Homenajes I

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Carlos Schlieper Hay una síntesis parecida en Madame Bovary. “Muere, porque quiso vivir de sueños”, dice Schlieper que dice Flaubert, defendiendo la virtud de su heroína. No sufre a su esposo, que no es el que imaginó, ni tampoco específicamente a los hombres que se le escapan, sino que padece al amor mismo. Aquí también, como en los films anteriores, las convenciones sociales son capaces de destruir el amor en su afán de cuidar la virtud; una virtud ficticia, que nada tiene que ver con las necesidades de las mujeres y, mucho menos, de las mujeres que aman como Emma Bovary. Schlieper no elige tematizar la relación amorosa que persigue un objeto de deseo determinado, sino que construye un film sobre el amor mismo, sobre el desborde que ese amor provoca y sobre los castigos que la sociedad impone por ser incapaz de reconocer la virtud en los exaltados sentimientos de Emma. En las cuatro películas hay villanos ocasionales, pero son las normas estrictas de la sociedad las que detonan la tragedia y postergan el perdón. El director aprovecha la retórica melodramática –sus personajes estereotipados, la híper emotividad musical, los ambientes convencionalizados, el desborde en los sentimientos, la felicidad negada– para configurar la perspectiva de los films que, en todos los casos, es estrictamente femenina. Es el director, y ocasionalmente algún personaje, el que perdona y comprende a sus heroínas mostrando su virtud en todo su esplendor y enfatizándola con la utilización de los primeros planos en los momentos de mayor dramatismo. Algunas comedias La influencia de la screwball comedy norteamericana (Lubitsch, Hawks, Preston Sturges, McCarey y otros) se hace evidente en el ritmo vertiginoso de las comedias de Schlieper y en la configuración de sus personajes. El gran tema del enfrentamiento entre los sexos es clave en estos films y las preocupaciones sobre el rol de la mujer aparecen como una continuación de las presentadas en sus melodramas. Schlieper comprendió bien, tal vez como ningún otro director argentino, el manejo de las confusiones, las situaciones desbordantes, las identidades cambiadas y la coreografía de idas y venidas. Sus personajes no son caricaturas sino personas “normales” que se encuentran en situaciones “anormales”. No incitan a la identificación patética sino que transmiten, constantemente, energía y felicidad.

En este tipo de comedias, en términos generales, los amantes se enfrentan por las tensiones sexuales que se establecen entre ellos o por los vínculos socioeconómicos que los separan. Sin embargo, muchas veces son estas diferencias las que potencian la reafirmación de la pareja en función de los ideales que tienen en común, como se da, por ejemplo, en el caso de Esposa último modelo. Para sobreponerse a la (i)lógica narrativa, el espectador necesita que el género manipule la pareja de opuestos y sus valores, para unirlos al final sin mostrarlos hipócritas o excesivamente ingenuos. En general, los conflictos empiezan cuando la pareja se encuentra gracias

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