Ilustrado por Josefina Schargorodsky Escrito por Mara Parra
Parra, Mara
Magas ilustradas : un tarot para mujeres que hacen magia sin varita / Mara Parra ; Ilustrado por Josefina Schargorodsky. - 3a edición especial. - Ciudad Autónoma de Buenos Aires : FERA, 2025.
112 p. + 80 cartas : il. ; 23 x 17 cm.
ISBN 978-631-6541-25-3
1. Tarot. I. Schargorodsky, Josefina, ilus. II. Título.
CDD 133.32424
Segunda edición revisada: abril 2023
Tercera reimpresión [edición especial]: noviembre 2025
© Mara Parra, 2019, 2023
© Josefina Schargorodsky, de la ilustración, 2019, 2023
© Fera, de la edición, 2019, 2023
Adolfo Alsina 2842
1207, Ciudad Autónoma de Buenos Aires
Edición: Mara Parra
Curaduría: Victoria Benaim
Diseño editorial: Belén Rigou
Corrección: Hernán Villasenin
Impreso en China
Hecho el depósito que marca la ley 11.723
Los secretos de este libro están protegidos. Queda prohibida la reproducción total o parcial de esta obra –ni con fotocopiadora ni con inteligencia artificial ni con hechizos– sin el consentimiento expreso de la editorial. El trabajo creativo merece cuidado.
Prólogo
La historia del viaje del héroe se ha narrado a lo largo de numerosas colecciones de mitos y cuentos de hadas. Pero es a través de los arcanos mayores del tarot que la encontramos completa y en imágenes. El Loco, su protagonista, es el ejemplo perfecto de una persona que realiza el camino de individuación. Es por eso que la primera definición que podríamos dar sobre el tarot en términos actuales es que se trata de una herramienta de autoconocimiento.
Magas ilustradas es una propuesta moderna y descontracturada para internarse en el estudio del tarot, bajando esos contenidos a las escenas de la vida cotidiana. Está dedicado a mujeres que hacen magia sin varita, un concepto, para mí interesante, que despoja al tarot de ese halo extraño de sospecha para instalarlo en un lugar de claridad, un lenguaje simbólico que nos habla sobre los procesos de desarrollo y crecimiento personal.
No abundaré aquí en conceptos sobre los diversos orígenes del tarot, ya que podrán encontrar una información muy completa en las primeras páginas del libro, pero sí me gustaría ampliar brevemente la idea de proceso que se propone en sus distintos estadios.
Quienes transitamos el tarot como un relato del viaje del héroe consideramos que, a través de sus imágenes, se desarrolla la historia de una vida humana y del camino de la iniciación que está anunciado ya desde la carta de El Mago y los elementos que aparecen sobre su mesa de trabajo.
La palabra tarot es una palabra francesa cuya “t” final no se pronuncia. La insistencia en pronunciarla proviene de ver una conexión entre la primera y la última “t”, que forman un círculo o rueda, que se vincula con la palabra latina rota (rueda). Así, los arcanos mayores del tarot se pueden comprender como la representación de la rueda del tiempo o de la vida. Los arcanos menores, en cambio, conforman los cuatros caminos de la iniciación que estaban anunciados en la mesa de El Mago: la educación de la voluntad (el fuego), la conexión con las emociones (el agua), el conocimiento de las leyes universales y la gestación del pensamiento creativo (el aire) y la capacidad de manifestar (la tierra).
El tarot nos enseña que todo aquello que queremos consolidar en este mundo se da a través de un proceso relacionado al número cuatro. Todo comienza con una inspiración o idea (El Mago), que tiene que encontrar en nosotros una voluntad receptiva (La Papisa). Esto genera un proceso de germinación o embarazo (La Emperatriz), que luego toma su forma en el mundo (El Emperador).
El viaje a través de la rueda de la vida es un viaje hacia la totalidad. Si aspiramos a realizar plenamente nuestro potencial, debemos recorrer la rueda desde El Loco hasta El Mundo. Empezamos el viaje como El Loco inconsciente y lo terminamos como el Loco sabio, al menos esa es la propuesta de estos arcanos o triunfos. Se trata de los triunfos sobre el camino de las pruebas, las victorias sobre nuestras propias limitaciones. Para lograrlo no se necesita una varita ni conocimientos ocultos. Se necesita la magia de la perseverancia y algo de apertura al misterio. Eso sí.
Caprarulo —
Graciela
Índice
Preguntas frecuentes
Numerología en
Arcanos mayores
El Loco
I. El Mago
II. La Papisa
III. La Emperatriz
IV. El Emperador
V. El Papa
VI. El Enamorado
VII. El Carro
VIII. La Justicia
IX. El Ermitaño
X. La Rueda de la Fortuna
XI. La Fuerza
XII. El Colgado
XIII. La Muerte
XIV. La Templanza
Arcanos menores (del 1 al 10)
Cartas de la corte (Sota, Reina, Rey, Caballero)
Tiradas
XV. La Diabla
XVI. La Torre
XVII. La Estrella
XVIII. La Luna
XIX. El Sol
XX. El Juicio
XXI. El Mundo
Historia del tarot
La historia del tarot es un enigma hasta el día de hoy. Aunque se puede rastrear la creación de ciertas barajas cuatro o cinco siglos hacia atrás, no se conoce con certeza su origen. Se cree que nació como un juego de naipes que se fue cargando de simbología para que, años después, se usara con fines adivinatorios, hasta llegar a convertirse en la herramienta de autoconocimiento que es hoy.
Aunque algunos sostienen que los primeros naipes llegaron gracias a los mercaderes del Mediterráneo que hacían la ruta de la seda en el siglo XIII, fue en Italia donde hay registros de las primeras cartas con “triunfos”, figuras que coinciden con los arcanos mayores. Se cree que los primeros mazos tenían una función pedagógica, como el Tarot de Mantegna, que tenía 50 cartas divididas en clases sociales, musas, artes y ciencias, virtudes y planetas. Aquí hay cartas como el Mendigo (el actual el Loco), el Mercader, la Poesía, la Filosofía, la Luna y el Sol. Luego proliferó el uso de las cartas como el juego del tarocco, un juego de bazas cuyo objetivo es servir al triunfo que se muestra boca arriba, que tuvo luego versiones análogas en Alemania y Francia.
Las primeras referencias de barajas completas de las que hay registro datan de mitad del siglo XV en Italia, donde las familias adineradas del norte le encomendaban a artistas que pintaran naipes personalizados para ellos. Un ejemplo conocido es el del duque de Milán, Felipe María Visconti, que le había encargado al artista Bonifacio Bembo las cartas como regalo para la boda de su hija con Francesco Sforza. Así nació el famoso tarot Visconti Sforza, una baraja dorada y lujosa que, aunque no tenía intenciones adivinatorias hasta el momento, sentó las bases gráficas del tarot de Marsella y de todas las barajas que este ha inspirado, tanto en sus arcanos mayores como en los menores.
De esa misma época es el tarot renacentista Sola Busca que inspiró las ilustraciones de los arcanos menores del tarot inglés Rider Waite Smith a comienzos del siglo XX. Se trata de una baraja de estilo renacentista que una familia adinerada de Venecia le habría encargado al artista Nicola
di Maestro Antonio. Los grabados exaltan las proporciones del cuerpo y hacen referencia a eventos históricos y mitológicos que, aunque muchos desconocen hoy en día, enriquecieron el sentido y colmaron de misterio a las cartas. Actualmente, se encuentran versiones incompletas de estos tarots originales del año 1400 en colecciones y bibliotecas privadas, y en algunos museos, como el Albertina en Viena y el Museo Británico en Londres.
Fue recién en el siglo XVIII que se popularizó en Francia la lectura del tarot como una práctica adivinatoria. Se cree que su principal impulsor fue Etteilla, un comerciante y peluquero que derivó en ocultista y mandó a diseñar una baraja que resultó exitosa durante su época. Luego fue duramente criticado por otros estudiosos como Éliphas Lévi y Edward Waite, que consideraron que muchas de las intervenciones de Etteilla fueron caprichosas y subjetivas, y que tergiversaron el tarot. Sin embargo, cabe aclarar que todo el marco teórico de aquellos años lo aportaba el ocultista e intelectual francés Court de Gébelin, quien aseguraba que los arcanos mayores provenían del antiguo libro egipcio de Thoth. Fue su estudio el que luego acercó a Éliphas Lévi y a Papus a repensar el tarot con fuerte vínculo en la cábala1 y a relacionar los 22 arcanos con las 22 letras del alfabeto hebreo (los 22 senderos del árbol de la vida). Esto derivó en una analogía entre arcanos y astrología –preexistente en las letras hebreas–que hasta hoy perdura. Lo curioso es que las órdenes ocultistas francesas de ese entonces insistían en que el origen del tarot era egipcio; cosa que estudiosos contemporáneos como Emilio Salas refutan por completo.
El siglo XVIII en Francia culmina con el rol protagónico del tarot durante la Revolución Francesa, tiempos en que la escritora y médium Marie Anne Lenormand fue la adivina más destacada. Muchos aseguran que le habría leído las cartas a Napoleón, a su esposa Josefina y a Robespierre, entre otros líderes influyentes de la época. Hacia 1840 se popularizó la baraja llamada “Petite Lenormand”, que no es un tarot sino un oráculo con 36 cartas que tiene animales, personajes y objetos.
1 Disciplina esotérica con base hebrea que, a través del estudio de la Torá, explica el vínculo de Dios con el universo.
El tarot Rider Waite Smith fue publicado en 1910 en Inglaterra. Se trató de un proyecto del mago ocultista Arthur Edward Waite –nacido en Brooklyn y criado en Londres– para el cual le encargó las ilustraciones a su compañera de la Orden Hermética de la Golden Dawn, la artista Pamela Colman Smith. Rider fue quien comisionó el trabajo, a cargo de la editorial William Rider & Son, que por esa época también publicó una edición de Drácula de Bram Stoker. El cambio más notable de esta baraja fue el que realizó Pixie –como se hacía llamar Pamela– al representar escenas alegóricas en todos los arcanos menores, en lugar de los dibujos simplificados de número y palo con que se conocían en la mayoría de los mazos. Su trabajo se inspiró en distintas barajas, como la italiana Sola Busca, cuyo 3 de espadas, por ejemplo, es prácticamente igual. Waite, por su parte, se enfocó en “mejorar” el diseño de los arcanos mayores. Intercambió el número de los arcanos La Justicia y La Fuerza, para que sirvieran mejor al espíritu de los signos de Libra y de Leo, y eliminó un personaje de los tres que tenía la carta de El Enamorado, para que reflejara mejor el espíritu de Géminis; entre otras cosas. El “Rider” se volvió el mazo más popular del mundo occidental con más de 100 millones de copias vendidas. Pero Pixie murió pobre y con deudas. Cobró muy poco dinero por haber ilustrado las 78 cartas y no tuvo reconocimiento en vida por su talentoso e inspirador trabajo.
Otro tarot exitoso de la última época de órdenes secretas y proliferación de estudios esotéricos en Inglaterra fue el del mago Aleister Crowley. Para su creación trabajó con la artista Frieda Harris y tomó de referencia al antiguo libro del dios egipcio de Thoth. Sostuvo el vínculo de los arcanos mayores con las letras hebreas teorizado por Gébelin y la asociación astrológica que habían planteado Éliphas Lévi y Papus. No intercambió la numeración de los arcanos La Justicia y La Fuerza, como Waite, aunque sí realizó cambios en los nombres de varios arcanos. En el Tarot de Thoth, creado por Crowley, La Justicia es El Ajuste, La Fuerza es La Lascivia, La Templanza es El Arte, El Juicio es El Aeón y El Mundo es El Universo.
Por su parte, el Tarot de Marsella tuvo una especie de auge luego de que –a finales del siglo XX– el artista y cineasta chileno Alejandro Jodorowsky modernizara la baraja junto al francés Philippe Camoin, que pertenecía a una familia histórica de impresores de dicho tarot. Con toda la