EL VAMPIRO DE BARRIALES 50 AÑOS DESPUÉS (1972-2022)

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EL VAMPIRO DE BARRIALES 50 AÑOS DESPUÉS (1972-2022)

Por Fernando Jorge Soto Roland*

Sugestiva fotografía de la localidad Los Barriales (Mendoza) publicada por REVISTA GENTE con fecha 12 de octubre de 1972, en la que se relatan las trapisondas de un vampiro en las inmediaciones del mencionado pueblo cuyano

INTRODUCCIÓN Aproximadamente entre comienzos de agosto y fines de octubre de 1972, la pequeña localidad de Los Barriales, en la provincia de Mendoza (Argentina), vio alterada su tranquilidad por la aparición de un monstruo que, según los lugareños, era un consumado succionador de sangre. El terror cundió por doquier. La vida cotidiana se modificó y los múltiples rumores que empezaron a circular moldearon el día a día de los escasos tres mil habitantes que el pueblo tenía por entonces. La mayoría habló de un vampiro. Otros, los menos, de un lobizón. Pero lo cierto es que durante las postrimerías del invierno y el comienzo de la primavera del ’72, los vecinos no hicieron otra cosa que hablar de ese engendro, asesino de gallinas y conejos. Los medios de comunicación provinciales tomaron cartas en el asunto y la historia trascendió las fronteras mendocinas, llegando a tener repercusión en algunos diarios porteños de tirada nacional. Inclusive

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Profesor en Historia por la Facultad de Humanidades de la UNMdP.


2 la Revista Gente —muy popular por aquellos días— se interesó en la cuestión, publicando una crónica en la mezcló la típica mirada irónica de las grandes capitales, ante el sistema de creencias del “interior”, con la atracción producida por el folclore y el misterio. Siempre redituables a la hora de convocar lectores. Argentina y el mundo —para variar— pasaban por momentos de suma tensión. A la Guerra Fría y su constante amenaza de ataque nuclear, se sumaron los atentados terroristas contra la delegación israelí en las Olimpíadas de Múnich; en tanto que a nivel local, el accionar de los “grupos subversivos” vernáculos, la represión de la dictadura militar en el poder y los intentos, negociaciones, tira y aflojes, de aquellos que bregaban por el regreso de Perón al país, tras años de exilio, hacían del conflicto un cuestión diaria. El horno no estaba para bollos. Sin saberlo, los duros enfrentamientos ideológicos, la crisis económica e institucional, y la intransigencia armada conducían a la Argentina hacia una de las etapas más negras de su historia. En ese contexto general debemos ubicar al Vampiro de Barriales. Pero la memoria es flaca. Debo confesar que desconocía los extraños sucesos de los hablaremos en este artículo; a pesar de que sean muchos los mendocinos que todavía los recuerdan, a pesar del medio siglo transcurrido. En lo personal, me topé con ellos de pura casualidad mientras indagaba leyendas de vampiros y hombres lobo; temas a los que dediqué sendos escritos, referenciando casos ocurridos tanto en la región de Capilla del Monte (Córdoba) como en el centro de la provincia de Buenos Aires.1 El caso del Vampiro de Barriales convocó mi curiosidad y el deseo por ampliar más la escasa información publicada en Internet. Por tal motivo, y provisto de unos pocos datos recabados en artículos periodísticos online, me interné en la Hemeroteca Nacional con el solo fin de consultar las fuentes originales: las notas de prensa de la época. Porque, convengamos, todo el asunto tuvo —únicamente— un soporte mediático. La criatura no dejó más que testimonios orales. Ineludibles y necesarios para que estallara y se difundiera el escándalo. Con toda seguridad, aquellos que le dedicaron anteriormente algo de tiempo a la cuestión, no verán datos nuevos; pero sí una interpretación que va más allá de la mera descripción de los hechos; especialmente cuando tratemos el modo en el que aquellos fueron publicitados y abordados, tanto por los medios como por los vecinos de Barriales. Claro que este trabajo tiene sus limitaciones, en especial el acceso a cierto repositorio de periódicos cuyanos que cubrieron oportunamente los sucesos, especialmente el Diario Mendoza, hoy desaparecido y sin ningún ejemplar en la Biblioteca Nacional. De todos modos, traté de suplir esa información faltante con 1

Véase del autor: Estancia El Hueco. El Vampiro pirómano y otros monstruos de la Zona Uritorco, disponible en Web: https://www.academia.edu/50773016/ESTANCIA_EL_HUECO_EL_VAMPIRO_PIR%C3%93MANO_Y_OTROS_MONSTRU OS_DE_LA_ZONA_URITORCO . Asimismo véase en breve El Lobizón de Carlos Casares, de pronta publicación.


3 otras fuentes periodísticas y entrevistas escuchadas en la Web, permitiéndome completar las piezas ausentes del rompecabezas, lo mejor posible. Una de las conclusiones que quisiera destacar es que el paso del tiempo parece haber agrandado las cosas; y que las declaraciones actuales de aquellos que han sobrevivido a los acontecimientos de 1972 suelen ser exageradas, condimentando la historia con ingredientes ausentes (u olvidados) en su momento. Hoy, a casi medio siglo de la incursión del supuesto vampiro, sólo nos queda la posibilidad de contrastar el recuerdo que persiste en la memoria de unos pocos con la verdadera difusión mediática que aquel monstruo cuyano tuvo oportunamente. A pesar de mi escepticismo, no pretenderé cuestionar las creencias de las personas que, convencidas de haberse topado con lo imposible, todavía creen en seres capaces de succionarle la sangre a otros. Sólo contextuaré los hechos y, en la medida de lo posible, reconocer y explicar los interesantes comportamientos sociales que se deslizan a lo largo de ésta y otras historias semejantes. “La irracionalidad es inextirpable (…) y los esfuerzos por erradicarla son por excelencia [también] irracionales”.2 Es intrínseca al ser humano. Ha estado y estará siempre entre nosotros. Lo cautivante es ver cómo y cuándo ésta emerge con la fuerza de un geiser, alterando todo por un corto tiempo. Poniendo en duda los marcos epistemológicos vigentes desde el siglo XVIII y el mismísimo principio de realidad aceptado por las mayorías. La racionalidad suele tomarse vacaciones y son los sucesos “raros” los que nos dan la oportunidad de entender el frágil equilibrio entre la racionalidad y su contrario. Dos caras de una moneda que todos llevamos en nuestras billeteras. Aún así, como dijera Justin E.H. Smith (doctor de Filosofía por la Universidad de Columbia): “Una gran paradoja de nuestro presente es el hecho de que, aun cuando la totalidad del aprendizaje humano sea más accesible que nunca en la historia de la humanidad, aun cuando miles de millones puedan acceder fácilmente a él mediante un aparato de bolsillo, las falsas creencias sean más epidémicas que nunca antes”.3 Buenos Aires, febrero de 2021.

