El dolor es relativo. La relación de las mujeres y los hombres con la muerte también es relativa. La poesía es un buen catalizador entre ambos y se instala, sin pedir permiso, entre la esperanza y el vacío. Está desahuciado quien ya no encuentra las palabras para pedir que le alumbren una vela, le prendan la radio o le lean unas líneas de César Vallejo. Está desahuciado quien divisa desde la penumbra los destellos negros de otra penumbra más espesa.