apomortina ... teng eter, c1oroformo ... Y e1 sacerdot trataba de buscar un frasco hasta que Simoun, impaciente, grito: - j Es inutil... es inutil! i No pierda usted tiempo! i Me ire con mi secreto! El c1erigo, aturdido, se dejo caer sobre el rec1inatorio, orO a los pies del Cristo ocultando la cara en las manos y despues se levanto serio y grave como si hubiese recibido de su Dio'S toda 1a energia, toda la dig-nidad, toda la autoridad del Juez de las conciencias. Acerco un silIon a la cabecera del enfermo, y se dispuso a escuchar. A las primeras p~labras que Ie murmuro Simoun, cuando Ie dijo su yerdadero nombre, el anciano sacerdote se e<;ho para atras y Ie miro con terror. El enfermo se sonrio amargamente. Cogido de sorpresa, el hombre no fue duefio de sl mismo, pero pronto se domino y cubriendose la cara con el pafiueIo, vo1yio a inclinarse y a prestar atencion. Simoun conto su dolo rosa historia, como, trece aiios antes, de vueIta de Europa, Ileno de esperanzas y risuefias ilusiones, ,'enla para casarse con una jo-


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yen que amaba, dispuesto a hacer et bien y a perdonar a todos los que Ie habian hecho mal, con tal que Ie dejasen vivir en paz. No Cue as!. Mano misteriosa Ie arroj6 en cl torbellino de un mutin urdido por sus enemigos; nombre, fortuna, amor, porvcnir, libertad, todo 10 perdi6 y s610 se escap6 de la muerte gracias al heroismo de un amigo. Entonces jur6 "engarse. Con las riquczas de su familia, enterradas en un bosque, escap6se, se fue al extranjero y sc dcdic6 al comercio. 10m6 parte en la guerra de Cuba, ayudando ya a un partido ya a otro, pero ganando siempre. Alii conoci6 al general, cntonces coman dante, cuya voluntad se capto primero por medio de adelantos de dinero y baciendost su amigo despues gracias a cr:menes cuyo secreto el )oyero poseia. 1:.1, a fuerza de dinero Ie consigui6 el destino y una vez en Filipinas se irvio de el como de ciego instrumento y Ie impulso ~ cometer toda lase de injusticias valiendose de su nex t inguible s d de oro. La confesion Cue larga y pesada, pero durante ella el confesor no volvio dar ningun signo de espanto y pocas veces interrumpio al enfermo. Era ya de noche cuando el P. Florentino, enjugandose el sudor de su rostro, se irgui6 y se puso a meditar. Reinaba cn la habitaci6n obscuridad misteriosa que los r<JYos de Ia luna, entrando por la ventana, llenaba de luces yagas y reflejos vaporosos. En medio del silencio, la voz del sacerdote resono triste, pausada, pero consoladora: -Dios Ie perdonad a usted, seiior". Simoun, dijo; sabe que somos falibles, ha visto 10 que usted ha sufrido, y al permitir que usted b ~ lIe el castigo de sus culpas recibiendo la muerte de mono de los mismos que ha instigado, j podemos ver su infinita misericordia! El ha hecho abortar uno a uno sus planes, 10 mejor concebidos, primero con la muerte de Maria CIar"" despues por U,la imprevision, y despucs misteriosamente .. , i acatemos su voluntad y demosle gracias!

