Contra el apagón: Voces de Gaza durante la guerra en curso. (DIGITAL)

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Contra el apagón: Voces

de Gaza

durante la guerra en curso

Selección y traducción por Shadi Rohana

Contra el apagón:

Voces de Gaza durante la guerra en curso

© Prólogo y traducción por Shadi Rohana, 2024

© Colección Playa Sucia, 2024

La reproducción total o parcial de este libro no autorizada por sus autores viola derechos reservados. Cualquier uso debe ser previamente solicitado.

Publicado sin ánimo de lucro en solidaridad con el pueblo palestino con motivo del XIII Festival Internacional de Poesía en Puerto Rico.

Colección Playa Sucia

Guaynabo, Puerto Rico

festintpoesiapr@gmail.com

Diagramación por Ashley Pérez García

Diseño de portada por Yamil Maldonado Pérez

prólogo

Para el pueblo palestino, todo no comenzó el 7 de octubre de 2023. Tampoco para los israelíes.

“Un pueblo sin tierra para una tierra sin pueblo”, decían en lenguas europeas desde mediados del siglo XIX. Pero no es que en aquella tierra, hoy llamada Palestina, no hubiera gente. Siempre hubo personas labrando, cosechando el trigo, almacenando el aceite y las aceitunas para el invierno, rezando a sus dioses—varios o el Único—, contando cuentos, celebrando bodas y, en épocas más recientes, construyendo una modernidad a su manera. Lo que no hubo para aquellos ojos que enunciaron aquella frase fue un pueblo, un colectivo con historia, que buscaba ser libre e independiente en su propio territorio.

O tal vez sí se dieron cuenta—y lo más probable es que sí se dieron cuenta, pues ignorar la existencia del pueblo palestino es imposible—, lo que fue un motivo para preocuparse.

Tanta ha sido la preocupación, que hubo que volver al pueblo palestino un pueblo intraducible.

No fue la primera vez que esta necesidad colonial surgiera. El historiador francés Fernand Braudel, en su libro sobre el Mediterráneo en el siglo XVI, trae las palabras del licenciado Hurtado, el encargado de hacer averiguaciones en la Alpujarra de Granada en 1561. Cuenta Hurtado que para “excusar

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su inexcusable conducta”, las autoridades católicas, así como elementos de la población española—todos recién instalados en Granada tras su conquista en 1492—repetían “a todas horas que los moriscos son gente peligrosa, que acaparan los víveres, la harina, el trigo y las armas, con la intención de levantarse un buen día”. ¿En qué consistió esta conducta de los nuevos funcionarios y eclesiásticos, de aquellos fanáticos? Dice Hurtado que los nuevos colonos españoles, nuevos dueños de Granada y toda la zona, se dedicaron a malversaciones, a delitos, a tropelías y al despojo de las tierras de la población autóctona morisca, es decir, aquella población musulmana recién conquistada por los Reyes Católicos, convertida al cristianismo en 1501. Los moriscos de la Alpujarra de Granada terminaron rebelándose, sí, como se esperaba. Pero, dice Hurtado, fueron los invasores quienes “los empujan a la desesperación, con su arrogancia, sus latrocinios y la insolencia con que se apoderan de sus mujeres”.1 El destino de los moriscos es bien sabido: Después de la guerra sangrienta de la Alpujarra, como medida de un castigo colectivo, las autoridades españolas desplazaron a los moriscos de Granada primero a Castilla, y luego fuera de la Península junto con todos los moriscos que se quedaron en España.

“Nazis”, “amalequitas”, “animales humanos”, “bárbaros” y por supuesto “terroristas”, son algunas de las palabras que han sido empleadas a todas horas por parte de las autoridades políticas y religiosas israelíes, así como segmentos fanáticos del ejército y la población, para nombrar a los palestinos

1 Fernand Braudel (1953). El Mediterráneo y el mundo mediterráneo en la época de Felipe II, vol. II, (Mario Monteforte Toledo, Wenceslao Roces y Vicente Simón, Trans.), Fondo de Cultura Económica. 174-194

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desde mucho antes que el 7 de octubre del 2023. Pero ahora, la dicotomía entre la civilización y la barbarie, que tanto conocemos en América Latina y el Caribe busca imponerse en todos los estratos discursivos del mundo a través de los apagones totales con los que el Estado de Israel está azotando la Franja de Gaza desde el inicio de la guerra. Sin internet, sin teléfono y sin red celular, el Estado de Israel, que junto con sus colaboradores de la región, tiene a la población de la Franja de Gaza bloqueada por tierra, mar y aire desde 2007, busca volver a los gazatíes intraducibles para el resto del mundo, e incluso para los gazatíes mismos.

