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para toda la vida
from Liliana Flores
by ExpresionSLP
» Lo vi por primera vez en Querétaro; después varias veces en la Ciudad de México y ahora en Aguascalientes
» A sus 78 años tiene aún el espíritu de un chaval
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» Y aunque parece que “platica” las melodías, sus conciertos son de fábula
» Sus canciones me han acompañado desde niña
Tenía 13 años de edad cuando escuché por primera vez a Rod Stewart.
“Jóvenes Turcos” sonaba con insistencia en la radio y de inmediato me cautivó su voz rasposa y el ritmo new wave; aquellos sonidos y melodías inauguraban un nuevo movimiento musical en los años ochenta.
En ese entonces yo era una adolescente solitaria y confundida que añoraba conocer a mi padre, Carlos de María Aguilar Borbolla, de quien tenía un recuerdo nebuloso.
Todo lo que tuviera que ver con él llegaba a mis días como a través de un grueso filtro de niebla. Y para colmo de mis males mi madre casi no me dirigía la palabra. No la culpo.
Ella vivía abrumada por nuestra precaria situación económica y por los problemas en que nos metían mis hermanos mayores:
Carlos estaba detenido; Miguel desaparecido en algún lugar de la República con el grupo de teatro Zopilote; Hugo Lázaro, de 17 años, había embarazado a su novia y mi hermana Marina, de 16 y que heredó el nombre de mi mamá, también estaba embarazada de su pareja del mismo vuelo.
Había suficientes conflictos, así que los más chicos no debíamos dar lata. Mamá ya tenía su dosis de sufrimiento con el abandono de mi padre. De tal manera que yo tenía prohibido ser una adolescente rebelde.
Me encargaba de las labores domésticas y por la tarde iba a la secundaria. En mi casa de la infancia todo era un caos.
Pero cuando mi mamá prendía la radio y bailábamos la tristeza se transformaba en alegría.
Y ¿qué creen? A mi mami, que amaba tanto la música clásica como a los Beatles, también le gustaba Rod Stewart. Lo que dio pie a un vínculo indisoluble entre las dos.
Él encarnaba mis aspiraciones más altas, la letra de sus canciones eran mi himno y yo me sentía tan identificada que me olvidaba de todo con solo oírlo.
Aquella primera vez que lo escuché en la única radio que teníamos, corrí a la tienda de discos del centro solo para co- nocer la portada. Me encantó su cara de pícaro y sus pelos parados que recuerdan la cresta de un gallo. (Después me enteré por Elliot Saltzman, su mánager de giras, que lograba ese look usando mayonesa: “Se la ponía en el cabello y la frotaba muy rápido con una toalla”).
Luego fui al puesto de periódicos y compré la revista Notitas Musicales, que traía la letra de las canciones del momento y con mi diccionario inglés-español logré traducir el éxito de Rod.
“Jóvenes Turcos” contaba la historia de dos adolescentes que huyen hacia su libertad, ella estaba embarazada:
“Billy salió de su casa con un dólar en el bolsillo y la cabeza llena de sueños. Dice que de alguna manera, de alguna manera, su vida será mejor”.
“Patty empacó sus maletas, dejó una nota para su mamá, ella solo tiene diecisiete años”.
“Había lágrimas en sus ojos cuando besó a su hermanita para decirle adiós”.
“Ellos iban muy emocionados, abrazados, cuando se movían a través de la noche…”
“Tenemos un solo momento en la vida, vamos a tomarlo, mientras no estemos asustados. Porque la vida es tan breve y el tiempo es un ladrón y como un puñado de arena, puede deslizarse a través de sus manos”.
“Corazones jóvenes estarán libres ésta noche el tiempo está de su lado…No dejes que te menosprecien, no dejes que te empujen. Nunca dejes que cambien tu punto de vista”.
La canción incitaba a la rebeldía. Ya me veía huyendo también persiguiendo el futuro.
Aunque el tema me recordaba más a mi hermana Marina, que a los 16 años se fue a vivir con su novio y ya estaba embarazada de Rubí.
En esa época no era fácil acceder a los videos, por lo que mi referencia de Rod Stewart era solo la portada ámbar de “Young Turks”.
Pero ya me había enamorado de su música y eso me parecía suficiente para bailar con mis compañeros en las tardeadas de la escuela sintiéndome toda una estrella libre y feliz.
Junto a aquel legendario éxito se incluía también “Tonight I’m Yours (Don’t Hurt Me)”. Luego lanzaría “Baby Jaen” y un año después Camouflage. Para promocionar el álbum fueron lanzados cuatro sencillos: “Infatuation”, “Some Guys Have All the Luck”, “Trouble” y una versión de la banda Free: “All Right Now”.
