8 minute read

Carlo Estrada Liceaga

Next Article
para toda la vida

para toda la vida

Reconocido ambientalista

Potosino

Advertisement

» Por su activismo, es famoso en todo México

» Dirige El Pacto Global de Ciudades Sustentables

» Fundó su propia empresa de recolección

» “Cuidar el medio ambiente, es cuidar a la humanidad”

» “Leyes ambientales sin tomar en cuenta la realidad de SLP”

» Necesitamos formar a los “salvadores del mundo”

» Los de la basura son quienes la tiran

» Se requiere gente nueva que dignifique la politica en nuestro país

» Padre de dos niñas, Carlo es orgullo de San Luis Potosí

Sin falsas poses, el joven empresario

Carlo Estrada Liceaga se define ambientalista “por suerte o por magia” y precisa que decidió serlo luego de percatarse que nuestro medio ambiente no está separado del ser humano; es, más bien, el medio que sostiene la vida y por ello valora las interrelaciones que existen entre los seres vivos y su entorno.

“En resumen, es la persona que aprecia la naturaleza y ejecuta pequeñas o grandes acciones para vivir en paz con ella”, afirma en entrevista con Expresión San Luis

Este genial emprendedor de 31 años de edad (graduado con excelencia académica), fundó en el año 2014 la compañía tratadora de desechos Inteligencia Ambiental de la que con un timbre de satisfacción señala que ha recibido certificaciones de calidad, pero indica como el mejor reconocimiento “El que empresas AAA confíen en nosotros”.

Estrada Liceaga también dirige el pacto global de ciudades sustentables.

Al hablar sobre la normativa ambiental en San Luis Potosí, no duda en lamentar que aquí las leyes y normas se hicieron sin tomar en cuenta la realidad de San Luis Potosí.

No son reglas, subraya, que beneficien a todos pues re- cuerda que cuidar del medio ambiente es cuidar de los seres humanos, es el llamado equilibrio ecológico.

Dueño de una amplia sonrisa y preclara inteligencia, sostiene que las personas involucradas en el desarrollo sustentable deben tener el mismo principio ético que tienen los médicos con sus pacientes, es decir profesionales de la sustentabilidad que no dejen atrás al planeta.

Con la vista puesta hacia adelante, advierte por esa razón: necesitamos una nueva generación con conocimientos científicos que le permitan revertir el deterioro ambiental causado y diseñen nuevos modelos de convivencia, profesionistas de la sustentabilidad que se desempeñen bajo un estricto código de ética.

Eso lo lleva a establecer que, en suma, se trata de formar a “los salvadores del mundo” que desarrollen nuevos materiales que sustituyan a los que hoy están contaminando ríos y mares, que generen nuevas formas de energías renovables para las sociedades del futuro.

Durante nuestra conversación, Carlo desliza un crítica a quienes llaman despectivamente “pepenadores” a los que separan los desechos de la basura , a los que dijo, yo llamaría personal de limpieza, pues los de la basura somos quienes la tiramos, es algo que no debemos perder de vista.

La entrevista se llevó a cabo en sus oficinas de la Avenida Carranza, un lunes a lasd 08:00 horas. Ataviado con una camisa blanca y pantalón beige, nos recibe puntual, en medio de sus múltiples ocupaciones. Sin mayor preambulo damos inicio a la sesión de preguntas y respuestas.

¿Por qué decidió ser ambientalista?

Ha sido un proceso que ha ido creciendo, en un momento te preocupas por los animalitos y en cambiar acciones que son negativas y en otro estás generado composta con desechos de frutas y verduras, gracias a esto tuve una sensibilidad hacia la vida y la naturaleza.

Recuerdo de cómo formábamos equipos para poder separar la basura en la escuela, creíamos que eso era suficiente para salvar al planeta.

Eso para mí era como ser parte del club del cambio, de esos héroes anónimos que nadie recuerda, los que van a los jardines y levantan basura que no es de ellos, de ese tipo.

Ya en la adolescencia pude conocer y relacionarme con ambientalistas, no de papel o famosos, sino de los que no les importa resaltar, su único fin es ayudar, así como activistas y emprendedores; eso definitivamente me marcó para bien.

Es muy dolorosa la manera en la que estamos acabando con la posibilidad de que a nuestros nietos les toque respirar aire fresco, ver las estrellas, escuchar el canto de las aves o el susurro de los árboles y todos los efectos graves que eso conlleva.

