EL PLATO VOLADOR DE CAPILLA DEL MONTE (2019)

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EL PLATO VOLADOR DE CAPILLA DEL MONTE Por Fernando Jorge Soto Roland*

Platos voladores clásicos, según la iconografía ufológica

Las cosas en sí mismas no tienen historia. No son objeto de estudio de los historiadores. Lo qué sí tiene su historia es lo que los hombres hacemos con las cosas. Qué sentido les damos, cómo las fabricamos, para qué las creamos, qué buscamos y proyectamos con ellas. En tal sentido, el presente artículo nos tiene a nosotros mismos ―Homo Sapiens Sapiens― como principales protagonistas y no al plato volador que decora la plaza principal de Capilla del Monte, que será ―obviamente― el actor explícito de la crónica.

Plato volador de Capilla del Monte (foto, enero 2016)

*

Profesor en Historia por la Facultad de Humanidades de la UNMdP (Argentina).


2 Este ovni no fue hecho en otra galaxia. Ni siquiera en la ciudad intraterrena de Erks. Es bien de superficie. Capillense. Producto de una historia muy particular de la que ya escribí bastante, pero a la que me veo obligado a referirme brevemente.1 Los platos voladores y el Uritorco son, de alguna manera, las dos caras de una misma moneda acuñada en enero de 1986, tras el supuesto aterrizaje de una nave intergaláctica en las laderas de las sierras de El Pajarillo, vecinas al pueblo. La “huella” ―que los creyentes creen esa nave dejó2― le dio a Capilla del Monte fama nacional e internacional, sacándola del letargo pueblerino en el que estaba sumida. Ya han pasado 33 años desde entonces. El pueblo creció. Se convirtió en ciudad. Su sociedad se hizo más compleja. Heterogénea. Con una oferta turística que superó con creces la foto de los mieleros sobre un burrito tomando peperina, en la zona de El Zapato.

Antigua foto de El Zapato

Los alienígenas coparon la escena. Y con ellos llegaron los místicos, los iluminados y contactados, algunos hippies rezagados y legiones de psíquicos y especialistas en terapias alternativas. El fernet empezó a servirse en vasos con la silueta de Buda, los sahumerios inundaron 1

Véase: Bajo la Sombra del Uritorco. Disponible en Web: https://www.academia.edu/23776194/BAJO_LA_SOMBRA_DEL_URITORCO . Además en: http://factorelblog.com/2016/03/30/mas-cronicas-erksianas-2/bajo_la_sombra_del_uritorco/ y en: http://www.monografias.com/trabajos108/sombra-del-uritorco/sombra-del-uritorco.shtml . Erksperiencias en el Uritorco. Crónica de un Viaje al universo esotérico de Capilla del Monte. Disponible en Web: https://www.academia.edu/21737998/ERKSperiencias_EN_EL_URITORCO._Cr%C3%B3nica_de_un_viaje_al_mund o_esot%C3%A9rico_de_Capilla_del_Monte ; además en: http://www.monografias.com/trabajos107/erksperienciasuritorco/erksperiencias-uritorco.shtml y en: http://factorelblog.com/wp-content/uploads/2016/03/ERKSPERIENCIAEN-EL-URITORCO-FJSR-2016.pdf . 30 años conviviendo con extraterrestres (1986-2016). El singular caso del Uritorco en Capilla del Monte y su historia esotérica. Disponible en Web: https://www.academia.edu/21009671/30_A%C3%91OS_CONVIVIENDO_CON_EXTRATERRESTRES_19862016_._El_singular_caso_del_Uritorco_en_Capilla_del_Monte_y_su_historia_esot%C3%A9rica . Además en: http://www.monografias.com/trabajos107/30-anos-conviviendo-extraterrestres-sierras-cordoba/30-anos-conviviendoextraterrestres-sierras-cordoba.shtml . Un racionalista en Capilla. Disponible en Web: http://factorelblog.com/2015/10/15/un-racionalista-en-capilla/ 2 Véase: Serpientes de verano. El extraordinario caso de la Huella del Pajarillo de Capilla del Monte. Disponible en Web: https://issuu.com/fernandojorgesotoroland/docs/serpientes_de_verano