Los más exitosos fueron “Infatuation” y “Some Guys Have All the Luck”, ya que lograron primerísimos puestos en las listas musicales e incluso alcanzaron el top diez en la lista
Billboard Hot 100 en Estados Unidos.
1989 Rod Stewart En Queretaro
Pasaron los años y me olvidé un poco de Rod Stewart para gozar del rock en español en todo su esplendor: Soda Stereo, Git, La Unión, Enanitos Verdes, Mecano, Miguel Ríos, Miguel Mateos, Vilma Palma, Charlie García, Hombres G, Caifanes, El Tri, Neón, Los Amantes de Lola Radio Futura, Alaska y Dinarama, Duncan Dhu, Nacha Pop, Bon y los Enemigos del Silencio, entre otros cuya música le hacía ver a mi generación que la vida era intensa y casi todos nos creíamos inmortales.
Me seguía gustando Rod Stewart, incluso me emocioné mucho cuando me enteré que vino como espectador al Mundial de Futbol 1986, precisamente al estadio Corregidora de Querétaro.
A principios de 1989 se supo que vendría a México. Fue él (tenía que ser mi rey) quien abrió la puerta para que después entraran a nuestro país estrellas del rock como U2, Pink Floyd, The Rolling Stones, Nine Inch Nails, Madona, Michael Jackson, Paul McCartney, The Cure, RadioHead, Portishead, Metallica, Black Sabbath y muchos más.
Este evento histórico puso fin a la sequía musical multitudinaria a partir del presidente
El 9 de abril de 1989 pasaría a la historia como una fecha clave para las concentraciones en vivo en México. Entonces Rod Stewart estaba en uno de sus mejores momentos y volvió la mirada a nuestro país, sediento de rock. Aquí en el estadio Corregidora, de la ciudad de Querétaro.

Luis Echeverría Álvarez.
Con el festival de Avándaro en septiembre de 1971, se generó un prejuicio social respecto a las concentraciones masivas de jóvenes en torno al rock.
En la atmósfera de Avándaro se percibía el resentimiento por las matanzas de Tlatelolco en 1968 y la masacre del Jueves de Corpus o “El Halconazo”, perpetrado meses antes del festival por el grupo paramilitar conocido como “Halcones”.
La juventud mexicana estaba harta de la censura de un gobierno impositivo que veía en la música una amenaza en contra del establishment.
Pero el 9 de abril de 1989 pasaría a la historia como una fecha clave para las concentraciones en vivo en México.
Entonces Rod Stewart estaba en uno de sus mejores momentos y volvió la mirada a un país sediento de rock.
La Ciudad de México quedó descartada como sede por falta de permisos y los organizadores decidieron que los conciertos serían en Querétaro, Guadalajara y Monterrey.
La publicidad de boca en boca hizo lo suyo y muy pronto las estaciones de radio, la televisión, los carteles y la prensa escrita daban cuenta de las fechas y ciudades que visitaría el ídolo musical.
Yo trabajaba como reportera en el extinto Canal 13 de San Luis Potosí.
Recuerdo que el evento sería un domingo, por lo que le dije a mi mamá:
-Voy a ir al concierto de Rod Stewart a Querétaro -No señorita, no vas a ningún lado -fue su respuesta.
Después me hizo una lista de los “innumerables” peligros a los que me exponía.
Mis amigas y yo no teníamos boleto para el concierto y pensábamos irnos de raid, pero decidí comprar un pasaje de autobús para no exponerme a “los peligros” previamente señalados por mi mamá.
Y con la clásica frase “más vale pedir perdón que pedir permiso” salí muy temprano para encontrarme con Lupita y Claudia en la calle de Carranza y Urestí . De ahí nos fuimos a la central de autobuses y abordamos un Flecha Amarilla.
Íbamos nerviosas y felices por la gran aventura que nos esperaba. A lo largo de la carretera 57 vimos a muchos jóvenes pidiendo raid.
El tráfico era lentísimo, decenas de autos formaban una gran fila. Todos queríamos estar en aquel concierto que resultaba ser una súper novedad para nuestra generación.
Estaba segura que entraría a verlo, por “aventada” y porque años antes, cuando vino el grupo Menudo al estadio Plan de San Luis, dimos un “portazo”; incluso salí en la Alarma porque varias chicas nos desmayamos. Yo fingí el desmayo para que nos pasaran adelante y tener a los menudos más de

Luego de cuatro horas de camino, llegamos a Querétaro. La ciudad era un caos, no había un solo taxi, teníamos hambre y el sol se ensañaba con nuestros rostros.