¿Quiénes son los gazatíes? Son aquellos habitantes de la Franja de Gaza que hoy viven un genocidio: un enclave, un planeta, al que fueron arrojados los palestinos de las aldeas y ciudades del centro y sur de Palestina durante la Nakba entre 1947 y 1949. Esos refugiados, cuyo retorno a sus tierras y casas ha sido prometido por organizaciones y mecanismos internacionales una y otra vez, hoy constituyen, junto con sus descendientes, la gran mayoría de los gazatíes.

No sabemos aún el destino de Palestina y su pueblo.

Los fragmentos aquí reunidos fueron escritos por algunos de ellos durante la guerra en curso y subidos a la red por sus autores al terminarlos o, en caso de un apagón, a la aparición de alguna señal.

Shadi Rohana

Ciudad de México, febrero 2024

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Hiba abu Nada (1991-2023)

Fue poeta, cuentista y novelista. Nació el 24 de junio del 1991 en una familia de refugiados originarios de la aldea de Bayt Yirya, arrasada por las tropas israelíes durante la Nakba de 1948. Publicó su primera novela, El oxígeno no es para los muertos, en los Emiratos Árabes en 2017. Murió durante un bombardeo israelí, junto a su familia, el 20 de octubre del 2023 en su casa en la ciudad de Jan Yunis, en el sur de la Franja.

Los textos provienen de su página en Facebook.

7 de octubre de 2023, 6:54 de la mañana

Me preparaba para dormir, pensando en mis quehaceres más corrientes (el examen que tenía en la universidad, la prenda de vestir que había visto y me quería comprar, y la postulación a un nuevo trabajo que me mantenía preocupada), cuando, de repente, el sonido del despertador cambió y se cancelaron todos los exámenes y la pólvora emanaba por todos lados y nuestra isla se transformó en rojo. Encendí la radio y abrí el Telegram. En mi cabeza comencé a reprogramar todos mis planes. Fue el instante que ya conocemos en Gaza, en el que todo cambia.

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9 de octubre de 2023, 12:34 de la tarde

—Cada docena de cohetes, ¿de dónde los están lanzando?

—De nuestros corazones. Cada docena nace de la rabia de algún gazatí.

10 de octubre de 2023, 8:56 de la noche

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Con mis obligatorias oraciones y con mi plegaria, la del Buen Consejo, te protejo.

Cuando del general sale la orden, y antes de que esta se convierta en algara, erijo una fortaleza inmediata para cada minarete, para cada barrio.

Te protejo, te prometo, con la sonrisa de algún chiquillo capaz de cambiar la ruta del cohete antes de que se estrelle.

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Mientras los pequeños duermen como duermen los polluelos abrazados en el nido, te protejo. No caminan ellos hacia el sueño; es la muerte quien los conduce de noche hacia su morada.

Las lágrimas de sus madres palomas, aparecerán mañana y detrás de cada tumba volarán.

Protejo al padre de los pequeños, quien tras cada bombardeo se dedica a reforzar la torre que se inclina; quien dice a la visita de la muerte “ten piedad de mí, espera, ven tarde, un poco más tarde”.

“Ellos me enseñaron a amar mi vida. Concédeles una muerte bella, tan bella como solo ellos son”.

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Te protejo de una herida, de nuestra muerte certera desde que fuimos tragados, asediados, por una ballena.

En el norte, a cada bombardeo, nuestras calles rezan el rosario y oran por las mezquitas y por nuestras casas.

Y en el sur de la Franja otras calles responden, por temor a Dios, obedecen, y lanzan su llamado.

Yo seré quien te proteja. Siete aleyas me envuelven, a la herida y al sufrimiento apartan.

Al fósforo blanco lo teñiré de naranja, para que puedas percibir su sabor; y en el humo esparciré los colores de las nubes para que puedas contemplarlo.

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Te protejo, te lo prometo. Has de saber que dos muertos y amantes, cuando se asiente el polvo, han de sonreír.

¡Que Dios te proteja, Gaza, de la llegada de la noche!