2

Smith, Justin E. H., Irracionalidad. Una historia del lado oscuro de la razón, Fondo de Cultura Económica. Argentina, 2021, pág. 363, 3 Ibídem, pág. 365.


4 PARTE 1

MUCHO TIEMPO ANTES DE QUE SURGIERA EL CHUPACABRAS

Ubicación de Los Barriales en el mapa de Mendoza y plano de la localidad (Fuente: Internet)

Sin preámbulo alguno, repentinamente, careciendo de cualquier nota anterior que hiciera referencia al tema a lo largo de todo el mes de agosto de 1972, el diario mendocino El Andino publicó con fecha 29 de setiembre del mismo año —en la sección “Policiales”— una extraña crónica titulada “EL VAMPIRO FALTÓ A LA CITA.

Noche de Brujas en Barriales”.4

Más de un lector de la capital provincial debió sorprenderse. A simple vista el titular daba por sentado muchas cosas que, de no vivir en Barriales y respirar el clima de tensión que imperaba en el pueblo, dejaba en ascuas a más de uno. Era como empezar a leer un libro de terror por la mitad. El monstruo irrumpía de golpe en escena y los periodistas involucrados lo catalogaban de vampiro sin más explicaciones.5 Ningún reporte previo había anunciado el drama que se estaba viviendo a no muchos kilómetros de Mendoza Capital. Aún así, un nutrido grupo de hombres de prensa se había tomado el trabajo de viajar hasta la localidad de Barriales (Departamento de Junín) para incursionar en plena noche por “la zona de influencia del extraño ser”6: el cementerio. El verdadero “nido del vampiro”, donde “(…) duerme prolongados sueños después de sus orgías con sangre de gallinas y conejos”.7

Véase: Sin autor, “El vampiro faltó a la cita, Noche de brujas en Barriales” en El Andino, 29 de setiembre de 1972, Mendoza, página 14. 5 Con relación a los hombres de prensa involucrados en esa aventura macabra véase: “El vampiro de Barriales” en UNO, 25 diciembre 2012. Disponible en Web: https://www.diariouno.com.ar/mendoza/el-vampiro-de-barriales-25062012_r1ZrVJXfSX 6 Ibídem, pág. 14. 7 Ibídem, pág. 14. 4


5 Los seguidores de El Andino podían tranquilizarse desde el vamos: las víctimas no eran humanas. La bestia se había ensañado sólo con los gallineros y conejeras del pueblo en cuestión. Por tanto, resultaría bastante ridículo imaginar al conde Drácula —protagonizado por entonces por Christopher Lee, y cuyos filmes estaban en las carteleras argentinas durante esos meses— hurgando en sitios tan impropios para un aristócrata de su calaña. El extraño ser resultaba algo bastante más indefinido que el vampiro de la literatura rompantica. Cualquier zoólogo o antropólogo se hubiera visto en problemas a la hora de clasificarlo. Pero no es nuestra la ironía. Toda la crónica exuda sarcasmo e incredulidad desde el principio. “Las paz de las tumbas no se alteró. El vampiro estaba de franco. Ni una gota de sangre pasó por su horrible garganta. En el cementerio, donde dicen los vecinos que vive el raro engendro, no pasaba nada. Sólo ruidos que, de ningún modo, se podrían atribuir a un vampiro”.8 Inmediatamente después del párrafo anterior, el cronista ubica y describe los otros tenebrosos escenarios por los que deambulaba la bestia. “En la ciénaga, que contrariamente a lo que su nombre indica es un terreno seco (pero así le dicen los lugareños), tampoco estaba el chupasangre. Otra versión sostiene que la rara criatura vive en la ciénaga contigua al campo santo”.9 Un humedal de tierra blanda y altas matas que los exploradores también recorrieron sin encontrar nada, dando paso a una serie de especulaciones llenas de sarcasmo: “Quizás esté en una ignota cueva. O viva en la luna. En una tumba. O en la imaginación”.10 Aclarando que “(…) a una búsqueda en las tinieblas siempre se agrega un factor indominable que puede resentir la objetividad. Por imperio de la influencia del medio ambiente, de la leyenda o de los hechos, alguien puede ver ánimas en pena o cualquier otro espectro. Pero ni así y todo vimos al vampiro”.11

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Ibídem, pág. 14. Ibídem, pág. 14. 10 Ibídem, pág. 14. 11 Ibídem, pág. 14. 9


6 En medio de ese entorno que parecía “extraído de una antología de cuentos de terror”12 los reporteros no estaban solos. Iban acompañados por don Francisco Bardín, un vecino de Barriales que terminó convirtiéndose en uno de los “testigos estrellas” de toda la historia. “Yo lo vi —dijo el susodicho—. No sé que era, pero algo raro es. Salió del cementerio volando. Es grande. Volaba muy suave, no era un murciélago, estoy seguro. Era mucho más grande y no volaba haciendo gambetas como los murciélagos. Se movía así... así... (y don Bardín movió sus brazos, por supuesto sin levantar vuelo)”.13

Fotografías publicadas en la crónica del 29 de setiembre de 1972 en El Andino (Archivo del autor)

Pero más allá de la indisimulada burla del cronista, un verdadero drama sobrevolaba (nunca mejor dicho) los intereses económicos de don Bardín. El accionar del “engendro” atacaba no su cuello, sino sus bolsillos y el de varios vecinos. “A mí me mató cerca de 21 gallinas. Las colocó después en forma de circunferencia. A una vecina le mató otras tantas. Y algunas quedaron vivas, casi sin sangre no podían caminar. A doña Dora (dijo

12 13

Ibídem, pág. 14. Ibídem, pág. 14.