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-Segun usted, contest6 debilmente e1 enfermo, voluntad serfa que estas islas ... -c Continuasen en el estado en que gimen? conduy6 el c1erigo viendo que el otro se detenia. No 10 se, sefior; j no leo en el pensamiento del Jnescrutable! j Se que no ha abandon ado a los pueblos que en los moment~s supremos se con6aron a EI y Ie hicieron Juez de su opresi6n; se que Su brazo no ha faltado nunca cuando, pisoteada la justicia y agotado todo recurso, el oprimido coge la espada y lucha por su hogar, por su mujer, por sus hijos, por sus inalienables derachos que, como dice e1 poeta aleman, brillan inquebrantables e inc61umes alia en la altura como las mismas eternas estrellas! j No, Dios, que es la justicia, no puede abandonar Su causa, la causa de la libertad sin la cual no hay justicia posible! -2 Por qu¢ entonces me ha negado su apoyo? pregunt6 la voz del enfermo, llenfl de amarga queja. - j Porque u ted ha escogido un medio que EI no podia aprobar! espondi6 el sacerdote con voz severa: j l"a gloria de salvar a un pais no la ha de tener el que ha contribuid) a causar su ruina! j Usted ha creido que 10 que el crimen y la iniquidad han manchado y deforIl¼ldo, otro crimen y otra iniquidad podian purificar y redimir! j Error! j El odio no crea mas que monstruos; el crimen, criminales; s6lo el amor lIeva a cabo obras maravillosas, s610 la virtud puede salvar! No; si nuestro pals ha de ser alguna vez libre, no 10 sera por el vicio y el crimen, no 10 sera corrompiendo a sus hijos, engafiando a unos, comprando a otros, no; redenci6n :mpone virtud, virtud, sacrificio y sacrificio, amor! - j l3ien! acepto su explicaci6n contest6 el en fermo despues dc una pausa; me he equivocado, pero, porque me he equ ivocado, ;. ese Dios ha de negar la libcrtad a un pueblo y ha de salvar a otros muchos mas criminales que yo? i que es mi error al lado del crimen de los gobernantes? 2 Por que ese Dios ha de tener mas en cuenta mi iniquidad que los c1amores de tantos illocentes? GPor que no me ha heriqo y desiU


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pues hecho triunfar al pueblo? cPor que dejar sufrir a tantos dignos y justos y complacerse inmavil en sus torturas? -j.Los justos y los dignos deben sufrir para que sus ideas se conozcan y se extiendan! j Hay que sacudir 6 romper los vas os para derramar su perfume, hay que herir la piedra para que salte In luz! j Hay algo providencial en las persecuciones de los tiranos, senor Simoun! -Lo sabia, murmur6 el enfermo, y por eso excitaba la tirania ... - j Si, amigo mio, pelO se derramaban mas liquidos corrompidos que otra cosa! j Usted fomentaba la podredumbre social sin sembrar una idea. De esa fermentaci6,n de vicios s610 podia surgir el hastlo y si naciese algo de la noche a la manana, seria a 10 mas un hongo, pOl-que espontaneamente s610 hong-()s pueden nacer e la basura. qierto que los vicios de un gobierno Ie on fatales, Ie causan Ia muerte, pero matan tambien a Ia sociedad en cuyo sene se dcsarroIlan_ A gobierno inmoral corresponde un pueblo desmoralizado, a administracion sin conciencia ciudadanos rapaces y serviles en poblado, bandidos y ladrones en las montafias! Tal amo, tal esc1avo. Tal gobierno, tal pals_ Reina una corta pausa. -Entonces cque hacer? pregunta la \'oz del enfermo. - j Sufrir y trabajar! - j Sufrir... trabajar. .. ! repitio el enfermo con amargura; j ah! j facil es decirlo cuando no sr' sufre .. cuando eI trabajo se premia! ... Si vuestro Dios exigc al hombre tanto sacrificio, al hombre que apenas pucde con tar con el presente y duda del manana; si hubiese usted visto 10 que yo, miserables, dcsgraciados sufriendo indecibles torturas por cdmenes que 00 han cometido, asesinatos para tapar ajenas faltas 6 iocapacidades, pobres padres de familia, arrancados de su hogar para trabajar inUtilmente en carreteras que se descomponen cada manana y que parece s610