Hay que hacer un trabajo de regeneración en estos espacios y para ser honesto lo que me motiva es la conversación y el anhelo de cuidar y regenerar estos espacios no de grandes anuncios, si no de acciones en silencio.

¿Cómo se relaciona “Inteligencia Ambiental” a esta pasión personal por el ambiente y por qué decidió emprender algo así?

Imaginemos el gran trabajo que representa cuidar un arbolito o una planta de casa; se seca, se maltrata a veces muere, así de frágil es la naturaleza y emprender SOLO es una tarea difícil, por eso IA es todo un equipo que luchamos por los mismos ideales, no es una tarea sencilla.

Siempre me preocupó todo lo relacionado con la conservación del medio ambiente, pero dedicarme a ello ya por casi 15 años ha sido cuestión de suerte, magia y Dios.

Me di cuenta de que la basura (como la llamamos) es fuente de sustento para millares de personas.

Desgraciadamente no se aprovecha lo que generamos y poder dar un cambio a ello fue lo que me llevó a dedicarme de lleno.

Desde luego es mínimo lo que a mi se refiere, pero es ese granito de arena que cuando era más joven me sonaba de lo más lógico: es el idealismo puro de hacer las cosas bien.

Siempre te llevas desilusiones con el sistema y tienes que seguir sus reglas, leyes y normas, aunque no sean del todo benéficas para el medio ambiente potosino.

¿Qué reconocimientos ha recibido su empresa-?

Podría mencionarte certificaciones de calidad que hemos podido acreditar en el cumplimiento de normas, pero ver que empresas AAA confían en nosotros, es el mayor reconocimiento que podemos esperar.

¿Qué sugiere para que en SLP mejore en términos ambientales?

Creo que las leyes y normas se hicieron sin tomar en cuenta la realidad de San Luis Potosí. No son reglas que beneficien a todos, porque cuidar del medio ambiente también es cuidar de los seres humanos, y ese es el llamado equilibrio ecológico.

Fundador de la prestigiada compañía “Inteligencia Ambiental”, Carlo Estrada Liceaga nos cuenta cómo nació esta idea, qué expectativas tiene y qué siente ante la respuesta positiva de decenas de empresas que le confían el manejo de sus residuos.

Entonces, las personas que, por ejemplo, subsisten de los residuos no peligrosos; llamémosles separadores, recolectores, trasformadores, etcétera (se les asignan nombres peyorativos como pepenadores, carretoneros o basureros, y mi convicción es de que al contrario de la connotación negativa son más bien personas de limpieza, como dice la reflexión: “los que tiramos la basura, en efecto, somos los de la basura”), no los tomamos en cuenta y deben salir más beneficiados, pues hacen un trabajo espectacularmente bueno en la aplicación de las cuatro erres: Reciclar, Reutilizar, Reducir y Reparar.

Lo curioso es que no son parte del gobierno, son personas que su modo de vida es así y deberíamos apoyarlos muchísimo más para que la basura no acabe en una celda -así se le dice al hoyo bien preparado de un relleno sanitario-, en donde estarán por siempre en lugar de aprovecharlos aún más.

¿Cuáles son las ciudades en México o en el mundo, “modelo”?

Es una pregunta bien padre porque, aunque haya ciudades y países en donde el uso de la bicicleta es generalizado (Países Bajos) y omiten los residuos gaseosos o el reciclaje es culturalmente aprendido desde niños (Japón) en realidad sus políticas son hechas para la realidad de holandeses y japones, no necesariamente para mexicanos.

Sus programas son eficaces porque fueron diseñados para ellos y nada más, en la realidad que viven aquellos países tan lejanos, con otra cultura, otro idioma y una sociedad mucho muy diferente a la nuestra.

Nosotros no debemos voltear a ver atrás, tenemos que ver al futuro conociendo a nuestra gente y en base a eso hacer políticas públicas que puedan encaminar al buen actuar del ciudadano potosino.

¿Qué otros errores encuentra en San Luis Potosí en cuanto al manejo de los residuos? Realmente tenemos políticas públicas que en la letra son muy buenos y tienen todo el sentido del mundo; es decir: multamos al que tira basura, sea en una plaza pública o un tiradero clandestino; tenemos lineamientos para la clasificación de los residuos; es más: contamos con un relleno sanitario envidiable; incluso existen excelentes servidores públicos comprometidos, como el titular de la Secretaría de Ecología y Gestión Ambiental (Segam), Jesús Emmanuel Ramos Hernández.