3 con sus aromas orientales el espacio que antes ocupada el olor de un cabrito a las brasas y el cuarteto pasó a un segundo lugar, vencido por el armónico canto de las ballenas y mantras en Irdín (el “lenguaje cósmico”). Fundamental en todo este proceso fue la ingerencia que tuvieron los funcionarios municipales de entonces (que vieron el negocio); la participación de los medios de comunicación (en especial el periodista José De Zer con sus crónicas bizarras por Nuevediario) y el inefable aporte de los ufólogos e “investigadores de misterios” (dirigiendo la atención y las interpretaciones hacia dónde ellos querían). Este combo terminó por condimentar y organizar un relato que, hasta hoy, le da de comer ―directa e indirectamente― a toda la sociedad capillense. Fueron ellos los que embucharon al imaginario de la zona. Los responsables del cambio cuali y cuantitativo de Capilla del Monte. Muchos viejos vecinos aún se quejan de ello. Otros, por el contrario ―especialmente una nueva generación de comerciantes y pequeños empresarios orientados al turismo― encontraron la gallina de los huevos de oro. Y nadie, en su sano juicio, hace con ella un puchero. Se la trata bien. Se la alimenta y mantiene para que siga vivita y cacareando. Puede que ese cacareo sea, por momentos, más estridente y fuerte que en otros. Las crisis cíclicas por las que pasó (y pasa) el país, ayudaron. Amplificaron el pensamiento mágico. Aletargaron la razón. Pero no bastan para explicar el fenómeno. En el fondo, el irracionalismo que se respira en esa zona del Vale de Punilla, se sustenta en una condición intrínseca al ser humano. No somos animales racionales, sino por momentos. La emoción (hoy más que ponderada en el discurso New Age) copó el escenario. Basta con sentir que algo es verdad para que lo sea. El subjetivismo extremo se fagocitó el sentido crítico, dando campo libre a delirios inimaginables que, curiosamente, pretenden justificarse haciendo uso de un lenguaje pseudocientífico decorado de fantasías. Son contradictorios. Fustigan a la ciencia, acusándola de encubrir y mentirle a la humanidad, pero desean legitimarse con falsos títulos derivados de la academia (doctor, profesor, licenciado, aún no siéndolo), soñando con el apoyo de algunos de sus miembros. Por eso no es extraño ver cómo, en congresos, encuentros y simposios, se avalen relatos que sólo un psicótico podría defender, por el sólo hecho de haber estudiado en la universidad. El principio de autoridad prevalece, sobre todo, si el “diabólico” es de ese bando. Pero también hay un lado lúdico en todo el asunto. Cierta redituable ironía que permite que un escéptico instale un negocio en plena calle principal para vender souvenirs ufológicos o que un artesano talle en madera platos voladores o entidades extraterrestres articuladas.


4 Conspiraciones gubernamentales, seres anómalos, portales dimensionales, canalizadores, intra y extraterrestres, gurús y místicos, tarotistas y guías cósmicos, hermanos superiores y amantes de la armonía universal se entreveran y conviven un ámbito por demás interesante desde el punto de vista histórico, antropológico y sociológico. Las ciencias sociales y la historia tienen en todo ello la palabra. No puede ni debe ser un campo de estudio monopólicamente administrado por ufólogos. Afortunadamente ya no es así.

El plato volador ya está instalado en el imaginario colectivo contemporáneo

Un plato volador. Un OVNI (Objeto Volador No Identificado). Un EVI (Estímulo Visual Indeterminado). Un VED (Vehículo Extraterrestre Dirigido), es el objeto de análisis de este artículo. Uno que nació de un error, de una exageración, tal vez de un embuste, y que se perpetuó alimentado por el incuestionable deseo de creer de una mayoría enorme. I want to believe. Quiero creer. Famoso póster de la serie de televisión Los Expedientes Secretos X que resume un fenómeno que tiene ya más de 70 años entre nosotros a nivel mundial, no sólo capillense.