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se entretienen para, hundir a las familias en la miseria ... I ah! j sufrir ... trabajar ... es la voluntad de Dios! j Convenza usted a esos de que su asesinato es su salvacion, de que su trabajo es la prosperidad de SLl hogar! Sufrir. .. trabajar. .. ~ Que Dios es ese? - Un Dios justlsimo, sefior Simoun, contesto el sacerdote; un Dios que castiga nuestra falta de fe, nuestros vicios, el poco aprecio que hacemos de la dignidad, de las virtudes civicas ... Toleramos y nos hacemos complices del vicio, a Veces 10 aplaudimos, justo es, justisimo que suframos 's us consecuencias y las sufran tambien nuestros hijos. Es el Dios de libC'rtad, senor Simoun, que nos obliga a amarla haciendo que nos sea pesado e1 yugo; un Dios de misericordia, de equidad, que al par que nos castiga nos mejora, y solo concede el bienestar al que se 10 ha merecido por ~us esfuerzos: la escuela del sufrimien,t o templa, la arena del combate vigoriza las almas. Yo no qlliero decir que nuestra libertad se conquiste a filo de espada, la espada entra por muy poco ya en los destinos modernos, pero, sI, la hemos de conquistar mereciendola, elevando la razon y la dignidad del individuo, amando 10 justo, 10 bueno, 10 grande hasta morir por el, y cuando un pueblo lIega a esa altura, Dios suministra el arma, y caen los Idolos, caen los tiranos como castillo de naipes, y j brill a la libertad con Ja primera aurora! Nuestro mal 10 debemos a nosotros mismos, no echemos la culpa a nadie. Si Espafia nos viese menos complacientes CDn la tiranla, y mas displlestos a luchar y sufrir por nuestros derechos, Espana serla la primera en darn os Ia libertad, porque cuando el fruto de la concepcion lIega a su madurez j desgraciada la .madre que 10 quiere ahogar路! En tanto, mientras el pueblo filipino no tenga suficiente ellergla para proc1amar, alta Ia frente y desnudo el pecho, su derecho a Ia vida social y garantirl0 con su sacrificio, con su sangre misma; mientras veamos a nuestros paisanos, en la vida privada sentir vergilenzas dentro de sf, oir rugiendo la YOZ de la conciencia que se rebel a y protesta, y en la


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vida publica callarse, hacer coro at que abusa para burlarse del abusado; mientras los "eamos enc-errarse en su egoismo y ala bar con forzada sonrisa los actos mas inicuos, mendigando con los ojos una parte del botln, ~ a que darles libertad? j Can Espana y sin Espana serian siempre los mismos, y acaso, ncaso peores! ~ A que la independencia si los esclavos de hoy seran los tiranos de manana? j Y 10 ~edn sin duda porque ama la tirania quien se somete a ella! Senor Simoun, mientras nuestro pueblo no este preparado, mientras vdya a la lucha engai'iado 0 empujado, sin clara conciencia de 10 que ha de haccr, [racasaran las m,i5 sabias tentativas y m<.ls \'ale que [racasen, porque ~ a que entregar al novio la esposa si no la ama bastante, si no esta dispuesto a morir por ella? EI P. Florentmo sir.tio que el enfermo Ie cogla la mano y se 1a cstreehaba; calM entonces csperando que hablase, p [0 solo sintio dos apretones mas, oyo un suspiro y larigo sileneio reino en la estancia. Solo el mar, cuyas olas se hablan enerespado con la brisa de la noche como si despertasen del calor del dia, enviaba sus ron cos bramidos, su canto inmortal al estrellarse contra las enhiestas rocas. La luna, ya sin la rivalidad del sol, triunfaba tranquila en el cie10, y los arboles del bosque inclinandose unos a otros, se con fiaban sus seculares levendas en misteriosos murmullos, que transportaba 'en sus alas el viento. Viendo que el enfermo nada decla, el p, FIorentino como absorto en un pensamiento, murmuro: -~ Donde esta la juyentul que ha de consagrar sus rosadas horas, sus ilusiones y entusiasmo al bien de su patria? ~ Donde esta la que ha de \'erter generosa su sangre para lavar tantas verguenzas, tantos crimenes, tanta abominacion? j Pura y sin mancha ha de ser la vlctima para que el- holocausto sea aceptable!. .. ~ Donde estais, jovenes, que habcis de encarnar en vosotros el vigor de la vida que ha huldo de nuestras "enas, Ia pureza de las ideas que ~e ha manchado en nuestros cerebros y el fuei'o


