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Depresión en personas mayores

– un problema subdiagnosticado y subtratado

Dra. Noelia Riverón*, Dra. Natalia Lladó**, Dra. Ana Kmaid***, Dr. Italo Savio****

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* Especialista en Geriatría. Asistente del Dpto. de Geriatría.

** Especialista en Geriatría. Profesora Adjunta de Geriatría.

*** Especialista en Geriatría. Profesora Agregada de Geriatría.

**** Profesor Titular de Geriatría. Departamento de Geriatría. Facultad de Medicina. UdelaR. Montevideo, Uruguay.

Resumen. La depresión es la enfermedad mental más frecuente en las personas mayores y una de las cinco primeras causas de discapacidad y dependencia, con un importante impacto en la calidad de vida. Es un problema mayor de salud pública y el suicidio en este grupo etario tiene la tasa más elevada en nuestro medio. Su frecuente presentación atípica en la edad, sus repercusiones funcionales y socio-familiares y su prevalencia creciente en la comunidad, el contexto hospitalario y las instituciones de larga estadía, merecen una atención y pesquisa desde la práctica médica. Es una condición tratable, con buena respuesta, pero con frecuencia subdiagnosticada y subtratada. El presente artículo procura aportar elementos para jerarquizar el diagnóstico y oportuno abordaje de esta condición.

Abstract. Depression is the most common mental illness in the elderly and one of the five leading causes of disability, with a significant impact on wellness and quality of life. It is a main public health problem, and the rate of suicide in this age is the highest in Uruguay. Its frequent atypical presentation in older people. its functional, individual and family consequences, with growing prevalence in the community, hospital contex and long stay institutions, deserve attention and screening in the general medical practice.

It is a treatable condition, generally witn good response to pharmacological and non pharmacological interventions, but it is often underdiagnosed and undertreated.

This article try to provide viewpoints to priorize timely approach in clinical practice.

Palabras clave: depresión, enfermedad mental, suicidio, adulto mayor.

Keywords: depression, mental illness, suicide, elderly.

Introducción

Según la OMS más del 20 % de los adultos mayores padece algún trastorno mental, siendo la depresión y la demencia los que más afectan a esta población(1). Se incluye a la depresión como una de las cinco patologías que generan mayor discapacidad y dependencia a largo plazo, considerándose una enfermedad crónica, que impacta directamente en la calidad de vida (2) .

La depresión es la enfermedad psiquiátrica más frecuente en personas mayores, con alto riesgo de cronificarse y de tener recaídas a pesar de un adecuado tratamiento, generando gran impacto en las personas y en todo su entorno, asociándose a patologías somáticas y cerebrales(2-3).

La depresión en las personas mayores puede considerarse un problema de salud pública, dada su frecuencia, sus implicaciones clínicas, su presentación atípica, con una carga elevada de sufrimiento y alto riesgo de recurrencia(3-4), con mayor tasa de morbilidad, mortalidad suicida y no suicida(2,4-5) generando además repercusión funcional y social(5).

Email: geriatría@hc.edu.uy - isavio42@hotmail.com

No debe suponerse que la depresión forma parte normal del envejecimiento(6).

Epidemiología

La depresión en el adulto mayor es frecuentemente subdiagnosticada y por ende subtratada (3,7), quedando hasta un 35 % de los pacientes sin tratar y aumentando la prevalencia sustancialmente a partir de los 85 años(7-8)

Se estima que la depresión en adultos mayores se presenta en tasas de prevalencia del 1 al 5 %, y que la incidencia se incrementa con la edad, las hospitalizaciones y la institucionalización (5,8). Además se ha visto que hasta el 13 % de la población geriátrica tiene síntomas depresivos clínicamente significativos que no cumplen los criterios diagnósticos de depresión menor ni mayor (5)

En los países en desarrollo la prevalencia en la comunidad varía entre un 7 a 36 % y es cercana al 40 % en hospitalizados (7) . La prevalencia en la larga estadía es alta, estimándose que los síntomas depresivos oscilan entre el 44,2 % y el 49,6 %, mientras que la prevalencia del trastorno depresivo mayor ronda entre el 2,02 % al 16,9 % (4).

Las personas mayores con depresión tienen mayor dificultad en alcanzar la remisión y presentan mayor riesgo de sufrir recaídas , siendo estas del 15,5 % frente al 6,7 % en población de edad joven. La consolidación de la remisión a través de fase de continuación del tratamiento es clave en la prevención de recaídas (9) .

Suicidio en personas mayores

Otra de las características de la población de adultos mayores es la alta tasa de suicidio, siendo en nuestro país, las más altas observadas. Los últimos datos epidemiológicos del 2019 muestran que la tasa más alta según grupo etario se registró en personas de 80 años o más, siendo de 38,11 cada 100.000 habitantes (10)

Las ideas suicidas son más frecuentes en los ancianos (5-10 %)(7) y estudios recientes muestran el aumento de factores de riesgo para suicidio en el contexto de la pandemia de covid-19, como los trastornos por consumo de alcohol y abuso de sustancias, angustia, ansiedad, depresión, violencia y sensaciones de pérdida, lo que llevó al incremento del suicidio(10).

En esta población la proporción de suicidios intentados/suicidios consumados es de 2 a 1, mientras que entre los adultos jóvenes es de 7 a 1(11) .

Después de los 85 años, las tasas de suicidio son 5 veces más altas que en la población general, aumentando este riesgo con una mayor duración de los síntomas y la severidad(7,12) .

El trastorno depresivo mayor recurrente es un factor de riesgo muy fuerte para el suicidio, al igual que el trastorno por uso de sustancias, como el alcohol. En la tabla 1 se plantean los principales factores de riesgo de suicidio en los adultos mayores y los factores protectores(12)

Características diferenciales

El diagnóstico de depresión en los adultos mayores puede ser dificultoso debido a su presentación con síntomas atípicos(6).

La depresión en el adulto mayor presenta una mayor heterogeneidad clínica, lo que lleva a un subdiagnóstico, con un retraso en la identificación de los síntomas(2,5).

La posible dificultad para la introspección, la atribución errónea de los síntomas al proceso de envejecimiento, así como su expresión mediante múltiples quejas somáticas, puede contribuir a enmascarar la expresión clínica de la depresión(2).

Estas diferencias en la expresión y presentación clínica de la depresión entre el adulto joven y el adulto mayor, ya sea en su expresión somática, cognitiva y/o emocional no han sido contempladas en el sistema de clasificación del ICD-11, ni en los criterios diagnósticos del DSM-V(3) mayores

La condición comórbida del adulto mayor y la consecuente polifarmacia puede contribuir a enmascarar o a sobreexpresar los síntomas depresivos.

Factores de Riesgo

Conducta suicida previa e ideas suicidas

Trastornos mentales y adicciones

Enfermedades físicas

Ausencia de apoyo vital

Eventos vitales estresantes

Déficit funcional

Factores protectores

Hábitos de vida saludables

Contacto con la familia y amigos

No consumo de alcohol

Mantener actividades

Percepción de autoeficacia y extroversión

Prácticas religiosas y espiritualidad

Tabla modificada de “Epidemiología de la depresión en el adulto mayor” (12)

Varias enfermedades crónicas y sus consecuencias funcionales negativas como la discapacidad y la dependencia se asocian con síntomas depresivos. Existe una frecuente asociación con la enfermedad cardiovascular, el Parkinson, enfermedades endocrinológicas, EPOC, dolor crónico, entre otras.

Existe una clara relación entre la depresión y la cardiopatía isquémica. Los pacientes con cardiopatía isquémica tienen más riesgo de presentar depresión y a su vez la depresión contribuye a un mal pronóstico de la cardiopatía isquémica, aumentando la morbimortalidad(6)

La valoración integral en el adulto mayor, por medio de la valoración geriátrica integral, permite una visión multidimensional de 4 áreas (médica, mental, funcional y social) incluyendo la valoración de síntomas del estado de ánimo, lo que mejora la exactitud diagnóstica y permite un abordaje más integral(13).

Síntomas cognitivos y depresión

Una mención aparte merece la relación que hay entre demencia y depresión.

La depresión genera un impacto negativo en el rendimiento cognitivo, y a su vez los pacientes con un trastorno neurocognitivo tienen mayor riesgo de depresión(6).

Se ha descrito que la depresión acompañada de importantes alteraciones cognoscitivas indica una mayor gravedad con recuperación más lenta (9).

Factores de riesgo

Existen múltiples factores de riesgo que incrementan la posibilidad de sufrir depresión en los adultos mayores, dentro de los cuales hay que destacar:

• el estado civil (viudez),

• el deterioro funcional,

• la discapacidad,

• el deterioro cognitivo,

• enfermedades crónicas,

• vivir solo,

• el sexo femenino,

• falta de contactos sociales estrechos,

• rasgos de personalidad ,

• el dolor crónico y

• los trastornos del sueño.

Los últimos 2 son los factores de riesgo modificables que han demostrado empeorar la depresión a los 5 años de comenzar a sufrirlos(2,4,8).

Hay que tener en cuenta también la historia previa de depresión y los antecedentes de factores vitales estresantes, tanto los vividos en la infancia y juventud (abuso sexual o físico, acceso limitado a la educación, pérdida de padre o madre) y el estilo de vida actual (tabaquismo, consumo de alcohol o de sustancias psicoactivas) (2,8)

Debemos destacar que se ha identificado que tener una adecuada red de apoyo y practicar alguna religión se asocian con niveles más bajos de síntomas depresivos, considerándose un mecanismo importante para amortiguar los diferentes factores de riesgo (2) .

Tabla 2. Criterios diagnósticos del trastorno depresivo mayor, según DSM V

A. Cinco (o más) de los siguientes síntomas, han estado presentes durante un mínimo período de dos semanas y representan un cambio de funcionamiento previo. Al menos uno de los síntomas es (1) estado de ánimo depresivo o (2) pérdida de interés o placer

1. Estado de ánimo deprimido la mayor parte del día, casi todos los días.

2. Disminución importante del interés o el placer por todas o casi todas las actividades la mayor parte del día, casi todos los días.

3. Pérdida importante de peso sin hacer dieta o aumento de peso, o disminución del apetito casi todos los días.

4. Insomnio o hipersomnia casi todos los días.

5. Agitación o retraso psicomotor casi todos los días.

6. Fatiga o pérdida de energía casi todos los días.

7. Sentimiento de inutilidad o culpabilidad excesiva o inapropiada casi todos los días.

8. Disminución de la capacidad para pensar o concentrarse, o para tomar decisiones, casi todos los días.

9. Pensamientos de muerte recurrentes, ideas suicidas recurrentes sin un plan determinado, intento de suicidio o un plan específico para llevarlo a cabo.

B. Los síntomas causan malestar clínicamente significativo o deterioro en lo social, laboral u otras áreas importantes del funcionamiento.

C. El episodio no se puede atribuir a efectos fisiológicos de una sustancia o de otra afección médica.

D. El episodio de depresión mayor no se explica mejor por otro trastorno.

E. Nunca ha habido un episodio maníaco o hipomaníaco.

Tomada de “Rol del médico de familia en la prevención primaria y secundaria de la depresión en el adulto mayor” (2)

Clínica y criterios diagnósticos

Conocer las características especiales de la depresión en la población mayor es crucial para realizar un diagnóstico precoz. Dentro de estas encontramos:

• un aumento de la ansiedad, la cual es más frecuente en comparación con otros grupos etarios,

• síntomas hipocondríacos,

• tendencia a no informar los síntomas por considerarlos parte del envejecimiento,

• presencia frecuente de alteraciones cognitivas,

• ideas pesimistas,

• ideación suicida,

• impacto funcional, asociado la mayoría de las veces con una sensación de ánimo deprimido o tristeza(2,3,8).

Uno de los criterios mayormente utilizados para el diagnóstico de depresión son los criterios del DSMV (American Psychiatric Association, 2013), debiendo tener el paciente cinco o más síntomas depresivos, contando con uno de los dos centrales (tristeza o anhedonia), otros síntomas que incluyen son síntomas físicos tales como cambios psicomotores, perturbaciones en el apetito (negativa a comer) y el peso corporal, culpa, falta de energía o fatiga, entre otros, debiendo estar presentes en las últimas 2 semanas (ver tabla 2)(5,8) .

Como mencionamos previamente, a veces estos criterios, no se ajustan a los síntomas con los que concurren a la consulta los pacientes adultos mayores, debido a que son criterios creados para toda la población por igual, sin tener en cuenta la presentación atípica que pueden tener los adultos mayores (5). Asimismo no hay que olvidar que algunas enfermedades médicas también pueden presentarse con síntomas similares a los de la depresión, como lo es el hipotiroidismo, las enfermedades oncológicas, anemia, demencia, entre otras(5,8,14). No se deben olvidar los efectos secundarios de los fármacos, que también pueden presentar síntomas similares.

Generalmente los pacientes adultos mayores no asocian estos síntomas con la depresión, además las pérdidas propias de esta edad, tanto de seres queridos como de capacidades físicas pueden desencadenar un episodio depresivo patológico que muchas veces es considerado normal, debiendo ser necesario un alto índice de sospecha en estos pacientes, porque al no ser así colaboramos con el infradiagnóstico ya existente(8,14) .

Como se ha observado, en el adulto mayor es muy frecuente que se generen ideas de muerte y suicidio, asociándose en estos con un malestar psicológico significativo(3,14), por esto se debe preguntar si tienen pensamientos de muerte, desean estar muertos o tienen un plan de suicidio específico.

Durante la evaluación es importante evaluar también la duración y la gravedad de los síntomas depresivos, la repercusión social y funcional, los antecedentes de episodios depresivos y maníacos, el abuso de alcohol u otras sustancias, y la presencia de disfunción cognitiva y síntomas psicóticos, dado que estos últimos son comunes en los ancianos(3,8), pudiendo presentar ideas delirantes (de inutilidad, nihilistas y somáticas) e incluso alucinaciones(14)

Instrumentos de tamizaje en el primer nivel de atención

Existen múltiples instrumentos para su detección. Uno de los más utilizados es la escala de depresión geriátrica Yesavage (GDS), siendo la original de 30 preguntas con una medición de respuesta SI-NO, con posteriores versiones abreviadas de 15 y 5 preguntas, las cuales se recomiendan dado que mantienen la atención en el adulto mayor al reducir su tiempo de aplicación, haciéndola a la versión de 15 preguntas superior como herramienta de detección(4,7).

Un metaanálisis ha demostrado que la versión de 15 preguntas frente a la original de 30, demuestra una sensibilidad superior (81 % frente a 77 %) y especificidad (78 frente a 65 %). Los puntajes de corte son 0-4, 5-10 y ≥11 para indicar ausencia de depresión, depresión leve y depresión severa, respectivamente(4).

El M.I.N.I. International Neuropsychiatric Interview versión 7.0.0 para DSM-V, es una breve entrevista de diagnóstico estructurada para diagnosticar los episodios depresivos mayores, siendo muy práctico porque el tiempo de administración es aproximadamente la mitad del que se debe dedicar en la entrevista y la confiabilidad entre evaluadores y test-retest ha demostrado ser aceptable, haciendo diagnóstico de depresión mayor un puntaje ≥5 síntomas depresivos(4).

Diagnósticos diferenciales

Al encontrar síntomas depresivos hay que valorar que estos no sean el inicio de un proceso neurodegenerativo o una enfermedad orgánica(14)

Hay múltiples enfermedades con síntomas similares a la depresión que deben ser valoradas:

• enfermedades víricas (gripe, hepatitis, herpes, etc.),

• artritis reumatoide y lupus,

• carcinomas,

• cirugía,

• radioterapia,

• diálisis,

• anemia,

• déficit de folatos y

• otras carencias, endrocrinopatías y trastornos metabólicos (diabetes, enfermedad de Addison, enfermedad de Cushing, hipotiroidismo, etc.)(14) . Existen síntomas de depresión inducida por sustancias, que generan múltiples veces síntomas depresivos, incluyendo medicamentos utilizados frecuentemente:

• inhibidores de la enzima convertidora de angiotensina, IECA (captopril, enalapril, lisinopril),

• antibióticos (metronidazol, trimetropim-sulfametoxazol, ciprofloxacino),

• anticolinérgicos,

• antivirales (aciclovir, efavirenz),

• bloqueadores betaadrenérgicos,

• barbitúricos (fenobarbital),

• broncodilatadores,

• benzodiazepinas (alprazolam, clonazepam, diazepam, lorazepam, triazolam),

• bloqueadores de los canales de calcio (diltiazem, nifedipino, verapamilo),

• corticoides (prednisolona, cortisona), dermatológicos (isotretinoína),

• antiinflamatorios no esteroideos, AINE (ibuprofeno, naproxeno, meloxicam),

• opioides (codeína, meperidina, morfina, oxicodona),

• medicamentos para el Parkinson (levodopa, amantadina) y

• psicofármacos (anfetaminas, anticomiciales, y neurolépticos)(2,14) .

En estos casos, la conducta a seguir para evitar una cascada de prescripción, no sería iniciar tratamiento con un antidepresivo, sino suspender el medicamento que estaría provocando dichos efectos secundarios.

Tratamiento

Los objetivos de tratamiento son:

1. reducir los síntomas de depresión y la conducta suicida,

2. prevenir la recaída o recurrencia, recuperando el estado cognitivo y funcional previo.

El tratamiento no farmacológico y el tratamiento farmacológico, lejos de ser excluyentes, en lo posible deben ser compensatorios y realizarse de forma asociada, sobre los cuales ahondaremos(2)

Tratamiento

No Farmacol Gico

Debemos destacar la psicoterapia y los cambios del estilo de vida.

La primera es útil cuando se reconocen factores psicosociales asociados con la enfermedad, su origen o mantenimiento; pudiendo ser en algunas opor - tunidades, la única terapia cuando los fármacos son mal tolerados o si el paciente sufre una depresión menor o reactiva(2,9). Sabemos que los adultos mayores, rara vez reciben esta terapéutica, debido a las actitudes negativas, la estigmatización de esta y las pocas expectativas hacia la psicoterapia no solo por parte de paciente sino muchas veces también por la comunidad médica(2).

Tanto la terapia cognitivo conductual y como la terapia interpersonal, han demostrado eficacia en esta población.

La terapia cognitivo conductual busca modificar e identificar pensamientos automáticos negativos sobre uno mismo, el entorno y el futuro.

La psicoterapia interpersonal se enfoca en los conflictos interpersonales, el duelo y los cambios de roles(14). Con respecto al cambio en el estilo de vida, se debe promover la realización de ejercicio físico, idealmente entre pares (fomenta sociabilización) dado que reduce los síntomas depresivos, controla las emociones, siendo un excelente anti estrés. Debe mejorarse la nutrición y estimular las actividades placenteras(2). Una vez instaurado el tratamiento no farmacológico, si no hay respuesta o esta es lenta se debe combinar con el tratamiento farmacológico(9).

Tratamiento farmacológico

Para el tratamiento farmacológico se utilizan antidepresivos, los cuales en los ancianos pueden necesitar ajuste de dosis debido a los cambios farmacodinámicos y farmacocinéticos propios de la edad, así como los vinculados a sus comorbilidades, y a la polifarmacia.

Se debe comenzar con monoterapia a la mínima dosis terapéutica, aumentando de forma progresiva y en pequeñas dosis, según necesidad y tolerancia. Se debe informar al paciente que el beneficio del tratamiento comienza a evidenciarse a las seis u ocho semanas aproximadamente, así como explicar los efectos adversos que pueden presentarse con el tratamiento, destacando siempre la importancia de la adherencia al tratamiento (2,9,14).

Una revisión de la Administración de Drogas y Alimentos de los EE.UU. (FDA) sobre el tratamiento de mantenimiento con antidepresivos confirmó que los resultados de este tratamiento en adultos mayores fueron similares a los resultados del tratamiento de adultos más jóvenes (8).

Para el adulto mayor los fármacos de primera línea, con los cuales se inicia tratamiento son los inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina (ISRS) dado que son los que han mostrado mayor beneficio, siendo seguros y confiables (2,14).

Dentro de estos se indica de preferencia sertralina, citalopram o escitalopram. En la tabla 3 se indica las dosis iniciales, óptimas y máximas de estos ISRS. Dentro de este grupo también encontramos la fluvoxamina, fluoxetina y la paroxetina. Estos fármacos no son de primera línea para el tratamiento de la depresión en esta población, a pesar de su eficacia, debido a su larga vida media, a sus reacciones intermedicamentosas, así como a su alto efecto anticolinérgico, (9,14) .

Se ha observado que si el paciente no presenta respuesta en las primeras seis semanas, seguramente tampoco la presente a las doce semanas, debiendo ser valorado, en primera instancia, el adecuado cumplimiento del tratamiento. Si este es correcto, se puede aumentar la dosis, rotar a otro antidepresivo o asociarlo a un segundo antidepresivo. En algunos casos puede ser necesario potenciar con diferentes agentes (especialmente litio) o combinar con un neuroléptico.

