Relación entre la gestión financiera y la responsabilidad social1

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Relación entre la Gestión Financiera y la Responsabilidad Social Como es de todos conocido, la actividad económica se caracteriza por la escasez de recursos, siendo uno de los recursos más escasos el dinero, razón por la cual las empresas modernas, globalizadas y en constante dinamismo, consideran a las finanzas como un elemento integral y vital de sus procesos de negocio. Es por esto, que el manejo de los recursos financieros, requiere un mayor énfasis de comportamiento ético, ya que el o los encargados de las finanzas, gerencian un recurso cuya carencia o manejo inadecuado, afectará a todos los grupos de interés del negocio, tanto internos como externos. La gestión financiera constituye una de las áreas o funciones medulares de toda organización a través de la cual se administran (obtención, utilización eficiente y control) los recursos financieros con el objetivo de maximizar las utilidades y el valor de la empresa. La gestión financiera abarca desde la selección de productos y servicios, las compras, los inventarios, el financiamiento, las políticas de precios y descuentos, los mercados donde participa, los recursos humanos, las tecnologías, los equipos instalados, la planificación, el control, así como en un espacio de evaluación para conocer qué inversiones hacer y cómo obtener el capital para costearlas, todo obedece a la gestión financiera y la convierte en el centro del proceso. La gerencia financiera toma decisiones que afectan de manera más o menos directa a un considerable número de agentes y grupos de interés, dentro y fuera de la empresa, muchas veces estos grupos tienen objetivos distintos entre sí, pero normalmente tienen también intereses legítimos.

Por esto, la gerencia tiene que tratar de considerar y

equilibrar esos intereses, tanto internos como externos en la vía de la satisfacción de los stakeholders


La gestión financiera no puede verse ni tratarse de forma separada ni aislada, ya que las finanzas tocan todos los aspectos importantes de una empresa y va más allá de lo financiero, ya que se relaciona con todas las áreas funcionales y trasciende hacia todos los grupos de interés. Del ejercicio de una gestión financiera eficiente depende el buen funcionamiento empresarial y el bienestar social. Debido a la gran importancia que tiene la gestión financiera en el mundo empresarial y a la cantidad de agentes internos y externos que implica e involucra, es necesario asegurar su buen funcionamiento y éxito en el logro de sus objetivos a través de un comportamiento ético y la inclusión permanente de la conciencia social, elementos que deben formar parte esencial en la toma de decisiones empresariales. De allí que el término responsabilidad social esté cada vez más revolucionando el mundo de los negocios, ya que es considerada por diferentes autores como una contribución voluntaria que las organizaciones empresariales, realizan permanentemente en búsqueda del mejoramiento económico, ambiental y social dentro del entorno en el cual se encuentran inmersas; con el propósito de hacerse más competitivas, agregar valor a la función que cumplen y lograr incrementos en su rentabilidad. Visto de esta manera, se puede afirmar que contribuye a aumentar el bienestar social no solo de los grupos internos de interés de la empresa, sino también del contexto externo con el cual ejerce interacción. La responsabilidad social es un enfoque que aporta competitividad, sostenibilidad y mejoramiento a las empresas, por esta razón, desde la perspectiva gerencial, cada vez se hace más necesario que la gestión financiera apoye la definición de prácticas socialmente responsables, necesarias para generar confianza en los mercados, actuar de manera correcta, conocer el impacto de las propias acciones, identificar y minimizar los propios riesgos y debilidades, aprovechar las oportunidades y hacer buen uso de las fortalezas. Este enfoque es sensible a la sociedad, pero también se ha constituido en un modelo estructurador de una forma de gestionar las empresas de cara a la sostenibilidad. (Herrera y Abreu, 2008)


