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atricio Milmo, en su juventud, fue motociclista y recorrió Estados Unidos con la esperanza de cambiar su moto por un avión de $1000 dólares; a los 15 años ya volaba solo y muy pronto, como solían hacer en aquellos días quienes sabían volar, empezó a dar instrucciones de vuelo en el Campo Militar de Monterrey. A los 19 años se inició como piloto fumigador, pero a pocos días de comenzar sufrió un grave accidente en el que perdió su avión.
cula XB-RUS, tengo fotos y películas de todo este viaje en el que también pasamos por Centroamérica, el Caribe y Cuba”,comentó Milmo. Once años después, en 1968, Milmo y dos compañeros pilotos: José Antonio Hernández y Salvador Martínez, volaron en un bimotor Piper Navajo matrícula XB-HIX. Viajaron a la Península del Labrador y de ahí a Groenlandia, Islandia y Noruega. Recorrimos 10 países de Europa durante 25 días incluyendo la Irlanda de mis ancestros, agregó.
Sin embargo, regresó con más bríos y en pocos años estableció una compañía de fumigación: “Aerofumigaciones del Golfo”, que llegó a tener oficinas en varias ciudades de la República y que dirigió durante 18 años.
Al tiempo que fumigaba el algodón de todo México, Milmo se inició en la compra-venta de aviones Piper, negocio que le permitió incrementar sus ingresos y emprender otras actividades. Una de esas fue la construcción y operación de “Aerocentro”, un aeropuerto que manejó en sociedad con Federico Santos por espacio de 13 años, y que se ubicaba frente al Club Campestre de Monterrey en plena colonia Del Valle. “Aprendí a jugar golf y me hice socio del Club Campestre, porque ahí estaban mis amigos que eran también mis clientes a quienes les vendía los aviones, que traía de Estados Unidos yo personalmente -comenta con orgullo-. Vendí muchos aviones y algunos siguen volando todavía”. Pero ser un próspero empresario de la aviación, con venta de aeroplanos y hasta aeropuerto propio, no era suficiente para este aviador que tenía una enorme pasión por volar.
Los grandes viajes Por eso, en 1957 hizo su primer gran vuelo, un recorrido de 4 meses por Sudamérica que lo llevó a cruzar varias veces los Andes y pasar por las cataratas de Iguazú, el monte Tronador y llegar hasta la Patagonia. “Iba conmigo como copiloto Jorge de Fuentes, volamos en un Bonanza matrí22
Con la experiencia de haber volado al Viejo Continente, el año siguiente Patricio viajó de nuevo a Europa, llevando a su familia, sus padres, su hermana Laura y su hermano Fernando como copiloto, durante un mes recorrieron 7 países en un Piper Azteca matrícula XB-MUU. Cabe mencionar que ni el Navajo ni el Azteca tenían tanques adicionales de combustible. Era septiembre y por las condiciones adversas: vientos en contra de 40 nudos, lluvia y temperaturas bajo cero, de Escocia mi familia regresó en avión comercial a Canadá, pero mi hermano y yo volvimos en nuestro avión, llegamos a Goose Bay, Canadá, con el avión cargado de hielo, guiados a media noche por vectores y con los tanques casi vacíos, asegura. Este aviador regiomontano que admira las hazañas de Charles Lindbergh y Amelia Earhart, decidió emprender en 1971 la mayor aventura de su vida: Darle la vuelta al mundo. Acompañado del también piloto Jesús Delgado, voló por espacio de 75 días en un Twin Comanche, bautizado como el “Embajador Azteca”. En total fueron 187 horas de vuelo en las que recorrieron 34,980 millas por países como: Irlanda, Portugal, España, Suiza, Grecia, Turquía, Irán, Paquistán, India, Nepal, Birmania, Tailandia, Singapur, Filipinas, Australia, Fidji, Samoa y Hawai, además de varias escalas en Estados Unidos. Viajamos guiándonos por la brújula y la posición de las estrellas; en aquel entonces no existía GPS, íbamos en una posición muy incómoda, rodeados de válvulas, mangueras y con 10 tanques de combustible.
A pesar de todo, el viaje valió la pena pues les permitió ver la Acrópolis, el Taj Mahal, e incluso fotografiar el Everest, la montaña sagrada de los Himalaya a 22 mil pies de altura. Milmo figura entre los llamados Earthrounders, que son aquellos pilotos que han dado la vuelta al planeta. “Fuimos el catorceavo vuelo efectivo en Bimotores, somos muy pocos los que lo hemos hecho sin GPS”, cuenta el también ganador de la medalla “Emilio Carranza”, misma que le fue otorgada en el castillo de Chapultepec en febrero de 1998, por tener en su haber más de 10,000 horas de vuelo.
Seguir volando, seguir soñando Para Patricio Milmo, el avión privado es un medio de transporte que tiene muchas ventajas con respecto al automóvil: es más rápido, la seguridad depende el 90 por ciento de ti y no de otros conductores y es una herramienta muy importante para el hombre de negocios. Volar es además una gran sensación, y muy estimulante: “Muy pocos tenemos el privilegio de levantarnos y olvidar nuestros problemas, elevarnos por el aire y dejar en tierra nuestras preocupaciones. No es complicado volar, solo hace falta tener el deseo de hacerlo. Si quieres lograr algo y te decides a conseguirlo, todos los obstáculos se derrumban”, enfatiza el también abogado y ganadero. “Cuento con un rancho, crio cabezas de ganado y terminé mi carrera profesional. Además tengo muchos amigos y muchos sueños: soñar es el primer requisito para llegar a una meta “, comenta el experimentado piloto.
des. “Quisiera que nos levantaran las trabas y obstáculos, que aligeren la burocracia y quiten el centralismo que muchas veces nos impide volar. Para eso, seguiremos luchando” con FEMPPA. Tuve gran satisfacción en pasear a mi familia en avión privado en muchos lugares incluyendo: San Francisco, Cañón del Colorado, Nueva York y Europa, y observar la Aurora Boreal, los Alpes, Venecia, etc. En avión comercial no se aprecia nada.
Otros logros El 5 de mayo de 1967 ganó el primer lugar en la carrera de Monterrey a Tampico, donde participaron 57 aviones. Obtuvo el primer lugar en bimotores el 19 de agosto de 1967, en la carrera de Monterrey a San Luis Potosí, este último rally se originó en Aerocentro. Aún conserva sus dos trofeos.
El también socio de FEMPPA asegura que el avión privado debe ser más utilizado y manda un mensaje a las autorida23