Cuando por fin llegamos al estadio vimos que había camionetas, autos e incluso autobuses estacionados con placas del Distrito Federal, Estado de México, Puebla, Michoacán, Veracruz, San Luis Potosí, Guanajuato, Morelos, entre otras entidades.
Logramos acercarnos al Corregidora donde ya esperaban miles de seguidores atrincherados desde muy temprano o desde el día anterior.
Había de todo: Gente de aspecto muy “fresa” que presumía su boleto en primera fila, chavos fumando marihuana, otros bebiendo y muchos más quejándose por la reventa carísima de los boletos.
La policía, por supuesto, estaba presente.
Estuvimos afuera varias horas. Encontrábamos amigos o hacíamos plática con jóvenes de otras ciudades.
Dimos varias vueltas al estadio, revisábamos las entradas, preguntábamos quién traía boleto o cuál era el costo en la reventa.
La suerte se puso de nuestro lado cuando en una de las puertas de acceso directo al campo del estadio vimos que la muchedumbre se disponía a dar “portazo”.
“Solo tengo que mantenerme firme y a las vivas para no salir lastimada”, pensé al momento de unirme a ellos.
De inmediato los elementos de Seguridad Pública aventaron gases lacrimógenos y detuvieron a algunos, pero la mayoría seguía empujando, con la fuerza de la euforia y la juventud, las puertas metálicas.
Hasta que finalmente cedieron.
Y en un abrir y cerrar de ojos estábamos en la cancha, frente al escenario.
“De Aquí nadie me saca”, dije.
El estadio era una fiesta. Pese a las medidas de seguridad y control de las autoridades, olía a mota y había botellas de tequila, Wiski, Ron y mezcal a manos llenas.
Quienes hicieron fila desde temprano para ser los primeros en entrar se mostraban impacientes.
Desde las gradas superiores, muchos de ellos bajaron apoyándose en las bardas de los palcos y saltaron unos tres metros para llegar a los escalones de abajo. Siguieron hasta toparse con las mallas de alambre que separan a la afición de la cancha; nada fue obstáculo para despegarlas y tomar por asalto el césped.
En el escenario se imponía la imagen de una mujer que abrazaba un balón de futbol. Solo quienes lograron pasar una cámara pudieron inmortalizar la magia del momento en imágenes.
Al caer la noche, con los ánimos más calmados, pero con el ansia de ver a Rod Stewart, el grupo telonero fue Neón (en el concierto del día siguiente fueron Bon y Los Enemigos del Silencio, a quienes el audio no les ayudó mucho y su intervención pasó sin pena ni gloria).
Poco después de las nueve de la noche, luego de escucharse la intro de The Stripper, apareció Rod Stewart, de carne y hueso, en el escenario.
Vestía saco amarillo, pantalón negro y camisa blanca y a lo largo del show realizó cambios en su vestuario.
Arrancó con Hot Legs y continuó con Infatuation.
Después del segundo tema, algunos espectadores, en su afán de ver mejor, treparon a las torres de luz y sonido en medio de la cancha, Rod Stewart detuvo el concierto y pidió amablemente que bajaran; uno de los promotores dio el aviso en español y amenazó con la posible cancelación del evento, la gente comenzó a exigir a gritos que se bajaran de las torres.
En la confusión solo se bajaron los de la torre derecha, y los de la izquierda permanecieron ahí como changos durante todo el concierto.
En la siguiente canción el músico se sorprendió al escuchar a los asistentes entonar a todo pulmón “Tonight´s The Night” acción que se repetiría en temas como “You’re In My Heart”, “I Don´t Want To Talk About It” y “Forever Young”, entre otras.
El hecho emocionó a Rod que no dejaba de gritar “México México”.
Yo no pude verlo tan de cerca, pero me sentía feliz de estar ahí y me prometí que un día lo tendría más a mi alcance.
El concierto fluyó sin ningún incidente, todo fue una colección de grandes momentos al paso del espectáculo, como aquel en donde los silbidos perfectamente sincronizados y espontáneos de miles de personas pusieron la cereza del pastel a “Do You Think I´m Sexy” o lo apoteótica que fue su interpretación de “Maggie May”, éxito que muchos seguidores del músico nunca creyeron escuchar en vivo.
Y sin embargo ahí estaban presenciándola con los sentimientos y la energía a flor de piel.