15 de octubre de 2023, 8:47 de la noche

Nosotros, ahí arriba, estamos construyendo una ciudad nueva donde los médicos no tienen pacientes ni detienen la sangre; donde los maestros no sufren del hacinamiento ni gritan a sus alumnos. Hay familias sin dolor y sin tristeza, y periodistas que trasmiten el paraíso. Hay poetas que escriben sobre el amor eterno. Todos son de Gaza. Todos. En el paraíso se está formando la Nueva Gaza, que existe sin ningún bloqueo.

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Nur al-diN Hayyay (1996-2023)

Fue dramaturgo, novelista y profesor escolar. Nació el 31 de enero del 1996. Obtuvo una licenciatura en matemáticas de la Universidad de Al-Azhar en Gaza. Publicó dos novelas: Un extraño y una extraña (Egipto, 2018) y Alas que no vuelan (Jordania, 2021). Perdió la vida a causa de un bombardeo israelí en su departamento del barrio de Al-Shuya’iyya, en el oriente de la ciudad de Gaza, el 3 de diciembre de 2023.

Los textos provienen de su página en Twitter (@noorhajaj40).

29 de octubre de 2023, 4:22 de la tarde

Me llamo Nur al-Din Hayyay. Soy escritor palestino. Tengo 27 años y muchos sueños. No soy un número y me opongo a que anuncien mi muerte en una noticia pasajera, sin mención de cuánto amé la vida, la felicidad, la libertad, la risa de los niños, el mar, el café, la escritura, Feiruz y todo lo alegre. Uno de mis sueños es que mis libros y escritos viajen por el mundo; a mi pluma le crezcan alas para no ser detenida por pasaportes sin sellos o por una visa negada. Otro sueño: tener una familia pequeña, un hijo que se parezca a mí para arrullar y contarle un cuento antes de dormir. Mi sueño más grande: que en mi país vivamos en paz, que las risas de los niños nos

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alumbren antes que el sol, que en cada lugar donde cayó una bomba plantemos una rosa, que sobre cada pared derrumbada pintemos la libertad y que la guerra nos deje en paz para que podamos vivir nuestra vida por la última y sola vez.

2 de noviembre de 2023, 7:34 de la tarde

Salí a dar un paseo por la ciudad, o por lo que queda de ella. Vi cómo todos los colores se reducen a uno. ¿Cómo pudiera el gris tener una presencia tan dominante sobre todos los colores que conocemos si no fuera porque lo han saturado toneladas de explosivos? Caminé sobre los escombros como si fueran un campo de minas, evitando pisar memorias dibujadas por los niños. Toqué los cables de luz cortados: no son más que horcas, testigos de la destrucción. Vi montañas de cadáveres llevados en un carro hacia el único y último lugar seguro sobre la tierra. Ya no hay cortejo fúnebre que lleve a los mártires sobre los hombros hacia su última morada. Solo los acompañan sus familiares, mártires como ellos.

7 de noviembre de 2023, 3:35 de la tarde

Gaza ahora es como Ensayo sobre la ceguera de Saramago. Existe una leve diferencia; no es la ceguera, sino la enfermedad llamada ocupación la que se extiende por todas partes. Pero las similitudes son enormes: hambrunas, enfermedades, condiciones insalubres, desastres, escasez de productos,

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miedo, destrucción.

Lo que habíamos imaginado, ya es realidad.

Con todo este mal, todos esperamos algo peor.

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Maryam fue asesinada el 18 de octubre de 2023. Según una de sus amigas, anhelaba la libertad y el viaje. Este fragmento fue publicado en la página de Facebook del Instituto de Estudios de la Mujer de la Universidad de Birzeit el 20 de diciembre del 2023, y luego en el dossier Un saludo a Gaza, publicado en el No. 137 de la revista Estudios Palestinos del Instituto de Estudios Palestinos (invierno del 2024).

las mujeres en mi país trenzan sus historias hacia la tele

El periodista se pone a robar el rubor de sus mejillas y el silbido de sus voces

Dice: “Aquí les traigo un caramelo. ¿Quién quiere un chicle?”

