Revista Prometeo. Número 104 - 105

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Revista Prometeo

El hongo, además, era visto como una “fermentación” de la tierra, y por tanto participaba del entero complejo simbólico de las intoxicantes bebidas fermentadas y la levadura del pan. Los dos alimentos fundamentales de la humanidad, lo seco y lo líquido, eran equiparados como los regalos de Deméter y Dionisos. El vino de Dionisos estaba ligado de forma similar en el motivo etnobotánico de lo salvaje y en las viñas cultivadas, con la vid y el civilizado o sofisticado intoxicante cosechado por crecimiento fúngico, contrastado con los vinos primitivos, los cuales se parecían a la vid, pero son tóxicos en su estado natural. Estos eran la hiedra y enredaderas similares como el bryony (pepino silvestre) y la zarzaparrilla (gloria de la mañana silvestre, enredadera). El color rojo del cornezuelo también se asocia con el rojo particular de los hongos psicoativos y con el complejo entero de licantropía ritual y los análogos colmillos del lobo, en particular el pelaje del zorro rojo. El entero pelaje del zorro se lucía como la versión original del gorro frigio, y el hocico puntiagudo del zorro era imitado en el sombrero de fieltro. En la tradición folclórica europea, el cornezuelo era causado por el grano madre pasando como un viento susurrante por el campo con su atado de lobos de grano (Roggenwulf, Roggenhund) infectando los fardos de cornezuelo o Tolkorn “granos de maíz loco”. Los niños seducidos por duendes en los campos, lactan sobre los granos como las tetillas de hierro de la Roggenmutter y se tornan locos. Los granos hinchados del cornezuelo infectado son llamados “dientes de lobo” (Wulfzahn). El gorro frigio y su motivo de licantropía ocurre en el cuento folclórico “Pequeña gorra roja” Rotkäppshen, conocida en su versión inglesa, que precede a la colección de los hermanos Grimm, como “Caperucita roja” cuya capucha indica que ella está en un viaje de significancia simbólica (7).

Treinta años después de nuestra develación inicial de los Misterios Eleusinos, volví al tema para presentar una explicación más clara, incorporando muchos de estos nuevos descubrimientos hechos en años intermedios (8). Cuando le pedí a mi colega, el químico suizo Albert Hoffman, poco antes de su muerte a la edad de 102 años, que aportara un comentario, aunque fuera una sola frase en vista de su fragilidad, escribió: “Sólo un nuevo Eleusis ayudaría a la humanidad a sobrevivir la amenazante catástrofe en la naturaleza y la sociedad humana y traer un nuevo periodo de felicidad”.

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El descubrimiento del LSD por Hoffman en 1943 fue un evento que inauguró una nueva conciencia de nuestro rol en el cosmos, y mirando atrás al final del siglo cuya mentalidad él probablemente más que nadie influenció, él vio la crisis que nosotros los humanos hemos creado


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