El final fue conmovedor cuando a ritmo de “Twistin’ The Night Away” varios balones de futbol fueron arrojados al escenario y Stewart los pateaba hacía el público.
En abril de 1989 Rod Stewart ofreció un total de cuatro shows que quedaron en la memoria de quienes tuvimos la oportunidad de presenciarlos. Fueron la apertura de México hacia los grandes espectáculos musicales. El público mostró que estaba preparado para recibirlos. Él regresaría a dar más conciertos. Cada uno lleno de emotividad, pero lo que sucedió en abril de 1989 fue algo irrepetible.
1991 Rod Stewart Regresa
En diciembre de 1991 Rod Stewart regresó a nuestro país y esta ocasión dio tres conciertos en el Palacio de los Deportes, en la Ciudad de México.
Y ahí voy de nuevo junto con Mónica, otra amiga.
Mi mamá se enojó más que la vez anterior, no por los “peligros” a los que me pudiera exponer, sino porque diría adiós a mis ahorros.
En la Ciudad de México me esperaba Carlos, un pretendiente, que quería casarse conmigo, incluso vino a San Luis Potosí a hablar con mi madre, pero ella lo corrió al grito de:
“¡Usted es casado!”
Carlos se ofendió muchísimo, porque no era cierto.
Mi madre no se medía y tenía una forma muy peculiar de entender la felicidad, y hacía todo con tal de que la hija re- belde no se fuera de la ciudad o de su lado. (También rompía las cartas que me enviaban amigos o admiradores de otras ciudades, pero esa es otra historia).
Con Carlos y mi amiga fui al Palacio de los Deportes, pero esta ocasión quedé aún más lejos del escenario, casi lo veía desde el techo.
Rod presentó al publico a su entonces esposa Rachel Hunter, una modelo rubia más alta que él, quien luego lo abandonó, rompiéndole el corazón.
“A Rod nadie lo deja”, admitió en una entrevista, donde reconoció permanecer semanas acostado en un sofá, tapado con una manta y llorando por su ex, e incluso dijo colocarse una bolsa de agua tibia en el pecho para calmar el dolor del corazón.
Al día siguiente, sábado 19 de diciembre, regresamos a verlo una vez más, pero otra vez me tocó lejísimos del escenario.
Auditorio Nacional 2001
Diez años después fui al Auditorio Nacional de la Ciudad de México, donde yo llevaba nueve años viviendo. Compré boletos junto con mi amiga Gaby, ahora para la quinta fila.
“Esta vez lo veré muy de cerca”, pensé durante varios días; pero cual sería mi sorpresa cuando vi que el recinto había sido remodelado y el escenario quedó a metros y metros de distancia de las butacas.
Más de 35 mil personas abarrotaron “El Foro de las Estrellas” en la ciudad de Aguascalientes, el pasado 23 de abril. A las nueve de la noche en punto, Sir Rod Stewart apareció puntual, como buen inglés. Tomó el micrófono con todo y pedestal haciendolo girar en torno a su cuerpo y cantó “Infatuation”.

Otra vez quedé lejos de Rod. Sentí que era la última vez que iba a un concierto suyo, me sentía cansada. Pero él es incansable, ha vuelto en muchas ocasiones. La más reciente el pasado mes de abril.
Aguascalientes 2023
En marzo de este año vi con sorpresa que la gobernadora del estado de Aguascalientes, Teresa Jiménez, había incluido a Rod Stewart entre los artistas que se presentarían gratis para el público en la famosa Feria de San Marcos.
De inmediato me trasladé al estado vecino para conseguir lugares en las primeras filas y reservar el hotel.
Luego invité a mi hermano Rafael y a su hija, mi querida so- brina Gladys. Y no podía faltar mi amiga Gaby, que vive en la Ciudad de México.
Y ahí vamos los cuatro, felices y relajados. El solo hecho de estar con Rafael es garantía de diversión y es que es increíblemente ocurrente, oportuno, simpático, divertido.
Todo Un Personaje
Apenas llegamos a la explanada de la Feria de San Marcos y la gente lo detenía para pedirle una selfie. Eran potosinos seguidores de él en sus redes sociales quienes lo saludaban.
Gracias a sus amigos y conocidos tardamos en llegar al Foro de las Estrellas, el escenario donde se presentaría Rod Stewart, pero también gracias a él logramos entrar de inmediato al recinto, y esta vez en primera fila.
Más de 35 mil personas abarrotaron el lugar.
Yo quedé junto a la mamá de la reina de la Feria, una señora muy agradable que me contó que la presidenta del Patronato de San Marcos es mega fan de Rod Stewart y por eso lo contrataron.