“Quiero creer”


5 Todo aquel que haya leído algo sobre el tema sabe que fue el piloto comercial Kenneth Arnold quien, el 24 de junio de 1947, lanzó la primera bola al denunciar el avistamiento de nueve objetos volando en formación sobre el Monte Rainier, Estado de Washington, EE.UU. Como era de esperar, la prensa hizo suya la historia y la convirtió en noticia. Pero con errores. Y el primero de ellos fue la forma que esos objetos tenían, según Arnold. Bill Baquette, el periodista que lo entrevistó, es el principal responsable de esa confusión. El bueno de Arnold los describió con aspecto de boomerang, pero que volaban “como platos lanzados sobre la superficie del agua” (lo que nosotros llamamos “hacer sapito”). Pero Baquette escribió que tenían forma de “plato volador”. Confundió forma con manera de desplazarse. A partir de ese momento el mundo entero empezó a ver platos voladores por todos lados. ¿Qué hubiera pasado si en vez de platos hubiera escrito heladeras? ¿Estaríamos denunciando ahora “refrigeradores voladores”? Como bien señala Sergio Sánchez Rodríguez: “Este hecho desnuda la base psico-social del asunto”, desde el principio mismo de la historia.3 Un error. Un título sensacionalista que dio origen a uno de los mitos más fuertes y perdurables del siglo XX. Y la iconografía se adoptó al mismo.4

Platos voladores en revistas de las décadas de 1950, 1960 y 1970

Lo antedicho nos permitirá entender porqué, en la Plaza San Martín de Capilla del Monte, el municipio (cooptado tempranamente por el interés turístico-económico de la mitología ovni) decidió instalar una platívolo, platillo o plato volador (elija el lector el término que más le guste) como un símbolo identitario de la localidad.

3

Sánhez Rodríguez, Sergio, Pasaporte a Ovnilandia, Emege, Santiago de Chile, 1999, pág. 13. Nota: hay que aclarar que la ciencia ficción, desde las décadas de 1920 y 1930, venía ya imaginando ―y publicitando en revistas de tirada masiva― la imagen del plato volador como ejemplo de nave extraterrestre. Al respecto recomiendo: Capanna, Pablo, Ciencia Ficción. Utopía y Mercado, Cántaro Ensayos, Buenos Aires, 2007. Y la extraordinaria investigación antropológica: Stoczkowski, Wiktor, Para Entender a los Extraterrestres, Editorial Acento, Madrid, 1999. 4


6 Compartir un mismo espacio público con José de San Martín (el Padre de la Patria) y Domingo Faustino Sarmiento (el inmortal Padre del Aula, cuyo busto señorea también en un sector del predio) resulta ―especialmente en el último de los casos― un tanto paradójico. Que un expresidente de la Nación ―mentor de la educación pública en Argentina― tenga como vecino, nada más ni nada menos, que un plato volador de origen alienígena, habla a las claras del fracaso del proyecto ilustrado que pretendió instalar en todo el país. En algo falló, dicen algunos. Claro que para entender todo el proceso (largo y fuera del campo de análisis de este trabajo) habría que considerar los profundos cambios que se operaron en del corto y cruel siglo siguiente, el siglo XX. Como en el tango Cambalache, la Biblia y el calefón se ubican en un mismo estante. Todo es igual. Nada es mejor. Lo hemos naturalizado. Aún así, dado el espaldarazo que la ufología (y sus derivados) le dio a toda la comunidad capillense, ese sitial de relieve simbólico lo tiene en gran parte merecido. En el pueblo, nada sería lo que es, sin los platos voladores. Un monumento un tanto kitsch que busca, no la reflexión, sino la sonrisa cómplice del lugareño y el entretenimiento irónico o crédulo del turista. Pero no hay absoluta originalidad en la tarea. La cultura ufológica mundial ha levantado monumentos de este tipo en muchas partes del planeta. Aunque no todos se han atrevido a oficializarlos.