Nuestras historias son caramelos masticados por la gente escupidos sobre las banquetas y los callejones

una historia antes de dormir

(agosto 2023)

MaryaM Hiyazi (1995—2023)
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Poeta, novelista y corrector de estilo de la ciudad de Gaza. Publicó dos poemarios—La muerte tiene olor a vidrio (El Cairo, 2015) y El barbero fiel a sus clientes muertos (Beirut, 2022)—además de una novela—El cincel de Ram (Ramala, 2020). Obtuvo el premio Mahmud

Darwish de Poesía en Prosa en 2015. Durante la guerra, ha sido desplazado a la ciudad de Rafah al sur de la Franja de Gaza, desde donde sigue escribiendo.

Los fragmentos provienen de su página en Facebook.

11 de octubre de 2023, 6:03 de la mañana

A Gaza no le preocupa su imagen o sus rasgos, sino su núcleo amasado con cenizas. Esta mancha de tierra, regada por el mar, tiene un sabor a sal, pero delicioso, un sabor punzante que te hace perder la capacidad de hablar. El estilo de Gaza es inexplicable: no puede ser retratado ni eliminado. De ahí la incapacidad del enemigo: este espacio diminuto lo traga, como el gato traga su miedo. Gaza es el peor lugar del mundo para tomar una foto, pero es el más bello para la nostalgia y la memoria. Gaza no llora, sino flota sobre sus lágrimas. Gaza no grita: da señales de vida mediante explosiones majestuosas. Gaza, moldeada con el barro maleable de Dios,

HusaM Ma’ruf (1981—)
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no permite la inmovilidad, ni la vida sin sacrificios. El que vive en Gaza sabe que Gaza es un hijo al que hay que cuidar, y que, si sale de ella, se volverá infértil.

19 de octubre de 2023, 11:00 de la mañana

Esta guerra que no para de devorarnos, con la que la [civilización prueba su dominación, es pesada.

Marcha sobre los hormigueros y los aplasta. Allana el [camino para los tiranos.

Nosotros, querido amigo, somos las hormigas. Somos la [dispersión.

Incapaces de sobrevivir, incapaces de extinguirnos. Solo capaces de abrir nuestras bocas para recibir los misiles.

Somos los primitivos, venimos de la tierra de la pólvora. No sabemos cómo sale el sol, ni cómo se pone la guerra.

Cambiamos nuestras voces por gritos. Solo así nos [aseguramos de que estamos vivos. Somos números pálidos, sin necesidad de eliminación o [verificación.

Dejen de escribir sobre nuestras espaldas aquella leyenda, [que somos los próximos en morir.

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Que caiga el telón, envuelvan a Gaza con la mortaja grande. Sigan con sus vidas baratas, tranquilos.

22 de octubre de 2023, 6:00 de la mañana
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utHMaN

Poeta nacido en la ciudad de Rafah, en el sur de la Franja de Gaza. Fundó la Asociación Ashtar para la Cultura y las Artes y dirigió su revista literaria. Entre sus poemarios se encuentran Rafah: Abecedario, distancia y memoria (junto con Jalid Yum’a; 1992) y El guardia de la víctima (2023).

Los fragmentos provienen de su página en Facebook.

21 de octubre de 2023, 1:41 de la tarde

La guerra estaba sentada en su silla. Se puso de pie, tímida, durante sus primeros días. Ocultó su rostro y sus jadeos.

Al primero de los muertos lo bautizó con un nombre y un número. Tal vez hizo una mención, con júbilo, del color del zapato que calzó.

Qué suertudo, el primogénito aquél, hasta el título de mártir ganó.

Pero ahora somos números irreconciliables, sin nombres y sin historias.

La guerra se ha levantado como un maldito conjuro.

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Nunca había estado dormida, como había proclamado.

22 de diciembre de 2023, 2:41 de la tarde

Durante 60 años, solo me había ido de Rafah pocas veces, por unos años, de forma esporádica. La conozco en su tumulto y en su tranquilidad. La caminaba a hurtadillas, según la exigencia del momento. Pero hoy en día visito la ciudad de vez en cuando, pues soy un desplazado fuera de ella. Me dirijo a sus entrañas como si no la conociera. Paseo por sus dos calles principales y por algunas de sus calles secundarias. Esas calles, a pesar de su modestia, albergan alrededor de dos millones de personas que han sido desplazadas de los campos de refugiados y las ciudades que conforman el planeta Gaza. Esta cantidad enorme de perdidos, distribuidos en dos calles principales y algunas calles secundarias, comienza desde las primeras horas de la mañana a avanzar hacia sí misma, llenando tres cruces: Al-Awda, Al-Sharqui y Al-Nayama. Su número crece según avanza el día, y llega el momento en que solo te puedes mover alrededor de tu eje. En las esquinas de los cruces de la ciudad se paran los vendedores con sus pocos productos de latas típicas para momentos de desastres naturales y guerras. Rafah abraza a los desplazados, y sus brazos no paran de extenderse.