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del cntusiasmo que se ha apagado en nuestros corazones? .. j os esperamos, oh jovenes, venid que os esperamos! Y como silltiese SllS ojos humedecerse, aparto su mano de la del enferrr:o, se Ievanto y se acerco a la ventana para contemplar Ia vasta superficie del mar. Sadronle de 5U meditacion unos golpecitos discretos dados en Ia puerta. Era eI criado que preguntaba si debia encender la luz. Cu;}ndo el sacerdote se acerco al enfermo y Ie vio, a Ia luz de la J:unpara, inmo\'iJ, los ojos cerrados, la mane que habia estrechado la suya, abierta y extendida al borde de 1a cama, creyo un momento que dormla: pero ubservando que no respiraba, tocole suaYemente y entollees se apercibio de que estaba muerto: comenzaba J. enfriarse. Arrodillose entonces y oro. Cuando se I('vanto y contemplo el cadaver, en cuyo semblanle se Iu'a la tristeza mas profunda, el pesar de toda una "id inLltil que se llevaba mas alIa de la muerte, el anciano se estremecio y murmuro: - j Dios teGga piedad de los que han torcido el cam.ino! Y mientras los criados, lIamados por el, se arrodillaban y rezaban por el muerto, curiosos y distraidos mirando hacia la cama y repitiendo l'equiems y mas requiems, el P. Florentino saco de un路 armaria la celebre. maIeta de acero que contenIa la fabulosa fortuna de Simoun. Vacilo unos instantes, mas, pronto, tomando una determinacion, descendio con ella las escaleras, se fue a la roca don de Isagani solia sentarse para escudriiiar el fondo del mar. EI P. Florentino miro a sus pies . AlIa abajo se veian las ob~curas olas del Pacifico batir las concavidades de la fOca, produciendo sonoros truenos, al rnismo tiempo que heridas por un rayo de luna, olas y espumas brillaban como chispas de fuego, como punados de brillan tes que arrojase al aire alO"un genio del abismo. Miro en derredor suyo. Estaba solo. La solitaria costa se perdia a 10 lejos en va~a nebE-


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na, que la lun? desvanecia hasta confundirla con ('I horizonte. El bosque murmuraba voces 'injnteligjble~. El anciano en~onces, con el esfuerzo de sus hcrculco'i brazos, lanzo la maleta al espacio arrojandola al mar. Giro varias veces sobre si misma, y dcsccudi6 ni pidamente trazando una pequena curva, rcflejando so bre su pulimentada superficie algunos pulidos rayos. EI anciano vio sal tar gotas, oyo un ruido quebrado y el abismo se cerro tragandose cl tesoro. Espero algunos instantes para ver si el abismo devolveria algo, pero la ola volvio a cerrarse tan misteriosa como antes, sin aumentar en un pliegue mas su rizada 5uperficie, como si en la inmensidad del mar solo hubiese caido un pequeno pedrusco. - j Que la naturaleza te guarde en los profundos abismos, entre los corales y perlas de sus eternos mares! dijo entonces el cJerigo extendiendo solemncmente la man . Cuando para un fin santo y sublime los hombres te ecesiten, Dio sabra sacarte del seno de las olas .. . j Mientras tant , alii no hads el mal, no torceras el derecho, no fomentaras avaricias!. ..

FIN

DE

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Rare 8774 EI Filibusterismo : continuaclon de Noll Me Tangere : novela Filipina I p~r J. Rizal


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