También me dijo que la gobernadora Tere Jiménez, de 37 años, estaba recién casada con el ex alcalde de San Miguel de Allende, Guanajuato, Luis Alberto Villarreal. Ambos panistas.
Los minutos pasaron rápidamente entre risas, chismes, bromas y muchas emociones. Fue una tarde muy feliz.
A las nueve de la noche en punto, Sir Rod Stewart apareció puntual, como buen inglés, ataviado con un saco blanco con estampados negros, camisa blanca, pantalón negro de finas rayas y zapatos con pedrería color plata.
Tomó el micrófono con todo y pedestal haciéndolo girar en torno a su cuerpo y cantó “Infatuation”, seguida de “Some Guys Have All The Luck”, al tiempo que el público coreaba feliz los dos temas.
Verlo cantar tan de cerca fue maravilloso, un regalo que me llenó de buena vibra, de energía positiva y ganas de verlo las veces que fueran necesarias.
Y aunque Rod Stewart ya no es dueño de la misma voz de hace 34 años y los tonos de las melodías suenan como platicados, musicalmente hablando su espectáculo es el mejor, impecable: las pantallas nos trasladan por distintas etapas del músico, donde se aprecia su pasión por el futbol o el momento en que la reina Isabel hace los honores para darle el título de Caballero y demás detalles que lo hacen estrella de la música con fama mundial.
Los juegos de luces complementan cada una de las canciones que interpreta.
Durante Rhythm Of My Heart, el cantante se solidarizó con Ucrania ante el conflicto bélico que sostiene con Rusia. Los visuales en pantalla se pintaron en azul y amarillo, colores en referencia a la bandera de esa nación.
En algún momento de la noche ofreció un montaje íntimo donde colocan sillas para que Rod y los integrantes de su grupo ejecuten las baladas que muchos hemos utilizado alguna vez para dedicarlas a alguien especial en la vida.
Y aunque varias de las viejas canciones han perdido la fuerza que las caracterizaba, Stewart se ha convertido en todo un crooner que sabe lo que su público desea escuchar, no importa si “Baby Jane” o “Jóvenes Turcos” ya no se escuchan como antaño.
Acompañado de su banda, integrada por seis bellas y talentosas mujeres, el interprete ofrece temas clásicos como “Sailing”, “I Don´t Want to Talk About It”, “The First Cut is The Deepest”, “You are in My Heart” y “Forever Young”, con todo y un solo de percusiones, que remiten a la primera vez que lo vimos y oímos en Querétaro.
Si ya el concierto en sí fue especial, el artista lo hace aún más, cuando recuerda su etapa con la agrupación setentera. Faces al tocar los clásicos “Oh La La” (tema originalmente cantado y escrito, junto a Ronnie Lane, por su ex compañero de banda Ron Wood) y ya al final, una pieza que nos lleva al encore, la inigualable “Pasión”.
Stewart posee ahora una voz suave (en algunos momentos opacada por las coristas), pero sin duda escuchar en vivo un himno como “Maggie May” es una experiencia que nadie de los asistentes a su concierto puede pasar por alto.
La piel se eriza, las lágrimas resbalan y nos devuelve por un instante a la noche en que la oímos por primera vez y quedamos marcados para siempre por sus letras y sus ritmos.
Rod Stewart, con 78 años encima, sigue siendo un icono de la música, nadie puede negar que cada concierto suyo sea toda una experiencia que rebasa las fronteras de la nostalgia.
Sus canciones nutren el alma y ya con globos de colores en mano, despedimos al cantante a ritmo de “¿Do you think i am sexy?”.
El artista ha dado un gran espectáculo, los rostros de los asistentes muestran la alegría contagiada por las melodías del cantante británico, no importa si faltaron algunos éxitos.
El show ha terminado, mi adorado hermano Rafa y yo avanzamos hacía la salida. Seguidos por Gaby y Gladys.
Vemos con tristeza a los miles de seguidores que no lograron entrar. Rafa se detiene frente a un grupo de ellos y toma aire. Con su 1.92 mts de estatura y más de 120 kilos se ve imponente.
Algo quiere decirles, pero yo lo jalo del brazo y nos alejamos entre risas. Ya en los pasillos de la San Marcos nos preguntamos si a estas alturas Rod Stewart aún es sexy. La respuesta obviamente es y siempre será sí.
Rafael “El Chiqulín Aguilar
Gladys Aguilar Torres y Lucero Aguilar, en la Feria De San Marcos Abril 2023.