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24 de octubre de 2023, 9:59 de la noche

Con rabia se asoma el cielo. Barre las nubes perezosas y arrebata la supervivencia grácil del ojo del horizonte.

Vi una noche radiante que miraba, fijamente, al sol que esperaba a lo lejos, a la muerte confundida por sus víctimas, y a la gloria vaciada de su aceite.

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Jalid yuM’a (1965—)

Poeta y cuentista nacido en Rafah, al sur de la Franja de Gaza. Su familia es originaria de la aldea de Hatta, arrasada por las fuerzas israelíes en julio de 1948. Actualmente vive en la ciudad de Ramalla en Cisjordania.

Los fragmentos provienen de su página en Facebook.

29 de diciembre de 2023, 11:41 de la mañana

Hace 140 siglos que estamos soñando. Siempre quisimos ser un pueblo que pintara amapolas en la orilla del campo; un pueblo normal que errara y acertara, construyera y destruyera, cuya gente discutiera entre sí sobre cómo hay que casarse y qué es lo que dictan los cuentos populares.

Hace 140 siglos que quisimos, pero el tiempo también quiso. Alzamos nuestras ciudades sin puertas. Nuestras plazas abrigaron a los extranjeros del frío y de la cruel soledad. Les enseñamos nuestra lengua y con ellos hemos compartido sus costumbres, tanto tristes como alegres, para integrarlos a la textura de la noche. Pero ellos robaron nuestro fuego e hicieron una boda en la orilla del campo; robaron nuestra melodía y dijeron: Esa noche es nuestra; esas mañanas e historias nunca fueron de ustedes”.

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Hace 140 siglos que estamos bordando, puntada a puntada, los patrones que forman nuestra nación: una gacela al lado de un olivo; una espina que abraza la montaña; un pájaro que observa las historias desde su antiguo nido. Mientras cultivábamos nuestro trigo y dejábamos la mitad para las criaturas de alas salvajes creadas por Dios, nadie nos compartía su pasión por la búsqueda interna y externa de la divinidad. Incluso los paganos habían dejado sus estatuas a las puertas de nuestros templos, y luego entraron para rezarle al Dios que nos dio la flor y el trigo.

Hace 140 siglos que domesticamos las piedras para que pronunciaran nuestro nombre, para que nos amaran. Las hemos pulido y nos han pulido. Todos bailaron al ritmo de esas piedras: los habirus, cananeos, perizitas, hititas, hurritas, moabitas, amalequitas, jebuseos, filisteos, arameos, madianitas, guirgashitas, refaítas, fenicios, aqueménidas, idomas, itureos. Bailaron hasta agotar la historia que jadeaba detrás de sus pasos y luego se sentó a descansar.

Hace 140 siglos que esculpimos nuestras almas para proteger a la gacela y dar de comer al gorrión; para que el árbol cante y las nubes tengan dónde descender a los huertos.

Nosotros, los abajo firmantes, todavía guardamos cada letra pronunciada por la arena de este gran universo. Los ciclones van y vienen, van y vienen las calamidades, pero nosotros permanecemos, y así nuestras casas: calidez, aceite de olivo, historias mujeriles, sudores varoniles, balidos ovejunos, pa-

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trones de bordado, llantos por la leche y el arrullo, alheñas nupciales en las manos; todo lo que resiste ser arrastrado de su ciclo histórico, de su belleza eterna y de su color irrepetible de arena y montaña.

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MaNal Miqdad

Poeta e ingeniera. Madre de Rita, Rasel y Aaser.

Los dos fragmentos provienen de la página de Manar en Facebook. Mientras el primero fue escrito el 4 de noviembre del 2023, el segundo fragmento fue recogido y traducido durante la ofensiva israelí contra Gaza en junio-julio del 2014.

4 de noviembre del 2023, 8:56 de la noche

En esta hora oscura, dentro del vientre de una guerra, el tiempo pasa y no pasa. No encuentro, por delante, ningún cuento para contarles a mis hijos.