Arriba (de derecha a izquierda): Hotel Space, Arizona (EE.UU.) – La Haye (Francia) –Soesterberg (Holanda) Abajo (de derecha a izquierda): Varginha (Brasil) – Alberta (Canadá) – Angelholm (Suecia)


7 La mayor parte de las veces, los responsables que los erigieron son asociaciones privadas, grupos ufológicos, empresarios o particulares fanatizados por el tema. Los gobiernos no se ven mayormente involucrados. En Capilla, por el contario, la municipalidad fue la que incentivó la idea y la convirtió en un hecho.5 ¿Estamos, pues, ante el reconocimiento “oficial” ―tan deseado por los ufólogos― de la existencia real de seres extraterrestres o es una mera gran broma publicitaria?6 Como escéptico que soy, prefiero inclinarme hacia la segunda de las opciones. Aunque, si la memoria histórica encuentra en las plazas del mundo un espacio aceptado en donde el status político y lo religioso se simboliza con monumentos conmemorativos, el plato volador de la Plaza San Martín dice muchas más cosas que las que podemos advertir a simple vista.

El mito OVNI oficializado. Capilla del Monte (año 2016)

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En Varginha, Brasil, un plato volador también ha pasado a ser el emblema municipal de la localidad. Y es sólo un ejemplo. 6 Hay que recordar que el gobierno local, en 1986, oficializó ―de la noche a la mañana― con un documento firmado por el intendente de entonces y el secretario de gobierno, la identidad de extraterrestre de la “huella” aparecida en el cerro Pajarillo. Además, la organización de un Festival Alienígena (FA!) ¿correría por el mismo andarivel? Al respecto véase del autor: Festival Alienígena 2017: Guerra de las Galaxias. Disponible en Web: http://factorelblog.com/2017/03/02/festival-alienigena-2017/


8 DE GORILAS GIGANTES A PLATÍVOLOS ALIENIGENAS

Hace un tiempo, dediqué cuatro años de mi vida a buscar ―intermitentemente― uno de los objetos icónicos más famosos de la historia de Hollywood: el gigantesco muñeco animatrónico utilizado en el film King Kong de 1976. Desde hacia casi 40 años, la leyenda urbana ―que circulaba en libros y comentarios de boca en boca― sostenía que el descomunal gorila mecánico, tras una fallida exhibición en Mar del Plata durante el mes de febrero de 1979, había desaparecido, terminando su reinado en un baldío, a la afueras de la ciudad, podrido y devorado por las ratas. Pero todo eso era falso.7 Disfruté enormemente (no podía ser de otra manera con Kong) de esa pesquisa y siempre anhelé repetir una búsqueda parecida. Pero no me resultó fácil encontrar un “nuevo caso”.

En busca de… King Kong (fotos de archivo)

Recién en septiembre del año pasado (2018), de viaje por Capilla del Monte, los efectos del vandalismo urbano, el mal tiempo y la desidia, me pusieron sobre la pista de otro objeto icónico, aunque no tan famoso como el primero: el plato volador de la Plaza San Martín. Una cuidada manufactura hecha de chapa que despertó mi curiosidad y deseos por reconstruir su historia.

Plato Volador (año 2016)

7

Véase del autor: King Kong en Mar del Plata, Revista Todo es Historia, N° 575, Junio 2015, pp.50-54. Asimismo ver: El día que King Kong encalló en Mar del Plata. Disponible en Web: http://factorelblog.com/2015/10/11/el-dia-queking-kong-encallo-en-mar-del-plata/ y Vía Crucis de Kong: el eslabón perdido. disponible en Web: http://factorelblog.com/2017/08/22/via-crucis-de-kong/