La relación entre algunos elementos medulares de

la gestión financiera y la

responsabilidad social son: Financiamiento-Origen de los fondos Se puede decir que el financiamiento es el punto de partida del comportamiento ético de las finanzas de las empresas, las cuales independientemente de su tamaño, requieren del uso del financiamiento, el cual puede provenir de distintos orígenes, tanto internos como externos. Ante las necesidades financieras, tanto de las personas jurídicas como naturales, los mercados monetarios se han diversificado y extendido a lo largo de todas las economías, siempre con el objetivo de obtener rendimientos rápidos a través de operaciones, siempre con el objetivo de obtener rendimientos rápidos a través de operaciones, las cuales generalmente, son más que económicas y empresariales, adquiriendo el carácter de especulativo y en ocasiones hasta fuera del alcance legal. Existen diversas fuentes dispuestas a suministrar a las empresas recursos financieros, algunas con mayores niveles de exigencias que otras. Es en este aspecto donde las empresas deben tener sumo cuidado y escepticismo al tomar decisiones de financiamiento, para evitar escoger fuentes de orígenes oscuros o que contravengan las leyes internacionales de legitimación de capitales y/o financiación al terrorismo. De allí se deriva la necesidad de la vigilancia permanente de todos los involucrados, para que exista en todo momento transparencia de los fondos obtenidos, así como los usos que se le habrán de dar. En este sentido, Cuesta (2005) establece que es crucial en el camino hacia la responsabilidad social empresarial el papel de la intermediación financiera directa ejercido por los bancos a través de la concesión de créditos. Algunos bancos más responsables socialmente

han

empezado

a

adoptar

técnicas

para

evaluar

los

riesgos

medioambientales, sociales y, en general, de reputación, lo que aumenta la probabilidad de exclusión de la financiación para las empresas menos responsables socialmente o en el mejor de los casos el empeoramiento de las condiciones contractuales de sus préstamos, favoreciendo de ese modo a las empresas más responsables socialmente y estimulando por lo tanto una creciente responsabilidad por parte de todos.


Las empresas pueden contribuir con la responsabilidad social escogiendo y teniendo relaciones con instituciones financieras caracterizadas por ser socialmente responsables de manera de asegurarse de la legitimidad de sus fuentes de financiamiento. De igual forma, las fuentes de financiamiento propias deben provenir de actividades lícitas y que contribuyan con el bienestar, el crecimiento económico de la sociedad y con un equilibrado beneficio para todos los grupos de interés. Se podría decir que uno de los buenos usos que se le puede dar al financiamiento obtenido de instituciones financieras es destinarlo a actividades, acciones o proyectos socialmente responsables, ya que de esta manera el costo del financiamiento se retribuye con beneficios a los stakeholders de la empresa. Las empresas deben hacer un equilibrado y planificado uso del financiamiento, de manera de no comprometer su rentabilidad y poder cumplir responsable y oportunamente con los pagos correspondientes. Tesorería-Rentabilidad Lo delicado e importante de disponer de un suficiente flujo de efectivo, manejado con buen criterio en las situaciones de déficit o superávit, así como conocer la capacidad de endeudamiento de la empresa para honrar los compromisos, hace que el área de tesorería de las empresas sea prioritaria al momento de medir la responsabilidad del negocio. Es importante que las empresas establezcan políticas y estrategias para el eficiente manejo de los flujos de caja, considerando siempre entre los criterios de asignación de recursos monetarios, la exigibilidad de los compromisos y obligaciones que tiene con sus diferentes grupos de interés. En caso que las empresas decidan ejecutar actividades directas de responsabilidad social, ya sea con sus excedentes monetarios o con fondos fijos predestinados para tal fin, pueden utilizar como práctica crear una partida presupuestaria para los fondos destinados a las mismas, de manera de llevarles un control y seguimiento. Por otra parte, el gerente de finanzas, tiene altas responsabilidades con la empresa y sus grupos de interés. Entre sus funciones Güerere (2008) menciona las siguientes:


 Planificar el tamaño y vencimiento de los flujos de caja, permitiéndole cumplir oportunamente con las obligaciones contraídas, evitando en lo posible incurrir en endeudamientos no planificados (responsabilidad y rentabilidad).  Evaluar el costo que representan los recursos financieros, lo cual permite conocer lo importante de darle la mejor utilización, evitando los gastos no reproductivos a algunas veces excesivos.  El riesgo que implican sus decisiones, las cuales al ser tomadas de forma incorrecta traerían consecuencias negativas para todos los grupos de interés, mientras que sus aciertos se traducirían en beneficios colectivos.  Evaluar y cumplir con las normas legales, de manera de no violentar la forma de actuar de la sociedad y evitarse sanciones que acarren costos adicionales y afectar los flujos de caja, así como perjuicio a la imagen y reputación de la empresa y sus integrantes.  Considerar los intereses de los grupos de interés, ya que estos esperan un rendimiento

financiero

suficiente

para

satisfacer

sus

aspiraciones

de

remuneración, rendimiento y cumplimiento de pagos.  Considerar los intereses de la sociedad, de quien espera obtener aportes y beneficios de todas las empresas y grupos que la integran. Inversión Como se ha mencionado anteriormente, la empresa tiene la necesidad de convertirse en una entidad capaz de generar bienestar no solo a quienes la conforman, sino también a la comunidad que la rodea, la cual de cualquier forma le presta un servicio y espera una retribución. Es por esto, que la empresa debe convertirse en un ente coadyuvante con otras organizaciones en impulsar el desarrollo social. Las empresas con su actuación social transparente y de aportes traerán beneficios al entorno social donde opera, y estos beneficios se revertirán a la empresa a mediano y largo plazo, ya que crearán una conexión entre el negocio y la comunidad, donde ambas sientan la necesidad y el respeto hacia la otra. Es importante mencionar, que toda empresa debe tener un nivel de rentabilidad, el cual le permita crecer, mejorar y desarrollarse, considerando las necesidades de sus grupos de intereses internos y externos.


Debido a que la gestión financiera va más allá de la generación de utilidades y la maximización de valor en términos financieros, Galindo (2009) plantea que la inversión socialmente responsable es aquella en la cual al seleccionar el tipo de inversión, además de valorarse la seguridad, la liquidez y la rentabilidad de las operaciones, se tiene también en cuenta la responsabilidad social y ambiental de las empresas o el impacto de los proyectos en los que se invierte. De este modo, este autor manifiesta que actualmente la mayoría de los inversionistas están interesados en aplicar criterios positivos de selección de carteras, es decir, en invertir en las mejores empresas desde el punto de vista de la sostenibilidad y la responsabilidad social. Numerosos estudios han demostrado que siempre existe una correlación positiva entre la responsabilidad social y el desempeño financiero. Esta conclusión es muy importante, ya que supone que las organizaciones que asuman una política financiera bajo criterios de responsabilidad social, pueden esperar obtener al menos, una rentabilidad similar a las de opciones tradicionales. Igualmente; puede decirse que la gestión financiera adecuada, apropiada y eficiente de la responsabilidad social contribuye con esos mismos objetivos porque maximiza los beneficios que se obtendrán de aplicar y llevar a cabo la responsabilidad social no como una práctica impuesta por la sociedad del momento, sino como un compromiso de conciencia empresarial que al final retribuye con creces la inversión tanto en recurso financiero como en recurso humano e influencia en la sociedad. Al respecto, Joya (2008) relaciona los tipos de resultados que puede obtener una empresa (resultados económicos por un lado, y sociales y medioambientales, por el otro), y si estos son altos, o bajos, según se mencionan a continuación:  Las empresas que obtienen bajos resultados económicos y bajos resultados sociales y medioambientales, son “empresas inviables”.  Las empresas con altos resultados económicos, pero bajos resultados sociales y medioambientales, son “empresas no sostenibles”, por lo cual estarán expuestas a conflictos laborales, huida del talento, o sanciones medioambientales.  Las empresas que obtienen buenos resultados sociales y ambientales, pero bajos resultados económicos, son “empresas dependientes”, que necesitarán constante apoyo económico, en forma de incentivos, subvenciones, donaciones, para mantenerse en el mercado.