Y en honor de separar el pasado del porvenir, tampoco detrás lo encuentro. “Érase una vez” ya es un cementerio. Pero debo contarles algún cuento, y lo empiezo con “Será, una vez, será…”.

Algo de suerte, capaz de mecer sus camas y su sueño un poco lejos de la fusión entre el mito y la fábula.

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Una ficción compuesta de espejismos, una ficción mentirosa.

Es lo más honesto que puedo, si la guerra nos sigue vomitando, rehusando digerirnos. Uno más uno es cinco y fueron cinco los que almacenaron aceitunas, aceite y zaatar a la espera del invierno.

Y cada vez que me interrumpen, “Será, una vez, será…”.

junio-julio de 2014

No es lo que están imaginando. Pues lo que vivimos no tiene nada que ver con sentimientos vanos como coraje, orgullo, dignidad. Aquella noche fue la más dura, pero esa vez no lloré.

En la mañana, después del primer bombardeo de los aviones sionistas, agarré mis fuerzas y comencé a juntar mis cosas: documentos oficiales, mi título universitario y escolar, constancias, regalos, lo que quedó de las cartas que me escribió mi tío (quien sigue preso en una cárcel israelí), mi celular, mi laptop…

Pero me quedé mirando mi segunda biblioteca, pues la primera la perdí en la guerra pasada. ¿Qué hago con los libros?

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Son pesados, y sería difícil cargarlos si me tocara correr. Entonces decidí quedarme con aquellos que llevan una dedicatoria de su autor.

De pronto sentí rabia por mí misma; esos dolores que causan escozor y te pueden matar. Yo, pensando en mis cosas… Pero ¿y si la muerte me alcanza más rápido de lo que yo alcanzo mis cosas? La muerte me agarrará por sorpresa, sin avisar, y yo iré con ella sin memoria, ni papeles, ni libros, ni queridos, ni amigos, ni regalos, ni sueños… Me iré sola y ligera.

Posdata a mis amigos que tienen libros prestados míos: si me muero, quédense con ellos. Son suyos.

Posdata a mi primo: Si no le pasa nada a mi biblioteca, es tuya.

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MaHMud OMar

Periodista y bloguero nacido en el campo de refugiados de Yabalia, al norte de la ciudad de Gaza. Publicó su primera novela, Cinema Gaza, en Haifa, Palestina, en 2015.

El fragmento siguiente apareció en su blog Biografía de un refugiado en marzo del 2014, y su traducción al español se publicó en el libro bilingüe árabe-español Desde la blogósfera: textos desde México y Palestina, editado por Benjamín García y Shadi Rohana y publicado en Ciudad de México en 2015.

hoja suelta de gaza 2054

¿Sabes? Todo ha cambiado. Nosotros también, y nuestros problemas ya no tienen mucho que ver con cuestiones de poder y políticas de sometimiento. Nuestros problemas hoy son de esos que requieren una luz tenue, un psicólogo y un sofá cómodo.

¿Sería porque ya hemos llegado a los 63? Fue la edad de nuestro Profeta cuando murió, ¿cierto? ¿Te acuerdas de cómo nos explicaron en las clases de educación religiosa que los discípulos del profeta, en sus últimos días, le derramaban agua sobre la frente y el agua se esfumó? Qué imagen, ¿no? Las

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calles de nuestra ciudad, históricamente hablando (ya nadie usa la palabra “históricamente” en nuestros días), ¿no son una extensión de la frente del Profeta sobrecalentado? ¿Cuántos cohetes derramaban sobre ella y se esfumaron? ¿Te acuerdas?

Hace unos días estuve con nuestro amigo en común, Hasán, en su coche (Hasán, al que le gustaba masturbarse mirando una foto de Tzipi Livni, la ministra israelí de aquel entonces, ¿te acuerdas de él?). Íbamos por la calle del Arísh a comer pescado. “¿Extrañas el sonido de los bombardeos?”, me preguntó. “Desafortunadamente, sí”, le contesté. Me consuela, tal vez, el hecho de que la juventud de hoy no es como nosotros, pues se ocupan de cosas normales: la aprobación del matrimonio gay, un concierto de un grupo de música cuyo nombre no puedo pronunciar, festivales, exhibiciones y este tipo de cosas. ¿Qué puedo hacer? Los observo cuando entran en manada al bar. Escucho el ajetreo de sus discusiones y me doy cuenta de la diferencia cualitativa entre nosotros. Escucha esto: un día casi rompieron la mesa del bar mientras discutían el desempeño de la nueva ministra del interior. ¡Locos!