También es correcta la sustitución por un antidepresivo dual del tipo de los Inhibidores de la recaptación de noradrenalina y serotonina (ISRNS) en caso de haber llegado a las dosis máximas en el adulto mayor del ISRS y que este sea ineficaz (2,14)

Como fármacos de segunda línea se encuentran los inhibidores selectivos de la recaptación de noradrenalina y serotonina (ISRNS), como duloxetina y venlafaxina, los cuales previo a iniciarse requieren controles de presión arterial y un perfil lipídico, debido a que como efecto secundario pueden alterar estas cifras. La duloxetina es especialmente útil cuando la depresión se asocia a dolor crónico y venlafaxina es segura en el paciente con polifarmacia (2,14).

La vortioxetina ha demostrado su eficacia en pacientes con síntomas cognitivos, por lo que se puede utilizar en pacientes con diagnóstico de demencia, mostrando un buen perfil endócrino y metabólico con poca alteración sexual (14).

Los antidepresivos tricíclicos (clomipramina, imipramina, amitriptilina, nortriptilina), son de probada eficacia, pero presentan muchos efectos secundarios y toxicidad cardíaca, por lo que no se sugiere su uso. Dentro de los efectos adversos más frecuentes se encuentran: sequedad de boca, visión borrosa, retención urinaria, taquicardia, somnolencia, hipotensión ortostática y sedación (2,9).

Otros fármacos seguros en pacientes con polifarmacia son los Inhibidores de la recaptación de noradrenalina y dopamina (IRND), como el bupropión y los Antagonistas selectivos de la recaptación de serotonina y noradrenalina o NaSSa como la mirtazapina. Se sugiere el uso de este último en aquellos pacientes que asocian insomnio y disminución del apetito (14) Es necesario considerar siempre las características de la depresión en los pacientes, dado que algunos pueden asociar síntomas psicóticos en los cuales está indicada la combinación de un antidepresivo y un antipsicótico, siendo los ideales los neurolépticos atípicos, con buena respuesta a bajas dosis pero con mayor incidencia de síntomas extrapidamidales comparados con los adultos jóvenes (14).

La duración del tratamiento debe plantearse una vez llegado a la eutimia, comenzando a contar desde ese momento el tiempo de mantenimiento, no debiendo ser menor de 9 a 12 meses (2,14). Si han existido tres o más episodios depresivos en el paciente, el tratamien- to debe mantenerse al menos durante tres años o incluso se puede considerar mantenerlo toda la vida (14). La población mayor con depresión que recibe el tratamiento oportuno y seguimiento adecuado mejora considerablemente en síntomas y disminuye recaídas y recurrencia de los síntomas (2).

En los últimos estudios se observó que si se realiza un diagnóstico, seguimiento y tratamiento oportuno y correcto, se mejoran las recaídas y los síntomas recurrentes, teniendo esta enfermedad en el anciano igual pronóstico que en adultos más jóvenes (2,5).

Terapia electro convulsiva (ETC)

Es otra terapia existente y segura en el adulto mayor, la cual se considera como el tratamiento más eficaz, con muy buena tolerancia, que está indicado en los ancianos que no mejoran con el tratamiento previamente planteado, o que presentan alto riesgo suicida, inhibición grave, depresión catatónica, depresión refractaria o resistente y depresión delirante o recurrencias frecuentemente, presentando una tasa de recuperación entre el 80 y 90 %.

El evento adverso más frecuente es el deterioro en la memoria, que en la mayoría de los casos es transitorio y en algunos casos puede haber alteraciones cardíacas, por lo que se debiera evitar en los primeros tres meses de un infarto de miocardio, accidente cerebro -

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Criterios de derivación

Los criterios de remisión al especialista en psiquiatría incluyen:

• Paciente con primer episodio de depresión que no logra remisión con tratamiento farmacológico a dosis terapéuticas y por al menos 8 a 12 semanas.

• Depresión grave con deterioro psicosocial significativo.

• Paciente con riesgo suicida.

• Paciente con síntomas psicóticos. Los dos últimos criterios se consideran como urgencia médica y se debe valorar el manejo intrahospitalario(2).

Conclusión

La depresión en el adulto mayor es una enfermedad que cursa muchas veces desapercibida, generando gran malestar en el individuo, causando una disminución en la calidad de vida y generando un alto riesgo de declinación funcional y suicidio. Se requiere una conducta activa en su detección por parte de los médicos que atienden a esta población.

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