Homero Alsina Thevenet Obras incompletas • Tomo II-A

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Películas / 1956 • 213

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bía hombres decentes y hasta conspiradores. Pero no son bastante interesantes para el cine los alemanes que se quedaron quietos, así que los personajes utilizados están a mitad de camino entre la devoción al régimen y la resistencia a sus abusos. El caso de Canaris está presentado aquí con esa deliberada ambigüedad, durante los últimos diez años de su vida, desde su apogeo de hombre fuerte que gobierna la defensa y el espionaje exterior del régimen, hasta el momento en que varias rebeldías lo establecen como persona no grata, siendo ajusticiado por los mismos nazis en 1945, cuando la caída de Alemania era ya un hecho inminente. El retrato, bien apuntado por el libreto y por la caracterización de O.E. Hasse, es el de un caballero inteligente y digno, un ajedrecista que se congratula de haber hecho fotografiar planes secretos de los gobiernos de Inglaterra y Francia, pero también un deportista que no transa con el juego sucio y que se niega a colaborar en la muerte del enemigo. Desde que Hitler empieza a invadir territorios, Canaris se empieza a alarmar de los resultados finales, sin que le seduzcan las glorias recitadas por Hitler al devorarse Austria y Checoslovaquia. Al promediar la guerra, Canaris es ya un esperanzado de la conspiración militar y aun de la derrota alemana; por penoso que sea ver morir a un caballero de buenas intenciones, este film que lo defiende deja también muy claro que era necesario fusilar a un traidor. Pero el film consigue empero manejar a un personaje interesante, limando seguramente alguna de las tropelías inevitables que debe cometer un jefe del espionaje, y abundando en los rasgos simpáticos: el cariño por dos perros, la protección a una dama joven, su triunfo ante una intriga diabólica del verdugo Heydrich, que lleva aquí la parte del villano mayor y deja así a Canaris en posición de héroe cinematográfico. El film es hábil en ese planteo y es también muy sobrio para su diálogo, aunque el tema arriesgaba la posibilidad de que todas las palabras fueran informativas y conceptuosas. El recurso ha sido colocar junto a Canaris algunos colaboradores y amigos que conversan con él sobre acontecimientos, predicciones e ideas varias, pero ese truco de presentación aparece bastante moderado, mientras al fondo prosiguen con más intensidad las intrigas de Heydrich y los desfiles históricos que documentan a Hitler en Viena y París. Todo un capítulo ha sido tomado de noticiarios y parece bastante impresionante. El film merece dos reservas que se agudizarán con el tiempo. La primera es que pudiendo ser una obra intensa de espionaje, sólo tiene momentos del género, con sus espías que fotografían documentos en las circunstancias más difíciles, pero que no se integran en una sola peligrosa operación de la que dependa todo el asunto. La segunda es que, justamente, al preferir la amplitud de un asunto histórico con diez años de alcance le falte perspectiva e imparcialidad para ser exactamente un documento. Es sabido que en la post-guerra muy pocos alemanes admitieron haber sido crudamente nazis; casi todos fueron colaboradores

empujados, hombres con rasgos buenos, rebeldes de la última hora, héroes para el cine alemán. Algún escepticismo está justificado a su respecto. 17 de mayo 1956.

: Libreto inteligente

Pasiones sin freno

(The Cobweb, EUA-1955) dir. Vincente Minnelli. UNA FORMIDABLE TENSIÓN se crea en una clínica de enfermos mentales cuando se decide cambiar las cortinas de la biblioteca. Para el médico jefe y para una asistente (Richard Widmark, Lauren Bacall), ésa es la ocasión de que los propios enfermos se ocupen de hacerlas, sobre dibujos de uno de los pacientes (John Kerr), en el entendido de que la tarea será una terapéutica beneficiosa. La principal opinión contraria a las ideas del jefe proviene de su propia esposa (Gloria Grahame), una coqueta que cree necesario comprar cortinas caras y quedar bien con la Junta Directiva de la clínica. Y ambas opiniones están contrariadas asimismo por la secretaria administrativa (Lillian Gish), una anciana que debe vigilar los gastos, decide comprar unas cortinas baratas y no tolera que se le contradiga en problemas que cree de su especialidad. En verdad ninguno de estos opinantes quiere que se le contradiga y todos deciden compras, encargues y conductas sin la elemental consulta previa. Por esas órdenes opuestas se origina en la clínica un insólito conflicto interno, donde el médico jefe choca contra otro jefe anterior (Charles Boyer), los pacientes formulan mordaces opiniones y pronto no se sabe distinguir quiénes son enfermos mentales y quiénes no lo son. En el conflicto se revelan y se mezclan viejos rencores, matrimonios desavenidos, difamaciones, fracasos personales y un toque de chantaje, todo ello enfatizado por la urgencia de ganar una posición y derrotar al contrario. El título original compara la clínica a una telaraña, donde todo está vinculado, quieto e inestable; cabe comparar el tema al cuadro sórdido que Clouzot supo pintar en El cuervo, con toda su intriga de cartas anónimas, y especialmente al modelo de Cuando llama el deseo, un mosaico de financistas dispuestos a arruinarse recíprocamente en su carrera hacia el poder. El resultado es mucho más absorbente que su material, un hecho atribuible a la habilidad con que ha sido pensado y escrito. El tema está narrado en continuidad, sin un respiro de tiempo para la intriga, que se desarrolla completamente en unas pocas horas y que no retrocede a buscar explicaciones o motivaciones personales. Asimismo, el enfoque es siempre imparcial sin que el film parezca elegir héroes y sin que ningún personaje disimule observaciones sobre ningún tema, con un régimen de libre expresión que debe integrar las mejores normas


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