Todo ha cambiado, amigo, salvo el sonido del mar. Te escribo mientras el sonido del mar me llega desde la ventana del bar: cariñoso, tejido como una alfombra. Te escribo una frase, y luego miro hacia el mar. Me pierdo, pero agarro mi memoria y la aprieto tal como hacía mi abuela con el trapo cuando limpiaba el suelo. Intento reconstruir las imágenes que ya no están. Evoco, por ejemplo, aquella mañana hace cinco décadas, cuando viniste con mis primos para nadar a las cinco de

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la mañana. El mar se extendió delante de nosotros como un espejo. El agua era pura, y así también éramos nosotros. Había otras personas en la playa. Un grupo de los cuadros de Hamás. ¿Te acuerdas de Hamás?

Mira: no quiero ser dramático, pero uno no sabe cuándo se apaga la luz dentro de él y el cuerpo decide que ya es tiempo para el descanso eterno. Nunca te he hecho promesas vanas. Sí, todo cambió y nos hemos convertido —tú y yo y todos— en monumentos móviles en un país que volvió a la vida normal y que ahora toma su tiempo en peinarse e ir al cine los fines de semana. Pero te juro, te juro en nombre de nuestro amor, por la knafe nablisina y el misil superficie-aire, que el mar no cambió.

Esa inmensidad de azul sigue igual. El mar se acuerda de los mártires, de su nombre y de su imagen. El mar sabe cómo hemos llorado, cómo nos fuimos, cuántas canciones cantábamos y las relaciones de amor que fueron terminadas por cuestiones geopolíticas y de lucha. Hablando de amores, ¿cómo vas con esto, cabrón? Ven y cuéntame de tus aventuras. Ven para sentarnos en la orilla de nuestro mar que no ha cambiado. Reserva el vuelo más próximo y ven. Yo te invito la cerveza más bella.

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taHa MuHaMMad ali (1931—2011)

Nació en la aldea de Saffurriyya en Galilea, arrasada por el ejército israelí en 1948. Vivió el resto de su vida como refugiado en la ciudad de Nazaret, donde mantuvo una tienda pequeña de souvenirs y artículos religiosos al lado de la iglesia de la Anunciación. venganza

A veces quisiera encontrarme en un duelo con aquel hombre que asesinó a mi padre y arrasó su casa y a mí me forzó a vagar por una tierra estrecha. Si me matara él, entonces yo al fin descansaría. Pero si lo matara yo, entonces habría obtenido mi venganza.

Mas luego pienso:

¿Qué haría yo si descubriera, a la hora de enfrentarlo, que hay una madre que lo espera o un padre que lleva la palma de su mano derecha

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al lado izquierdo de su pecho —al corazón— cada vez que su hijo tarda un cuarto de hora en volver a casa?

Entonces, aunque pudiera matarlo, lo dejaría vivir.

Y luego pienso:

Tampoco querría matarlo si en ese momento descubriera que tiene hermanos y hermanas que lo aman infinitamente y que lo extrañan; esposa e hijos que lo reciben de vuelta a casa, que se alegran si les trae regalos, que no soportan su ausencia; amigos y conocidos, vecinos, parientes, compañeros de cárcel, de hospital o de escuela, que preguntan siempre por él y siempre le mandan saludos.

Pero si me entero de que vive solo

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como la rama caída de un árbol, sin padre ni madre, sin hermanos ni hermanas, sin esposa, hijos, amigos, parientes, vecinos, sin conocidos ni compañeros de cárcel, de hospital o de escuela, entonces no agregaría a su triste soledad la agonía de la muerte ni el cruel desvanecimiento.

Será suficiente

mostrar indiferencia.

Y si me topo con él en la calle simplemente lo ignoro pues estoy convencido de que esto es, en sí, una venganza.