Pero más allá de ver las áreas de oportunidad, es necesario llevarlo a un nivel primordial, detectar la realidad potosina, voltear a ver aquellos que nadie los ha visto (la gente que vive de los residuos) y crear, con base en esa realidad, políticas eficaces que nos ayude a entender que la botella de agua se puede volver a utilizar, que el papel, el cartón e incluso el aceite de cocina se puede volver a ocupar.

¿Quiénes están llamados a realizar esta tarea? Todos; principalmente, las nuevas generaciones, que deben ser más tolerantes, más inclusivas y más empáticas. Estas son las que podrían cambiar al mundo y salvar al planeta.

Las y los jóvenes que podrían elegir estudiar la carrera en sustentabilidad, y quienes una vez que egresen de las instituciones de educación superior, se puedan desempeñar con soltura y responsabilidad en diferentes campos: en la sustentabilidad corporativa, la edificación sustentable, la política ambiental y el manejo adecuado de los recursos naturales.

Ellos son quienes requieren comprender las políticas ambientales a la luz de las nuevas tecnologías y de nuevos modelos financieros que respalden el desarrollo sostenible, porque hoy necesitamos más que nunca de una nueva generación de profesionales que sean capaces de apoyar y crear nuevos procesos de regeneración, de reconversión, y sobre todo, de conciencia.

¿Cómo describiría a esa nueva generación?

Como una nueva generación que no solamente adquiera los conocimientos científicos necesarios y los pueda poner en juego de manera interdisciplinaria, sino que además desa- rrolle habilidades que permitan revertir el deterioro ambiental, y diseñar nuevos modelos de convivencia para las sociedades del futuro.

Eso es un desafío mayor, pues además de requerirse profesionistas que puedan comprender distintos criterios de sustentabilidad integrales, lo que conlleva saber de ingeniería, de química, de física y de biología, para poder entender un poco el funcionamiento de los ecosistemas y sus soluciones, también deben tener vastas competencias en un conjunto de habilidades cuantitativas y analíticas, que les permitan innovar y diseñar soluciones más eficaces a las que se tienen ahora, para reducir el impacto ambiental y aumentar los beneficios para los ecosistemas y la sociedad.

Por si fuera poco, necesitamos un profesionista de la sustentabilidad que se desempeñe bajo un estricto código ético, que recupere los valores de la comunidad, de la historia, la solidaridad, la equidad, y el respeto a la naturaleza.

Entonces, ¿los nuevos ecologistas tienen que ser “todólogos”?

Algo así. Las personas que están involucradas en el desarrollo sustentable deben de tener para con el planeta ese mismo principio ético que tienen los médicos con sus pacientes, y los abogados para con sus clientes, que es un compromiso profundo de no dejarlos atrás, pase lo que pase; es decir: que los profesionales de la sustentabilidad no deben dejar atrás al planeta.

Sin importar si quienes estudien sustentabilidad llegarán a trabajar para el sector público o el privado, es indispensable desarrollar en ellas y ellos un sentido del valor de los bienes públicos, del derecho a un medio ambiente sano, del derecho de los animales, del derecho que tienen los seres humanos al goce y al disfrute de la naturaleza.

Se trata de formar “a los salvadores del mundo”, que desarrollen nuevos materiales, que sustituyan a los que hoy están contaminando los ríos y se confinan en rellenos sanitarios; que generen nuevas formas de energías renovables, y hagan que éstas sean económicamente viables; que manejen de manera innovadora e inteligente el agua, las ciudades verdes y la movilidad no motorizada.

Pero también requieren para esto otras habilidades: de comunicación, de persuasión. Necesitamos profesionistas que desarrollen una intuición política y que quieran involucrarse en la política de manera digna. Esto México lo necesita a gritos.

Quienes se dedican a la sustentabilidad necesitan entender los ritmos de la naturaleza, sus tiempos, su incompatibilidad absoluta con ciertos requerimientos del crecimiento económico que pretende, a veces, no pocas, enriquecer solamente a una parte de una generación, en detrimento de todos los demás. (Por Lucero Aguilar F.)

This article is from: