4 minute read

Encuentros cercanos... con el mal tiempo

o sé en qué momento mágico se dio la aparición del hombre sobre la faz de la tierra, pero de lo que sí estoy seguro es de que desde ese preciso momento empezamos a interactuar con el clima. El hombre totalmente desnudo e inerme ante las fuerzas de la naturaleza tuvo que enfrentar muy malos tiempos, resguardándose cómo y dónde podía. Eso no ha cambiado gran cosa, pues seguimos resguardándonos del clima sin poder hacer absolutamente nada para controlarlo, posiblemente solo lo habremos influenciado un poco con nuestras pretensiones de seguir utilizando combustibles fósiles, muy contaminantes, pero nada más. La lluvia, los vientos y las tormentas nos siguen afectando al grado de alterar nuestras actividades en forma muy marcada.

Osuna es egresado de la Escuela Militar de Aviación de la FAM. Acumulo más de 22,000 horas de vuelo en diferentes tipos de aviones, entre ellos AT-6; T-28; TC-690; Sabreliner; y HS-125. Piloto Ejecutivo en Monterrey, N.L. Instructor de Vuelo, Simulador y Teoría de DC-9. Experiencia en África, en Kuwait y en Afganistán. Habla inglés y francés. TPI Retirado. Escritor Libre. Radicado desde 1988 en La Paz,B.C.S.

En algún momento de nuestras vidas como navegantes, del cielo o del mar, tenemos que tomar decisiones, ya sea para salir a volar o para salir a navegar “más allá de las columnas de Hércules”. Eso implica tener que enfrentar a la naturaleza armados con nuestros propios “arreos”, con un buen barco o con un buen avión, y, ahora en nuestros días, con un caudal enorme de información meteorológica, la cual sin embargo tenemos que interpretarla correctamente.

El mismo Cristóbal Colón, él sí sin ningún tipo de información, se topó —y por poco los hace zozobrar— una serie de terribles tormentas en su primer viaje de descubrimiento. La “Niña” y la “Pinta” (la “María Galante” o “Santa María” había zozobrado en la Hispaniola) durante el viaje de regreso fueron separadas por la violencia de los vientos, ya que, sin saberlo, se adentraron en una gigantesca zona de baja presión invernal. Ambas carabelas ya no se volvieron a ver hasta llegar a España. Afortunadamente, la “Niña” pudo recalar en Santa María de las Azores. Este encuentro cercano del almirante con el mal tiempo por poco y le cuesta la vida, ya que experimentaron vientos de fuerza 10 en la escala de Beaufort, teniendo que navegar sin presentar velamen hasta refugiarse.

Después de hacer reparaciones y descansar en las Azores, navegando hacia el este se volvieron a topar con tormentas muy fuertes. Indirectamente este episodio de mal tiempo provocó que Colón arribara primero a las costas de Portugal antes que a España.

El clima y el cielo no hacen distingos de ningún tipo, una vez que los elementos se desatan no hay nada que los detenga y solo amainan cuando se les agota “el combustible”. El hecho de que los humanos decidamos enfrentarlos para la naturaleza no tiene la menor importancia, ella hará su trabajo, estemos o no estemos. Escuchemos de parte del mismo almirante la descripción de tan terrorífico encuentro en alta mar: Ya sin velas anduvieron a palo seco por la gran tempestad del viento y la mar que de dos partes los comía. En la espantosa tempestad arrastrados por el viento y el agua del cielo a la tierra y de la tierra al cielo, en una noche empapada en lluvia y desgarrada por relámpagos. Mejor descripción de un encuentro cercano con una tormenta no lo podemos encontrar. Colón sabía por su experiencia junto con la de sus pilotos (no aviadores, marinos), que podían encontrar este tipo de fenómenos, pero no sabían cómo enfrentarlos, cómo capotearlos, cómo ubicarlos y cuándo esperarlos, a no ser la de arriar velas y rezar. Esta vez se salvaron, la “Niña” sin arboladura y bastante zarandeados pudieron recalar en Lisboa. Los marinos españoles sin saberlo se enfrentaron en el mismo viaje dos veces con el mal tiempo, primero al oeste de las Azores y después al este del archipiélago.

Dejando en paz a los exploradores españoles de los siglos XV y XVI, nos vamos a trasladar a los tiempos modernos para ilustrar nuestro relato y que nos sirva de punto de comparación entre la navegación marítima y la moderna navegación aérea. En virtud de los medios en que nos desplazamos unos y otros, en el mar y en el aire nos vemos afectados grandemente por el estado del tiempo. Ahora vamos a ver cómo ya en tiempos modernos el “mal tiempo” puede afectar a la aviación. Como ejemplo de lo anterior, voy a poner en perspectiva, no para criticar actitudes o equipo, sino tan solo para enmarcar mi relato.

En un vuelo de la compañía Latam procedente de Santiago de Chile con destino en Asunción, Paraguay, todo iba bien hasta que iniciaron su descenso. Al frente se toparon con una barrera de tormentas originadas por un sistema frontal muy prolongado. Aparentemente el radar meteorológico del avión venía trabajando correctamente, ya que la tripulación pudo identificar varias zonas de actividad convectiva severa. Continuaron con su aproximación, sin embargo, fue tan intensa la turbulencia y la lluvia que decidieron descontinuar su llegada y procedieron a dirigirse a un aeropuerto alterno con mejores condiciones. Así lo hicieron y aterrizaron en el aeropuerto de Foz, en Iguazú, en donde permanecieron aproximadamente dos horas en espera de una mejora del tiempo en Asunción.

Volvieron a despegar y al aproximarse a su destino de nueva cuenta encontraron zonas de muy mal tiempo, sin embargo, continuaron volando hasta que lograron aterrizar. Los videos de algunos pasajeros que nos han llegado nos muestran la gran intensidad de esa tormenta por la frecuencia de las descargas eléctricas y la turbulencia. Los daños a la estructura del avión fueron considerables, me imagino, solo me imagino si experimentaron la presencia de granizo, ya que ambos motores sufrieron lo que llamamos “flame out” por ingestión de hielo y agua, es decir, se apagaron, el radomo desapareció, los parabrisas se estrellaron y los bordes de ataque quedaron deshechos, un verdadero milagro que el avión siguiera volando. Se declararon en emergencia, logrando arrancar uno de los motores para posteriormente aterrizar en el aeropuerto de Asunción.

Ahora bien, “Tout proportion gardé”. Toda proporción guardada, es fácil coludir que en los dos ejemplos anteriores el denominador común fue el “mal tiempo”. En ambos casos se enfrentaron por partida doble a las tormentas, unos (Cristóbal Colon) sin saberlo y los otros a sabiendas de lo que les esperaba. Unos en enclenques carabelas y los otros en un avión moderno, con armas para defenderse. En los dos casos salieron bien de su aventura, zarandeados y mojados, pero vivos.

Por esa razón cuando alguien me pregunta que opino del clima les contesto: “Está para disfrutarse siempre y cuando “mantenga mis pies secos y en la tierra”.

Hasta pronto y no olviden apegarse a las listas y procedimientos del fabricante del avión que vuelan. Si se topan con “mal tiempo al frente” sáquenle la vuelta, nadie les va a decir nada.