CANTO A QUIÑONES

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Canto a Quiñones

Prólogo

Son pocos en nuestra patria los que han recibido el homenaje poético de sus escritores. Chocano cantó la gloria de los héroes del Morro de Arica, donde destella como un sol la imagen de Francisco Bolognesi. Juan Ríos escribió una hermosa oda a Miguel Grau. Estos legados dan a sus instituciones una síntesis poética de su historia. Gracias a ellas, los pueblos conservan a través de los siglos la gloria de quienes dejaron una huella de honor imborrable: Ulises, Aquiles, Alejandro el Magno y tantos otros paradigmas del honor iluminan el camino de sus pueblos. Son éstas las razones por las que admiro al escritor Jorge Díaz Herrera quien inspirado por el heroismo de Quiñones, creo esta Oda. Él me contó haberla escrito en sus años juveniles entre Trujillo y Chiclayo, admirado un lado la posibilidad de usar su paracaídas cuando su nave ardía y prefirió elegir el acto sublime de estrellarse contra las baterías enemigas para aligerar el camino de la victoria a los que peleaban por su patria. Leimos la “Oda a Quiñones” con compañeros de armas y amigos del mundo literario. La admiración expresada por todos nos convenció y, el General del Aire, Alfonso Artadi Saletti decidió publicarla.

TTG FAP Mario Muñiz Ortega

Presentación

En mi condición de Comandante General de la Fuerza Aérea del Perú, siento el deber moral de ofrecer a los compatriotas, en especial a la niñez, a la juventud y a sus maestros, este Canto a nuestro héroe José Quiñones Gonzales, para que con sus versos robustezcan el amor a la patria. Cantar a los héroes es cantarnos, porque ellos están en nuestros corazones. Nuestros héroes, como José Quiñones, somos nosotros. Con la frente y el espíritu en alto, por el Perú.

General del Aire Alfonso Artadi Saletti Comandante General de la Fuerza Aérea del Perú

a Oda Quiñones

Quiero cantarte, capitán del astro rey, Quiero cantarte porque siempre es hora de cantarle a la gloria. Y mi canto va en vértigo hacia arriba, hacia la inmortalidad de tu presencia que es para quien quiero cantar.

Óyeme bien, y que me oigan todos los de esta estancia y los que están contigo: José Quiñones, trigal aún siendo trigo, apenas un trigo amanecido, apenas un anuncio de trigal. Y es que la aurora para ser aurora no necesita sino de un rocío de ese mar infinito de rocíos que es la eternidad.

Naciste rumbo al sol. Espada aliada a la vida: al ave, a la rosa, a la alegría, al pan del hogar, al honor de la patria que es nuestro mejor pan.

Don apacible como el oleaje en cuya paz anida la bravura que llegado el momento, ¡ah ese momento!, es la ira del bueno, el galope del héroe, el aletazo inmortal.

Tú arribaste, capitán de las alturas, a la sublime cima que es la muerte cuando se llega a ella jubilar, despierto, generoso, voluntario como la humilde flor llega a la vida.

Cuando te vio ardiendo en llamas, el adversario te creyó atrapado.

¡Cómo iba a ser así! Si eras el fuego de tu propio resplandor. Retazo de luz que retornaba a su morada.

Gloria en ti. Porque en tu gloria estamos también glorificados y perpetuos. También eternidad.

Aquella infancia juvenil que cabalgaba a pelo en el asombro de tus ojos, bañando su cometa en los cielos de su marina orilla familiar,

hoy se abre en otro puerto de Pimentel, aquel más azul que el azul mismo: el insondable manantial.

José Abelardo Quiñones Gonzales, saludable juventud. En aquel vuelo tuyo no hay espacio sino para volar.

Grande es el héroe porque da a la Patria la altura del cóndor, la paz del rosedal.

Este canto surgió en Quebrada Seca, la aurora en que naciste de ti mismo: el 23 de julio de nuestra erguida edad.

Gloria en ti. Porque en ti la Patria tiene para seguir viviendo, respirando, en lo inmenso del cosmos una ventana más.

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