 Por último, sólo aquellas empresas que sepan, o tengan la capacidad de equilibrar sus resultados económicos, sociales y medioambientales, serán “empresas sostenibles”. Por otra parte, Cuesta (2005) señala que las inversiones socialmente responsables “son aquéllas que a los tradicionales criterios financieros añaden criterios sociales y medioambientales permitiendo a los inversores combinar objetivos financieros con valores sociales, vinculados a ámbitos de justicia social, desarrollo económico, paz y medio ambiente”. Del mismo modo, este autor señala que el ahorro ético es una fórmula de inversión que, sin renunciar a la rentabilidad, permite al ahorrador dirigir su excedente hacia aquellas empresas que contribuyen positivamente a un desarrollo justo y equilibrado. Él las llama inversiones éticas, las cuales no suponen ninguna innovación en el campo de la ingeniería financiera, simplemente hacen explícito su contenido social, medioambiental o redistributivo. Este tipo de inversiones utilizan los instrumentos que proporciona el sistema financiero convencional para canalizar recursos hacia iniciativas y proyectos en los que se conjugan criterios de rentabilidad económica y social. De igual manera, éstas suponen un importante compromiso social del inversor, ya que permiten canalizar ahorro hacia proyectos o empresas que contribuyen al desarrollo en países empobrecidos así como hacia organizaciones o sectores excluidos del crédito y la financiación dentro de los países desarrollados. En definitiva, son instrumentos alternativos y complementarios de financiación para la acción social y el desarrollo que en algunos casos permiten al inversor reforzar sus derechos de propiedad como accionista. En este sentido, el mencionado autor afirma que las inversiones socialmente responsables son dirigidas hacia empresas que acrediten buenas prácticas en materia de responsabilidad social corporativa y que, por tanto, cuenten con una buena calidad de gestión y de gobierno. Si la responsabilidad social empresarial se concibe pues como un estadio óptimo en la búsqueda de la excelencia empresarial, una adecuada gestión financiera exigirá tener en cuenta el comportamiento de la empresa con la sociedad y el medioambiente. También, este autor menciona que actualmente, existe una mayor presión social hacia un comportamiento más responsable de las empresas, motivado en gran parte por los


escándalos protagonizados por grandes corporaciones vinculados a falta de transparencia y ética. Es por tal razón que el mercado cada vez más, valora los activos intangibles de la empresa:

reputación,

buen

gobierno,

sostenibilidad,

y

las

nuevas

estrategias

empresariales que van dirigidas a gestionar adecuadamente estos activos para atraer nuevo capital e inversión. La inversión socialmente responsable procura entonces participar en la restauración de la confianza del sistema y de transparencia de los mercados, y proporcionar al gestor una herramienta de control de riesgos que le permita seleccionar mejor sus inversiones. Por otra parte, el referido autor esboza que dependiendo del grado de compromiso del inversor, existen una serie de productos financieros éticos muy diversos. Desde instrumentos financieros convencionales, que simplemente tratan de discriminar la inversión a favor de empresas y organizaciones socialmente responsables, participando en ellas a través de los mercados financieros tradicionales; hasta fórmulas de financiación más alternativas para proyectos de cooperación en el Sur o de acción social en países del Norte. Según la naturaleza del instrumento empleado pueden consistir en créditos o préstamos (rotatorios o microcréditos), fondos de garantía, fórmulas de participación directa en el capital (capital-riesgo u operaciones de canje de deuda por desarrollo) o la inversión en empresas mediante la adquisición de valores de forma individual o colectiva. También existen otros mecanismos como los dirigidos a financiar proyectos o actividades específicas como cultivos biológicos, comercio justo, crédito a artesanos, entre otros, u otras más sencillas como la emisión de depósitos o préstamos solidarios. De igual manera, las inversiones sociales pueden ejecutarse actuando la empresa directamente con la comunidad a la cual está destinada, o acompañada con otra institución que brinde apoyo. Algunas empresas manejan su inversión social directamente desde la presidencia, a través de unidades adscritas para tales fines, mientras que otras lo hacen a través de una fundación, para esta decisión es conveniente investigar previamente los beneficios de carácter tributario y legal, y por otro lado, la magnitud que el compromiso social tiene para la organización, conjugando siempre responsabilidad y rentabilidad, es decir, considerando siempre que la inversión beneficie a todos los grupos de interés.