9 No voy a exagerar la nota: a la hora de recabar datos y tejer la urdimbre de la trama ―en esta oportunidad― todo me resultó mucho más sencillo. Bastaron algunas entrevistas a vecinos y funcionarios locales para dilucidar aquello que buscaba. Me encontré con una historia que, en lo personal, desconocía por completo (como la mayoría de los turistas), pero que muchos capillenses tenían aún fresca en la memoria. Siempre es así. Aún en los casos de grandes descubrimientos, los lugareños saben y conocen más que el ensalzado descubridor. Y el caso de Machu Picchu, en el Perú, es un buen ejemplo de ello. Cuando el profesor estadounidense Hiram Bingham develó al mundo la existencia de la hoy famosa ciudadela incaica ―en 1911― no fue el primero en llegar a sus ruinas. Otras muchas personas ―colonos― la conocían e incluso ocupaban varios sectores de la misma, desde hacía décadas. Así todo, Bingham se quedó con el todo el crédito. Se hizo famoso (y senador), por el hecho de descubrir su historia y la de sus monumentos al resto de la humanidad. Lógicamente, no pretendo tanto. Sólo advertirle al lector que, lo que ahora sé, ya lo sabían otros. A todos ellos, vaya mi más profundo agradecimiento. Marchemos, pues, a la historia mínima que nos ocupa.

¿Contacto? No. Le habían quitado el tendido eléctrico interno (enero 2019)

Después de cinco años, regresé a Capilla del Monte en enero de 2015. Hacía tiempo que no recorría sus calles, ni exploraba sus cerros. Fue como redescubrirla con nuevos ojos. Especialmente, su bizarro universo ufológico y místico, lo que me llevó desde entonces, a escribir profusamente sobre el tema. Recuerdo que en esa oportunidad realicé un detallado registro fotográfico de cuanto ícono extraterrestre me crucé por el camino. Cartelería, muñecos de yeso o cartón, artesanías alienígenas,


10 vidrieras decoradas con el tema, remeras, calcomanías, juguetes, marquesinas y, por supuesto, los principales escenarios en los que ―dicen― se desarrolló la historia ufológica/esotérica del lugar. Pero en ese viaje no encontré nada que me llamara particularmente la atención en la plaza principal (más allá de los puestos de artesanos que vendían ETs hechos en alambre, goma eva y porcelana fría). Ningún plato volador aterrizado en el predio. De haber estado, hubiera sido merecedor de mi más sorprendida atención. Recién un año más tarde, en enero de 2016, lo descubrí. Lo habían ubicado en un lugar privilegiado. Y esa vez, sí, le tomé varias fotografías.

Plato volador, Enero 2016


11 A partir de entonces, viajé a Capilla del Monte periódicamente y, en cada uno de esas oportunidades, la visita al “OVNI de la plaza” ―en las intersecciones de las calles Hipólito Yrigoyen, diagonal Buenos Aires y Rivadavia― se convirtió en un ritual obligado. Imposible no verlo. En el verano de 2017 lo encontré vandalizado. Estaba en franca decadencia. Con sus chapas despegadas, pintado con graffitis y los cristales, tanto del circular parabrisas de su cúpula superior como los “ojos de buey” de su estructura, rotos a piedrazos. Sólo de lejos disimulaba su decadencia.

Enero 2017

Un año más tarde, en enero de 2018, estaba peor. Ya sin luces. Una piltrafa.

Enero 2018

Pero en septiembre de ese mismo año ―en una escapada relámpago que hice a Capilla― ya no estaba. ¿Había remontado vuelo? Imposible. Estaba más destruido que el ovni de Roswell. ¿Lo habían robado?


12 Sólo quedaba su “huella”. No tan famosa como la del Pajarillo, claro. Aún así, ¿volveríamos a verlo otra vez? ¿Se había perdido para siempre?

Septiembre de 2018

Los sitios y objetos abandonados siempre despertaron mi interés. Hay algo de romanticismo en el placer que me producen imaginarlos arrumbados, olvidados, fuera del alcance de la vista de todos, después de cierta exhibición y fama. La misma sensación que me genera la mítica Arca de la Alianza, arrinconada en el gigantesco depósito de la primera película de Indiana Jones. El plato volador había desaparecido. Pero, cuatro meses más tarde, de regreso a Capilla del Monte ―en enero de 2019― advertí, con gran alegría, que había vuelto a aterrizar. En otro sector. Un poco más alejado del privilegiado sitio original. Rodeado de árboles. Sin luces. Pero estaba.