7 señalado una casa vecina) no le ha matado ninguna porque de noche las encierra en una pieza. Las larga a la mañana”.14 Convengamos que nadie mete los animales domésticos en la casa a menos que se sienta mucho miedo. Y era, con seguridad, lo que los barrialenses estaban experimentando desde hacía un buen tiempo. Máxime si consideramos las supuestas evidencias que don Bardín había recogido en su predio. “En mi gallinero, después de la matanza, aparecieron unos pelos rojos que no son de ningún animal conocido —sostuvo—. De lo que estoy seguro es que, sea lo que sea, eso vuela y tiene mucha fuerza. (…) La puerta de mi gallinero estaba forzada, los animales muertos, pero en la tierra blanda no había ninguna huella”.15 El misterio estaba plantado. El temor de los lugareños parecía real. No había motivos para que gente de campo, sin aparentes deseos de publicidad, relataran esa extraña historia. De todos modos, ahí estaban los testimonios; que aún sin consignarlos a todos en el artículo, fueron varios. “Con los datos proporcionados por el señor Bardín y otros detalles circulantes sobre el raro ser, se deduce que el vampiro es pelirrojo (por los pelos hallados), volador, poseería poderes extrañísimos, pues deja sin sonido a las gallinas cuando entra a comérselas (no gritan, no cacarean), intimida a los perros (le tienen pánico los pichos), espanta a las palomas (no viven más donde el exótico ser anduvo) y posee una panza respetable en la que cabe la sangre de unas 20 gallinas y algunas otras menudencias”.16 Y termina el artículo diciendo: “Una sola persona lo ha visto (o cree haberlo visto): el señor Bardín. ‘Hay mucho miedo acá con eso’, dijo. ‘Nadie quiere salir de noche. Hemos hecho algunos recorridos, pero no hallamos nada’.”17 Finalmente, ilustrando la nota con una escena típica de cazavampiros, propia de las películas de la Hammer Films, el valiente cronista culmina escribiendo (sin perder la ironía): “A las 5 de la mañana el sueño (el nuestro) venció al vampiro y se acabó la búsqueda”.18

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Ibídem, pág. 14. Ibídem, pág. 14. 16 Ibídem, pág. 14. 17 Ibídem, pág. 14. 15


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Fotografías publicadas en la crónica del 29 de setiembre de 1972 en El Andino (Archivo del autor). Obsérvese el apodo de “Vampi” que le dan a la criatura

Muchas son las preguntas que el artículo deja sin respuestas. Una de ellas, tal vez la más importante, es la fecha exacta del inicio de los ataques vampíricos. Nada se dice al respecto. Pero sabemos, por otra crónica publicada varias semanas después por la REVISTA GENTE, que el drama se había desatado a principios del mes de agosto de 1972. Por tanto, los arrojados periodistas de El Andino llegaron a Barriales, centro de operaciones de la criatura, con casi dos meses de atraso (29/9/1972). Es evidente que los intereses de la capital provincial eran muy distintos a los de pueblo; sumido —literalmente— en el más profundo terror, según indica la tradición oral recogida por otros investigadores del tema.19 El Andino no le volvió a dedicar demasiado espacio al Vampiro de Barriales, como veremos posteriormente. Pero esto no quitó que algunos diarios porteños, instigados por la crónica arriba analizada, le dedicaran —el 30 de setiembre, justo un día después a la publicación mendocina— una escueta referencia al tema en la que no se nombra para nada a vampiro alguno. Si la problemática de Barriales resultaba un tanto ajena a los mendocinos de la capital provincial, mucho más lo era para los habitantes de Buenos Aires que, lejos del folclore y “las creencias campestres”, tuvieron acceso a la nota periodística que transcribo a continuación.

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Ibídem, pág. 14. Nota: como ya dijimos en la introducción, es posible que el Diario Mendoza haya cubierto los baches que detectamos.


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Diario La Razón, Buenos Aires, 30 de setiembre de 1972, página 7 (archivo del autor)

“MENDOZA (De nuestra agencia) — Las insistentes versiones que corrían entre pobladores de la zona rural de Barriales, departamento de Junín, sobre una matanza de aves de corral y animales caseros que se venían registrando en horas de la mañana, motivaron que la policía, que no había recibido denuncia alguna sobre el hecho hasta entonces, realizara una amplia batida en procura de encontrar al animal, persona o ser extraño que producía el insólito episodio. Según las versiones, numerosas gallinas y otras aves de corral, así como conejos gigantes (¿sic?) ha amanecido con la cabeza destrozada y víctimas, al parecer, de que se les hubiese succionado la sangre. Lo que llama la atención —según versiones de los lugareños— es que los perros guardianes no delatan la presencia de ser alguno, pero al día siguiente aparecen aves y animales muertos. Aunque mucho de ello se estaba atribuyendo a la fantasía de la gente de la zona, al mediodía de ayer [29/9/72] se trasladó al lugar el Jefe del Sector Policial, inspector general Roberto Jofre, quien ordenó en horas de la tarde, la realización de una amplia batida en el lugar denominado El Pantano, que tiene una extensión de 150 hectáreas de tierras sin cultivar. Intervinieron en el operativo todos los efectivos de las seccionales San Martín, Rivadavia, Palmira, Junín y Barriales. Este se inició a las 17 horas y continuó hasta altas horas de la noche, sin que se hubiese obtenido resultado alguno. Quienes conocen las costumbres de campo opinan que la matanza pude ser provocada por un gato montés, un zorro o un perro salvaje, pero no han sido encontradas huellas de ninguno de éstos, como tampoco de hombres extraños a las propiedades afectadas”.20 No cabe la menor duda de que La Razón operó sobre el tema de un modo racional, frío y sin el encanto literario de la crónica mendocina (como era de esperar de un diario que porta el nombre que tiene). Acá no hay “chupasangres” sobrenaturales, sino aproximaciones que, alejadas por completo de las leyendas, instan a pensar en animales comunes y corrientes de la región. Por otra parte, la tardía intervención de la policía llama la atención. Según La Razón, no había habido denuncias hasta ese momento (29/9/72); lo que nos da a pensar que la problemática de Barriales había circulado oralmente y sin la atención “oficial” por un largo espacio de tiempo. Hecho que habla a las claras de lo significativo que resultaron los rumores —y el temor producto de ellos— en el pueblito mendocino. Aprovechados, con seguridad, por algunos medios (y sus 20 Véase: “Todos los efectivos policiales de 5 seccionales mendocinas actúan en un operativo ante una extraña mortandad de animales domésticos”, en diario La Razón, 30 de setiembre de 1972, Buenos Aires, Página 7. [El subrayado es del autor FJSR].


10 titulares sensacionalistas); que hicieron de ellos una verdadera novela de terror por capítulos, aunque con cierto retraso (de acuerdo con las fuentes consultadas por nosotros).

Tres días después de su primera publicación, y sugiriendo que las fechorías del vampiro estaban terminando, El Andino publicó en su página número quince un artículo que resultó paroxístico en cuanto a la burla destilada en él. No creo que los vecinos de Barriales lo hayan tomado con buen ánimo.