Güerere (2008) señala que el aspecto más importante a considerar en relación a las inversiones sociales, es que deben ser planificadas y no improvisadas, para ahorrar costos y garantizar el objetivo de beneficio que se ha planteado. Las acciones a seguir, al igual que cualquier programa o proyecto de inversión llevado a cabo por las empresas, deben contener al menos estas cuatro fases: a) preparación del proyecto, b) diseño, c) ejecución y d) evaluación. Adicionalmente, se debe considerar lo siguiente al momento de emprender una inversión social:  Definir los responsables: debe definirse claramente si va a manejarse como un proyecto

independiente

o

incorporarse

como

una

unidad

de

negocio

independiente, para manejar eficientemente el tiempo y los recursos, así como manejar las relaciones e informar los resultados.  Integrarla a la organización: la gerencia debe conocer el costo y el beneficio que proporcionará la inversión y, a partir de allí, debe cultivar el interés y la colaboración en las iniciativas sociales en todos los niveles de la organización, con la finalidad de garantizar el éxito de la misma.  Establecer límites: debe definirse claramente el objetivo y alcance de la inversión social y la forma de avaluar los resultados. Creación de Valor El objetivo de toda empresa es crear riqueza o valor económico, razón por la que toda persona involucrada con esta, tanto interna como externamente, está interesada en saber cuánto vale. En la actualidad los mercados financieros y los grandes inversores ven en el comportamiento socialmente responsable de la empresa un valor añadido que se revierte en beneficios a largo plazo y mayor capitalización bursátil. Las empresas deben reconocer que los costos destinados a actividades de responsabilidad

social,

relacionados

con

la

propia

gestión

financiera

y

otros

concernientes, constituyen una inversión, tanto para el grupo de interés interno como externo, que se traduce en bienestar laboral y social, productividad, calidad, aumento de los niveles de ingresos, y en definitiva conlleva al logro del objetivo financiero básico de toda empresa que es la maximización del valor económico para los accionistas, sin menoscabo de su rol social.


Por lo anteriormente expuesto, se deduce que un manejo responsable de las finanzas de la empresa, se traducirá en un incremento de la rentabilidad y al mismo tiempo del valor de la empresa, por medio de la gerencia apropiada de tres elementos claves; por un lado el aumento de los flujos de caja producidos por el endeudamiento planificado y responsable, acompañado de pagos oportunos; en segundo lugar la reducción de riesgos al evitarse conflictos y litigios a causa de incumplimientos con proveedores, gobierno, empleados, ambiente y demás grupos de interés; y un correspondiente mejoramiento en su imagen, bien ganado al satisfacer a todos sus stakeholders.

22 de junio de 2011

Autores: Lic. Fabio H. Soto Salom Mgsc. Milagros Aranzazu de Soto

Bibliografía: − CUESTA, Marta (2005). Las inversiones socialmente responsables como palanca de cambio económico y social. Revista

Futuros

No

11.

2005

Vol.

III.

Disponible

en

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World

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http://www.revistafuturos.info/futuros_11/inversiones4.html. Consultado el 06/10/2010 a las 9:00 pm.

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GÜERERE, José (2008). Empresa responsable, empresa rentable. Gestión de un negocio lucrativo y socialmente responsable. Primera edición. Caracas, Venezuela. Pgs.37-46 y 77-115.

HERRERA, J. y ABREU, J. (2008). Cómo gestionar la responsabilidad social en las pymes Colombianas. Disponible en la World Wide Web: http://www.spentamexico.org/revista/volumen3/numero1/3%281%29%20395425_2008.pdf. Consultado el 14/03/2010 a las 07:10 pm. Pgs.395-425.

JOYA, José (2008). ¿Es rentable la Responsabilidad Social Empresarial?. Disponible en la World Wide Web: http://www.roadmap.es/workspaces/articulos/rentabilidad-de-la-rse. Consultado el 22/05/2010 a las 6:30 pm.



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