Enero 2019


13 Fue en ese momento cuando nació la necesidad de conocer su historia en profundidad. ¿Quién lo había construido? ¿Cuándo lo pusieron en la plaza? ¿A dónde lo habían llevado después de su desaparición? Eran preguntas sencillas. Fáciles de contestar. Bastaba contactar con gente conocida del pueblo para obtener respuestas directas. Pero, como era de esperar, ciertos aspectos de la historia manifestaron contradicciones. Otros, una interesante ampliación. Tomé el celular y llamé a un importante funcionario local, amigo mío.

EL CONSTRUCTOR DE OVNIS

El plato volador de Capilla del Monte es el producto de la creatividad y el esfuerzo de un comerciante local llamado Leonardo “Leo” Vázquez. Él es el padre de la criatura y único responsable de su creación. Contrariamente a lo que muchos puedan suponer, el ovni no nació con el objeto de decorar ningún museo ufológico (como el existente en la ciudad de Victoria, Entre Ríos), sino como disparador de un emprendimiento gastronómico que durante algunos años se levantó a la vera de la Ruta 38, a muy pocos metros de la hermosa capillita Nuestra Señora del Valle, en el barrio conocido como El Zapato Norte, en dirección a San Marcos Sierras.

Capilla Nuestra Señora del Valle, Ruta 38

Allí, Leo Vázquez instaló su local. Lo bautizó “Regionales El Ovni” y aún hoy se lo recuerda por las famosas y riquísimas picadas que servían, tanto como por el distendido clima que se respiraba. Fue, en su momento, una escalada obligada para los muchos turistas que se acercaban a Capilla y un anticipo de lo que verían en el centro de la ciudad.


14 Leo puso el plato volador en el techo del negocio y decoró el local con motivos alusivos. De esta manera, lo extraterrestre se mezcló con el vino patero, el fernet casero, los dulces y las aceitunas, el arrope y las artesanías, los chorizos secos y la cerveza artesanal. “Regionales El Ovni” mantuvo sus puerta abiertas por casi cinco años, entre 2010 y 2015. Después, por motivos que desconozco, cerró. De aquellos días quedaron el recuerdo de los parroquianos y, seguramente, muchas más fotos de las que pude conseguir, gracias a las generosas gestiones de un empresario hotelero del pueblo.

“Regionales El Ovni” en sus momentos de esplendor (Foto, Claudio M. Chena) Véase en el ángulo superior izquierdo a nuestro Plato Volador (remarcado en el centro, un ave en vuelo)

Otra perspectiva del negocio, tomada desde la ruta. Sobresale nuestro famoso plato volador (Fotos, Claudio M. Chena)


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La buena onda y el buen comer (Fotos, Claudio M. Chena)

Masiva concurrencia en sus años dorados (Foto, Claudio M. Chena)

Ironía y motivos “tradicionales” de Capilla del Monte (Fotos, Claudio M. Chena)

Pero, ¿qué sucedió con el plato volador de Vázquez? Durante un tiempo permaneció sobre el techo del local, convertido ―como se decía en la intro de la serie Los Invasores― “en un merendero cerrado y abandonado” que ya no acogía a ningún “hombre cansando, incapaz de seguir en viaje”.


16 Cuando visité la región en enero de 2015, con toda seguridad, todavía estaba en ese techo. Pero no lo ví.

Predio donde se levantaba “Regionales El Ovni” (Imagen de Google Maps)

Un mes más tarde, en los días previos al inicio del Festival Alienígena 2015, el plato volador fue trasladado a la plaza San Martín por personal municipal.

Personal del municipio de Capilla del Monte inician el traslado del ovni. Febrero 2015 (Fotos, Claudio M. Chena, 2015)

El plato volador es instalado en un sector de privilegio dentro de la plaza. Febrero 2015 (Fotos, Claudio M. Chena, 2015)


17

En un primer momento me dijeron que Vázquez lo había donado a la comuna, pero parece que las cosas no fueron de ese modo. Tras una comunicación con Leonardo ―vía Whatsapp― éste se encargó de desmentir dicha versión. ―No, yo al ovni no lo doné. Lo dí en carácter de préstamo. Tengo el papel firmado por el intendente anterior, Gustavo Sez. Fue por el término de una semana. Hace 4 años atrás, para el Carnaval Alienígena Y, bueno, al final quedó ahí, puesto en la plaza. Pero no lo doné. El ovni es mío.