El identikit del “Vampi”. El Andino lunes 2 de octubre de 972, página 15 (archivo del autor)

Las descripciones recabadas durante el “trabajo de campo” cobraron forma en un identikit [véase arriba] por demás ridículo. Con seguridad, el dibujo no pretendía asustar, ni reflejar la angustia que circulaba (o ya había circulado) entre muchos vecinos de Barriales. El “Vampi”, acusado de “gallinicida”, irrumpía como si fuera una caricatura dibujada por Carlos Garaycochea.21 Un híbrido reconstruido artísticamente por un “(…) equipo de dibujantes (…), elaborado a partir de versiones un tanto contradictorias”.22 “En el retrato —dice El Andino—, el engendro muestra sus alas y patas de vampiro (testimonio del señor Bardín); su cuerpo y cola de zorro grande (testimonio del señor Brouzot) [no mencionado en el artículo del 29/9/72]; largos colmillos (marcas en las gallinas); prominente panza en la que cabe el jugo 21

Véase: Carlos Garaycochea, dibujante y humorista argentino, disponible en Web: https://www.tebeosfera.com/autores/garaycochea_carlos.html 22 Véase: “Indenti-kit del Vampi” en El Andino, 2 de octubre de 1972, Mendoza, pág. 15.


11 de 25 gallinas de un saque; cabeza de comadreja (otra versión); hocico de oso hormiguero (último dato sobre el bicho). Este collage sería el Vampiro de Barriales, si se da crédito a todo lo que la gente dice. Como podrá advertirse, es un poco improbable que alguna vez haya nacido un monstruo semejante. Y es de esperar que no nazca nunca”.23 Pero, según El Andino, las incursiones de la criatura se estaban ralentizando. “El gallinicida ha desaparecido de escena, luego de beber varias gallinas y algunos conejos. (…) Curiosamente el extraño ser no ha salido a merodear en estas últimas noches, pese a que hace ya tiempo que no se alimenta. Los vecinos de Barriales están a la espera de la aparición del bicho. Mucho duermen con la luz prendida y un ojo abierto”.24 E hicieron bien en guardar sus recaudos. Veinticuatro horas después, “Vampi” volvía agitar sus horrendas alas. El de 3 de octubre “el popular vampiro”25 arremetía de nuevo, alterando los ánimos.

El Andino, martes 3 de octubre de 1972, página 15 (archivo del autor)

Estaba “hecho un demonio”, escribió el periodista, en clara y risueña referencia a la canción homónima del Grupo Safari, lanzada al mercado en 1971 con enorme éxito.26

23

Ibídem, pág. 15. Ibídem, pág. 15. 25 Ibídem, pág. 15. 24


12 “Anoche [2/9/72], según una versión de muy buena fuente el fatídico engendro, cuyo indenti-kit publicamos ayer a título de primicia, tuvo la osadía y desfachatez de perseguir volando a un inofensivo motociclista que aterrizó violentamente [cayó al suelo]. El ‘Vampi’ realizó una pasada rasante, con sus flaps bajos, para constatar el efecto de su acción y ascendió hacia las alturas luego de efectuar un coqueto

looping,

acompañado

de

lúgubres

graznidos

que

sonaban

a

burlonas

risotadas

(craaal…craaak…craaak…)”.27 Por lo visto hasta ese momento, era la primera vez que el extraño ser atacaba directamente a un vecino. Pero, a renglón seguido, tras interpretar la voluntad de la criatura, El Andino informa (como era de esperarse) que: “No trascendió el nombre del infortunado motociclista que vivió tan amarga experiencia. Se sabe que el sujeto, vecino de Barriales, había permanecido una buena parte de la tarde conversando sobre el vampiro. Cuando retornaba a su casa sintió el aleteo a sus espaldas. Aceleró a fondo y el aleteo se intensificó. Imprimió más velocidad a su rodado y el precario equilibrio de las ruedas desapareció bruscamente.la blanda tierra de Barriales recibió el cuerpo del todavía anónimo personaje, mientras el vampiro contento de la obra desapareció cortando el aire con sus afilados colmillos”.28 El tono burlesco no se acababa. Y como las aves y conejos empezaban a parecer insuficientes, se dejó entrever que “Vampi” estaba enfocando su atención en animales de mayor porte. Aunque esta vez, no en la localidad de Barriales. La bestia ensanchaba su radio de influencia. “Otro raro caso —señala el diario—, también atribuido al vampiro, ocurrió en Rivadavia. Allí dos vacunos dejaron de existir pronto, sin hacer testamento ni anunciar su paso a la eternidad. Alguien sugirió muy despacito: ‘El vampiro los mató’. Se investigó a fondo la causa de la muerte de los cuadrúpedos y se determinó que las reses fallecieron por haber ingerido una flor muy venenosa para ellos, llamada ‘clavel amarillo’, que al parecer comen las vacas cuando sienten deseos de suicidarse. El vampiro resultó sobreseído en este caso. No así en el del motociclista, que aún se investiga”.29 De todos modos, el departamento mendocino de Rivadavia (vecino a Barriales) empezaba a recibir los embates del chupasangre y la voluntad expansionista de la criatura fue avistada por un tal “señor Capelli”, habitante del paraje La Cuyanita, “quien denunció en la Seccional 13ª que anoche [2/10/72] en

26

Véase: Estoy hecho un demonio, Grupo Safari, 1971. Disponible en Web: https://www.youtube.com/watch?v=qTln44P3Gow 27 Véase: “Más andanzas del Vampi” en El Andino, martes 3 de octubre 1972, Mendoza, página 15. [El subrayado es del autor FJSR]. 28 Ibídem, pág. 15. [El subrayado es del autor FJSR]. 29 Ibídem, pág. 15.


13 su domicilio vio un animal alado, oscuro, de grandes dimensiones, ojos rojizos y que, distraído, atropelló el alambre de colgar la ropa y prosiguió vuelo perdiéndose en la oscuridad de la noche”.30 Con mucho menos, la gente de la localidad estadounidense de Point Pleasant (West Virginia) hubiera resucitado a su famoso Hombre Polilla (Mothman).31 Pero el sarcasmo de El Andino impidió que eso sucediera. “Por suerte [el señor Capelli] no tenía prendas colgadas en el alambre, pues es de imaginar el desastre que podría haber ocurrido si una camiseta de frisa, mojada, obstruyera la visión de los colorados ojos del ‘Vampi’ y este se estrellara contra una casa o, lo que es peor, se viene en vuelo a ciegas hacia la ciudad de Mendoza, con la camiseta mojada, resfriado y furioso”.32

Artículos de El Andino de los días 6 de octubre de 1972 y 8 de octubre de 1972 respectivamente (archivo del autor)

La historia no daba para más y había que darle un cierre (al menos para los lectores de la capital mendocina). Por tal razón, y cargando las tintas previamente anunciadas, El Andino sentenció —con fecha 6 de octubre de 1972— que “(…) el raro engendro, luego de su sanguinolentas incursiones, ha desaparecido. Duerme. Sus rojos sueños pueblan su pavoroso cerebro”.33 Barriales recuperaba su tranquilidad.