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Heba zagOut (1984-2023) la paz de gaza, 2021 Acrílico sobre lienzo

Heba zagOut (1984-2023)

Fue artista visual, diseñadora gráfica y educadora. Nació el 18 de febrero de 1984 en el campo de refugiados Al-Bureiy en el centro de la Franja de Gaza. Su familia es originaria de la aldea de Isdud, arrasada por el Estado de Israel en octubre de 1948. Obtuvo su licenciatura en bellas artes de la Universidad de Al-Aqsa en 2007, y fue maestra de artes en la escuela primaria Zainab al-Rayyis. Fue asesinada por un bombardeo aéreo israelí el 13 de octubre del 2023, junto con sus dos hijos Adam y Mahmud.

El texto proviene de su página en Facebook, y el arte de su página en Instagram (@zagoutheba).

4 de mayo de 2023

Desde que nací, llevo la palabra refugiada a cuestas. Nunca vi la aldea de la que vengo, Isdud. Fue mi tía, Alyaa, la que nos juntaba y nos contaba sobre la tierra de mi abuelo, los naranjales y las temporadas de cosecha. Nos contaba sobre una casa llena de amor y vida. Mientras nos contaba sobre los días en los que vivió en nuestro país, vi el anhelo en sus ojos, vi la esperanza de nuestro pronto retorno.

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Fuentes que ayudaron a localizar algunos de los textos originales en árabe

Historias de Gaza (gazastory.com)

Pasajes a través del genocidio (gazapassages.com)

Segundo reporte preliminar sobre el daño en el sector cultural, 7 de octubre a 6 de diciembre, 2003, preparado por el Ministerio de Cultura de la Autoridad Palestina en Gaza

Un saludo a Gaza, Estudios palestinos (n.137, invierno 2024, Instituto de Estudios Palestinos)

Desde la blogósfera: textos desde México y Palestina, editado por Shadi Rohana y Benjamín García (Ciudad de México, 2015)

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agradecimientos

El traductor agradece a Marcela Landazábal Mora, Francisco Segovia y Tomás Catepillan por sus comentarios y revisión del texto en español.

shadi rohana (Palestina, 1985)

Traductor literario entre el árabe y el español. Vive en México desde 2012, donde es profesor de lengua y literatura árabe y de traducción literaria en el Centro de Estudios de Asia y África en El Colegio de México. Ha impartido cursos sobre literatura árabe moderna en traducción al español, la Revolución Palestina, literatura global y traducción literaria. Tradujo al árabe la novela mexicana Las batallas en el desierto de José Emilio Pacheco (Palestina, 2016) y Volverse Palestina de Lina Meruane (El Cairo, 2020).

Estudia los distintos momentos de contacto e interacción entre las lenguas árabe y española.

Colección Playa Sucia

Considerada una de las playas más hermosas del Caribe, Playa Sucia es, irónicamente, una de las playas más cristalinas de Puerto Rico. Se encuentra en el rincón más apartado de la isla, para ser exactos, en la punta del área oeste, donde la isla se hunde en el Mar Caribe. La playa es vigilada por el famoso Faro

Los Morrillos y detrás la esconde la Bahía Sucia, llena de mangles, aves en tránsito y minerales, dando a sus aguas un color oscuro. De ahí el nombre de sucia. Sin embargo, lo que la caracteriza es su simpleza, su belleza, su calma, y todos los recursos naturales que reúne en ese punto donde se encuentran el tranquilo Océano Atlántico y el bravo Mar Caribe, creando un balance perfecto, un respiro de vida eterna.

La Colección Playa Sucia publica a los invitados del Festival Internacional de Poesía en Puerto Rico. Contra el apagón: Voces de Gaza durante la guerra en curso, compilado y traducido por Shadi Rohana, fue impreso en su totalidad en Puerto Rico con el motivo del decimotercer festival y en solidaridad con el pueblo palestino.

¿Quiénes son los gazatíes? Son aquellos habitantes de la Franja de Gaza que hoy viven un genocidio: un enclave, un planeta, al que fueron arrojados los palestinos de las aldeas y ciudades del centro y sur de Palestina durante la Nakba entre 1947 y 1949. Esos refugiados, cuyo retorno a sus tierras y casas ha sido prometido por organizaciones y mecanismos internacionales una y otra vez, hoy constituyen, junto con sus descendientes, la gran mayoría de los gazatíes.

No sabemos aún el destino de Palestina y su pueblo.

Los fragmentos aquí fueron escritos por algunos de ellos durante la guerra en curso y subidos a la red por sus autores al terminarlos o, en caso de un apagón, a la aparición de alguna señal.

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