Y aclara: ―La idea inicial era ponerlo en el techo de la Calle Techada [diagonal Buenos Aires], donde ésta comienza y dice “Capilla del Monte”. Ahí lo iban a poner. Al final no se puso en ese lugar y quedó en plaza. Lamentablemente, lo hicieron pelota. Yo dije que lo arreglaran. Incluso compré las chapas nuevas. Hinché (…), hasta la otra vez que le dije a Buffoni [nuevo intendente] y lo acomodaron un poco y le pusieron algunas chapas nuevas. Pero igual, lo hicieron pelota. ¡Si hasta luces adentro, giratorias, tenía! Ese ovni lo hice yo en el 2010. Lo tenía puesto en mi negocio, en la Ruta 38. ¡Lo que me costó hacerlo! Tiene toda una estructura, por dentro, que es espectacular. ¡Todo caño curvo! Iba gajo por gajo. Todos iguales. No variaban un milímetro. Estaban todos cortados iguales, cuando yo lo armé… Ahora lo han desfigurado bastante. Viste cómo es. Uno porque lo hace con amor. Con sacrificio. Pero hay veces que la gente no te lo valora. Y menos el municipio. Si no, en su momento, cuando me lo pidieron, me hubieran dicho: “Mirá, Leo ¿me lo prestás un tiempo más?” Si yo no hacía firmar el papel por el intendente (Sez), al ovni lo pierdo. Aparte, no he recibido ni un “gracias”, ni nada. Para muchos no tendrá valor. Para otros sí. Para mí tiene valor por lo que me costó armarlo. Pero, bueno, cada loco con su tema.8 A mediados de 2018, el nuevo gobierno ―que había tomado las riendas del municipio en septiembre del año anterior, tras la renuncia del intendente (Gustavo Sez)―, viendo el estado de

8

Archivo del autor.


18 deterioro en el que estaba el ovni, lo removió del espacio público y mantuvo un tiempo en alguna dependencia de la municipalidad hasta la temporada estival de 2019 cuando, recauchutado, volvieron a colocarlo en la plaza. Pero, como dijo Vázquez, ya no era el mismo. Ni siquiera su emplazamiento original.

Antes de terminar quiero ser sincero conmigo mismo y explicitar una idea que, aunque no sea compartida por el funcionario amigo de Capilla (que tanto colaboró en la redacción de este artículo), encuentro tentadora de ser tenida en cuenta.

Cuando en enero pasado (2019) redescubrí al plato volador en el lugar que hoy ocupa en la plaza, me pareció que ese rincón un tanto oscuro denotaba no sólo un cambio de ubicación sino también un cambio en el espíritu del nuevo gobierno local. ¿Estaba siendo la mitología ovni gradualmente relegada del discurso oficial? Tal vez, sí. Tal vez, no. El tiempo lo dirá. Pero lo cierto es que también el gracioso extraterrestre desapareció de la marquesina de la Secretaría de Turismo.

Antes y hoy

Antes y hoy


19

Al día de la fecha (febrero 2019) “el ovni de Leo” permanece en la Plaza San Martín a la espera de nuevos cambios y ―quizás― “otros vientos políticos”. Ojalá le sean favorables.

FJSR FEBRERO 2019

Nota del autor Deseo hacer público mi más profundo agradecimiento al periodista e investigador capillense Fernando Diz y al empresario hotelero Claudio Miguel Chena, cuya colaboración y amistad permitieron que me adentrara en la historia del plato volador. Del mismo modo, vaya mi gratitud al señor Leonardo Vázquez, cuya generosidad y apoyo hizo posible también la redacción de este pequeño artículo. Y a Capilla, mi querida Capilla, que tanto me estimula y hace pensar.


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