30

Ibídem, pág. 15. [El subrayado es del autor FJSR]. Véase del autor: El Hombre Polilla (Mothman). 50 años sobrevolando el imaginario. Disponible en Web: https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=6329442 32 Véase: “Más andanzas del Vampi” en El Andino, martes 3 de octubre 1972, Mendoza, página 15. 33 Véase: “El reposo del Vampi” en El Andino, viernes 6 de octubre de 1972, Mendoza, páfina.15. [El subrayado es del autor FJSR]. 31


14 El monstruo “(…) no quiere salir —noticiaba El Andino—. El miedo anida en su torturada alma, luego que vio publicitado a los cuatro vientos su identikit (primicia exclusiva de nuestro diario). Teme que lo atrapen con los colmillos en la manga (mejor dicho, en las plumas de las gallinas). Los vecinos (…) ante su ausencia le han perdido el respeto, según consigna una información extraoficial llegada hasta nosotros (…). El bicharraco llega a arquearse de furia, pero no sale. El identikit lo ha condenado al ostracismo.”.34 El anónimo periodista le atribuía a su diario todos los laureles. Ellos habían conseguido vencer al Mal exponiéndolo ante todos, sin la necesidad de estacas o ristras de ajo. El Cuarto Poder asumía el rol que Van Helsing que había tenido en la novela de Bram Stoker (Drácula, 1897) con todo éxito. Pero la ironía de sus dichos no terminaba ahí. Barriales regresaba a la normalidad. Y no sólo sus habitantes (humanos) volvían a sentirse seguros. “También las gallinas (…) se han relajado. La C.G.P (Confederación General de Ponedoras) ha emitido un comunicado (que aun no llegó a nuestras manos) en el que critican duramente la acción de ‘ese horroroso monstruo que atenta contra nuestra forma de vida doméstica y gallinácea’. En otro párrafo se condena a ‘ese ser que debe haber nacido de un huevo empollado por el mismo demonio’.”35

Queda más que claro que El Andino nunca se tomó la noticia en serio y que difícilmente, a través de sus páginas, la gente pudiera haber entrado en una situación de histeria colectiva. La “realidad” barrialense de seguro era otra; y, en este caso al menos, no fue este medio el responsable de la propagación del pánico social que se desató en el pueblo. Otros fueron los resortes (mucho más complicados de explicar) los que actuaron oportunamente (y con varias semanas de anticipación a la primera publicación del 29 de setiembre). La última notica de El Andino sobre el tema es del 8 de octubre de 1972. No encontramos ninguna referencia más al Vampiro en los meses subsiguientes. Por tal motivo, podemos sostener que, a partir de entonces, fue la tradición oral la encargada de mantener el drama con cierta vigencia en Barriales (recogida y ampliada, como veremos, por la REVISTA GENTE). En su canto del cisne, El Andino ubicó al “Vampi” lejos del centro de operaciones original. De ahí que en su artículo postrero —señalado arriba— dijera: “Salió de su cueva el Vampi. Anduvo (o voló) unos cuantos kilómetros y llegó a Villa Seca, departamento de Maipú, donde masacró con sus largos colmillos las gallinas del señor Alberto Nicasio 34 35

Ibídem, pág. 15. [El subrayado es del autor FJSR]. Ibídem, pág. 15.


15 Ramos, agricultor (…). A las 7:40 del día 6 de este mes (no había luna llena, n nada que se le pareciera) el Vampi ya había terminado su macabra faena. Doña Telma Escudero de Ramos, esposa del propietario de los plumíferos, advirtió el vandálico paso del monstruito por su gallinero. Veinte aves difuntas fue el saldo de la furia del extraño ser. Algunas de las aves presentaban casi cortada la cabeza. Otras un orificio en el cogote. Pérdidas valuadas en 300 pesos ley. Trascendió, ya que no hubo información oficial al respecto, que la División Técnica de la Policía de Mendoza intervino en la averiguación del hecho. La denuncia, siempre de acuerdo a fuentes extraoficiales, habría sido presentada en la Seccional 10ª de Maipú”.36

Cementerio de Barriales. Supuesto campo de operaciones del vampiro y foto que muestra los humedales vecinos al camposanto (fotos de Internet)

36

FJSR].

Véase: “Otra del Vampi” en El Andino, domingo 8 de octubre de 1072, Mendoza, página 18. [El subrayado es del autor


16 PARTE 2

LA “GENTE” Y EL VAMPIRO

REVISTA GENTE número377 del 12 de octubre de 1972 (Archivo del autor)

Bajo las firmas de Alfredo Serra37 y Juan Mestichelli (fotógrafo), la crónica que la REVISTA GENTE publicara con fecha 12 de octubre de 1972 pasaría a ser una de las fuentes más citadas en todos los artículos (y entrevistas de televisión) que trataron el tema del Vampiro de Barriales en las décadas posteriores; siendo muy pocos los que la consignaron a pie de página a la hora de hacer públicos sus “refritos”. Aunque incompleto en más de un sentido (como veremos), el artículo de GENTE no sólo marcó un derrotero literario de muy larga data, sino que puso sobre el tablero algunos de los comportamientos típicos que ciertas comunidades establecen con los relatos imposibles. Sin ser antropólogos, sociólogos o historiadores, los autores supieron leer con inteligencia los avatares de un pueblo acosado por rumores e historias que rondaban el género fantástico. Hablaron con los vecinos, preguntaron y buscaron información (como dice el título de la crónica). Claro que esa fue una tarea que realizaron tarde, cuando los terroríficos eventos ya habían pasado o estaban a punto de terminar. Por otra parte, y dado que el rumor y las especulaciones siguieron circulando por

37

Véase: Alfredo Serra. Disponible en Web: https://es.wikipedia.org/wiki/Alfredo_Serra


17 Barriales de manera oral (según algunos hasta el mes de noviembre)38, muchos de los bizarros sucesos que la gente transmitió de boca en boca quedaron fuera de la cobertura de la revista porteña y del diario El Andino, previamente analizado.

Cementerio de Barriales y su cuidador de entonces, Aurelio Antonio Furlán (foto REVISTA GENTE)

Como en toda buena crónica de misterio, los eventos se inician en el cementerio del pueblo. “En la madrugada del 5 de octubre de 1972 unas manchas negras aparecieron sobre la tumba de Nicolás Longo (muerto en setiembre de 1924). Unos dijeron que las manchas eran de sangre. Otros, los más temerosos, buscaron explicaciones naturales: savia de rechonchas aceitunas naturales o huella de un Pito Juan, pájaro inocente y ruidoso que aletea en primavera. En otras circunstancias —escribe el cronista— nadie hubiera reparado en esas manchas. Pero cuando aparecieron, hacía ya dos meses que había empezado la matanza y todo el pueblo hablaba del vampiro”.39 Queda claro que agosto, aún sin ser tenido en cuenta por la mayoría de los diarios regionales, fue el peor de los meses en cuanto a incursiones vampíricas se refiere. En ese mes fue que Francisco Bardín se llevó el julepe de su vida. “El 4 de agosto [Bardín] se levantó a las 7 de la mañana (…) y caminó hasta el gallinero (…). Las gallinas estaban todas muertas. Y ni una sola gota de sangre. (…). Estaban todas en círculo, como si el Véase: Barrionuevo, Jorge, “El vampiro de Barriales: la leyenda que venció al tiempo” en Los Andes, 19 de enero 2013. Disponible en Web: https://www.losandes.com.ar/vampiro-barriales-leyenda-vencio-tiempo692177/#:~:text=Otros%20juraban%20que%20era%20un,cesaron%20las%20andanzas%20del%20vampiro.&text=Entonces%2C %20el%20%22vampiro%20de%20Barriales,leyenda%20que%20venci%C3%B3%20al%20tiempo. 39 Véase: “¿Verdad, mentira, magia… quién puede saberlo?” en Revista Gente número 377 del 12 de octubre de 1972, página 146. [El subrayado es del autor FJSR]. 38


18 asesino, después de su obra, hubiera urdido una extraña escenografía. Las gallinas tenían dos agujeros en el cuello y sus cuerpos sin sangre. No mostraban un solo rasguño. La puerta, cerrada cada noche con un alambre retorcido, estaba abierta. Dos palomas que habían hecho nido en un árbol junto al gallinero empezaban a mudarse a otro árbol, más lejano, como si huyesen de algo amenazador. (…) Los dos perros bravos, ladradores, atropelladores, temblaban al lado del horno.”40 Don Francisco había respetado al pie de la letra el mismo relato que les hiciera a los periodistas de El Andino semanas antes. No parecía haber contradicciones en sus declaraciones. Lo que ahora resultaba más que claro era el modo en el que la histeria colectiva había alterado la percepción de la realidad, viendo señales del vampiro por todos lados. En las lápidas machadas y en el comportamiento de las palomas y los perros. Más que canes, don Bardín debió haber tenido gansos sagrados; como los que salvaron a Roma en el 390 a.C. de un ataque de los galos.

Foto REVISTA GENTE 12/10/1972

“Bardín (…) buscó huellas en la tierra —continúa la crónica—, pero no encontró nada. Después, (…) enterró las gallinas en un pozo muy hondo, cerca de la ciénaga, frente al cementerio. (…) Una casualidad que hasta esa mañana de agosto apenas sí habían tenido en cuenta y después empezó a preocuparles (…)”.41 Y no era para menos. “Tres días más tarde [7 de agosto], Olga Ester González Espejo, que no ha cumplido 30 años, descubrió que alguien le había matado 16 conejos. (…) Pensó en Bardín, en el caso de las gallinas [que 40 41

Ibídem, página 146. Ibídem, página 146.


19 obviamente había circulado por todo el pueblo] y en una mujer que en el almacén, dos o tres días antes, le había hablado de un vampiro que se escondía en los nichos del cementerio. El asesino (…) había abierto a los conejos de un solo tajo y les había arrancado las entrañas. Estaban vacíos (…).” 42 El rumor sobre el vampiro había empezado a circular y las preguntas se agolparon en la atemorizada cabeza de la joven Olga Ester. “(…) ¿Por qué no ladraron los perros? La ventana de su pieza está apenas a 5 metros de la conejera y es común que de noche oiga chillar a los conejos. Sin embargo, esa noche no hubo ladridos ni chillidos, ni gritos, ni aleteos”.43 ¡El horror! ¡El horror! Una semana después, hacia el 14 o 15 de agosto, “Carmen Sotana —otra vecina— (…) recorrió su gallinero, acaso el mejor de Barriales, y mientras andaba entre sus 100 gallinas pensó que era difícil que el vampiro pudiera burlarse de (…) un mastín y un galgo de fama feroz en todo el pueblo. (…) Se acostó las 10 de la noche y durmió hasta las 8 de la mañana, trabajó todo el día en la casa, sin acercarse al gallinero, ni a la conejera, ni a la laguna de los patos. Si se hubiera acercado habría visto 5 conejos degollados en fila. Todos hacia el mismo lado, y hubiera comprendido porqué los perros estaban debajo de un viejo galpón (…). Quietos, como encantados. Los vio recién al caer la tarde (…).”44 Si a los conejos destripados les sumamos las veintitrés gallinas desangradas, propiedad de un tal Alejandro Romero, el 6 de setiembre, ya nos encontramos ante un clima de inquietud generalizada que halló en la peluquería local la caja de resonancia ideal para que los rumores se difundieran y adornaran con más detalles, nuevos y terroríficos. “En la ‘Peluquería Puebla’, la única en el lugar, el bombero Héctor Ruggieri deslumbraba (...) con su relato del vampiro, que para él es una especie de gato gigantesco que pega enormes saltos y tiene una fuerza descomunal. Domingo Puebla (el peluquero) dice que desde los primeros días de agosto nadie habla de otra cosa que de trampas para zorros, de piquetes armados que saldrán en busca del vampiro, de escopetas (…), de emboscadas, de investigaciones, de análisis químicos, de un labrador que la otra noche vio un bulto y disparó pero erró el tiro, de esa ciénaga misteriosa, donde Ruggieri juró haber visto cuevas, serpientes, insectos que no conocía, rastros enormes como de pájaros, arañas muertas y ruidos que no se parecen a ningún otro ruido”.45

42

Ibídem, página 146. Ibídem, página 146. 44 Ibídem, página 147. 45 Ibídem, página 147. 43


20 La Caja de Pandora se había abierto y parecía que todos los males del mundo rondaban por Barriales. Incluso viejas historias reaparecieron. Como aquella del Oso Blanco “una aterradora deidad que por 1920 tuvo sin aliento al pueblo y que una noche fue atrapado (…). El Oso Blanco era apenas un bromista macabro y su historia se cerró con unos cuantos garrotazos buen pegados”.46 No encontré ninguna referencia en internet sobre esta leyenda, pero lo que sí advierto —como una explicación muy común en todos estos tipos de casos— es el recurso de racionalizar los rumores creyendo que simples burlones son los responsables de los misteriosos ataques. Claro que jamás se probó que esa hipótesis fuera cierta.

En la peluquería Puebla, el bombero Ruggieri (con sombrero) cuenta los misterios del pantano. No hay otro tema en Los Barriales. Foto REVISTA GENTE del 12/10/72

Barriales se había convertido en un pueblo fantasma tras la caída del sol. “(…) En la calle, nadie se aventura. (…) No se advierte tertulia en el Club Social y Deportivo. (…) No hay luz en la Escuela Gervasio Posadas, ni en el Centro Cultural Merceditas de San Martín. (…) Apenas un hombre toma vino apurado en el almacén que está al lado de la vía. (…) No hay pasos en la pirámide blanca de la plaza. (…) El pueblo es un desierto a las 8 de la noche”.47 Entonces, en las penumbras del último atardecer del mes de setiembre (a sólo veinticuatro horas de la primera publicación hecha en El Andino), “Agustín Bernardo González, poseedor de un campo, una despensa y un surtidor de nafta (…) se sentó en un surco de su propiedad a fumar tranquilo y mirar las 46

Ibídem, página 147. Ibídem, página 147. Nota del autor; No debemos olvidar que esta descripción fue realizada por personas habituadas a vivir en grandes urbes, como Buenos Aires, y que el ritmo cansino de los pueblos del interior puede que les resulte extraño y poco común, especialmente después de las ocho de la noche (cuando todo el mundo ya está en sus casas y no hay nada qué hacer afuera). 47


21 estrellas. [Fue cuando] vio un bulto grande y oscuro, con cola gruesa, que cruzaba el campo a la carrera. [Agustín] se levantó, entró en la casa, se metió el revólver en la cintura y volvió al surco. El bulto grande y oscuro estaba en el gallinero. González apuntó con cuidado, pero pisó una hoja seca. El bulto saltó y desapareció. Entonces corrió hasta el destacamento de policía y se encontró con Rufino Arregui, un sargento que está a cargo desde hace dos años”.48

Agustín B. González uno de los poco que creyó ver al vampiro, pero, a pesar del sombrero de cazador que portaba, fracasó en su captura. Foto REVISTA GENTE del 12/10/72 (archivo del autor)

Todo parece indicar que González no hizo una denuncia oficial. Se limitó a “contar” lo sucedido y permanecer hasta la madrugada charlando con el policía que, seguramente, era amigo o conocido de confianza. Especularon sobre lo ocurrido y Arregui, desconcertado, incrementó el arcano clima imperante con dos evidencia que “(…) guardaba en el fondo de su escritorio y (…) con las cuales pensaba resolver definitivamente el misterio (…). Dos huellas marcadas en dos paladas de barro seco que mostraban 3 círculos y 3 líneas gruesas, algo así como una garra con uñas muy largas y fuertes, que había encontrado cerca de una acequia, en una finca donde el vampiro había destrozado una docena de patos. ¿Qué significaba aquella garra que ninguno de los dos había visto nunca? ¿La marca del vampiro?”49 En casos como éstos siempre aparecen huellas extrañas, de las que jamás se extraen conclusiones definitivas. Por lo general, las improntas son poco claras y podrían ser cualquier cosa. Esto sucede, inclusive, con aquellos “especialistas” en monstruos, a los que la literatura llama (y ellos mismos se autodenominan) criptozoólogos.50

48

Ibídem, página 147. Ibídem, página 147. 50 Nota: No es de extrañar que en casos como el del vampiro de Barriales las descripciones de los testigos y las evidencias materiales que suelen encontrarse conduzcan a estos cazadores de monstruos (los criptozoólogos) a especular sobre la existencia 49


22 Centenares de huellas de Pie Grande y del Yeti se acumulan en bizarros museos, como en laboratorios “amplios de mente”, y jamás han servido para confirmar la existencia real de esos animales míticos. Por lo general, ocurre todo lo contrario.

La extraña huella capturada por el sargento Arregui. ¿La marca del vampiro? Foto REVISTA GENTE del 12/10/72

No sólo González y Arregui estaban intrigados. Por su parte, Aurelio Antonio Furlán, el veterano cuidador del cementerio de Barriales durante los últimos dieciocho años, también se hacía preguntas y renegaba de la credulidad de mucha gente. “Maldecía al vampiro (…) porque, desde agosto las mujeres le preguntaban si había revisado los nichos y los hombres le preguntaban qué eran esas mancha negras que aparecían arriba de a tumbas”.51 Estaba podrido. “(…) Todas las conversaciones y recuerdos terminaban en el tema de la muerte. (…) Unos recordaban que a la ciénaga que está detrás del cementerio le llamaban, antiguamente, MUERTE.

EL PANTANO DE LA

Y otros recordaban a aquella mujer que apareció muerta en una bordalesa. Un crimen nunca

aclarado. (…) O que, en el camino que lleva a Barriales, a una de sus curvas se le dice MUERTE.

LA CURVA DE LA

(…) Y [finalmente] otros le recordaban que hacía más de medio siglo los chicos dormían entre

temblores porque todo el pueblo hablaba de un vampiro que vivía de la sangre de los corderos”.52 ¿Era eso cierto? ¿Se registraban antecedentes de un vampiro anterior en la zona? ¿O estamos ante una recuerdo falso con el que se pretendía darle entidad al rumor vigente en 1972?

real de animales extintos o seres misteriosos sin catalogar. Véase del autor: “De Chupacabras a Mapinguarí” en Revista El Escéptico, España, 24 de febrero de 2019. Link en Web: https://www.escepticos.es/node/6396 51 Ibídem, página 147. 52 Ibídem, página 147.


23 Tal vez nunca lo sabremos, pero, estoy seguro que, de haberse conservado comunidades originarias en la región, habrían acudido a sus mitos y leyendas para darle profundidad y prestigio a la creencia en el chupasangre. Como había ocurrido con las manchas en las lápidas del cementerio, el que busca encuentra.

Ejemplar de la REVISTA GENTE que cubrió el tema del Vampiro de Barriales- Hemeroteca de la Biblioteca Nacional (Archivo de autor FJSR]


24 EPÍLOGO

EL VAMPIRO DE BARRIALES Y LA TRADICIÓN ORAL

Puesta en escena de niños posando y velando las gallinas desangradas por el vampiro para el fotógrafo de REVISTA GENTE 12/10/1972.

No todo lo que ocurre queda registrado en documentos. Esta es una verdad que cualquier historiador sabría reconocer. Por eso, desde hace ya un buen tiempo, la “historia oral” ha venido a cubrir esos baches que tienen las hemerotecas, archivos y biblioteca del mundo entero. Como señala Philippe Joutard: “Todo documento escrito tiene tendencia a racionalizar una realidad mucho más confusa. Basta con leer las actas de las reuniones en las que hemos participado y compararlas con nuestros propios recuerdos para ver el trabajo de simplificación y de construcción ya efectuado. Incluso en el supuesto de que haya una taquigrafía fiel, faltarían los sobreentendidos, las tensiones implícitas, que sólo pueden aparecer de manera velada y muy indirectas a través de frases anodinas. Lo no dicho jamás se escribe, en cambio puede aparecer en la encuesta oral bien dirigida”.53 Toda entrevista tiende a proporcionar una información sobre el tipo de sensibilidad al pasado y, por lo general, lo que es verdad para un individuo puede ser también verdadero para el grupo. Un testimonio oral puede así reflejar la representación mental que se tuvo de un acontecimiento determinado y ver a través de él la forma en que un determinado colectivo vivenció un hecho social, político o económico. La historia oral se ha convertido en una nueva forma de hacer historia. Una forma fascinante que nos permite oír esas lejanas voces perdidas hasta hoy, que nos llegan del pasado.

53

pág.256.

Joutard, Philippe, Esas Voces que nos llegan del pasado, Editorial Fondo de Cultura Económica, Buenos Aires, 1999,


25 Pero, como veremos, no todas esas voces llegaron a ser plasmadas en los artículos analizados más arriba; y así, dichos, suposiciones, anécdotas y temores que circularon por Barriales en la década de 1970, quedaron al margen. Muchos de ellos empezaron a circular en el pueblo tras el retiro de los periodistas que cubrieron los eventos. Otros surgieron más tardíamente, cuando el vampiro había dejado de ser noticia. Pero todos, sin duda, enriquecieron el patrimonio intangible de la zona, convirtiéndose en la punta de un iceberg que tiende a denotar el sistema de creencias y las mentalidades vigentes entonces (y que, en más de un caso, aún perduran). Una de las historias que no quedó reflejada en el papel (al menos en las fuentes consultadas para este artículo) es la referida a la tremenda matanza de perros negros que se dio, oportunamente, en los campos aledaños al cementerio y pueblo de Barriales. Según dicen algunos vecinos y lugareños que investigaron el tema, decenas de cánidos oscuros resultaron masacrados a tiros por el sólo hecho de creer en la metamorfosis de la que son capaces (según el folclore) los vampiros. Ante la escases de lobos en Mendoza, buenos resultaron aquellos perros que, por su pelaje, eran difícilmente identificados como tales en plena oscuridad. Por otra parte, y dado que el chupasangre fue por un tiempo asociado también a un lobizón, es entendible (dentro de esa lógica del miedo) reventar a tiros al animal que más se acercaba en aspecto a la bestia.54 Otros comentarios hacen mención a misas celebradas por los párrocos del departamento mendocino, con el objeto de expulsar al vampiro de la zona. La iglesia, protectora del alma de los fieles, habría creído tener los recursos espirituales necesarios para vencer al demonio encarnado en el monstruo. De ser ciertos estos rituales, los curas de Barriales se acercaron mucho (en 1972) a las prácticas celebradas en Francia, durante el siglo XVIII, cuando en la región de Gévaudan una sanguinaria criatura se dedicó a asesinar mujeres y niños a lo largo de casi cuatro años, requiriéndose el auxilio de los sacerdotes, sus plegarias y procesiones.55 No faltaron aquellos que le atribuyeron las temibles succiones de sangre a las almas excomulgadas de personas que, ya sea por blasfemar, cometer incesto o suicidarse, habían despertado la ira de quien en principio debería ayudarlos; Dios. El historiador mendocino Gustavo Capone, según explicó en un programa de la televisión cuyana, recogió una de las especulaciones más sorprendentes sobre el tema. Aquella que, transmitida por lugareños 54

Véase: El Vampiro de Barriales (primera y segunda parte). Programa No Culpes a la Noche, Mendoza, 2021. Disponible en Web: https://www.youtube.com/watch?v=xaHM0M9PpaE&t=427s y https://www.youtube.com/watch?v=ZqxqsJBSRY0&t=16s 55 Véase del autor: La Bestia de Gévaudan: Imaginario y Terror en la Francia del siglo XVIII. Disponible en Web: https://www.monografias.com/docs113/bestia-gevaudan-imaginario-y-terror-francia-del-siglo-xviii/bestia-gevaudan-imaginario-yterror-francia-del-siglo-xviii


26 de un territorio históricamente por demás sanmartiniano, sostenía que el vampiro era el producto de una maldición “por no entender a San Martín”. Héroe de la independencia americana que debió exiliarse en Europa una vez terminada su gesta libertadora.56 Pero de todas las posibles respuestas al enigma, una fue la que resultó más incómoda a la hora de especificarla, dando nombres y apellidos concretos de las personas supuestamente involucradas. En ella se afirmaba que el vampiro era el hijo de un acaudalado y poderoso bodeguero mendocino que, en tratos con el demonio por conseguir poder, fama y fortuna, se había condenado eternamente practicando rituales de magia negra.57 En pocas palabras, le había vendido su alma al Diablo y que más tarde —arrepentido— gestionara un velorio en pleno campo durante nueve días y sus noches, para liberarse del mal y recuperar la tranquilidad en toda la región.58 Esta versión fue tan sostenida en el imaginario local que todavía hoy en día la gente se niega a identificar al supuesto responsable. Ya para terminar y diversificar la versión que diera el bombero Ruggieri en la convocante peluquería del pueblo, habría que agregar otros culpables, esta vez algo más terrenales: gatos de gran tamaño, comadrejas, pumas y, no podía ser menos, muchachones provenientes familias adineradas que se divertían generando temor y grandes pérdidas económicas entre los vecinos Versión que fuera mantenida por uno de los periodistas de El Andino, en un reportaje que le hicieran en junio de 2012.59

Cosas raras son las que ocurren y seguirán ocurriendo en tanto existan las crisis, los espacios desolados y el rumor que éstos generan. Bestias, vampiros, hombres-polilla, lobizones, brujas y monstruos de variadas especies perdurarán en el imaginario cada vez que el sol se ponga y la gente se nuclee alrededor de un fogón, o en una peluquería de pueblo. FJSR Buenos Aires, Febrero 2021

56

Véase: El Vampiro de Barriales (primera y segunda parte). Programa No Culpes a la Noche, Mendoza, 2021. Disponible en Web: https://www.youtube.com/watch?v=xaHM0M9PpaE&t=427s y https://www.youtube.com/watch?v=ZqxqsJBSRY0&t=16s 57 Ibídem. 58 Sobre la cuestión del hijo del bodeguero véase: Páez, Natalia, “El bodeguero vampiro” en Mitos y leyendas del vino argentino, Editorial Aguilar, Argentina, 2011. Asimismo véase: Barrionuevo, Jorge, “El vampiro de Barriales: la leyenda que venció al tiempo” en Los Andes, 19 de enero 2013. Disponible en Web: https://www.losandes.com.ar/vampiro-barriales-leyendavencio-tiempo692177/#:~:text=Otros%20juraban%20que%20era%20un,cesaron%20las%20andanzas%20del%20vampiro.&text=Entonces%2C %20el%20%22vampiro%20de%20Barriales,leyenda%20que%20venci%C3%B3%20al%20tiempo. 59 Ibídem, La leyenda que venció al tiempo.


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